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Rito para instituir acólitos

3. Después de la proclamación del Evangelio, el Obispo, con mitra, toma asiento en su


sede. Un diácono o un presbítero designado al efecto llama a los candidatos diciendo:
Acérquense los que van a ser instituidos en el ministerio de acólitos.

Los candidatos son llamados por su nombre; cada uno responde: Presente.

Y se acercan al Obispo, a quien hacen una reverencia.

4.

Entonces, todos toman asiento y el Obispo pronuncia la homilía y la concluye dirigiéndose


a los candidatos con estas u otras palabras semejantes:

Queridos hijos:

Elegidos para el oficio de acólitos, participarán de un modo peculiar en el ministerio de la


Iglesia, cuya vida tiene su cumbre y su fuente en la Eucaristía, por la que es edificado y
crece el Pueblo de Dios. A ustedes se les encomienda a función de ayudar a los
presbíteros y a los diáconos en el ejercicio de su ministerio y se les confía, como ministros
extraordinarios distribuir la sagrada Comunión a los fieles y llevarla también a aquellos que
están enfermos. Al ser destinados de una manera especial para este ministerio, es
necesario que procuren vivir intensamente de la gracia que brota del sacrificio del Señor y
se identifiquen cada vez más con él, procuren percibir el sentido espiritual y profundo de
las cosas; al cumplir su oficio, busquen profundizar en su sentido espiritual para que
puedan ofrecerse cada día a Dios como sacrificio espiritual y aceptable, por Jesucristo,
nuestro mediador.

Para hacer esto les ayudará recordar que así como participan de un mismo Pan con sus
hermanos, así también deben formar un solo cuerpo con ellos; por tanto, amen
sinceramente al Cuerpo místico de Cristo, que es el Pueblo de Dios especialmente a los
débiles y enfermos y adecuen sus vidas al precepto que el Señor dio a sus Apóstoles en la
última Cena cuando dijo: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado".

5.

Concluida la homilía, todos e ponen de pie y el Obispo, sin mitra, invita a los fieles a orar,
diciendo:

Queridos hermanos:

Supliquemos al Señor que derrame la abundancia de sus bendiciones sobre aquellos a


quienes eligió para el oficio de acólitos y los fortalezca para ejercer fielmente este
ministerio en su Iglesia.

Y todos oran en silencio unos instantes.

6.

Luego, el Obispo prosigue:

Dios misericordioso,
que confiaste a tu Pueblo el Pan de Vida,
por medio de tu único Hijo,
bendice a estos hermanos nuestros,
que han sido elegidos para el ministerio de acólitos.
Concede que sean asiduos servidores del santo altar,
distribuyan con fidelidad
el Pan de la Vida a sus hermanos
y acrecienten constantemente su fe y caridad
para consolidar tu Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

7. Los candidatos se acercan al Obispo y éste entrega a cada uno el recipiente con el pan
o con el vino que serán consagrados, mientras dice:

Recibe este recipiente con el pan (con el vino) destinado a la celebración de la Eucaristía y
compórtate de tal manera que merezcas servir a la mesa del Señor y de la Iglesia.

El acólito responde:

Amén.

8.

Los acólitos, y si fueran muchos, sólo algunos de ellos, llevan durante la preparación de
los dones las patenas con el pan y el cáliz con vino.

9.

Los acólitos hacen la comunión inmediatamente después de los diáconos.

10.

El Obispo pude establecer que el acólito, hecho ministro extraordinario de la Eucaristía,


ayude a distribuir la sagrada Comunión en la Misa en la que se le ha confiado este
ministerio.

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