Sei sulla pagina 1di 43

caratula

FAMILIA: ___________________
¡Bienvenidos!
Ante todo, deseamos darles la más cordial bienvenida a la
preparación para la Consagración de las Familias, que con ocasión
de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, realizamos en
el Movimiento. Estamos convencidos de que éste es el momento
querido por Dios para que tu familia sea abundantemente
bendecida. Sabemos que no dejarán de aprovechar, ad maximam,
esta oportunidad.

Queremos que las familias, a las cuales tanta preocupación


e interés dedicara Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora el
Papa Francisco puedan renovar su vocación a la santidad y
su compromiso con la extensión del Reino de Cristo. Por eso,
esperamos que esta consagración sea una ocasión propicia para
fortalecer la tuya.

La preparación consta de tres sesiones y una Hora Santa


especial. En ellas conversaremos sobre los puntos fundamentales
que nuestra consagración implica y profundizaremos en las doce
promesas que Cristo, a partir de su Corazón, ha realizado. Deben
asistir los esposos, pues son ambos quienes se comprometen a
lograr un hogar auténticamente cristiano.

Asumes, pues, la responsabilidad de asistir a todas las reuniones


de manera puntual. No se permite la inasistencia, pues solamente
contamos con tres sesiones. Asimismo, delante de Cristo debes
prometer esforzarte para que tu familia viva la espiritualidad del
Sagrado Corazón, apuntando a desterrar de ella el pecado mortal,
que es negación del amor de Dios. Sobre el compromiso de la
familia, dedicamos un espacio pertinente dentro del presente
manual.

¡Bienvenidos, que Dios los bendiga abundantemente!

En el Corazón de Jesús,
Movimiento Avanzada Católica
Índice

Tema 1 7
La Espiritualidad del Sagrado Corazón de
Jesús en el Padre Menor
Citas para meditar

Tema 2 13
La esencia de esta Espiritualidad
Citas para meditar

Tema 3 17
Consagración de las familias: ¿Por qué?
¿Para qué?
Citas para meditar

Tema 4 23
La mística en la vida cotidiana
Citas para meditar

ANEXOS 29
Oración de Consagración diaria, legado del
Padre Menor
Promesas del Corazón de Jesús
Compromiso de la familia
Rito de entronización
TEMA 1

La Espiritualidad del Sagrado


Corazón de Jesús.

El Padre Menor, nuestro


fundador, Apóstol del Cor Iesu.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 9


La devoción al Sagrado Corazón de Jesús:
¿de qué se trata?
Esta devoción está presente en la Iglesia desde sus inicios.
Creer y venerar el Corazón de Cristo es creer y adorar a la Segunda
Persona de la Divinidad que nos ofreció su Corazón traspasado en
el momento que entregaba su vida al Padre. Fruto de ese don (su
Corazón) son los sacramentos que vivifican al cristiano (Eucaristía
y el Bautismo) (cf Jn 19,33).

El discípulo amado, Juan, recostó su cabeza en el pecho de


Jesús en uno de los diálogos más profundos que el Evangelio
cita, en el marco de la última cena. Este discípulo que se llama
a sí mismo el “amado”, supo escuchar de cerca los misterios
que esconde el Sagrado Corazón de Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero.

La Iglesia, al proponernos en los tiempos modernos esta


devoción, nos invita a seguir los pasos de Juan y de los grandes
santos: oír de cerca la voluntad del Señor, gozar de su intimidad
y cumplir los designios que el Padre tiene para cada ser humano,
para cada familia.

El Hijo de Dios, Jesucristo, al hacerse hombre asumió en todo


nuestra condición, menos en el pecado. Adquirió un Corazón
de hombre sin dejar de ser Dios, un Corazón que funde en sí
la humanidad perfecta y la Divinidad Omnipotente de Dios. Ese
Corazón es el que se abre al cristiano y con una fuerza renovadora
vuelve a decir:

“Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os


aliviaré” (Mt 11,28).

Ese Corazón esconde un sinfín de dones y es escuela de fe,


esperanza y caridad: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde
de Corazón” (Mt 11 ,29).

10 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


Creer y vivir de esta devoción lleva al cristiano a ascender, por
un camino seguro y directo hacia la santidad de vida de la que
habla el evangelio: “Sed perfectos como el Padre es perfecto” (Mt
5, 48).

Para un miembro de Avanzada Católica esta Espiritualidad es la


que lo impulsa a seguir siempre adelante en el ascenso hacia la
santidad, la que alimenta su relación con Dios y la que sintetiza su
labor apostólica.

Vivir esta devoción y espiritualidad, cuidando del pacto con el


Sagrado Corazón: “Tú cuida de mí y de los míos, yo cuidaré de Ti”,
ésta es la mejor manera de vivir el mandamiento por excelencia:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma


y con toda tu mente y al prójimo como a ti mismo” (Dt 6, 5 ; Mt
22,37).

El Padre Menor y la espiritualidad del Cor Iesu


El Padre Menor, nuestro Fundador, nos legó este profundo amor
al Corazón del Hijo y esta confianza ilimitada en su protección y
cuidado. Desde muy joven se sintió llamado por esta devoción y en
poco tiempo conquistado y enamorado de este mismo Corazón:

“Comenzaba el mes de Ejercicios, 16 de setiembre de


1918. En realidad, este santo tiempo fue decisivo para toda
mi vida. Sobre todo me interesa decir que al empezarlo tuve la
ocurrencia de anotar en un cuaderno qué fin quería sacar de
cada una de las 4 semanas. No sé en cuál de ellas fijé: “para
conseguir la devoción del Corazón de Jesús”, y al acabarlo
me llené de sorpresa al comprobar que este fin no había sido
propio de ella, sino que pude exclamar: ’¡Las 4 semanas me

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 11


han llevado a la devoción del Corazón de Jesús!’ En realidad,
éste fue el regalo del mes de Ejercicios. Sólo que aunque en
ese mes se grabó en mí para siempre este espíritu y esta
práctica, práctica y espíritu que nunca había de abandonar,
en cada época de mi vida se fue acentuando y enriqueciendo
de manera que todavía quedaba mucho a este Señor para
darme en estos últimos años. Pero de ese mes se marcó mi
alma con el sello definitivo de esta devoción”.

Así inició el P. Menor, Nuestro Fundador, una profunda relación


con el Sagrado Corazón que se intensificaría con el tiempo hasta
tocar alturas insondables. Así nos invita el mismo Corazón de
Jesús a empezar a cada uno de nosotros, resueltos, dóciles,
generosos. Él hará lo demás, Él marcará también nuestras almas
con el sello definitivo de esta devoción.

Desde entonces, en Pro Ecclesia Sancta y en Avanzada Católica


se ha consagrado cada empresa apostólica, cada proyecto y cada
fundación al Sagrado Corazón. Estamos aquí por Él, somos de
Él, y estamos seguros que Él cuida de cada miembro, de cada
familia, de cada apostolado.

Y de esta seguridad y de esta devoción surge también nuestra


confianza en San Miguel Arcángel, patrono de nuestro Movimiento,
a quien el mismo Jesús encargó cuidar la causa de su Corazón:

“Nuestro glorioso protector San Miguel, acompañado de


innumerable multitud de espíritus angélicos, me certificó de
nuevo estar él encargado de la causa del Corazón de Jesús,
como de uno de los mayores negocios de la gloria de Dios
y utilidad de la Iglesia, que en toda la sucesión de los siglos
se han tratado lo que ha que el mundo es mundo... Este
misterio escondido a los siglos, este sacramento manifiesto
nuevamente al mundo, este designio formado en la mente
divina a favor de los hombres y descubierto ahora a la Iglesia,
es uno de los que, por decirlo así, se llevan las atenciones de
un Dios cuidadoso de nuestro bien y de la gloria del Salvador”.

12 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


Hubo una oración que el Padre Menor repitió incansablemente
durante más de 40 años en los albores de la fundación de Pro
Ecclesia Sancta como cimiento de la misma, cuando con confianza
ilimitada, pese a las grandes trabas, pedía a Dios por nosotros:

“Corazón de Jesús, acelera tu obra de amor en la Iglesia,


en Pro Ecclesia Sancta, en nuestras almas. Amén”.

Que sea para nosotros un estímulo para seguir adelante, pues


nos recuerda de dónde hemos venido y hacia dónde vamos; y un
ejemplo de confianza ilimitada en este Sagrado Corazón que nos
llama y nos envía al mundo entero como Apóstoles de su Corazón.

No estamos solos en esto: Él ha prometido quedarse siempre


con nosotros hasta el final (cf Mt 28,20). Y se queda sobre todo en
la Eucaristía, presencia viva de su Corazón en medio de nosotros,
alimento y fuerza de Dios para todo el que cree. Esta especialísima
Espiritualidad propone justamente la vivencia y la confianza en
este Sacramento:

a. Consagración diaria.
b. Hora santa: adorarle expuesto para nosotros.
c. Santa Misa los primeros Viernes.

Para tu meditación durante esta semana:

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a


los otros. Que, como Yo os he amado, así os améis también
vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn
13,34-35).

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 13


TEMA 2

La Esencia de esta Espiritualidad

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 15


La idea exacta de esta Espiritualidad responde a todo un
sistema de vida espiritual: completo, sólido y eficaz; en orden a
la mayor santidad de vida y a la mayor glorificación de Dios. Por
lo mismo, esta Espiritualidad bien entendida merece toda nuestra
atención y estudio, para hacer de ella como el centro y eje de toda
nuestra vida. No se trata de algo pasajero ni externo. Debe ser, y
aquí está el nervio de la cuestión, como mi vida misma: la razón
de ser, la fuente de mi actividad, el desarrollo y la manifestación
característica de mi vida. Vivo por esta Espiritualidad, vivo para
esta Espiritualidad, vivo dentro de esta Espiritualidad.

¿Cuáles son los elementos esenciales de


esta espiritualidad?

Son tres los elementos esenciales e indispensables de esta


espiritualidad, tanto que sin ellos no puede vivirse: amor, reparación
y celo por las almas.

El AMOR que aquí se nos pide es un amor recíproco. Jesús nos


ama con amor divino y con amor humano. Nos ama realmente.
Pues bien, ese Amor exige de nosotros todo el amor de nuestro
corazón. Amor de amistad, de familiaridad, de fraternidad íntima y
tierna, amor generoso, abnegado. Nunca podremos responder en
el tono en que se nos solicita. Jesús nos amó desde el Pesebre,
hasta llegar a Getsemaní y al Calvario. Y aún hoy, veintiún siglos
después, nos sigue amando desde el Sagrario. Él nos amó primero,
“tanto amó Dios al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el
que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”(Jn. 3,16).
De este primer elemento se debe impregnar toda nuestra vida.

El segundo elemento indispensable, y que ha de venir a formar


como una sola cosa con el amor, es la REPARACIÓN. ¿Pero qué
es reparar? En el terreno material, reparar es devolver a una cosa
su primitiva forma, integridad o belleza perdida. Una mesa, un
objeto maltrecho, se reparan volviéndolas a su ser primero. En
el terrero del derecho, se repara devolviendo la honra quitada,
devolviendo unos bienes arrebatados o el libre ejercicio de un

16 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


derecho conculcado. Pues en el terreno espiritual, el hombre,
consciente o inconscientemente, se rebela contra Dios y traspasa
sus leyes y mandamientos. Quedan pues violados y pisoteados los
derechos divinos. ¿Qué hacer? Repararlos. Devolver con nuestros
actos los derechos divinos que hemos violado, colocando a Dios,
a su Iglesia, a su doctrina, en el lugar que le corresponde; y si los
demás no lo hacen, supliendo con nuestros actos la violación que
otros han hecho de esos derechos divinos.

El tercer elemento igualmente importante es el CELO POR LAS


ALMAS, celo que los santos han encarnado profundamente, como
Santa Teresita del Niño Jesús que le pedía a Jesús: “dame almas,
Señor, y te daré lo que me pidas”. Todo cristiano está llamado a
ser Apóstol y a dedicar su vida y esfuerzos a dar a conocer el amor
de Dios: su Sagrado Corazón.

Es decir, podemos definir la Espiritualidad del Sagrado Corazón


diciendo que es el amor a Jesucristo, centralizado en su Corazón,
para reparar el desamor de los hombres. Y como fórmula sintética
que resumiría toda esta espiritualidad: “el Corazón que tanto ha
amado a los hombres y que en recompensa no ha recibido sino
ultrajes y desprecios”.

¿Cómo vivir este espíritu de amor, reparación


y celo por las almas?

Sólo necesitamos una cosa: vivir la consagración personal al


Sagrado Corazón de Jesús. La consagración personal puede
reducirse a un pacto: “cuida tú de mi Mí y de mis intereses; y Yo
cuidaré de ti y de los tuyos”. Esto es todo. Es un convenio entre el
Corazón de Jesús y el alma.

La primera parte de la consagración dice: “Cuida tú de Mí y de mis


intereses”. Y esta es la parte más importante, porque propiamente
ésta es la parte nuestra. Por ella nos comprometemos a mirar por
la honra y los intereses del Corazón de Jesús. ¿Cuáles son éstos?
Las almas, el reinado de Dios en mi alma, en todos los hombres, y

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 17


como consecuencia en todas las familias, en todas las sociedades
y en todos los pueblos; en una palabra: en todo el mundo.

La segunda parte de este pact odice : “Yo cuidaré de ti y de los


tuyos”. Es necesario que todas tus cosas, a saber: alma, cuerpo,
vida, salud, familia, trabajos, tu propia santificación, todo, lo remitas
plenamente a disposición libre de Dios. El Corazón de Jesús es
el que tiene que hacer lo que le plazca, es decir, lo único que nos
conviene. Mas esto no quiere decir que nos hayamos de entregar
a un fatalismo quietista e inactivo. Nada más perjudicial, ni más
opuesto a un ejercicio de santidad tan activo y tan personal como
exige esta espiritualidad. “Cuando hubiereis hecho cuanto se os
ha mandado, dice el Evangelio, confesaos siervos inútiles”(cf. Lc
17,10) . Se nos pide en esta entrega todo el caudal de nuestro
esfuerzo personal, dejando a Dios la recompensa del éxito.

Para tu meditación durante esta semana:

“Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su


poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a
las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra
la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las
Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso,
contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (Ef 6, 10–12).

“Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene


Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido
llamados según su designio.” (Rm 8,28).

18 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


TEMA 3

La consagración de nuestra
familia al Sagrado Corazón de
Jesús: por qué y para qué

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 19


Para explicar las razones que sustentan nuestra Consagración
al Sagrado Corazón de Jesús debemos empezar por definir en
qué consiste la Consagración.

El término “con – sagrado” quiere decir “junto con lo sagrado”.


De algún modo, en el acto en familia que realizaremos, esperamos
que los nuestros se acerquen de un modo especial a lo sacro,
a lo divino: al amor de Jesucristo. Cuando nos consagramos
buscamos hacernos, por participación, sagrados.

“Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que


podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y
los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús” (Flp 4,7).

En la Consagración, los miembros de cada familia desean y


aceptan voluntaria y agradecidamente que el Corazón de Jesús
sea en adelante quien reine y presida esta familia y que recibirá
de cada uno la entrega generosa de su propia vida, de su propio
corazón, para que ya en adelante vivan sólo para Él. Libremente,
ofrendamos nuestras personas y nuestra familia en conjunto al
Corazón de Cristo.

Ahora bien, ¿por qué es necesaria una consagración?

La familia, se ha conversado mucho al respecto dentro del


Movimiento, es una de las instituciones más atacadas dentro de
nuestra sociedad. Probablemente, la estrategia de Satanás para
golpearlas se dé en tres puntos principales:

1. La crisis de valores. La sociedad actual ha vaciado de


contenido la razón de ser de una vida fundada en principios.
Son los antivalores los que se promueven como meta de la
existencia, como medio de realización. Entre ellos, la falta de
respeto ante lo sagrado, postular como ridícula la vivencia
de la castidad como virtud, el materialismo que impide la
perspectiva trascendente de la vida, la falta de interés por el
que sufre a mi lado. Todo esto contribuye al egoísmo y a la
consecuente falta de interés por la familia.

20 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


2. La desunión. El concepto actual de comunicación ha
quedado reducido a mensajería. No se perciben familias
integradas: se cree que con los medios de relación a
distancia (internet o celular) se resuelve la necesidad por
estar comunicados. No es así. La difusión de la información
sin ningún tipo de control, sumada a la ausencia de los
padres de familia, hacen que cada uno se “aísle”. Así,
nuevamente la familia es atacada, pues ya no cumple su
rol de espacio natural de la comunicación para la persona.
Ya no constituye el espacio fundamental para afianzar el
crecimiento. De aquí se derivan males como las adicciones
y el sinsentido, que es la ausencia de valores que motiven a
la realización de la familia.

3. La glorificación del yo. Ya no se exalta el valor de la


comunidad y del servicio, sino únicamente la preocupación
por uno mismo y el surgimiento personal, sin importar los
otros. Esta preocupación por uno mismo lleva a reducir la
felicidad al placer. Todo lo que otorgue placer es deseable,
y lo que no, debe evitarse. Aquí, surge el desprecio por la
vida, pues el surgimiento de la misma implica sacrificio.
Podemos apreciar el existente temor por la responsabilidad,
al punto de negar la posibilidad de la vida a un inocente: el
problema del aborto, por ejemplo. Así, en el individualismo
contemporáneo, no cabe la preocupación por otro distinto
de mí: la familia ya no tiene importancia.

En síntesis, si comprendemos el amor como capacidad de


entrega generosa, desprendida y libre, la familia es atacada por una
crisis de amor. A esta situación, únicamente puede responderse
con amor. Por eso consagramos nuestras familias al Corazón
de Cristo, que es el Amor mismo de Dios. Buscamos que quede
protegida, así, de las asechanzas del diablo. Consecuentemente,
si nuestra consagración es vivida adecuadamente, por fuerza
deberá llevarnos a la Eucaristía, a los Sacramentos, al amor y
obediencia a la Iglesia, a la reparación y expiación de nuestros
pecados y los del mundo entero, y a la perfección de la vida
cristiana.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 21


“Y por encima de todo esto, revestíos del amor que es el
vínculo de la perfección” (Col 3,14).

Nos consagramos, en resumen, porque queremos que nuestras


familias amen más a Jesucristo, meta de todo hombre y mujer, y
porque deseamos que este amor las proteja de las acechanzas
del diablo.

Y… ¿para qué nos consagramos?

Qué duda cabe, después de la propia conversión, lograr el


acercamiento de la familia exige un esfuerzo muchas veces mayor.
En varias ocasiones, la gracia permite una conversión en conjunto,
pero en muchas otras, se requiere una colaboración sostenida
en el tiempo por parte del que acepta a Jesús como Señor para
que los suyos se “conviertan”. En este sentido, la consagración
apunta a ser una renovación espiritual, una oportunidad para
sanar rencillas, una ocasión para dejarse iluminar por el Espíritu
Santo dentro de la familia. Vivida correctamente, puede ser la
oportunidad para que la familia se una más en el Señor y para que
se anime en la empresa de la propia santificación. Debe concluir
haciendo de cada familia una escuela de amor.

Además, la consagración apunta a dar testimonio ante las demás


familias de la presencia de Cristo en la sociedad en la que vivimos.
El sinsentido contemporáneo podrá ser derribado únicamente en
la medida en que Dios tenga cabida en el mundo. Nos mostramos
ante éste como seguidores del que ha prometido darnos el ciento
por uno si acudimos a Él. Daremos así a la sociedad, con nuestras
vidas, un taller de amor auténtico y, al hacerlo, le daremos la
respuesta a los males que afronta.

Comprendemos, pues, por qué es necesario que se consagre


toda la familia: por la oportunidad inmensa de crecimiento interior
y protección que esta consagración significa, por la posibilidad,
en el plano natural, de afianzar los vínculos de amor, comprensión
y respeto, y por la ocasión que tenemos de adquirir mayor
comunicación entre los nuestros. En esta experiencia, la gracia, si

22 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


la naturaleza se dispone, puede obrar verdaderos milagros.
Recordemos el papel fundamental que el Inmaculado Corazón
de Santa María tiene en nuestra preparación y en el crecimiento
interior de nuestra familia. Ella, que preparó a Jesucristo en el
seno de la Sagrada Familia, sabrá también preparar a la nuestra.

Para tu meditación durante esta semana:

“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando. No
os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que
he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis
elegido vosotros a Mí, sino que Yo os he elegido a vosotros, y
os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto
permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi
nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los
unos a los otros” (Jn 15,13-17).

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 23


TEMA 4

Mística en la vida cotidiana

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 25


Hasta ahora hemos podido comprender mejor Nuestra
Espiritualidad. Hemos considerado cómo la hemos heredado
del Padre Menor; cómo se vincula con nuestra familia y en qué
consiste verdaderamente. Es momento de abordar cómo nos
compromete en nuestra vida diaria.

“El católico del siglo XXI será un místico o no será” (Juan Pablo
II). Esto significa que el desafío fundamental para este tercer
milenio es ser conscientes en nuestra vida cotidiana del misterio
que involucra la amistad con Cristo. Toda la experiencia del
cristiano brota, ciertamente, del encuentro personal con Él. No se
trata de amoldarnos a conceptos o pautas para la vida, sino que
toda nuestra experiencia religiosa parte del hecho de conocerle a
Él, de trabajar con Él; inclusive de sufrir con Él. Nuestro esfuerzo
y nuestro testimonio cobran sentido a partir del valor que demos,
en nuestra vida ordinaria, a esta amistad.

La mística es la parte de nuestra vida espiritual que no puede


ser descrita por medio de pautas estrictamente racionales, pero
que sí podemos describir de un modo ordenado. Implica algo de
misterioso, pero no se trata de ocultismo o tendencias similares.
Simplemente, nos referimos a la experiencia personal con Cristo y
la responsabilidad que cada uno asume frente a Él.

Ahora bien, vivir la mística espontáneamente puede no ser tan


sencillo. San Benito dio a sus monjes esta pauta: ora et labora, ora
y trabaja. Ambos van juntos: el trato con Dios y la preocupación
por el mundo terreno. En este equilibrio difícil se sitúa la vivencia
del cristiano. ¿Cómo lo lograremos?

San Ignacio nos da la respuesta. Debemos ser “contemplativos


en la acción”. Este santo era consciente, al momento de formar
la Compañía, que la gran labor que debían realizar sus miembros
con las personas conllevaba acortar los momentos dedicados
“especialmente” para la contemplación (la parte “mística” de sus
miembros). Por ello, insistía mucho en esto: debemos llegar a
tener una gran presencia de Dios en nuestra vida cotidiana, en

26 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


medio de una actividad intensísima. Parecen palabras preparadas
para nuestro tiempo, tan ajetreado.

Nuevamente: ¿cómo lo lograremos?

Del pasaje en la Escritura de Marta y María aprendemos que


la actividad y la escucha del Maestro están siempre de la mano.
No debemos restar ningún componente: ambos son esenciales.
La mística y el trabajo; la contemplación y la acción. Para vivir
esto no hay frases mágicas ni secretos especiales. Simplemente,
debemos aplicar los pilares de nuestra vida espiritual en la
cotidianidad del quehacer diario. Si no somos capaces de esto,
nuestra consagración será carente de sentido.

¿Qué mística estamos llamados a vivir como familia?

El punto de apoyo y a la vez la meta de nuestra vivencia cristiana


de la familia es el rechazo del pecado mortal. Sin este objetivo,
cualquier tipo de hábito piadoso resulta desprovisto de su razón
de ser: desde la bendición de los alimentos hasta la participación
en la Misa. Debemos apuntar a ser personas que busquen el amor
de Dios, y el pecado mortal es la negación de éste.

Con este presupuesto, debemos dar unas pautas para la vida


diaria.

La asistencia en familia a Misa es, probablemente, la más


importante de las prácticas en familia que pueden tenerse.
Reunidos en torno a Cristo Eucaristía, la familia retoma el
sentido de las comunidades cristianas y se fortalece. Si se tienen
dificultades, habrá que aprender a motivar. Una consagración al
Sagrado Corazón, donde Cristo no está presente en la Eucaristía
pierde mucho de su sentido. Aquí se suma, necesariamente, la
confesión de cada uno de los miembros, pues es el modo como
preparamos nuestra alma para la recepción de la Eucaristía.

Se debe también rezar en familia. Junto con la Eucaristía, esta


es la fuente de vitalidad espiritual más eficaz con la cual cuenta la

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 27


familia. La familia que reza unida, permanece unida. Así, si este
hábito se cultiva desde la niñez, la vida de oración se presentará
como la consecuencia más lógica del trato frecuente con Dios,
juntos. Es muy recomendable que, con la frecuencia que convenga
a cada familia, se rece el rosario. Las gracias que se reciben por
este medio, qué duda cabe, son muy abundantes.

Ahora bien, la conversación acerca de Dios, del testimonio en


nuestras vidas, no puede excluirse de nuestro trato frecuente,
pero tampoco debe atosigarse con esto. ¿Qué queremos decir?
Simplemente, que hasta el alimento más delicioso, servido con
exageración, embota (y puede llegar a hartar) si es que no se tiene
el gusto preparado para recibirlo. Se debe adquirir una prudencia
santa para percibir las ocasiones oportunas, sobre todo cuando
los hijos a veces son un poco reacios.

La bendición de los alimentos es también un factor importante,


que no debe excluirse de la vida diaria. Que la familia coma junta
y que agradezca a Dios por las bendiciones recibidas es un acto
importante en la vivencia de la fe. No dejar esto para la madre de
Familia (como muchas veces ocurre) sino que el padre de Familia
debe mostrarse también como la cabeza espiritual. No es sólo
quien “dirige” sino quien brinda orientación espiritual, desde los
actos más rutinarios de la vida diaria.

El testimonio que brindamos a los demás se refuerza en esta


preocupación por la vida espiritual dentro de nuestras familias. Por
eso, la entronización del Sagrado Corazón de Jesús, por medio
de una imagen que pueda ser apreciada con facilidad, es también
importante. Nuestro testimonio debe mover a las demás familias a
buscar la fuente de nuestra felicidad, que es Cristo.

La mística en la vida diaria implica, pues, que estos elementos


que hemos mencionado, sumados a la lectura orada de la Sagrada
Escritura, estén presentes en nuestra vida diaria.

Sin embargo, no debemos olvidar que la clave de todo es un


corazón que busca enamorarse y ser agradecido frente al amor

28 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


inmenso e inmerecido que hemos recibido de Dios. Cuando se
comprende que en el fondo no hacemos más que responder,
es decir, que la iniciativa la ha tomado Dios para con nosotros,
entonces comprendemos el deber de tenerle presente en nuestra
vida cotidiana: Él ha querido entrar en nuestras vidas, no nos ha
pedido permiso y nos ha reclamado para sí.

Toda nuestra vivencia espiritual debe traducirse en frutos. El


deber de fructificar, de no quedarnos contentos con lo recibido
es fundamental. Donde cesa el progreso se introduce la muerte:
en el momento en el que dejamos de aspirar, empezamos a
declinar. Por eso, siempre debemos estar pensando en el modo
de concretar, de hacer obra. No lo buscamos por el simple hecho
de hacer cosas, sino porque esto es el reflejo de lo que cada uno
vive en el corazón. Como diría San Bernardo, debemos pasar del
amor afectivo al amor efectivo.

La mediocridad era, para San Ignacio, indigna de aquel que se


ha puesto en servicio del Rey Eterno. Estamos repletos de católicos
mediocres, de gente sin aspiraciones, de tibios apartados del
ideal de la gran santidad a la cual estamos llamados. No puede
ser posible que los del mundo, en un ideal mundano, inviertan
más fuerzas que nosotros en un ideal de Dios. Que nuestra buena
voluntad se traduzca en frutos concretos. En todos los niveles,
empezando por conquistar nuestro propio corazón.

¡Ánimo! El desafío es grande, pero nosotros, con la ayuda


de la gracia, podemos más. Que la intención de ser santos, de
estar gozosos en la Presencia del Señor, nos mueva a vivir lo que
aprendemos. Únicamente estando dispuestos a enamorarnos de
un Corazón que ya lo dio todo por nosotros encontraremos la
clave. Que Santa María, quien guardaba los misterios de Cristo
en su corazón, nos ayude y acompañe. Encomendémosle a ella
nuestras intenciones para que presente nuestra necesidad ante
su Hijo, como hiciera entonces en Caná de Galilea.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 29


Para tu meditación durante esta semana:

“Como Tú, Padre, en Mí y Yo en ti, que ellos también sean uno


en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno
como nosotros somos uno: Yo en ellos y Tú en mí, para que
sean perfectamente uno, y el mundo conozca que Tú me has
enviado y que los has amado a ellos como me has amado a
Mí. Padre, los que Tú me has dado, quiero que donde Yo esté
estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que
me has dado, porque me has amado antes de la creación del
mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero Yo te he
conocido y éstos han conocido que Tú me has enviado. Yo les
he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que Tú me has amado esté en ellos y Yo
en ellos” (Jn 17,21-26).

30 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


ANEXOS

Oración de Consagración diaria,


legado del Padre Menor

Promesas del Corazón de Jesús

Compromiso de la familia

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 31


ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL
CORAZÓN DE JESÚS

Reina del Cielo,


mi dulce madre María, yo,
aunque débil e indigno, pero animado por la amorosa
invitación del Sagrado Corazón de Jesús,
deseo consagrarme enteramente a Él.

Deseo ofrecerle todo a través de Tu Inmaculado Corazón,


y con una confianza de niño en tus cuidados,
espero me ayudes a cumplir con mi propósito.

Sagrado Corazón de Jesús, Rey de bondad y de amor,


libre y con todo el corazón, acepto este dulce pacto
de cuidar Tú de mí, y yo de Ti.

Deseo que todo lo mío sea Tuyo y lo pongo en tus manos:


mi alma, mi salvación eterna, mi libertad,
mi progreso espiritual, mi vida, mi salud,
mi familia, mis posesiones y mi trabajo,
y cualquier obra buena que yo pueda realizar,
para que Tú dispongas de todo según tu Voluntad.

Haré lo mejor que pueda en estos asuntos,


pero permaneceré contento
con lo que tu amante Corazón decida para mí.
En cambio, te pido
que el tiempo que me resta no sea desperdiciado.
Deseo hacer algo importante para ayudarte
a reinar en el mundo;
por medio de mi oración, mi trabajo diario,
mis sufrimientos y actos de abnegación.

32 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


Que todo lo que haga en cada momento de mi vida,
pueda ser utilizado
para establecer tu Divino Reinado.
Que mis últimas palabras
y mis últimas fuerzas sean palabras de amor,
sean entrega generosa
a tu Sacratísimo Corazón.

Amén, Amén.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 33


PROMESAS DEL CORAZÓN DE JESÚS

Jesús le prometió a Santa Margarita María de Alacoque, que a


quienes practicaran y difundieran la devoción a su Corazón, les
concedería lo siguiente:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado


(casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a
Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la
hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran
perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi
Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más
endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción
tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás
será borrado de Él.
12. Yo te prometo que mi Amor Todopoderoso
concederá, a quienes comulguen nueve primeros
viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia
final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber
recibido los Sacramentos.

34 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


COMPROMISOS AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Al implorar al Sagrado Corazón de Jesús que proteja a nuestras


familias, nos hemos comprometido a cuidar de Sus intereses. Lo
procuraremos comprometiéndonos a que nuestra familia viva los
siguientes puntos:

Rezar diariamente la Consagración al Sagrado


Corazón.

Asistir a la Hora Santa.

Vivir la Misa de los Primeros Viernes del mes.

Interiorizar, vivir y promover los Siete Puntos


Básicos.

Rezar la Novena al Sagrado Corazón de Jesús.

Entronizar la imagen del Sagrado Corazón de


Jesús en el hogar.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 35


RITO DE ENTRONIZACIÓN

1. BENDICIÓN DE LA IMAGEN

Congregada en casa la familia e invitados ante la imagen del


Sagrado Corazón de Jesús (que estará colocada inicialmente en
la entrada de la casa), el consagrado realiza la bendición con la
oración siguiente:

Consagrado: Nuestra ayuda es el Nombre del Señor.

Todos: Que hizo el Cielo y la tierra.



Consagrado: Oremos. Dios Todopoderoso y eterno, que
quieres que, al contemplar con los ojos
corporales las imágenes de los santos, nos
animemos a imitar sus ejemplos y virtudes; te
rogamos que te dignes bendecir y santificar esta
imagen hecha en honor y memoria del Sagrado
Corazón de tu Hijo Unigénito, Nuestro Señor
Jesucristo, a fin de que cuantos te supliquen y
honren ante ella, obtengan de Ti, ahora la gracia
y después la eterna gloria por los méritos del
mismo Cristo, Señor Nuestro, que vive y reina
Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.

(Se rocía la imagen con agua bendita).

Todos: Amén.

2. PROCESIÓN

(Esta procesión no es indispensable, pero donde pueda


realizarse de buena manera, servirá para que todos, especialmente

36 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


los niños, conserven mejor el recuerdo de un día de fiesta familiar,
que habrá servido para estrechar sus lazos).

Una vez bendecida la imagen, puede hacerse una pequeña


procesión, conduciendo la imagen desde la entrada de la casa
hasta el lugar donde quedará entronizada. La lleva el padre de
familia y los demás acompañan el recorrido con velas o cirios,
flores y algún cántico.

3. Consagración de nuestra Familia

El padre de familia reza:

Jesús, Señor y Padre nuestro, nos reunimos ante Tu


imagen para ofrecer a tu Corazón Sagrado nuestra casa
y nuestras personas, por mediación de nuestra Madre,
la Virgen María, que desde el Cielo nos acompaña, nos
sonríe y nos ayudará a cumplir el compromiso que ahora
contraemos contigo.

Hoy muchos te arrojan de sus puestos de trabajo, de sus
viviendas, y de sus relaciones familiares.

Nosotros te recibimos contentos y agradecidos en


nuestro hogar; te necesitamos y queremos que vivas con
nosotros, participando de nuestras alegrías y penas, de
nuestra riqueza y de nuestra pobreza, de nuestros triunfos y
de nuestros fracasos.

Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa;


pero tú, que fuiste a la del Centurión, entraste en la de
Zaqueo, y te hospedaste en la de Marta y María, quédate
con nosotros para siempre, que procuraremos no hacer
nunca algo que te disguste.

Señor Jesús, que nos ofreces tu Corazón, como señal


y prenda de cuánto nos amas, ilumínanos en nuestras
dudas y adviértenos en los peligros; ayúdanos en nuestras

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 37


tentaciones y consuélanos en nuestros sufrimientos;
oriéntanos en nuestras resoluciones y, sobre todo, enciende
en nuestros corazones un gran amor a Ti y a nuestro prójimo.

Que nuestra vida sea un auténtico testimonio de fe,


esperanza y caridad; que hagamos bien a cuantos nos rodean,
viéndote a Ti en ellos, y que al fin de nuestra peregrinación por
este valle de lágrimas, todos nos reunamos contigo en el cielo,
con la Virgen María, nuestra Madre, los santos, los ángeles y
nuestros familiares y amigos queridos que ya se encuentran en
tu presencia.

Así te lo prometemos, Jesús, ante la imagen de tu Corazón.

Así te lo pedimos y así lo esperamos de Ti, que vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los
siglos de los siglos.

Todos: Amén.

4. Jaculatorias y Preces

Las Jaculatorias son dichas por el padre de familia y todos las


repiten con las mismas palabras:

Padre: Jesús nos consagramos a tu Corazón.

Todos: Jesús nos consagramos a tu Corazón.

Padre: Corazón de Jesús reina siempre en esta familia.

Todos: Inmaculado Corazón de María, llévanos al


Corazón de tu Hijo.

Padre: María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.

Padre: San José, Patrono de las familias cristianas.

38 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


Ruega por nosotros.

Padre: Santa Margarita María, confidente del Corazón


de Jesús. Ruega por nosotros.

Las Preces o peticiones, conviene que sean pronunciadas por
todos los miembros de la familia, que ya deberán traerlas escritas.
También los invitados pueden formular alguna intención.

Consagrado: Señor Jesucristo, que prometiste: “Pedid y


recibiréis”, acepta las súplicas que ahora te
presentan los miembros de esta familia, a las
que todos nos unimos, diciendo: “Te rogamos,
óyenos”.

Peticiones: Para que imitemos a la Sagrada Familia de Jesús,


María y José, en el espíritu de oración, obediencia
y trabajo, roguemos al Señor.

Te rogamos óyenos.

Para que seamos fieles al compromiso que hoy


adquirimos con el Corazón de Jesús, y nunca nos
volvamos atrás, roguemos al Señor.

Te rogamos óyenos.

Para que colaboremos con las obras pastorales de


nuestro Movimiento, de nuestro barrio, de nuestro
país, movidos por un amor creciente y generoso a
Jesucristo, roguemos al Señor.

Te rogamos óyenos.

Para que aceptemos con alegría y cumplamos con


perseverancia la vocación que Dios nos conceda a
cada uno de nosotros, roguemos al Señor.

Te rogamos óyenos.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 39


Para que frecuentemos con mucho provecho
espiritual los sacramentos de la confesión y
comunión, roguemos al Señor.

Te rogamos óyenos.

También pueden añadirse otras intenciones


personales.

Oración Final:

La dice el Padre de Familia, luego de terminada la proclamación


de las peticiones.

Padre: “Señor nuestro, Jesucristo, que ahora


estás con nosotros en tu imagen y en tu
presencia invisible, concédenos la gracia de
poder reunirnos aquí contigo frecuentemente,
para que nuestra oración en familia – de manera
especial el Santo Rosario – sea como una
sagrada liturgia que mantenga unida y agradable
a Ti esta Iglesia Doméstica:
La familia ___________________________ queda
consagrada hoy a tu Corazón divino; Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Padre: Unidos en espíritu a todas las familias cristianas


de nuestro país y del Mundo y a nuestro Santo
Padre, el Papa, terminemos todos juntos esta
liturgia familiar, rezando todos juntos como
Jesús nos enseñó,

Todos: Padre Nuestro ...

Padre: (Se santigua) Que nos guarde y nos bendiga

40 Co nsa gra ción d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s


siempre, El Señor Dios Todopoderoso,
compasivo y misericordioso: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.

Todos: (Se santiguan) Amén.

Consagrado: Agradece, felicita y hace firmar el acta.

El padre de familia colocará la imagen en la pared dispuesta


simbolizando, como hemos dicho, que “el Corazón de Jesús será en
adelante quien reine y presida esta familia y que recibirá de cada uno
de sus miembros la entrega generosa de su propia vida, de su propio
corazón, para que ya en adelante vivan sólo para Él”.

Luego todos los miembros de la familia recitarán el acto de


Consagración, mientras los invitados se unen en oración en silencio.

Co nsa gra c ió n d e la s fa m ilia s a l S a gra d o Co ra zó n d e J e s ú s 41

Potrebbero piacerti anche