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ACASSUSO

De Rafael Spregelburd

DELIA LOBO, la directora.


SUSANA RIVAROLA, la vice-directora
SUSANA DOMBER, maestra de primero
SUSANA BRUNETTI, la maestra nueva
MARTA LOCOCO, la vendedora de ropa
MARTITA ELIZARRAGA, fonoaudióloga
MARTA CAAMAÑO, maestra de cuarto
MARTA GREGORINI, la secretaria
GLADYS RONDÓ, la de gimnasia
EDGAR FABIANI, futbolista profesional
NAHUEL, levantaquiniela
MAMÁ

Espectáculo ganador de la Fiesta del Teatro de la Ciudad de Buenos


Aires (Instituto Nacional del Teatro, diciembre de 2007).
Espectáculo premiado en los X Premios Teatro del Mundo
(Universidad de Buenos Aires):
Premios Especiales en los rubros Mejor Dramaturgia, Mejor
Iluminación y Mejor Actriz (Pilar Gamboa).
Trabajos destacados en los rubros Mejor Dirección, Mejor Actriz
(Elisa Carricajo), Mejor Vestuario, y Mejor Fotografía.
Premio del Espectador 2007 a la Mejor Dirección (Escuela de
Espectadores de Buenos Aires)
Terna de los Premios María Guerrero en el rubro Dramaturgia.
Terna de los Premios Florencio Sánchez en el rubro Dramaturgia.
Ternas de los Premios Clarín: Mejor Obra del Circuito Off y Mejor
actriz del Circuito Off (Pilar Gamboa, Elisa Carricajo).
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Estrenada el 16 de marzo de 2007 en el teatro Margarita Xirgu de


Buenos Aires
Reestrenada el 18 de agosto de 2007 en el teatro Andamio 90 de
Buenos Aires
Reestrenada el 1 de marzo de 2008 en el teatro Andamio 90 de
Buenos Aires
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ACASSUSO

DELIA LOBO, la directora Paula Acuña

SUSANA RIVAROLA, la vice-directora Pilar Gamboa

SUSANA DOMBER, maestra de primero Valeria Correa

SUSANA BRUNETTI, la maestra nueva Andrea Lo


Tartaro

MARTA LOCOCO, la vendedora de ropa Ideth Enright

MARTITA ELIZARRAGA, fonoaudióloga Laura Paredes

MARTA CAAMAÑO, maestra de cuarto Emma Rivera


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MARTA GREGORINI, secretaria / MAMÁ Elisa Carricajo

GLADYS RONDÓ, la de gimnasia Luciana


Pettigiani 2
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EDGAR FABIANI, futbolista profesional Adrián Fondari

NAHUEL, levantaquiniela Mauricio Morando

Ambientación y vestuario: Mónica Raiola


Diseño de escenografía: Oscar Carballo
Iluminación: Matías Sendón
Asistente de dirección: Laura Fernández
Segundo asistente: Gabriel Guz
Fotografía: Patricia Di Pietro
Prensa: Duche·Zárate
Producción: Corina Cruciani
Dirección: Rafael Spregelburd
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Durante abril y mayo de 2008, reemplazada por Laura López Moyano.
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En algunas funciones de mayo y junio de 2008, reemplazada por Débora Zanolli.
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Durante abril de 2008, reemplazado por Esteban Bigliardi.
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Una escuela en Merlo, pongamos por caso la 78, a unas cincuenta


cuadras de la estación, por ejemplo, digamos hacia Barrio Matera.
La escena transcurre en la sala de maestros, o algo así: se trata de
un baño escolar en desuso, que aún conserva dos o tres mingitorios
sobre los que se acumulan carpetas, libros y mapas.
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PRIMER ACTO

1 / DEFENSA

MARTA CAAMAÑO:
Señor juez, señores abogados, fiscales, autoridades y maestras de la
escuela, padres, alumnos.
Bueno.
¿Puedo leer?
¿No?
Lo que pasa es que me lo preparé así para no olvidarme de cosas
que… todo fue tan rápido que… tan confuso. Tantos detalles.
¿No leo?
¿Lo digo de memoria?
Bueno. Como me vaya saliendo, entonces.
Señores.
Una cosita, nada más, leo. Chiquita. Después sigo con mis…
impresiones no escritas. Pero para planificar mejor mi… discurso. Mi
defensa. O sea… a mí no me queda claro si yo… si ustedes piensan
que yo… ¿yo me tengo que defender? No, ¿no?
Son otros los que…
(Lee) A quien crea que la docencia es una tarea que una elige, le
decimos: no. A quien crea que la escuela es un segundo hogar,
también le decimos no.
La docencia es algo que “nos” elige, y si bien nos resistimos como
bueyes a este trabajo que tiene más zonas negras que
gratificaciones, muchas de nosotras hacemos de esa resistencia una
vocación, y dale que vamos. A quien crea que un segundo hogar
puede tener el aspecto de un manicomio, que con todo respeto es lo
que más se parece a la escuela 78 del distrito escolar Merlo, yo le
digo que no. Que ni educadores ni educandos encontrarán allí algo
parecido a un hogar.
Pausa.
Yo soy muy crítica de… del estado… Del estado de las cosas.
Pausa.
El chumbo estuvo siempre. Que algunas directoras, e incluso
porteros, van armados a la escuela no es una novedad, mal que le
guste. A lo mejor Su Señoría recién se desayune con esto y en ese
caso yo le digo a Su Señoría: “Bienvenido al mundo real”, con todo
respeto.
¿Sigo?
Yo preferiría las preguntas puntuales, las que me quieran hacer.
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Y si alguien se piensa que la escuelita 78 es muy diferente de otras


escuelas, a ése le decimos también: no.
Suena un timbre de escuela, largo atronador. MARTA CAAMAÑO
huye.

2 / GAUCHITA

La sala de maestros. Nuevo timbre. Están SUSANA DOMBER, MARTA


GREGORINI, MARTA ELIZARRAGA, MARTA LOCOCO, SUSANA
BRUNETTI, SUSANA RIVAROLA y GLADYS RONDÓ. Ésta les ha
estado contando las noticias que oyó en la radio. Las demás están
muy inquietas, hablan todas a la vez, piden detalles del robo,
griterío.

M. ELIZARRAGA: ¿Vos decís que todos a cara descubierta,


entonces?
GLADYS: No lo digo más: todos hombres, sin pasamontañas.
Nuevo griterío.
S. RIVAROLA: ¿Cómo hicieron el túnel?
S. BRUNETTI: ¿Usaron explosivos?
S. DOMBER: ¿Y el ruido?
GLADYS: No sé. Habrá sido de noche. Pero parece que a las nueve
de la mañana llega el gerente y los tipos ya están esperándolo
adentro del Banco Río, en su oficina, con el mate, y lo encañonan.
Nuevo griterío. Nuevo timbrazo.
S. RIVAROLA: Timbre, chicas. A ver si los hacen entrar, a los
diablitos.
GLADYS: Me voy a clase, yo después les cuento. Hombres.
Acassuso. ¡Hombres de verdad! Enseguida vuelvo. (Sale.)
S. BRUNETTI: Uy, yo también tengo que entrar. (A S. DOMBER.)
¿Me puedo llevar la regla y escuadra?
S. DOMBER: No. Las tengo que usar.
La negativa no era esperada. S. BRUNETTI vacila.
S. RIVAROLA: ¿Qué pasa, Susana? La tiene que usar Susana.
S. BRUNETTI: Bueno… (Luego va hacia la puerta.)
M. GREGORINI: (A S. BRUNETTI.) Susana, ¿vos te llamás Susana?
S. BRUNETTI: Sí.
M. GREGORINI: ¿Susana Brunetti?
S. BRUNETTI: Sí.
M. GREGORINI: ¿Y tenés un grado a cargo?
S. BRUNETTI: No.
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M. GREGORINI: Ah.
S. BRUNETTI: Tengo dos. Primero tenía un segundo. Ahora me lo
juntaron con un octavo.
M. GREGORINI: Bueno, pero yo no te tengo. (Revisa sus planillas.)
S. BRUNETTI: ¿Cómo que no me tenés?
M. GREGORINI: No te tengo.
S. RIVAROLA: Bueno, Marta, pero fijate si…
M. GREGORINI: ¿¡Que me fije qué!? ¡No la tengo! (La mira.) No te
tengo.
S. DOMBER: ¿Y por qué no la agregás?
M. GREGORINI: ¿Cómo la voy a agregar? Si no está no la puedo
agregar. (A S. BRUNETTI.) No te tengo. Si no te tengo, vos no vas a
cobrar nunca. ¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: Fijate en la otra carpeta.
M. GREGORINI: ¡No la tengo! (Cambio de tono.) ¿La otra carpeta?
¿La roja? ¿Qué querés? ¿Que me fije ahí? (A. S. BRUNETTI.) Mirá,
Susana: voy a ver si te tengo en una carpeta que tenemos acá para
estas cosas. Pero no te prometo nada.
Salen M. GREGORINI y S. BRUNETTI. MARTA se lleva consigo la caja
de la cooperadora, divino tesoro.
S. DOMBER: (Como si se tratara de algo muy grave.) “Me puedo
llevar regla y escuadra”, me dice. Ocho y cuarto de la mañana. “Me
puedo llevar regla y escuadra”.
S. RIVAROLA: Bueno, dejala. Es nueva.
M. ELIZARRAGA: No nos amarguemos la mañana.
M. LOCOCO: Le pone ganas.
S. RIVAROLA: Voy a ver si entró al grado. Y a ver si Delia sabe algo
más. (Sale.)
S. DOMBER: Sí. Y vení a contarnos. Regla y escuadra. Sí, le pone
ganas, ¿no? (Pausa.) Pero les tiene miedo a los chicos. Porque si les
querés enseñar, si le ponés pilas, los chicos se dan cuenta y te hacen
la vida imposible. ¿Vos sabés lo que le contestó Susana?
M. ELIZARRAGA: Ah, no sabés. Le dijo: “Regla y escuadra no; las
va a usar Susana. Punto. Esto no se discute más.”
M. LOCOCO: Sí, qué bestia. Bueno, es la vice, ¿no? Y esta otra
zapalla, que se ubique, ¿no?
S. DOMBER: ¿Vos sabés lo que le pasó? Parece que Marta no la
tenía en las planillas.
M. ELIZARRAGA: No va a cobrar nunca.
M. LOCOCO: Y no. Si no la tiene…
S. DOMBER: Parece que la buscó en la carpeta y no estaba.
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M. ELIZARRAGA: Sí, ahora la fue a buscar a la carpeta colorada a


ver si ahí la tiene.
S. DOMBER: ¿Sabés lo que le dijo Marta? “No te tengo”.
M. LOCOCO: ¡Sí! ¡Si yo estaba! Si Marta se puso como loca, vos la
vieras, agarrada a la cajita de la cooperadora… yo pensé que le iba a
dar lo de…
M. ELIZARRAGA: Ni en joda lo digas, Marta. Po-po-po-pobre
Marta.
M. LOCOCO: No, es que no sabés. Marta se pone a buscar en la
carpeta como loca, y le dice “No vas a cobrar nunca, porque no te
tengo”. Y no sé quién le dice: “Fijate en la carpeta roja”, y Marta se
pone pálida como un secante…
M. ELIZARRAGA: Sí, yo la vi, fue como mencionar la soga en la
casa del muerto…
M. LOCOCO: Y después se va a ver si la tiene en la carpeta roja, y
casi se olvida la cajita, ¿viste que no la deja ni a sol ni a sombra? Las
chicas de la tarde la llaman “Cajita”. (A S. DOMBER.) Che, ¿no tocó
el timbre? ¿No tenés que entrar, vos?
S. DOMBER: Sí, sí, ya va. Los chicos ya saben. Se sientan solitos.
¿“Cajita”? ¿Por qué le dicen “Cajita”?
(La respuesta es obvia, pero nadie la sabe con certeza.)
M. ELIZARRAGA: ¿Y Gladys cómo tenía tanta información? Viste
que dijo que parece volaron la pared a medianoche y lo esperaron al
gerente y cuando entra le meten el revólver en el culo…
M. LOCOCO: Y… tiene Falconeta con radio. Y se informa.
S. DOMBER: (A M. LOCOCO.) ¿Te compra ella a vos?
M. LOCOCO: ¿Sabés que no?
M. ELIZARRAGA: Parece que compra en Miami. Se hace traer. Por
una prima que trabaja en Aerolíneas.
S. DOMBER: Ah, por eso está siempre así de bronceada. ¿Qué?
¿Aerolíneas vuela a Miami?
M. LOCOCO: Yo pensé que se bronceaba en el campito.
S. DOMBER: ¿No es cama solar? Yo pensé que había quebrado.
M. LOCOCO: ¿Cama solar? No, por ahí es ese sistema nuevo, que te
sopletean.
M. ELIZARRAGA: No tiene la marca del bretel.
M. LOCOCO: ¿Vos cómo sabés?
M. ELIZARRAGA: Porque un día entré al Gabinete de foniatría y se
estaba cambiando. Viste que ella no tiene problema…
M. LOCOCO: ¿Se cambia en Gabinete?
S. DOMBER: ¿Son operadas?
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M. ELIZARRAGA: Sabés que yo lo pensé, porque me pareció que


cuando entró tenía menos. Pero, no. No.
M. LOCOCO: No, son de ella. Tienen la caída natural que tienen que
tener. Pobre, es divina.
M. ELIZARRAGA: Los chicos la re quieren.
S. DOMBER: Sí, más los chicos que las chicas. No tiene ninguna
ambición.
M. ELIZARRAGA: Cada vez que se necesitó la Falconeta, ella la
puso. Es re gauchita.
M. LOCOCO: Sí, si a mí me llevó una vez hasta Marcos Paz. Y no me
quería cobrar la nafta. Le digo: “No seas boluda, te la pago”. Y me
dice: “Bueno”. Así que paró en la Shell y me hizo llenarle el tanque.
M. ELIZARRAGA: Bueno, pero esas cosas pasan.
M. LOCOCO: Más vale, yo no digo que no. Aparte, no tenía ninguna
obligación de llevarme. Es gauchita. Además, ¿vieron que tiene
rasgos así como aindiados?
M. ELIZARRAGA: Sí, es divina.
S. DOMBER: ¿Un tanque de Falconeta te sirve para llegar hasta…
dónde? A Mar del Plata llegás, ¿no?
M. LOCOCO: No, si yo iba hasta acá nomás, a Marcos Paz, apenas
pasando la entrada. Que aproveche, mirá. La nafta es nafta, ¿qué
me voy a hacer problema por un hidrocarburo?
S. DOMBER: ¿Tiene novio?
Silencio.
M. ELIZARRAGA: Sí, debe tener.
Silencio.
M. LOCOCO: Y… a bailar... va.
Silencio.
M. ELIZARRAGA: Sí, debe tener amigos. Es una chica para hacerse
amiga.
Silencio.
S. DOMBER: Bueno, yo un poco amiga me siento. A mí más de una
vez me ha alcanzado hasta Etcheverry. No me quiso aceptar ni los
setenta y cinco del colectivo. Maneja con una mano. Ella es su ley.
M. LOCOCO: Sí, son la Falconeta y ella.
Silencio. Imaginan a GLADYS fornicando en la Falconeta.
M. LOCOCO: Yo te digo: si yo fuese hombre…
Silencio.
M. ELIZARRAGA: No, sí. Yo también…
S. DOMBER: Sí, obvio.
Silencio.
M. ELIZARRAGA: (A. M. LOCOCO.) ¿Y lo tuyo, Marta?
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M. LOCOCO: No sé. No me llamó más. Por ahí se fue al Chaco.


Tiene familiares allá. Hoy por hoy… no se puede confiar en nadie.
M. ELIZARRAGA: ¿Vos lo decís por lo del robo del Banco Río?
S. DOMBER: Qué locura. Lo que debe haber sido aquello.
M. ELIZARRAGA: Aquello debe haber sido terrible.
Las tres tratan de imaginar el robo, pero más que turbadas se las ve
plácidamente excitadas.
S. DOMBER: Lo tenían todo planeado.
M. LOCOCO: Qué aventura. Terrible, ¿no?
M. ELIZARRAGA: Imaginate. Un mate con tostadas se hicieron,
mientras lo esperaban al gerente. ¿Podés creer?
M. LOCOCO: ¿Cómo?
M. ELIZARRAGA: Dijo Gladys. Que entraron por un boquete con
dinamita a medianoche, y esperaron a que llegara el gerente.
S. DOMBER: Claro, los tipos tenían organización, objetivos, un
cerebro.
M. ELIZARRAGA: Sí. Todas cosas muy preciadas.
S. DOMBER: ¿Cuánta plata levantaron?
M. LOCOCO: ¡Plata, joyas, experiencia!

3 / ANGIE

Entra DELIA con una taza de té.


DELIA: Ahora, ese tipo… ese Seisdedos… Yo te digo: con un
hombre así, sí que me vuelvo a casar.
S. DOMBER: Un hombre así enterrado en joyas.
M. LOCOCO: ¿Qué Seisdedos?
DELIA: Seisdedos se llama el jefe. ¿Podés creer? Me acaba de
contar Gladys.
S. DOMBER: ¿Te contó lo del mate?
DELIA: No, ¿qué mate?
M. ELIZARRAGA: No, que parece que mientras esperaron a que
llegara el gerente con las mismas mechas con las que habrán abierto
el boquete calentaron agua, hicieron tostadas. ¡Qué pulso, qué
sangre fría! (Entra M. GREGORINI, con su carpeta roja.)
S. DOMBER: ¿Mechas?
M. EIZARRAGA: ¡Tostadas!
S. DOMBER: ¿Cómo con las mechas? ¿Quién dijo lo del mate? ¿Yo
lo dije?
M. LOCOCO: Y… porque se calienta la mecha por fricción y se
conoce que el agua te hierve en seguida.
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S. DOMBER: (Convencidísima de la verdad del episodio.) Un plan


perfecto, hasta en los detalles. Me robo un banco, me tomo un mate.
DELIA: ¿Vos te imaginás?
M. GREGORINI: Yo prefiero no imaginarme nada, porque a mí la
situación con rehenes y todo eso me pone muy mal.
DELIA: ¡Pero si los rehenes estaban de parabienes! Los chorros les
explicaron todo. Les dijeron: ustedes tranquilos, que con ustedes no
es la cosa.
S. DOMBER: Es con el sistema.
DELIA: Me contó Gladys que leyó que una empleada del banco
cumplía años.
M. GREGORINI: Qué horror. ¿A vos te gustaría que te pase una
cosa así el día de tu cumpleaños?
DELIA: ¿Me lo preguntás en serio? ¡Claro que me gustaría!
M. GREGORINI: Y a la nueva no la tengo. No sé si es porque es
convertida, no está en la carpeta, no entra en contralor. No va a
cobrar nunca. A lo mejor está entre las suplentes. (Sale.) Se me
ocurre una cosa.
DELIA: Y vos, Marta, a ver si le pegás una buena patada en el culo
a ese patán. ¡Hombres son estos tipos!
M. LOCOCO: No me llamó más, Delia.
DELIA: Mejor. Así estás disponible. Que en cualquier momento se te
aparece un Seisdedos y te lleva a las Islas Caimán. ¿Qué le vas a
decir? “No puedo, que estoy esperando a mi novio Fulano de Tal…”
¿Cómo se llama el tipo?
M. LOCOCO: Angie.
DELIA: (Trastocada.) ¿Qué Angie? ¿Ángel?
M. LOCOCO: Sí.
DELIA: ¿El papá de la nena nueva, la que no pasa a segundo, la de
la infección de moquillo?
M. LOCOCO: Sí, Angie. Ya hacía dos meses que salíamos. Y de
buenas a primeras no me llamó más.
DELIA sale sin decir palabra.
S. DOMBER: ¿Sabés lo que pasa, Marta?
DELIA: (Vuelve a entrar.) ¿Dos meses, dijiste?
M. LOCOCO: Sí.
DELIA se vuelve a ir. Hace dos meses ella todavía tenía un affaire
con Angie.

4 / RAMA
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S. DOMBER: Hay que buscar hombres en otro lado. ¿Un papá de


nena de primero? Olvidate.
M. LOCOCO: ¿A vos te parece?
S. DOMBER: Claro. Si mujeres es lo que les sobra, a estos hijos de
puta. A veces pienso que habría que irse a laburar a la Patagonia.
¿Vos conocés la proporción de hombres sobre mujeres en provincias
como… eh… ay, acá donde iba a ser la Capital… ponele… en el sur?
M. LOCOCO: Puede ser.
S. DOMBER: O estos tipos, los que se afanaron el banco, ¿vos te
creés que incluyeron mujeres en la operación? No. Acá es así. Los
tipos arman y desarman, y si una se sienta como una idiota a
esperar que Angie haga planes con una, Angie va a preferir mil
opciones antes. Porque somos lelas, no vamos de frente. Es como
robarse un banco. Es preguntarse: ¿lo quiero? ¿Quiero la guita que
está adentro? ¿Estoy dispuesta a arriesgarlo todo? ¿Prendo la mecha
sin que me dé cagazo?
M. ELIZARRAGA: ¿Me hago unas tostadas? ¿Me las hago?
S. DOMBER: Es decisión, planificación. Tenés que tener una actitud
más masculina, ¡si a los hombres lo que les gusta es eso!
M. LOCOCO: ¿Querés ver alguna blusa?
S. DOMBER: Bueno, pero no me cambies de tema para… ¡Uy, ésta
es divina, mirá, Marta, si no es un sueño!
M. ELIZARRAGA: Soñada.
S. DOMBER: ¿Ves lo que digo? Un hombre no se babea por una
blusa. Nosotras tenemos un problema hormonal. ¿Me la pruebo?
M. LOCOCO: Y dale. Como éstas vendí miles en el Consejo Escolar.
M. ELIZARRAGA: ¿Cuándo estuviste vos en el Consejo?
M. LOCOCO: Ayer.
M. ELIZARRAGA: ¿Estuviste en la asamblea? ¿Qué se votó?
M. LOCOCO: Bueno, no sé si yo puedo…
M. ELIZARRAGA: Ay, si total nos vamos a enterar todas por
circular, Marta. ¿Quieren cerrar los gabinetes, no?
S. DOMBER: ¿Van a reducir a las suplentes?
M. ELIZARRAGA: ¿Fo-Fo-Fonoaudiología también, o entramos
junto con en el eje so-so-so-socioexpresivo?
M. LOCOCO: Y… lo están discutiendo.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero votaron?
M. LOCOCO: A medias.
M. ELIZARRAGA: ¿Y ésta qué votó?
M. LOCOCO: ¿Quién?
M. ELIZARRAGA: Ay, Marta, ¿quién va a ser?
M. LOCOCO: ¿Delia Lobo, la directora?
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M. ELIZARRAGA: ¿Qué votó? Me qui-qui-quiere rajar, ¿no?


M. LOCOCO: Ay, no te persigas. ¿Querés ver unos corpiños?
M. ELIZARRAGA: ¿De qué habló? ¿Defendió la rama? ¿Si quiero
ver unos corpiños? ¿Habló del trabajo de integración fo-fo-fo-
fonético-sensible que estoy haciendo en primer nivel?
M. LOCOCO: No, no. Habló de la seguridad, de la responsabilidad
civil.
M. ELIZARRAGA: Ah, viene por ahí la cosa. No le va a ser ta-ta-ta-
tan fácil. Tengo testigos.
M. LOCOCO: Claro, lo que pasa que como la nena terminó en el
hospital…
S. DOMBER: ¿Qué nena? ¿La de primero?
M. ELIZARRAGA: Sí, la que se abrochó la lengua con la
engrampadora.
S. DOMBER: Ah, la calladita… ¿Esa nena es mía, no?
M. ELIZARRAGA: Los dejás un segundo solos en gabinete y tocan
todo. (Sigue con lo suyo.) Cada vez que salgo un segundo, vuelvo y
me faltan los puchos. De la cartera, me faltan. ¿Qué tengo que traer,
una bandolera extra large alrededor del cuello?

5 / MUSCULOSA

DELIA: (Entrando.) Chicas, miren que ahí viene Marta, vamos a


darle una hermosa sorpresa, las quiero a todas en esto…
M. ELIZARRAGA: Delia, me gustaría hablar urgentemente con vos
de la cuestión de la nena de la engrampadora…
DELIA: ¡Canten fuerte!
Entra MARTA CAAMAÑO, como siempre un poco extraviada. Le
cantan el feliz cumpleaños.
M. CAAMAÑO: (Canta un poco con ellas, no sabe quién es la del
cumpleaños, pregunta por señas, sin dejar de cantar. Luego se da
cuenta de que le cantan a ella y trata de parar todo.) No, chicas.
Debe ser un error. Yo pensé que era tu cumpleaños… (A SUSANA
DOMBER) ¿No sos acuariana, vos?
DELIA: Muy feliz cumpleaños, Marta.
M. CAAMAÑO: Gracias, Delia, chicas, gracias. Pero no es.
DELIA: No. Pero te debíamos el regalo. Susana, dáselo, que se
caiga de culo.
S. DOMBER: Acá tenés.
DELIA: Caete de culo.
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M. CAAMAÑO: Ah, el regalo sí… Claro, lo que pasa que yo cumplo


el…
M. ELIZARRAGA: Delia, me parece que nos debemos una charlita
sobre el tema de…
DELIA: ¿Y a quién se le ocurre cumplir antes del 7, Marta, que nos
agarrás sin un peso partido al centro? Pará, Marta (Elizarraga), que
ahora estoy ocupada. Abrilo. Es de todas las chicas de turno
mañana. Y de Susana, de la tarde.
M. ELIZARRAGA: (A DELIA.) Muy bien. Voy a estar en gabinete.
(Sale.)
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Susana? ¿Susi?
DELIA: No, Susana. La maestra convertida. Las otras no quisieron
poner. Y no sé qué le pasa a la tartamuda que no me deja ni a sol ni
a sombra.
M. LOCOCO: La que tampoco puso es Gladys, la de educación
física.
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Gladys? ¿Hay educación física, acá? ¿Qué
física?
DELIA: Ay, Marta, ¡Gladys! ¿Qué Gladys va a ser?
M. CAAMAÑO: ¿Qué tartamuda?
DELIA: Marta, ¿qui-qui-qui-quién va a ser?
M. CAAMAÑO: Ah, qué risa, pobre Martita, a veces parece que se
hubiera tragado un… uno de esos que… No, está bien, lo que pasa
es que a lo mejor ella no me conoce, ¿y entonces para qué va a
poner plata si no me…?
M. LOCOCO: No, si ella te conoce. Lo que pasa es que se ve que
tiene otras prioridades…
DELIA: Viene en auto. Eso es un gasto, la Falconeta.
M. CAAMAÑO: Sí, impecable. Es divina, pobrecita. Bueno, no
importa, a lo mejor tenía otros gastos fijos, pobre.
DELIA: Gastos fijos tenemos todas, Marta. Abrilo.
M. LOCOCO: Anda con pibes.
M. CAAMAÑO: (Es una musculosa inequívocamente de básquet)
¡Ay, pero es hermosa!
M. LOCOCO: Los de sexto, dicen. Todos pendejos, sale.
M. CAAMAÑO: Mirá, con dos tiras, para colgársela del cuello… Es
soñada. Le va a encantar.
DELIA: ¿A quién?
M. CAAMAÑO: A Gladys, si es súper gauchita.
DELIA: No, boluda, es para vos, ¿qué Gladys?
M. CAAMAÑO: ¿Para mí, chicas? ¿En serio? Pero si yo cumplí hace
como…
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DELIA: Pero te debíamos el regalo. Hoy se cobró el presentismo de


marzo. Nos pusimos al día.
M. GREGORINI: (Que acaba de entrar.) Tengo tu cheque, Marta.
M. CAAMAÑO: Ay, Delia, qué detalle, gracias, ¡y con cheque y todo!
¡Y yo que dije hace un rato que eras poco menos que una hija de
puta! No lo dije con esas palabras, pero lo pensé así.
DELIA: ¡Marta! (Se dan un beso.) No me vengas ahora con
cuestiones. Probátela.
M. LOCOCO: Si no te queda tengo shorcitos, también. Pero me
tenés que avisar ya.
M. CAAMAÑO: No, si casi seguro que le va a encantar.

M. LOCOCO: (Sigue con lo


suyo) Mirá, por ahí me queda
uno de Racing como para vos.
M. CAAMAÑO: ¿Para mí? ¿Qué?
Marta, ¿me das mi cheque del
presentismo de marzo?
M. GREGORINI: Ahora te lo
doy. No lo encuentro.
¿Más regalos?
M. LOCOCO: No, no, no, no, DELIA: Ah, no. El cheque de ella
se usó.
si querés cambiar el regalo por
un shorcito.
M. CAAMAÑO: ¿Cómo que se
usó?
DELIA: Sí, se usó para comprar
M. CAAMAÑO: Si quiero… ¡Ah! lavandina, para comedor.
¿Esto era para mí?

M. CAAMAÑO: Ah. Pero, ¿no lo


voy a cobrar?
DELIA: Sí, cuando nos manden
Pero miren que yo no cumplo la partida de comedor.
años. Debe ser un error.

¡Qué divina esa blusa! Vos anotá todo, Marta.

M. GREGORINI: No se metan
M. LOCOCO: Y sí. Pero esa con mis cuentas.
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blusa sale el doble.

M. GREGORINI: Yo ya tenía
M. CAAMAÑO: ¿Y si te pongo la todo anotado.
diferencia encima?
M. LOCOCO: Sí, de mil amores.

M. GREGORINI: A ver: ¿cómo


M. CAAMAÑO: Porque digo… a funciona esto?
lo mejor una blusa voy y me la DELIA: Marta, no te me pongas
pongo… no sé, un feriado, o así que no queremos otro
algún acto… pero ésta… episodio, ¿eh?

M. CAAMAÑO: Qué original, Si tenés tareas pasivas, quiero


con dos tiras, para colgársela del que las realices pasivamente,
cuello. ¿estamos?

M. CAAMAÑO: Pero, ¿y mi presentismo?


DELIA: Ay, Marta, si vos faltaste como loca cuando te dio eso…
M. CAAMAÑO: ¿Yo falté?
M. LOCOCO: Que te hinchaste como un globo aerostático.
M. CAAMAÑO: ¿Y falté mucho?

6 / DÍNAMO

Entra SUSANA BRUNETTI, desesperada. La sigue SUSANA


RIVAROLA, la vicedirectora.

S. BRUNETTI: ¿Cómo funciona


un dínamo?
M. CAAMAÑO: Marta, ¿yo falté?
¿Llevás registro de cuándo falté?
M. GREGORINI: ¿Por qué me
preguntás si llevo registro?
DELIA: ¿Qué?
S. BRUNETTI: Es que no lo sé,
Delia.
DELIA: ¿Y qué te importa cómo
funciona un dínamo?
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¿Vos querés vigilar si yo hago mi


trabajo o si… si...
S. BRUNETTI: Me lo
preguntaron. Un dínamo, un
dínamo de bicicleta. …si uso las tareas pasivas para
limarme las uñas? (Sale.)
M. CAAMAÑO: No, lo que pasa
es que no recuerdo, y me dicen
que falté…

S. DOMBER: A lo mejor te va a
tocar decirles la verdad. Que no
sabés. Que me inflé sí me lo acuerdo…
S. BRUNETTI: No…
¿Pero vos sabés que pensé que
Después no me creen nada. me había inflado acá?

¿En qué grado se estudia cómo Tengo imágenes de mí inflada


funciona un dínamo? sosteniéndome del mástil…

¿En qué eje? Susana, ¿cómo te va?


M. LOCOCO: En ninguno.

S. BRUNETTI: (Se va, ¿Vos tenés presente si yo tuve


ofendida.) Ah, mirá qué bien. que faltar en marzo por algún
motivo cualesquiera?
S. RIVAROLA: No, Marta, no sé.

7 / MATRÍCULA

DELIA: Como si alguno de estos piojitos tuviera plata para ponerle


dínamo a la bici. Conchuditos. Qué barbaridad. No la veo nada bien a
esta chica nueva.
S. RIVAROLA: A lo mejor no fue una buena idea juntarle dos
grados, no da abasto.
DELIA: Que se curta. ¿Qué se creen, las nuevas? ¿Que una
escuelita es un lecho de rosas?
18

S. RIVAROLA: Lo que pasa es que le juntaste un segundo grado


con un octavo, Delia.
DELIA: ¿Y qué? Hay que integrar, Susana. Un chico de segundo,
correctamente estimulado por un compañerito que está en octavo,
puede ir adquiriendo contenidos que ni te imaginás. Y un chico de
octavo bien puede beneficiarse de una repasadita de las letras
cursivas, la suma y la resta, ejes que siempre les van fallando.
S. RIVAROLA: Pero los hubieras juntado con el otro segundo.
DELIA: No, el otro segundo está lleno de matrícula, está que
revienta, y si consigo dos chicos más para cada curso me da el
número para pedir subdivisión, y tengo cuatro cursos en vez de dos,
¡un filón!
S. RIVAROLA: ¡Pero subdividí el octavo!
DELIA: No me da, ¿no entendés? En octavo tengo doce almitas, los
grados más taquilleros son los iniciales, después es como que los
pibes se traban y no avanzan nada.
S. RIVAROLA: No entiendo. Tenés dos segundos superpoblados,
juntalos y hacé tres…
DELIA: Ni loca. Junto el segundo con el octavo, entran dos indecisos
más a la escuela, ¡zac!, los meto en segundo vengan de donde
vengan, la inspectora ya está avisada y me apoya ciento por ciento,
y como por arte de magia tengo 4 cursos y no 3.
S. RIVAROLA: Pero eso es una barbaridad… Es un argumento
diabólico…
DELIA: Susana, si no entendés de estas cuestiones de marketing y
estrategia no te metas, que así pedimos ladrillo y vigas a lo loco para
la ampliación edilicia, la aprovecho y pido biblioteca y vicedirección, a
ver si así te independizás de mi despacho, ¡mirá que argumento
diabólico! Ese octavo estaba desolado, igual, no quedó ni el loro.
Además, ésta es maestra convertida. ¿Para qué se convirtió? ¿No le
gusta el Ciclo Básico? Bueno, que se curta. Que vaya probando con
ese octavo.
S. DOMBER: ¿Qué octavo era?
DELIA: Ese octavo terrible, que quedaron la mitad, el octavo ése de
la tragedia.
TODAS: Ah.
DELIA: ¿Ven lo que pasa cuando las maestras faltan?
M. CAAMAÑO: Pero, ¿segura que yo falté? ¿Cuánto? No, porque
ahora empiezo a ligar una cosa con otra, y digo: a lo mejor los chicos
van tan atrasados porque falté mucho…
19

M. LOCOCO: No te preocupes, a tus chicos los tomé yo, y están lo


más bien. ¿Atrasados con respecto a quién? ¿A Susana, la de 4to B?
Porque esos sí que van ATRASADOS…
M. CAAMAÑO: ¿Yo falté? ¿Y vos me supliste, Marta?
M. LOCOCO: Un par de días.
M. CAAMAÑO: ¿Y qué les diste?
M. LOCOCO: Seguí por donde iban.
M. CAAMAÑO: ¿En lengua?
M. LOCOCO: En el eje psicofísico.
M. CAAMAÑO: Ah. Claro, el eje… Es que yo a veces sigo pensando
en áreas, como el lenguaje, la matemática… ¿Y vos sos maestra,
también?
S. RIVAROLA: ¿Cómo va a ser maestra, Marta? Es Marta.
M. CAAMAÑO: Sí, la conozco. Hola. Marta Lococo. La que vende
ropa. La conozco, la Credimart. Por eso me parece raro que haya
tomado mi curso cuando yo… ¿yo falté? (A M. LOCOCO.) ¿Y te
dijeron por qué falté?
M. GREGORINI: Mirá, Marta. Tu cheque de presentismo estaba
porque yo no te pasé esas faltas, porque me dijo Delia que vos
después ibas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Sí, sí, yo voy a recuperar todo, todo.
S. RIVAROLA: ¿Cómo es eso, Delia?
DELIA: Y bueno, asunto terminado. Cuando entre lo de comedor de
lavandina cobrás lo tuyo, mientras tanto Marta te anota la
diferencia…
M. LOCOCO: ¿Querés la blusa, entonces?
M. CAAMAÑO: Y, es linda, posta… ¿De cuánto sería la diferencia?
M. GREGORINI: A ver… ¿Yo también anoto?
M. LOCOCO: Dejá que yo anoto todo, a ver, dame el contralor que
yo lo voy haciendo coincidir con mis cálculos.

8 / PLUTÓN

S. BRUNETTI: Ey, perdón. ¿Por qué la luna se ve grande cuando


recién sale y más chica cuando está alta?
S. DOMBER: ¡Pero qué hijos de una gran puta! ¡Te tomaron de
punto!
DELIA: Porque está más lejos.
S. RIVAROLA: Es una ilusión.
S. BRUNETTI: ¿Es una ilusión o está más lejos?
DELIA: No sé, hacele caso a quien mejor te parezca, vos.
20

S. BRUNETTI: ¿En qué grado se ve lo de los planetas, lo del eje


animico-espacial?
DELIA: Integrá, Susana, agarrate unos pomelos de comedor,
después los devolvés, y haceles Plutón con este llavero, total parece
que Plutón ya no es planeta.
M. GREGORINI: ¡Ésa es la llave del esténcil!
DELIA: Sí, ahora te la trae.
M. GREGORINI: Ahora, ¿cuántas copias hay de esa llave? Porque
están desapareciendo cosas, del armario.
S. RIVAROLA: ¿Qué cosas?
M. GREGORINI: Y… unas partituras que traje de los Beatles… el
alcohol del esténcil, por ejemplo…
DELIA: El alcohol es etílico y se evapora si no lo cerrás bien.
M. GREGORINI: ¿Y de los Beatles qué? ¿Son etílicos, también?
Estoy poniendo todo de mí para organizar el coro, traigo
“Yesterday”, traigo “Campos de frutillas”, traigo material
prácticamente incunable para estos piojitos, material que además se
puede sacar en la flauta, ¿qué necesito? ¡Tres muertos de hambre y
un palo con siete agujeritos! Pero no: acá todo se desvanece…
DELIA: Marta, esto ya lo hablamos. ¿Vos querés hacer lo del coro?
¡Hacelo! Pero no traigas nada que sea de papel. Ya sabés que el
papel, tenga la naturaleza que tenga, se usa en los baños. Y si no, te
lo cartonean los pibes.
M. GREGORINI: Yo cierro bien, y cierro el armario con llave. ¿Y el
alcohol, qué? ¿Me lo cartonean, como a Paul McCartney?
DELIA: Apurate, Susana, y traé el llavero ni bien toque el recreo,
que ya ves cómo se pone Marta.
S. BRUNETTI: Claro, lo que pasa es que yo… de los planetas… o
sea, la base la tengo fresquita, del profesorado, pero me están
preguntando cosas que…
S. DOMBER: Mercurio, Venus, Tierra, Venus… Saturno… Tierra…
S. BRUNETTI: Bueno, les doy una actividad integradora, que
recorten Saturno a ver si se callan… (Sale.)
S. DOMBER: Ah, ¿les vas a dar una actividad integradora? ¡Qué
bien! (S. Brunetti sale.) Si será tonta. Les da tareas con tijeras, y
después dice que les tiene miedo. Ésta está criando cuervos y cree
que son pollos. ¡Recortar Saturno! Cuando vean lo complicado que
es recortar una línea curva, un anillo, acá se arma el festival de la
Victorinox… ¿Vamos buscando el botiquín, Marta?

9 / PUCHOS
21

Entra M. ELIZARRAGA.

M. ELIZARRAGA: Delia, ¿tenés para mucho rato más? Como no


pasaste por Gabinete…
M. GREGORINI: Una se lleva la llave para hacer Plutón, la otra
entra a buscar cosas del botiquín como si fuera de todos…
M. LOCOCO: Uy, acá te están debiendo algo.
M. ELIZARRAGA: Yo sabía que se la iban a agarrar conmigo. Yo te
avisé, Marta. Te dije: saco dos pesos para comprar puchos, después
los repongo cuando venga la bonificación de abril, que nos
devuelven el paro que descontaron…
M. CAAMAÑO: ¿Nos descontaron los paros?
DELIA: No, eso ya se arregló en el sindicato. Devolvieron todo.
M. CAAMAÑO: Ah. Porque yo no hice paro.
DELIA: No. Vos faltaste.

M. CAAMAÑO: Ah. ¿Justo en S. RIVAROLA: Delia, ¿por qué


día de paro? Uy, no te puedo el contralor ahora lo está
creer. Van a creer que yo adherí, llevando Marta Lococo?
y no. Yo me inflé. DELIA: Dejala, si ésta es más
rápida con los números…

M. CAAMAÑO: Ahora te digo S. RIVAROLA: Sí, pero no es su


una cosa, ¡éstos son unos función. De hecho Marta Lococo
tránsfugas! no tiene ninguna función en esta
Yo no pienso ir a ningún paro escuela. Vender ropa no es una
más, que no sirven para nada, y función docente.
encima te los descuentan.

M. CAAMAÑO: Yo no voy a hacerles el caldo gordo a estos hijos de


puta de CETERA, y los otros, que son peor, los de UDA.
DELIA: Ya está, Marta, la UDA no existe desde hace diez años, y ya
devolvieron los paros.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Porque yo no hice. ¿Y eso lo puedo
cobrar?
M. LOCOCO: Y… seguís en rojo. Porque acá sumamos lo del
presentismo… que igual faltaste pero lo vas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Claro, si yo me quedo… o limpio, paso un escobillón,
si no me cuesta nada…
S. RIVAROLA: ¡Ah, genial!
22

M. LOCOCO: …y lo que te devuelven de los paros, pero te tengo en


rojo con el regalo de Marta, y con la colecta para Susana.
M. CAAMAÑO: ¿Qué regalo de Marta? ¿Mi regalo? ¿Yo estaría
poniendo para mi regalo?
DELIA: Ay, Marta, no seas pelotuda.
M. LOCOCO: No.
M. CAAMAÑO: No, está bien, lo que pasa es que ahora, si vos
llevás toda la contabilidad junta, a lo mejor se mezcla lo de contralor
con lo de los regalitos, y como yo también me llamo Marta… ¿Qué
Marta cumplió?
M. ELIZARRAGA: Yo. Pero no me regalaron nada.
M. CAAMAÑO: Ah… Feliz cumpleaños.
DELIA: No se te regaló, Marta, porque todavía faltan poner.
M. ELIZARRAGA: Ah. ¿Es por eso?
DELIA: Claro.
M. ELIZARRAGA: ¿Seguro que no hay nada más?
DELIA: ¿Qué me querés decir?
M. ELIZARRAGA: Hubo votación po-po-po-por los equipos de
gabinete en el Consejo.
DELIA: Ay, Marta, esas votaciones son a puerta cerrada.
M. ELIZARRAGA: Pero estuvo Marta.
DELIA: ¿Qué Marta? ¿Tamborino?
M. ELIZARRAGA: Marta Lococo.
DELIA: ¿Y vos qué te metés, Marta? Es para darte un coscorrón.
Metete en tus números y por favor no pretendas incidir en el curso
administrativo de la escuela, que ya para eso bien nos hacemos
cargo Susana y yo. Y ahora que digo Susana, descontale también lo
de los paros y anotalo para el regalito de Marta, a ver si llegamos por
fin. ¿Ves, Marta? Vos te pensás que yo tengo algo en tu contra y no
es así.

S. RIVAROLA: Perdoná, ¿cómo


es eso?
M. ELIZARRAGA: Yo estoy
coordinando el trabajo de
integración fonético-sensible…
¿Ahora vos decidís a quién se le
descuenta un paro y a quién no?
Que-que-que-que no es algo de
lo cual cualquier escuela pueda
ufanarse, te aviso, Delia.
DELIA: No es tan así. Al que
23

hizo paro, se le descuenta. Pero


como yo no te lo pasé…
M. LOCOCO: Acá sigue habiendo
una diferencia de dos pesos.
Lo cobraste…
M. ELIZARRAGA: ¿Y qué
querés? Lo ponés para el regalito de
Marta… Y todos contentos.

M. ELIZARRAGA: ¿Que los


ponga para mi propio regalo? Ya
te dije, es de los puchos, que no
tenía cambio. Esto es persecución
ideológica. (Sale.)

DELIA: ¿Cuándo te llamó ese Angie por última vez, Marta (Lococo)?
S. RIVAROLA: ¿Qué sabrás vos si vine o no? Si vos no viniste, el
día de paro…
DELIA: ¿Y qué querías, Susana? ¿Que carnereara una huelga? Ah,
no, chicas, miren que si lo de los regalitos se torna un problema para
todas, acá esto se arregla muy fácil. Se acabaron los regalitos. Y que
cada una se compre la blusa que necesita.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿La tengo que devolver?
DELIA: ¿No ven, chicas? Acá falta un ingrediente mágico de
compañerismo, nos falta la camaradería masculina… ese tufo
desinteresado, viril, que es lo que hace que los hombres se junten
entre ellos para hacer grandes tareas…
Entra GLADYS.
DELIA: … como ganar un partido o robarse un banco. ¿No, Gladys?
M. LOCOCO: Sí. Y encima se dan el lujo de ponerse bonetes…

GLADYS: ¿Quiénes?
M. LOCOCO: …Y festejar el
cumpleaños a la cajera. ¿No,
Gladys? M. GREGORINI: ¿Cómo
pretende que anote lo de los
puchos?
S. DOMBER: ¿Qué cajera?
M. LOCOCO: La que cumplía
años. ¿No, Gladys? ¿No estabas
cuando contaron?
24

M. LOCOCO: Mirá, Marta. ¿Te


muestro cómo hago yo?
S. DOMBER: Yo la escuché a no
sé quién contar que…
DELIA: No, pero recién…
M. LOCOCO: En vez de trabajar
con dos columnas, trabajo con
DELIA: No sé quién contó… tres.
¿Vos, Gladys?
GLADYS: ¿Sí?
DELIA: Sí. Que una cajera
cumplía años, y que los tipos,
armados hasta los dientes, les
dicen: “acá no estamos para
tirarles ningún tiro, es una
guerra contra el sistema”.
GLADYS: (por el comentario de
DELIA) ¡No! ¡¿En serio?!
DOMBER: Ay, ¿no lo sabías? Si
se enteró todo el mundo.
M. LOCOCO: Acá ponés el DEBE,
¿ves?, acá el HABER…
DELIA: Son hombres,
¿entendés? Y acá el HABRÍA.

Piensan como hombres. Y esto lo ponés acá, ¿ves? Lo de


los paros, acá.

Por eso roban bancos en vez de


administrar la miseria de Solá en
las escuelas. Y lo de los regalitos, lo ponés
acá. Sumás las tres columnas y te
da cero, ¿entendés?

Y parece que se pusieron


bonetes y cantaron el Happy M. GREGORINI: A ver… ¿Cómo
Birthday. es eso?

¡Unas voces, todos!


25

M. LOCOCO: Vení que te muestro. Y te muestro esos corpiños que


te van a encantar.
Salen LOCOCO, CAAMAÑO, y DOMBER.
GLADYS: ¡Cuéntenme! ¿En qué canal dijeron lo de los bonetes?
S. RIVAROLA: Lo dice todo el mundo. Es vox populi.
M. GREGORINI: Chicas, dejo acá la caja de cooperadora un
segundo que me tengo que probar unos corpiños.
DELIA: Sí, andá.
M. GREGORINI: No, es que no es para mí. Es para un regalo.
DELIA: Bueno.
M. GREGORINI: No, Delia, no voy a regalar algo que no me probé.
DELIA: Si, Marta, andá, esparcite. (M. Gregorini sale.)
GLADYS: Yo escucho lo de los bonetes y… me siento una pelotuda.
Yo enseñándoles a tirar penales cuando, en realidad, hay que
robarse un banco. ¿Saben cuál es el porcentaje de pibes que se van
a salvar pateando un balón?
DELIA: Es ínfimo.
GLADYS: Ínfimo. Esto es un ejemplo, chicas. Un ejemplo a seguir.
DELIA: ¿Te imaginás? ¿Ir con un chumbo en la guantera?
GLADYS: Nos afanamos una estación de servicio…
DELIA: ¿Sabés las cosas que se solucionarían?
GLADYS: ¿Quién va a sospechar de tres docentes de guardapolvos,
tres dignas muertasdehambre?
DELIA: La subdivisión…
GLADYS: Merienda para los pibes, martes y jueves de acá a fin de
año...
DELIA: La matrícula…
GLADYS: Les compro botines…
DELIA: La biblioteca…
GLADYS: Y jugamos de locales en el interescuelas contra Moreno.
Compramos trofeos, copa de leche... Entonces, ¿qué? ¿Es un crimen
eso? Decí que no tengo un chumbo, que si no... (Sale.)
Quedan DELIA y S. RIVAROLA. En silencio. Entre ambas, la cajita con
el dinero de cooperadora. DELIA la mira. S. RIVAROLA la mira.
Cruzan miradas.
DELIA: Yo…
S. RIVAROLA: No digas nada, Delia. Si lo vas a hacer, hacelo. Pero
sabé que es una decisión tuya.
DELIA: Te juro, Susana, que esta vez no puede fallar. ¿Vos sabés
que yo vengo viendo los entrenamientos del Deportivo Merlo, no?
S. RIVAROLA: Digamos que es un rumor cada vez más frecuente.
Pero yo no me dejo llevar por rumores.
26

DELIA: Bueno, dejate, porque es. Pero yo veo los entrenamientos


con un ojo puesto en los muchachotes y otro puesto en el futuro. Se
llama Edgar Fabiani. Un delantero, un izquierdista.
S. RIVAROLA: ¿Un qué?
DELIA: No sé cómo se llama, ataca por izquierda, de zurda, es un
cañón. Está suspendido en catorce fechas, parece que tuvo un
altercado con el réferi, son cosas que pasan, oportunidades únicas.
Ya lo tengo apalabrado al director técnico del Depo. Nos lo dejarían
en cuotas. Pero yo creo que le pagamos la primera y después se
olvida.
S. RIVAROLA: (Por la cajita.) ¿Cuánto hay?
DELIA: Hay.
S. RIVAROLA: Es una locura.
DELIA: Yo no digo que no.
S. RIVAROLA: Un riesgo enorme.
DELIA: ¿Y qué? Mirá Seisdedos. Se la jugó. ¿Y ahora?
S. RIVAROLA: ¿Y ahora qué? Toda la policía bonaerense los busca.
DELIA: Ah, no, Susana. Lo decís como si quisieras que los
encuentren.
S: RIVAROLA: ¿Cómo voy a querer que los encuentren?
DELIA: ¿Entonces? ¿Somos un equipo o no somos un equipo?
S. RIVAROLA: Vos sabrás. Sos la directora.
DELIA: ¿Somos hombres o no somos hombres?
S. RIVAROLA no puede evitar una equívoca sonrisa, que ha venido
reprimiendo. Timbre. Comprende que le conviene retirarse. Agarra
su cartera, va a hablar, no dice nada. Mira la cajita de cooperadora.
Mira a DELIA. Se aleja como para dejar sola a DELIA, y la mira
hacer. DELIA acaricia la caja.
DELIA: No te preocupes. A mí me alcanza con que tomes una
discreta distancia.
S. RIVAROLA: ¿Esta distancia… te parece… discreta?
DELIA: Es ahora o nunca. El mundo es de los valientes.
Suena un timbre de escuela, largo atronador, que señala el fin del
primer acto
27

SEGUNDO ACTO

10 / PEAJE

SUSANA RIVAROLA:
¿Usted me pregunta por el arma?
¿Qué arma, específicamente?
¿El chumbo de la señora Delia Lobo?
Bueno, a lo mejor yo no soy la más delimitada para dar esta
explicación. Porque yo tuve –y tengo, sigo teniendo-, Su Señoría,
una opinión respecto de estas cuestiones. Y es una opinión forjada a
fuego, no me van a convencer de lo contrario.
¿Es una escuela el lugar más apropiado para llevar armas de fuego?
No, no lo es. Y esto es lo que yo pienso.
Paso a explicarle del arma de la señora Delia Lobo.
Los Sagasti, del séptimo de la mañana, son dos casos-problema. Se
sabía que al menos uno de ellos está en la cuestión ésta del peaje,
les cobran peaje a sus compañeritos para pasar por Etcheverry y
salir del barrio. Y no se hizo nada en su momento. Hasta que un
buen día, Sagasti se apersona en la escuela con el chumbo. La
señora Delia Lobo se entera, lo va a buscar, lo saca del aula y le dice
lo siguiente –tengo testigos- le dice: “¿Sabés, Sagasti, que ahora hay
un programa escolar para canjear armas por juguetes? Un arma por
un juguete. Decime qué juguete te gustaría tener y yo lo arreglo con
las punteras a nivel municipal, pero me tenés que dejar el chumbo.”
¿Sabe lo que le dijo Sagasti? “Una pelota de básquet”. (Timbre.)

11 / AZUL

Entran MARTITA ELIZARRAGA.


M. ELIZARRAGA: Susana, ¿nos dejarías el lugar para una
entrevista?
S. RIVAROLA: ¿No podés atenderla en gabinete?
M. ELIZARRAGA: No. Sabé que “mi” gabinete es ahora tierra de
nadie. Delia se mete, cambia los muebles de lugar, no sé qué está
tramando ahora. Primero raja a la Social, ahora me revuelve el
gabinete, esto es una declaración de guerra a la rama.
S. RIVAROLA: ¿Qué rama?
M. ELIZARRAGA: (Trabada por el tartamudeo.) Psi… psi…
S. RIVAROLA: ¿La rama psicofísica?
M. ELIZARRAGA: Psi… psi…
S. RIVAROLA: ¿Sindical? ¿Es por los paros?
28

M. ELIZARRAGA: Psicología. Nos quieren rajar. Ya votaron en


Consejo.
S. RIVAROLA: ¿Y vos cómo sabés?
M. ELIZARRAGA: Me dijo Marta Lococo.
S. RIVAROLA: Qué cagada.
M. ELIZARRAGA: Sí. No. “Qué cagada”, no. A ésta hay que pararla.
Está cada vez peor. ¿En qué quedó lo que me dijiste? ¿Lo de pedirle
la licencia por psi… psi…? Por psiquiatría.
S: RIVAROLA: En eso estoy. Ya redacté un borrador para un
sumario. No tenés más que firmar acá.
M. ELIZARRAGA: Por fin. Dame que te firmo.
Entra S. DOMBER con una MAMÁ.
M. ELIZARRAGA: Y si alguna no se atreve a firmar, me avisás que
le falsifico la firma.
S. DOMBER: Mire, mamá. Daiana Mazzitelli no está avanzando. No
se adapta al grado. Por eso le pedimos que venga, para que hable
con Marta, que es nuestra asistente foniatra.
S. RIVAROLA sale.
M. ELIZARRAGA: Hola.
MAMÁ: Hola. ¿Marta?
M. ELIZARRAGA: Sí.
MAMÁ: ¿Y quién es Daiana Mazzittelli?
S. DOMBER: Su hija.
MAMÁ: No.
S. DOMBER: Sí.
M. ELIZARRAGA: Susana, fijate si no te equivocaste de nuevo con
las planillas de la tarde.
S. DOMBER: No, te juro. A las de la tarde les puse un Snoopy y a
las de la mañana un calquito de Floricienta.
MAMÁ: ¿Mi hija? ¿Y cómo es?
S. DOMBER: Es menudita, de pelo marrón… Daiana…
MAMÁ: Una chica común. Puede ser…
S. DOMBER: Daiana Mazzittelli.
MAMÁ: ¿Y no aprende? Pobrecita. ¿Cuánto le falta para llegar a
séptimo, a ésa?
M. ELIZARRAGA: Está en primero.
MAMÁ: Bueno, cuando esté en séptimo va a estar bien. ¿Y Azul?
M. ELIZARRAGA: No, no tengo ninguna Azul.
MAMÁ: Azul. ¿En qué grado está?
M. ELIZARRAGA: Ay, no sé. ¿Es una hermanita de Daiana?
(Miran la lista para reconocer de quién se trata.)
MAMÁ: Y… qué sé yo. ¿Y ésta? ¿Y ésta? ¿Y ésta?
29

M. ELIZARRAGA: No, “Azul” no tengo ninguna, en recuperación


fonoaudiológica. ¿Está en octavo grado?
MAMÁ: Y… está más grande que la otra que yo digo. Pero no sé por
qué le dice Daiana.
La encuentran en la lista.
M. ELIZARRAGA: Ah, ésta. Soledad. La nena que no habla. ¿Por
qué le dice Azul?
MAMÁ: Yo le iba a poner Duende Azul y no me dejaron en el
Registro Civil. Di media vuelta y me fui.
M. ELIZARRAGA: Bueno, acá la tenemos como Soledad Mazzittelli.
Por el DNI.
MAMÁ: Ah… La Sole. Por eso el Rulo me decía “no la vas a ver más
a la Sole, me la voy a llevar a Formosa a la Sole”, y yo me reía,
nomás, como loca, no sabía de quién me hablaba. Se fue a Formosa,
el Rulo, pero se llevó nada más que al Caqui, a la otra me la dejó.
M. ELIZARRAGA: ¿El Rulo es Mazzittelli? ¿Es el papá? Igual no
puede seguir en el grado, Soledad. Repitió cuatro veces.
MAMÁ: La directora me dijo que la iba a hacer pasar.
M. ELIZARRAGA: No puede llegar a noveno en esta escuela.
Entra DELIA LOBO.
DELIA: Sin embargo fijate, Martita, que la señora es mamá o tutora
de seis chicos de esta escuela.
M. ELIZARRAGA: Sí, pero Soledad está todo el día con el dedo en
la boca.
MAMÁ: ¡Es un duendecito!
DELIA: ¿Y en el eje de integración físico, cómo anda? Quizás le da
el promedio.
M. ELIZARRAGA: No. No alcanza.
DELIA: Eso decís vos, vamos a buscar a Gladys que le tome unas
abdominales. Usted no se preocupe, señora. Seis chicos es un capital
enorme. (Le hace señas a M. ELIZARRAGA, a espaldas de la MAMÁ,
señas que parecen remitir a sus planes de ampliar la escuela con
nuevas construcciones si consigue la plata prometida por la
provincia.) No nos podemos dar lujos. (Sale.) ¡Gladys!
M. ELIZARRAGA: (Ofendida por las señas. A S. DOMBER.) ¿Qué
me hace? ¿La vicedirección, la subdivisión?
S. DOMBER: Sí. (A la MAMÁ.) Igual no nos interesa evaluar a
Soledad. Yo le estaba hablando de Daiana.
MAMÁ: ¿Ésa es la suya?
S. DOMBER: No, la suya, su hija, Daiana, la de primero.
MAMÁ: Es que no es mi hija. Ésa es de la Viru. La mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿La Viru?
30

MAMÁ: Claro. Y yo se la cuido, es como si fuera una hija, si a mí me


da lo mismo.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero usted no es la mamá?
MAMÁ: Y… no sé eso, yo.
S. DOMBER: ¿A quién le dice “mamá”, Daiana?
MAMÁ: ¿La Juje?
M. ELIZARRAGA: ¿Se llama Juje?
MAMÁ: Y… yo le digo “La Juje” porque es jujeña, como la Viru. La
mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: No entiendo. Y el Toto, ¿quién viene siendo?
MAMÁ: Y… (Piensa.) El Toto está conmigo, ahora.
M. ELIZARRAGA: ¿Es su marido, su pareja?
MAMÁ: Ay… (Se ríe.)
M. ELIZARRAGA: ¿Es el papá de algún otro nene más en su casa, o
los otros los tuvo con el Rulo de Formosa?
MAMÁ: ¿En casa?
M. ELIZARRAGA: Mire, a ver, vamos a hacer una cosa. Yo le voy a
dar un lápiz y un papel para que usted me dibuje su casa, y todas las
personas que viven en su casa…
MAMÁ: ¿La Azul, La Viru, el Pancho, todos?
M. ELIZARRAGA: Sí. ¿Quién es el Pancho?
MAMÁ: El Pancho antes estaba conmigo. Viene los sábados.
M. ELIZARRAGA: Bueno, dibújemelo, entonces, y después yo le
voy a pedir que me haga unas flechitas para ver quién es el papá de
Daiana.
MAMÁ: Perfecto. Acá yo le hago a ésa que ustedes le dicen la
Daiana. La Juje, le decimos en casa. O La Chucha.

12 / CROQUIS

Vuelve DELIA con GLADYS RONDÓ.


GLADYS: Marta, me dice Gladys que estás con el temita de las
Mazzittellis.
M. ELIZARRAGA: Sí, la Chucha y la Azul, Soledad Mazzittelli.
GLADYS: Bueno, la Chucha no me importa, pero mirá que la que
está en octavo golea fiero. Si me la sacás, me rompés el equipo. Y
tenemos un interescuelas la semana que viene.
M. ELIZARRAGA: Soledad viene acá a aprender a leer y a escribir,
si te rompo el equipo perdoname, corazón. Pero para eso está la
rama.
31

DELIA: ¡Y después no querés que te la cierre, mirá si serás hija de


puta, Marta!
M. ELIZARRAGA: Soledad no puede aprobar los contenidos
mínimos de lengua…
DELIA: Acá no tenemos más “lengua”. Ahora tenemos “ejes”. No
todos tenemos las mismas capacidades. Y gimnasia se promedia, por
orden de la rama de EGB.
GLAYDS: En gimnasia Mazzittelli se expresa todo el tiempo.
DELIA: ¿Ves? No habla, pero se expresa.
GLADYS: Sí. La chica se hace entender. Pide la pelota. Tiene arte en
la gambeta. Es ladina en los piques largos.
M. ELIZARRAGA: El otro día se agarró cuatro horas del bolsillo de
la maestra. Susana: te quiero oír.
Entra SUSANA BRUNETTI.
S. BRUNETTI: No la podemos aprobar.
DELIA: ¿¡Cómo!? Yo a vos te veo meando a cien metros del tarro.
S. BRUNETTI: Yo necesito que los chicos aprendan. ¿Sabés lo que
es llegar a casa, día tras día, y descubrir que todo lo que expliqué
fue en vano?
DELIA: Yo no entiendo para qué hacemos reuniones. Hay otras
formas de evaluar. Menos agresivas para un chico, que es como una
gelatina endeble, asustadiza. Además, si no la podés aprobar en
octavo, aprobala en segundo, que para algo los tenés juntos. ¿Los
contenidos programáticos de segundo los tiene?
S. BRUNETTI: ¿Y qué sé yo? Si no habla.
GLADYS: Venite a verla tirando penales. Habla con la diestra, esa
mocosa. (Sale.)
DELIA: Vení, Susana, vení a verla y convencete. Esta chica pasa de
año, que si no la mamá se lleva a los cinco pibes a la 45.
S. BRUNETTI: ¿Y las computadoras, Delia?
DELIA: ¿Las del plan federal “La compu al cole”?
S. BRUNETTI: Sí, ¿cuándo llegan?
M. ELIZARRAGA: ¡Po-po-por favor! ¡Seguí soñando, Susana!
DELIA: Ya van a llegar. Están llegando de La Plata.
S. BRUNETTI: Porque yo en la curricula ya puse todo lo del eje
tecnológico-perceptivo, y ahora los de octavo me preguntan cuándo
llegan las compus…
DELIA: De un momento a otro, decile.
S. BRUNETTI: ¿Y va a haber para todos?
DELIA: ¿Sabés lo que pienso, Susana? ¿Te interesa la computación?
Vos y yo podemos llegar a un buen acuerdo sobre las Mazzittellis.
Salen DELIA y S. BRUNETTI.
32

M. ELIZARRAGA: ¿Qué-qué-qué se piensa? ¿Qué se va a salir con


la suya?
MAMÁ: Yo no sé si hablamos de la misma. Azul.
M. ELIZARRAGA: Yo lo que le digo es muy simple: Soledad
Mazzittelli necesita el pase a especial. A ver, ¿dónde me la dibujó, en
el planito?
La MAMÁ hace un croquis de la casa. Durante la conversación, habrá
confusiones entre la representación y el objeto representado.
MAMÁ: La casa es así. Acá está donde plantamos… ahora hay
perejil, yuca… de todo. Acá vive el Pichi. El papá de Azul, a veces
duerme acá y, a veces, acá. Depende cómo esté conmigo. Éstos son
otros nenes, los hice en cualquier parte porque corren todo el día.
S. DOMBER: No entiendo. ¿Éste es el Pichi?
MAMÁ: Ésa es la ventana.
S. DOMBER: A ver. ¿Me puede hacer los basamentos edilicios de la
casa con un color y los miembros de la casa con otro?
MAMÁ: Yo lo de los colores no lo sé.
S. DOMBER: Bueno, pero me va diciendo. Le señalo y me va
diciendo qué son. (Lo hace.)
MAMÁ: El Pichi. La Juje. Duende Azul. El Pichi de nuevo. La tele. La
yuca. El Pichi cuando está enojado. Un perro, que entró y se nos
quedó. La ventana.
M. ELIZARRAGA: Perdón. ¿Y usted? ¿Por qué no se dibujó usted?
MAMÁ: (Pudorosa.) Ay, no. Yo no.
M. ELIZARRAGA: ¿Por qué?
MAMÁ: Yo no estoy.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero no es su casa?
MAMÁ: No, es la casa de la Viru. Con el Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero el Toto es su novio, señora, o el novio de
alguna de sus hijas?
MAMÁ: Y… habría que ver, ¿no?
M. ELIZARRAGA: ¿Y por qué usted no está en su casa?
MAMÁ: Porque estoy acá.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero por qué no se dibujó?
MAMÁ: Porque estoy acá. ¿Cómo voy a estar en dos lugares a la
vez?
S. DOMBER: Tiene razón, Marta.
M. ELIZARRAGA: ¿Cómo va a tener razón? Mire. ¿Esto qué es?
MAMÁ: La reja.
M. ELIZARRAGA: Perfecto. La reja está acá, en el dibujo, y está
allá, en su casa. ¿No? ¿O dejó de estar cuando la dibujó?
33

MAMÁ: Yo la dibujé porque usted me dijo que la dibuje, pero si


quiere la saco. ¡Cómo se pone!
M. ELIZARRAGA: No, no la saque.
MAMÁ: Ni loca la saco, la reja. ¿Para qué? ¿Para que nos desvalijen
los villeros?
M. ELIZARRAGA: Lo que digo es que la reja puede estar en dos
lugares a la vez.
MAMÁ: (Pausa.) ¿Cómo enseñan, acá?
M. ELIZARRAGA: ¡Basta! Yo no me voy a adaptar. Nunca. Yo voy a
seguir adelante, con mis creencias, con mis valores. No me van a
arrastrar por el fango. Yo no me adapto. ¡Y la Juje, y la Chucha se
van a la escuela 501! Son deficientes moderados. Ya mismo elevo el
informe a Psicología. Y no me importa lo que diga Delia Lobo, ¿se
enteran? (Se levanta y se va. Muy perturbada.)
MAMÁ: Cómo se puso. Se ve que no le gusta lo que hace, pobre.
S. DOMBER: Sí. ¿Usted podría hablar con el papá de Daiana?
MAMÁ: (Señalando en el gráfico.) ¿Con éste?
S. DOMBER: ¿Ése es el papá?
MAMÁ: Así dice él.
S. DOMBER: ¿Le puede decir que venga?
MAMÁ: ¿A ése?
S. DOMBER: Sí.
MAMÁ: Bueno, bueno, está bien, si quiere yo le digo. (Se acerca al
dibujo y le habla a una mancha.) Toto, acá dice la seño si podés
venir. (A SUSANA.) Dice que no sabe. Dice que lo va a pensar.
S. DOMBER: ¿Vos te estás buscando que yo te parta la cara con un
tupper, yegua?
MAMÁ: ¿Me puedo ir, ahora?
Entran DELIA y S. RIVAROLA.
DELIA: Ay, pero qué lindo dibu. Mirá qué caserón que te mandaste,
mamá. ¿Vos cuál sos?
MAMÁ: (Se señala, harta, violenta, angustiada.) ¡Yo soy ésta!
DELIA: ¡Qué lindo! ¡Cuánto sol! ¿Éstos son alambrados?
MAMÁ: No. Son líneas, para que ustedes entiendan. Pero ustedes
son todas unas retardadas. Y yo le voy a decir al Pancho. Ya van a
ver. (Sale.)

13 / TIMBRES

Se escucha un timbre. Ingresa MARTA CAAMAÑO; está un poco


extraviada.
34

DELIA: Marta, ¿qué hacés acá?


M. CAAMAÑO: Eso te quería preguntar justo. ¿Ustedes escucharon
eso?
S. RIVAROLA: El timbre.
M. CAAMAÑO: No, porque el otro día, ¿cuándo fue?, ¡hoy!, ¡hoy,
fue!, hoy mismo, estoy lo más tranquila dándoles unas cuentas… y
de pronto ese ruido terrible, y ¿vos podés creer que -como si se
hubieran puesto de acuerdo, los malditos-, se me levantan todos a la
vez y salen en tromba?
S. RIVAROLA: Es el timbre.
M. CAAMAÑO: Ah, el timbre. Pero no quedó ni uno.
DELIA: Y no. Salen al recreo.
M. CAAMAÑO: ¿Podés creer? Y yo como una pelotas, con la tiza en
la mano, así, educando en el vacío.
S. RIVAROLA: Marta. Es el timbre largo.
M. CAAMAÑO: No, sí, el timbre. Si yo eso lo entiendo. ¿Y cómo es?
O sea, si a ellos se les canta, una tiene que dejar que salgan en
malón, a cualquier hora…
S. RIVAROLA: No era cualquier hora. Era el timbre largo.
M. CAAMAÑO: Está bien. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es
otra cosa.
DELIA: Marta, ¿te acordás que te expliqué que estamos
subdividiendo el tiempo en parte más chicas, que los chicos puedan
aguantar?
M. CAAMAÑO: ¡Los chicos, y las maestras, porque te sigo que lo
que es yo, si me dicen que me puedo hacer un parate en medio de
la mañana yo te beso los pies!
S. RIVAROLA: El timbre es el parate, Marta,
DELIA: Bueno, Susana, no la trates así.
S. RIVAROLA: ¿La vas a apañar? Muy bien. Perfecto. Acá vos sos la
directora y yo sólo la vice. La responsabilidad civil es toda tuya,
gorda.
DELIA: Escándalos no, Susana. No es lo mío. Y si te referís a lo que
vos ya sabés, pensé que estábamos juntas en ésta.
M. CAAMAÑO: No, chicas, si se van a pelear, no. Yo no quiero
hacer un lío. Lo que digo es que…
S. RIVAROLA: A ver, ¿qué decís? Te queremos escuchar.
M. CAAMAÑO: Que tendríamos que buscar una manera…
S. RIVAROLA: (A DELIA.) Quiere encontrar la manera…
M. CAAMAÑO: …de que en algún momento de la mañana, que es
tan larga…
S. RIVAROLA: (A DELIA.) Le parece larga la mañana…
35

M. CAAMAÑO:…los chicos puedan salir un poco al patio, vayan al


baño, en fin… y que nosotras nos podamos hacer un té. Porque si
no, nos van a recoger con cucharita. (Sale.) Voy a buscar una
cucharita para el azúcar.
S. RIVAROLA: (A DELIA.) Liberame de esta responsabilidad.
DELIA: ¿Sabés qué, Susana? Veo que cada vez te gusta más
liberarte de responsabilidad.
S. RIVAROLA: ¿A mí? No puedo creer que me estés diciendo esto a
mí. ¿Quién le pidió la pelota de básquet al cura de Itatí?
DELIA: Yo ya te lo agradecí.
S. RIVAROLA: ¿Era mi función? ¿Era?
DELIA: No.
S. RIVAROLA: ¿Y no lo hice igual, yo? ¿No lo hice?
DELIA: Sí. Pero eso es porque vos… te llevás mejor con el cura.
Nada más.
S. RIVAROLA: ¿Qué me estás diciendo, Delia?
DELIA: Nada. Ya te agradecí lo de la pelota.
S. RIVAROLA: Yo asumo acá toda la responsabilidad que vos dejás
vacante, Delia. Porque esto, si no, se cae a cachos. Y te recuerdo
que en cualquier momento cae la inspectora.
DELIA: ¿Me amenazás? Vos y yo tenemos diferencias, Susana. Vos
sos de sagitario, y lo digo sin ánimo de ofensa. (Entra M.
ELIZARRAGA.) Y ya te dije: si llegamos a la matrícula pido la
ampliación y vas a tener vicedirección para vos solita. Lo digo por si
querés atender al cura la próxima vez que haya que pedirle las
pelotas. No tengo problema en explicarle el episodio a la inspectora.
(Se va.)

14 / PICHON

M. ELIZARRAGA: ¿Vos qué decís?


S. RIVAROLA: Nada, fabula. Si el cura vino una sola vez. Con la
pelota. Acá, una sola vez. Si incluso estaba Rosa; no estuvimos solos
en ningún momento. Seguro que lo dice porque habló con la madre
de él. ¡Y andá a saber lo que pueda estar diciendo una señora tan
viejita!
M. ELIZARRAGA: No, no. Yo te hablo de lo mío. ¿No sabés?
S. RIVAROLA: Ah, no, no.
M. ELIZARRAGA: ¿No escuchaste lo de las Mazzittelli? ¿Sabés lo
del colchón?
S. RIVAROLA: No.
36

M. ELIZARRAGA: ¿Vos podés creer que ahora se agarra de la


cuestión de la Chucha y me manda mensajes de amenaza en código?
Me ta-ta-taponó la entrada a gabinete con un colchón. Es el paso
previo a cerrar la rama. O sea, yo no soy una experta en Pichon
Rivière, alguna vez lo fui, pero evidentemente lo que me quiere decir
es, a su manera, pa-pa-patológica: “esta valla blanda, con plumas y
estopa, es el prolegómeno a una valla mayor, insalvable, para vos”.
¡El cierre de la rama! ¿Quién te falta firmar el pe-pe-petitorio?
S. RIVAROLA: Shh. Después hablamos. Ya llamé a reunión para las
12:00. ¿Te enteraste lo de los hermanos Sagasti? ¿Lo de la pelotita
de básquet?
M. ELIZARRAGA: ¿La pelota? ¿La que le pediste al cura?
S. RIVAROLA: Ah, ¿vos te enteraste? No fue tan así. Pará. Después
te cuento.
M. ELIZARRAGA: Pero si a mí no me tenés que explicar nada…

15 / GOLEADOR

Entra GLADYS RONDÓ, la profesora de educación física.


GLADYS: Mmm, pero qué secretivas que están. ¿Cómo les va?
S. RIVAROLA: Ay, Gladys, ¿cómo te va? Ya casi no coincidimos
nunca, en turno mañana.
GLADYS: Es que estoy todo el tiempo en la canchita.
S. RIVAROLA: Eso te quería decir. En cualquier momento cae la
inspectora. No los cruces al potrero.
GLADYS: ¿Qué querés? ¿Que entrenemos en el patio, Susana?
S. RIVAROLA: ¿Y si pasa un auto y lo pisa a alguno?
DELIA: (Entrando.) ¿Y, Gladys? ¿Cómo va el Semillero?
GLADYS: Decile a la Social que Fernández está desnutrido. O hablá
con la mamá, o lo saco del interescuelas de Moreno.
DELIA: ¡Pero si es el goleador!
GLADYS: No te metas, Delia. Goleador o no, si no come y no
refuerza isquiotibiales, no juega. ¡Y no se metan en mi banco! (Sale.)
DELIA: Bueno. ¡Pero mirá que Social no tenemos más! (Repara en
M. ELIZARRAGA, que no ve con buenos ojos que vayan eliminando al
equipo de psicología de a poco.) Qué trabajo formidable, que hace
Gladys, ¿no, chicas?
M. ELIZARRAGA: O sea que vos ves como formidable que saque a
los pibes todo el día del aula para entrenar al fútbol y si yo vengo y
te digo que estoy haciendo todo un trabajo, respaldado por tests,
validado a nivel nacional, un seguimiento de integración fonético-
37

sensible en primer nivel, resulta que yo soy una pelotuda y mejor


cerrar la rama…
DELIA: Ay, Marta, ¡dios quiera que la rama no se cierre nunca!
¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno, entonces fijate lo que votás en el
Consejo!
DELIA: Mirá, Martita, a vos todas te apreciamos muchísimo…
M. ELIZARRAGA: ¡No como a la Social!
DELIA: No, a la Social, no. Pero ése es otro tema. Y nos parece muy
valiente de tu parte que con todas tus dificultades vos hayas salido
adelante igual, en lo tuyo, eso habla muy bien de vos, del tesón.
Pero no te metas en política. ¿Querés saber qué pienso yo de la
rama? Me parece una idea excelente la rama. Que los chicos vean
psicología. Pero tenés que entender que a veces hay que tener
cintura.
M. ELIZARRAGA: Ah. ¿Vos llamás cintura a aliarte con la inspectora
de primer nivel que quiere cerrar la rama para que después te dé el
OK a tu proyecto de ampliación?
DELIA: Vos estás muy metereta, Martita. Ya las veo, a ustedes dos,
muy grandes amigas. Pero créanme que de mi accionar nos vamos a
beneficiar mucho todas. ¿Te digo algo yo, de todos tus proyectos?
Nada, te digo. Ni me meto.
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno sería! Yo tengo mi inspectora de
psicología. Y si esperás que reciba órdenes tuyas en lo psicomotriz,
yo te juro, con todo el aprecio que te tengo como persona, que te
vas a encontrar con problemas muy gordos.
Momento muerto. El aire se corta con cuchillo.
DELIA: ¡Cómo me comería un sánguche de milanesa!

16 / PELOS

Entran MARTA LOCOCO y GLADYS.


M. LOCOCO: ¡Quién sabe qué no se robaron!
GLADYS: Ahora, ese Seisdedos, qué imbécil, ¿no?
M. LOCOCO: ¿Por qué?
GLADYS: Ah, ¿no sabés? ¿No saben, chicas?
DELIA: No, ¿qué? Contá, contá, turra.
GLADYS: Ayer hicieron una pericia nueva en el banco. Encontraron
pelos.
S. RIVAROLA: ¿Cómo que encontraron pelos?
GLADYS: Pelos. Pelos con ADN.
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Entra M. GREGORINI.
S. RIVAROLA: Che, pero contá… Mirá, Marta, ¿escuchaste? Parece
que encontraron pelos, toda la bonaerense está agarrada del
microscopio buscando el ADN…
GLADYS: Parece que los tipos entran lo más bien vestidos de traje.
DELIA: Claro, bien mozos.
GLADYS: Como ya tienen los túneles cavados desde hace semanas,
lo único que tienen que hacer es hacer creer a la policía que los
tienen a todos de rehenes.
M. LOCOCO: ¿Para qué?
GLADYS: ¿Cómo para qué? Para ganar tiempo. Cierran las puertas.
Cae la cana, y les dicen que piden un helicóptero, sánguches de
miga y qué sé yo qué para fugarse. Todo mentira. Lo que necesitan
es tiempo. Vuelan las cajas de seguridad, agarran la guita, las
joyas…
DELIA: ¡Ay, joyas!
GLADYS: Es un banco de zona norte, imaginate qué no habrá
metido ahí la gente de Acassuso… Mientras la cana cree que van a ir
soltando rehenes de a poco y llegan refuerzos, los tipos meten todo
en unos gomones, se sacan el traje, tienen unos shores abajo…
DELIA: ¿Cómo? ¿Se sacan todo? (Pausa.)
GLADYS: Se quedan en shores… (Pausa.) Para irse en los
gomones…
DELIA: (Ensoñada) …cubiertos de joyas…
M. LOCOCO: Pará, pará… ¿cómo que se sacan todo?
GLADYS: Tendrán unos shores abajo del traje, para remar más
cómodos…
DELIA: …con tantos collares al cuello…
M. LOCOCO: ¿Cómo sabés que se sacan todo? ¿Se ponen en
cueros? ¿Delante de las rehenes?
GLADYS: (Afirmando.) ¿No te dije que encontraron pelos?
TODAS: ¡Nooooo!
M. ELIZARRAGA: Perdoná, pero… ¿pelos, pelos?
TODAS: (Gritan, entre calientes y escandalizadas.) ¡Nooooo! ¡Pará!
GLADYS: Bueno, a los efectos del análisis del ADN da lo mismo…
S. RIVAROLA: ¿Te imaginás? ¿Haber estado ahí de rehén?
DELIA: Y… por ahí se hicieron ayudar por las rehenes para
desvestirse…
M. ELIZARRAGA: ¿Y cómo… o sea… cómo…? ¿Se quedan en short?
M. LOCOCO: ¿No llevan camisetas?
GLADYS: Pleno verano.
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M. LOCOCO: No, porque los hombres que tienen mucho pelo en


pecho, si se ponen un traje como éstos, se tienen que poner una
camiseta abajo, aunque sea finita. Porque la camisa de traje
transparenta todo.
(Todas están muy calientes, cada una a su manera.)
DELIA: Claro.
S. RIVAROLA: Transparenta.
GLADYS: Se llevan toda la guita, las joyas, la ropa, para que no se
hagan oler por perros, meten todo en los gomones…
DELIA: ¿La ropa interior también?
GLADYS: Qué sé yo…
DELIA: No, porque imaginate que un perro bien entrenado de la
federal… si huele un slip, un slip de hombre, después de tanta
actividad, vos imaginate que es como haber dado prácticamente con
el DNI del chorro…
M. GREGORINI: (ensoñada) Claro, tanto olor a bola.
DELIA: Escuchame una cosa: ¿qué son gomones? ¿A qué llamás
“gomones”? Decís “gomones” todo el tiempo, como si nosotras
tuviéramos que entender la jerga criminal. (A MARTA GREGORINI, a
los gritos) ¿Vos sabés qué son los gomones?
M. GREGORINI: (Muy tranquila, suspira.) Son botes.
DELIA: Ahá.
Silencio.
S. RIVAROLA: ¿Y la policía qué dice?
DELIA: ¿Qué policía?
S. RIVAROLA: ¿Nadie investiga, no hay detectives?
GLADYS: Ah, no, escuchen esto porque es genial. ¿Saben lo que
dicen los canas? Que en estos casos de crímenes tan elaborados,
siempre hay un eslabón que se rompe. ¿Y saben quién viene a ser
ese eslabón? Una mujer.
DELIA: (Súbitamente preocupada.) ¿Qué mujer?
GLADYS: No saben. Una mujer. Siempre hay una mujer celosa en el
medio. La amante, la suegra, qué sé yo.
DELIA: Ay, por favor. Te juro que me llena de alegría que la policía
encarne por fin con toda claridad el papel de la manga de estúpidos
que son. ¿Edgar no llegó, chicas? (Sale a buscarlo.)
GLADYS: Más vale que vaya apareciendo, que yo no tengo toda la
mañana, los dejé tirando penales en el potrero… (La sigue.)

17 / REPULGUE
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Se cruzan con S. DOMBER y M. CAAMAÑO, que vienen charlando.


M. CAAMAÑO: ¿Sabés en qué año me recibí yo? ¡Latín, nos daban
en el Normal, a nosotras! Ahora, con eso de los timbres, ese ruido…
y sos boleta: cada uno hace lo que quiere.
S. RIVAROLA: Ah, chicas, qué bueno que las veo. Ustedes ya están
avisadas, ¿no?
M. CAAMAÑO: ¿De qué? Miren que si es poner plata, yo no tengo
un centavo.
S. RIVAROLA: No. Nos quedamos cuarenta y cinco minutos en
reunión.
M. CAAMAÑO: ¿Reunión de qué? Delia no me avisó nada, miren
que si pierdo el 501 recorrido 5B no llego a la 24, voy a perder el
presentismo en el otro cargo también, Marta…
M. GREGORINI: Acá no perdiste el presentismo. Ya te lo expliqué.
Se compró Lavandina.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Pero Delia no me dijo nada.
S. RIVAROLA: Delia no está avisada de esta reunión. Ustedes
saben que dirección y vicedirección en esta escuela no siempre
caminan codo a codo, chicas. Gladys tampoco se va a quedar.
M. LOCOCO: Bueno, yo no sé si debo quedarme.
S. RIVAROLA: No, quedate. Delia no está avisada pero yo no tengo
por qué ocultar lo que hago, quedate.
S. DOMBER: Quedate.
M. CAAMAÑO: Quedate.
TODAS: Quedate.
M. LOCOCO: Bueno, me quedo un ratito a ver qué onda.
S. RIVAROLA: Seguro. Tus aportes están buenos, en general.
Tenés una mirada… un poco más…
M. LOCOCO: Menos contaminada.
S. RIVAROLA: Seguro. Quedate, linda.
S. DOMBER: Si se quedan todas, díganme, porque pido empanadas.
Hay una promoción.
M. ELIZARRAGA: ¿Qué incluye?
S. DOMBER: Si pedís más de dos docenas te regalan una de humita
o carne suave.
M. CAAMAÑO: ¿En serio? (Empieza a contar cuántas son, y cuántas
empanadas le tocarían a cada una con este arreglo. Una actividad
que la ocupa toda la escena.)
M. LOCOCO: Uy, pero miren que son una bomba, las del Doble
Repulgue. Fortachonas. Te comés tres seguidas y te puede dar una
embolia.
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S. RIVAROLA: (gesto rápido para que se calle, aludiendo a MARTA


GREGORINI) Marta…
(Todas miran a MARTA GREGORINI. Silencio.)
M. GREGORINI: (Que no se ha enterado de nada.) Si llamás con
tiempo, te las traen enseguida. (Todas asienten, para no generarle
conflictos.) No, no lo hagan porque yo lo digo. Háganlo porque
conviene. Si pedís sin darles tiempo, los pibes tienen que correr
como locos, con esas motitos que no tienen casco, ni espejito
retrovisor. Seamos solidarias. Entre nosotras. Y fuera de nosotras.
Con los repartidores del Doble Repulgue. ¿Sabés cuántos locales
manejan, ya? Yo no los conté, pero en cada parada de colectivo
tenés una sucursal, porque se expandieron a lo pavote. Y ahora no
dan abasto, así que hay que ayudar. Yo, si tengo que hacer un
pedido, mejor lo hago antes, y no después, y que no se mate ningún
chico. ¿Sabés la cantidad de locales? Ponele diez, catorce ponele. Y
que en una dieta criolla como la nuestra la empanada ocupe un
lugar… privilegiado. Bueno. “Uy, es el mediodía. Me comería una
empanadita.” ¿Cuántas escuelas tiene el distrito? Ponele cincuenta,
sesenta y tres, ponele.
S. RIVAROLA: Ochenta y dos.
M. GREGORINI: Y de cada escuela, a la misma hora, que es
cuando es el cambio de turno, zas, “Me comería una empanadita”, te
llueven sin que lo hayas pedido ochenta y dos pedidos, todos mixtos.
De cebolla, de carne suave y picante, lo que fuera, de champignon
con queso al jerez -a mí poneme dos de ésas, Susana-, ¡y los chicos
sin casco! Sin contar al tipo que mete prácticamente las yemas de
los dedos en aceite hirviendo, porque si las tirás de lejos te salpican
hasta las córneas, ésos sí que se queman las pestañas, y no
estudiando, porque la vida les da posibilidades muy distintas al pibe
que trabaja y al que los papás lo pueden mandar a la universidad.
¿Vos sabés lo que es aceite hirviendo en la córnea? ¿Vos te creés
que los tienen asegurados, a los que trabajan ahí? ¿Con la cantidad
de locales que tuvieron que abrir, todos trabajando a la vez? ¿Qué
seguro te da abasto para una cosa así? ¿Y para tantas motitos? Por
eso van sin casco, para llegar a tiempo. Porque si una vez, dos veces
te llegan frías, la próxima vez te traés de tu casa una lengua a la
vinagreta en un tupper, y no los llamás más. Así que los tienen
cagando. En cada local, imaginate, el mismo cuadro., Y vos venís lo
más pancha después de haber estado sentada tomando prueba en tu
aula, y decís “díctenme que yo anoto”. Y a mí me da bronca verte
así, ver que todas son así, y que yo soy la única acá que se preocupa
por las motitos, por la llave del esténcil, el seguro, la
42

responsabilidad, el mío no es un cargo pasivo, es de una enorme


responsabilidad, y yo no sé hasta qué punto yo voy a poder… con
tantas motos a la velocidad que están yendo… seguir con esta
farsa… como si cada cosa tuviera un sentido… ¿Para qué es la
reunión? ¿Es contra Delia, la reunión? Ah. Me quedo. Anotame dos.
S. DOMBER: Listo. ¿Las demás comen cualquier cosa?
M. ELIZARRAGA: Pero deciles que lleguen calientes. Si no, es una
bola de aceite.
S. DOMBER: En cinco minutos te las traen.
M. GREGORINI: Pero llamen antes. No después. Si no… van a
llegar cuando ya nos las hayamos comido… (Sigue musitando por lo
bajo su eterno razonamiento.)
S. DOMBER: ¿Quién tiene crédito?
M. LOCOCO: Acá no hay señal.
S. RIVAROLA: Yo señal tengo, lo que no tengo es crédito. Y menos
para una cosa así, tan banal.
S. DOMBER: Bueno, Susana, pero el teléfono está cortado desde
hace dos meses.
S. RIVAROLA: Ah, ¿y no lo sé, yo? Está en el temario de la reunión
de hoy, chicas.
M. CAAMAÑO: Ah, ¿cómo? ¿Es reunión, o es almuerzo?
M. ELIZARRAGA: Bueno, mandemos a un chico de quinto.
M. CAAMAÑO: ¿Es por lo del amigo invisible?
S. BRUNETTI: (Entrando.) Ay, Susana, qué suerte que te
encuentro. ¿Cómo hago la planificación?

S. BRUNETTI: Porque yo había S. RIVAROLA:


planificado segundo. Ahora me ¡Delia!
sumaron octavo. Porque viste ¡Delia!
que yo soy convertida. Y tengo ¡Y…!
que dar música, León Gieco... Y ¡Delia! ¡Lo hablás con Delia!
me preguntan por el diapasón,
hoy les mostré uno y me
preguntaron si era un DIU. M. CAAMAÑO: ¿Por el
diapasón? ¡Pero qué jodidos!

¿Yo voy a tener mucho tiempo a


los de octavo en el segundo?
DELIA: (entrando, sin mayor
explicación) Sí.
43

18 / RÍO

Entra DELIA con NAHUEL, el levantaquiniela.


DELIA: Ay, ese robo, Nahuel… Nos tiene a todas un poquito como
locas…
NAHUEL: ¿Qué robo?
DELIA: ¡El de Acassuso, gilún! ¿En qué curva te perdiste, vos? ¿Qué
hacen todas acá? ¿Hay reunión? Miren que yo quedé en que tenía
cosas que hacer, chicas, ¿eh? Conmigo no cuenten ni para un truco
gallo. Le estaba contando acá a Nahuel lo que nos contó Gladys. Tu
plata no la tengo, todavía. Pero fijate si las chicas te tienen que
pagar algo.
M. ELIZARRAGA: ¿Le contaste lo de los gomones?
DELIA: Ay, no, pará, me olvidé. Parece que los tipos, todo pelo en
pecho, les dicen a los rehenes -los tienen a todos así, en fila- y les
dicen: “Ahora empieza el show”. ¿Podés creer que se ponen en
pelotas, ahí, delante de todos? No, si estos tipos tienen testosterona
para tirar al techo. Y se ponen unos shores ajustados, como de
boxeadores, se llevan los collares de esmeraldas al cuello, y se suben
a las lanchas, todos túneles acuáticos subterráneos hasta el Río…
Los persiguen a toda velocidad, con perros nadadores, porque les
olieron la ropa interior…
NAHUEL: Sí. Lo dieron en todos los noticieros. Pero no habían dado
tanto detalle.
DELIA: Claro, un “detalle”. Como lo de la nota.
M. CAAMAÑO: ¿Qué río?
DELIA: ¡La nota en la bóveda! Ah, ¿qué me preguntaste? ¿Qué río?
El de la Plata, ¿qué río va a ser? (A las chicas.) ¿Cómo es un gomón,
exactamente?
M. CAAMAÑO: Pero, ¿en short y con toda esa plata?
DELIA: ¡Qué bárbaros, estos tipos! ¡Y nosotras acá peleando
siempre por mezquindades!
S. RIVAROLA: ¡Mezquindades!
DELIA: Sí, mezquindades. ¡Tironeando de una inspectora que ni
viene porque tiene catorce cuadras de barro! Susana, yo no puedo
quedarme de brazos cuando la vida fuera e esta escuela ofrece
ejemplos de coraje tan elocuentes. Esto ya está hecho. (Viendo a
Gladys, que entra.) Ah, Gladys, ¿ya llegó Edgar? Miren, chicas, tengo
que hacer un anuncio…
44

19 / FALOS

Entran GLADYS y S. BRUNETTI.


GLADYS: ¿Quién se chafó el cuaderno de discursos?
S. RIVAROLA: Está acá. ¿Para qué lo querés?
GLADYS: Tengo que preparar el discurso del día del Deporte.
S: RIVAROLA: No, no se hace, ese acto.
S. BRUNETTI: ¿Cómo no se hace?
GLADYS: Delia me dijo que sí.
S. BRUNETTI: Yo ya les di hora libre por el acto.
DELIA: Sí, ahora se hace. ¿Quedaron masitas? ¿Sobró algo de la
mañana? Es para agasajar a Edgar, vos no te metas, Susana.
RIVAROLA sale, muy ofendida.
GLADYS: ¿Lo copio del cuaderno?
M. CAAMAÑO: Ojo que ese cuaderno es de una editorial mexicana,
y hay miles de cosas que no se entienden.
GLADYS: No te preocupes, que yo lo aggiorno. Donde dice
“mexicano” pongo “argentino”, donde dice “chile” pongo “ají puta
parió”. (Sale a por el librito, vuelve un rato después, y trata de armar
su discurso.)
DELIA: Dale, Gladys, ponele onda, que hacer un lindo discurso es
algo que no cuesta nada de plata…
NAHUEL: Hablando de plata… Usted, Delia, me debe una suma
importante.
DELIA: Soy perfectamente conciente de lo que debo y de lo que se
me debe. Perfectamente conciente. Igual, antes de pagarle, Nahuel,
quiero jugar un numerito. Porque ayer tuve un sueño.
M. CAAMAÑO: Ah, qué barbardidad. Contá, Delia. Contá.
DELIA: Bueno, pero miren que no tiene principio, medio y fin, sino
que es como… un sueño. ¿Y vos, Susana, los dejaste solos?
S. BRUNETTI: Sí, estoy integrando actividades, como me sugeriste.
Los puse a los de octavo a manejar a los de segundo, a aprender a
ejercer autoridad.
DELIA: Me parece bárbaro, al principio te veíamos medio en Babia,
pero le estás agarrando la mano a la cosa. Bueno. El sueño. Hay
unos hombres. Por todos lados. Todos peligrosos. Ceñudos, como si
yo les hubiera hecho algo.
M. ELIZARRAGA: Típico. De manual.
DELIA: (Comienza a caer presa de un estado de absoluta angustia.)
Yo estoy en enagua y se me transparenta todo, un horror, porque yo
trato de hablar con los hombres, parece que les debo algo, me
gritan, y yo no tengo autoridad, ¿entendés?, porque estoy
45

prácticamente toda transparente. Uno de los tipos se me acerca,


tiene olor a vino, y un paraguas cerrado, y me dice: “Delia te voy a
matar. Tengo una bala con tu nombre”. Yo trato de no mirar el
paraguas, porque creo que vi mal, y que es un chumbo. Entonces
me hago la boluda y miro para otra parte, y hago algún comentario
inofensivo. Que queda flotando en el aire. (Pausa.) Mientras estoy
mirando por la ventana, haciéndome la tonta, creo ver por el rabillo
del ojo que los hombres éstos están desnudos de la cintura para
abajo, y si me diera vuelta y los encarara vería concretamente todo
tipo de falos. Encima de que la provincia no me paga, tengo estos
sueños de mierda. ¿Qué significa, Nahuel?
NAHUEL: Y… puede jugarle al 52, al 35… El revólver, el 07…
DELIA: La verdad, no sé si era un revólver o una matraca. ¿Qué
número es la matraca?
NAHUEL: No, no tiene número.
S. DOMBER: ¿No dijiste que era un paraguas?
DELIA: Era un sueño, Susana.
S. BRUNETTI: Ahí las cosas son y no son todo el tiempo.
DELIA: Sí. Yo me muero de ganas por saber si mi inconsciente sabe
algo que yo no sé, y está tratando de chistarme como puede.
M. ELIZARRAGA: La psicología… sí, así con todo lo que vos la
despreciás y todo… tiene respuestas a todos esos interrogantes.
Respuestas que me guardo para mí hasta que se aclare lo de la
rama. Cuidate, Delia. Si seguís teniendo esos sueños. (Se retira.)
DELIA: ¿Cómo “Respuestas”? ¿Respuestas que yo pueda entender?
Marta, pará, no te vayas así.
GLADYS: Son todos deseos reprimidos, Delia.
DELIA: ¿Reprimidos?
GLADYS: El revólver es un símbolo fálico.
M. CAAMAÑO: Ah, pero si es por eso, los miembros erécticos
también son símbolos fálicos…
GLADYS: No, símbolos, no. Son falos en sí mismos.
M. CAAMAÑO: Pero están relacionados, todos los símbolos.
GLADYS: No son símbolos. El paraguas cerrado es un símbolo.
M. CAAMAÑO: No te entiendo, perdoname. ¿Por qué el falo es un
falo y el paraguas es un símbolo?
GLADYS: El paraguas es un símbolo fálico justamente porque no es
un falo.
M. CAAMAÑO: Ah. Qué notable. Y una jarra vacía, con su manija,
su pico, todo, por ejemplo, ¿es un símbolo fálico?
GLADYS: Sí.
46

M. CAAMAÑO: O sea que, para vos, ¿todo lo que no es un falo es


un símbolo de un falo?
GLADYS: En un sueño, sí. Pero no para mí sola. Preguntá a
cualquiera. (Por el texto del discurso que prepara.) Acá me trabé.
¿Qué es “pecuniario”?

M. CAAMAÑO: No sé, chicas… DELIA: (Aún tomada por el


estado del sueño.) Bueno,
Nahuel… ¿A qué le pongo diez
Si alguna me quiere contestar a guitas?
la pregunta ésta…

NAHUEL: Y… no sé. A ver,


O si quieren que lo dejemos para ¿diez? Mh. ¿Te mataban, en el
después de la reunión… sueño?

S. DOMBER: No te pueden
Yo igual tampoco sabría muy matar en el sueño. Si te matan
bien como formular la pregunta en el sueño es que morís de
esta… (Sale.) verdad.

¿No leyeron a Freud?

NAHUEL: Porque si te matan le podrías jugar al 47, al Muerto.


¿Hablaste?
DELIA: Y sí, ya te dije, que algo les decía yo, para tratar de ocultar
mi semidesnudez.
NAHUEL: ¿Pero hablabas antes o después de que te mataran?
DELIA: No, no me mataban. Me mostraban el paraguas, me
amenazaban verbalmente… ¿Qué número es la amenaza verbal?
NAHUEL: No, no tiene.
DELIA: ¿Ves por qué no gano? No sueño con nada que tenga
interpretación numérica. No sueño nada útil. ¿No llegó Edgar? (Sale.)
GLADYS: Perdón, ¿alguien sabe qué significa “alocución”? ¿Es algo
tipo “locución”? ¿Está el Sopena en portería? (Sale.)
S. DOMBER: Se lo cartonearon.

20 / MOUSE
47

Entra M. GREGORINI con una computadora de cartón.

M. GREGORINI: Susana, ¿ustedes, las convertidas, hicieron el


cursillo de computación, no?
S. BRUNETTI: Claro. Pero coincidió con el paro, y yo...
M GREGORINI: Acá tenés las herramientas didácticas. Plan Federal
“La Compu al Cole”. Me dijo Delia que quedás a cargo. (S. BRUNETTI
observa con desazón la computadora de cartón.) Ah, Nahuel, ¡qué
justo! Los chicos de tercero hicieron una vaquita y le quieren jugar al
77. Pierna Mujer.
NAHUEL: ¿Hicieron una vaquita? ¿A ver? (Sale.)
S. BRUNETTI: ¿Y qué les enseño, con esta computadora?
M. GREGORINI: Computación.
S. BRUNETTI: ¿En qué eje?
M. GREGORINI: No sé en qué eje. Yo acá soy la secretaria. No me
hables de ejes.
S. BRUNETTI: Pero me estás dando una computadora de cartón.
M. GREGORINI: No. Es una computadora educativa. Son las que
mandó el ministerio. “La Compu al Cole”.
S. BRUNETTI: ¿Es mientras esperamos las de verdad?
M. GREGORINI: Ponele.
S. BRUNETTI: ¿Y para qué me sirve?
S. DOMBER: Para miles de cosas, sirve. Para identificar las partes
de la computadora, por ejemplo. Porque vos imaginate que un buen
día llegan las de verdad. Los pibes nunca vieron una cosa así, la
confunden con… no sé… con cualquier cosa, te la hacen pelota en un
santiamén.
M. GREGORINI: En cambio si la ven y la identifican con una
computadora, la van a respetar.
S. BRUNETTI: Pero… no entiendo… ¿En qué se parece esto a una
computadora?
S. DOMBER: Se parece a las partes… de una computadora.
M. GREGORINI: Cable… hecho con un piolín.
S. DOMBER: CPU. Caja de zapatos.
M. GREGORINI: Teclas, con chapitas de Coca.
S. BRUNETTI: Pero…
M.GREGORINI: ¿Sabés qué? Dejá. No enseñes computación. Listo.
Dejá. (Gritando.) ¡Marta! ¡Susana! ¡Vení que está la Compu al Cole!
(Sale.)
S.DOMBER: Dejá que los chicos que van a escuelas privadas les
lleven años de ventaja. Dejá, que cuando se abra un puesto de
48

trabajo ningún chico de esta escuela pueda ir porque no aprendió


Excel.
S. BRUNETTI: No es mala voluntad…
S. DOMBER: Es falta de adaptación, Susana. Devolveme el mouse.
Dejá, ya está. Andá a enseñar cosas teóricas, ya que te gusta tanto.
Dejalos sin la práctica empírica, a los pibes. ¡Ja, regla y escuadra!

SUSANA BRUNETTI se va. Apagón sobre S. DOMBER.


49

TERCER ACTO

21 / DEPORTISTA

GLADYS RONDÓ:
Nunca queda del todo claro si se trata de una declaración, de un
discurso escolar, o de qué.
Señores presentes, jueces y autoridades en general, deportistas,
docentes, papis, niños:
Soy un hombre rudo, pero de corazón lo declaro, desde luego para
que perdonéis la humildad de mi alocución, en la que huelga la
literatura y abunda en camiones… (lee mejor) abunda en cambio el
sentimiento puro y amontonado.
El triunfo en el deporte debe ser completo, en cualquiera de sus
ramificaciones. Escojamos una para dominarla a fuerza de constancia
y de tesón. Y ya que hemos de escoger, escojamos fútbol. El fútbol,
por miles de motivos, merece nuestro esfuerzo, un esfuerzo que -si
somos tesoneros- se verá coronado por el éxito, desde el pecuniario
al trascendental. Tributemos nuestros cálidos aplausos a este
campeón mexic… argentino que hoy es agasajado, recordemos sobre
todo en el extranjero a nuestra querida patria, que la hemos
colocado muy alto, en un lugar envidiable, y sepamos hacer latir con
fuerza otros corazones mex… argentinos en el destierro, que se
inflen como los nuestros, hoy, aquí, señores, cuando vemos jugar a
Edgar Fabiani con su balón. (Hace una seña a EDGAR, que entra
aterrado y queda parado a un costado, vestido de traje, y en prolija
decadencia. Es un muchachón tímido y demasiado abundante, el
único hombre en este mundo de maestras.) Que esto sirva de
estímulo para dedicar nuestra juventud al deporte viril del siglo XX
en que vivimos. Oh, Edgar; héroe del deporte en el querido suelo
que nos vio nacer, hijo dilecto de nuestra Virgencita de Guadalupe,
gracias por este magnífico espectáculo del deber cumplido,
espectáculo guadalupano del fútbol, coreografía de una patria
grande, pujante y tricolor.
Y aprovecho para repetir –porque ya lo he dicho pero algunos parece
que tienen tierra en las orejas- que el que no traiga el recibo pagado
taca-taca de la cooperadora no entra nunca más a la canchita. Usted
saben que yo no jodo.
Gracias.

22 / MORONDANGA
50

DELIA, SUSANA RIVAROLA y EDGAR FABIANI en la sala de maestros.


DELIA: ¿Vos leés, Edgar? ¿Cómo es: Edgar o Edgard? ¿Es
extranjero?
EDGAR FABIANI: Sí.
DELIA: Sí, ¿qué?
EDGAR: Sí, directora.
DELIA: No, llamame Delia. ¿Sí leés? ¿O “sí, es extranjero”? ¿Y qué
leés?
EDGAR: La Biblia. El Nuevo Testamento. O folletos.
DELIA: Ah, sos evangelista. Chicas, miren qué copado. No sólo
conseguimos un eximio futbolista, sino que además es culto y
creyente.
EDGAR: ¿Cuánto tiempo voy a quedarme acá, señora Delia? Para
saber si voy a jugar o no… ¿Contra quién juego?
S. RIVAROLA: El goleador del equipo no está viniendo porque tiene
sarna. ¿Se lo dijiste, Delia?
EDGAR: ¿Cuántos años tiene?
DELIA: A ver… Y… ése repitió como cinco veces… Ahora está en
séptimo… Y debe tener… veinticuatro.
Entran M. LOCOCO y S. BRUNETTI.
DELIA: Chicas, tengo que presentarles a Edgar. Bueno, acá lo
tienen. Costó pero se llegó, apilando moneditas. Edgar Fabiani,
futbolista. Ellas son Marta y Susana, maestras.
M. LOCOCO: ¡Ah!, hola. Yo trabajo acá pero no soy maestra. Soy la
Credimart. Marta Lococo.
EDGAR: Encantado.
S. BRUNETTI: Hola. ¿Vas a jugar con los chicos? ¿Y con Gladys?
Qué bien. ¿Por qué tenemos un futbolista, Delia? ¿No era mejor
pedir la bibliotecaria?
DELIA: No, no. Él no viene de la rama docente. Lo compramos
nosotras.
S. BRUNETTI: ¿Cómo lo compramos?
DELIA: Claro. Con la plata de la cooperadora. Es una inversión.
S. BRUNETTI: No entiendo.
S. RIVAROLA: (Como una obvia alusión al disparate de Delia.) Ah,
¡¿no entendés?!
DELIA: Claro, porque vos sos re nuevita.
M. LOCOCO: Mirá, el año pasado invirtieron en las carreras.
DELIA: Es que Susana Domber tenía una fija, diseñó una trifecta
inteligente, que nos dejaba cubiertas. Le pusimos toda la plata de la
cooperadora.
51

M. LOCOCO: Si perdía la yegua, había un plan B…


DELIA: Un plan B, dejame a mí…
M. LOCOCO: …de apuestas bajas a pagadoras menores, y se
recuperaba al menos un 80%.
DELIA: (Superpuesta, y tratando de robarse la explicación, lo que
aumenta el alboroto.) Claro, con pagadoras menores se recuperaba
hasta un 80%.
S. BRUNETTI: ¿Qué yegua?
Silencio.
DELIA: (Emocionada.) Morondanga. Una yegua tordilla, una
revelación.
S. RIVAROLA: No ganó. Éste no es el sitio para esa discusión. El
sitio es el Consejo Docente. Y justo hoy tengo toda la tarde libre
como para ir hasta allá.
EDGAR: Perdón… yo no corro carreras, ¿eh?
DELIA: No, ya sé.
EDGAR: Y el medrar y las apuestas son cosas que Jesús condena
con tibieza pero sin dudar.
DELIA: No te preocupes que nosotras también condenamos con
tibieza. No te vamos a poner en ninguna carrera. Vos sos una
inversión.
EDGAR: ¿Pero con quién voy a jugar? ¿Hay un equipo de la
escuela?
S. RIVAROLA: ¿Qué va a haber? Acá no hay ni un equipo de yerba
y azucarera para el mate, Edgardo.
DELIA: Mirá. Acá lo que nos preocupa es tu salud. Tenemos que
cuidarte.
EDGAR: ¿Cuándo se entrena? ¿Y la pelota?
DELIA: ¿Ves, Susana? Por lo de la pelota se impone que vuelvas a
hablar con el cura. A lo mejor querés pasar por la parroquia antes de
ir al Consejo.

23 / JENNIFER

Vuelve GLADYS RONDÓ.


GLADYS: Hay que hacerle el antidoping.
EDGAR: Pero yo ya no me drogo.
GLADYS: Sí. Y yo soy Jennifer López. Andá tomando mucha agua
que ahora te consigo un frasquito. ¿Agarro los de las germinaciones
de cuarto?
DELIA: Y dale, si ya no crecieron en marzo, ahí no florece nada.
52

GLADYS: Me parece que algunos en vez de porotos plantaron


piedritas. (Sale.)
EDGAR: No, Delia: usted de esto no me dijo nada.
DELIA: No te preocupes, después yo hago pichín y cambiamos los
frascos.
EDGAR: Es que yo no me drogo.
DELIA: Edgar, yo te creo.
S. RIVAROLA: ¿Cómo te creés que llegamos a comprarte, Fabiani?
EDGAR: No sé. Eso me pregunto.
DELIA: Con la plata de la cajita…
S. RIVAROLA: Estabas en remate. ¿No te preguntaste por qué?
EDGAR: Porque me cagué a trompadas con el árbitro en la final con
Deportivo Morón.
S. RIVAROLA: Ahá. Puede ser.
DELIA: No lo atosigues, Susana. Que necesita descansar, y
reponerse. Mirá, Edgar, vos vas a dormir en el gabinete
psicopedagógico. Hasta que te consigamos una casa de familia.
EDGAR: ¿Pero para qué estoy yo acá?
DELIA: Como inversión.
EDGAR: No entiendo.
DELIA: Yo aspiro a venderte a Boca Juniors en un tiempo, a un
precio exorbitante. Ésos sí que pagan fortunas.
EDGAR: (Entusiasmado.) ¿A Boca?
DELIA: Pero tenés que portarte bien, entrenar mucho, y dejar las
drogas.
EDGAR: ¡Yo no me drogo ni me drogaría, salvo que Jesús me diera
una señal!

24 / TUPPER

Durante la escena, en general las maestras recogen sus cosas, sus


tuppers, sus carteras, es el fin de la jornada laboral.
DELIA: Martita, mirá a quién tenemos ac...
M. ELIZARRAGA: (Entra, indignada.) Delia. Las cuentas claras
conservan la amistad. Hay un colchón mugriento en gabinete.
DELIA: Sí, claro, son las cosas de Edgar. Edgar, ella es Martita, la
fonoaudióloga. Háganse amigos que van a compartir el gabinete un
tiempito.
M. ELIZARRAGA: A mí nadie me dijo nada de esto. Ni la inspectora
de la rama, ni Susana…
53

DELIA: Ay, no seas bochinchera, Marta. Es por unas semanas,


nomás.
M. ELIZARRAGA: ¿Unas semanas, nomás? ¿Por qué? ¿Ya me
sacan? Van a cerrar la rama, ¿no? ¿Vos votaste por el cierre, no?
DELIA: ¡Qué sé yo de la rama, Marta, andá y preguntale a los tuyos,
a los psicólogos! Yo lo que digo es que alguno de los dos, en muy
poco tiempo, ya no va a estar. Y ojalá sea Edgar, porque entró a
patear la azuldorada.
M. ELIZARRAGA: Esto es inadmisible. Es un atropello co-co-co-
contra la rama. Susana, vos sos la vice, decí algo.
S. RIVAROLA: Exacto. Yo soy la vice. Por ahora. No es con vos,
Edgar. Y yo ya dije. Acá se necesitan muchos cambios. Muchos. No
es con vos, Edgar. O por lo menos uno. (Sale y se cruza con
GLADYS, que ingresa con un tupper.)
GLADYS: Delia, las germinaciones están todas sin tapa, voy a usar
este tupper que no parece ser de nadie.
DELIA: Sí, usá lo que quieras, Gladys.
GLADYS: ¿Alguien quiere un restito de ensalada rusa?
DELIA: No.
GLADYS: (A EDGAR.) ¿Ya hiciste pis, pibe?
EDGAR: No.
GLADYS: ¿Querés hacer acá?
EDGAR: ¡No!
GLADYS: Dale, no seas maricón, vení que yo te tapo.
EDGAR se pone de espaldas y trata de mear en el tupper de Marta
Caamaño. GLADYS lo tapa. Mal.
GLADYS: ¿Estás pudiendo?
EDGAR: ¡No! (Pausa.) Tiene mayonesa esto.
GLADYS: Dale, vos meá.
M. GREGORINI: (Entra. Se queda mirando la situación. Luego de
una pausa, y refiriéndose a la caja vacía que trae en sus manos.)
¿Qué es esto?
DELIA: Lo vamos a entrenar y se lo vamos a vender a Boca por un
fangote. ¿No, Gladys?
GLADYS: Vamos a ver cómo anda, primero.
EDGAR: Yo ando bien. Un poco excedido de peso, pero si entreno…
GLADYS: Porque venderlo por la misma plata no es negocio.
EDGAR: Tengo pique corto, me falta un poco de fútbol, pero…
desbordo.
M. GREGORINI: Delia, ¿quién autorizó el retiro de la plata de la
cooperadora para esto?
DELIA: Ay, Marta, si yo te avisé.
54

Entra M. CAAMAÑO.

M. GREGORINI: No me consta.
DELIA: Ay, Marta. Mirá, te
presento a Edgar.
Y no me importa quién me avisó
o no, sino quién lo autorizó.

M. CAAMAÑO: ¿Es tu marido,


Delia?
DELIA: No seas mompi…
Y exijo ahora mismo…
DELIA: Es la inversión de la
escuela. La devolución del importe total
de la cooperadora.

M. CAAMAÑO: ¡Ah, el futbolista! DELIA: Ahora mismo no se


(EDGAR, después de mear, le da puede.
la mano a M. CAAMAÑO.)
DELIA: Yo leí todo sobre vos,
Edgar. Pero se te va a devolver con
creces.
M. GREGORINI: Y mientras
tanto, yo estoy en rojo…
M. CAAMAÑO: ¿Y usted qué es?
En carne viva contable, estoy.
¿Delantero?
DELIA: Marta, ¿por qué no le
das a Marta la blusita ésa que
tanto le gustó…
¿Mediocampista?
Y se la anotás a crédito, y todos
contentos?
EDGAR: Lo que haga falta.
M. LOCOCO: Te va a quedar
pintada.
EDGAR: Tengo buena izquierda.
M. CAAMAÑO: Qué bueno, una
masa, porque eso hoy en día es
como tener sangre cero negativa.
Si tenés un picnic, o un asado en
Tortuguitas vas a ser la estrella.
55

Te anoto.
M. GREGORINI: Dudo mucho
que nadie me invite a un picnic.

M. CAAMAÑO: ¿Hay alguna forma de que una mujer como yo


entienda de una vez por todas cómo es la ley del orsay?
EDGAR: Depende de sus condiciones.
M. CAAMAÑO: No, mis facultades quedaron intactas. Lo que no se
pudo recuperar nada fue del coche.
GLADYS: A ver si te empezás a mover. ¿Trajiste botines?
EDGAR: ¿No me los da el club? (Salen los tres.) Hasta luego,
señoritas. Y que queden con Dios.

25 / VALE

DELIA: Marta. (Silencio.) Marta, ¿estás bien?


M. GREGORINI: (Mostrándole la caja de la cooperadora vacía.)
¿Para qué me preguntás si estoy bien, si sabés que todo esto me
roe, me destruye?
DELIA: Marta: yo, si algo pude aprender de estos tipos, es que no
hay que bajar nunca la guardia. Acassuso es una lección.
M. GREGORINI: Pero…
DELIA: Yo te prometo, escuchame bien, te prometo que Edgar
Fabiani nos va a abrir a un sinfín de maravillas. Y vamos a estar
todas juntas, en esto. Porque en el éxito no hay rivales, sólo en la
desgracia. Hoy estás un poquito deprimida.
M. GREGORINI: ¡No!
DELIA: El barro… tu cajita vacía…
M. GREGORINI: ¡No!
DELIA: Pero mañana vas a ver las cosas con otros ojos.
M. GREGORINI: Haceme un vale. Que si hay que declarar ante
alguien yo quede cubierta. Que quede cubierta.
DELIA: ¿Un vale?
M. GREGRINI: ¡Responsabilizate! ¡Responsabilizate! Te dicto. “Vale
por el importe total que estaba en la cajita, vale por toda la plata de
estos chicos que se usó en una inversión incierta, que se apostó a
goles a futuro”.
DELIA: Claro que vale. Vale por eso. Y por mucho más. Vale por
todas las horas muertas pasadas en esta escuela, por la pelea
desigual, por la esperanza. ¿Te quedás más tranquila si te firmo ese
vale?
56

M. GREGORINI: (Llora.) Sí. (Un infernal coro infantil, canta en la


cabeza de Marta. Canta “Stawberry fields”, mal adaptado al español:
“Vamos a bajar, que es hora de ir, al frutillar, oh-oh, nada es real...”)
DELIA: Te lo firmo.
M. GREGORINI: Firmalo. Firmalo.
DELIA: Con mi nombre. Con todo de mí. Tomá, depositalo en tu
cajita. (Lo hacen, en silencioso ritual.) Soy tan feliz.
DELIA se derrumba lentamente sobre la silla. Estalla en llanto. De
pura alegría. Timbre de salida.

Fin del tercer acto


57

CUARTO ACTO

26/ ZOMBIES

En la oscuridad, se escucha un timbre de entrada a la escuela.

MARTA CAAMAÑO:
Me pongo como loca, cuando pasa eso, señor juez. Señor Consejo
Escolar.
Yo… antes del episodio… qué terrible… se ve que había tenido que
faltar… por algún problema de salud.
Yo ya estoy grande.
Y éste no es un sistema que respete a las que estamos grandes.
Yo ya tengo la edad real para jubilarme, pero como no me reconocen
cuatro años de antigüedad que hice en Tres de Febrero porque
parece que perdieron todo, ahora si me quiero jubilar no llego ni al
64% móvil. Así que yo sigo. Hasta que me reviente el hígado, o algo,
yo sigo. Y así todas, como zombies, como la noche de los muertos
vivos. ¿Qué se creen, que lo que pasó venía de la nada?
Acá lo uno afecta a lo otro.
Y ahí llega Gladys con la noticia. Gladys, la educadora física.
Cuando cayeron los chorros de Acassuso.
Timbre.

27 / CLARÍN

Entra DELIA.
DELIA: ¿Cómo que cayeron, Marta?
M. CAAMAÑO: No sé, lo escuchó Gladys.
DELIA: Debe ser un error. Esta escuela es un teléfono
descompuesto.
M. CAAMAÑO: Bueno, yo lo escuché con todas las letras… “La
policía agarró al hombre del tarje gris y le están tomando declaración
porque…”
DELIA: ¡Mirá, Marta! ¿A vos te parece que yo me puedo dejar llevar
por lo que vos escuchaste? ¿Qué traje gris? ¡Gladys!
Entra M. GREGORINI y M. LOCOCO.
DELIA: Ah, Marta, ¿dónde quedó la compu ésa? La tengo que usar.
Quiero leer el Clarín sin pagarlo. ¿Vos te entendés con internet,
Marta? ¿Dónde se conecta?
M. GREGORINI: No sirve.
58

DELIA: ¿Por qué?


M. GREGORINI: No sé, no sirve. Yo traté de ingresar los datos del
coro, estoy reclutando chicos de los quintos y los sextos, antes de
que les cambie la voz, y la verdad es que este modelo de
computadora debe estar bloqueado para algunas operaciones. O se
cayó el sistema.
DELIA: ¡Gladys! (Sale.)

28 / RADIO

S. RIVAROLA: (Que espiaba la escena, esperando a que saliera


DELIA.) ¿Dónde está Gladys, ahora? Me tiene que firmar. Marta, ¿vos
te enteraste?
M. LOCOCO: Bueno, después de todo, eran chorros.
S. RIVAROLA: Sí.
M. LOCOCO: Chorros.
S. RIVAROLA: Y se afanaron un banco.
M. LOCOCO: Sí. ¿Lo de Sabato lo sabés? Según Gladys parece que
Sabato tenía valores ahí, en una caja de seguridad.
S. RIVAROLA: ¿Norberto Sabato, el escritor? ¿Vive en zona norte?
M. LOCOCO: Sí. Y parece que se afanaron los manuscritos de El
Túnel.
S. RIVAROLA: ¿Del túnel o de la bóveda? ¿Qué hacían los
manuscritos en el túnel?
M. LOCOCO: Sí, los de El Túnel.
S. RIVAROLA: No te puedo creer. ¿No ves? Eran tipos cultos, que
les gustaba la literatura. O por ahí no les gustaba, pero la valoraban.
Yo te confieso que yo leo mucho. Yo leo. Pero a veces no me gusta
lo que leo, y lo leo igual, porque lo valoro. Le adjudico un valor. Y
eso es lo que marca la diferencia entre los seres humanos y los
monos. La representación simbólica del valor. ¿No dijo Gladys por
qué los agarraron?
M. LOCOCO: Yo ahora iba a la Falconeta, a escuchar la radio, me
dio las llaves.
S. RIVAROLA: ¿Te dio las llaves de la Falconeta? ¿Vos manejás,
Marta?

29 / ROSAS

Entra S. BRUNETTI.
59

S. BRUNETTI: Perdoname, Susana.


S. RIVAROLA: ¿Venís a buscar la computadora? Porque lo de la
compu se lo dieron a la otra chica; a Susana.
S. BRUNETTI: ¿Rosas era bueno o malo?
S. RIVAROLA: ¿Qué?
S. BRUNETTI: Mirá, hay versiones más que contradictorias… Yo me
estaba manejando por el texto de Dulce de Membrillo, que tiene
como mejor organizada el área de ciencias naturales, pero ahora
estamos con lo del 25 de mayo y me preguntan si Rosas era bueno o
malo…
S. RIVAROLA: Rosas no tiene mucho que ver con el 25 de mayo.
S. BRUNETTI: ¿No? Pero entra en el mismo eje.
S. RIVAROLA: ¿Qué eje?
S. BRUNETTI: O sea, yo estoy trabajando con ejes diacrónicos, que
atraviesan el programa de manera integradora…
S. RIVAROLA: ¿Eso te enseñaron cuando te convertiste?
S. BRUNETTI: Miren, chicas, yo sé que en esta escuela a las
convertidas no nos quieren, pero…
S. RIVAROLA: Ay, no estés tan a la defensiva, ¿por qué decís que
no te quieren?
S. BRUNETTI: Nada. Mejor me voy.
S. RIVAROLA: No, ahora decí.
M. LOCOCO: Decí.
S. BRUNETTI: Bueno, nada, ya me enteré que Gladys les contó a
todas todo lo que oyó en la radio, y yo me quiero integrar, les
pregunto, y hacen como si oyeran llover.
S. RIVAROLA: No seas paranoica, ¿a quién le preguntaste?
S. BRUNETTI: A la secretaria.
S. RIVAROLA: Ay, almita de dios. ¿No ves que no entendés nada?
Marta Gregorini tiene tareas pasivas desde que se le…
M. LOCOCO: No le hagas caso a nada de lo que diga o haga.
S. RIVAROLA: Brunetti, mirame a los ojos. Mirame acá. Yo soy la
vice de esta escuela y te guste o no te guste me tengo que enterar
de lo que pasa en ella, ¿estamos? ¿Qué pasa en ella?
S. BRUNETTI: La semana pasada yo cumplí años. Y yo veo que acá
se pone plata para los regalos de todas, y a mí nadie ni siquiera me
cantó o me dejó una cartita. Igual no me importa. No me festejen.
Ya me la crucé a Gladys en el patio, me pidió un alfajor y me contó
todo. Yo estoy acá para hacer méritos. En una escala del 1 al 10,
¿qué le pondríamos a Rosas?
S. RIVAROLA: Mirá que sos ocurrente. Ponele un 5. Escuchame una
cosa, ¿Marta no te dijo en qué anda lo de Sabato?
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S. BRUNETTI: Sí. Le afanaron todo. Lo dejaron en calzones.


S. RIVAROLA: ¡Qué barbaridad! ¡Uno de nuestros mejores
escritores!
S. BRUNETTI: Sí, igual Sabato se hizo asegurar los manuscritos en
tres palos verdes.
M. LOCOCO: Imaginate. Son invaluables.
S. BRUNETTI: Y… se los van a tener que pagar. Taca taca. (Sale.)

30 / DELACIÓN

S. RIVAROLA: La va a liquidar. A ésta la arruinó, con lo del octavo.


Pobrecita. Taca taca. Tan nuevita que llegó. Tan convertidita. Mirá.
La primera en firmarme, fue. (Le exhibe unas planillas.) Te muestro
porque sé que sos imparcial. Si no, ni loca. Vengo de Consejo. Me
faltan las firmas de las maestras de área para iniciarle un legajo por
psiquiatría.
M. LOCOCO: Yo lo que te pido es que me informes si la rajan,
porque me debe blusas como para tapizar de acá hasta el Mástil.
S. RIVAROLA: ¿De qué lado estás, vos, Marta?
M. LOCOCO: ¿Qué me preguntás?
S: RIVAROLA: Sí, de qué lado. No te puedo pedir que firmes
porque no sos maestra de la escuela, pero si te pidiera, ¿firmarías?
M. LOCOCO: ¿Y a vos qué te parece?
S. RIVAROLA: Sí, claro.
M. LOCOCO: Desconfiada.
S. RIVAROLA: No, realística. Ahora, imaginate. Vos y yo robamos
un banco. Ponele no un banco, algo a escala tuya y mía para que
nos entendamos. Nos robamos la Falconeta de Gladys. Vos tenés las
llaves, vemos la ocasión, la chafamos. ¿De qué depende nuestro
éxito? De que vos y yo no abramos la boca, nada más. Entonces nos
hacemos con la Falco, lo más seguras de que ninguna de las dos va
a decir ni mu. ¿Y de pronto qué pasa?
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Un tipo. Ponele, Angie.
M. LOCOCO: Ese Angie es peor que mi ex, ni me llamó, el turro.
S. RIVAROLA: Por eso mismo. Estás caliente. Y tenés un as en la
manga: sos Falconeta fresca. Lo invitás a dar una vuelta, faaaaaa, la
Falconeta a ciento ochenta por Ruta Siete, lo pasan de primera, los
dos disfrutando a pleno del objeto del saqueo; yo, en casa, ignorante
del peligro que se cierne sobre mí. Y después el tipo va y te delata.
Caés vos, caigo yo. Sin comerla ni beberla. ¿Qué?
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M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Es horrendo. Horrendo. Así van a ir cayendo todos.
Por una mina que va y los delata. Una chiruza que primero disfrutó
de las joyas, de Sabato, y después tuvo pruritos y llamó a la cana.
¿Para qué? ¿Para ser tapa de revista?

31 / SABATO

Entra M. GREGORINI.
S. RIVAROLA: ¿Estás bien, Marta?
M. GREGORINI: A mí hay algo que no me cierra. Acá hay gato
encerrado.
S. RIVAROLA: ¿Querés sentarte, te falta el aire?
M. GREGORINI: No, la cosa no es tan fácil. Ponele que sos un
escritor de increíble renombre, ponele que tenés tus manuscritos en
tu casa y ponele que vivís en un país donde no se sabe si habrá un
futuro. ¿Qué hacés? Metés tus manuscritos, valiosos, incunables, en
una caja de seguridad de un banco. Punto. Entonces yo digo: si ya
los metiste en el banco, pagando unos onerosos doscientos o
trescientos pesos por mes de mantenimiento de la caja, un básico de
una portera, ponele, y ya está, ni se te ocurre que te los puedan
robar del banco, ¿para qué los vas a asegurar en tres palos verdes?
S. RIVAROLA: Es cierto.
M. GREGORINI: No sólo es cierto, es vergonzoso. Porque, ¿qué se
deduce de todo esto? Que Sabato tenía una caja de seguridad, que a
lo mejor ahí tenía algunas joyas de su señora, o algún premio
enchapado en 18 kilates, lo que quieras, pero ningún manuscrito. No
hay manuscrito, ¿entienden?
S. RIVAROLA: Te entiendo perfectamente. El tipo no escribió nada,
y aprovecha el robo para que el seguro le pague tres palos verdes.
Es un genio. O sea, yo como escritor no sé si me gusta, igual lo
valoro, pero planeándose una jubilación de privilegio me parece un
genio.
M. GREGORINI: ¿Y quién soy yo para desbaratar sus planes?
¿Quién soy yo si sus novelas entraron en una especie de cono de
sombra y ya no vende lo que necesita para llevar ese ritmo de vida
exultante que tiene Sabato? ¿Quién vengo a ser yo? ¿Quién me va a
creer a mí si llevo mi hipótesis a los detectives? ¿Y además por qué
haría yo una cosa así? ¿Por qué simpatizaría yo con los que guardan
la propiedad del rico y reprimen al pobre? Todo esto me da náuseas,
díganme si el mundo en el que nos movemos no es como para
62

querer vomitar a cada paso. Y te digo más: seguro que ahora la


policía persigue a los chorros y no a Sabato. Porque en este país, los
ladrones de guante blanco están a la orden del día… (Sale.)
S. RIVAROLA: Y a éstos no los perdonan. Porque ahora no son
chorros, son un símbolo. Con lo que le hicieron a la literatura
nacional…
M. LOCOCO: ¡Cadena perpetua!
DELIA: (Entra demudada, parece veinte años más vieja que en el
primer acto.) Con lo que se burlaron de la policía. ¡Pobres
muchachos! (Se sirve una taza de té, se sienta en silencio. Toma un
par de sorbos. Pega con toda la mano abierta sobre la mesa. Se
levanta. Sale.)
S. RIVAROLA: ¿Firmarías?
M. LOCOCO: Ya te dije que sí. (Revisando la documentación.) A ver.
¡Te firmaron todas! Ah, no. Todas, no.
S. RIVAROLA: No, me falta las de artística y…
M. LOCOCO: No. Vos no firmaste. (Silencio.) ¿Por qué no firmaste?
(Silencio. S. RIVAROLA está muy turbada. Se da cuenta de que no
sabe por qué no firmó. No puede hablar.)
S. RIVAROLA: Voy a escuchar la radio. A ver si dicen. Lo de… lo
de… (Sale, muy perturbada.)

32 / ESTÉNCIL

DELIA está superada, entra, abre un cajón, saca el alcohol del


esténcil, se toma un buen trago.
M. LOCOCO: ¡Ay, mirá, Marta (GREGORINI)! ¡Apareció el alcohol
del esténcil! (Ve a DELIA bebiendo del frasco.) Delia, te va a hacer
un mal tremendo.
DELIA: (Estalla en llanto histérico.) ¿Qué me va a hacer más mal?
¿Agarrarme una cirrosis fulminante o que me fulminen mis propias
compañeras, minándome el camino, socavando, socavándome todo
lo que hago? Yo sé quién está atrás de todo esto. (La llama con un
grito.) ¡Susana!
M. LOCOCO: Tranquila. Que no te vea así.
DELIA: ¿Así, cómo? (Por el alcohol.) Esto está bajo control. Hace
años que tomo esto. Empecé ese invierno que la provincia no pagó
la luz y no teníamos ni estufitas de cuarzo. Un chorrito en el té, para
calentarme de a poco. ¿Esto? Esto no es nada. ¡Susana!
M. LOCOCO: Pará, Delia. No te conviene encararla así. Le vas a dar
motivos.
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DELIA: ¿Motivos de qué? (Súbitamente intrigada.) ¿Qué sabés vos?


¿Vos de qué lado estás?
M. LOCOCO: (Estalla en llanto, confiesa.) Con vos cuando estoy con
vos. Con Susana cuando estoy con Susana.
DELIA: Pero… ¿y así me lo decís?
M. LOCOCO: No lo puedo evitar.
DELIA: Si serás falluta.
M. LOCOCO: Yo las escucho hablar y me parece que las dos tienen
razón.
DELIA: ¿Qué nos escuchás hablar?
M. LOCOCO: Susana dice que estás loca y que te va a hacer un
sumario por psiquiatría y junta firmas de todas, y aprovecha cada
desastre tuyo para ganarse una firmita.
DELIA: No. Yo estoy loca. ¿Pero eso qué tiene que ver? ¿Cada
desastre, decís? ¿No llevé esta escuela adelante, pese a cada escollo
que se nos puso? Me refiero a Solá, pero también a los designios de
dios, porque la población que dios puso en este distrito es
prácticamente alarmante. ¿Y ahora me quieren remover, como a un
sticker viejo? ¿Como a un Fido Dido?
M. LOCOCO: Y después te escucho hablar a vos, con todos tus
grandes proyectos… La ampliación, Edgar Fabiani, todo, y entonces
digo: “será jodida, pero tiene razón”.
DELIA: Claro, yo seré jodida. Pero mirá vos esta caterva, este
criadero de Judas. ¿Quiénes firmaron?
M. LOCOCO: Y… un poco todas. Por hache o por be.
DELIA: ¿Vos también?
M. LOCOCO: Delia, yo no soy maestra.
DELIA: No. Vos no sos maestra. ¿Pero firmarías?
M. LOCOCO: Bueno, vos ahora me lo preguntás y digo “no”, pero
cuando ella me lo pide, digo “sí”.
DELIA: ¿Vos qué sos?
M. LOCOCO: Yo no soy nada.
DELIA: (Toma distancia.) ¿Qué clase de alimaña sos? ¿Quién sos
para venir a dividir, a surcar, a espoletear el terreno, a juzgarme a
mí si me tomo el alcohol del esténcil, y después reptar por mi
escuela, con todos tus productos a cuestas, armando acá tu Duty
Free Shop del demonio, esclavizando a mis chicas a crédito?
M. LOCOCO: ¡Y a vos!
DELIA: ¡Ah! ¡Y a mí misma! Creándome una deuda originada en
sweaters, tricotas que no necesito, tentaciones que establecen una
dependencia horrenda…
64

M. LOCOCO: Perdón. Perdón. Yo soy consciente de todo lo que me


decís. ¿Te pensás que no lo sé? ¿A vos te parece que a mí me gusta
este rol que me toca? Yo tenía horizontes, ¿sabés? Yo no nací
haciendo marketing. Yo tengo dos años cursados de Hotelería o
Turismo. Mirá, preguntame capitales. Pero me desvié. No sé cómo
pasó. Tuve una oportunidad. Y la agarré. Maldito el día. Mi cuñado
vendió unas colmenas, en Lezica y Torrezuri, y nos regaló a Charly y
a mí una plata. No alcanzaba para nada, no daba ni para el depósito
de una prefabricada, pero sí para un lote de prendas. Así que ahí
compré mi primera remesa. ¿Cómo compré la segunda? Es fácil,
hasta un chico de segundo grado alumno de la convertida se da
cuenta: aumentando un poco el precio de la primera mercadería,
para que te quede para comer ese día, y también para comprar la
próxima remesa.
DELIA: Especuladora. Negrera. Pérfida.
M. LOCOCO: Sí. Luego viene la otra fuente de ingreso: la línea de
crédito. Si la maestra no cobró, pero se enamoró del sweater, se lo
dejás igual. Y se lo das a crédito, disfrazado de acto de amor. Pero
cada día que pasa, el precio le va subiendo.
DELIA: Yo no sabía que esto funcionaba así.
M. LOCOCO: ¡No me digas que no sabías!
DELIA: Bueno, no te pongas nerviosa. Después de todo qué ibas a
hacer, ¿no? Estaba la remesa. No ibas a dejar pasar la oportunidad.
M. LOCOCO: Mi primera remesa. Mi condena. Todavía me acuerdo.
Remeritas Hendy. Fue el año ése que se usaba todo borravino y
verde musgo.
DELIA: (Estalla en quieto llanto.) ¿Te acordás de ese año?
M. LOCOCO: Sí.
DELIA: Yo me estaba separando, ese año bordó y musgo.
M. LOCOCO: Yo no lo hago con mala intención. Yo vivo del crédito,
sí. Pero yo a ustedes las re-quiero y también me parece que las
chicas algo aprenden de mí.
DELIA: Sos emprendedora…
M. LOCOCO: Tengo mi propio negocio…
DELIA: Sos independiente…
M. LOCOCO: Toco mi propio tambor…
DELIA: Y hacés que la plata se mueva. Los países donde la plata no
se mueve se estancan.
M. LOCOCO: Mirá Cuba.
DELIA: Un pantanal. Vení, dame un beso.
M. LOCOCO: No, dámelo vos, no ves que estoy hecha mierda.
DELIA: Vení. Pobrecita.
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Se abrazan confusamente. Luego se reponen un poco. Pero no


mucho.
DELIA: ¿La convertida también firmó? ¿Y la tartamuda?
M. LOCOCO: ¿Y cómo no van a firmar, si estás reloca, Delia?
DELIA: Eso sí. ¿Sabés qué? Yo les voy a enseñar una lección de
amor y de decencia. De devoción. ¿Son todas Judas? Muy bien. Yo
seré Jesús. A mí me podrán echar de esta escuela, pero yo antes de
irme voy a dar el gran golpe.
M. LOCOCO: ¿Qué golpe, Delia?
DELIA: Lo vendo a Edgar Fabiani a Boca Juniors, aunque sea lo
último que haga en esta tierra. Yo te lo juro. Andá, secate que
parecés una portera. (M. LOCOCO sale.) Acá hay que ordenar. Hay
tanto que hacer. (Ordena y tira papeles).

33 / GOPHER

Entran S. DOMBER, GLADYS y NAHUEL.

S. DOMBER: ¿Cómo te voy a deber todo eso, Nahuel? Lo de San


Cono, del cero tres, te lo pagué.
NAHUEL: No, no me pagaste.
S. DOMBER: Te lo pagué al ganar. Lo retuviste.
NAHUEL: No, yo no retengo. Ése es el problema. Si alguna de
ustedes ahora va y gana, ¿yo con qué les pago? Lo único que puedo
hacer es ir tachándoles de la deuda que tienen. Pero mientras tanto,
¿de qué vivo yo?
DELIA: De la especulación, vivís vos, pichón. Yo ya te lo dije mil
veces.
NAHUEL: No es negocio.
DELIA: ¿Sabés qué? Estás a esto de que no te paguemos nunca
más.
S. DOMBER: Porque una tiene un número, un pálpito, lo juega,
pierde, después tiene otro, pierde de nuevo, ¿hasta cuándo se puede
seguir así?
GLADYS: El día que ganás, ¿para qué es? ¿Para pagar la deuda que
acumulaste?
NAHUEL: Bueno, ella se compró un “Up-shaper”.
S. DOMBER: Pero yo no sabía que te debía.
NAHUEL: ¿Y cómo no me ibas a deber? Si estás apostada a un
número, es que me debés.
66

S. DOMBER: Yo pensé que Marta anotaba todo. Y lo volcaba en la


planilla del contralor.
NAHUEL: No, miren, chicas: para ser claros. El Estado Provincial es
una cosa, y yo soy otra. Yo tengo mi negocio. Y punto. Ningún
contralor. Yo no soy socio de Solá.
GLADYS: ¿Qué, y nosotras sí?
S. DOMBER: Bueno, te traigo el aparato que me compré y
quedamos a mano. Ahora quiero jugar otro numerito.
NAHUEL: No te puedo aceptar el aparato.
S. DOMBER: Ni lo usé, ni lo saqué de la caja. Pensé que era otra
cosa, que había visto en la tele, me clavé.
GLADYS: Lo habrás confundido con un gopher. Son la gloria.
S. DOMBER: Me costó una fortuna.
NAHUEL: A mí no me sirve para nada, tu “Up-shaper”.
DELIA: Nahuel, de un tiempo a esta parte te vemos con una actitud
más que negativa. Y no entendemos el por qué.
NAHUEL: Porque no me están pagando.
DELIA: Es que los números no están saliendo.
NAHUEL: No es mi culpa.
DELIA: ¿Y de quién va a ser? ¿Mía? A ver: ¿quién nos vende los
números, acá?
NAHUEL: Me parece que ustedes no entienden el sistema básico de
la quiniela.
S. DOMBER: ¿Cómo no lo vamos a entender, si hace años que
hacemos esto?
NAHUEL: Bueno, yo no lo puedo seguir haciendo más.
DELIA: Ah. Es una limitación tuya, entonces. Así que te voy a pedir
que no vengas acá a volcar tus incapacidades. Esto es una escuela,
¿qué te pensás, Nahuel? (Encuentra lo que busca.) Uy, acá encontré
lo de los puchos de Marta.
NAHUEL: Justamente. Vengo los días de pago porque sé que todas
tienen el efectivo encima…
DELIA: ¿Qué sabés vos de nosotras? ¿Nos estás amenazando? ¿Qué
sabés qué día vengo forrada yo a la escuela?
NAHUEL: Ustedes me dijeron que venga del 7 al 10.
DELIA: Y te voy a decir otra cosa: no veo con buenos ojos que
levantes apuestas entre los chicos.
NAHUEL: ¿Qué? ¿Y para qué vengo yo acá?
DELIA: No lo veo con buenos ojos. Todo esto se ha vuelto…
abstracto. Te voy a pedir que te retires si no querés meterte en
problemas.
67

NAHUEL: ¿No me van a pagar?


DELIA: Te vamos a pagar cuando ganemos.
NAHUEL: Si no pagan antes no van a ganar nunca.
DELIA: Ah, nos amenazás. Perfecto. Rajá de acá. Rajá de acá ahora
mismo o llamo a los hermanos Sagasti, que te agarren en el peaje.
No me obligues.
NAHUEL: Esto no va a quedar así. (Se va.)
DELIA: Rajá. ¡Y ni se te ocurra meterte en los grados a levantar
quiniela! Qué barbaridad. Resultó un chanta, chicas.
Salen GLADYS y DELIA tras él.

34 / ESCOBA

Entran M. CAAMAÑO y EDGAR.


EGDGAR FABIANI: ¡No, señor! ¡No, señor! Ya se lo dije mil veces.
¡La línea del orsay no es ninguna de las que están dibujadas en el
campo!
M. CAAMAÑO: ¿Ve? Eso es lo que me confunde, a mí. Que la línea
más importante, más visceral, la que define todo el espíritu del juego
de pelota, no aparezca dibujada.
EDGAR: Yo se lo voy a maquetar, a ver si me la saco de encima.
Suponga que usted es un jugador del contrario.
M. CAAMAÑO: Del Deportivo Morón, pongo por caso.
EDGAR: Eso mismo, mierda de cloaca, que El-Que-No-Se-Nombra
me perdone, y avanza para defender el arco.
M. CAAMAÑO: Soy del Gallo y avanzo para defender. Perfecto.
EDGAR: (A S. BRUNETTI, que entra.) A ver, vení, Rulo, vos vas al
arco de Morón.
S. BRUNETTI: Mirá que yo de esto no entiendo nada…
EDGAR: Te parás acá y tratás de atajar, ¿qué tenés que entender,
Rulo? Eso. Ahora yo avanzo con la pelota. (Por Susana Domber.)
Vení, Jopito, vos sos la pelota.
S. DOMBER: ¿Yo, la pelota, Edgar? ¿Y qué hago?
EDGAR: Nada. ¡Nadie haga nada! Es una maqueta. Es como un
pesebre con pelota. Y vos sos la pelota. Yo avanzo. Acá está
Carterita (se refiere a M. CAAMAÑO). ¿Hasta dónde puedo avanzar
yo? Hasta la línea del orsay.
M. CAAMAÑO: ¿La blanca?
EDGAR: ¡No! ¡La blanca es el área!
M. CAAMAÑO: ¿El área de orsay?
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EDGAR: No. Dame la escoba ésa, Blusita. (Por M. LOCOCO, que


entró hace un instante. Ella le alcanza la escoba. EDGAR se la da a
M. CAAMAÑO, y la pone paralela a la línea del arco.) Ahora ésta es la
línea del último jugador de Morón, que es Carterita. Si Carterita
avanza, la línea del orsay avanza.
M. CAAMAÑO: Ah, ya entendí, y te aprisiono y no podés avanzar.
EDGAR: ¡Cómo no voy a poder avanzar si Morón tiene una defensa
de mierda! ¡Si vengo del mediocampo esquivando muertos! Si ya
tengo la pelota, avanzo. Y te juro que lo voy a hacer.
M. CAAMAÑO: Perdoname, Susana, pero ¿te puedo hacer una
pregunta?
S. DOMBER: Claro.
M. CAAMAÑO: ¿Vos sos la pelota?
S. DOMBER: Sí.
M. CAAMAÑO: OK. Ya entendí.
EDGAR: ¿Qué entendiste? Si llegué hasta acá te cago goleando.
(Agarra la “pelota”, patea a S. DOMBER, que se tira sobre S.
BRUNETTI.) ¡Gooool!
S. BRUNETTI: ¡No fue gol, atajé!
EDGAR: Dejala que entre, así ésta entiende.
S. BRUNETTI: ¿Por qué la voy a dejar que entre si me dijiste que
tenía que atajar, y por poco me trataste de retrasada mental?
M. CAAMAÑO: Tiene razón.
EDGAR: Dejala que entre. Es un ejemplo.
S. BRUNETTI: Bueno buscate otro ejemplo. Uno que no me deje a
mí siempre como la tarada nueva. Y eso va para todas, ¿me oyeron?
Meteme un gol por tus propios medios, ¿a ver? (Entra DELIA.) ¡Y a
ver quién de ustedes se arregla con un segundo y un octavo sin
ninguna orientación y sin planillas! ¡Me calenté!
DELIA: Susana, no exageres.
EDGAR: (A BRUNETTI.) Vos jugá conmigo, tenés garra, Rulo.
DELIA: Vos acá sos nueva y te tenés que adaptar un poquito, me
parece.
S. BRUNETTI: ¿Ah, sí? Bueno, ahora la nueva juega para Edgar,
miren qué bien.
DELIA: Yo también. ¿Qué hago, Edgar?
EDGAR: Cubrí el mediocampo para Morón. (A M. GREGORINI.) Vení,
Cajita. Vas vos al arco. Sos Morón.
M. GREGORINI: Yo estoy en contra de todos los deportes que
supongan contacto físico.
EDGAR: Bueno. Vos vas al arco, si querés la atajás, si no querés, a
mí no podría importarme menos. Ahora veamos la siguiente
69

situación. Rulo juega conmigo y tiene la pelota. (A DOMBER.) Andá


con Rulo.
M. ELIZARRAGA: (Que ha entrado hace un ratito y se entusiasma
mucho con la escena.) Uy, se largó… (Trata de hacer algún jueguito
y se choca con DELIA.)
DELIA: Ay, bestia. ¿Vos para qué equipo jugás? Encargate de lo
tuyo, Marta.
M. ELIZARRAGA: Ya me encargué de lo mío, no te preocupes.
Acabo de llamar a la 501. Se la llevan a la Chucha.
DELIA: (Que logró distraerla y arrebata la “pelota”.) ¡Pero Morón
intercepta la pelota y la manda derecho hacia el arco! (Le rompe el
guardapolvos a DOMBER).
S. DOMBER: ¿Qué hacés?
DELIA: Uy, esto es porque lo lavás con lavandina, te queda hecho
una babita.
S. DOMBER: ¿Una babita? (La desafía.) ¿Sabés que todavía lo estoy
pagando, babita?
DELIA, por su parte, reprocha por lo bajo a M. LOCOCO por la
calidad del guardapolvos.
EDGAR: (Agarra a DOMBER por detrás.) ¡Paren! ¡Paren! Delia, usted
no agarra la pelota. Usted se queda ahí esperando, y yo explico la
ley del orsay.
DELIA: Yo me quedo acá esperando. Después Marta te lo cose,
Susana.
M. ELIZARRAGA: Che, Su, si estás cansada yo hago la pelota.
M. LOCOCO: ¡O yo!
S. DOMBER: No, estoy bien, ni me lastimé.
EDGAR: Muy bien. Andá con Rulo. (Le toca el culo para que vaya
con S. BRUNETTI. Toda la situación las pone a DOMBER y a
ELIZARRAGA muy cachondas.) Le hago señas al Rulo para que me
pase la pelota. (Lo hace.)
M. ELIZARRAGA: ¿Y nosotras qué hacemos, Edgar?
S. RIVAROLA: ¿Qué pasa acá? ¿Qué es esto, Delia? ¿Otra de tus
vivarachadas?
DELIA: Es la ley del orsay, Susana. Y correte que estoy cubriendo el
mediocampo.
S. RIVAROLA: ¿Ahora me tengo que correr? ¿Por qué a vos se te
antoja? Supongamos que fuera un número 2 del equipo de Edgar.
Un líbero en su salsa. Ergo: me gusta quedarme acá, esperando la
pelota.
DELIA: Lo vas a pagar muy caro, te lo aviso. Dale, Marta, avanzá.
M. CAAMAÑO: Yo busco interponerme.
70

S. DOMBER: Esperen, díganme para dónde voy.


DELIA: Sos la pelota, vas para donde va la fuerza. (Con doble
intención.) Andá para donde van todas, ¿no?
S. RIVAROLA: ¿Por qué no hacés vos de pelota, Delia?
DELIA: Ya está, la pelota es Susana. Correte de mi sitio.
S. RIVAROLA: ¿Tu sitio? ¿Esta zona de la cancha tiene tu nombre
en algún lado? Porque no lo veo.
DELIA: Y vos salile, Marta, salile que te va a meter un gol.
M. CAAMAÑO: ¿Le salgo? ¿Me le salgo? ¿Me tengo que correr?
DELIA: ¡No, salile, salile!
M. CAAMAÑO: ¡Y bueno, me salgo!
M. GREGORINI: No, no, a él, contra él, ¡marmota!
M. CAAMAÑO: ¡Ah, me interpongo!
EDGAR: ¡No! No es necesario. Si usted avanza en su recta, la línea
se mueve paralela al arco. Si me veo del otro lado de la línea sin la
pelota, estoy en orsay.
M. CAAMAÑO: ¡Ah! ¡Ya entendí! Sin la pelota, usted no puede
pasar la escoba. Y con la pelota, sí.
EDGAR: No. Acá hay que mirar a Rulo. Cuando Rulo patea, y la
pelota está en el aire, ¡Rulo! (BRUNETTI patea a DOMBER), avanzo,
recibo, te cago a goles igual. (EDGAR patea a DOMBER, GREGORINI
se corre a un lado, es gol.) Golazo. ¿Fui claro o no fui claro?
(DOMBER está un poco lastimada, BRUNETTI y EDGAR festejan,
CAAMAÑO festeja también.) ¿Qué festejás? ¿Qué festejás?
M. CAAMAÑO: Festejo porque fue gol.
EDGAR: Fue nuestro, el gol.
M. CAAMAÑO: Festejo al deporte.
EDGAR: ¿Nuestro gol, festejás?
M. CAAMAÑO: ¿Fue gol en contra?
EDGAR: No, ¿por qué en contra? Te lo metimos. ¿Qué festejás?
M. CAAMAÑO: Correcto. Y ahora que esto queda claro, yo le voy a
decir otra cosa. Y es otra cosa que no le va a gustar nada. Ayer
Deportivo Merlo se enfrenta a un equipo equis…
EDGAR: A Morón, sí.
M. CAAMAÑO: Bueno, en este caso fue Morón, sí, de donde soy
oriunda, y un jugador equis convierte un gol en estas mismas
circunstancias que usted me explica ahora, pero la escoba, señorito,
estaba acá. (Avanza la escoba, queriendo decir que les aceptaron un
gol en offside).
EDGAR: ¿Qué decís?
S. BRUNETTI: Y… estás en orsay, macho.
M. CAAMAÑO: ¿Qué digo? Digo lo que vi.
71

EDGAR: ¿Qué viste, vos? ¿Ves más que el referí?


M. CAAMAÑO: El réferi estaba arreglado, nos cobraron mal.
EDGAR FABIANI: No, se cobró bien. Y el jugador equis se llama
Peroni y es mi amigo y no estaba adelantado.
M. CAAMAÑO: Peroni es un pelotudo y el réferi estaba untado.
EDGAR FABIANI: (Que cada vez que putea pide perdón al cielo.) El
DT de Morón juega con la ley del orsay.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿Al achique?
EDGAR: Sí y el hijo de puta de Peroni…
DELIA: Bueno, no subamos el tono…
M. CAAMAÑO: Fue orsay.
EDGAR: No, fue un acto de justicia divina, una enmienda.
M. CAAMAÑO: No me digas “mierda” que te voy a dar un coscazo.
EDGAR: ¡Enmienda! ¡Enmienda!
M. CAAMAÑO: Ya ven, hay una parte de esta ley, supuestamente
tan geométrica, que queda librada a la prepotencia de la
interpretación subjetiva. (A EDGAR, amenazándolo con la escoba.)
De una manga de matones.
EDGAR: ¿Matones?
DELIA: (Le arrebata la escoba a CAAMAÑO.) Marta, ojo con Edgar.
Me lo llegan a lesionar y lo van a pagar todas muy caro, porque no
se recupera un centavo de la cooperadora, ¿eh? (Le deja la escoba a
GREGORINI.)
M. GREGORINI: Y yo tengo toda la responsabilidad de esa plata
que se usó para el mal.
M. ELIZARRAGA: No te te-te-te-te-nés que angustiar, Marta.
M. GREGORINI: ¿Angustia? No, Marta. Yo ya estoy más allá de
toda angustia. Yo tuve un lazo con esa cajita. ¡Y qué lazo! Tuve un
lazo con el contralor. Tuve lazo con miles de cosas que ustedes ni
saben, porque no preguntan, no preguntan nada, y avanzan, como
fantasmas, fantasmas de guardapolvos que atraviesan las paredes
de la secretaría y piden cosas. (A S. BRUNETTI.) “¿Cuándo cobro,
Marta?”, (a S. DOMBER) “Dame la llave del botiquín, Marta”, (a
DELIA) “Dame la plata para comprar un mediocampista, Marta.”
S. RIVAROLA: ¿Qué decís, Marta?
M. GREGORINI: Sí, porque esto se hizo así. Y ya está. Yo fui
cómplice de este latrocinio. Tengo un vale. Soy una ladrona. Como
todas ustedes. Edgar es mi botín. Así que no nos comportemos acá
como si fuéramos damas de tertulia. Somos peligrosas.
Inversionistas despiadadas. Y yo debo aprender a vivir con esto.
M. ELIZARRAGA: ¡Marta!
M. GREGORINI: ¡¿Qué?!
72

M. GREGORINI: Vos estás Con la “traducción” de S.


viendo una fo-fo-fo-fo-tografía… DOMBER.
muy negra de to-to-to-to-do lo S. DOMBER: Una foto.
que… De todo.

DELIA: ¡Ay por el amor de dios, si querés decirle algo, decilo, Marta!
M. ELIZARRAGA: Se lo estoy di-di-di-di-di-ciendo… Vos tenés que
recuperar la ca-ca-ca… ¡La calma!
M. CAAMAÑO: ¡Lo que hace falta recuperar acá es la honestidad,
Delia!
DELIA: ¿Ustedes me hablan de honestidad, a mí? ¿En serio, chicas?
¿En serio, Susana?
EDGAR: ¿Sabés lo que hacemos en el Depo con la honestidad de
Morón? ¿Querés ver por dónde nos la pasamos en el vestuario?

DELIA: ¡Gladys, vení a poner


orden! (Sale buscando a Gladys. M. CAAMAÑO: (Completamente
Las demás ven a S. RIVAROLA relajada.) Ay, ese lenguaje, me
con desconfianza.) hacés acordar a la cancha.
S. RIVAROLA: Ah, qué bien,
Delia. Yo iba mucho, en una época.

Lo de siempre. (Tratando de
buscar adeptas, que no halla.)
Vos te mandás la macana, y
después salís a buscar quién te EDGAR FABIANI: ¿A qué
arregle las cosas. cancha ibas vos?
MARTA CAAMAÑO: A la de
Nueva Chicago.

EDGAR: ¿Sabés lo que hice en


Vos dejás que esto pase. Chicago?

(A las demás.) Ella deja que las Yo limpiaba los baños, ahí.
cosas se salgan de control.

M. LOCOCO: Bueno, no se
lastimó nadie. Fui y copié sesenta líneas del
S. DOMBER: ¡Yo sí! Deuteronomio arriba de los
73

M. LOCOCO toma partido, dirige mingitorios.


una mirada acusadora a S.
RIVAROLA y sale en busca de
DELIA.
S. DOMBER: ¡Yo sí me lastimé! Y el que todo lo ve seguro que
S. RIVAROLA: Jodete. Por me vio, difundiendo la palabra.
hacerle caso.

Te dicen que hagas de pelota, y


vas y hacés. ¿Por qué no dejás Limpiar un baño es fácil, lo difícil
que haga ella de pelota… si tanto es limpiar la escoria del alma
quiere aprender los misterios del humana.
orsay?

M. CAAMAÑO: No, yo imagínese que los mingitorios no los vi. A


veces me comía un pancho, veía un poco de fútbol, después me
volvía a casa, sola. A corregir pruebas. Como una boluda.
EDGAR: Y bueno: si es una boluda, a lo mejor por eso no entiende
la decisión del referí.
M. CAAMAÑO: A mí no me va a venir a espolear así, caballerito,
que para algo hace 50 años que estoy al frente de un grado. ¡Yo le
voy a enseñar con esta escoba cómo se mueve una línea de orsay!
EDGAR: (Le arrebata la escoba.) Vos movela y yo te cago a
patadas.
S. RIVAROLA: Edgar Fabiani: ¡bajás esa escoba ya mismo o te vas
a arrepentir!
EDGAR: ¿Arrepentir? ¿Quieren ver lo que es vivir en el verdadero
arrepentimiento? (Las amenaza con la escoba en alto.)

35 / PISTOLA

DELIA: (Vuelve, seguida de GLADYS y M. LOCOCO, que tratan de


detenerla. DELIA trae una pistola, y pega un tiro al aire para calmar
el bochinche.) Acá se van a calmar todos, uno por uno. (A EDGAR
FABIANI.) Te trajimos como segundas madres. Nos jugamos el
pellejo. Yo tenía grandes planes para vos, chiquito.
EDGAR: Disculpe.
DELIA: Al final vas a resultar peor que Morondanga.
EDGAR: Disculpe, pero ella dijo que Mastrángelo…
74

DELIA: ¿Quién dijo? (Apunta con el arma.) Nombrá como se debe…


EDGAR: Bueno… Marta dijo que Mastrángelo…
M. CAAMAÑO: Dije que el juez estaba untado…
DELIA: ¡Ay, Marta! Vos… también…
EDGAR FABIANI aprovecha la distracción. Y le arrebata el revólver a
DELIA.
DELIA: (Sin comprender el nuevo giro de los acontecimientos.)
¿Qué hacés, ahora?
EDGAR apunta a MARTA CAAMAÑO.
Todas gritan en desorden y se acurrucan en un rincón. EDGAR
devuelve a CAAMAÑO al grupo.
EDGAR: Denme toda la guita que tienen encima. Y la ponen acá.
¿Qué se piensan? ¿Que van a tratar así a la gente? (Agarra a
MARTITA ELIZARRAGA y la arrastra por el piso.)
M. ELIZARRAGA: La que tiene plata es Lococo. (Todas menos ésta
asienten.)
EDGAR: ¿Y cuál es su cartera?
Todas señalan en distintas direcciones. Y comentan vaguedades:
“Una cartera verdecita…”, “¿Hoy trajiste el bolsito con tachitas?”
EDGAR FABIANI agarra a MARTITA ELIZARRAGA. Lleva el arma a su
cabeza y va disparar.
DELIA: (Se pone de pie.) ¡A cualquiera menos a ella!
EDGAR FABIANI la suelta y agarra a DELIA LOBO. MARTITA
ELIZARRAGA vuelve victoriosa al grupo.
DELIA: Yo lamento que nunca nos hayamos entendido, Marta. Pero
a mí la rama en serio me parece una cosa hermosa.
S. RIVAROLA: ¡No! ¡Sin Delia esta escuela se cae a cachos! Susana,
vos sos la más nueva.
S. DOMBER: ¿Qué? La más nueva es ella.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo plata!
EDGAR: (Muy tranquilo. Suelta a DELIA, que se derrumba como una
hoja a los pies de Edgar.) Vení, Rulo. Acercate. No tengas miedo.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo tarjetas! No entré en
contralor, cobro como suplente, todavía no me pagan…
M GREGORINI: A lo mejor le pagan el 20, Edgar.
TODAS: Sí, sí, el 20.
EDGAR: Mirá, Rulo, yo sé que vos me vas a entender. Shh. Ahora
vas a ir para allá, con tus amigas y les vas a pedir que te den la
guita, ¿estamos? Háblenlo.
S. BRUNETTI: Bueno, chicas, yo sé que ustedes no son mis amigas,
pero ya oyeron. O sea, ¿ustedes se creen que me gusta a mí ocupar
este rol? Pero me van a tener que ir dando la plata, los relojes.
75

M. CAAMAÑO: Ah, mirá vos. Él de los relojes no dijo nada.


EDGAR: Relojes, teléfonos. Vos, Tetas, las llaves del auto.
GLADYS: ¿Qué auto?
EDGAR: ¿Qué auto? (Vuelve a apuntar a DELIA. Griterío.)
S. BRUNETTI: Dame el teléfono, Susana.
S. RIVAROLA: Yo no tengo celular.
M. LOCOCO: Sí que tenés, si dijiste que no tenías crédito para
llamar a las empanadas.
EDGAR: Dáselo. Dámelo, Rulo. (Se lo pasan.) Seguí juntando.
(Llama por teléfono.)
S. RIVAROLA: Ay, mirá, ¿tiene crédito? Yo pensé que… ¿sabés lo
que debe ser? ¿Hoy es 8? Me parece que el mes de CTI corre de 8 a
8.
EDGAR: (Apuntándolas, habla por teléfono.) Hola, señora. ¿Está
Héctor Peroni?… ¡Héctor! Partidazo, ayer, ¿eh? … Che, acá dicen que
vos indujiste el orsay. ¿Se lo podés explicar? (Llama a MARTA
CAAMAÑO.)
M. CAAMAÑO: (Al resto.) Ya vamos a resolver nuestras diferencias.
No se preocupen.
MARTA CAAMAÑO habla por teléfono con Peroni.
M. CAAMAÑO: Hola… Sí, de ayer. (…) (A las maestras.) Se hace el
otario. (…) (A Peroni.) Si, en el segundo tiempo. (A las maestras.)
Ahora de pronto nadie se acuerda de cómo son las cosas. (A Peroni.)
No, no, si yo eso lo entiendo, pero póngase una mano en el corazón,
Pelloni, y dígame si no estaba del otro lado de la escoba…
EDGAR: Parece que no lo entiende.
DELIA: Basta, Marta. Se cobró bien.

EDGAR FABIANI: (Volviendo al M. CAAMAÑO: No. ¿Qué? ¿La


teléfono.) ¿Cómo andás de guita prepotencia ahora va hacer que
vos? el blanco sea negro y el negro
Ahá. sea blanco? Yo le doy la plata,
Ahá. Edgar, acá tiene lo mío, y acá si
Sí. quiero la ayudo a Susana a
¿No te querés dar una vuelta? juntar lo de todas. Pero no me
Por la 78. Dale. digan una cosa por otra.
(Corta. La situación parece
normalizarse.)

M. GREGORINI: (Levantándose como si nada.) Lo siento, Edgardo.


Lamento tu resentimiento.
76

EDGAR: (Agarrándola para que no se vaya.) Sí, yo también lo


lamento.
M. GREGORINI: Igualmente yo me voy de acá habiendo aprendido
cosas. Me voy a casa. Yo ahora tengo un perro. Un perro enorme.
De la calle. Lo agarré. Con mis alergias, y todo. Lo agarré. Me dije:
las alergias se van a ir cuando yo dé pasos importantes. Cuando
entendí que mi lazo con la cajita era algo que me hacía mal. Se
apareció este perro, grande, desnutrido, que no tenía a nadie y
ahora tengo un lazo. Le tengo que dar de comer. Él depende de mí.
Entendé mi situación, Edgar.
EDGAR: Yo la entiendo.
M. GREGORINI: Robé, quemé las velas, no hay vuelta atrás. Pero
ese perro me necesita. Quiero ser clara con vos.
EDGAR: Muy bien. Pero esperá un cachito. Te quiero enseñar otra
cosita más. Sentate.
EDGAR FABIANI agarra a MARTITA ELIZARRAGA y la mata de un
tiro.

36 / CORPIÑOS

EDGAR: A ver si me sienten. Hay un camino que se abre en otros y


uno duda. Yo acá tengo ocho opciones. Esta prueba es muy difícil.
Parece que todavía me falta algo por hacer. ¿Qué quiero yo? ¿La
plata? ¿Matar Martas? ¿Asesinar Susanas? ¿Arreglar alguna cuenta?
¿Con quién? ¿Cajita? ¿Tetas? ¿Jopito? ¿La Rulo? ¿Ésta?
S. RIVAROLA: ¡Hacé algo, Delia!
DELIA: (Heroica, llorando, frágil.) ¿Vos me querés violar, Edgar?
¿Vos querés sexo?
EDGAR: No. El sexo sin amor no va.
DELIA: Yo te amo, Edgar.
EDGAR: ¿Qué?
DELIA: Yo te amo desde que te vi en el campito.
EDGAR FABIANI: Yo pienso que todas ustedes están
desesperadas. Si podías lo comprabas a Peroni, vos. Pero no: yo era
la opción más barata, ¿no? Miren, maestras, les doy una lección:
anoten esto. “Lo barato sale caro”.
DELIA: Anoten, chicas, hagan lo que dice…
Por lo bajo, se escuchan algunos comentarios:
GLADYS: ¿Una birome?
M. GREGORINI: ¡No, ahí no anotes que es el contralor!
S.DOMBER: Yo después hago fotocopia.
77

EDGAR: Eso, anoten. Cien veces, anoten. “El tiempo se agota. El


tiempo nos es dado para que hagamos grandes cosas. Y si las cosas
que hacemos son chiquitas, el tiempo es chiquito.” ¿Están anotando?
¿Terminaron? (Súbitamente, a MARTA GREGORINI.) Vos te podés ir.
M. GREGORINI: Bueno, chicas, yo llamo el martes. A ver si se
solucionó todo. Ah, y que aparezca la llave. (A EDGAR FABIANI.) Si
te dicen quién tiene la llave, buenísimo. (Sale.)
EDGAR: (A SUSANA BRUNETTI.) Rulo, ¿vos manejás?
S. BRUNETTI: Yo quería ser maestra jardinera.
EDGAR: ¿Y qué pasó?
S. BRUNETTI: ¿Viste lo de los ocho caminos que dijiste? Yo era una
chica confundida, ¿qué iba a hacer? Cuando una por ahí necesita un
consejo posta, lo único que yo tuve fue la Guía del Estudiante. La
hojeé, la miré, no sé, tantas opciones sin ninguna salida laboral…
Escuelas habrá siempre… Aunque nos caigamos a cachos, escuelas
va a seguir habiendo…
EDGAR: Mirá, yo la primera vez que agarré la Biblia no entendí
nada. Le tenés que poner el corazón. Andate, Rulo. No seas giluna,
no avises a la cana, que por ahí salvás a alguna de éstas. Y mejorá
la zurda. Y ponele más garra a los pibes.
S. BRUNETTI: Bueno. No digo nada. Chau, chicas. (Se va.)
M. LOCOCO: Bueno, yo tengo que seguir con mis asuntos, también.
EDGAR: Vos te sentás en el piso.
M. LOCOCO: No, es que vos no entendés. Yo no soy maestra de
acá.
EDGAR: Yo lo que entiendo es que estás entre mis primeras
opciones.
M. LOCOCO: Y yo te entiendo. Yo en tu situación, qué no sé cuál
es, haría lo mismo, que tampoco sé qué es. Lo que estás haciendo.
Mirá, Edgar: esto es un negocio. Dejá ir a dos, y yo te doy el diez por
ciento de lo que entre los dos recuperamos de lo que me deben en
blusas.
EDGAR: No, mejor la mato a ésta. (Le apunta a S. DOMBER.)
M. LOCOCO: ¡El quince, te doy el quince!
EDGAR: Ahá. ¿Y a cuántas tengo que matar para que me des el
20% de la plata que YO les estoy chafando?
M. LOCOCO: Si me repetís la pregunta seguro que podemos llegar a
un número que nos cierre a todas.
EDGAR: Sacate la blusa.
M. LOCOCO: ¿Estás loco?
EDGAR: Todas. En pelotas.
S. RIVAROLA: De ninguna manera.
78

EDGAR apunta a S. DOMBER. Mientras, DELIA ha reptado hasta


volver a sumarse al grupo de maestras temblorosas.
S. DOMBER: ¡Por lo que más quieras, Marta, sacate todo!
M. LOCOCO: Muy bien, tranquilo. Estamos negociando. Nos
sacamos las blusas y vos cambiás tu actitud. Si no, nada, chicas.
(Tiempo.) OK. (M. LOCOCO comienza a desvestirse. El resto de las
maestras la sigue.)
EDGAR las apunta, se apresuran a sacarse la ropa.
EDGAR: Los zapatos no hace falta. A ver qué más aparece, acá.
(Recuenta el botín.) Es magro. Doce pesos. Un reloj Tissot.
GLADYS: Sí, ése lo puse yo.
EDGAR: Gracias. (Vuelve a llamar a Peroni.) El cronómetro no anda.
GLADYS: No. Es más para cancherear.

EDGAR: (Al teléfono.) Che, Las maestras se miran los


Peroni. No vengas. No se corpiños. Por lo bajo, se
recaudó nada. (…) ¿Vos decís? escuchan comentarios: “¿Éste se
(…) No sé, no me parece. (…) lo compraste a Marta?”, “No, es
(A las maestras) del Once”, “Las que tienen
¿Ustedes me van a denunciar? buenas cosas son las bolivianas
de Morón”, “Uy, yo hace seis
meses que no voy a Morón”.

TODAS: ¡No! ¡No!


EDGAR: ¿Y las que se fueron?
TODAS: No, no, tampoco.
EDGAR: A la paliducha la dejé ir porque me mataba de lástima.
¿Qué es lo que le pasó?
DELIA: Ella…
S. RIVAROLA: Resulta que…
EDGAR: ¿Qué le pasó, Tetas?
GLADYS: Bueno, parece que hace un año…
S. RIVAROLA: No, ya hace como dos…
EDGAR: Me mataba de lástima. Encerradita en secretaría,
tarareando Yesterday. Adoptó un perrito. Nunca se sabe qué es lo
que te salva, por qué El-Que-No-Se-Nombra-En-Vano te elige o te
deja a un lado. Pero ustedes son unas yeguas increíbles, con el
mayor de los respetos. Ustedes son yeguas en mi camino. El-Que-
No-Se-Nombra ha querido que nuestros caminos se toquen.
Tóquense.
79

Las maestras quedan en corpiño, se tocan sollozando unas sobre


otras, apiladas en un rincón.
EDGAR: ¿Van a ir a la cana?
TODAS: ¡No!
EDGAR: ¿Cómo? No las oigo.
TODAS: ¡No! ¡No!
M. CAAMAÑO: No, que yo una vez salí de testigo de tránsito y me
robaron un llavero cortauñas.
EDGAR: (Apunta a S. RIVAROLA.) ¿Y vos?
S. RIVAROLA: No, yo no.
EDGAR: ¿Segura?
S. RIVAROLA: Claro, me ves cara de buchona… pero te juro que
no…
DELIA: Mirá, Edgar: ella estuvo levantando firmas para hacerme
una denuncia en Consejo, es cierto.
M. LOCOCO: Yo se lo dije. ¡Fui yo!
S. RIVAROLA: No, Delia, mirá.
DELIA: Pero también es porque yo le di motivo…
S. RIVAROLA: No, Delia, mirá. Mirá, Edgar. Miren. El petitorio con
las firmas. (Lo rompe.) Ya está. Libre, por fin. Nunca me sentí más
yo misma que en este momento.
EDGAR: ¿Así que no vas a decir nada?
S. RIVAROLA: ¡Pero no! Si acá prácticamente no hay delito. Si
nosotras te compramos.
DELIA: No, Susana, tenías razón, fue mi culpa, yo me cegué.
S. RIVAROLA: No, Delia. Yo pude haberte parado y no lo hice.
DELIA: ¿Por qué? ¿Por qué nadie me para, nunca?
S. RIVAROLA: Porque vos… vos tenés razón… Hay que estar loca
para dirigir una escuela. Y el mundo no es de los cobardes. Ya
aprendí mi lección. Y yo no voy a ser más una cobarde.
M. LOCOCO: ¡Y yo no voy a ser más una correveideile!
EDGAR: Eso, eso, tóquense. (A S. DOMBER.) Vos tocate con Tetas.

37 / INDIA

DELIA intenta irse arrastrándose por el suelo. EDGAR FABIANI la


retiene, la agarra de un tobillo y la arrastra.
DELIA LOBO: ¿Qué querés de mí? ¿Por qué todos quieren algo de
mí?
80

EDGAR: ¡Ah! Hoy es tu día de suerte. ¿Qué quiero yo? ¿Qué quiere
Él de vos? Mirá. Acá tengo un encendedor que le gané a un pibe de
cuarto en los penales. Si prende, te salvás. Si no prende, te mato.
EDGAR FABIANI le pone el revólver en la nuca. DELIA LOBO no
repara en nada. Sacude la cabeza negativamente.
EDGAR: ¿Vos qué querés, directora?
Prueba el encendedor. No anda. Apuntando a DELIA, da un paso
hacia atrás.
DELIA LOBO: Yo quiero un gomón que me saque de todo esto.
EDGAR: Cuando te toca, te toca.
DELIA: Quiero remar, desnuda, río abajo.
EDGAR FABIANI la escucha un instante: el discurso de DELIA es
desesperado y enigmático. EDGAR lo escucha y luego se va, solo,
confundido. Abandona su botín y sale. DELIA LOBO sigue hablando
sin darse cuenta de que se ha ido.
DELIA: Quiero ser una india, cubierta de joyas, quiero sentir el frío
de la esmeralda entre mis senos, y remar, remar hacia el sur, a
donde van las almas cuando ya han cumplido la tarea en esta tierra.
Tierra de penumbras… y de barro...

38 / SEISDEDOS

SUSANA RIVAROLA se levanta para contener a DELIA LOBO.


S. RIVAROLA: Mirá cómo tenés acá.
DELIA: Ay, sí, estoy hecha un cocoliche.
S. RIVAROLA: Sos una gran mujer
Se abrazan.
DELIA: Y vos sos mi mano derecha. Mirá si entraba algún pibe, Susi.
Si este loco lastimaba a alguno yo voy sumariada y presa.
S. RIVAROLA: ¡Yo comparto la responsabilidad con vos, Delia!
DELIA: Dejá, dejá, Susana. Si vuelve a pasar, salvate, vos. Viví.
S. RIVAROLA: No. Chicas, acá, si una cae, caemos todas. Como en
una banda.
DELIA: Como en la banda de Seisdedos.
GLADYS: Seisdedos es el policía.
Pausa general.
DELIA: ¿Cómo?
GLADYS: El detective… se llama Seisdedos.
DELIA: ¿Cómo?
GLADYS: El que los agarró. No el chorro.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
81

M. CAAMAÑO: ¿Cómo?
GLADYS: Que el policía…
DELIA: ¿Y los hombres desnudos…?
GLADYS: Uruguayos, eran. Al de traje gris lo agarraron en
Aeroparque.
M. CAAMAÑO: ¿A dónde se quería ir?
GLADYS: No se quería ir a ningún lado: vino de Uruguay.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
DELIA: Yo debo haber entendido todo mal. Todo mal.
S. DOMBER: ¿Pero y el túnel? ¿Era mentira?
GLADYS: ¿Qué túnel?
DELIA: Me quiero morir. ¿No cavaron un túnel?
S. DOMBER: Lo de Sabato…
GLADYS: Entraron por un túnel…
S. DOMBER: Porque Cajita dice que es mentira que Sabato haya
escrito “El Túnel”…
M. CAAMAÑO: En tres palos verdes, lo aseguró. ¿Sabés qué racha?
¿Cobrar tres palos verdes por algo que nunca te tomaste el trabajo
de escribir?
GLADYS: ¿Qué? Lo escuché hoy en la radio. La mujer de uno. Los
entregó a todos, estaban detrás del tipo de traje gris que aparece en
los videos de seguridad del banco, y el detective Seisdedos…
M. CAAMAÑO: ¿Pero Seisdedos quién es?
DELIA: Basta, no sigan. No sigan, chicas. No se entiende lo que
pasó. Dejémoslo acá.

Buenos Aires, diciembre de 2006

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