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JOSÉ CARLOS CHIARAMONTE NACIONALISMO Y LIBERALISMO ECONÓMICOS EN ARGENTINA 1860-1880

VIII CAPÍTULO: LOS DEBATES PARLAMENTARIOS

Desde 1869 la orientación hacia el proteccionismo apunta en diversas críticas a la política económica oficial, pero sólo a partir de 1873, cuando el discurso de V. F.
López abra el fuego con infrecuente franqueza, se podrá asistir a una verdadera e intensa campaña de ataque a los principios librecambistas que guiaban al país. La
polémica culminará en los debates parlamentarios de 1875 y 1876 en torno a la Ley de Aduana, debates que tuvieron acentuada repercusión en su momento y que fueron
recordados más tarde en diversas oportunidades. Sin embargo, no se ha advertido que dichos debates continúan un proceso más profundo, provocado, por la crisis de
1866; proceso que se traduce en manifestaciones doctrinarias a partir del intento de establecer la industria textil hacia 1869. Por otra parte, tampoco se tomó en cuenta
que las expresiones políticas del proteccionismo se registran antes que en la Cámara de Diputados de la Nación y en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires,
cuyas Cámaras de Diputados y Senadores están completamente dominadas por la tendencia proteccionista a partir de 1874. Tendencia apoyada por los gobernadores
Álvaro Barros y sobre todo por Carlos Casares, uno de los más fuertes ganaderos de la provincia.

EL PROTECCIONISMO EN LA LEGISLATURA BONAERENSE

En 1875 el gobernador Barros lee su último mensaje en la legislatura; cuando alude a la escuela de oficios, artes y manufacturas, cuya creación aún no concretada, se
atribuye, afirma que deja a su sucesor “ la noble tarea de llevar a cabo esta obra destinada a completar la revolución económica que se prepara lentamente en la
República”. Durante el gobierno de Carlos Casares (1875-78), su ministro de Hacienda, Rufino Varela, constituyó, hasta su renuncia en 1877, uno de los más firmes
apoyos de los proteccionistas En cierta oportunidad, al defender una iniciativa de fomento industrial manifestó en la Cámara de Diputados de la provincia que sus ideas
eran las mismas del. Gobernador En la Legislatura, la polémica es constante y adquiere por momentos formas agudas. Así, en 1877 se produce una incidencia, Lucio V.
López acusa al diputado Escalante, defensor del librecambio, de haber desarrollado "doctrinas subversivas"; y el atacado responde: "No sé por qué las llama subversivas.
Creo que si algunas ideas tienen ese peligro, son las proteccionistas, las otras son conservadoras El dominio del grupo proteccionista llega a ser tan abrumador en la
Cámara de Diputados que en diversas oportunidades se utiliza como único argumento en favor de los proyectos proteccionistas el mero hecho de su coincidencia con las
ideas que dominan en la Cámara el proyecto fue aprobado por unanimidad, Tales ideas son continuamente reiteradas por los legisladores, que cuentan con el apoyo de
los ministros del Poder Ejecutivo provincial, ya fuera Aristóbulo del Valle, ministro de Gobierno durante las gobernaciones de Barros y Casares, o Rufino Varela, titular
de Hacienda con Casares. Uno de los temas que motivaron mayor interés lo constituyó la suerte de la fábrica de paños, en la que tenían intereses -según propias
declaraciones gran cantidad de legisladores en calidad de accionista y de directores. De tal manera cuando el Banco de la Provincia se niega a otorgar crédito' a la
fábrica, para lo cual estaba autorizada por ley especial votada por la Legislatura, se vuelve a sancionar una ley igual a la anterior aunque cambiando la fórmula Las
relaciones de la fábrica de paños y de otras industrias con el Banco de la Provincia, motivan el análisis y la crítica de la situación crediticia del país. Se insiste en la
necesidad que el Banco de la Provincia dé prioridad al apoyo crediticio al capital industrial; se discuten el tipo de los créditos, las garantías y otros aspectos de la
cuestión, así como el predominio del capital nacional sobre el extranjero. El diputado Seeber declara la intención de presentar un proyecto de creación de un
departamento especial en el Banco de la Provincia para ayudar a todas las empresas industriales establecidas en el país de tal manera que podrán beneficiar al país y no
será necesario ... estar siempre dependiendo de los capitales extranjeros. El tono encendido con que arremetió contra el Directorio del Banco de la Provincia de Buenos
Aires la Cámara de Senadores, terminó por perjudicar las relaciones entre el Ministro y el Directorio se agudizó por la tenaz resistencia del Directorio, a conceder el
préstamo a la fábrica de paño Varela acusa al Directorio de extralimitarse en sus funciones, interviniendo en los actos de los poderes públicos, sin derecho alguno. para
el.que interpreta que la resistencia a acordar el crédito proviene de la preferencia del Banco por el capital extranjero. Es necesario, dice, que las Cámaras hagan
comprender al Banco que el interés de la Provincia está en proteger la producción de las empresas que no posean capital extranjero. No solamente se ha negado crédito a
la fábrica de paños; también ha sucedido lo mismo con muchas empresas importantes. Las Cámaras, insiste, deben hacer entender al Banco que los dineros de la
provincia deben destinarse a empresas industriales de capital nacional. Similar crítica había recibido el Banco de la Provincia de parte del Club Industrial, en noviembre
de 1875. El Banco favorecía al comercio, según el periódico del Club, y olvidaba a los industriales; sus créditos iban "al enemigo de la industria nacional y por
consiguiente del país" y, de tal manera, la República Argentina no será, pronto, más que un depósito europeo.
LA POLÉMICA EN EL PARLAMENTO NACIONAL

La aparición del . movimiento proteccionista dirigido por López, en la Argentina en a década del 70, constituye algo nuevo, dentro de una tradición ele proteccionismo
que puede rastrearse ya desde el período colonial; se trata ele un programa consciente y explícito de desarrollo capitalista, cuyo ocasional apoyo sobre la burguesía
ganadera le confirió una sorprendente envergadura. El movimiento se gesta, según hemos visto durante la depresión que siguió a la crisis de 1866. Al respecto, es
necesario insistir en que las reacciones motivadas por dicha crisis no se comprenderían en su real significación y parecerían sólo un recurso, por exageración, para
presionar al gobierno en busca de algunas medidas favorables, si no se advirtiera que ella puso .de relieve los riesgos y las limitaciones implícitas la función del país
como mero proveedor de materia prima ; alimentos para los mercados europeos; en un mundo que, justamente en esos años, comienza a orientarse decididamente hacia
el proteccionismo . Por eso algunos de los hombres de la propia clase dirigente del país, tomando conciencia de esa situación, propician los primeros focos de
industrialización interna del país debido a la vista de algunos fracasos en otros rubros en el sentido que el pastoreo había muerto y que, aun en el caso de mejorar los
precios de los productos agropecuarios en el mercado internacional Argentina no debía fomentar más su ganadería sino volcar su esfuerzo a la industria,. estaban
dirigidos a inclinar a los ganaderos de la provincia ele Buenos Aires hacia una nueva inversión de sus capitales que les evitase una ruina sentida como próxima y
definitiva. Se dirá entonces que Argentina estaba reducida a la condición ele granja de Inglaterra, que ello nos relegaba a un estado ele barbarie en cuanto a
producciones, que las pocas y atrasadas que poseíamos hallaban a merced de cualquier accidente climático o de cualquier coyuntura económica exterior, que todo ello
nos ataba económica y políticamente a los países europeos, con sombrías perspectivas para el futuro del país, que la política librecambista seguida desde 1810 había
contribuido a tal resultado y que con la sola y relativa 'prosperidad de las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos el librecambio produjo estancamiento y degradación.
En el curso de los debates de 1875 y 1876 con motivo de la Ley de Aduana, V. F. López, Pellegrini, y otros, insisten reiteradamente sobre tales conceptos, levando a
veces la crítica hasta atacar algunas figuras políticas que, como el ministro de Hacienda del presidente Avellaneda, Norberto de la Riestra, poseía una antigua y conocida
vinculación con intereses británicos. Al respecto uno de los diputados nacionales del grupo proteccionista. S. Alcorta, acusó a de la Riestra de favorecer los intereses
comerciales británicos. Ocurrió así rápido fortalecimiento del movimiento proteccionista al reavivar la crisis los problemas de la producción lanera y del comercio
exterior, encendió nuevamente los temores despertados a fines de la década anterior -no confirmados por el tipo de desarrollo de esta coyuntura, sobre la suerte de la
producción ganadera. La discusión en torno a · la crisis y sus posibles causas y remedios, fue aprovechada por los proteccionistas para exponer su examen crítico de la
conformación de la economía del país, de su vinculación con el exterior y de la Política económica de los gobiernos liberales. El uso exagerado de la política económica
liberal nos conduce frecuentemente a las crisis· otros factores, como el abuso del crédito, el interés bajo, las guerras, también influyen, pero son causas pasajeras, no
orgánicas. Un país sin industria, como lo es el nuestro, está siempre expuesto a crisis . No es necesario buscar causas accidentales para nuestros males. La causa
orgánica, la base de todo, " ... está en carecer de industrias por la falta de protección que se les dispensa ... " Ello no tiene otro resultado que privarnos de " ... capitales
propios que nos hagan independientes de los mercados europeos de cuya demanda está pendiente la producción de nuestra materia prima y pendiente también la
prosperidad comercial de nuestro país".

PROTECCIONISMO Y LIBERALISMO

Una peculiaridad, sumamente visible en los primeros momentos del movimiento proteccionista, revela el enorme peso del liberalismo en la Argentina de aquellos
años y la íntima existencia a profesar una política que, como la proteccionista hería parcialmente a los principios liberales abrazados por la mayoría de la
clase dirigente. Consistía en una permanente actitud de justificación por la adhesión al proteccionismo, un continuo declarar que se trataba sólo de una
momentánea excepción justificada por el estado de retraso de la economía del país, y un constante aducir ejemplos de países ahora liberales que antaño
habían recurrido al proteccionismo como auxilio en sus primeras etapas de industrialización. De tal manera, con la excepción de algunos enemigos
declarados del liberalismo como Rafael Hernández y de los líderes del movimiento como los dos López o Pellegrini, abundan las afirmaciones tímidas,
parciales, vergot1zantes, en los primeros momentos de las polémicas parlamentarias. Se teme, al atacar al libre cambio, parecer enemigo del liberalismo.
Aún más, es visible n muchos el temor de ser tildados de rosistas, acusación que, hábilmente, ·utilizan los librecambistas; de la Riestra, al intervenir en el
debate de 1876, pregunta si, olvidando la tradición liberal del país, se intenta volver a las leyes de Rosas. Pese a esto, aún en el mismo discurso de
Pellegrini de 1875 se observa cierto esfuerzo para declarar la adhesión al proteccionismo, al par que otros diputados padecen la misma actitud vergonzante
de la Comisión de Presupuesto. En cambio, en el debate del año siguiente puede observarse. una mayor soltura en los proteccionistas, que se traduce en
tajantes adhesiones a la política económica que propugnan La industria naciente cómo en el caso de la Argentina, necesita protección; sólo al desarrollarse
será útil el librecambio. Reconozco, decía Cané, que se debe comenzar por ser proteccionista para ir al librecambio y feliz el. ía. que nuestro país pueda
decir, como. Suecia, como Australia, Ábranse las aduanas'. Será porque la protección habrá producido sus frutos.

CRÍTICA AL CAPITAL EXTRANJERO

Lo que despierta mayor interés en la ideología de los proteccionistas es la actitud nacionalista fundada sobre el programa de desarrollo industrial. El
nacionalismo de V., F. López su gente se ofrece, por un lado, como una. critica a la dependencia del país con respecto a las potencias europeas
fundamentalmente Inglaterra. Por otro, conforme la voluntad de alcanzar, sobre la base del desarrollo industrial, un poder y una fuerza en el concierto de las
naciones que neutralizase las amenazas exteriores que aun se sentían como muy reales y le diesen al país el lugar de permanencia que concebían determinado
por sus recursos naturales y su historia La preocupación por la situación argentina en el continente y sus perspectivas políticas no era simplemente un
recurso oratorio de los proteccionistas. Constituyó uno de los temas de política exterior que más urgieron la atención de los dirigentes del país en esos
años. Así se desprende de la exposición del ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de Irigoyen, en agosto de 1875, ante el Presidente y el Gabinete.
En esa ocasión, luego de enumerar los conflictos existentes, o potenciales, con varios estados limítrofes, concluía que si se continuaba como hasta entonces
sin resolver nada, la República corría el riesgo de encontrarse ante una poderosa coalición organizada en su contra. Dentro de ese panorama, la rivalidad
con Brasil estaba en primer plano, junto al conflicto con Chile por la cuestión limítrofe en la Patagonia que se agravaría en breve. Pero mayor importancia
que las relaciones con los países sudamericanos poseía para los proteccionistas la vinculación con Inglaterra, La insistencia de los defensores del librecambio
en la teoría clásica de la división del trabajo internacional, según la cual algunos países están · naturalmente destinados a la producción de materias primas
y otros a industrializarse, como justificación del papel de Argentina en su relación con Inglaterra y otros países europeos, constituía. uno de los más
·frecuentes motivos de choque con sus adversarios. Por añadidura, el ejemplo de la pujanza de Inglaterra bajo la política económica liberal constituía uno
de los argumentos que con mayor insistencia se arrojaban a la discusión como inapelable prueba de la bondad de los principios liberales, lo que . no podía
menos que avivar el fuego. En el concepto de uno de los ministros del Poder Ejecutivo, el proteccionismo era un error de los tiempos pasados que los
países más importante como Inglaterra habían condenado, hecho que bastaba para rechazarlo entre nosotros, La principal industria del 'país es la
agropecuaria, y el proteccionismo quiere arruinarnos tratando de fomentar .industrias que no existen y para' las cuales ·1a índole de nuestro pueblo no nos
hace aptos, afirmaba otro de los ministros En el mismo sentido, aunque con mayor agresividad· de acuerdo al estilo periodístico de la época, ·atacaba La
Prensa ese parto de las ideas y tendencias proteccionistas de Vicente López.,." Nos hemos engreído, sostenía el diario, pretendiendo con dos millones de
habitantes ser manufactureros como Inglaterra o Francia, que tienen treinta millones y más. No se pueden proteger industrias que no tenemos; y no las
tenemos porque nos falta capital y la población argentina , no tiene aptitud para el trabajo industrial. Pero la gran industria nacional y hasta hoy la única,
es la estancia, frente a todo nuestro poder económico. El estilo de la campaña librecambista de La Prensa traducía fielmente aquella actitud tan
generalizada que aceptaba como cosa natural el papel de "granjeros" de Europa asignado por la teoría clásica a los países "nuevos" y que se remitía al
ejemplo inglés como patrón de toda conducta posible para los argentinos. Completando el ataque, el diario reproduce sin comentarios un editorial del Times,
donde se elogiaban ante los economistas argentinos las conveniencias del librecambio. En él se empleaba el calificativo de colonia para aludir a situaciones
como la argentina, sin que ello fuera obstáculo para reproducirlo; los financistas argentinos olvidan -decía el artículo del Times " . . . que la importación
barata dentro de ciertos límites, tiene ración que ser sin tan rival". esencial as para una nueva colonia, como una exportadora La Prensa fue clara y
terminante en su posición. Dentro del nacionalismo de los proteccionistas; es necesario distinguir; sin embargo, dos variantes. Una de ellas,' la liberalismo
nacionalista rechazo de la subordinación a Inglaterra .y al extranjero en general, pero sin cerrar las 'puertas del país a lo europeo en la medida que _se
consideraba que ello -fuese por medio de inmigrantes (utilizados bajo ciertas y determinadas condiciones), técnica y cultura- era condición imprescindible
para lograr esa misma independencia ante Europa. La, otra actitud tendía al. rechazo de todo, lo extranjero por el solo hecho de ser Asi. En 1876 chocan
en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aries dos proteccionistas: Lucio V. López Y. Rafael Hernández. El primero defiende una concesión
-de ,tierras en favor de, una colonia inglesa de pequeños' propietarios, mientras que Hernández y Vidal la atacan por la nacionalidad de los concesionarios.
Para Hernández era chocante proteger a personas que no tienen otra ventaja sino tener unos -nombres impronunciables V. F. López expone los principios que
derivan del capital extranjero cuando viene como inversión y no como empréstito. En tales condiciones sale del país no sólo el interés sino también el
beneficio mientras que un empréstito, utilizado por argentinos, sólo significa . la pérdida del interés devengado por el préstamo: 'Los argumentos, expuestos
en diversos momentos de la polémica, son desarrollados en un sorprendente· análisis del papel del capital extranjero, dado que el mismo. data de 1875.
López sostiene la necesidad de la formación de capitales, para el desarrollo industrial del país. Ese capital, aduce, se puede formar de dos maneras:
paulatinamente, en el mismo país, o trayéndolo del extranjero. Para formar capitales en el país es necesario evitar que los beneficios de .Ja producción
vayan a parar a las cajas de los productores' extranjeros en lugar de acumularse aquí. En cuanto al capital extranjero, es una medicina" esos capitales
extranjeros vienen al país para explotar líneas de ferrocarriles, por cuenta de empresas con sede en Inglaterra. Organizada la empresa, los beneficios se
remiten a los accionistas de la compañía que habitan confortables palacios en Londres Si mañana una empresa extranjera se propusiese explotar nuestras
riquezas minerales, obtendremos igual resultado y nuestros "metales preciosos irán a las gavetas del capitalismo extranjero, sin más ventaja que la
ocupación que se habrá dado a uno. o dos centenares de trabajadores". El capital extranjero sería realmente benéfico si viniese en calidad de empréstito para
fomentar la producción, hecho por los banqueros de afuera a los empresarios nacionales; l capital volvería al país de origen arrastrando consigo sólo el
interés convenido, pero dejando al productor del país los beneficios industriales. Pero el extranjero prefiere los beneficios del empresario al interés del
prestamista. "Por eso la única manera de formar los capitales que el país necesita para llegar a un alto desarrollo económico es la protección de las
industrias nacionales Si el ejemplo de Inglaterra es el argumento más frecuente de los librecambistas, el de Estados Unidos sirve a menudo de apoyo a sus
adversarios. El rápido crecimiento de su economía y la pujanza demostrada en todos los terrenos es atribuida a la política de protección a la industria y a la
agricultura seguida por sus gobernantes. Pero, aduce el autor de La Gran Aldea, mientras en otros aspectos nos esforzamos por adoptar las instituciones
norteamericanas. en la política económica rechazamos su ejemplo y desconocemos que merced a un egoísmo nacional justo y sabio aquel pueblo ha
elevado su nación al primer rango entre las potencias comerciales Los Estados Unidos eran el pueblo más adelantado y democrático de la época. El país
donde se protegía al capital nacional, el único que nos podía servir do modelo porque era el más semejante a nosotros por su punto de partida y su
misión de porvenir . Junto al ejemplo de su política económica, las teorías de Carey son traídas a colación con frecuencia. Ya Emilio de Alvear en sus
comentadas cartas a Vicente G. Quesada había recurrido al economista norteamericano en apoyo de sus ideas. Pero el entusiasmo de Alvear por los Estados
Unidos, pequeña colonia convertida en pocos años n una " . . . rica. fuerte, libre y virtuosa nación . . . ", estaba atemperado por el disgusto ante la política
de expansión de aquel país que ya comenzaba a vislumbrarse. agrega: "Es por eso que Ud. observará que mis citas y modelos los escojo de preferencia
entre esos hombres [de Estados Unidos] llamados hoy antiguos y retrógrados. En los Estados Unidos hay también pretendidos liberales, que no son otra
cosa que demagogos de la peor especie". Pero las reservas de Alvear no le impiden apelar al crecimiento de los Estados Unidos no prueba de la
fecundidad de la política económica proteccionista, opinión compartida por la generalidad de los integrantes del grupo comandado por López, así como
impugnada por sus adversarios. Para Leguizamón, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del presidente Avellaneda -momentáneamente a cargo de
la cartera de Hacienda-, el ejemplo estadounidense, en cambio, debe rechazarse porque su sistema proteccionista, además de haber sido generalmente
condenado por los economistas, es producto circunstancial de la lucha interna, en la que los del Norte eran proteccionistas y los del Sur librecambistas,
implantando aquéllos su sistema al triunfar. Doctrina reiterada por Mitre en el debate de 1879. La Ley de Aduana, volvía a insistir, sólo debe tener un fin
rentístico y no debe convertirse en medio de protección Nosotros debiéramos imitar -añadía- el sabio ejemplo de la Inglaterra . . . ". considerando la Aduana
como una fuente de recursos para atender las necesidades públicas. Ante este punto de vista, los proteccionistas contestaban como lo hizo Lucio. V. López en
la Legislatura provincial: sólo el ejemplo de Estados Unidos es bueno para nosotros; los de Inglaterra o Francia no los podemos seguir porque no se
adaptan a nuestra situación,

LA POLÉMICA. EN LOS DIARIOS

La prensa participó también intensamente en la polémica de 1875 y 1876. Entre los diarios adictos al proteccionismo que apoyó la campaña de reforma
agraria con una abundante serie de artículos iniciada en julio de 1875 durante una acre polémica con La Libertad, diario de Buenos Aires dirigido por
Manuel Bilbao, que también cruzara lanzas con El Industrials» El 14 de setiembre de 1875, fecha de iniciación del debate parlamentario, El Nacional
exige una política francamente proteccionista para defender 1a industria nacional de la competencia extranjera. Aludiendo a la posición opuesta de los
ministros de Hacienda de la provincia de Buenos Aires -Rufino Varela- y de la Nación -interinamente Onésimo Leguizamón-, manifestaba que serían
efímeros los esfuerzos de un Colbert en el gobierno provincial mientras hubiese un Louvois en el de la Nación. O El diario solía reforzar su campaña
trascribiendo discursos de diputados proteccionistas -como el de V. F. López de 1873- o reproduciendo artículos de periódicos de otros, lugares, como La
Capital de Rosario, La Tribuna de Montevideo o La Opinión Nacional de Lima. Aspecto importante de la campaña proteccionista de El Nacional fue el
apoyo constante a las actividades del Club Industrial. Justamente en uno de esos artículos en favor. del Club, señala la insuficiencia de la Ley de Aduana
para el desarrollo industrial: Paralelamente y en opuesta actitud, La Naci6n realizó una igualmente intensa campaña librecambista, en la que juzgaba la
reforma de la Ley de Aduana como culminación de los errores gubernamentales. El gobierno -sostenía-, falto de todo apoyo, caminando hacia la ruina y la
miseria del país, necesitando dinero, contrae empréstitos, aumenta los impuestos y se arroja en el proteccionismo: Así como El Nacional refleja en este
punto su actitud política de apoyo parcial y crítico al gobierno de Avellaneda -en cuanto" vocero de un sector del alsinismo-, La Nación hace de esta
cuestión un arma más para su combate con el oficialismo. De allí su invocación a los intereses del pueblo consumidor, aunque también es visible en este
diario la defensa de los intereses del comercio importador, de cuya difícil situación se conduele. Al atacar a los proteccionistas, a los que califica de
radicales y de rabiosos, señala La '.Nación que no existen condiciones económicas (capitales, operarios, etcétera) para la industria nacional y. sobre todo,
que· no existe seguridad ni orden político con gobiernos corno el · actual pata arriesgarse a invertir en industrias. En similar posición, La Prensa atacaba la
política proteccionista. como hemos visto páginas atrás. Recurría, como La Nación, a los intereses del pueblo consumidor, pero, además, ·aclaraba su
concepto de lo que era la economía del país. " La industria nacional está representada hoy especialmente en nuestras vastas y ricas campañas . “'La Pampa,
redactado por Ezequiel N. Paz, quien habla reclamado el abandono del pastoreo Y. el paso a la industria en 1871, ataca ahora sin cesar la campaña
proteccionista, insistiendo en él efecto pernicioso de los altos gravámenes sobre los costos dé la producción ganadera y lamentando también sus consecuencias
sobre el comercio de importación, cuya situación le aflige En Rosario, La Capital apoyó la campaña proteccionista con tanto fervor como El Nacional. En una
larga serie de artículos durante el año 1875, criticaba el servilismo intelectual en política y elogiaba a Bismarck, a quien consideraba expresión y eco del
genio nacional, y exhortaba al Congreso a asumir ese papel mediante una actitud revolucionaria en materia económica que lograra cambiar la legislación
aduanera de acuerdo al interés nacional. La aplicación del librecambio, afirmaba, ocasionó los trastornos económico sociales del país y la última causa de
todo estaba en "la cabeza previsora y altamente nacional de los economistas ingleses" Nosotros, continúa el diario, "por obsequio a una teoría absoluta no
podemos quedarnos en camisa". El objetivo debe ser ayudar a una industria tímida a robustecerse y ampliarse, armonizando la libertad nacional con el
interés industrial de nuestro país. En otro artículo, señala que a raíz de la política librecambista vigente desde 1852, habíamos pasado de industriales y
artistas a comerciantes. Acusa entonces a la "aristocracia por dinero" de no importarle nada con tal de conseguir artículos baratos, ni el beneficio del país
ni el hambre de los obreros. Los diputados librecambistas "crearon un sistema económico para su bolsillo, no para el país". Agrega que no vivían de oficio
alguno sino "de sus vacas o de su capital". En el Congreso, afirma, hay abogados, políticos, militares y curas, pero no ciudadanos verdaderamente útiles.
No ocurre eso en Norteamérica, en cambio, nación cuyo nombre invocamos pero a la que no tratamos de imitar Al ingresar al Parlamento nacional, en
1875, la polémica habla alcanzado su etapa culminante. Según a crisis de 1873, el presidente Avellaneda había decidido adoptar un moderado aumento de
los gravámenes a la importación como forma de restringirla, para disminuir la salida de oro y acrecentar las recaudaciones fiscales, y poder atender así el
servicio de la deuda externa. El aumento de los aranceles para las importaciones era tanto más necesario por cuanto debían compensar una proyectada
disminución de los derechos a la exportación. El Poder Ejecutivo aspiraba a reducirlos a la mitad de los del año anterior, para aliviar, según alegaba, la
producción del país y abrirle mercados en el exterior; y también para favorecer a los productores del Litoral, sobre los que recaía la mayor parte del impuesto de
exportación y tan duramente tratados en los últimos años por crisis y guerras. La menor recaudación que ello implicaba se compensaría con los derechos de
importación y, a fin de restablecer el equilibrio, se los aumentaría en general en un 5 % .Las intenciones de Avellaneda fueron frustradas por el grupo
proteccionista, que logró imponer su criterio en las leyes de aduana sancionadas a partir de entonces. Y en 1879, la Comisión de Presupuesto de la Cámara
de Diputados afirma que, aunque es librecambista y pese a que considera inconstitucional el proteccionismo, no ha querido modificar sustancialmente la Ley
de Aduana por la razón, entre otras, de que las industrias creadas a su amparo no pueden ser afectadas por una brusca disminución de gravámenes; una Ley
de Aduana, agrega, no puede ser reformada en veinticuatro horas, por la suma de intereses a ella vinculados. La elevación de los derechos aduaneros ya era
un hecho consumado, difícil de modificar.
IX CAPITULO LOS INDUSTRIALES Y EL PROTECCIONISMO

FUNDACIÓN DEL CLUB INDUSTRIAL

El 29 de agosto de 1875 tuvo lugar una reunión, convocada por un grupo de industriales, donde luego de redactarse. Un breve reglamento provisional, en el
que consta el objetivo de fomentar la industria nacional y defender sus intereses, se nombró la primera comisión del Club Industrial," Era el momento que
arreciaba la campaña del grupo dirigido por Vicente López; el Club surgía amparado por el clima favorable que ella despertaba, reforzada por la
incorporación de algunas De las principales figuras políticas y de funcionarios oficiales y por el apoyo de importantes órganos periodísticos. La comisión
provisional del Club estaba integrada por industriales y artesanos, entre ellos algunos propietarios de pequeñas industrias de relativa importancia en aquellos
El Club publica en seguida un periódico quincenal, El Industrial, que aparece el 1 Y de octubre de 1875. El editorial de ese primer número, "Nuestro título es
nuestro programa", declara que el periódico aspira al fomento de la industria no sólo para salvar los intereses particulares de los industriales, sino también
para arrancar al país del precipicio al que lo llevó su mala organización económica. En tal sentido, añade, librecambistas en principio, llegamos a ser
imperiosamente proteccionistas . Es cierto que los sistemas librecambista y proteccionista, que se han formado en situaciones económicas bien determinadas,
nada tienen que hacer entre nosotros, que necesitamos ser eclécticos, sostenía tiempo después. Pero los intereses del país exigen la protección, la defensa de
la mayor cantidad posible de trabajo." Salvada de tal forma la cuestión de principios, como era de estilo hacerlo entre casi todos los proteccionistas, según
ya hemos comprobado, el periódico se embarca en una sostenida y fervorosa campaña. Sus redactores poseen una seguridad fácil· mente perceptible,
proveniente del manejo de la experiencia europea que algunos de los dirigentes del Club conocían, probablemente, por su actuación política o sindical en el
Viejo Continente. Atacan sin cesar la política económica liberal de los gobiernos argentinos e invocan el ejemplo de los pumners de Rochdale, cuando
pobres y miserables se ligaron para luchar contra la adversidad. A poco de organizado el Club, diversas informaciones del periódico dan cuenta de su
incursión por la política económica del . momento. Una petición presentada al Congreso nacional critica para 1876, el proyecto alegando del que si el Poder
ejecutivo el mismo de ley aumentaba que "los Aduana gravámenes, ello no significaba que protegiese la industria nacional. El número 2 del periódico
informa del nombramiento de Vicente F. López y de Miguel Cané como socios honorarios cid Club y elogia a Dardo Rocha por su discurso en el Senado de
la Nación," El Club tendía a cultivar una cordial relación con ciertos sectores del poder; búsqueda de apoyos en el terreno político complementada por. una
constante actitud crítica hacia gobernantes y legisladores opuestos al proteccionismo. En diciembre de 1875 el Club solicitaba al gobierno de la provincia
que en el Directorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires hubiese en· adelante mayoría de productores e industriales nacionales y que el Banco
'destinase las dos terceras .partes de su crédito a productores e industriales , En mayo de 187·7 comenta el mensaje anual del gobernador Casares y elogia.
su obra ·de gobierno por· considerarla favorable a la industria El Nacional, , se constituyó en uno de sus más importantes defensores. En el Interior La
Capital de Rosario adopta similar actitud: al fundarse el Club, celebra el hecho y llama a los industriales rosarinos a formar una filial. En cuanto a los
legisladores, las Cámaras de Diputados y Senadores de la provincia de Buenos Aires se destacan po su constante estímulo a las actividades del Club. En
octubre de 1876 se aprueba un proyecto que autoriza al Poder Ejecutivo de la provincia a acordar cien mil pesos al Club Industria para su próxima
exposición. El autor del proyecto, el senador Gaché, reseña el clima de entusiasmo de los industriales del país -no sólo de Buenos Aires- y elogia al Club. En
la Cámara de Diputados, el proyecto es aprobado sin discusión. luego de realizada la exposición, el favorable eco logrado entre los legisladores se traduce,
en un nuevo proyecto para acordar al Club 'otros den mil pesos destinados a premios . para los industriales que se hubiesen destacado en ella. El proyecto,
que firman dieciocho diputados, es informado por Rafael Hernández, quien hace. una entusiasta reseña de la exposición como muestrario de las riquezas del
país y de la habilidad de los industriales. 'Roque Sáenz Peña propone -y su moción es aprobada- no limitar los premios 'a expositores de la provincia, tal
.como lo disponía el proyecto, sino extenderlos a los de todas. Pero esta iniciativa no sería ajena probablemente a las ramificaciones del Club en el Interior,
dado que en 1875, poco después de. su fundación .en Buenos Aires, la Comisión: · Directiva había resuelto organizar filiales en Córdoba, San .Juan, San
Luis, Mendoza y . .Tucumán. En- la primera de esas ciudades; donde el Club parece haber tenido ya contactos, se nombró presidente de la. entidad en
formación En 1877 El Industrial saluda la formación de la Sociedad Industrial del Paraná, en la capital de la provincia de Entre Ríos. En cuanto a Rosario,
a mediados de 1875 se fundó _la sociedad Unión y Fomento de Artesanos, dirigida por Santiago Caccia, cuyo programa señalaba que la Sociedad sería un
lugar de reunión para adquirir ilustración, observaría prescindencia política y religiosa, estaría abierta a todas las nacionalidades, crearía una escuela de artes
y oficios, establecería una exposición permanente con premios estímulos, una agencia de trabajadores y una caja de ahorros para asistencia mutua" Esta
-entidad sucedía a la Sociedad Cosmopolita de Artesanos, fundada en marzo de 1875 con el fin de facilitar y difundir conocimientos sobre ciencias, artes y
manufacturas, fomentar la industria de la provincia y organizar una academia <le estudio de los métodos industriales modernos" Probables disensiones internas
llevaron a la formación de la Sociedad Unión y Fomento, que a su vez decayó por la falta de interés que sus socios (al comienzo eran unos doscientos)
demostraron por realizar el programa trazado. Por lo tanto, en julio de 1878, a iniciativa del mismo Santiago Caccia, se promovió una reunión que tuvo
lugar el 19 de agosto -José María Abente dirigido a industriales, artesanos y obreros, debía contraponerse el espíritu generoso que animaba a los industriales
de Buenos Aires reunidos en el Club, al mezquino de los políticos, responsable de la crisis económica de 1875. Estos políticos eran sordos al clamor de
los industriales, obligados a abandonar sus talleres o fábricas porque, luego de satisfacer innumerables impuestos, debían luchar contra la competencia
extranjera. En la reunión del 19 de agosto se eligió el Directorio de la Sociedad Industrial, cuyos presidente y secretario eran Benjamín Ledesma y José
María Abente y tampoco la nueva sociedad logró subsistir, puesto que no vuelve a tenerse noticia de sus actividades; sólo en setiembre de 1880 se
constituirá una organización de industriales rosarinos de cierta permanencia el Club Industrial Protección al Trabajo, una iniciativa del Club Industrial de
Buenos Aires, que había comisionado como delegado promotor a Jacobo Peuser.

COMPOSICIÓN SOCIAL DEL CLUB INDUSTRIAL

Artesanos, pequeños patronos y algún empresario de cierta envergadura confluyen desde los comienzos en el Club Industrial; pero asimismo ingresan otros
socios de condición no industrial, como algunos comerciantes y ganaderos. Y a la circular inicial que convocaba la reunión para constituir el Club,
manifestaba que los firmantes habían creído indispensable, dada la crítica situación del país, la organización de un Club Industrial para estudiar y defender
los intereses de todos los productores, cualesquiera que fuesen." Esta amplitud en la admisión de socios fue reiterada por dirigentes del Club: debe
entenderse por industriales, decía uno de ellos, a todos los estancieros y productores en general, como también a quienes tengan un capital en una industria
Criterio expuesto como norma para la admisión de socios, que constituyó, , una fuente de conflictos internos. Pero la mayoría de los socios del Club Industrial
eran pequeños productores, si bien algunos de ellos compartían esa actividad el comercio o pasaban de una a otra ( comerciante a industrial y viceversa),
como resultado del clima económico propio del desarrollo del país en aquellos años. De tal manera, pueden encontrarse en el periódico · colaboraciones de
socios que hablan en 'nombre de "industriales y artesanos" o de. "industriales, artesanos y ·pequeños comerciantes" . En cuanto a los industriales propiamente
dicho, muchos de ellos, como los que acabamos de citar, lo eran desde hacía muy pocos años o' acababan de iniciarse como tales. La ampliación del
mercado interno, debida al crecimiento de la población del país y a otras circunstancias del período, unida a las favorables condiciones, previas a 1873,
había permitido una cierta intensificación de la acumulación capitalista en sectores pequeños y medianos. Como fruto de ello, una cantidad de artesanos,
comerciantes y pequeños patronos habrán de protagonizar un sensible· Incremento -por más modestas que hayan sido sus proporciones- de, la actividad
industrial de Buenos Aires. Además, los .efectos negativos de la depresión entre 1874 y 1876 resultaron parcialmente compensados, para este sector, por la
disminución de las importaciones, producto de la depresión y del alza de los aranceles· de 1876, circunstancias que posibilitarán una incipiente sustitución
de importaciones. Muchos de, estos nuevos industriales eran inmigrantes europeos. algunos de los cuales parecen provenir no sólo del artesanado sino
también dé la clase. obrera. 'En general, habrán de conformar una capa de pequeños productores. cuyo predominio en el Club Industrial, dadas las
características ideológicas que asumió, provocaría tensiones y conflictos con. otros socios y algunos sectores del poder.

CONFLICTOS IDEOLÓGICOS

El tono de la campaña periodística de Daumas -director de El Industrial- era de marcada agresividad contra los representantes de la tendencia librecambista,
y estaba expresado en lenguaje franco y descarnado, características que provocaban similares reacciones en el campo adversario. Pero había otros factores que
estimularon la reacción liberal contra el Club. Nos referimos, a la aparición, en el periódico y en otras actividades del Club Industrial, de una tendencia
ideológica a primera vista sorprendente en ese momento- y en una institución que parecía representar al capital industrial. Se trata de las doctrinas de
Proudhon y otros socialistas o anarquistas europeos, cuva presencia en un organismo considerado representante de la burguesía industrial argentina no se
explicación satisfactoriamente si no se ·tuviera· en clienta la composición particular del sector industrial de Buenos Aires. El Club Industrial reunía, sobre
todo, a un .grupo ·de artesanos y pequeños industriales cuya mentalidad pequeñoburguesa era fácil presa de influencias como la de Proudhon; tanto más, si
tenemos en cuenta que gran parte de sus socios eran extranjeros, como en el caso . de Daumas, cuyo origen francés es también congruente con su entusiasta
'adhesión al pensamiento del autor de ¿Qué es la propiedad? En el editorial del número 3 de El Industrial, titulado Crédito y producción", aparecen
referencias a Proudhon, .de acuerdo con cuya doctrina. está ,elaborado el artículo; el editorial está precedido por una cita de este autor, dónde expresaba una
de sus ideas preferidas: la reorganización del crédito. como . medio de corregir los males económicos (tema de sumo., interés para los pequeños productores
de Buenos Aíres, ávidos de crédito en el curso de la depresión). Otro miembro del Club -disertante de una de las habituales conferencias que se realizaban
en la institución- lo invoca a raíz del análisis de la Ley de Aduana y se ampara también en sus doctrinas De tal manera, sería por lo menos inexacto
considerar al Club como órgano de la. "clase empresarial" industrial de aquellos años, cuando. los principales empresarios industriales, pequeña pero
económicamente fuerte minoría, no participaba del Club.

LAS INDUSTRIAS EN EL PERÍODO 1860-1880

No resulta posible una evaluación precisa del, desarrollo industrial de esos años, debido a la escasez y deficiencias de las estadísticas existentes, que sólo
pueden ser completadas parcialmente con testimonios de observadores de la época durante el período, la producción industrial del país se efectuaba en gran
parte bajo diversas formas precapitalistas, sobre todo en el Interior. En Buenos Aires, aunque el pequeño taller capitalista parece haber existido en reducido
número desde mucho antes 21, también subsisten las antiguas formas de producción, como se observa, por ejemplo, en los conflictos generados por la
introducción de nuevas formas productivas. Así en 1875, una firma industrial con 600.000 pesos de capital, tropieza con la oposición de las familias pobres
que se dedican a la industria doméstica de la elaboración de sogas a mano, cuando se propone elaborar pulpa de madera y materias fibrosas textiles
antecedentes: en 1853 las costureras de Buenos Aires, considerando que el maquinismo es un mal que perjudica a todos y no beneficia a nadie, se
opusieron a la 1ntroducc1ón de máquinas de coser. Hacia 1853, según el censo de ese año, la ciudad de Buenos Aires contaba con 746 talleres y 106
fábricas, pero no es posible determinar con exactitud la magnitud de ambas clases de establecimientos, De ellos, salvo los saladeros y algunas de las
dedicadas a la elaboración_ de productos primarios, más tarde, cuando se organizó en 1881 una exposición de productos manufacturados: los productos
argentinos son, generalmente, artículos de primera necesidad, de fabricación sencilla Estas industrias, comenta, las ejercen por lo común "pequeños patronos
obreros" que trabajan con utensilios y elementos modestos; hay algunas excepciones, como la de una cervecería. Pero fracasó el intento de otras fábricas de
imitarla. Ahí están sus ruinas, señala el estanciero franco argentino, para demostrar que en este país . . . las grandes fábricas no pueden ser· sino pequeños
talleres agrandados" Abundan los pequeños talleres, insiste en otro lugar; y si no les conviene la ciudad, emigran al Interior buscando un lugar donde se
halle una población en vías de formarse. alrededor de una estación de ferrocarril, por ejemplo: allí .se instalan y crean un grupo de pequeñas industrias de
primera necesidad, germen de alguna futura ciudad. de productos o subproductos agropecuarios, que concentran la mayor parte del capital industrial y poseen
por lo general cierto desarrollo técnico, y por otro lado. una gran cantidad de establecimientos pequeños.

EFECTOS DE LAS LEYES PROTECCIONISTAS

Los altos gravámenes vigentes desde la Ley de Aduana para 1876 tuvieron algunos efectos considerables. La importación por habitante disminuyó
sensiblemente y en 1876 se registró, por primera vez en el período, un saldo favorable en la balanza de comercio, que persistió, con algunas variantes, en
los años que siguieron, Pero las rentas fiscales, lejos de aumentar, disminuyeron en los primeros dos años, confirmando los temores de Avellaneda de que
un impuesto demasiado alto hiciera disminuir fuertemente la importación, anulando el efecto de los mayores ingresos que podría haber brindado el aumento de
fosgravámenes . Aunque también es cierto que en el descenso de las importaciones debe haber intervenido la caída de la capacidad de consumo de la
población, derivada de los efectos de la crisis y de las medidas del gobierno (rebajas 'de sueldos, etcétera En cuanto al efecto inmediato de los nuevos
derechos aduaneros sobre las industrias, no podemos estimar1o con exactitud por falta de estadísticas, Testimonios diversos, como el de la Comisión de
Presupuesto de la Cámara de Diputados , coinciden en señalar un sensible aumento dé la actividad industrial en distintos ramos a partir de 1876. Sin
embargo, la ley para 1876 había movilizado el espíritu de empresa de numerosos industriales y aspirantes a serlo. Esto puede comprobarse en los testimonios
adversos a la proyectada -y aprobada- rebaja de los aranceles para el año 1875 (rebaja del 40 al 35 % de los artículos de mayor significación para la
industria local). Contra esta rebaja se organizó una campaña de protesta, dirigida por el Club Industrial, a instancias de sus socios y con la adhesión de
numerosos industriales. El periódico del Club publicó entonces una serie de cartas de industriales que reclamaban la intervención del Club ante la Cámara
de Diputados o, más adelante, adherían a la petición que dirigió el Club a la Cámara. Casi todas , esas notas alegan que, al amparo .de los derechos
aduaneros de 1876, habían aumentado la producción, ampliado sus establecimientos y aumentado la mano de obra. Ésta quedaría ahora sin trabajo si se
rebajaran los aranceles. Precediendo estas notas, se publicó la petición del -Club a la Cámara de Diputados, de fecha 30 de setiembre de 1876. Algunos de
esos industriales brindan datos sobre los efectos de la ley que regía ese año. F. -Martin dice que antes de promulgarse, "todas mis mercancías. venían
confeccionadas de Europa, y en condiciones tan venta josas que no comprendía que fuese posible formar aquí un establecimiento de fabricación" al subir los
aranceles, le pareció no sólo posible sino indispensable y llegó a tener así 80 oficiales, la mayor parte de los cuales quedaría sin trabajo con la nueva ley.

DIVISIÓN DEL CLUB

Pese a las características de los fundadores del Club, se intentó abrirlo a otros sectores de la economía, posiblemente como un medio. de fortalecerlo mediante el ingreso
de otros miembros de la burguesía argentina, de la misma manera que se buscaba apoyo en las vinculaciones políticas En torno a estos socios se habrá de
producir la división del Club cuando debilitado el movimiento proteccionista y en auge la política de conciliación La división estalla a raíz de los conceptos
vertidos por el presidente del Club, Miguel Puiggari, había llamado la atención sobre la necesidad de no confundir la verdadera industria con las artesanías,
extendiéndose sobre el particular; nos hallamos en la primera infancia de la industria y no conviene exagerar su desarrollo. Es necesario no confundir la
industria con las materias primas que elabora con las artes y oficios; está lejano el día en .que podamos considerarnos país industrial; Resulta, así que por
mucho tiempo no podremos ser industriales y que lo prudente es prestar la mayor atención a las reglas establecidas que puedan considerarse naturales o
aclimatadas, para hacerlas desarrollar. lo que fue evidente es que no representaba las aspiraciones de la mayoría del Club Industrial, pese a que, alentados por
discurso, trece socios presentan una protesta por la predica proteccionista del periódico de la institución. En ella condenan enérgicamente los "términos
inadecuados" y la "falta de cultura" con que viene redactándose desde hace tiempo. El Industrial, y repudian su exagerado proteccionismo La protesta
provoca la renuncia a su cargo en el periódico del director de El Industrial, J. Daumas. Éste, uno de los socios fundadores del Club y visible ideólogo
proudhoniano de los pequeños productores congregados en él, había dirigido el periódico desde el primer número. Su nombre deja de aparecer en el número
102, del 28 de noviembre de 1878; en el siguiente, Policarpo Yurrebasso, editor responsable desde la aparición del periódico, anuncia haberlo suplantado en la
dirección. En un artículo donde hace el elogio del renunciante, ataca a aquellos socios que se inscribieron en el Club con móviles ocultos que ahora
descubren, y se muestran sostenedores del librecambio. En esta batalla, agrega, el Club ha obtenido valiosos resultados para el porvenir, por las provechosas
lecciones que encierra lo ocurrido.En apoyo a la redacción del periódico, se presenta otra declaración con ochenta firmas (el Club tenía unos 300 socios en
aquel entonces). El 19 de enero de 1879 aparece La Industria Argentina, órgano del Centro Industrial que acababan de constituir los renunciantes. Al explicar
los motivos que llevaron a la fundación de la nueva entidad, luego de las cuestiones provocadas por el banquete del tercer aniversario del Club, glosa las
palabras de Puiggari en aquella oportunidad, y señala, entre otras cosas la conveniencia de no castigar a los consumidores con altos impuestos aduaneros que
sólo permiten que sigan vegetando industrias insignificantes, aunque es objeto del Centro, aclara, ayudar a progresar a esas industrias. Mientras el Club
Industrial rivalizaba con la Sociedad Rural Argentina -en momentos que los ganaderos se desinteresaban del proteccionismo, entusiasmados por las
perspectivas de frigorífico-, el Centro Industrial Argentino solicitaba a la Sociedad Rural, para llevar adelante sus primeras actividades un local donde
funcionar; y, al mismo tiempo que el Club abandona el amplio criterio adoptado en sus comienzos para la admisión de socios, la Comisión Directiva del
Centro resolvía permitir el ingreso· de todo aquel que estuviese al frente de actividades industriales, agrícolas o ganaderas y comerciales. La polémica en
torno a los conceptos de industria y de industriales es útil para deducir la orientación divergente de la política de ambas instituciones. Es necesario no
confundir industrias con artes oficios, aduce intencionadamente el órgano del Centro, y agrega que la industria argentina es raquítica e insignificante, con lo
que da a entender que lo. que los dirigentes del Club llaman industria eran en su mayoría talleres artesanales. Por su parte, el nuevo director de El
Industrial contesta que el Club y su periódico entienden por industria a las manufacturas y a las artesanías. Por industria manufacturera, aclara, se entiende
cualquier trabajo, se ejerza en la fábrica, taller, laboratorio o hasta en la casa particular. Sí resulta bien claro que la posición del Club responde a la
naturaleza de sus asociados que ya analizamos antes, no sería acertado, en cambio, inferir que la actitud que el Centro sostiene ante este problema
(formulando el concepto de industria de manera en verdad más correcta), provenga de que sus dirigentes y asociados fueran industriales en sentido estricto. La
condición artesanal de parte de los integrantes del Club fue blanco de la crítica de los renunciantes, molestos por la hiriente campaña proteccionista de El
Industrial, fruto de los intereses de la pequeña industria de Buenos Aires; pero no puede considerarse que la actitud de Miguel Puigzarí y de quienes le
acompañaban surja de una más neta condición de empresarios industriales, que ·a muchos de ellos les era ajena o les correspondía. De tal manera, en la
lista de los 246 socios que integra el Centro Industrial a los pocos días de haberse constituido, encuentran 10 estancieros, 9 agricultores y horticultores,
comerciantes diversos y 33 profesionales, entre los que predominan los ingenieros. Sin tener en cuenta una cantidad de ocupaciones (sastres, joyeros,
ortopedistas, etcétera) cuya condición industrial o comercial no es clara. Figuran también un inspector de gas, un funcionario de inmigración, un director de
escuelas de agricultura y el gerente de la Sociedad Rural Argentina.

CUESTIONES IDEOLÓGICAS

Apenas fundado el Club, El Correo Español, diario librecambista de Buenos Aires que se hacía eco de los intereses del comercio, manifestaba, que el
fomento industrial, auspiciado por el Club, provocaba kl aparición de la Internacional El rechazo de las prevenciones de El Correo Español no era del todo
infundado, puesto que en los .nombres que cita el periódico del Club se mezclan algunos socialistas utópicos -como Saínt-Simon o Fourier-«, con los de
Proudhon o Louis Blanc, representantes de tendencias reformistas, pequeñoburguesas, del movimiento obrero europeo, que sostenían la posibilidad de
trasformaciones de tipo socialista realizadas por el mismo Estado. Las ideas de Proudhon sobre el papel del crédito, vertidas por Daumas, expresaban la
posibilidad de reformas pacíficas de la sociedad burguesa mediante la reorganización del crédito y el desarrollo del "Banco Popular", que permitirían la
redistribución justa de la propiedad. De todos modos, estas expresiones de los dirigentes del Club Industrial no son sino un nuevo indicador de su calidad
de pequeños productores independientes. No era El Correo Español la única voz que consideraba subversiva la campaña del Club Industrial. La Libertad,
diario de Buenos Aires redactado por Manuel Bilbao, llegó a calificar de comunistas a los miembros del Club, cuyo espíritu le parecía similar al que movía
las luchas del proletariado europeo. El Nacional, por su . parte, defiende al Club de los ataques de La Libertad. Repudia su virulencia y se pregunta qué
móviles pueden impulsar esa furia antiproteccionista, que hoy, El Nacional trascribe Juego un artículo de La Libertad donde se llama la atención sobre la
coincidencia del espíritu que anima a los industriales con el de las muchedumbres europeas en sus luchas sociales. Al respecto, el redactor de El Nacional
califica a sus colegas que odian a su pueblo, y consideran que obreros e industriales son "bárbaros comunistas". Este tipo de discusión continuó durante los
años siguientes, favorecida por la preocupación que causaba en Buenos Aires la llegada de inmigrantes socialistas y anarquistas, algunos de ellos obligados
por 'las persecuciones políticas de sus países de origen." Pero no sólo los inmigrantes eran portadores de ideas comunistas o socialistas. Curiosamente, puede
comprobarse la perduración, aún en los años 70, de la influencia del socialismo utópico que había difundido la generación del 37. Con motivo de ]a
aparición de libreas en Buenos Aires, fruto de las tendencias arístocratizantes de algunas familias de la burguesía local, Miguel Cané apoya desde El
Nacional los proyectos de gravar con impuestos En 1877 El Industrial -con apoyo de El Nacional- continúa polemizando con La Libertad, que le dirige
acusaciones de socialismo. A ellas responde el órgano del Club Industrial, calificando a su adversario de representante del comercio extranjero, Y todavía en
1879, la redacción del periódico se aboca con frecuencia a desmentir las acusaciones de que el movimiento de industriales promueve el socialismo y el
comunismo y fomenta la Internacional. Si bien los argumentos de La Libertad, El Correo Español y otros adversarios del proteccionismo podían constituir un
exagerado recurso polémico, también es cierto que se asentaban sobre una notable inquietud generada por los acontecimientos de la Comuna de 1871 y las
consecuencias que podían determinar, a través de la inmigración, en países nuevos como la Argentina. En 1872 se funda en Buenos Aires una sección de la
Primera Internacional. Ese mismo año el Superintendente del Primer Censo Nacional, efectuado en 1869, al publicar sus resultados, expresaba preocupación
por el peligro de la Internacional y del comunismo, a raíz del pauperismo de la población argentina que revelan los datos del Censo, Por esa razón,
criticaba la falta de barreras aduaneras que posibilitaba la ruina de las producciones locales y promovía la pobreza, inclinándose hacia el proteccionismo. .

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