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La ciudadanía

Es el conjunto de derechos que tienen las personas como sujetos y los deberes que
de ellos se derivan. Ese "conjunto de derechos", ha ido transformándose y
evolucionando paralelamente al desarrollo de la sociedad, fundamentalmente, a lo
largo de los últimos tres siglos.

Ciudadanía Civil: La ciudadanía civil se construye de otra manera. Los vínculos


que la configuran no emergen del orden jurídico, sino de los fines comunes
derivados de la cooperación y la acción solidaria.

Hablar de ciudadanía es hablar de la relación entre el individuo y el Estado. La


ciudadanía se puede definir como el conjunto de derechos y deberes que hacen del
individuo un miembro de una comunidad política, en un lugar determinado, y a partir
de una serie de valores que rigen su actuación en el espacio público.

La nacionalidad guatemalteca se determina conforme a las disposiciones de la


Constitución vigente a la fecha de nacimiento de la persona.

Nacionalidad de origen. Son guatemaltecos de origen, los nacidos en el territorio de


la República de Guatemala, naves y aeronaves guatemaltecas y los hijos de padre
o madre guatemaltecos, nacidos en el extranjero. Se exceptúan los hijos de
funcionarios diplomáticos y de quienes ejerzan cargos legalmente equiparados.

Con la reforma a la Ley de Nacionalidad, Decreto No. 86-96 del Congreso de la


República se contempla la concurrencia (no doble nacionalidad) de dos o más
nacionalidades en una personal. Sin embargo, éstas no se pueden ejercer en forma
simultánea, sino alterna. En el caso concreto, una personal será guatemalteca en
territorio nacional y estadounidense en Estados Unidos de América.

La indicada reforma estipula en el artículo 3 de la Ley de Nacionalidad: "A ningún


guatemalteco de origen puede privársele de su nacionalidad, una vez adquirida es
irrenunciable, aún cuando se hubiere optado por la naturalización en el país
extranjero. Se exceptúan los casos en que la renuncia sea obligatoria para dicha
naturalización."

En el caso concreto de los guatemaltecos naturalizados en Estados Unidos, y al


tenor del juramento que hacen al momento de su naturalización, pierden la
naciionalidad guatemalteca, ya que el mismo incluye una renuncia obligatoria. En el
acto de naturalización se efectúa una renuncia absoluta a la fidelidad a una
potencia, principado o estado extranjero y soberanía, y renuncian expresamente a
la nacionalidad que ostentaba en el momento previo a dicho acto.

A ningún guatemalteco de origen, puede privársele de su nacionalidad.

Nacionalidad de centroamericanos. También se consideran guatemaltecos de


origen, a los nacionales por nacimiento, de las repúblicas que constituyeron la
Federación de Centroamérica, si adquieren domicilio en Guatemala y manifestar en
ante autoridad competente, su deseo de ser guatemaltecos. En ese caso podrán
conservar su nacionalidad de origen, sin perjuicio de lo que se establezca en
tratados o convenios centroamericanos.

La ciudadanía es una condición que se adquiere al cumplir la mayoría de edad e


identifica a una persona como integrante de una comunidad política conocida como
Estado.

En Guatemala y Centroamérica, la Ciudadanía se alcanza a los 18 años de edad,


cuando han nacido en ese Estado. Entonces pasan a tener derechos y obligaciones
como miembros del pueblo adulto de ese país.

El diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales de Manuel Osorio establece


que: "La nacionalidad puede considerarse como un vínculo específico que une a
una persona con un Estado".

"La nacionalidad es la institución jurídica a través de la cual se relaciona una


persona física o moral con el Estado, en razón de pertenencia, por sí sola o en
función de cosas de una manera originaria o derivada"
Los autores citados coinciden en que la nacionalidad es un vínculo con un Estado.

En cuanto a la legislación existente en materia de nacionalidad en Guatemala, éstas


se encuentran contenidas en la Constitución Política de la República de Guatemala
en el título III, capítulo II Nacionalidad y ciudadanía (Artículos del 144 al 146); la Ley
de Nacionalidad, Decreto 1613 del Congreso de la República de Guatemala.

En el Artículo 144 de la Constitución Política de la República de Guatemala se


establece que: “Son guatemaltecos de origen, los nacidos en el territorio de la
República de Guatemala, naves y aeronaves guatemaltecas y los hijos de padre o
madre guatemaltecos, nacidos en el extranjero. Se exceptúan los hijos de
funcionarios diplomáticos y de quienes ejerzan cargos legalmente equiparados.”
Este artículo expone la nacionalidad de origen y el derecho de los guatemaltecos
nacidos en territorio guatemalteco para tener la nacionalidad de este país.

Por su parte, el Artículo 145 del mismo cuerpo legal preceptúa: “También se
consideran guatemaltecos de origen, a los nacionales por nacimiento, de las
repúblicas que constituyeron la Federación de Centroamérica, si adquieren
domicilio en Guatemala y manifestaren ante autoridad competente, su deseo de ser
guatemaltecos. En este caso podrán conservar su nacionalidad de origen, sin

perjuicio de lo que se establezca en tratados o convenios centroamericanos.”

Aquí en el referido Artículo, se acepta expresamente la existencia de una doble


nacionalidad en virtud de afirmar que los centroamericanos podrán conservar su
nacionalidad de origen.

El Artículo 146 constitucional asevera que: “Son guatemaltecos, quienes obtengan


su naturalización, de conformidad con la ley."

Aceptando así la calidad de nacionales que adquieren los extranjeros al obtener la


naturalización; sin embargo, existen limitaciones en cuanto a derechos que la misma
constitución contempla, por ejemplo: el optar a cargos de Presidente y
Vicepresidente de la República, diputados, jueces y magistrados.
La ley específica de la materia que regula la nacionalidad es el Decreto 1613 del
Congreso de la República, Ley de Nacionalidad, en donde de forma clara se da la
definición legal adoptada por Guatemala en su Artículo 1, que dice: “La nacionalidad
guatemalteca es el vínculo jurídico político existente entre quienes la Constitución
de la República determina y el Estado de Guatemala. Tiene por fundamentos un
nexo de carácter social y una comunidad de existencia, intereses y sentimientos, e
implica derechos y deberes recíprocos.”

“La ciudadanía es aquella condición jurídica en cuya virtud los individuos intervienen
en el ejercicio de la potestad política de una sociedad determinada.”

Así mismo, cito la definición de Alcorta, también contenida en el libro antes referido:
“La ciudadanía es el carácter especial que adquiere el que teniendo una
nacionalidad disfruta de ciertos derechos en virtud de los cuales tiene intervención
directa en la potestad política.”

La ciudadanía es pues el conjunto de condiciones que el Estado exige para que sus
nacionales ejerciten los derechos políticos dentro de él.

La ciudadanía se encuentra contemplada en la Constitución Política de la República


de Guatemala en el Artículo 147 que establece: "Son ciudadanos los guatemaltecos
mayores de dieciocho años de edad. Los ciudadanos no tendrán más limitaciones
que las que establece esta Constitución y la Ley".

La ciudadanía es un concepto jurídico: "Es la relación jurídica de los guatemaltecos


con el Estado de Guatemala, gracias a la cual participan en la formación del
gobierno de la República en doble vía: derecho de elegir y derecho de ser electos.
La ciudadanía establece derechos y obligaciones. Es la base del ejercicio de
derechos políticos y derechos cívicos. De tales derechos, no participan los
extranjeros".

Entre los derechos que asisten al individuo, los hay de carácter civil, que son
aquellos que permiten la libertad de palabra, de religión, de propiedad y de
movilización, entre otros; los hay políticos, que posibilitan la participación en el
ejercicio del poder, o simplemente de organización; y los hay sociales, que permiten
al individuo gozar de las oportunidades en la distribución del bienestar: la salud y la
educación especialmente. Pero la existencia de derechos implica a su vez
obligaciones, –los deberes–, que van desde el sometimiento a la autoridad
legítimamente constituida, como también a la aceptación de contribuir al bien
común, entre ellos especialmente el aporte fiscal para sostenimiento del Estado; así
como la prestación de servicios, –el militar inclusive–, el participar en procesos
electorales, etcétera.

La construcción de ciudadanía ha sido un proceso histórico, que alcanzó su clímax


con la entrada en la modernidad, cuando se considera políticamente al individuo
como la realidad social básica. Es entonces que se pasó en el moderno Estado-
nación del poder autoritario a la política de la soberanía popular, y con ello se logra
arribar al concepto de ciudadanía homogénea que permite igualar a los individuos
de una colectividad, adscribiéndoles a un lugar común, la patria.

En nuestro caso la formación de ciudadanía ha sido de carácter pasivo, es decir,


promovida desde el Estado, en contraposición a las construidas activamente,
cuando ha sido la sociedad la que ha luchado por sus derechos.

Así, no es sino hasta la revolución liberal de finales del siglo XIX cuando el Estado
se abre a la modernidad, y a la consideración de ciudadanos. Y en el resto de
nuestra historia ha sido básicamente el Estado el que ha propugnado por conformar
al ciudadano sujeto de deberes y derechos.

No es sino a mediados del siglo pasado cuando los movimientos sociales empiezan
a reclamar derechos, lo que se profundiza en la última década, después de la firma
de los Acuerdos de Paz.

Algunos deberes y derechos de los ciudadanos guatemaltecos son:

DEBERES: Servir y defender a la Patria; Cumplir y velar, porque se cumpla la


Constitución de la República; Trabajar por el desarrollo cívico, cultural, moral,
económico y social de los guatemaltecos; Contribuir a los gastos públicos, en la
forma prescrita por la ley; Obedecer las leyes; Guardar el debido respeto a las
autoridades; y Prestar servicio militar y social, de acuerdo con la ley.

DERECHOS: Inscribirse en el Registro de Ciudadanos; Elegir y ser electo; Velar por


la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral; Optar a cargos
públicos; Participar en actividades políticas; y Defender el principio de alternabilidad
y no reelección en el ejercicio de la Presidencia de la República.
Democracia

Se conoce como democracia a la forma de gobierno que se caracteriza por hacer


que el poder recaiga sobre el pueblo. Es decir, que las decisiones tomadas por el
Ejecutivo sean consultadas por un grupo elegido por la población. El origen
etimológico de la palabra proviene del griego y significa pueblo y gobierno.

La democracia es totalmente diferente a otras formas de gobierno como el fascismo


o el nazismo, así como las dictaduras.

En un gobierno democrático, las sociedades en general toman decisiones que son


absorbidas por quienes están en el poder, caso contrario pasa en el comunismo
donde el ciudadano no tiene ningún tipo de derecho.

Hoy en día el término democracia se representa por medio del sufragio del pueblo
que elige a sus gobernantes para estar en el poder durante un tiempo determinado.
Aunque la democracia tiene diferentes tipos, uno de ellos es la directa, donde cada
una de las partes puede participar y donde no existe ningún tipo de representante,
dado que las resoluciones fueron aceptadas por medio de un consenso, pero este
tipo de democracia a gran escala es casi imposible.

En una democracia participativa, el pueblo tiene deberes y derechos, dicho así por
las leyes estipuladas en cada nación. Al igual que la directa, esta forma de
democracia todavía no ha gozado de su momento de apogeo y si esto no es así,
mucho tiene que ver la intención real de los gobernantes de otorgar no sólo voto
sino también voz a los ciudadanos para ejercer sus derechos de libertad de
expresión, opinión y pensamiento.

Es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto
de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del
Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante
mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus
representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social
en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen
de acuerdo a mecanismos contractuales.

La idea que he sostenido de democracia es la que explica Norberto Bobbio: un


conjunto de reglas procedimentales para elegir a quienes tomarán las decisiones
que interesan al conjunto y la forma en que esas decisiones deben tomarse. Sin
embargo, leyendo unas páginas de la historia de los Estados Unidos mi
entendimiento de la democracia se expandió más allá de su concepto técnico. “La
Revolución y la guerra larga inculcó en aquellos que una vez estuvieron en el fondo
la creencia, puesta en innumerables declaraciones de derechos, que todos los
ciudadanos son igualmente libres e independientes”, explica el libro que ahora me
ocupa.

La democracia moderna va ligada necesariamente a la idea de igualdad de las


personas. Una democracia es honesta sólo cuando no hay distinción de clases
fundada en ley, sin privilegios para los pocos y sin barreras para los muchos.
Necesita que todas las personas, sea cual sea su religión y raza, tengan la misma
oportunidad de acceder a cargos públicos y de elegir a sus representantes. Esta
descripción parece obvia en nuestros días, pero la democracia universal ha sido la
excepción en la historia, no la regla. Ni siquiera ha sido una constante en los países
desarrollados con instituciones funcionales. Una mirada a sus antecedentes basta
para descubrir que antes sólo podían votar las personas que poseyeran tierras o
que el voto no era un derecho para las mujeres ni las personas de color.

Pero como sucede con cualquier institución humana, la democracia universal


también ha producido efectos negativos, siendo la hiperinflación de la
administración pública uno de los más latentes. Bobbio nos dice: “Desde el
momento en que el voto fue ampliado a los analfabetos era inevitable que éstos
pidiesen al Estado la creación de escuelas gratuitas y, por tanto, asumir un gasto
que era desconocido para el Estado de las oligarquías tradicionales y de la primera
oligarquía burguesa. Cuando el derecho de votar también fue ampliado a los no
propietarios, a los desposeídos, a aquellos que no tenían otra propiedad más que
su fuerza de trabajo, ello trajo como consecuencia que estos pidiesen al Estado la
protección contra la desocupación y, progresivamente, seguridad social contras las
enfermedades, contra la vejez, previsión a favor de la maternidad, vivienda barata,
etc. De esta manera ha sucedido que el Estado benefactor, el Estado social, ha
sido, guste o no, la respuesta a una demanda proveniente de abajo, a una petición,
en el sentido pleno de la palabra, democrática”.

Entendida la democracia en estos dos sentidos, como procedimiento para la toma


de decisiones y como participación política de todas las personas, cabe hacer un
diagnóstico a la democracia guatemalteca, sobre todo porque estamos en año
electoral. Tenemos una democracia golpeada, pero también hemos logrado
aciertos. Desde que entró en vigencia la actual Constitución han habido varias
transiciones pacíficas y legítimas del poder -¿para qué sirve la democracia en última
instancia si no es para evitar el cambio violento?- con excepción del Serranazo. Las
elecciones son rigurosamente fiscalizadas y los fraudes se han evitado. En
momentos críticos nuestro sistema ha dado signos de vida, como sucedió con la
sociedad y la Corte de Constitucionalidad en el autogolpe del 93 o en el intento de
Ríos Montt de ser candidato presidencial a inicios de los 90, intento que luego replicó
Sandra Torres con el mismo resultado fallido.

Es fundamental ser consciente de las realidades sociales del país y partir de ellas
para la construcción y fortalecimiento de la Democracia. Mientras existan y se
sobrepongan primero los intereses de la elite guatemalteca con su estructura social
vertical no se podrá realizar cambios sustanciales que nuestra realidad social exige
y demanda.

La democracia como una nueva forma de gobernar y ser gobernado ha resultado


una suerte de "vía alterna" al autoritarismo; quizás por ello, ha alcanzado una gran
aceptación en la mayoría de los países del mundo, por la capacidad de legitimar
decisiones que sólo algunos sectores pueden tomar. La Democracia es el “gobierno
del pueblo” , donde la población es la que llega a tener el poder de designar quién
será el conductor del país para una mejor vida.
Pero no llega a cumplirse tal como se plantea en la teoría, puesto que cada realidad
social es distinta y responde a otras necesidades. No existe una Democracia
uniforme en los países, la Democracia responde en cierta medida a la situación y el
contexto social del país, pero ello no quiere decir que no tengan nada o algo en
común, porque si lo hay, como las elecciones libres de gobernantes por la población,
la existencia de partidos políticos, etc.

Se puede decir, que la transición hacia la Democracia en Guatemala ha sido una


transición muy crítica; y lo que se está desarrollando es “una nueva Democracia” la
cual es “una restauración de una Democracia que nunca antes llegó a consolidarse”
(F. Lizcano; L. Ripa; E. Salud. 2009: 77), es decir, que podríamos estar en un
“período protodemocrático” como define Edelberto Torres-Rivas, porque es algo
nuevo, desconocido, inhabitual en la historia nacional (2006: 21).

Si bien es cierto, que se da una transición del autoritarismo a la Democracia en


Guatemala, pero, esta transición no asegura la consolidación de una Democracia
plena; ya que “los procesos de transición llevan de determinados regímenes
autoritarios a alguna otra cosa. Esa cosa puede ser la instauración de una
democracia política o la restauración de una nueva forma, posiblemente más
severa, de régimen autoritario” (O’Donnell, 1988: 15), situación que se podría dar
en el país si no se contempla, se reconoce y se acciona a partir de la verdadera
situación y realidad nacional.

En este lapso de tiempo de transición se ha dejado escapar varias oportunidades


para crear una sociedad fortalecida para el desarrollo y consolidación de un Estado
Fuerte; comprendiendo éste como la capacidad de “alcanzar una estructura estatal
eficiente y eficaz, lo cual lo es en la medida en que cumpla satisfactoriamente con
sus finalidades básicas, seguridad, orden, cohesión social y justicia”. En Guatemala
no se ha aplicado la verdadera razón de la Democracia sino que se ha querido
encajar la Democracia a una estructura social guatemalteca construida y fortalecida
desde la época colonial; una estructura que no responde ni ha respondido a las
necesidades de la mayoría, sino más bien la excluye y margina.
Una Democracia integral es lo que hace falta impulsar en Guatemala, es decir, que
no se limite en fortalecer sólo el ámbito político sino que aborde también lo
económico, social y cultural, etc. Es imprescindible tomar con total obligación las
distintas realidades sociales del país para dicha construcción, y que no sean
utilizadas como justificación y/o limitantes para su consolidación.

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