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IV.

El ambiente (tiempo y lugar)


El ambiente (o marco de la historia) – tiempo y espacio donde se sitúa la acción

Es el tiempo y el lugar donde se desarrolla el relato; en él se mueven los personajes. Los


acontecimientos del relato se pueden narrar en el orden cronológico en que se suceden (relato
lineal) o pueden alterarse cuando, ya iniciado el relato, se narran hechos pasados (relato
retrospectivo – flashback) o se narran acciones futuras (relato anticipativo).

En la narrativa tradicional el relato se ceñía al tiempo cronológico a fin de que lo sucedido


transcurriera como si fuera algo apegado a la vida real; sin embargo, poco a poco se fueron
modificando las historias hasta llegar al momento presente donde el autor maneja el tiempo como
materia maleable. Lo deja fluir o lo detiene; lo condensa o lo alarga; relata hechos que sucedieron
hace siglos como si ocurrieran simultáneamente. El tratamiento temporal que presenta el autor en
alguna obra es índice de su actitud, pero también determina y revela el mundo interior de los
personajes.
En una de sus más populares historias, el argentino Julio Cortázar mezcla dos hilos argumentales
ocurridos a enorme distancia temporal, pero él traslapa los hechos a fin de romper la cronología.
Hasta el final del cuento el lector capta el virtuoso manejo del tiempo. La historia se llama "Todos
los fuegos el fuego":

Tantea bajo la mesa hasta encontrar cigarrillos, pone uno en los labios de Sonia, acerca el suyo, los enciende
al mismo tiempo. Se miran apenas, soñolientos, y Roland agita el fósforo y lo posa en la mesa donde en alguna
parte hay un cenicero. Sonia es la primera en adormecerse y él le quita muy despacio el cigarrillo de la boca,
lo junta con el suyo y los abandona en la mesa, resbalando contra Sonia en un sueño pesado y sin imágenes.
El pañuelo de gasa arde sin llamas al borde del cenicero, chamuscándose lentamente, cae sobre la alfombra
junto al montón de ropas y una copa de coñac. Parte del público vocifera y se amontona en las gradas
interiores; elprocónsul ha saludado una vez más y hace una señal a su guadia para que le abran paso. Licas,
el primero en comprender, le muestra el lienzo más distante del viejo velario que empieza a desgarrarse
mientras una lluvia de chispas cae sobre el público que busca confusamente la salida. Gritando una orden, el
procónsul empuja a Irene siempre de espaldas e inmóvil. "Pronto, antes de que se amontonen en la galería
baja", grita Licas precipitándose delante de su mujer. Irene es la primera que huele el aceite hirviendo, el
incendio de los depósitos subterráneos; atrás, el velario cabe sobre las espaldas de los que pugnan por
abrirse paso en una mesa de cuerpos confundidos que obstruyen las galerías demasiado estrechas. Los hay
que saltan a la arena por centenares, buscando otras salidas, pero el humo del aceite borra las imágenes, un
jirón de tela flota en el extremo de las llamasy cae sobre el procónsul antes de que pueda guarecerse en el
pasaje que lleva a la galería imperial. Irene se vuelve al oír su grito. Le arranca la tela chamuscada
tomándola con dos dedos, delicadamente. "No podremos salir", dice, "están amontonados ahí abajo como
animales". Entonces Sonia grita, queriendo desatarse del abrazo ardiente que la envuelve desde el sueño, y su
primer alarido se confunde con el de Roland que inútilmente quiere enderezarse, ahogado por el humo negro.
Todavía gritan, cada vez más débilmente, cuando el carro de bomberos entra a toda máquina por la calle
atestada de curiosos. "Es en el décimo piso", dice el teniente. "Va a ser duro, hay viento del norte. Vamos."

Existe el ambiente físico y el ambiente psicológico.

Ambiente físico

Es el lugar propiamente tal; donde los personajes existen, viven o se mueven. Dentro de él se
pueden considerar dos aspectos: el local y el temporal.

 El ambiente físico local: es el lugar donde están situados los personajes y se desarrollan los
acontecimientos. Puede ser un lugar determinado-por ejemplo, Santiago o Chiloé- o
indeterminado -por ejemplo, la playa o el desierto-. También, puede tratarse de un lugar
determinado, pero ficticio. Por ejemplo, la novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García
Márquez, ocurre en un pueblo ficticio llamado Macondo.
En general, el ambiente físico local se encuentra caracterizado en la narración, es decir, se
señalan datos sobre él. A veces, esta información es entregada directamente por el narrador,
pero en otras ocasiones debemos extraerla de la propia historia.

La descripción de la naturaleza debe ser breve y tener un efecto determinante. Se debe


concentrar en los detalles y agruparlos de modo que al cerrar los ojos se obtenga una imagen
de lo descrito. La naturaleza logra adquirir vida propia si compara los fenómenos con
actividades comunes y corrientes.

Ej: El efecto totalizante de un claro de luna se logra al describir que en la “poza de un


molino el puntito brillante de una estrella iluminó el cuello de una botella rota y la sombra
negra y rotunda de un perro apareció y corrió.

 El ambiente físico temporal: se refiere a la época histórica en la cual transcurren los


hechos. Puede ser la época actual, es decir, el presente. Por ejemplo: "En la casa del lado
viven dos hermanitas...". Además, aunque la obra esté situada, por ejemplo, hace unos años
atrás, se sigue considerando el ambiente físico temporal como presente, ya que se trata de la
época histórica actual.
La época también puede ser pasada, por ejemplo: "Esta historia tuvo lugar durante la
Segunda Guerra Mundial"; o futura, por ejemplo: "A comienzos del año 2050...". En este
último caso, se trataría de narraciones fantásticas, o de ciencia ficción.
En ambos casos, no importa que el autor de la obra sea de esta época. Él puede situar su
historia en cualquier período, gracias a la imaginación propia, y a la de los lectores.

La descripción de una época o una cultura se realiza a partir de los rasgos físicos o
espirituales que la caracterizan frente a otra anterior o posterior. En este tipo de descripción
se entremezclan objetos, costumbres y acontecimientos importantes para conseguir que el
lector se imagine y viva el momento histórico descrito. Las costumbres son los hábitos que
van generando las personas a lo largo de la vida. Cuando esas costumbres se van
relacionando con las de otras personas de la misma comunidad, generan a su vez lo que se
suele llamar cultura. Los hábitos gastronómicos, es decir, lo que las gentes de una sociedad
determinada suelen comer, puede llegar incluso a definir la personalidad de los individuos
de la comunidad.

Ambiente psicológico

Es la atmósfera o clima emocional, psicológico, en la cual se desarrollan los acontecimientos. Este


espacio está creado por todos los elementos presentes en la historia, aunque se hayan puesto en ella
sin perseguir necesariamente ese fin. Los factores que influyen en la creación de un ambiente
psicológico no siempre pueden delimitarse con claridad.

Ejemplo:
Leamos el siguiente fragmento del cuento Luvina, de Juan Rulfo:
"De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de
esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan
ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran
cuesta de la Piedra Cruda. El aire y el sol se han encargado de desmenuzarla, de modo que
la tierra de por allí es blanca y brillante como si estuviera rociada siempre por el rocío del
amanecer; aunque esto es un puro decir, porque en Luvina los días son tan fríos como las
noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra."

En este fragmento podemos encontrar, primero, el ambiente físico local, que es un pueblo
determinado pero ficticio, llamado "Luvina". Luego, la caracterización de este ambiente, ya
que el narrador nos dice que el pueblo está situado en un cerro, que es alto y pedregoso, con
tierra blanca y brillante, y que en él hace mucho frío.
En cuanto al ambiente psicológico, no nos dice nada claro, pero la sensación es de un
ambiente hostil, con frío, tierra y piedras; vemos que la gente no saca provecho de sus
recursos y no tiene creatividad. Todos estos elementos, que fueron puestos allí para definir el
ambiente físico, nos permiten formarnos una idea del ambiente psicológico en el que
transcurrirá el resto del relato.

En el carácter humano influyen múltiples factores: fisiología, psicología, herencia, pero también la
influencia familiar, profesional y geográfica, es decir, el ambiente en que nos movemos. El
ambiente indudablemente contribuye a modelar la humana psicología: ese entorno en que nos
movemos, ese aire que respiramos, ese idioma que hablamos y esta historia en que vivimos
inmersos.

Y como ambientar es, en suma, describir, a lo expuesto sobre la descripción nos remitimos; es decir
que para ambientar, no es preciso una prolija enumeración detallista; basta con saber destacar los
datos esenciales, los que verdaderamente matizan y dan carácter a una situación determinada.
Como ya se ha indicado reiteradamente, escribir es mostrar, es decir, hacer ver lo que se quiere
decir es más efectivo que hacerlo comprender. Mostrar es más plástico. Cuando se escribe
“directamente” el autor desaparece; no se le ve. Lo que se ve es lo que se quiere describir (narrar o
fijar en la imaginación del lector). El estilo descriptivo tiene más fuerza, se graba con más facilidad,
nos da la impresión de algo que está sucediendo ante nuestra vista.

Laura Kinsale contrasts a typical room description ("There were two doors on the back wall, and
between them a low table....") with John Fowles's evocation of the home of the French lieutenant's
woman, a meager room with cracks in the plaster and a black stain on the ceiling, from the smoke
of the oil lamp. Instead of serving as an architect's blueprint, Fowles's details reveal the decrepit
loneliness of the woman's life, inspiring pity and dismay.

Maestro en el arte de ambientar es el novelista Georges Simenon. Muestra de ello es su novela


Lluvia donde el ambiente adquiere el rango de protagonista por el acierto descriptivo del ambiente
en que se mueven los personajes. Y todo ello en un estilo limpio, impresionista, escueto, pero
suficiente.

“Es el viernes, siete de noviembre. Concarneau está desierto. Por encima de la muralla que
rodea la ciudad, en su parte vieja, se distingue el reloj luminoso que marca las once menos
cinco.
Hay pleamar. En el puerto, un huracán del suroeste hace que los barcos choquen entre sí. El
viento penetra en las calles arrastrando velozmente por el suelo pedazos de papel.
En el muelle del Aiguillón no se percibe luz alguna. Todo parece cerrado. La población
reposa. Sólo están iluminadas tres ventanas del “Hotel del Almirante”, situadas en el
ángulo que forman la plaza y el muelle. No hay persianas, pero a través de los cristales
verdosos se distinguen algunas siluetas de clientes rezagados. Cien metros más allá, el
carabinero que está de guardia en el muelle, los mira con envidia acurrucado en su
garita...” (El perro canelo – Georges Simenon)

En estos párrafos no se ve al autor, sino que vemos lo que él está viendo, como si fuésemos
nosotros espectadores de lo que narra.

Otro ejemplo es la maravillosa novela de Antón Chejov, La sala número 6, en donde se nos
describe de modo insuperable, el ambiente de una sala de locos en el hospital de una pequeña
ciudad rusa en los tiempos anteriores a la revolución marxita.

“Hay dentro del recinto del hospital un pabelloncito rodeado por un verdadero bosque de arbustos y hierbas
salvajes. El techo está cubierto de orín; la chimenea, medio arruinada, y las gradas de la escalera, podridas.
Un paredón gris, coronado por una carda de clavos con las puntas hacia arriba, divide el pabellón del
campo. En suma, el conjunto produce una triste impresión.
El interior resulta todavía más desabradable. El vestíbulo está obstruido por montones de objetos y utensilios
del hospital: colchones, vestidos viejos, camisas desgarradas, botas y pantuflas en completo desorden, que
exhalan un olor pesado y sofocante.
...Del vestíbulo se entra a una sala espaciosa, y vasta. Las paredes están pintadas de azul; el techo, ahumado,
y las ventanas tienen rejas de hierro. El olor es tan desagradable que en el primer momento cree uno
encontrarse en una casa de fieras: huele a col, a chinches, a cera quemada y a yodoformo.
En esta sala hay unas camas clavadas al piso; en las camas –éstos, sentados; aquellos tendidos- hay unos
hombres con batas azules y bonetes en la cabeza: son los locos”.

Otro ejemplo del estilo descriptivo directo, es la novela La casa de los muertos de Dostoiewski. El
autor nos describe magistralmente los baños turcos a donde solían llevar a los condenados a Sibería.

“Cuando abrieron la puerta de la estufa se me antojó que entrábamos en el infierno.


Imaginaos un aposento de diez pasos de largo por otros tantos de ancho, en el que se
amontonaban cien hombres a la vez, o por lo menos ochenta, pues éramos entre todos unos
doscientos, divididos en dos grupos”
“El vapor nos cegaba; el humo, la suciedad y la falta de espacio eran tales que no
sabíamos dónde poner los pies. Confieso que me asusté y quise salir de allí, pero Petrof me
tranquilizó...”
“...Se gritaba y se reía con el acompañamiento de cien cadenas que se arrastraban por el
suelo. Los que querían pasar de un sitio a otro, enredaban sus cadenas con las de los
demás, chocaban en las cabezas de los que estaban más bajos que ellos, caían, juraban y
arrastraban en su caída a los demás...”
“...El vapor seguía en aumento, y la sala de baño estaba llena de una nube espesa y
abrasadora en el seno de la cual había una masa que gritaba y se movía. A través de esta
nube se veían espaldas magulladas, cabezas afeitadas, escorzos de brazos y piernas, y, para
completar el cuadro, Isaías Fomitch vociferando con todas sus fuerzas, encaramado en el
banco más elevado, saturándose de vapor...”

Descripciones defectuosas

“... La mesa es ancha y fuerte; tiene un pupitre; sobre el pupitre hay un Este trozo descriptivo no puede ser
tintero cuadrado de cristal y tres plumas. Reposan en la mesa una gran más desdichado. Parece un catálogo
botella de tinta, un enorme fajo de inmensas cuartillas jaldes, un hecho por un agente de seguros para
diccionario general de la lengua, otro latino, otro de términos de arte, valorar, con vistas a la firma de una
otro de agricultura, otro geográfico. Hay también un vocabulario de póliza contra incendios, los objetos
filosofía y otro de economía política. La mesa es de nogal ..... que hay en la habitación descrita. En
suma, es una enumeración sin vida.
“Antonio Azorín” - Azorín
“Pero lo verdaderamente admirable y maravilloso de aquel inmenso Lo transcrito es un modelo de cómo
panorama era cuanto abarcaban los ojos por el norte y por el este. En lo no se debe describir. Es un paisaje
más lejano de él, pero muy lejano, y como si fuera el comienzo del que quiere ser impresionista, pero que
infinito, una faja azul recortando el horizonte: aquella faja era el mar no impresiona. Lo admirable y
cantábrico; hacia su último tercio, por la derecha y unida a él como una “maravilloso” no lo ve el lector, que,
rama al tronco de que se nutre, otra mancha menos azul, algo después de leerlo, queda sin
blanquecina, que se internaba en la tierra y formaba en ella como un admirarse ni maravillarse. Es un
lago: la bahía de Santander. Pero es el caso (y aquí estaba la verdadera inventario ocular, producto de una
originalidad del cuadro, lo que más me desorienta en él y sorprendía) que visión ocular que no se adentra en el
la faja se presentaba a mis ojos mucho más elevada que el perfil de la alma del paisaje, porque el escritor se
costa y que con ella se fundían otras mucho más blancas que iban ha conformado con el dato puramente
extendiéndose y prolongándose hacia nosotros, quedando entre la mayor fotográfico. Sólo se salvan algunas
parte de ellas islotes de las más extrañas formas, picos y hasta frases en cursiva.
cordilleras que parecían surgir de una repentina inundación.”

Que nos dice el ambiente

In William Faulkner's "A Rose for Emily," the narrator carefully describes the house that Miss
Emily lives in. This description helps us picture a decaying Mississippi town in the post-Civil War
South. We also learn about Miss Emily's resistance to change.

It was a big, squarish frame house that had once been white, decorated with cupolas
and spires and scrolled balconies in the heavily lightsome style of the seventies, set on
what had once been our most select street. But garages and cotton gins had encroached
and obliterated even the august names of that neighborhood; only Miss Emily's house
was left, lifting its stubborn and coquettish decay above the cotton wagons and the
gasoline pumps--an eyesore among eyesores.

Later we enter the house itself and, eventually, end up inside one particular room. The physical
details of the setting become linked with the values, ideals, and attitudes of that place in different
times.

Setting can add an important dimension of meaning, reflecting character and embodying theme.

Notice how the details of the setting provide the clues for solving the murder in "A Jury of Her
Peers." As a result, they illuminate the deeper meaning of the story.

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