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Boletín de información, servicios y

coordinación
• de la Comisión Na- Nº 146 – Marzo - 2016
cional de Liturgia – CECh
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Celebrar la Misericordia
Comentarios a la Plegaria eucarística de la Reconciliación I
plegarias las que tenemos en la celebra-
El año de la Misericordia es un tiempo de ción. Pero ninguna es tan importante
gracia. ¿Cómo hacer para vivirlo con como la Plegaria eucarística. Ella es la
mayor intensidad? El Pontificio Consejo cima de toda la celebración, la cumbre
para la Promoción de la Nueva Evangeli- de todas las oraciones que se dicen en
zación ha manifestado que la misericor- ella. Ya se ha reunido el pueblo celebran-
dia tiene que «celebrarse». Y para hacer- te, ya ha escuchado la palabra de Dios y
lo como corresponde, el mismo Consejo ha renovado su adhesión al Señor. Des-
ha propuesto diversas iniciativas. Una de pués de preparar el altar, la asamblea se
ellas –nos ha recomendado– es que pu- ha puesto de pie –la posición del Resuci-
diésemos destacar en nuestras celebra- tado- para participar en esta solemne
ciones el misterio de la misericordia divi- oración.
na con el uso de las Plegarias eucarísti-
cas de la Reconciliación que tenemos en Actualmente el Misal Romano cuenta con
el Misal Romano1. Estas dos plegarias trece de estas plegarias: cuatro mayores
eucarísticas resultan en efecto, espe- y nueve menores. Ya sabemos que hasta
cialmente indicadas para celebrar el don el año 1970 nuestro misal contenía una
de la misericordia durante este año jubi- sola plegaria, conocida como «canon
lar. En esta oportunidad vamos a comen- romano». Es de agradecer la posibilidad
tar la primera de ellas, y así, cuando de- que nos da ahora la Iglesia de llegar a
cidamos hacer uso de ella en nuestras esta cima de alabanza con trece anáfo-
celebraciones, podamos captar con más ras diferentes, sin contar la riqueza
facilidad su enorme hondura y belleza. enorme que representan los más de 70
variados prefacios que se unen a ellas.
Las plegarias eucarísticas
Todas las plegarias eucarísticas de la
Antes que nada, una pequeña introduc- liturgia romana tienen un esquema simi-
ción. Ya sabemos que en la santa Misa lar: un prefacio que abre la acción de
se dicen muchas oraciones: las oracio- gracias y que culmina con el canto del
nes presidenciales, como la «oración Santo. Luego, tras la invocación al Señor
colecta» o la «oración sobre las ofren- para que envíe el Espíritu y transforme
das»; también tenemos una «oración los dones (epíclesis) se pronuncian las
universal», u otras que llamamos «ora- palabras de la consagración, que en to-
ciones apologéticas». En fin, son muchas das las plegarias son idénticas. Después,
la anámnesis, la epíclesis de comunión y
1
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA las intercesiones. Todo culmina con un
EVANGELIZACIÓN, Celebrar la misericordia (Buenos gran «Amén» pronunciado por toda la
Aires 2015) 28. asamblea.
1

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La Plegaria de la Reconciliación I hace un eco de esa alabanza a la santi-
dad divina y dice:
Esta plegaria es de reciente elaboración. «Santo eres en verdad, Señor,
Nació el año 1974 cuando el papa Pablo que desde el principio del mundo
VI convocó a un año santo que llamó: obras siempre para que el
«Año santo de la Reconciliación». Jus- hombre sea santo,
tamente por eso, en su Prefacio se dice: como tú mismo eres santo».
«Ahora, mientras le ofreces a tu pueblo
un tiempo de gracia y reconciliación», Podemos advertir la insistencia de la
que era una referencia a ese mismo año. palabra «santo», que se repite tres veces
En este momento, perfectamente la po- en esta breve frase. Y al final de la plega-
demos aplicar al año jubilar convocado ria, cuando seamos invitados a vincular-
por el papa Francisco. nos a la plenitud de los tiempos, se des-
cribe ese momento como «la hora en que
En términos generales, esta es una ple- nos presentemos a ti [Dios Padre], san-
garia que guarda una cierta semejanza tos entre los santos del cielo».
con la Plegaria eucarística IV, pues es
una anáfora que como ella, toma muy en De nuevo ha aparecido la palabra «san-
cuenta la historia de la salvación. Ade- to», con lo cual podemos ver el énfasis
más, como tendremos ocasión de verifi- que se le ha dado a este concepto. ¡Éste
car, su inspiración es predominantemen- es el gran horizonte de esta Plegaria! Es
te bíblica. Escondido detrás de muchas una gran oración que en Cristo pronuncia
de sus palabras podremos sentir el aire la Iglesia sumergiéndose en la santidad
fresco del mundo bíblico y de toda su divina, profesando la fe en que cuanto ha
profundidad existencial. Y más todavía, hecho Dios desde el principio –es una
realidades como la conversión, el pecado alusión al libro del Génesis– ha tenido
o el perdón, no aparecerán como situa- como objeto que cada uno de nosotros
ciones aisladas, desvinculadas entre sí, pudiera alcanzar la plenitud de la vida.
sino que estarán enmarcadas en el con- Todo el universo y cada intervención de
texto amplio de una historia marcada por Dios en la historia ha tenido ese objeto:
la Alianza que Dios hizo con su pueblo. que seamos santos.
¡En qué gran escenario nos pone esta
anáfora! Ya lo podemos vislumbrar. Pero ¿Y cómo entiende la santidad esta plega-
no nos adelantemos, iremos paso a pa- ria eucarística? De un modo muy bello,
so2. que ha brotado de la lectura de la Biblia.
La santidad –lo dice en el Prefacio- es:
La santidad de Dios y la vocación del «una vida más plena». Quizá esa expre-
hombre sión no nos dice mucho todavía, pero si
vamos a la versión original encontrare-
El gran encuadre de esta plegaria es la mos que dice: «una vida más abundan-
santidad de Dios y la vocación a la santi- te»3, lo que inmediatamente nos hace
dad de los cristianos. En efecto, una vez recordar al cuarto evangelio, cuando Je-
que se ha cantado con los coros celestia- sús dice: «He venido a traer vida y vida
les el trisagio (Santo, Santo, Santo es el en abundancia» (Jn 10,10)4. La santidad
Señor, Dios del universo…) la plegaria
3
«Qui ad abundantiorem vitam habandam nos
incitare non desinis». Cf. Missale romanum (Roma
2
Sugiero al lector tener en sus manos el Misal 2002).
4
Romano, leer una primera vez la plegaria de prin- Comenta V. Raffa: «La verdadera santidad, en
cipio a fin, y luego, si lo desea, ir cotejando los sentido bíblico es un especial acrecentamiento de
comentarios de este artículo con el texto mismo la vitalidad humana por la adquisición de la vida
de la anáfora. divina participada al hombre. Dios no se cansa de 2

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es una plenitud de vida; una vida buena, «invita a los pecadores a confiar solo en
verdadera y bella; una vida ofrecida al su indulgencia». Pero si «¡hemos que-
hombre para que no desfallezca ni mue- brantado su alianza!», se alcanza a oír
ra. como una objeción subterránea. ¿Nos
seguirá perdonando? La plegaria res-
Misericordia, amor de alianza ponde: siempre, por medio de Jesucristo,
porque con él tenemos un «vínculo de
En ese contexto tan positivo, la mirada amor». Jesucristo selló esta alianza que
es sin embargo, realista, pues no se sos- nadie podrá romper.
laya el drama del pecado. La plegaria
dice: «Muchas veces hemos quebranta- En este punto nos damos cuenta la im-
do tu alianza» (Prefacio), y dice que in- pronta profundamente bíblica de esta
cluso llegó un momento en que «está- plegaria y con ello, llegamos a perfilar
bamos perdidos y éramos incapaces de con mayor claridad lo que significa la
acercarnos a ti» (Post epíclesis). misericordia. En efecto, hay varias mane-
ras de entenderla. Incluso con el riesgo
Es una dramática situación. Pero así y de verla solo como una emoción, un me-
todo, el orante confía en el amor de Dios. ro conmoverse ante el que sufre. Es ver-
¿Cómo llega a esa certeza? Orando al dad que la misma raíz de la palabra mi-
modo litúrgico, es decir, haciendo memo- sericordia alude a ello, ya que se refiere
ria. Sería raro encontrar –también hay a la actitud de quien «vuelca su corazón
excepciones– alguna oración de nuestro hacia la miseria humana». En ese senti-
querido Misal Romano que a bocajarro do, ciertamente podemos decir que Dios
comenzara por pedirle algo al Señor. tiene misericordia, porque se conmueve,
Casi siempre la oración cristiana –en tiene corazón ante la miseria humana y
esto es hija fiel de la religión hebrea– sale al encuentro de nuestra debilidad.
comenzará por hacer memoria de las Pero Dios, a la luz de lo que vemos en
obras de Dios en la historia. Siempre esta plegaria, no solo se conmueve. Hay
canta las Magnalia Dei, las maravillas algo más, pues se conmueve en el con-
divinas. Y eso es muy sano para la ora- texto de la alianza que ha hecho con
ción, ya que así fortalece nuestra fe: si el nosotros. Su amor es entonces un amor
Señor ha hecho antes grandes cosas, de alianza, es decir, un amor fiel y lleno
¿por qué va a dejar de hacerlas hoy? de ternura que vive su lealtad en el
Pues bien, esa certeza despierta una vínculo esponsal que quiso crear con
oración confiada, llena de gozo, que co- nosotros en Cristo.
rresponde a una verdadera acción de
gracias. Situar la misericordia en el plano de la
Alianza es mucho más meritorio por par-
Haciendo memoria orante, contando la te de Dios y mucho más bello para noso-
historia, el texto litúrgico pone al desnudo tros, porque supone que el amor de Dios
una bendita nota obstinada en la partitura es muy grande, y además, que Dios no
de la historia de la salvación. En palabras mira «desde arriba» al ser humano, sino
de nuestra plegaria, oiremos decirle al que lo eleva y lo lleva hasta su propia
Señor que «ofrece siempre tu perdón», e altura. Ha elegido a la humanidad como
esposa, y su amor de misericordia será
estimular al hombre a adquirirla y hacerla crecer la expresión de la fidelidad a esa alianza
en grado y valor». Cf. V. RAFFA, Liturgia eucarística esponsal.
(Roma 2011) 766. Y lo ha hecho desde el princi-
pio. Como el ser humano ha sido creado a imagen
de la santidad, su vocación es la santidad. Así lo
enseña el Levítico: «Sean santos como yo soy
santo». Cf. Gn 1,26-27; Lv 11,44). 3

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Conversión y reconciliación «Del mismo modo, acabada la
cena,
Otro punto importante que nos revela el sabiendo [Jesús] que iba a recon-
examen de esta plegaria eucarística es ciliar todas las cosas en sí mismo,
que la misericordia divina no es un ele- por su sangre derramada en la
mento aislado. Dios no actúa solo, no cruz,
juega al solitario. La misericordia de Dios tomó el cáliz...»
espera una respuesta de parte nuestra.
Esa respuesta es la conversión. ¿Qué significa ese «todas las cosas»?
Que Dios ha unido al hombre con Él, al
¿En qué consiste la conversión, según hombre consigo mismo, al hombre con la
esta plegaria? Por de pronto, no es ni familia humana, y también con toda la
mucho menos un fatigoso movimiento de creación. Sin duda que esta Reconcilia-
autolimpieza espiritual, como a veces se ción abraza el universo entero. La cruz
puede creer. Muy distinto a eso, la con- será para siempre el signo de esa Re-
versión se nos presenta como un modo conciliación. Como dice nuestra Plegaria:
de caminar hacia Dios, y encontrar en él «el signo indeleble de la alianza».
su amor misericordioso. San Juan Pablo
II lo dijo de un modo bellísimo: «La con- Un modo especial para tratar con Dios
versión a Dios consiste siempre
en descubrir su misericordia»5. Así, po- La Plegaria además, agrega un elemento
demos señalar que esa santidad desde profundamente alentador. Antes de con-
la cual fuimos creados y hacia la cual sagrar, el ministro invocará al Padre, y le
vamos caminando, es una santidad de pedirá una mirada («que mires») y un
quienes vuelven permanentemente a la desbordamiento de gracia («que derra-
casa del Padre. mes») sobre los dones. Es la epíclesis de
consagración. El Padre Dios enviará la
Una vez que la misericordia de Dios ha gracia de su Espíritu para la transforma-
despertado el movimiento de retorno al ción de los dones. En ese momento so-
Padre, es decir, la conversión, alcanza- lemne, le recordamos al Señor que so-
mos la reconciliación con Dios, con los mos sus hijos. ¿Por qué? Pues para des-
demás y con nosotros mismos. Y llega- tacar que más allá de nuestras faltas,
mos a ella por medio de la celebración. más allá de la incapacidad para acercar-
La celebración actualiza y conjuga en nos a Dios, más fuerte que todo el mal
tiempo presente ese desborde de miseri- que pudiésemos haber cometido, somos
cordia. El papa León Magno decía: «To- siempre «sus» hijos. El ser hijos es una
do lo que el Hijo de Dios obró y enseñó categoría que no se pierde nunca. Es un
para la reconciliación del mundo, no lo modo de reforzar la confianza en Dios y
conocemos solamente por la historia de conjurar cualquier duda sobre el poder
sus acciones pasadas, sino que lo senti- perdonador del Señor.
mos también en la eficacia de lo que él
realiza en el presente» (León Llamar a Dios como Padre es una de las
Magno, Tractatus 63. De passione Domi- características de esta plegaria eucarísti-
ni 12). Ese hacer presente se realiza por ca. Recordemos que todas las Plegarias
la celebración. eucarísticas de nuestro Misal Romano se
dirigen a Dios Padre, pero rara vez –es
Antes de consagrar el cáliz, la anáfora una nota característica que nos viene de
dice: la Antigüedad– se alude inmediatamente

5
JUAN PABLO II, Dives in misericordia, 13. 4

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a Él de esa manera6. ¿Por qué? De esa tencia se manifiesta máximamente en el
manera la liturgia nos pone al resguardo perdón, como lo dice una preciosa ora-
de banalizar el nombre de Dios y nuestra ción colecta de nuestro misal: «Dios
filiación, la cual es un don inestimable, y nuestro, que manifiestas tu poder sobre
no es en ningún modo un derecho pro- todo en la misericordia y el perdón»7.
pio. La Plegaria eucarística será así co-
mo una cumbre a la que habrá que ir Por si esto fuera poco, aparecen otros
subiendo poco a poco, conscientes de atributos de Dios que no debemos pasar
que nos acercamos místicamente a la por alto. La plegaria, cada vez que alude
presencia de Dios, a la «zarza ardiente» a Dios nuestro padre, añade unas pince-
ante la cual Moisés quedó lleno de estu- ladas llenas de colorido. Así, hablará de
por. Paulatinamente vamos preparando un Dios que: «no deja de alentarnos a
el ánimo para que solo al final podamos tener una vida más plena», que «ofrece
«atrevernos» a llamarlo Padre, como siempre el perdón», que «invita a los
dice la admonición inspirada en san Ci- pecadores a confiar sólo en su indulgen-
priano que antecede al Padrenuestro, y cia»; que «nunca se ha apartado» de la
que conserva nuestro Misal. humanidad, que «se ha unido estrecha-
mente a nosotros por Jesucristo»; que
Pero aquí, desde su mismo principio, en «ofrece un tiempo especial de gracia y
el Prefacio, se dirige a Dios como «Pa- reconciliación», que «alienta a esperar
dre». Y lo hace porque se quiere subra- en Cristo a los que se convierten», que
yar aquí la paternidad divina. Quiere que «nos amó hasta el extremo», que «su
quienes se han reunido a celebrar la mi- Hijo se entregó a la muerte» por esta
sa orando con esta Plegaria, desde el causa, y que sabía que «de ese modo
primer momento experimenten con cer- iba a reconciliar todas las cosas en sí
teza el amor «paternal» de Dios, dejando mismo».
de lado todo temor. Por la misma razón
hablará más delante de la humanidad ¡Esto es cantar su misericordia! Estamos
como una familia: «tan estrechamente te haciendo lo que la otra plegaria de la
has unido a la familia humana», dice. Es Reconciliación dice que hizo Jesús la
evidente que el autor de esta plegaria noche de la última cena: «tomó en sus
quiso que quienes participaran de ella manos el cáliz de la bendición y, procla-
pudiesen sentirse en plena confianza, mando su misericordia, se lo dio a sus
experimentando la calidez y la ternura discípulos». Justamente, con esta plega-
del amor de Dios. ria estamos haciendo eso: «proclamando
su misericordia».
Además de llamarlo así, se refiere a Dios
como «rico en misericordia», «Dios fiel y Conclusiones
misericordioso», «Padre clementísimo»,
un adjetivo que lastimosamente nuestro Para terminar con este comentario, unas
traductor, por razones que ignoramos, no palabras del papa Francisco: «Hay mo-
vertió al castellano. Como que la ternura mentos en los que de un modo mucho
es también un nombre de Dios, es «po- más intenso estamos llamados a tener la
tente e imperecedera». Dios es todopo- mirada fija en la misericordia para poder
deroso y eterno en su amor. Su omnipo- ser también nosotros mismos signo efi-
caz del obrar del Padre»8. Es lo que he-
6
Es verdad que éste no es un criterio absoluto, mos hecho: dirigir nuestra mirada a la
pues tiene excepciones. Y también es verdad que
las nuevas traducciones a veces no han respetado
7
este principio, incluso sin un motivo claro, lo cual Cf. MISAL ROMANO, Oración colecta XXVI Domin-
es una lástima porque dificulta reconocer la es- go durante el año.
8
pecificidad de cada una de las plegarias. FRANCISCO, Misericordiae vultus, 3. 5

CONALI Informa
celebración litúrgica, un lugar privilegiado
donde la misericordia se hace vivamente
actual. Para que ello sea una realidad
aún más evidente, animemos a los pres-
bíteros de nuestras comunidades para
que empleen esta plegaria, la que des-
pués de la lectura de estas líneas, espe-
ramos que pueda distinguirse en sus
contornos principales y así pueda vis-
lumbrase un poco mejor el Misterio hacia
el que nos lleva.

Y desde el Misterio celebrado, hacia la


vida. Porque la experiencia de vivir re-
conciliados nos lleva a manifestar esa
misericordia a quienes nos rodean. Así,
esa vida transfigurada por el perdón del
Señor se convertirá en testimonio, «signo
eficaz», como dice el papa, de ese modo
tan único que tiene el Padre de tratar a
sus hijos.

Pbro. Javier I. Barros


Marzo de 2016

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