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Cocina mediterránea

La historia nos da la razón


■ CARLOS HERNÁNDEZ OLMOS

Periodista y escritor

H
ace una decena de años, unos El hallazgo nos sirve para ilustrar un nista que murió y vivió en España en su
submarinistas descubrieron de negocio floreciente de alimentos que se tierra andaluza, hablaba del garbanzo
forma casual los restos de un extiende desde la más remota antigüe- con admiración y afirmaba que no cono-
pecio griego, uno de tantos que hacía la dad hasta nuestros días. El aceite en la cía otra legumbre que produjera la canti-
vieja ruta del entonces bullicioso puerto cocina mediterránea, en la cultura medi- dad de gases mefíticos que esa modesta
de Kalámai y que, doblando el cabo de terránea, ha sido alimento y medicina, leguminosa. Era, por cierto, muy aficio-
Akritas, subían por el mar Jónico hacia líquido sagrado y tríaca milagrosa, rega- nado a los potajes con tal ingrediente.
Brindisi, quizá el puerto más importante lo para dioses y humanos, nacido de Pocas culturas nórdicas hablan del pedo
de Roma en aquella época. Existía un unos humildes frutos que vieron pasar la con la alegría y jocundidad que se hace
tráfico muy notable de comercio, espe- historia asomando sus verdes ojos mile- en las nuestras mediterráneas, donde
cializado en productos manufacturados narios al azul del Mare Nostrum. llega a considerarse hasta signo de
y arte. Es ya muy vieja la teoría de que buena educación en algunas de ellas
No muy lejos de donde naufragaron somos lo que comemos y es indudable porque, a fin de cuentas, guisar es coser
nuestros barcos aparecerían los porten- que entre la psicología personal de los una bandera de muchos colores y
tosos guerreros de Reace atribuidos a países y sus habitantes y los alimentos, muchos sabores, para conseguir unas
Fidias y que, al igual que las mercancías hay un matrimonio indisoluble. Sería señas de identidad, una forma de ser que
de nuestra galera no llegaron jamás a su difícil saber si los hombres influyen en lo también puede tener su afirmación en la
destino. El mar se había comido a lo que comen y por tanto en su entorno ali- ventosidad.
largo de los siglos toda la madera del menticio y su geografía o al revés, pero Los ingleses odian nuestra cocina, a
barco pero, alineados en lo que fueron es definitiva la relación entre lo que la que denominan “greasy”, “oily” y des-
sus pupitres marítimos, estaban aún las tenemos y cultivamos y la forma de lle- precian nuestro uso generoso del salu-
ánforas selladas con cera y lacre, que varlo a nuestros estómagos y lo que dable ajo. Ahí se quedan y ellos se lo
transportaban lo que luego se descubrió finalmente somos o parecemos. pierden. Hasta hace bien poco, los ame-
como aceite. Los científicos, a partir de Los mediterráneos somos gente de ricanos han hecho ascos a nuestros
una escasa masa casi petrificada que vino, de aceite y de legumbres; somos jamones que ahora devoran con devo-
quedaba en el fondo de las cráteras, des- gente de verduras acuosas, de restallan- ción. Los japoneses esquilman nuestros
cubrieron que tal era el tesoro que tes tomates, de hierbas provenzales; y mares, se comen nuestras angulas o las
nunca llegó a manos de su dueño: aceite hemos conseguido, a través de un desti- siembras en sus arrozales y lentamente
griego, un aceite virgen y verde destina- lado sabio de años, una cocina que nos el mundo gira adaptándose o envidiando
do a la mesa de algún rico mercader hace longevos, alegres y ruidosos. una comida y una cocina plena de sabi-
romano. Don Gerardito Brenan el gran hispa- duría y sencillez.

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Dieta Mediterránea

Al gran maestro de cocina Escoffier Ese as de oros de nuestra gastrono-


le preguntaron alguna vez por su secreto mía hispana, la paella, era en su origen
y el contestó, chauvinista francés y deci- comida de archipobres y se hacía con
monónico, que su secreto era “de beu- los escasos patos de la laguna de la
rre”, “de beurre” y “de beurre” y cuando Albufera que allí se criaban, judías
alguien le replicó que qué tenía que secas, el garrafón, limpias ratas de agua
decir del aceite, contestó razonable: “Ah y caracoles. El fuego era leña de naranjo
señores, pero eso es un lujo”. que, curiosamente, produce un calor
Estados Unidos se asesina con man- regular. La paella toma el nombre del
tequilla, indescriptibles grasas animales recipiente donde se hace: una sartén
y refrescos cargados de azúcar. Son un redonda y plana en donde en veinte
pueblo enfermo y paranoico que no milimétricos minutos se consigue esa
supo llevar a la categoría gastronómica genialidad dorada con ayuda de una de
la antigua cocina, tampoco muy sana, de las más olvidadas especies del país: el
los pasajeros del May Flower. azafrán. Hoy es ya casi imposible comer
una paella auténtica. La contaminación
COMIDA Y SALUD y las modas han hecho de la paella algo
Pero volviendo a España y a la cocina impensable de conseguir. Pero los valen-
mediterránea, quizá nuestra pobreza de ingredientes han sido lo que se tenía a cianos aún comen anguilas que se
siglos nos ha salvado de grandes proble- mano, lo que daba la tierra, sartén, siguen vendiendo vivas en las paradas
mas sanitarios en la actualidad. Hemos puchero, fuego y tiempo largo. Así, Gali- de sus mercados. La cocina, la auténtica,
comido mucho pan, muchas legumbres cia es cocedora maestra en esos “pot a se retira hacia los hogares y se cobija en
y cereales, toda la riqueza de los pesca- feu” en los que la patata, los grelos, la el recuerdo de los mayores.
dos de nuestras costas y nunca ha falta- judía y la berza, consiguen con una
do el rojo vino en las mesas españolas. mínima dosis de grasa animal, el “unto”, IMAGINACIÓN EN LA COCINA
Los médicos han acabado dándonos la caldos nutricios y sinfonías de sabores. Los mediterráneos y más concretamente
razón. De pequeños nos daban pan con Cocer no tiene más misterio que no los españoles, cocinamos cosas impen-
vino y azúcar y “pringás” de aceite y en tener prisa y no es preciso tener mucho sables: comemos angulas, cuando se
la memoria de muchos españoles el olor que echar en la olla. Los pastores espa- puede; ajos de viña, cuando se consi-
de nuestras comidas y de nuestros fogo- ñoles, a lo largo de los siglos, han hecho guen; lacones, bacalao, esa momia de
nes nos acompaña por muy lejos que calderetas con ingredientes mínimos: pez salada irreductible al conocimiento
estemos de nuestro lugar de origen. algo de oveja, congrio seco, pan y las del que no sabe guisar. Comemos cara-
Un español recuerda el pringoso y verduras que estuvieran disponibles. coles. En mi recuerdo aún flotan los
dulzón aroma de ultramarinos anti- Otro tanto se puede decir de los marine- enormes calderos rojizos de la plaza de
guos, con sus doradas ruedas de aren- ros que, con lo mismo, lograron geniales Cascorro, donde toneladas de gasterópo-
ques salados y aquella especie de gaso- marmitakos, arroces caldosos y delicias dos calleron inmolados en los estómagos
linera de aceite donde te mandaban a marineras que se basaban en poco más madrileños; y comemos callos, manitas,
comprar por litros, aquel aceite espeso y que espinas y agallas. tripas de cordero a la plancha, lengua y
poco refinado, pero ya inolvidable con Y es que un buen plato mediterráneo todo tipo de casquería, por no hablar de
su gusto a almazara. Inolvidable es el no requiere grandes ingredientes, sino gatos y lagartos que en épocas de penu-
humo de las ferias, de sus churrerías y sabiduría y paciencia ante el fogón. ria, no tan lejanas, han ido a parar con
buñolerías, de las frituras sureñas o de Sería interminable hablar de la coci- su buena fritura de cebolla a los platos
los bocadillos de calamares, que en na mediterránea o de su forma de coci- de algún necesitado. No hace tanto, un
aquella “Casa Lucio” de la glorieta de nar, pues son muchas las cocinas y sabe- lagarto acelado le costó un millón de
Bilbao, en Madrid, he llegado a pagar a res desde Grecia a Portugal, pero siem- pesetas de multa a su “desaprensivo”
una peseta. Bocadillos de calamares pre con los mismos resultados: la cocina cazador.
que exponían como lenguas amarillas y del mar, la cocina de la tierra, la cocina La España de las sartenes vive más al
doradas tres rodajas de rodajas fritas del del agua, la cocina que cuece, la cocina sur pero no sería prudente hacer de
cefalópodo a modo de aros tentadores. que fríe y otra más de fiesta, que asa. Andalucía una tierra exclusivamente de
Cocinar a la mediterránea ha tenido Todas las tenemos en España y en nues- frituras. La sopa fría más genial del
siempre el sello de la sencillez. Sus tra geografía mediterránea. mundo es andaluza, una creación para

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época de “calorins”, hecha a base de Nuestra repostería, lejana a las


mortero y muñeca, como un pil-pil nor- mantequillas y a las grasas animales,
teño. Es una sopa hecha para refrescar quizá sea una catedral barroca de tal
utilizando los tomatillos, el pan duro que complicación analítica que necesitaría
quedaba, agua y vinagre y de ella nacie- páginas y páginas, para ser estudiada,
ron muchos otros gazpachos, el ajoblan- porque, no nos engañemos, el español
co y tantos otros que heredamos de es un ser goloso que ha comido suspi-
nuestra denominación árabe. Sopa bara- ros de novicia, pestiños, almendrados,
ta que bien poco necesita y que llena el cocas, panellets, las sublimes yemas de
estómago y calma la sed. Así nació el San Leandro, dulces conventuales y
gazpacho y para eso. Personalmente lo artesanos, pero que también ha sabido
prefiero a la más refinada vichyssoise. hacer con lo que tenía a mano, rosqui-
Andalucía cuece berzas y hace sus pota- llas y alfajores, polvorones, manteca-
jes jerezanos, fríe ortigas de mar y hacer das, inocentes frutos de la blanca hari-
tortillitas de camarones crujientes y per- na candeal de nuestras tierras, del esca-
fumadas como enaguas de novia, por no so y caro azúcar y de los huevos de
hablar de esos jamones que la sal y el nuestras gallinas ponedoras, que año
tiempo curan si el cerdo es el adecuado tras año y día tras día, depositaban en
intentan robarnos lo que somos. Porque
y el maestro que se encarga de ello sabe sus ponederos la blanca moneda de sus
somos, antes lo decía, lo que comemos.
lo que se hace. Pero eso son palabras huevos, de aquellos huevos que enton-
La América del Descubrimiento
mayores. Conseguir que una pata de ces salían con puntilla.
aportó muchas fruslerías a nuestra mesa,
cerdo sea esa guitarra veteada de grasa y Por tanto, ¿cómo renunciar a esta
al igual que nosotros les enseñamos en
perfumada hasta lo indescriptible, es bandera con tantos ingredientes? Una
gran parte a cocinar a la española. Hay
harina de otro costal y hoy en día cuesta bandera sencilla en la que el ingrediente
toda una cultura que nace del estrato
un pico un Jamón como Dios Manda. más caro casi siempre es el tiempo. Una
social que fue España durante muchos
Y lo que son las cosas, otro de los fritura de cebolla, por ejemplo, necesita
años, una población agrícola, cultivado-
ases internacionales de nuestra baraja, la tres cuartos de hora al lado de ella, pero
ra de sus verduras, criadora de sus cer-
tortilla de patatas, debe su celebridad a sin cebolla no hay salsas y sin salsas no
dos y vigilante de sus pollos de carretera.
los norteamericanos que la demandaban hay cocina, mas que la fúnebre de régi-
No había casa sin corral ni arcón. El cre-
todas las mañanas en los bares en torno men o la trágica de las prisas.
cimiento y la raza médica nos ha puesto
a Torrejón y otras bases.
en manos de las verduras desabridas y LA VIEJA HISTORIA
Antes la tortilla era plato nocturno y
de la plancha de la cafetería. DEL HUEVO Y LA GALLINA
familiar y en muchos hogares ya se sabía
La prisa nos impide mimar esos pro- Nadie está muy convencido de si fue
que cocido por la mañana y tortilla de
ductos que antes se cogían saliendo a antes el huevo o la gallina. Con esto del
patatas por la noche. Tampoco es fácil el
la puerta de la casa. Eso es lo que no ser o no ser mediterráneos a costa de
invento, pues hay tortillas que parecen
somos y quieren hacer ser. Es una nuestra cocina, pasa inevitablemente
más “tortillos”, duras y apelmazadas,
lucha contra la pereza más que contra algo parecido. La cultura china inventó
mientras que otras son jugosas y tiernas
el paladar. Si nos olvidamos de lo que con su geografía y su agricultura, con su
y admiten casi cualquien compango.
comimos desde el Siglo de Oro hasta pesca y su ganadería, algo diametral-
Desde las delicadas tortillas de bacalao,
nuestros días, acabaremos teniendo, mente opuesto a lo que nosotros come-
protagonistas de los “amaiketakos” vas-
como ya tenemos de hecho, niños mos en estas latitudes. Resulta aún muy
cos, a las barrocas tortillas del Sacro-
corroídos por el colesterol, genera- difícil llevar a un abuelo a comer a un
monte en las que uno ya no sabe si
ciones sin paladar ni gusto desconoce- restaurante chino. Mi madre murió pen-
come tortilla o guiso sofisticado.
doras de un tesoro que hay que salvar sando que en esos sitios freían sapos y
SOMOS LO QUE COMEMOS de una infecta invasión. culebras y jamás puso el pie en ninguno
En definitiva, no se trata tanto de hablar Somos el país de la almendra, del de ellos. Un esquimal ha desarrollado
de gastronomía, sino de esa sencillez azafrán y los pescados. El país del mundo igualmente una forma de comer que
prodigiosa que nos hace comer de forma que más pescado come. Somos el país para nosotros resulta sorprendente cuan-
tan distinta, tan lejos de la hamburguesa, del aceite, ese oro que ungió a dioses y do no repugnante. El mundo nórdico
de la pizza y de las multinacionales que alimentó a villanos como si fueran reyes. come también de otra forma. El enebro,

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descubierto nuestros abuelos muchos


años atrás.
Lo que comemos es sencillo y sano,
siempre y cuando seamos fieles a lo que
siempre hemos comido. No soy muy
optimista respecto a la persistencia de
este sistema de alimentación. La técnica
corre por delante de nosotros y el marke-
ting estrangula a nuestros hijos y sus
paladares. Utilizamos alimentos televisi-
vos como placebos venenosos para
callar a los niños o premiarles. Nuestros
hijos ya no reciben con ilusión la noticia
las bayas y los frutos boscosos han crea- de que se va a hacer arroz con leche en murió cristianamente en la matanza de
do una cocina plena de salsas entre lo casa o que para el domingo habrá galli- este invierno. El amigo tan caritativo que
dulce y lo salado. El hombre antiguo, el na en pepitoria. Ellos quieren otra cosa me dará esos chorizos en marzo es el
hombre aislado, cazaba su paisaje y lo y buscan la satisfacción del paladar con antropólogo profesor Cariñanos, más
aderezaba con él. Un andaluz, un hijo sabores que jamás fueron de nuestro conocido entre la bullanguería como “el
de Tartesos, no comía foca, evidente- país. La batalla se está perdiendo. Los telarañas”. Al parecer Milagritos se resis-
mente, ni era dado a ese tipo de grasas. verdugos son la televisión y las prisas, la tió un poco en el tránsito, pero sus car-
Durante muchos años la mantequilla fue incorporación al trabajo de la mujer y el nes hechas con bellotas y otras delicias
para nosotros un producto raro, mientras poco tiempo para recuperar una cocina fueron comentadas en toda la región
que en norte se guisaba con esa grasa que necesita tiempo. como ejemplo de cerda bien criada. El
animal. Lo mismo ocurre hoy en Estados El futuro se dibuja como una univer- que tiene la suerte de poder comerlos,
Unidos, en Alemania o en otros lugares salidad zafia de sabores homogéneos y que duda cabe, es un afortunado de la
donde la climatología exigió grasas pro- de cocinas rápidas, una especie de ONU geografía. Los chorizos de Milagritos
tectoras para la supervivencia. de basura química y de riqueza casi ins- curan sin prisas esperando la botella de
Los recién descubiertos hombres de tantánea para sus manipuladores. No sé vino que acompañará en su funeral.
Atapuerca no sabían nada de eso. Lenta- cómo podríamos regresar a nuestros orí- No renuncien. Las banderas no son
mente los genes cambian y generación genes. La cocina de verdad vive atrin- nada al lado de un plato de la infancia.
tras generación se utilizan la albahaca, cherada en los saberes antiguos de nues- Las lenguas no son nada, incluso las ver-
el ajo, el orégano, las hierbas de la tierra tros mayores que, paulatinamente, van náculas, al lado de algo que, entrando
en vez del enebro u otras plantas aromá- perdiendo el punto y las ganas de acer- por la boca, nos haga viajar hacia atrás
ticas. Lentamente a lo largo del tiempo carse al fuego. Una España antañona en el tiempo. No renuncien y peleen.
nuestro cerebro adormece o mata célu- donde es difícil encontrar materias pri- Consigan, si pueden, que la España de
las que distinguen un sabor de otro y mas y artesanos que sepan hacer buenos siempre no se les muera en los manteles
unas sustancias de otras hasta conformar asadores de barro, hojalateros creadores y para marzo, si vienen a La Rioja, come-
una manera de comer que acaba trans- de alcuzas o graseras perfectas y en rán algunos trozos de Milagritos y sabrán
formándonos en una forma de ser, en general todo lo que se refiere al oficio y lo que es un chorizo de verdad. ❏
una psicología colectiva. los instrumentos absolutamente impres- CARLOS HERNANDEZ OLMOS.
Periodista y escritor.
Yo no sé si eso, a la larga, acaba cindibles para nuestras cocinas.
Ha desarrollado su carrera profesional en Radio
también definiendo nuestros bailes, Es el triunfo apocalíptico de la olla Nacional de España, en su mayor parte en La
nuestra literatura y nuestro carácter, pero rápida, el microondas y la electrónica Rioja, donde vive en la actualidad. Es experto en
mucho me temo que así es. La Historia aplicada a lo que nunca la necesitó, por- gastronomía y autor de varios libros, entre los que
parece darnos la razón. El sol y las tem- que no hay que olvidar que el fuego destaca “Comer y Escribir. Una historia de la ali-
peraturas nos han llevado a utilizar la nada tiene que ver con el calor. mentación española a través de la literatura”,
publicado por MERCASA en 1994.
geografía en la que vivimos como una Lo siento por ustedes, pero a uno le
Hernández Olmos es también el autor del cuento
gran enciclopedia de sabores que hemos están curando al humo y al viento frío de “La compradora”, que inauguró en el número 1
acabado haciendo nuestra y personal. las tierras de Viana, en Navarra, muy de DISTRIBUCIÓN Y CONSUMO la serie de
El mundo descubre ahora la llamada cerca de la tumba de César Borgia, unos “Mercados/Literaturas”, mantenida de forma inin-
dieta mediterránea, algo que ya habían chorizos de la cerda Milagritos, que terrumpida en todos los números de la revista.

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