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Dentro de las características que el alumno debe tener para lograr una buena
valoración encontramos, la participación, la cual implica tomar parte y ser parte de
algo, en términos más específicos, en la escuela representa un proceso de
comunicación, decisión y ejecución que permite el intercambio permanente de
conocimientos y experiencias y clarifica el proceso de toma de decisiones y
compromiso de la comunidad en la gestación y desarrollo de acciones conjuntas.
La habilidad de hablar en público es algo que se puede aprender y mejorar con una
formación y no sólo con la experiencia. Diversos estudios corroboran que un 20-
30% de los estudiantes universitarios informan tener un gran miedo a hablar en
público, intervenir o hablar en público es considerado por adultos y adolescentes
como una de las situaciones más difíciles (Bados, 1992; D’El Rey & Pacini, 2005;
Lane & Borkovec, 1984; Lang, Levin, Miller & Kozak, 1983. Citado en Becerra T.
2017).
El miedo a participar indica una falta de habilidades en el alumno, así como la suma
de algunos factores presentes en el ambiente en donde se intenta participar, el
filósofo José Antonio Marina (2006) en su libro “Anatomía del miedo” considera el
miedo como una ansiedad provocada ante la anticipación de un peligro. Las
dificultades para hablar en público aparecen de manera prototípica en las
exposiciones orales ante una audiencia numerosa. Esta situación es habitualmente
considerada como un estresor general para numerosas personas e implica que ante
la misma se activan distintas respuestas fisiológicas, que pueden abarcar desde un
aumento de la tasa cardiaca, respiratoria o de la respuesta de conductancia de la
piel, asi como síntomas gástricos y aumento de los niveles de cortisol (Orejudo, S.,
Nuño, J., Fernández T., Ramos, T. y Herrero, M. 2012).
Las dificultades pueden aparecer ante otro tipo de contextos como al realizar
preguntas en el aula o interactuar con los profesores u otras figuras de autoridad.
La ansiedad se puede ver incrementada cuando la exposición implica evaluación.
En general, los contextos más novedosos y con mayores audiencias, en los que hay
diferencia de estatus entre ponente y público, el escaso manejo del tema o una
historia de problemas previos haciendo frente a estas situaciones generan mayor
temor, así, pueden aparecer rumiaciones sobre la situación, anticipación de
respuestas catastróficas de la propia actuación o del público y en general una baja
eficacia Algunos factores de la propia tarea, leer un texto escrito o improvisar,
también afectan a la ansiedad, siendo la improvisación la tarea más compleja
(Orejudo et al., 2007).
Por otra parte, no todos los momentos de la exposición son igualmente difíciles,
encontrándose los mayores niveles de tensión en el momento previo a enfrentarse
a la audiencia.
Hsu (2015, citado en Rueda et. al. 2016) señala las barreras comunicativas
(dificultades para expresarse y para entender otro idioma), así como el
desconocimiento de las respuestas a las preguntas planteadas por el profesor o la
carencia de una opinión particular sobre el tema tratado, también son factores que
evitan que los alumnos participen.
Los estudiantes universitarios tienen mucho que decir sobre el tema y, dado que
son los que producen los resultados escolares, resulta fundamental su
involucramiento para mejorarlos. En efecto, sus visiones y perspectivas, por una
parte, representan aportes que complementan los esfuerzos desplegados para
mejorar la educación; por otra parte, los procesos escolares pueden ser más
constructivos si se generan relaciones simétricas, basadas en el diálogo y la
comunicación con ellos.
Referencias: