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Quetzaltenango, 2018
CORPUS CHRISTI MMXVIII
SOLEMNE PROCESIÓN
Amados alumnos hagamos nuestras las palabras del Papa Francisco en la Homilía del Corpus del año
pasado en Roma.
Hoy, fiesta del Corpus Christi, tenemos la alegría no sólo de celebrar este misterio, sino también de
alabarlo y cantarlo por las calles de nuestra ciudad. Que la procesión que haremos, exprese nuestro
reconocimiento por todo el camino que Dios nos hizo recorrer a través del desierto de nuestras
pobrezas, para hacernos salir de la condición servil, alimentándonos con su Amor mediante el
Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Y mientras caminemos a lo largo de la procesión,
sintámonos en comunión con los numerosos hermanos y hermanas nuestros que no tienen la
libertad de expresar su fe en el Señor Jesús. Sintámonos unidos a ellos: cantemos con ellos,
alabemos con ellos, adoremos con ellos. Y veneremos en nuestro corazón a los hermanos y
hermanas a quienes se les ha pedido el sacrificio de la vida por fidelidad a Cristo: que su sangre,
unida a la del Señor, sea prenda de paz y reconciliación para todo el mundo.
Luego dice:
Y, puesto de rodillas, inciensa al Santísimo Sacramento. Luego el celebrante toma la Custodia, dando
inicio a la procesión, que se desarrolla alrededor de las canchas del Liceo. Si se detiene en los altares
preparados, allí se dice lo indicado por altar.
CORPUS CHRISTI MMXVIII
Roguemos en la fe para que la Eucaristía Pan de Vida, expresión del amor misericordioso que Dios
nos ofrece, nos una cada vez más, como lo acabamos de escuchar, para que nunca nos disgreguemos
y para que no se pierda jamás la mutua estima que nos hace hermanos en una fraternidad
conseguida con el precio glorioso de la vida de Jesús entregada por todos.
Jesús Eucaristía, plenitud del amor que sostiene a cuantos lo han dejado todo por seguirte
y anunciarte.
Jesús Eucaristía, a quien pedimos nos envíes pastores que apacienten el pueblo que te
celebra como pastor y guía.
Jesús Eucaristía, Pan de vida de los que han sido redimidos en la gracia del Bautismo
Jesús Eucaristía, Alimento de los reconciliados.
Jesús Eucaristía, fortaleza de los que han vencido al pecado.
Jesús Eucaristía, Viático de los enfermos Ungidos con el aceite del consuelo y la esperanza.
Jesús Eucaristía, en cuya presencia nacen y se alimentan las nuevas familias bendecidas
con la gracia del Matrimonio Sacramental.
Jesús Eucaristía, que con tu presencia nos deleitas y nos anticipas el banquete celestial
hacia el que camina la Iglesia.
Jesús Eucaristía, que fuiste alimento de los que ahora aguardan la resurrección final.
Jesús Eucaristía, Nacido de María, la madre inmaculada, la Virgen Fiel,
Jesús Eucaristía, que te encarnaste en el Seno Virginal de María, peregrina de la fe y
primicia de los bienaventurados.
Jesús Eucaristía, celebrado con amor por la Iglesia.
CORPUS CHRISTI MMXVIII
En la Exhortación Apostólica la alegría en el amor, en el número 186, el papa Francisco nos enseña:
Pidamos ahora que nuestra fe se convierta en compromiso que haga vivo el amor de Dios y que,
nutrida nuestra vida con el Pan de la Verdad, seamos testigos de la Misericordia en nuestras familias
y en nuestra sociedad.
Jesús Eucaristía, cuya gloria cantan las artes, las culturas, las lenguas y las esperanzas de
todos los pueblos de la tierra
Jesús Eucaristía, en quien esperamos ver unidos a todos los que te reconocen como
salvador.
Jesús Eucaristía, Misterio celebrado en la esperanza, que quieres reunir en torno a tu mesa
a todos los pueblos de la tierra.
Jesús Eucaristía, que congregas en cada domingo a los que proclaman la gloria de tu
resurrección.
Jesús Eucaristía, que nos permites construir una Cultura que adora y proclama la maravilla
de tu presencia.
Jesús Eucaristía, alimento y vida de tus fieles laicos.
Jesús Eucaristía, centro de toda espiritualidad sacerdotal.
Jesús Eucaristía, aliento de la entrega de la vida consagrada.
Jesús Eucaristía, Luz de esperanza de la Iglesia Misionera.
Jesús Eucaristía, anuncio valiente y generoso de la Salvación.
Jesús Eucaristía, Pan partido para la vida del mundo.
Jesús Eucaristía, aliento y fortaleza de todas las acciones de caridad y de comunión de la
Iglesia peregrina.
Jesús Eucaristía, pan que alimentas a los pobres y a los ricos, a los pequeños y a los humildes,
a los que saben compartir los dones de tu amor.
CORPUS CHRISTI MMXVIII
En la Encíclica Laudato Si, en el número 236, el papa Francisco nos invita a mirar en el misterio del
amor de Dios que hoy celebramos el centro mismo de todo lo creado:
Pidamos que nuestra fe, alimentada en el Banquete Eucarístico se haga obra de paz, de justicia, de
verdad y centre todo lo creado en la alabanza al amor de Dios, en el reconocimiento de este amor
que nos edifica y nos recuerda que el centro es Dios y que todo lo creado ha de glorificarle siempre.
En nuestra marcha de fe, sigamos pidiendo al Señor, nuestro compañero de camino, que nuestra
vida sea una vida eucarística, una vida que revele a todos el amor misericordioso de Dios, el amor
entregado que nos une y nos propone hacer evidente en nuestras acciones el amor de Dios.
Ofrecemos este acto de adoración por todos los sacerdotes para que crezca cada vez más en sus
almas la disposición de una más profunda oblación espiritual junto a la divina víctima cada vez que
celebran el santo Sacrificio del altar.
Todos en un momento interiormente hacen oración por algún sacerdote que conozca o por algunos
de los que nos acompañan en el Liceo o de aquellos que una vez fueron parte del mismo.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu
Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu
Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el
deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que
continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad.
Oración de la estación
Dios mío, dame la gracia de morir amándote y sabiendo que te amo”. Amen.
CORPUS CHRISTI MMXVIII
El Celebrante lee:
“Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se
acercaron los discípulos a decirle: – Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud
para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: – No hace falta que vayan,
denles ustedes de comer. Ellos le dijeron: – No tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo:
-Tráiganmelos. Mandó a la gente que se recostara en la hierba, y tomando los cinco panes y los dos
peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos,
que se los repartieron… Comieron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”.
Oh Jesús, tú que provees y alimentas a las aves del aire, provee y aliméntanos también a nosotros,
que no sabemos ni sembrar, ni segar ni recoger. Bendícenos y concédenos el pan diario y dáselo
también a los que no lo tienen.
“Tuve sed, y me diste de beber”. Cuantas veces experimentamos la sed de agua, pero en nuestros
días, también se puede tener sed de seguridad, de esperanza, de compañía, de amistad, de amor.
Sed de Dios. Saciemos la sed de Dios que hay en el mundo. Pero alguien puede hacer brotar en las
entrañas una fuente de agua viva, gozosa, inagotable. Podemos ayudar a hacer posible el milagro
del agua. Señor dame siempre de esa agua.
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del
Dios vivo” “Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene
ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”.
Un hermano lee:
Estamos finalmente aquí, en la meta de nuestra marcha. Jesús, como hace muchos años en la tarde
de la Pascua, hace ademán de seguir su camino con los discípulos de Emaús, decimos:
BENDICIÓN EUCARÍSTICA.
Oremos:
Señor, que por el misterio pascual de tu Hijo, realizaste la redención de los hombres, concédenos
avanzar por el camino de la salvación, a quienes, celebrando los sacramentos, proclamamos con fe
la muerte y resurrección de Cristo. Él que vive y reina contigo.
R. Amen
El Celebrante
R. y con tu espíritu.
El Celebrante
Flp 4, 7
Que la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie sus corazones y sus pensamientos en el
conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.