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Mahanidana Sutta
En una ocasión el Bienaventurado estaba morando entre los kurus, donde está una de sus ciudades
de nombre Kammasadhamma. Allí, el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado, le rindió
homenaje y se sentó a un lado. Una vez sentado ahí, se dirigió al Bienaventurado con estas palabras:
“¡Esto es maravilloso, Venerable Señor, esto es asombroso, Venerable Señor! ¡Qué profundo es este
origen dependiente y qué profunda apariencia tiene! Y aún así, ¡con qué claridad lo puedo ver!”.
“No digas esto, Ananda. No digas así. Es profundo este origen dependiente y tiene una apariencia
profunda. Pero, es por falta del entendimiento y penetración en el Dhamma, que esta generación se
parece a una enredada maraña, a un nudo de bola de cordeles, a unas cañas y juncos enmarañados,
que no puede traspasar el samsara, los planos de privaciones, los planos de aflicción y el mal destino.
{96} “Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿la vejez y la muerte existen debido a alguna condición
específica?’, debería respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir la vejez y la muerte?’, debería
respondérsele: ‘El nacimiento es la condición para que surja la vejez y la muerte’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿el nacimiento existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir el nacimiento?’, debería respondérsele:
‘La existencia es la condición para que surja el nacimiento’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿la existencia existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir la existencia?’, debería respondérsele:
‘El apego es la condición para que surja la existencia’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿el apego existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir el apego?’, debería respondérsele: ‘La
avidez es la condición para que surja el apego’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿la avidez existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir la avidez?’, debería respondérsele: ‘La
sensación es la condición para que surja la avidez’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿la sensación existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir la sensación?’, debería respondérsele:
‘El contacto es la condición para que surja la sensación’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿el contacto existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir el contacto?’, debería respondérsele:
‘El nombre y la forma es la condición para que surja el contacto’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿el nombre y la forma existe debido a alguna condición específica?’,
debería respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir el nombre y la forma?’, debería
respondérsele: ‘La conciencia es la condición para que surja el nombre y la forma’.
“Si alguien preguntara, Ananda, ‘¿la conciencia existe debido a alguna condición específica?’, debería
respondérsele: ‘Sí, así es’.
“Y si alguien preguntara: ‘¿Cuál es la condición que hace surgir la conciencia?’, debería respondérsele:
‘El nombre y la forma es la condición para que surja la conciencia’.
“De esta manera, Ananda, con el nombre y la forma como condición, he aquí el estado de conciencia;
con el estado de conciencia como condición, he aquí el nombre y la forma; con el nombre y la forma
como condición, he aquí el contacto; con el contacto como condición, he aquí la sensación; con la
sensación como condición, he aquí la avidez; con la avidez como condición, he aquí el apego; con el
apego como condición, he aquí la existencia; con la existencia como condición, he aquí el nacimiento;
con el nacimiento como condición, he aquí la vejez, la muerte, la pena, el dolor, el lamento, la
aflicción y la desesperanza. Éste es el origen de toda esta masa de la insatisfacción.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con el nacimiento como condición, he aquí la vejez y la muerte’, y así es cómo
se debe entender esto: si no hubiese nacimientos de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna
manera —es decir, si no hubiese nacimientos de los devas en el plano de los devas, si no hubiese
nacimientos de los gandhabbas … yakkhas … demonios … humanos … cuadrúpedos … pájaros …
reptiles … u otros seres en sus respectivos planes―, entonces, con la completa desaparición del
nacimiento, con el cese del nacimiento, ¿podría surgir la vejez y la muerte?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la vejez y la muerte: el nacimiento.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con la existencia como condición, he aquí el nacimiento’, y así es cómo se
debe entender esto: si no hubiese existencias de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna
manera —es decir, si no hubiese existencias en el plano sensorial, si no hubiese existencias en el
plano de las formas, ni hubiese existencias en el plano sin formas―, entonces, con la completa
desaparición de la existencia, con el cese de la existencia, ¿podría surgir el nacimiento?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición del nacimiento: la existencia.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con el apego como condición, he aquí la existencia’, y así es cómo hay que
entender esto: si no hubiese apego de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera
—es decir, si no hubiese apego a la sensualidad, si no hubiese apego a las opiniones, si no hubiese
apego a los ritos y las ceremonias, si ni hubiese apego a las doctrinas sobre el alma―,
entonces, con la completa desaparición del apego, con el cese del apego, ¿podría surgir la
existencia?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la existencia: el apego.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con la avidez como condición, he aquí el apego’, y así es cómo hay que
entender esto: si no hubiese avidez de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera
—es decir, si no hubiese avidez de la sensualidad, si no hubiese avidez de la existencia, ni hubiese
avidez de la no existencia—
entonces, con la completa desaparición de la avidez, con el cese de la avidez, ¿podría surgir el
apego?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición del apego: la avidez.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con la sensación como condición, he aquí la avidez’, y así es cómo hay que
entender esto: si no hubiese sensación de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera
—es decir, si no hubiese sensación nacida del contacto con el ojo, si no hubiese sensación nacida del
contacto con el oído, si no hubiese sensación nacida del contacto con la nariz, si no hubiese
sensación nacida del contacto con la lengua, si no hubiese sensación nacida del contacto con el
cuerpo, ni hubiese sensación nacida del contacto con la mente―,
entonces, con la completa desaparición de la sensación, con el cese de la sensación, ¿podría surgir la
avidez?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la avidez: la sensación.
“Así que, Ananda, la sensación condiciona la avidez, la avidez condiciona la búsqueda, la búsqueda
condiciona la adquisición, la adquisición condiciona la toma de decisión, la toma de decisión
condiciona el deseo y la codicia, el deseo y la codicia condiciona el apego, el apego condiciona el
posesionamiento, el posesionamiento condiciona la avaricia, la avaricia condiciona la protección y,
por causa de tomar la protección, surgen varias situaciones perjudiciales, como tomar palos y
espadas, provocar grescas, disputas, conflictos, acusaciones, abusos y mentiras.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Por causa de tomar la protección surgen varias situaciones perjudiciales, como
tomar palos y espadas, provocar grescas, disputas, conflictos, acusaciones, abusos y mentiras’, y así
es cómo hay que entender esto: si no hubiese protección de ninguna clase, en ningún lugar y de
ninguna manera, entonces, con la completa desaparición de la protección, con el cese de la
protección, ¿podrían surgir estas situaciones perjudiciales, como tomar palos y espadas, provocar
grescas, disputas, conflictos, acusaciones, abusos y mentiras?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, esta es la causa, la razón, el origen y la condición de estas situaciones perjudiciales,
como tomar palos y espadas, provocar grescas, disputas, conflictos, acusaciones, abusos y mentiras:
la protección.
“Se ha dicho, Ananda: ‘La avaricia condiciona la protección’, y así es cómo hay que entender esto: si
no hubiese avaricia de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera, entonces, con la
completa desaparición de la avaricia, con el cese de la avaricia, ¿podría surgir la protección?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la protección: la avaricia.
“Se ha dicho, Ananda: ‘El posesionamiento condiciona la avaricia … el apego condiciona el
posesionamiento … el deseo y la codicia condicionan el apego … la toma de decisión condiciona el
deseo y la codicia … la adquisición condiciona la toma de decisión … la búsqueda condiciona la
adquisición … la avidez condiciona la búsqueda’ y así es cómo hay que entender esto: si no hubiese
avidez de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera
—es decir, si no hubiese avidez de la sensualidad, si no hubiese avidez de la existencia, ni la avidez
de la no-existencia―,
entonces, con la completa desaparición de la avidez, con el cese de la avidez, ¿podría surgir la
búsqueda?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la búsqueda: la avidez. De esta
manera, Ananda, estos dos elementos llegan a unirse en el lugar de la sensación [1].
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con el contacto como condición, he aquí la sensación’, y así es cómo hay que
entender esto: si no hubiese contacto de ninguna clase, en ningún lugar y de ninguna manera
—es decir, si no hubiese contacto del ojo, si no hubiese contacto del oído, si no hubiese contacto de
la nariz, si no hubiese contacto de la lengua, si no hubiese contacto del cuerpo, ni hubiese contacto
de la mente―,
entonces, con la completa desaparición del contacto, con el cese del contacto, ¿podría surgir la
sensación?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la sensación: el contacto.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con el nombre y la forma como condición, he aquí el contacto’, y así es cómo
hay que entender esto: si no hubiese nombre
—es decir, si no hubiese cualidades mentales, si no hubiese ideas, si no hubiese rasgos mentales, si
no hubiese indicaciones mediante estos nombres―,
entonces, ¿podría surgir el contacto como designación de las formas?”.
“No, venerable señor”.
“Por otro lado, si no hubiese formas
—es decir, si no hubiese permutaciones, si no hubiese signos, si no hubiese cualidades materiales, si
no hubiese indicaciones mediante las cuales estos factores materiales se dan a conocer―,
entonces, ¿podría surgir el contacto como reacción de las formas?”.
“No, venerable señor”.
“Y si no hubiese nombre ni forma
—es decir, si no hubiese permutaciones de ellas, signos, cualidades ni indicaciones mediante las
cuales estos factores, tanto materiales como inmateriales, se dan a conocer―,
¿podría surgir el contacto como designación y el contacto como reacción?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición del contacto: el nombre y la forma.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con la conciencia como condición, he aquí el nombre y la forma’, y así es cómo
hay que entender esto: si la conciencia no descendiera al útero materno, ¿podría surgir el nombre y
la forma?”.
“No, venerable señor”.
“Por otro lado, si después de haber descendido al útero materno, la conciencia se apartara, ¿podría el
nombre y la forma ser producido en este mundo?”.
“No, venerable señor”.
“Y si la conciencia de un muchacho o una muchacha fuera cortada, ¿podría el nombre y la forma
llegar a su madurez?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición del nombre y la forma: la conciencia.
“Se ha dicho, Ananda: ‘Con el nombre y la forma como condición, he aquí la conciencia’, y así es cómo
hay que entender esto: si la conciencia no encontrara su soporte en el nombre y la forma, ¿podrían
surgir y llegar a actuar el nacimiento, la vejez, la muerte y el futuro dolor?”.
“No, venerable señor”.
“Por lo tanto, ésta es la causa, la razón, el origen y la condición de la conciencia: el nombre y la
forma.
“Este es el alcance, Ananda, del surgimiento del nacimiento, la vejez, la muerte, la caída dentro de los
otros planes y la re-aparición. Este es el alcance de la designación, de los conceptos, de la expresión.
Este es el alcance de la esfera del discernimiento, esfera en la cual el ciclo de las innumerables
vueltas se hace manifiesto en este mundo, es decir, el nombre y la forma junto con la conciencia.