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Anuario de Psicología Jurídica

ISSN: 1133-0740
revistas_copm@cop.es
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
España

Herrero, Óscar
EL TRATAMIENTO DE LOS AGRESORES SEXUALES EN PRISIÓN: PROMESAS Y DIFICULTADES
DE UNA INTERVENCIÓN NECESARIA
Anuario de Psicología Jurídica, vol. 17, 2007, pp. 43-63
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Madrid, España

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Anuario de Psicología Jurídica, Volumen 17, año 2007. Págs. 43-63. ISSN: 1133-0740

ESTUDIOS

EL TRATAMIENTO DE LOS AGRESORES


SEXUALES EN PRISIÓN: PROMESAS Y
DIFICULTADES DE UNA INTERVENCIÓN
NECESARIA
THE TREATMENT OF INCARCERATED SEX
OFFENDERS: PROMISES AND DIFFICULTIES OF
A NECESSARY INTERVENTION

Óscar Herrero*
Fecha de Recepción: 26-10-2007 Fecha de Aceptación: 08-02-2008

RESUMEN

Desde el año 2005 se desarrolla en las prisiones españolas el Programa para el Con-
trol de la Agresión Sexual de Garrido y Beneyto (1996) en su versión más reciente. En
el presente artículo se analiza la relevancia de esta intervención mediante la revisión de
la literatura reciente sobre agresión sexual y de la experiencia clínica en su aplicación.
Los contenidos del programa siguen plenamente vigentes en la literatura especializada,
y se los considera aspectos nucleares de la agresión sexual. Se concluye que, pese a sus
dificultades, la intervención psicológica con los agresores sexuales encarcelados es un
programa necesario.

PALABRAS CLAVE: Agresión sexual, Tratamiento de agresores sexuales.

* Centro Penitenciario de Cáceres.

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

ABSTRACT

Since 2005, the latest version of the Sexual Assault Control program from Garrido
and Beneyto (1996) is being delivered in the Spanish prisons. In the present article, the
relevance of this intervention is analysed, through the review of the recent publications
and the clinical experience in the program. The elements included in the program are
present in the literature, and are considered central to the concept of sexual assault. It
is concluded that, in spite of its difficulties, the intervention with incarcerated sex
offenders is necessary.

KEY WORDS: Sexual assault, Sex offender treatment.

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O. Herrero

Introducción miento quedan fuera del alcance del


PCAS-R?.
Desde el año 2005 un número cre-
ciente de profesionales del tratamiento El artículo se organiza en distintas
penitenciario está impartiendo el pro- secciones. Inicialmente se describen las
grama de intervención psicológica con diferencias existentes entre PCAS y
los agresores sexuales encarcelados. En PCAS-R. Tras esto se analizan los
algunos centros este trabajo se inició módulos más relevantes del PCAS-R. En
bastante antes con la aplicación pione- tercer lugar se señalan algunas cuestio-
ra del Programa para el Control de la nes relevantes que no contempla el
Agresión Sexual (PCAS) de Garrido y PCAS-R. Por último se presentan unas
Beneyto (1996). El programa que conclusiones.
arranca en 2005 es una versión revisa-
da del PCAS (que llamaré PCAS-R para
distinguirlo del trabajo original). En PCAS y PCAS-R
esta revisión, realizada por un equipo
de psicólogos del Cuerpo Técnico El PCAS-R incorpora una serie de
Superior de Instituciones Penitencia- modificaciones con respecto al PCAS,
rias, se practicaron las modificaciones aunque en esencia se abordan los mis-
que recomendaba la experiencia clínica mos contenidos. La evaluación inicial de
en la aplicación del PCAS.El objetivo ambas versiones difiere de forma impor-
del presente trabajo no es valorar la tante. El PCAS incluía una serie de esca-
efectividad del PCAS-R. Son los datos las para medir aspectos relacionados con
estadísticos los que habrán de cuantifi- la agresión sexual (parafilias, distorsiones
car el cambio logrado en los internos y cognitivas, actitudes hacia la mujer, fan-
la eficacia en la reducción de la reinci- tasías), tests de competencia situacional,
dencia. Ahora que los primeros grupos autorregistro y autobiografías. En el caso
en iniciar el PCAS-R se encuentran cer- del PCAS-R el diseño de la evaluación y
canos a concluir, y que la intervención posterior análisis de datos se ha encarga-
con agresores sexuales es cuestionada do a un equipo de expertos académicos
públicamente, surge la necesidad de de la Universidad de Barcelona. Esta eva-
valorar el trabajo realizado. Este artícu- luación se ha concretado en una amplia
lo busca realizar una reflexión desde la batería de escalas a partir de las cuales se
revisión de la literatura y la experiencia refinó un instrumento único que servirá
clínica en la aplicación del PCAS-R que para medir el cambio terapéutico de los
permita responder a varias cuestiones: participantes. Además, se han incluido
(a) ¿Están vigentes en la literatura tests sobre los contenidos de varios
sobre agresión sexual los aspectos que módulos, que se aplican al principio y al
aborda el PCAS-R? ¿Qué relevancia se final de su desarrollo.
les atribuye? (b) ¿Qué dificultades
encuentran los profesionales para su El PCAS-R está compuesto de los
aplicación? (c) ¿Qué aspectos relevan- siguientes módulos: Relajación, análisis
tes de la agresión sexual y su trata- de la historia personal, introducción a

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

las distorsiones cognitivas, conciencia Análisis de la historia personal


emocional, comportamientos violentos,
mecanismos de defensa, empatía con la ¿En qué momento comienza a hacer-
víctima, distorsiones cognitivas, educa- se un individuo vulnerable a cometer
ción sexual, estilo de vida positivo y una agresión sexual? Los intentos de
modificación del impulso sexual. La responder a esta cuestión se han fijado
estructura del PCAS-R y algunos de sus en diferentes puntos del ciclo vital, aun-
contenidos presentan diferencias con que las experiencias en la infancia y la
respecto al PCAS. Las autobiografías de primera juventud parecen ser cada vez
los internos pasan de ser una técnica de más relevantes. El desarrollo sexual de
evaluación a constituir buena parte del los agresores parece ser precoz, se
nuevo módulo de análisis de la historia muestran promiscuos desde edades
personal, que abre el programa. Igual- tempranas y expresan una actitud positi-
mente se ha incluido un módulo sobre va hacia la vida sexual impersonal
conductas violentas y una introducción a (Merrill, Thomsen, Gold y Milner, 2001;
las distorsiones cognitivas. El entrena- Abbey, McAuslan, y Ross, 1998). En
miento en relajación es un contenido muchos casos está presente la experien-
transversal durante todo el programa, y cia del abuso sexual infantil. Algunos
se ha de practicar al final de las sesio- logros evolutivos, como un apego segu-
nes. El PCAS arrancaba directamente ro o el desarrollo eficaz de la capacidad
con el módulo de mecanismos de de empatizar con otros pueden estar
defensa, desde la idea de que la acepta- también afectados (Covell y Scalora,
ción del delito es el requisito imprescin- 2002; Ward, Keeman y Hudson, 2000).
dible para avanzar en el tratamiento. Abbey, Parkhill, Beshears, Clinton y
Poco después, tras el módulo de con- Zawacki, (2006) estudiando una mues-
ciencia emocional, se abordaba la empa- tra comunitaria encontraron que duran-
tía con la víctima. La estructura del te la juventud el comportamiento anti-
PCAS forzaba un inicio más agresivo social, el abuso de alcohol, una actitud
para los internos. En el caso del PCAS-R sexualmente dominante y la presión del
el avance es más progresivo y se conce- grupo de iguales para mantener relacio-
de un mayor tiempo para el cambio. nes sexuales se relacionaban de forma
significativa (con correlaciones entre .17
También se han incorporado materia- y .29) aunque moderada con la agresión
les nuevos para el libro del interno, y se sexual adulta. El módulo de análisis de
recomiendan películas recientes para su la historia personal explora distintos
análisis y comentario. momentos evolutivos de los participan-
tes principalmente a través de la realiza-
Por lo demás, los contenidos esencia- ción de autobiografías. Se analiza la his-
les y enfoque teórico del programa son toria familiar, social, sexual y delictiva de
los mismos. PCAS y PCAS-R son progra- los internos. Se pretende que a través
mas cognitivos y conductuales de pre- de este módulo sean conscientes de
vención de recaídas, grupales, intensos y aquellos factores de su pasado que han
prolongados. podido influir en su comportamiento

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sexualmente abusivo. Para el terapeuta do nunca. Abrir la intimidad delante de


este primer bloque del programa permi- otros internos es un comportamiento
te acumular una cantidad importante de muy amenazante en prisión.
información sobre los participantes y
buscar en sus biografías factores de ries-
go como los recogidos en la literatura. Conciencia emocional y empatía con
Un momento crítico es el de la autobio- la víctima
grafía delictiva, donde los participantes
han de contar los delitos que han come- Habitualmente se describe a los agre-
tido durante su vida, incluyendo la agre- sores sexuales como personas con fuer-
sión sexual que les ha traído a prisión. tes dificultades emocionales (Ward y
Es el primer contacto con la agresión y cols., 2000). Su capacidad para identifi-
una oportunidad clave para el terapeu- car sus emociones y las de los demás es
ta. En este punto se recoge información muy pobre. Tienden a no verse afecta-
acerca del grado de aceptación de la dos por las reacciones emotivas de otras
responsabilidad personal en el delito, así personas, y sus relaciones personales
como de la presencia de negaciones son superficiales. Ante situaciones estre-
parciales o totales de los hechos, o de santes se centran en la emoción que
distorsiones cognitivas sobre la implica- experimentan y no generan estrategias
ción del agresor o de la víctima. Es tam- efectivas para la resolución del problema
bién un momento emocionalmente (Looman, Abracen, DiFazio y Maillet,
intenso para los participantes, y la acti- 2004). El PCAS-R dedica dos módulos a
tud del terapeuta debe de ser de refuer- la vida emocional de los participantes:
zo de la sinceridad. Es conveniente evi- conciencia emocional y empatía con la
tar las confrontaciones con la realidad, víctima.
aunque las distorsiones cognitivas sean
muy evidentes. Este problema habrá de El módulo de conciencia emocional
abordarse en módulos posteriores. persigue que los participantes sean más
conscientes de sus propias emociones,
Quizás el aspecto más importante de que aprendan a clasificarlas en positivas
este módulo es que es el primero del y negativas, y entiendan la relación
programa. Durante estas sesiones inicia- entre emoción y pensamiento. Es un
les deberá de dedicarse especial aten- módulo que se imparte sin excesiva difi-
ción a la creación de un clima de trabajo cultad y que prepara el camino para
positivo, fomentar la comunicación abordar más tarde la empatía con la víc-
entre los participantes, resaltar la necesi- tima.
dad de confidencialidad y establecer
unas normas para el trabajo en grupo. De una forma muy general puede
Las primeras reacciones defensivas de entenderse la empatía como la capaci-
los internos pueden aparecer ya en este dad para entender y compartir el estado
módulo. Hablar de la vida personal emocional de otra persona. Se considera
delante de extraños es una experiencia que esta capacidad se distribuye en la
por la que muchos de ellos no han pasa- población y que las personas nos pode-

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

mos diferenciar unas de otras en nuestra negativo (d= -0.48), mientras que los
capacidad empática. Dentro de la litera- trabajos sobre empatía afectiva obtenían
tura criminológica la empatía es un con- un tamaño del efecto mucho menor (d
cepto de importancia más que notable. = -0.11). La diferencia entre ambos
Se considera que aquellas personas que tamaños del efecto resultó significativa,
cometen conductas antisociales son por lo que los autores concluyen que la
menos empáticas que aquellas que no empatía cognitiva está claramente más
delinquen. En el caso concreto de la relacionada con la delincuencia que la
delincuencia violenta la relevancia atri- afectiva. Estos resultados se replicaban
buida a este concepto es aún mayor. al considerar exclusivamente los trabajos
Mayoritariamente, los programas de realizados con agresores sexuales.
intervención con delincuencia general y
violenta incluyen módulos orientados a Otro moderador importante en los
aumentar la capacidad empática de los estudios sobre empatía y agresión sexual
participantes. Pero pese a esto, la litera- es si la empatía se entiende como un
tura empírica sobre empatía y delin- rasgo estable o como el resultado de la
cuencia arroja resultados complejos que interacción situacional entre individuo y
matizan esta relación. ambiente. Smallbone, Wheaton y Houri-
gan (2007) señalan que la literatura
Una primera cuestión importante es sobre empatía general en agresores
que la empatía se ha entendido como sexuales ofrece resultados inconsisten-
un proceso cognitivo (pensar sobre las tes. Algunos estudios encuentran menor
emociones de los demás) o emocional capacidad empática en muestras de
(contagiarse de las emociones de otra agresores y abusadores de menores
persona). Jolliffe y Farrington (2004) rea- frente a controles, mientras que otros
lizaron un meta-análisis a partir de 35 no encuentran diferencias. Marshall,
estudios que exploraban la relación Hudson, Jones, y Fernández (1995)
entre empatía y delincuencia. Los auto- señalaban en su revisión de este tema la
res ofrecen la magnitud de la diferencia necesidad de plantear estudios sobre
en empatía entre los grupos de agreso- empatía centrada en la víctima, más que
res y no agresores en términos de tama- en la empatía como capacidad general.
ños del efecto (d). Este estadístico refleja
la diferencia entre la media de los dos El PCAS-R aborda la empatía desde
grupos comparados. Un tamaño del un punto de vista cognitivo, lo que
efecto menor de .2 es considerado parece ser un acierto a la luz de la lite-
pequeño, mientras que un tamaño del ratura revisada. Se les ofrece a los inter-
efecto de .5 es considerado medio, y a nos abundante información acerca de
partir de .8 es considerado grande las consecuencias físicas y psicológicas
(Cohen, 1988). Considerados todos los de la agresión sexual. Los participantes
estudios en conjunto, la relación entre han de plantearse también cómo será la
empatía y delincuencia era negativa (d = vida de sus víctimas pasados unos años
-0.28). Los estudios sobre empatía cog- desde la agresión. Se extiende el con-
nitiva obtenían un tamaño del efecto cepto de víctima hasta los familiares y

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amigos de la persona directamente tunidad de cambiar y no repetir el daño


agredida. Los internos también tienen cometido.
que analizar los sentimientos de estas
víctimas secundarias. Aunque se anali- Por último, es imprescindible que el
zan principalmente los sentimientos de terapeuta se forme acerca de las conse-
las víctimas, el entrenamiento en empa- cuencias psicológicas de la agresión
tía del PCAS-R aborda la empatía como sexual y de los traumas violentos en
una capacidad que se expresa de forma general. Los profesionales de la inter-
deficiente en los agresores y que afecta vención con delincuentes podemos
a sus relaciones personales en general, tener mucha información sobre agreso-
no solamente a su conducta sexualmen- res, pero al adentrarnos en el mundo de
te agresiva. Este punto es contradictorio la víctima vemos su complejidad y se
con la evidencia que apunta a un déficit puede hacer patente nuestra falta de
en la empatía centrada en la víctima. experiencia directa con este campo.
Por lo tanto, dentro de las dimensiones
cognitivo-emocional y rasgo-estado que
se describían más arriba, puede consi- Distorsiones cognitivas
derarse que el PCAS-R se ubica en el y mecanismos de defensa
espacio cognitivo-rasgo. Aunque técni-
camente parece ser lo más apropiado, Los primeros en señalar la presencia
el enfoque cognitivo para el trabajo de en los delincuentes sexuales de afirma-
la empatía permite que para algunos ciones que apoyaban las conductas
internos este módulo se reduzca a un sexualmente agresivas fueron Abel, Bec-
esfuerzo puramente intelectual, sin que ker y Cunningham-Rathner (1984). A
se aprecie una vivencia más profunda este tipo de pensamientos los denomi-
del daño causado. En otros casos ocurre naron distorsiones cognitivas. Aunque
lo contrario, y la reflexión sobre las con- este trabajo pionero se centró en abusa-
secuencias de la agresión se traduce dores de menores, actualmente existe
finalmente en reacciones emocionales una amplia evidencia de la existencia de
intensas durante el desarrollo de las este tipo de pensamientos en agresores
sesiones. La culpa puede aparecer en de personas adultas. Son en definitiva
algunos de los participantes. Al igual afirmaciones que excusan, explican, jus-
que cualquier otra emoción, la culpabili- tifican o minimizan el comportamiento
dad puede tener una consecuencia sexualmente abusivo. Se incluyen ideas
positiva si se reconduce adecuadamen- sobre la falta de control y la inevitabili-
te. Una forma de abordar estas emocio- dad de la agresión, la peligrosidad y
nes pasa por una intervención cognitiva hostilidad de las demás personas, la
en la que se enfaticen la aceptación necesidad de poder y reafirmación, la
incondicional de uno mismo, la irracio- intencionalidad sexual infantil, la mini-
nalidad de aplicar etiquetas globales mización del daño o la necesidad de
para definir a una persona, la conve- sexo de las mujeres (Polaschek y Ward,
niencia de juzgar los actos cometidos y 2002; Polasched y Gannon, 2004;
no a ellos mismos, y sobre todo la opor- Beech, Ward y Fisher, 2006). Este tipo

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

de cogniciones es considerado uno de desaparezcan. En el último ejercicio los


los elementos centrales de la agresión internos han de generar pensamientos
sexual. alternativos a su negación, introducien-
do de esta forma una versión sencilla de
El PCAS-R distingue las distorsiones las técnicas cognitivas que se emplearán
cognitivas de otro tipo de pensamientos más adelante.
auto protectores a los que denomina
mecanismos de defensa. La distinción El PCAS-R incluye dos módulos dedi-
entre ambos tipos de pensamientos es cados a la identificación y modificación
arbitraria, pero se considera que ha de de distorsiones cognitivas. El primero de
comenzarse el trabajo cognitivo por los ellos, una introducción al tema, plantea
mecanismos de defensa, que son bási- las distorsiones como operaciones cog-
camente formas de negación. Posterior- nitivas o errores de pensamiento (mini-
mente, superada esa negación, en el mización, inferencia arbitraria, nega-
módulo de distorsiones cognitivas se ción), de manera análoga a lo propuesto
pueden abordar otro tipo de creencias por Beck y sus colaboradores para pro-
erróneas y errores de pensamiento más blemas como la depresión, la drogode-
elaborados. Esta distinción apenas apa- pendencia o la ira. El módulo central de
rece en la literatura, y el término que se distorsiones cognitivas retoma el proble-
emplea de forma consensuada es el de ma de una forma diferente, explicando
distorsión cognitiva. las distorsiones como creencias excesiva-
mente rígidas acerca de los demás, el
El módulo de mecanismos de defensa mundo y uno mismo. Este módulo pare-
introduce a los internos en la idea de ce más cercano a la teoría racional emo-
que ciertos pensamientos acerca de la tiva de Ellis. El terapeuta, y los internos,
agresión se mantienen como forma de han de saber integrar estas dos perspec-
proteger la propia identidad psicológica. tivas para conseguir una visión coheren-
Estos mecanismos mentales niegan la te del problema. Una forma de organi-
comisión de la agresión, su alcance o la zar estos contenidos es entender que las
responsabilidad sobre ella. Durante el distorsiones implican distintos momen-
desarrollo de las sesiones, el mecanismo tos en el procesamiento de la informa-
básico que utiliza el terapeuta es la con- ción, de tal forma que se manifiestan en
frontación con los hechos a través de procesos mentales y en las creencias y
distintos ejercicios. La reacción de los esquemas resultantes (Burn y Brown,
participantes suele ser defensiva y perci- 2006; Ward, Keenan y Hudson, 2000).
ben las sesiones como un ataque. En
este módulo es imprescindible que los En algunos casos el terapeuta puede
responsables del programa se manten- identificar claramente pensamientos dis-
gan firmes en su postura y señalen las torsionados en los internos de su grupo,
discrepancias entre los relatos de los pero puede encontrarse también con
internos y los hechos recogidos en las individuos cuyas creencias acerca de
sentencias. La constancia permite que al mujeres o niños no encajan dentro de la
final del módulo muchas negaciones definición de distorsión cognitiva, sino

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que se acercan bastante a la racionali- esfuerzo considerable a que los internos


dad. Algunos trabajos recientes comien- identifiquen los estímulos internos y
zan a señalar que las distorsiones cogni- externos que pueden llevarles a una
tivas no suponen siempre creencias pro- situación de alto riesgo de reincidencia.
fundas y estables en los agresores. Pue- Posteriormente se trabajan las habilida-
den tratarse también de errores de pen- des de afrontamiento adecuadas que les
samiento transitorios o centrados en permitan evitar la recaída (Laws, 2000).
una situación, de tal forma que aunque El PCAS-R no es el único programa de
un individuo muestre pensamientos dis- este tipo, y existen experiencias dentro
torsionados sobre su delito no los man- de este mismo enfoque para agresores
tiene acerca de las mujeres, los niños o adultos, adolescentes y abusadores de
los comportamientos sexualmente coer- menores (Marshall, 2000; Ward, Hudson
citivos en general (Gannon y Polaschek, y Keenan, 2000; Hudson y Ward, 2000).
2005; Ward, Gannon y Keown, 2006). Durante el desarrollo de este módulo los
El interno puede sentirse ajeno ante afir- internos han de encajar su propia agre-
maciones como las presentes en la esca- sión en el esquema de recaída que pro-
la de Abel y Becker, y es preciso que se pone el programa. Este esquema fluye
descienda a las cogniciones concretas desde la abstinencia, a las situaciones de
sobre su caso personal para poder evi- alto riesgo propiciadas por decisiones
denciar los posibles errores de pensa- aparentemente irrelevantes, al fallo cog-
miento. De otra manera, el interno nitivo y dependiendo de cómo se afron-
puede percibir que el terapeuta no está te el efecto de la violación de la absti-
siendo capaz de comprender adecuada- nencia, a la recaída. Los ejercicios a de-
mente una parte de su experiencia per- sarrollar potencian el análisis del com-
sonal. portamiento abusivo de cada uno de los
participantes, que ha de descomponer
En conjunto, los módulos de mecanis- minuciosamente su agresión en los dis-
mos de defensa y distorsiones cognitivas tintos elementos del proceso de recaída.
suponen un fuerte ataque a la interpre- Este esfuerzo supone para algunos de
tación que el interno hace de su agre- ellos una dificultad importante. La tarea
sión. Pese a todo, existen pensamientos es compleja por sí misma, y no hay que
muy resistentes al cambio. Las distorsio- olvidar que se están analizando conduc-
nes cognitivas serán un molesto compa- tas que en la mayoría de los casos suce-
ñero de viaje a lo largo de todo el pro- dieron hace años, a veces bajo el efecto
grama, y el terapeuta habrá de estar de sustancias o en un estado emocional
atento a la reaparición de pensamientos alterado.
que ya creía superados.
Entre los factores de riesgo considera-
dos, el alcohol y las drogas, junto con la
Prevención de recaídas pornografía destacan en la literatura.

El PCAS-R es en esencia un programa De acuerdo con datos extraídos de


de prevención de recaídas. Se dedica un muestras comunitarias de víctimas y

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

agresores, y de grupos de agresores alcohol está presente en la agresión de


encarcelados, el alcohol está presente alguno de los participantes, este factor
en cerca del 50% de las agresiones ha de abordarse con estrategias con-
sexuales (Abbey, Zawacki, Back, Clinto y ductuales (como el control de estímulos
McAuslan, 2004). Aquí se incluye el o la evitación), cognitivas o proporcio-
consumo de alcohol por parte de la víc- nando normas básicas de bebida con-
tima, del agresor o de ambos. Es impor- trolada. Pero el terapeuta ha de estar
tante resaltar que este tipo de estudios atento a la interpretación que el interno
no precisan la cantidad de alcohol ni el hace del papel del alcohol en su agre-
grado de intoxicación. También ha de sión. Frecuentemente el hecho de estar
señalarse que son datos procedentes de bajo los efectos de alcohol o drogas se
muestras norteamericanas, y la transcul- utiliza como una defensa que permita
turalidad de esta cuestión permanece restar responsabilidad personal en los
aún sin investigar. Pero de alguna mane- hechos. Eliminar esta interpretación ha
ra estas cifras permiten adivinar la rele- de ser un objetivo del programa. Esto
vancia que el alcohol puede tener en la no significa negar que el alcohol sea un
agresión sexual. La relación entre ambos estímulo de alto riesgo, sino buscar una
puede articularse por diversas vías. Por interpretación lo más ajustada posible a
una parte, la capacidad desinhibitoria la realidad acerca de su importancia en
del alcohol, en conjunto con otras varia- el delito cometido. En los casos en los
bles personales y situacionales, puede que exista historia de dependencia alco-
hacer más probable el comportamiento hólica, habrá de plantearse una deriva-
sexualmente agresivo de un hombre ya ción a un programa de drogodependen-
vulnerable a esta conducta (Ullman, cias.
2003). Abbey y cols. (2004) resaltan
como el alcohol afecta a los procesos La relación entre pornografía y agre-
cognitivos de alto nivel, de tal forma sión sexual es compleja y controvertida.
que las personas que han bebido pue- En general se considera que la exposi-
den prestar menos atención a las claves ción a pornografía propicia creencias
inhibitorias de la agresión sexual, tal y favorables a los comportamientos
como la preocupación por las conse- sexualmente violentos, aunque no está
cuencias futuras, la moralidad o la claro si esto sucede de igual forma en
empatía con la víctima. La cantidad de agresores de personas adultas y de
alcohol ingerida por el agresor tienden a menores. También se ha propuesto que
relacionarse positivamente con la agresi- la asociación entre masturbación y por-
vidad empleada en el asalto (Abbey, nografía violenta favorece el interés
Clinton-Sherrod, McAuslan, Zawacki y sexual por conductas sexualmente agre-
Buck, 2003). sivas (Seto, Maric y Barbaree, 2001).
Otra posible vía que vincula pornografía
El PCAS-R ofrece distintas estrategias y agresión sexual es el nivel de arousal
cognitivas y conductuales para la pre- sexual alcanzado con su uso. Davis, Nor-
vención de recaídas y el manejo de ris, George, Martell y Herman (2006)
situaciones de alto riesgo. Cuando el encontraron en una muestra comunita-

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O. Herrero

ria de 84 hombres que la probabilidad sión del tema. Dado que los usuarios
autoinformada de implicarse en un del PCAS-R ya han cometido de hecho
comportamiento sexualmente coercitivo una agresión sexual, parece pertinente
estaba relacionada con su nivel de exci- abordar el tema de la pornografía con
tación tras leer una historia en la que ellos, aunque habitualmente manifies-
una mujer mostraba inicialmente recha- tan un bajo interés (real o fingido) en
zo a mantener una relación sexual, tras este tipo de material. Con todo, es pro-
lo que era agredida. En una de las con- bable que el papel de la exposición a
diciones reaccionaba con sufrimiento pornografía en los comportamientos
ante la agresión, y en la otra con placer. sexualmente violentos evolucione en
La mitad de los participantes tenían que los próximos años. Hasta tiempos muy
consumir alcohol previamente a escu- recientes, acceder a material pornográ-
char la historia. El mayor nivel de excita- fico era expuesto, caro y para algunos
ción (y la mayor probabilidad de com- contenidos difícil y peligroso. Con la
portarse como el hombre de la historia) aparición de Internet esta situación ha
se dio en aquellos participantes que cambiado. Actualmente se puede con-
habían consumido alcohol y que leían la seguir casi cualquier tipo de material en
historia en la que la mujer consentía a la cuestión de minutos, de forma anóni-
agresión. ma y en la mayoría de los casos gratui-
ta. La mayor disponibilidad de este
Si bien pornografía y agresión pare- material puede tener en el futuro un
cen estar relacionadas, es difícil esta- efecto significativo en su relación con
blecer la dirección de esa relación. El la agresión sexual. Personas vulnerables
uso de pornografía puede ser un ele- a cometer una agresión e interesadas
mento causal de la violencia sexual, o en consumir pornografía podrán expo-
ser consecuencia de la vulnerabilidad nerse a cantidades mayores de este
del individuo a las conductas sexual- material con muy bajo coste. El papel
mente coercitivas. Vega y Malamuth de la pornografía se hará más patente
(2007) estudiaron una muestra de 102 y la naturaleza de su relación con las
estudiantes universitarios varones, a los conductas sexualmente agresivas estará
que clasificaron como de alto o bajo más definida.
riesgo de agresión sexual dependiendo
de sus puntuaciones en una batería de
instrumentos relacionados con la hosti- Modificación del impulso sexual
lidad interpersonal y sexual. Además se
les aplicaba una encuesta en la que se Parece lógico pensar que un com-
evaluaba la historia de comportamien- portamiento sexual desviado se corres-
tos sexualmente agresivos. El consumo ponde con una preferencia sexual tam-
de pornografía contribuía a predecir la bién desviada. Cuando este plantea-
presencia de estas conductas única- miento se ha intentado contrastar con
mente en aquellos participantes consi- datos empíricos los resultados han sido
derados de alto riesgo. Seto et. al. complejos y el método para evaluar la
(2001) concluyen lo mismo de su revi- preferencia sexual influye intensamente

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

en los datos recogidos (Kalmus y Algunas limitaciones


Beech, 2005). La plestismografía de
pene parece ser la técnica más indicada El terapeuta
para distinguir entre agresores y no
agresores, aunque una proporción El PCAS-R proporciona extensas des-
importante de personas se clasifican cripciones de las características de los
erróneamente con estos métodos. Es agresores y de qué tipo de comporta-
decir, que existen agresores que no mientos y respuestas cabe esperar
muestran un patrón desviado de excita- encontrar en ellos. Por el contrario, el
ción y personas que no han cometido papel del terapeuta está prácticamente
una agresión pero que se excitan ante ausente. Dos son los elementos que
estímulos desviados (como la descrip- resultan de mayor interés con respecto
ción de una violación). al profesional encargado de desarrollar
el programa: (a) el estilo terapéutico y
El módulo de modificación del impul- (b) su desgaste emocional.
so sexual entrena a los participantes en
dos técnicas: condicionamiento encu- ¿Cómo han de conducir las sesiones
bierto y parada de pensamiento. Con el los terapeutas? ¿Es más efectivo un esti-
condicionamiento encubierto se busca lo directivo u otro más flexible? Drapeau
que las fantasías desviadas de los parti- (2005) señala que los terapeutas más
cipantes dejen de tener capacidad de valorados por los agresores a su cargo
excitación sexual. Para ello se asocian son aquellos que se muestran honestos,
mediante ejercicios de imaginación con respetuosos, accesibles y que no juzgan
estímulos aversivos (cosas que les produ- a los participantes. Los casos en los que
cen asco o miedo). La parada de pensa- se produce una confrontación entre par-
miento persigue ayudar a los participan- ticipante y terapeuta (algo muy común)
tes a frenar las fantasías o pensamientos no han de tomarse como una resistencia
asociados con la agresión. al tratamiento, sino una reacción emo-
cional intensa ante un tema sensible
El formato grupal dificulta la aplica- para el interno. Por lo tanto, la mejor
ción de este módulo, especialmente de respuesta del terapeuta es mantenerse
la técnica de condicionamiento encu- firme sin caer también en la confronta-
bierto. No se pueden dedicar las sesio- ción personal. Los participantes inclui-
nes a repetir los numerosos ensayos dos en su estudio valoraban intensa-
necesarios, interno por interno. Por lo mente la capacidad para hacer mante-
tanto se tiene que confiar en la motiva- ner el orden y las normas del programa
ción de los participantes para realizar sin caer en un autoritarismo excesivo.
estos ejercicios solos. Dado su carácter Otro aspecto valorado era el respeto de
aversivo algunos internos se mostrarán la estructura y objetivos planteados ini-
poco inclinados a realizar los ensayos. Es cialmente para el programa. A la vez
también complejo valorar su efectividad, que los participantes valoraban la auto-
dado el carácter privado del impulso ridad bien aplicada, parecen considerar
sexual. positivo un margen de autonomía que

54 Anuario de Psicología Jurídica, 2007


O. Herrero

les permita tomar decisiones durante el efectiva estos estresores (Ennis y Horne,
programa (especialmente las referentes 2003). Entre los elementos protectores
a iniciarlo y continuar en terapia). Creo más efectivos se encuentran la forma-
que las personas que estén aplicando el ción continuada, la supervisión clínica y
PCAS-R estarán de acuerdo con estos el apoyo de compañeros implicados en
planteamientos. En las primeras sesiones la misma tarea. Los profesionales impli-
del programa, cuando el grupo aún está cados en la aplicación del PCAS-R no
en formación, apenas hay comunicación contamos actualmente con un sistema
entre los internos, que tienden a dirigir- de supervisión clínica que permita con-
se exclusivamente al terapeuta. Con el sultar sobre casos o situaciones de difícil
avance del programa, los internos abordaje. Tener la sensación de no saber
comienzan a hablar entre ellos y a anali- manejar una situación o desarrollar
zar sus aportaciones. En este punto es algún aspecto del programa puede ser
cuando hay que valorar la necesidad de fuente de estrés. En un futuro sería posi-
mantener la estructura de la sesión o tivo que se estudiase la posibilidad de
permitir un cierto debate. Un exceso de designar a los terapeutas con mayor
directividad o laxitud es valorado negati- experiencia como referentes a los que
vamente por los participantes. consultar. El elemento de apoyo más
importante con el que se cuenta es el
Existe un interés creciente por los trabajo en equipo. Es muy poco reco-
efectos que tiene la intervención con mendable afrontar el PCAS-R en solita-
agresores sexuales en el bienestar psico- rio. Algunos módulos con alta carga
lógico del terapeuta. Si bien las conse- emocional, como mecanismos de defen-
cuencias personales de trabajar con vícti- sa o empatía con la víctima, pueden ser
mas están bien caracterizadas, los efec- verdaderos calvarios para un profesional
tos de trabajar con agresores han sido que los afronte sin ayuda. La confronta-
objeto hasta la fecha de un número limi- ción de los internos con los hechos y las
tado de estudios. Ennis y Kadambi reacciones defensivas que esto suscita se
(2007) señalan como una parte de los manejan más efectivamente cuando
profesionales que trabajan con agresores acude más de un profesional al grupo, y
sexuales pueden experimentar embota- su impacto emocional es menor. Tras
miento emocional, pesimismo con res- cada sesión, el mero hecho de hablar
pecto a los efectos de su trabajo, sensa- sobre lo ocurrido permite ventilar emo-
ción de vulnerabilidad a la violencia, ciones y descargar tensión. El trabajo en
hipervigilancia, o sobreprotección a sus equipo ayuda también a solucionar
hijos. La exposición crónica a contenidos dudas técnicas y aporta múltiples solu-
violentos, la hostilidad de los clientes y ciones ante cualquier problema. Los
los sentimientos de rechazo hacia ellos, equipos que se están creando en las pri-
la responsabilidad ante el fracaso del tra- siones son mayoritariamente multiprofe-
tamiento y el doble papel terapéutico y sionales, con la participación de psicólo-
forense contribuyen a este malestar per- gos, trabajadores sociales y educadores.
sonal. Pese a todo esto, la mayoría de los Esto es también una fuente de enriqueci-
profesionales parece afrontar de manera miento del trabajo.

Anuario de Psicología Jurídica, 2007 55


El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

Las diferencias individuales a sus víctimas parecen mostrar rasgos


psicopáticos (Meloy, 2000).
El PCAS-R no tiene en cuenta las dife-
rencias individuales, si bien existen evi- Las personalidades antisociales supo-
dencias de que los agresores sexuales nen un enorme reto para la intervención
como grupo muestran una alta preva- con delincuentes. No es sencillo adaptar
lencia de trastornos de personalidad el PCAS-R a estos perfiles. Algunas posi-
(Chesire, 2004). Por ejemplo, Madsen, bilidades futuras pasan por plantear iti-
Parsons y Grubin (2006) diagnosticaron nerarios individuales dentro del progra-
distintos trastornos de personalidad ma, de tal forma que algunos internos
(principalmente antisocial) en 21 de los no pasen por algunos módulos. El
44 (48%) abusadores de menores que campo de la comorbilidad entre drogo-
estudiaron. En el caso de la psicopatía, dependencia y trastornos de personali-
los estudios hasta la fecha encuentran dad ha sido objeto de especial atención
tasas de este trastorno en agresores durante los últimos años, quizás deban
sexuales que oscilan entre el 12% y el de comenzar a adaptarse las interven-
40% (Knight y Quay, 2006). ciones con delincuentes sexuales a la
presencia de estos trastornos.
La presencia de este tipo de rasgos
de personalidad supone una dificultad Con respecto a la inteligencia, existe
significativa para el desarrollo de una evidencia de diferencias en CI entre
intervención psicológica. Un alto nivel agresores sexuales y otros grupos. Can-
de impulsividad o de ansiedad hace tor, Blanchard, Robichaud y Christensen
menos probable que los participantes (2005) realizaron un meta-análisis a par-
apliquen las técnicas cognitivas o de tir de los trabajos publicados en los que
evitación que se trabajan en el progra- se evaluaba CI en muestras de agreso-
ma. La tendencia a la atribución exter- res. Los agresores sexuales en conjunto
na y la falta de autocrítica hacen poco obtenían un CI medio menor que otros
probable que asuman la responsabili- delincuentes. Al considerar el tipo de
dad de sus actos. Su profunda pobreza agresión cometida, los agresores de per-
emocional y las deficiencias en empatía sonas adultas no obtuvieron un CI signi-
de los psicópatas difícilmente respon- ficativamente distinto de los delincuen-
derán a los ejercicios que plantean los tes no sexuales. Los abusadores de
módulos de empatía y conciencia emo- menores mostraban un CI menor que
cional del PCAS-R. El módulo dedicado los agresores de adultos y por lo tanto
a comportamientos violentos aborda también menor que el resto de los delin-
estas conductas como reacciones cuentes. La edad de la muestra también
expresivas, si bien los psicópatas tien- resultó ser significativa. Los agresores
den a mostrar una conducta violenta más jóvenes obtuvieron un CI medio
de carácter instrumental (Porter y menor que los agresores de más edad.
Woodworth, 2006). Este tema no es La inteligencia es un elemento que
irrelevante en la medida en la que la modera el aprovechamiento de cual-
mayoría de los agresores que asesinan quier intervención psicológica. Frente a

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O. Herrero

esto, el PCAS-R es una intervención hace con agresores sexuales en sentido


compleja, en la que los participantes estricto? Quayle y Taylor (2003) identifi-
han de comprender conceptos a veces can una serie de motivos subyacentes al
muy abstractos desde los que analizar uso de pornografía infantil. La razón
su propio comportamiento. Difícilmente más común es la de obtener activación
podemos hacer a nuestros agresores sexual con fines masturbatorios. Se
más inteligentes, pero estos datos resal- valoran especialmente colecciones de
tan la necesidad de cuidar los aspectos fotografías del mismo niño que se
pedagógicos del programa y ser cons- incian con imágenes no sexuales del
cientes de las dificultades de compren- niño vestido en una actitud normal, y
sión que pueden surgir con la progresiva que progresivamente se acercan a esce-
complejidad de los contenidos del nas que finalmente recogen el abuso
PCAS-R. sexual de la víctima. Se valora especial-
mente que el niño no muestre gestos
de sufrimiento y que aparezca feliz en
Un nuevo reto: la pornografía infantil todas las imágenes. Otro motivo habi-
en Internet tual es el mero placer de coleccionar.
Los medios de comunicación transmiten
Durante los últimos años la pornogra- habitualmente con sorpresa el enorme
fía infantil ha pasado de ser un tema número de fotos encontradas en los
bastante desconocido a recibir una ordenadores de los detenidos en opera-
notable atención por parte de la socie- ciones contra redes de pornografía.
dad. Son comunes las noticias en las Para estas personas coleccionar largas
que anuncia la detención de redes de series de fotografías es un objetivo con
individuos que producían, coleccionaban un enorme valor motivacional. Tienden
o intercambiaban estos materiales. Indu- a quitarle importancia a las consecuen-
dablemente la irrupción de Internet en cias que estas fotografías tienen para
la vida doméstica ha facilitado el acceso los niños y se refieren a ellas como si
y distribución de contenidos pornográfi- fuesen cromos o cualquier otro tipo de
cos. La respuesta policial y judicial a este coleccionable. El intercambio de este
comportamiento se ha traducido en un material remite a otro motivo relevante,
número creciente de personas encarce- el establecimiento de relaciones perso-
ladas a causa de la difusión de porno- nales a través de Internet. Dentro de las
grafía infantil. redes de pornografía las personas impli-
cadas adquieren una nueva identidad y
¿Es el PCAS-R una intervención ade- un estatus social dependiendo de la
cuada para estas personas? No hay que calidad de sus colecciones y de lo com-
olvidar que buena parte de quienes pletas que sean. Es también una forma
poseen y distribuyen pornografía infan- de evitar la vida real, de escapar a las
til no la producen, es decir, que no han frustraciones y dificultades diarias. Por
abusado necesariamente de un niño en último, muchas de estas personas sos-
la vida real. ¿Es apropiado intervenir tienen que utilizar este tipo de porno-
con ellos de la misma forma que se grafía les permite satisfacer sus fanta-

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

sías sin recurrir al abuso de un niño real, conducta y la red de cogniciones que la
por lo que son un tipo de terapia. defienden pueden ser muy intensas,
quizás más que las de un agresor con-
A primera vista parece que el uso de vencional. Es preciso intervenir con estos
pornografía infantil es un problema internos, y muchos de los contenidos
complejo con algunos rasgos distintivos del PCAS-R serán útiles, pero la adapta-
con respecto a la agresión o abuso ción a la complejidad psicológica de
sexual. De los motivos recogidos por estos delitos es imprescindible si se quie-
Taylor y Quayle (2003), emerge clara- re llegar a una intervención eficaz.
mente un interés sexual desviado. Estas
personas muestran un arousal sexual
significativo ante las imágenes de niños. Otras posibilidades: El modelo
Alrededor de estas imágenes, la persona de las “buenas vidas”
parece organizar una red de creencias
distorsionadas sobre el alcance del daño Aunque la efectividad de los progra-
causado al niño y sobre la intencionali- mas de prevención de recaídas parece
dad sexual de este. La preferencia por ser cada vez más clara, algunos autores
fotos de niños sonrientes es una clara han señalado deficiencias en este
evidencia de esto. Además, con la impli- modelo. Ward y Gannon (2006) seña-
cación sexual con estas imágenes se lan que centrar la atención en los fac-
está evitando el mal mayor de una agre- tores de riesgo y las técnicas de afron-
sión real. Estos pensamientos favorecen tamiento es un objetivo necesario pero
el no experimentar sentimientos empáti- no suficiente. El tratamiento debería de
cos hacia las personas recogidas en las incluir también la promoción de com-
fotografías o en los vídeos. La pornogra- portamientos positivos junto con técni-
fía se vuelve además una forma de cas de manejo del riesgo. Además, los
afrontar el malestar emocional y de modelos de prevención de recaídas no
establecer nuevas relaciones desde una tienen en cuenta el contexto del agre-
identidad distinta. sor o las variables ecológicas en su pro-
ceso de rehabilitación. Estas personas
Se puede concluir que en estas perso- se incluyen en un contexto social y cul-
nas aparece un impulso sexual desviado, tural que ha de tenerse en cuenta.
distorsiones cognitivas, dificultades para Como alternativa plantean un modelo
manejar las emociones negativas y falta teórico de intervención distinto, el
de empatía. Muchos de los contenidos modelo de las “buenas vidas” (Good
del PCAS-R pueden ser útiles para inter- Lives Model). Para estos autores, los
venir con este problema. Con todo, no agresores, al igual que todas las perso-
hay que olvidar que se trata de personas nas, buscan de forma natural una serie
que dedicaban una cantidad significati- de objetivos primarios que cubran
va de tiempo en la búsqueda y visión de necesidades básicas de los humanos.
este material, y que se implicaban psico- Los autores destacan entre estos valo-
lógicamente de una forma intensa con res la supervivencia, conocimiento,
él. Su motivación por mantener esta excelencia en el trabajo, independen-

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O. Herrero

cia, paz interior, amistad, inclusión en tan como principales manifestaciones de


una comunidad, espiritualidad, felici- las dificultades psicológicas de los agre-
dad y creatividad. Este conjunto de sores sexuales los problemas para regu-
objetivos y valores se engloba dentro lar las emociones, las creencias que apo-
del concepto de identidad narrativa. yan la agresión, problemas de empatía e
Estas narrativas incluirán las vivencias intereses sexuales desviados. Todos estos
pasadas y las expectativas para el futu- aspectos los aborda el PCAS-R a lo largo
ro (Ward y Marshall, 2006). La agresión de sus módulos. Los programas de pre-
sexual refleja formas no efectivas y vención de recaídas son la forma de
socialmente inaceptables de perseguir intervención más generalizada en los
estos objetivos. Por lo tanto, el trata- países que desarrollan programas para
miento se orienta hacia el entrenamien- agresores sexuales, y parece ser la más
to en habilidades que permitan al agre- eficaz (Hanson, Gordon, Harris, Mar-
sor buscar estos objetivos de manera ques, Murphy y Quinsey, 2002).
efectiva y no violenta (Ward, Mann y
Gannon, 2006; Ward, Vess, Collie y Para los profesionales encargados de
Gannon, 2006). su aplicación, el PCAS-R es un programa
complejo que requiere una implicación
A día de hoy supone una propuesta personal significativa. La duración del
muy teórica, pendiente de materializarse programa es elevada, se trabajan temas
en iniciativas clínicas concretas. Pero sensibles que en ocasiones suscitan
supone un complemento interesante reacciones hostiles, implica exponerse
para las intervenciones basadas en la de forma crónica a contenidos violentos
prevención de recaídas. El PCAS-R abor- y se asumen mayores responsabilidades
da en cierta medida estas cuestiones al tener que informar de la evolución de
principalmente en los módulos de estilo los internos a la Junta de Tratamiento y
de vida positivo y educación sexual. a distintas instancias judiciales. Al tratar-
se de un paquete de intervenciones
estándar no todos los módulos resultan
Conclusiones igual de pertinentes para todos los inter-
nos, y hay que esforzarse por adaptar
En este artículo se ha revisado la los distintos ejercicios a las circunstan-
vigencia de los contenidos del PCAS-R cias del grupo.
en la literatura actual sobre agresión
sexual, y se han analizado las dificulta- La fidelidad de los internos tiende a
des y limitaciones que los terapeutas ser alta, y los abandonos no son comu-
encuentran en su aplicación. nes. Los ejercicios entre sesiones suelen
realizarse con un éxito razonable. Tras
Los contenidos principales del PCAS-R las reticencias iniciales las sesiones de
están presentes en la producción cientí- tratamiento se convierten en un entorno
fica reciente sobre agresión sexual, y se en el que trabajar contenidos muy per-
considera que constituyen el núcleo del sonales y a veces difíciles de hacer com-
problema. Ward y Gannon (2006) resal- prender a otras personas. Las reacciones

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El tratamiento de los agresores sexuales en prisión: promesas y dificultades de una intervención necesaria

de los internos al programa son muy cias similares hacen que tengamos espe-
diversas .Algunos participantes tienen ranza en su futuro.
problemas para comprender los conteni-
dos y se pierden en un mar de concep- Ennis y Kadambi (2007) señalan que
tos psicológicos. Existen también perso- junto a los problemas derivados para el
nas para las que el programa es sola- terapeuta por intervenir con agresores
mente un instrumento para intentar sexuales, existen también beneficios. El
obtener determinados beneficios peni- principal es la sensación de estar reali-
tenciarios. Otros aprovechan la oportu- zando un trabajo útil para la comuni-
nidad de comprender mejor su compor- dad. No debemos olvidar que el objetivo
tamiento pasado y afrontar el futuro último del PCAS-R es reducir la reinci-
con mayores garantías de no volver a dencia sexual y por lo tanto evitar que
dañar a nadie. más personas sean víctimas de agresio-
nes en el futuro. Las evaluaciones de
Con todas sus dificultades, el PCAS-R este tipo de programas indican una
es una respuesta seria a un problema reducción de la reincidencia de entre el
tan grave como el de qué hacer con los 8% y el 14% (Hanson y cols., 2002;
agresores sexuales encarcelados. Por Marshall, 2001). Ningún sistema peni-
encima de posturas ideológicas, la revi- tenciario avanzado puede permitirse el
sión de la literatura nos dice que esta lujo de ignorar el enorme sufrimiento
intervención apunta a los objetivos más humano que está por detrás de estas
apropiados. Los resultados de experien- cifras.

60 Anuario de Psicología Jurídica, 2007


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