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la escritura de una novela educó a Defoe.

La historia del marinero que naufraga como castigo divino por


sus pecados y que alcanza en la adversidad, dignificado por medio del trabajo, la ayuda de la Providencia,
presupone una determinada interpretación, claramente moderna, de la historia religiosa protestante, la misma
que permitió el desarrollo de la industria y del comercio en países como Inglaterra. Es decir, para un calvinista
como Defoe, el afán de superación en la vida se consigue mediante la íntima trabazón entre lo material y lo
espiritual, de forma que el triunfo sobre la materia —sobre la naturaleza isleña, en este caso— acarree la
consiguiente victoria del espíritu: Robinson supera el pecado que lo ha confinado en la isla conforme va
imponiendo en ésta su condición de ser humano traducida en progreso, técnica y aprovechamiento racional de los
recursos naturales. Robinson es, por así decirlo, el «industrial primigenio» y, en correspondencia, el ser humano
espiritualmente original, como si hubiera nacido a una vida nueva una vez superado su pecado.

Pero no es este sentido moral lo que aún hoy cautiva a los lectores alcance universal. Acaso el agrado del lector
actual se deba al minucioso realismo del cual hace gala Defoe en
el que de hecho se encontró al marinero—. Para evitar la inverosimilitud de su relato, Defoe pobló éste
con un universo objetivo —o, mejor aún, «razonable»— que sigue fascinando a los lectores de Robinson Crusoe:
la insistencia sobre los más nimios detalles de la existencia cotidiana acaso sea lo más destacable de la obra,
aparte de uno de los soportes del realismo propio de toda la novela moderna, no ya sólo inglesa, sino occidental;
a ello se añadió la eleccióntantas novelas inglesas posteriores a la Reforma que contemplaban la vida como
peregrinaje por un mundo alegórico (deudoras aún, en la mayoría de los casos, de la prosa medieval). La novedad
de radica en la interpretación de la propia existencia por parte un hombre ya decididamente «moderno peripecias
y las aventuras como el significado de éstas; podríamos así equiparar su sentido al de la presentación de su
relato; efectivamente, el autor pareció comprender que la utopía ofrecida en su novela no dejaba de ser inverosímil
al contradecir las más elementales reglas de la verdad psicológica: un náufrago trasplantado a una isla desierta
no podía menos de convertirse, con el tiempo, en un semisalvaje —estado en teresantes, sobre la colonización de
la isla y nuevos viajes del protagonista). Para comprender hasta qué punto puede la concepción religiosa
determinar » (y, por ello, deudor todavía de las ideas religiosas reformistas, plenamente asimiladas por la vida
literaria, la posibilidad del individualismo a ultranza: el viaje de Robinson y su supervivencia en la isla son la
expresión literaria de la propia vivencia del autor, quien contempla en los personajes enérgicos e independientes,
capaces de hacerse su propia vida en base al enfrentamiento con su medio, la personificación humana del espíritu
de su siglo.

Por ello pudo Defoe afirmar que la historia de Robinson era un trasunto literario de su propia vida: se
trata de una alegoría de su existencia con la cual asistimos a una manifestación más del subjetivismo que
impregna la novela inglesa moderna; a su vez, esta afirmación nos prepara para una lectura más profunda de las
—aparentemente— simples aventuras de Robinson. Nos encontramos en realidad ante un proceso de conversión
que lleva al protagonista del orgullo y la arrogancia adolescente a la madurez espiritualmente serena del final de
la primera parte de la novela (Defoe publicó dos más, mucho menos in

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