El terremoto del 31 de mayo de 1970 y el estado peruano:
mitigación de riesgos y el plan de reconstrucción urbana para
las zonas afectadas por la catástrofe
El 31 de mayo de 1970, un terremoto de 7,8 grados
en la escala de Richter afectó a 22 provincias de los
departamentos de Lima, Ancash y La Libertad, en el
Perú, y dejó un saldo de 70 mil muertos. Ante la
emergencia, el Estado organizó inmediatas acciones
de asistencia y rescate, a las que se sumó ayuda hu-
manitaria proveniente de todo el mundo. Al constatar
la devastación de la infraestructura en muchas ciuda-
des del interior del país, el gobierno del Gral. Juan
Velasco Alvarado vio la urgencia de crear la Comi-
sión de Reconstrucción y Rehabilitación de la Zona
Afectada (CRYRZA) para que, desde un nivel multi-
sectorial, se realizaran innovadores estudios técnicos
que permitiesen mitigar los riesgos frente a nuevas
catástrofes. A este esfuerzo se sumó la comunidad in-
ternacional para cooperar activamente con la ejecu-
ción de estudios geológicos, sismológicos, geomor-
fológicos, topográficos, glaciológicos, etc., y la
entrega de donaciones y créditos que apoyasen la in-
versión del Estado peruano en las tareas de recons-
truir el país. Así, se evaluaron los daños estructurales
en muchas ciudades del interior y se determinó un
nuevo programa de vivienda que establecía condicio-
nes de habitabilidad y materiales de construcción, en
cuya ejecución participaron técnicos expertos de or-
ganismos mundiales. Del mismo modo, en el puerto
de Chimbote se trazó un plan integral de reconstruc-
ción y desarrollo urbano. La presente comunicación
tiene por objetivo analizar la incidencia de los devas-
tadores efectos de este sismo en la sociedad peruana,
y como el Estado y la cooperación internacional su-
Libro 1 Congreso.indb 95
Victor Emilio Álvarez Ponce
maron esfuerzos para ejecutar un nuevo plan urbano
regional, con criterios de prevención, que buscaron
reducir vulnerabilidades y limitaciones infraestructu-
rales, algo nunca antes ocurrido en la historia de la
República.
LOS EFECTOS DEL TERREMOTO DE 1970
El 31 de mayo de 1970, a las 15 horas con 23 minu-
tos, se produjo un devastador terremoto de 7.8 gra-
dos en la escala de Richter que afectó a 22 provincias
de los departamentos de Lima, Ancash y La Libertad,
en la costa peruana. El epicentro del sismo se halló a
50 km de la costa, entre las ciudades de Casma y
Chimbote, en el Océano Pacífico, y su rango de des-
trucción alcanzó los X y XI grados en la escala de
Mercalli. En total, fue afectado un espacio aproxima-
do de 83 mil kilómetros cuadrados del territorio pe-
ruano.
Cabe señalar que dentro de dicha zona afectada se
ubica la cordillera Blanca, una cadena de montañas
nevadas ubicadas en el departamento de Áncash, que
conjuntamente con la cordillera Negra, forman el ca-
llejón de Huaylas por el cual fluye el río Santa, el
más caudaloso de la costa peruana, y donde se hallan
importantes ciudades del departamento, densamente
pobladas, como Huaraz (capital), Recuay, Carhuaz,
Yungay y Caraz. Esta falla, que alcanza los 200 kiló-
metros aproximadamente, es el resultado del levanta-
miento de la Placa Sudamericana por acción del
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 96 V. E. Álvarez
efecto de subducción de la Placa de Nazca, dentro de
la cual se encuentra el nevado más alto del Perú, el
Huascarán, con una altura de 6768 metros sobre el
nivel del mar. La cordillera Blanca cuenta con 660
glaciares, 330 lagunas y 50 ríos de origen glaciar,
además 33 sitios arqueológicos. Desde 1975 fue de-
clarado como espacio natural protegido por el Estado
peruano, y en 1985 fue nombrado Patrimonio Natu-
ral de la Humanidad (SERNARP 2015). Hoy por hoy
es la zona del país más afectada por el cambio climá-
tico y una de las más vulnerables a avalanchas gla-
ciares y desbordes de lagunas, ante la ocurrencia de
terremotos de gran magnitud, como el ocurrido en
1970.1
En efecto, el sismo dejó un saldo de 70 mil muer-
tos, 18 mil de los cuales perecieron en la ciudad de
Yungay al ser víctimas de una apocalíptica avalancha
que se originó con el desprendimiento de un sector
del glaciar norte del nevado Huascarán, el cual se
precipitó hacia el valle y descendió a una velocidad
de 320 km/h. Así, tres minutos después de haber cul-
minado el sismo, el aluvión enterró por completo a
todo el emplazamiento, cuyo origen databa del perio-
do colonial. En Huaraz, se registraron alrededor de
15 mil fallecidos; y en el principal puerto de la re-
gión, Chimbote se tuvo un saldo de 3 mil muertos.
Asimismo, toda la infraestructura urbana y rural de
Figura 1
Mapa de la cordillera Blanca y la región Áncash (Fuente:
SERNARP)
Libro 1 Congreso.indb 96
la región afectada colapsó de manera estrepitosa, de-
jando a más de 150 mil damnificados y heridos.
El volumen de los daños materiales fue impresio-
nante: se registraron 70 mil viviendas que necesita-
ban reconstruirse desde sus cimientos;2 de 38 pobla-
ciones afectadas, 15 quedaron con su infraestructura
destruida en más de un 80%, el resto con daños de
consideración; en 18 ciudades con un total de 309
mil habitantes y en 81 pueblos con una población de
60 mil personas, los servicios de agua potable y al-
cantarillado quedaron inhabilitados; la capacidad de
energía eléctrica de los departamentos de Áncash y
La Libertad quedó reducida a un 10%, debido a los
serios daños causados a la Central Hidroeléctrica de
Huallanca; el 77% de las vías de comunicación entre
Áncash, Lima y La Libertad se vio interrumpida; en-
tre otros daños considerables (CRYRZA 1971: 5).
Ante tales cifras, el desastre de 1970 configura la
mayor tragedia de la historia peruana, y a ella se su-
maron factores externos como lo accidentada de la
geografía de las zonas afectadas y la consecuente in-
comunicación, lo que determinó el desamparo de re-
giones enteras durante los primeros días posteriores.
No obstante, al poco tiempo se desplegaron las pri-
meras acciones de emergencia por parte del gobier-
no, haciendo titánicos esfuerzos por llegar a las ciu-
dades y pueblos que requerían de asistencia
inmediata. Esta misión contó con una espontánea y
masiva colaboración de países y organizaciones in-
ternacionales de las distintas partes del mundo, con
lo que se puedo prestar paulatinamente el debido au-
xilio posible. Sin embargo, la tarea inmediata era
pensar en un plan de reconstrucción y rehabilitación
en el que el gobierno se propuso coordinar de forma
conjunta con la sociedad nacional.
UN PLAN PARA RECONSTRUIR TRANSFORMANDO
Es importante acotar que la catástrofe de 1970 se
producía en medio de una coyuntura social y política
nacional compleja. Desde 1968, el Perú estaba bajo
el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas,
surgido a raíz del golpe de Estado que lideró el Gral.
Juan Velasco Alvarado. Con la Junta Militar en la di-
rección estatal, se había iniciado una política de re-
formas sociales y económicas en todo el país.3 Sobre
la base de medidas autocalificadas como «progresis-
tas», se buscó establecer un nuevo orden económico-
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 El terremoto de 1970 y el estado peruano
social en el Perú, lo que suponía transformaciones ra-
dicales del status quo nacional, aumentando
considerablemente la propiedad pública, en detri-
mento de la privada. C. Parodi indica que este nuevo
Estado, nacionalista, antioligárquico, y socialista no
se enmarcaba dentro del marxismo clásico, sino que
se trataba de un modelo orgánico-estatista,4 en don-
de el gobierno tiene un rol integrador, pero a su vez
intervencionista (2011: 103). Finalmente, ya a un ni-
vel estrictamente económico, E. Fitzgerald indica
que en aquel momento se creó un «capitalismo de es-
tado»; es decir, un sistema mediante el cual el Estado
asume la responsabilidad de organizar la inversión,
producción y acumulación macroeconómica (1981:
65-97), lo que suponía que la propiedad pública, en
muchos casos, reemplazara a la privada en aquellos
sectores que resultaban claves para el desarrollo.5
Dado este contexto nacional, el terremoto de 1970
acaecía en medio de un amplio proceso de transfor-
maciones institucionales en el país (Contreras y Cue-
to 2007: 330-333), por lo que sus efectos resultaron
profundamente catastróficos. En un mensaje a la na-
ción, algunas de las primeras declaraciones Velasco
sobre el desastre aludían a que este se manifestaba
coincidentemente en dicho proceso de reestructura-
ción:
Al pensar hondamente en esta tragedia, es imposible no
reparar en el hecho de que ella aconteció cuando vigoro-
samente nuestro país desarrollaba su esfuerzo revolucio-
nario en pos de los grandes objetivos de una transforma-
ción nacional que resume la esencia de los grandes
ideales que viven muy profundamente en el corazón de
nuestro pueblo. (Álvarez 1970)
Así, al constatar la devastación en muchas ciuda-
des del interior del país, Velasco vio la urgencia de
crear la Comisión de Reconstrucción y Rehabilita-
ción de la Zona Afectada (CRYRZA), la cual se con-
formó con la participación de empresarios y destaca-
dos miembros de la sociedad civil, de la Iglesia
Católica y de los altos mandos del Ejército. Sus di-
rectrices serían comprendidas como órdenes de ori-
gen ministerial en calidad de emergencia y de aplica-
ción inmediata.
No obstante, la principal misión que el gobierno le
encomendó al CRYRZA era la de «reconstruir trans-
formando las antiguas estructuras socio-económicas
de la zona, sacándola del agudo estado de subdesa-
rrollo que la había caracterizado hasta el sismo»
Libro 1 Congreso.indb 97
97
(CRYRZA 1971: 31). Para el Estado, esta transfor-
mación debía partir por una reconstrucción de las in-
fraestructuras física de todas las provincias, pero
principalmente de las comprendidas en el
departamento de Áncash. Así, las acciones de plani-
ficación fijadas debían comprender un proyecto que
sirva de apoyo a un futuro plan de inversiones por
parte del Estado. Esta propuesta recibiría el nombre
de «Plan de Rehabilitación y Desarrollo de la Zona
Afectada por el Terremoto».
Dado que la tarea era la reconstrucción de la in-
fraestructura nacional afectada, esta comprendió dis-
tintos sectores del aparato gubernamental, tales como
transportes y comunicaciones, energía, agricultura,
educación, salud, industria y pesquería, entre otros.
Se trataba de la organización de estudios y obras de
naturaleza multisectorial que comprometían aún más
los esfuerzos conjuntos de cada uno de las carteras
del gabinete de ministros. Pero sin duda, uno de los
sectores en que incidió con mayor gravedad el terre-
moto es el de la vivienda, sobre el cual profundizare-
mos con mayores alcances.
El sector vivienda y construcción
Dado que la masiva destrucción de casas no solo ha-
bía causado la pérdida de miles de vidas, sino que
además había dejado millones de metros cúbicos de
escombros por remover y esta una tarea que requería
de especial atención. De esta forma, el CRYRZA
evaluó los daños estructurales en muchas ciudades
del interior de la región y se determinó un nuevo pro-
grama de vivienda local que establecía condiciones
de habitabilidad y materiales de construcción, en
cuya ejecución participaron técnicos expertos de or-
ganismos mundiales.
Ante esta situación de emergencia, el CRYRZA
coordinó la construcción de casas básicas prefabrica-
das, en toda la región, de acuerdo a las localidades
afectadas. Así se distribuyeron en Chimbote 4800 vi-
viendas; en Huarmey, 600; en Casma, 400; en Ba-
rranca, 500; en Huaraz, 1400; en el Callejón de Con-
chucos, 400; entre otros lugares. Para 1971 se
informaba más de 8 mil casas básicas repartidas en
Ancash, por un valor de 551 millones de soles. Asi-
mismo, para estimular la participación de la empresa
privada en la solución del problema de la vivienda, el
CRYRZA diseño un plan de adjudicación de terrenos
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eriazos con fines de habilitación urbana para la reali-
zación de programas de interés social (CRYRZA
1971: 50).
No obstante, el CRYRZA reconoció que la mayor
parte de la reconstrucción de las viviendas iba a ser
una tarea particular de los propios pobladores, lo que
era una tradición de ya larga data. Ante esta realidad,
el planteamiento de la comisión fue la elaboración de
un «Manual para la construcción de viviendas con
adobe» en el que se explicaban los principios básicos
para construir correctamente con dicho material. El
mismo comprendía una detalla explicación de cómo
se debía seleccionar la tierra, el proceso de elabora-
ción de la masa, la fabricación y dimensiones de los
adobes, la manera de colocarlos, la forma de hacer
los cimientos, las exigencias de seguridad de las vi-
gas, puertas y ventanas, entre otras indicaciones. El
propósito no era otro que el de suplir la aguda esca-
sez de vivienda en medio de la crisis y una rápida so-
lución por parte de la población en el empleo del tra-
dicional material de construcción, el mismo que
podía ser utilizado con seguridad, incluso en zonas
sísmicas, si se respetaban las prescripciones técnicas.
Cabe señalar que, desde tiempos ancestrales, en
los Andes se utilizaron distintos tipos de materiales
de construcción, tales como adobe6 en muchas for-
mas, piedra natural o pulida, barro apisonado o ta-
pial, quincha,7 etc.; con los cuales se edificaron ca-
Figura 2
Ilustración para una buena y segura construcción de vivienda en adobe (Fuente: CRYRZA)
Libro 1 Congreso.indb 98
sas, palacios, fortalezas, murallas, entre otros.
Debido a su eficacia, durabilidad y resistencia, di-
chos materiales fueron utilizados también en las
construcciones propias del periodo virreinal, y conti-
nuaron en uso hasta el presente (Bueno 2008: 82).
Así, para el CRYRZA incluir a estas formas tradicio-
nales de construcción fue central para una rápida re-
habilitación de las zonas afectadas.
Parte del plan, desde una perspectiva multisecto-
rial, también comprendía ejecutar una serie de estu-
dios y obras que permitiesen una rehabilitación urba-
na y rural, que en un mediano y largo plazo,
permitiese el desarrollo sostenible de la región afec-
tada. Por ello, se propusieron estudios para la evalua-
ción de los recursos naturales del Callejón de Hua-
ylas, Callejón de Conchucos y la sierra de La
Libertad; así como la capacitación para la formación
de cooperativas de organización comunal que explo-
ten dichas bondades con asesoría por parte del Esta-
do. Con vinculación al proyecto de Reforma Agraria
se daría paso a institucionalización de dicha asesoría
con la creación en 1971 del Sistema Nacional de
Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para or-
ganizar a la población campesina (Mayer 2009).
Finalmente, una especial atención mereció el puer-
to de Chimbote, dada la severa afectación que pade-
ció luego del terremoto, quedando con el 50% de su
infraestructura arruinada y un saldo de 3 mil muer-
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 El terremoto de 1970 y el estado peruano
tos. Su importancia como enclave económico, indus-
trial y pesquero evidenciaba un exponencial creci-
miento urbano y poblacional en un futuro cercano.
La proyección para 1980 era que la ciudad albergaría
a cerca de medio millón de habitantes, dadas las acti-
vidades metalúrgicas y portuarias que se estaban de-
sarrollando, cada vez con mayor inversión nacional y
extranjera (CRYRZA 1971: 54).
En vista de esta difícil problemática el CRYRZA
decidió trazar un plan integral de reconstrucción y
desarrollo urbano, para lo cual creó la Oficina del
Plan de Desarrollo Urbano de Chimbote para la eje-
cución y realización de obras que pudiesen confor-
mar una ciudad organizada y eficiente.
Aun así, el planteamiento de un «nuevo
Chimbote» partía de problemas no muy fácilmente
superables. El semidestruido puerto, cuya estructura
urbana era desordenada y vulnerable ante la
ocurrencia de sismos, presentaba dificultades
surgidas con el propio proceso de industrialización,
tales como la contaminación del aire y del agua, falta
de servicios básicos, una extensión caótica de las
zonas de vivienda, falta de adecuadas vías de
comunicación, entre otros.
El proyecto de desarrollo urbano comprendió una
serie de líneas de acción, siendo las más importantes:
una solución integral al sistema portuario de Chim-
bote, un programa de créditos supervisados para la
construcción de viviendas, un reglamento nacional
de construcciones adecuado a la realidad del valle
Figura 3
Viviendas provisionales en forma de iglú, donada por la República Federal de Alemanía
Libro 1 Congreso.indb 99
99
del Santa, adjudicación de tierras para viviendas de
interés social, la reestructuración del casco urbano,
una política para el asentamiento de viviendas en
áreas de expansión, la determinación de nuevas áreas
industriales, entre otras (CRYRZA 1971: 57-58).
Apoyo técnico internacional para la
reconstrucción
Sin embargo, todos los esfuerzos del gobierno no hu-
biesen podido cristalizarse al nivel planificado de no
haber contado con el apoyo de distintas instituciones,
organismos y Estados, a nivel internacional. A este
titánico esfuerzo de solidaridad con los más necesita-
dos se sumó una activa cooperación proveniente de
todo el mundo para la entrega de donaciones y crédi-
tos que permitiesen la inversión del Estado peruano
en las tareas de reconstruir el país. Aquí destacaron
los esfuerzos de naciones como la República Federal
de Alemania, los Estados Unidos, la Unión Soviética,
el Reino Unido, Japón, Chile, Argentina, Cuba, Es-
paña, Francia, Holanda, Suiza, Suecia, entre otros;
junto a instituciones como las Naciones Unidas, la
OEA, la UNESCO, Caritas Internacionalis, etc.
Mucha de la ayuda prestada consistió en infraes-
tructura prefabricada para asistir a los damnificados,
tanto en viviendas como en hospitales y escuelas. Da-
dos los distintos orígenes de estas fábricas, en todo el
callejón de Huaylas coincidieron distintas arquitectu-
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 100 V. E. Álvarez
Figura 4
Casa prefabricada donada por la Unión Soviética
ras de viviendas provisionales, propias de cada país
donante. Las primeras ayudas llegaron desde la Unión
Soviética, con 100 casas prefabricadas; del Reino Uni-
do, con cuatro escuelas; de Chile, con 125 viviendas y
seis hospitales rurales; de Cuba, seis hospitales rura-
les; de Alemania Federal, 250 iglús, entre otros pro-
yectos de financiación de este tipo de moradas con re-
cursos de Bélgica, Holanda, Canadá y otras naciones.
Pero la labor reconstructiva más prolongada fue la
hecha por los gobiernos de Estados Unidos, Alema-
nia Federal y Suecia. Por intermedio de las Naciones
Unidas, se contó el apoyo de la Unidad Técnica Sue-
ca en las tareas de la reconstrucción de asentamien-
tos urbanos en Recuay (CRYRZA 1971: 53). Por su
parte, con una activa colaboración de la Primera
Dama de los Estados Unidos, la Sra. Pat Nixon, se
procedió al traslado de un equipo técnico para la re-
construcción en material noble de la ciudad de Hua-
raz. (Grassie 1970). Finalmente, un equipo de la
Cooperación Técnica Alemana se estableció en la re-
gión para trabajos en conjunto con el Estado y la
Iglesia católica (Novak 2004: 163).
CONCLUSIONES
En medio de un amplio proceso de transformaciones
institucionales y de estructuras socio-económicas en
Libro 1 Congreso.indb 100
el Perú, un proyecto dirigido por la Junta Militar del
Ejército quienes lideraban el país luego del golpe de
Estado de 1968, el terremoto de 1970 acaecía en una
coyuntura nacional compleja, por lo que sus efectos
resultaron profundamente catastróficos, principal-
mente con un saldo de 70 mil muertos y desapareci-
dos. Con casi la totalidad de la infraestructura urbana
y rural del departamento de Áncash, el gobierno pe-
ruano, contando con el apoyo técnico y financiero de
organismos internacionales y de naciones solidarias,
organizó una asistencia inmediata a los más de 150
mil damnificados en la región.
Así, con la creación del CRYRZA, el Estado pe-
ruano organizó un plan de reconstrucción y rehabili-
tación de las zonas afectadas, el mismo que com-
prendió una política en el sector vivienda, tanto de
obras públicas e infraestructura, como de planifica-
ción urbana y rural buscando un desarrollo sostenible
a futuro. Más aún, viendo la realidad de que mucha
de la fábrica reconstructiva, principalmente en las zo-
nas rurales, sería realizada por los propios poblado-
res, como era una tradición, el gobierno se organizó
un plan de difusión para la promover una adecuada
construcción de vivienda en adobe, con especifica-
ciones técnicas sismoresistentes. Esto representa el
primer proyecto pos desastre de una normativa de
construcción nacional en el Estado peruano.
NOTAS
1. Para mayor información sobre los efectos del cambio
climático en la cordillera Blanca revisar Comunidad
Andina de Naciones (2007), M. Carey (2014), entre
otros.
2. La cifra no termina siendo del todo exacta, dado que el
diario El Peruano anunciaba que el terremoto ha des-
truido más de 86 mil viviendas en todo el departamento
de Áncash. El Peruano, 12 de junio de 1970.
3. Entre los principales procesos de transformación que se
siguieron en el gobierno militar estuvieron la Reforma
Industrial (1968), la Reforma Agraria (1969), la Refor-
ma Educativa (1972) y la Reforma de los Medios de
Comunicación (1974). Para mayor información sobre el
proceso político peruano a partir del golpe de Estado
por parte de las Fuerzas Armadas, revisar J.M. Caballe-
ro (1981), A. Lowenthal y J. Jaquette (1986), entre
otros.
4. Parodi señala que el término orgánico alude a una vi-
sión normativa que indica que los diferentes miembros
de una sociedad se combinan armoniosamente para de-
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 El terremoto de 1970 y el estado peruano
sarrollar todo el potencial de sus individuos; estadista
porque el gobierno militar sostenía que aquella armo-
nía no ocurrí espontáneamente en el proceso de evolu-
ción histórica, sino que, para lograrla, se necesitaba de-
cisiones que provengan desde el Estado, quien lograría
unir a la sociedad civil a través de sus reformas. Es de-
cir, constituir un Estado fuerte e intervencionista (2011:
103).
5. Este modelo económico descansaba en la inversión pú-
blica y en un creciente papal de un Estado planificador
del desarrollo, con una consecuente inversión del sector
privado en este nuevo entorno de protección. Revisar
Parodi (2011: 132-135).
6. El adobe es una pieza para construcción hecha de una
masa de barro (arcilla y arena) mezclada con paja, mol-
deada en forma de ladrillo y secada al sol. De acuerdo
a ciertas especificaciones técnicas puede ser muy resis-
tente ante fenómenos sísmicos. Revisar Rubiños
(2009).
7. La quincha es un entramado de caña o bambú recubier-
to con barro, muy eficaz como material antisísmico de-
bido a la elasticidad del entramado, el cual absorbe las
vibraciones evitando que se propaguen por el resto de
la estructura. Revisar PREDES (1993).
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