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ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 50, enero-junio, 2014, 245-252, ISSN: 1130-2097
doi: 10.3989/isegoria.2014.050.13

NOTAS Y DISCUSIONES

Marxismo y Moral
Reflexiones a partir de El marxismo como moral
de José Luis López Aranguren
JACOBO MUÑOZ
Universidad Complutense, Madrid

RESUMEN. A partir de una lectura crítica de El mar- ABSTRACT. Starting from a critical reading of El
xismo como moral, obra clásica de José Luis Ló- marxismo como moral, classical work of José
pez Aranguren, éste artículo trata de interrogar- Luis López Aranguren, this article deals with the
se acerca de los fundamentos normativos y mo- problem of the normative and moral foundations
rales del marxismo. A lo largo del texto se pro- of marxism. In order to go in depth into the ethi-
ponen diversas líneas temáticas para profundi- cal dimension of Karl Marx's and the marxist tra-
zar en la dimensión ética del pensamiento de Karl dition's thought, the text proposes several the-
Marx y la tradición marxista, tratando de liberar, matic lines of analysis with the aim of libera-
al mismo tiempo, su proyecto intelectual y polí- ting, at the same time, the intelectual and poli-
tico de diversos tópicos vinculados a su recepción tical project of Marx from the various clichés as-
tradicional. El ámbito ético aparecerá como es- sociated to its traditional reception. The ethical
pacio de mediación entre el conocimiento y la re- field will appear as a space of mediation between
alidad, revelándose como fundamental para el knowledge and reality, disclosing itself as fun-
marxismo desde un punto de vista praxeológico. damental to marxism from a praxeological
Al final del artículo se dialoga críticamente con point of view. At the end of the article there is
algunas posiciones éticas en el marco del mar- a critical dialogue with different ethical positions
xismo contemporáneo. in the frame of contemporary marxism.

Palabras clave: Aranguren, moral, marxismo. Key words: Aranguren, moral, marxism.

Convendría subrayar de entrada lo provo- tal como por aquellas fechas venían des-
cativo de la decisión arangureniana de pu- arrollándolo Althusser y sus discípulos.
blicar en el momento en que lo hizo –febrero Como convendría también señalar lo poco
de 1968– El marxismo como moral. Siem- común, lo arriesgado de la temática escogida
pre “contracorriente”, Aranguren se en- por el autor y de su propuesta concreta en
frentaba en él a la gran moda de la época: la medida, al menos, de que durante mucho
el marxismo anti-humanista, antihistori- tiempo fue moneda corriente mantener se-
cista, cientificista y, en fin, estructuralista, parados, al modo del marxismo neokantia-
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no clásico, el marxismo teórico y su lado mo- xiano de la burguesía como clase, de su in-
ral. Entre otras razones porque Marx no ela- dividualismo posesivo, de los valores bur-
boró ninguna filosofía moral, apenas dedi- gueses específicamente “burgueses” –por
có atención explícita a las cuestiones morales mucho que no por ello dejara de respetar e
como tales y, sobre todo, porque era moneda incluso apreciar a algunos burgueses ilus-
común en amplios círculos la tesis de que trados, individualmente considerados. Ni de
Marx había criticado, como después de él reconocer el papel histórico profundamen-
haría Nietzsche, por ejemplo, la moral –o la te revolucionario jugado por la burguesía
idea, si se prefiere, de una moral “transhis- como clase. Lo que coexiste, ciertamente,
tórica”–, la religión y la filosofía especula- con el hecho de que Marx no predicó nun-
tiva, idealista, como formas de ideología, de ca una moral –como dejó ya claro en La Ide-
“falsa consciencia”, que no podrían disiparse ología Alemana–, ni apeló explícitamente a
“hasta que las relaciones y circunstancias de ninguna idea de justicia distributiva (sólo tal
la vida… representasen para los hombres re- vez al final de su recorrido) o de derechos
laciones razonables, cotidianamente trans- de los trabajadores o “del hombre”, cuyo
parentes, entre ellos mismos y con la natu- trasfondo ideológico no dudó incluso en cri-
raleza”, hasta que “el proceso social de la ticar en alguna ocasión.
vida se presente como producto de hombres Sea como fuere, lo cierto es que todas
libremente puestos en sociedad, y que lo so- las caracterizaciones del legado del mar-
meten a su control consciente según plan”. xismo recogen este pálpito moral, tanto si
Entretanto, tales formas enmascararían y se trata de la consideración del marxismo
“pseudo-racionalizarían” intereses humanos, como una de las grandes corrientes eman-
demasiado humanos. cipatorias modernas (“emancipación”),
Algo que, por otra parte, y entrando de como si se subraya que lo característico del
lleno en lo paradójico, chocaba con la evi- marxismo es proseguir la milenaria lucha
dencia de que la obra entera de Marx vie- contra el mal social sirviéndose del pensar
ne traspasada, implícita o explícitamente, de científico, intentando basar la lucha en co-
forma tan singular como inequívoca, por una nocimiento obtenido con las cautelas ana-
crítica (ético-política) radical del capitalis- líticas de la ciencia antes de integrarlo en
mo por su naturaleza explotadora, alienan- la totalización de la perspectiva revolu-
te e injusta con la mayoría y particularmente cionaria (“mal social”), como si se dice que
con los más débiles. Esto es algo tan ma- el marxismo comprende y articula tres ni-
nifiesto que no hace falta enumerar en de- veles distintos: el del conocimiento cien-
talle sus muestras de indignación (¿moral?) tífico de la realidad social a transformar (te-
frente a los fenómenos de miseria, explo- oría MPC), el de la crítica ético-política de
tación inicua, embrutecimiento y falta de li- esa realidad y el de la programación polí-
bertad de los trabajadores en la época de la tica con vistas a la transformación revolu-
primera revolución industrial que conoció cionaria de esa realidad (crítica ético-po-
personalmente en la Francia e Inglaterra con- lítica). Es evidente que en los tres casos te-
temporáneas. Ni tampoco será necesario in- nemos que habérnoslas con unos funda-
sistir una vez más en el menosprecio mar- mentos normativos. Pero sin que pueda su-

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mirse el marxismo como mera postulación apropiación racional del mundo por la es-
de ideales. Entre otras razones, porque es pecie humana, en el proceso, en fin de
un movimiento –dijo el joven Lukács, el “emancipación”. Y eso incluso cuando este
primero– que es “lo bastante humano y pro- intelectual se entrega a ello –como me temo
fundo como para moralizarlo todo”. En el que fue el caso del propio Aranguren– sin
bien entendido, claro es, de que en su nú- la esperanza escatológica en una humanidad
cleo más profundo el marxismo no es una finalmente reconciliada. Y así, el objetivo te-
concepción de la historia a cuya luz esta órico –“patente”– que se marca Aranguren
haya de ser asumida como la realización de en esta obra –inseparable de lo que antes lla-
unos principios éticos suprahistóricos. In- mé una intencionalidad filosófica, es el es-
cluyendo obviamente, los fundamentos clarecimiento del sentido moral del mar-
normativos de la formación social en xismo y los problemas que este plantea; el
cuestión. Pero el marxismo tampoco es práctico –o “político-cultural”– (“latente”)
esencialmente “una ciencia”1. se resume en los siguientes puntos:
El Marxismo como moral es, ante todo, - “Contribuir a que quienes de sus lec-
una intervención de intencionalidad a un tores sean marxistas, no lo sean de un
tiempo político-cultural y filosófica. Una in- modo puramente emocional, tampoco
tervención muy reveladora del tipo de in- por moda ni por mera reacción extrema
telectual que fue Aranguren, tan ajeno al di- contra el sistema establecido y sus po-
fundido modelo del funcionario académico sibles anexiones doctrinales o intentos
–algo por lo que pagó un alto precio– de anexión”.
como distinto del intelectual tradicional, del - “Procurar que quienes sean marxistas
“mandarín” más o menos doblado de orá- por modo escolástico, dogmático, se
culo. En esto –y en otras muchas cosas– pue- hagan críticos y construyan su marxismo
de decirse que estuvo “a la altura de los tiem- como problema”.
pos”. Unos tiempos –los nuestros– en los que - “Tratar de conseguir que quienes sean
el valor del intelectual no se encuentra ya ni antimarxistas pasen a ser simplemente no-
en la ejemplaridad de su vida (circunstan- marxistas, pues el antimarxista es, por pa-
cia que comparte o puede compartir con rasitaria y meramente vuelta del revés, la
otros muchos ciudadanos de todo tipo), ni peor forma posible de marxismo”.
en su capacidad de arriesgar cárcel o muer-
te por sus ideas, toda vez que son muchos Un triple empeño que finalmente Arangu-
más los no “intelectuales” que han corrido ren identifica con el de traer “inteligencia,
esa suerte, ni en sus conocimientos generales, sentido crítico y serenidad a un tema que,
que también pueden ser compartidos por otra por lo menos entre nosotros, bien necesita
gente atenta e informada, sino en la calidez de todo ello”. Pero más allá de estas decla-
y radicalidad de su intervención, en su ca- raciones, más allá de la literalidad de estos
pacidad crítica y sus conocimientos y ha- reconocimientos, entiendo que late en el hon-
bilidades de especial cualificación, en el pro- dón de esta obra de Aranguren otro empe-
ceso general de “ilustración” social, por de- ño más ambicioso: el de roturar un territo-
cirlo al modo kantiano, en el proceso de rio en el que fuera al fin posible “el diálo-

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go entre marxistas y partidarios, por razo- ta “función moral de la filosofía marxista de


nes morales, de una modificación radical de la historia”. Dicho de otro modo: el mar-
la estructura política, social y económica del xismo no es a pesar de algunas apariencias
mundo”. Nada tiene pues, de extraño que el y algunos desarrollos de autores marxistas
último capítulo del libro esté dedicado al posteriores, un historicismo (Popper). El ma-
marxismo y el cristianismo considerados terialismo histórico –que es una teoría de la
“desde el problema moral” –exactamente ése historia y de los mecanismos más genera-
que podría facilitar el diálogo entre ambos. les de la evolución social ha suscitado, en
Me permitiré señalar –y con ello adelanto efecto, en ocasiones su identificación el tra-
el tema de este artículo– que en el desarro- zado –hegelianizante al fin– de un desarrollo
llo de este empeño Aranguren yerra en dos unilineal, necesario, ininterrumpido y as-
puntos, y acierta en un tercero –sin duda el cendente de un macro-sujeto hasta lo que en
más importante–.Vayamos, pues, por partes. El Capital se define como la “verdadera his-
Contra lo que afirma Aranguren, el toria”, esto es, la que un día se hará bajo la
marxismo (entendido como tal el pensa- dirección consciente y racional de hombres
miento de Marx, tal como este ha quedado libremente asociados. Y, sin embargo, el ca-
plasmado en sus obras centrales), no es un rácter hipotético y heurístico de las síntesis
sistema unitario y total de explicación de la teórico-metodológicas con las que opera la
realidad. Es posible que algunas vulgariza- metódica marxiana, que están lejos de ser
ciones del legado teórico y práctico de Marx patrones omniexplicativos y, por ende, su-
hayan perdido alentar esa idea. ¿El Anti-Düh- prahistóricos, hace implausible esta sospe-
ring? Tal vez, pero se trata de una obra es- cha. Los análisis de Marx son siempre to-
crita para un determinado público y con unos talizadores, desde luego. Pero no menos con-
fines concretos. Y, sin embargo, en esta obra cretos. Que algunos pasos de Marx, como,
Engels niega una y otra vez que la acepción por ejemplo, el dedicado al desarrollo de las
comunista del mundo pueda ser un sistema contradicciones de una forma histórica de
filosófico omniabarcante y menos aún un sis- producción como “el único camino de su di-
tema inamovible, puesto que tiene que solución y recomposición” hayan sido in-
cambiar de lenguaje y de soportes fácticos terpretados de un modo fatalista –en el mar-
en la medida en que cambian el conoci- co, por ejemplo, del marxismo “ortodoxo”
miento y la sociedad humana que conoce. de la II Internacional– no permite fácilmente
El marxismo no es tampoco una “metafísi- –a pesar de las apariencias– caracterizar la
ca de la historia”. Ni mucho menos una so- visión de Marx como una variante del de-
ciodicea. No es, en fin, -contra lo que al- terminismo histórico.
gunos de los textos del Marx aún discípu- Marx no alude ahí a un mecanismo ne-
lo de Hegel podrían sugerir– una filosofía cesario de desarrollo de las contradicciones
especulativa de la historia, de una historia que llevaría, por sí mismo, a la “disolución”
sujeta a unas leyes irreversibles y que de las formas históricas de producción. Su
“avanzaría del peor lado”. (Kant, Hegel). Y observación lleva implícita la consciencia
la función moral del marxismo no sería en marxiana tanto de las posibilidades de fre-
modo alguno identificable con una presun- nar el desarrollo de esas contradicciones

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como de la necesidad del elemento subje- tesis de Chernichevski de que –a diferen-


tivo, de la acción consciente de clase que es cia de lo que afirmaban los economistas
la llamada a convertir en “armas” de una lu- “liberales”–, Rusia podría “apropiarse de
cha que no es un proceso puramente “ob- todos los frutos del sistema capitalista por
jetivo”, es decir, un proceso “necesaria- el procedimiento de desarrollar sus su-
mente” obediente a tales o cuales “leyes” in- puestos históricos”. O, lo que es igual, que
flexibles de la historia. Es evidente, con todo, podría llevar a cabo dicha apropiación sin
que de la teoría marxista de la revolución “proletarizar” –esto es, sin aplicar a Rusia
–inseparable, por otra parte, de la época en un proceso de expropiación de los campe-
la que fue formulada– caben dos enfoques, sinos similar al que fueron sometidos los
según se ponga el énfasis en la necesidad o campesinos ingleses en los albores de la
en la posibilidad de ésta. Quienes se aferran industrialización– su población campesina
(de manera “historicista”) al primero, in- y hacerla pasar “por las torturas del sis-
sistiendo en los “ritmos” o “cadencias” de tema capitalista”. Seguidamente escribió:
la historia que “impondrían” el paso del ca- “el capítulo (del libro I de El Capital) so-
pitalismo a un modo distinto de producción bre la acumulación originaria no se pro-
desvirtúan el análisis de Marx y, sobre todo, pone más que describir el camino por el
el sentido último de su trabajo de funda- cual ha nacido en la Europa del Oeste el
mentación y orientación científica de una de- orden económico capitalista a partir del
terminada estrategia revolucionaria. Como seno del orden económico feudal”, razón
ya vimos, el motor básico de la situación re- por la que no dudó en añadir: “Si Rusia as-
volucionaria, la contradicción, no es otra pira a convertirse en una nación capitalista
cosa en la perspectiva de Marx, que “con- al modo europeo occidental –y en los úl-
dición de posibilidad” del proceso revolu- timos años se ha esforzado mucho en ese
cionario mismo. La política –la política cons- sentido– no lo conseguirá sin transformar
cientemente revolucionaria y la política primero en proletarios a buena parte de sus
conscientemente contrarrevolucionaria– es campesinos, y entonces, una vez absor-
la otra cara del proceso. Proceso en cuya ca- bida por el torbellino de la economía ca-
racterización yerran igualmente, por otro pitalista, tendrá que soportar las implaca-
lado, quienes ponen todo el énfasis en el mo- bles leyes de este sistema igual que los
mento subjetivo del mismo, descuidando el pueblos “profanos”. Eso es todo”. Dado el
trabajo teórico de fundamentación de la re- carácter escasamente eurocéntrico y fata-
alizabilidad de los objetivos buscados. lista de su visión, no parece, pues, fácil ha-
El propio Marx –que solía decir de sí blar, a propósito de ella, de defensa al-
mismo en los últimos años de su vida que, guna de una carácter “fatal” o “necesario”
en lo que a él afectaba, no era “marxista”– de las posibilidades abiertas por las rela-
ya salió al paso, por lo demás, de las posi- ciones estructurales. Más bien cabría con-
bles interpretaciones historicistas de su cluir que Marx no se propuso nunca ela-
pensamiento. En una carta de 1877 a la re- borar recetas suprahistóricas, formular
dacción de la Otetscheswennyje Sapiski “leyes” inexorables, de tipo universal –
referida a El Capital, Marx se allegó a la esto es, no internas a la estructura de una

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formación social dada–, en suma, el adve- suyo que este es –como el propio Arangu-
nimiento de nada… De ahí, en cualquier ren subraya– un sentido moral. Que des-
caso, las últimas palabras de esta curiosa cansa, por tanto, como ya subrayé, en unos
refutación avant la lettre de la manipula- fundamentos normativos, no –o al menos no
ción historicista de su pensamiento a pro- sustancialmente– en la mera voluntad mo-
pósito del caso de la antigua Roma, esto ralmente cualificada. Y con ello llegamos
es, de la expropiación de los plebeyos, de al corazón del problema. Analicemos, pues,
la que no surgieron formaciones econó- –o, mejor, contextualicemos en un marco
micas de tipo capitalista, sino un régimen más amplio la tesis arangureniana, forma-
de población esclavista: “He aquí, pues, da en debate con el “marxismo estructura-
dos clases de acontecimientos que aún pre- lista” tan influyente en aquel momento– de
sentando una llamativa analogía llevan, que “la moral forma parte de la estructura
en la medida en que se desarrollan en me- misma del marxismo como teoría-praxis”.
dios históricos distintos, a resultados por Como ya anticipé, en Marx el razona-
completo diferentes” (en efecto: se trata de miento práctico –o la argumentación ética,
la misma situación estructural económica si se prefiere– es el espacio de mediación en-
que en la Europa Occidental y, concreta- tre el conocimiento de la realidad, la teoría,
mente, en Inglaterra, llevó al capitalismo la valoración crítica de esa realidad, la crí-
generalizado). “Si se estudia cada uno de tica, y las finalidades u objetivos que se pro-
los procesos por si mismos” –prosigue ponen al ser humano, que apuntan en una di-
Marx– “y luego se comparan unos con rección cuya medida es por definición la
otros, se encuentra fácilmente la clave del práctica y no el discurso. Lo que remite al
fenómeno; pero nunca se conseguirá abrir papel central que en esta praxeología juega
sus puertas con la ganzúa de una teoría his- la claridad de la consciencia, de la conciencia
tórico-filosófica cuya mayor excelencia de la realidad, del juicio valorativo que esa
consista en ser suprahistórica”. realidad merece, de las síntesis últimas
Una vez razonadas mis dos grandes ob- que rigen ese juicio, y de la lucidez, en fin,
jeciones a la interpretación arangureniana del de los objetivos y finalidades propuestos.
mismo, subrayaré que creo, en cambio, que Pero con ello el problema de los funda-
Aranguren acierta en lo esencial al cifrar el mentos normativos (no teóricos, sino ético-
sentido último del marxismo en su condición políticos) de esta praxeología no queda re-
de movimiento emancipatorio, un movi- suelto. Marx osciló a lo largo de su obra en-
miento guiado por objetivos como la auto- tre cifrar el “fundamento” de tales funda-
liberación del proletariado y la supresión de mentos en una determinada idea del hom-
la explotación del hombre por el hombre. O, bre, o de “ser común y genérico”, en el cur-
si se prefiere, por la consecución de una so- so objetivo de la historia, en las posiciones
ciedad y una forma de vida en la que no haya de clase, de la clase social mayoritaria, el
lugar alguno para cualquiera relaciones en proletariado, única que podría reclamarse
las que el hombre pueda verse reducido a la como representante genuina de los intere-
condición de ser humillado, sojuzgado, ex- ses globales de la especie humana (por ser
plotado, abandonado y despreciado. Va de la que carga con el peso de la “producción”),

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y al final, en una determinada idea de po- suelve este problema ¿Y quién lo ha hecho?
lítica distributiva que es la que (Crítica del Cabría, desde luego, sustituir la búsqueda de
programa de Gotha, 1875) regiría en la fu- un fundamento incontestable por algo más
tura sociedad comunista, una vez desbordado modesto: dar razones a favor de..., pero a
el “estrecho horizonte del derecho bur- consciencia de que este modo de “razonar”
gués” y eliminado la esclava subordinación no es nunca inequívocamente conclusivo,
del individuo a la división del trabajo: “de problema de todos los sistemas morales que
cada cual según su capacidad, a cada cual no optan por recurrir al dogma como fun-
según sus necesidades”. Lo que nos lleva al damento absoluto. De todos modos, si algo
gran tema de las necesidades, del que se ocu- queda claro tras la lectura de esta pequeña
pó en su día Agnes Heller, pero no a un fun- obra es que para Aranguren, –y ello expli-
damento de los fundamentos morales del ca algunas de las actitudes que asumió en su
marxismo, centrados en el rechazo moral del última época, y que no siempre fueron bien
capitalismo y, por tanto, “negativos”. Algo entendidas– lo importante no es hacer lo mis-
especialmente visible en sus textos de ju- mo que el capitalismo, pero mejor, sino vi-
ventud. Es evidente que Aranguren no re- vir la vida de otra manera2.

NOTAS

1
A propósito de la relación entre marxismo y cien- ción de la coexistencia en el Marx “maduro” –esto es, en
cia Sacristán escribió en cierta ocasión, con ánimo ob- el Marx crítico de la economía política– de dos tipos de
viamente polémico, lo siguiente: “me parece mucho crítica: crítica como un ariete disolutorio del “campo te-
menos falso decir que el marxismo es una religión que órico”, esto es, de las categorías de la economía política
“el marxismo es una ciencia”. Porque una religión tiene clásica, que Marx critica al hilo de su propio análisis te-
numerosos elementos de conocimiento científico, una órico de las relaciones capitalistas de producción –crí-
religión tiene que absorber la visión del mundo físico tica epistemológica, o, si se prefiere, metacientífica– y
de su época, si no, no funciona. Entendiendo como re- crítica ético-política de las relaciones sociales burgue-
ligión, religión en sentido clásico, como culminación de sas. Una crítica que llevó a Marx a “poner de manifiesto
una cultura; no lo que pueda llegar a ser religión en un los costes sociales y humanos que acarrea necesaria-
futuro, cuando las culminaciones de la cultura no sean mente el desarrollo capitalista”, desde la consciencia,
de tipo religioso […] No me refería, por tanto, a una re- teóricamente clarificada, de que “dentro del desarrollo
ligión en cualquier momento, sino a lo que ha sido clá- de la producción se transforman en medios de dominio
sicamente una religión, el piso más alto de una cultura. y explotación del productor (MEW 23, p. 674).
Entonces, en este sentido, el marxismo ha sido y es Heinrich tiene claro, con todo, que estas afirmacio-
mucho más una religión que una ciencia. Esto es obvio: nes no pretenden ser una crítica moral: “Marx no le re-
es obvio para cualquiera que tenga dos ojos y quiera crimina al capitalismo (ni tampoco al capitalista
mirar. La aplastante mayoría de los militantes marxistas individual) que infrinja ciertas normas de justicia eternas.
han sido fieles de una religión; no han sido cultivadores Más bien quiere partir de la constatación de un estado de
grises de unos teoremas, en absoluto. Es el vicio de los cosas: al capitalismo le es inmanente un enorme potencial
intelectuales, ignorar un hecho tan evidente”. destructivo que se activa de manera constante. A causa
2
Michael Heinrich, uno de los más activos prota- de su modo de funcionamiento, siempre va a lesionar los
gonistas de la vertiente alemana de la Marx-Renais- más elementales intereses vitales de los trabajadores y
sance en curso desde finales de la novena década del trabajadoras. Dentro del capitalismo, estos intereses ele-
pasado siglo, se ha ocupado, en su Crítica de la econo- mentales sólo se pueden proteger de manera limitada y
mía política. Una introducción a El Capital de Marx temporal; por tanto, sólo se puede transformar esencial-
(Madrid, Escolar y Mayo, 2008), de este conflictivo mente la situación si el capitalismo es abolido. Frente a
asunto en términos que merecen un comentario. Vea- las exigencias desmesuradas del capitalismo, Marx no
mos. Por de pronto, Heinrich es fiel a la clásica distin- trae a colación un “derecho” moral a una vida íntegra o

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algo parecido. En lugar de eso tiene la esperanza de que revolución “permanente”, es, pues, y solo puede ser, “el
con la comprensión creciente de la naturaleza destructiva ideal ético”. El propio Lukács volvió a esta tesis en su
del sistema capitalista (que se puede constatar sin tener vejez y no dudó en caracterizarla como propia de una
ninguna moral), la clase trabajadora emprenda la lucha ética “puramente idealista”. Heinrich, por su parte, se
contra este sistema, no a causa de consideraciones mora- sitúa, como hemos visto, en la orilla contraria. Y al se-
les, sino de su propio interés; pero no de un interés que ñalar tal, apuntamos, sin duda, a una oscilación –teori-
busca una posición mejor dentro del capitalismo, sino del zada de formas muy distintas– que recorre la historia
interés en una vida buena y segura, que sólo se puede re- misma del marxismo. Sólo que si el juvenil eticismo lu-
alizar más allá del capitalismo”. kacsiano podría ser adjetivado como un vástago del ide-
Por otra parte a la vez que expresa en nombre de alismo –subjetivo, desde luego: de hecho Historia y
Marx, la “esperanza” de que la clase trabajadora com- Consciencia de Clase es una obra más fichteana que he-
prenda cada vez mejor la naturaleza destructiva del ca- geliana–, el enfoque de Heinrich podría serlo a su vez,
pitalismo y emprenda la lucha contra él, afirma que la con no menor razón, como una variante del positivismo,
clase trabajadora no es un sujeto servil que a causa de su siquiera sea de un positivismo deudor del talante de
particular posición en la sociedad burguesa dispondría fondo, notablemente más sutil, del pragmatismo.
de una especial capacidad para comprender las relacio- Pero el problema no queda agotado con esto. En
nes sociales. Los obreros, al igual que los capitalistas, Marx encontramos, en efecto, un tercer concepto de crí-
están atrapados, por otra parte, en el fetichismo de la tica. En sus años de “joven hegeliano” Marx definió, en
mercancía en su conciencia espontánea. (Aunque el fe- efecto, como solía recordar Sacristán, la idea de ciencia
tichismo “no es impenetrable por principio”). Lo que le como crítica, no como teoría “absoluta”. Partidario de la
lleva al tema de la “consciencia (correcta) de clase” y al “mundanización” de la filosofía, no dudaba en asignarle
de la “falsa consciencia”, aunque Heinrich no acepta la ahora, dirigiéndose a Ruge, (y asignarse a la vez a sí
ecuación fetichismo-falsa consciencia. Su esfuerzo se mismo) la siguiente tarea: “… lo que nos toca hacer ac-
centra en la tesis de que el fetichismo no es un “mero tualmente: criticar sin contemplaciones todo lo que
error”: el fetichismo no oculta las relaciones reales. Pero existe; sin contemplaciones en el sentido d que la crí-
si el fetichismo es, en efecto, algo que se adhiere a los tica no se asusta ni de sus consecuencias ni de entrar en
productos del trabajo tan pronto como son producidos conflicto con los poderes establecidos”. Marx abando-
como mercancías y es inseparable de la producción de naría con el tiempo esta identificación juvenil de cien-
los mismos, si es objetivo, simple “fuerza material”, la cia y crítica. Pero es posible que pensado hasta el final,
“falsa consciencia pasa ser mera ignorancia de ese dato, este concepto de crítica pudiera afinar el nexo entre los
resoluble por la vía de la clarificación científica del mé- otros dos grandes conceptos, el epistemológico o meta-
todo de El Capital, de la teoría correcta. científico y el ético-político. Por otra parte, convendría
Con ello Heinrich se sitúa en las antípodas, por no olvidar que si algo confiere unidad última al legado
ejemplo, de la concepción lukacsiana, de la revolución de Marx es el imperativo categórico –el hegemonikón–
política como una revolución ética. Para el joven Lu- que estructuró su vida y su obra: luchar como arriba
kács, en efecto, hablar de Marx es hablar de “idealismo apuntábamos por la abolición de cuantas relaciones pue-
ético”, un idealismo contrario a toda propuesta –o toda dan hacer del hombre un ser humillado, sojuzgado, ex-
consideración– carente de valor moral. Desde este punto plotado y despreciado; lucha, en fin, a favor de la
de vista, el verdadero motor de la revolución, en cuánto igualdad y la libertad.

BIBLIOGRAFÍA Lukács, G., Historia y consciencia de cla-


se, traducción castellana de Manuel Sa-
Aranguren, José Luis L., El marxismo como cristán, México, Editorial Grijalgo, 1969.
moral, Madrid, Alianza, 1968. Marx, K., MEW.
Heinrich, Michael, Crítica de la economía po-
lítica. Una introducción a El Capital de
Marx, Madrid, Escolar y Mayo, 2008.

252 ISEGORÍA, N.º 50, enero-junio, 2014, 245-252, ISSN: 1130-2097


doi: 10.3989/isegoria.2014.050.13

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