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DADAÍSMO
La quiebra total de valores provocada en agosto de 1914, dio al dadaísmo un pretexto válido para su
aparición. En el plano estético (asimilación impropia, si respetásemos sus designios, puesto que
Dadá quiso ser esencialmente un anti-arte, una anti-literatura) aparece, después del futurismo, como
el movimiento más rico en manifiestos y actos, desbordante de peripecias y desafíos a la lógica.
Lo que nos imantaba a algunos en Dadá era la sobre máscara de “humour” y “pathos” con que se
exhibía. Que acentuase más el primer rasgo – mientras que lo patético sólo alcanzaría plena
expresión pocos años después con el superrealismo – prodigando la burla, la irreverencia sin
medida, hizo que algunos tomasen únicamente el dadaísmo como una enorme falacia lúdica.
El nombre, en este caso, aun siendo soberanamente caprichoso, resulta fundamental, revelador.
Cuatro letras: D A D Á, dadá no significa nada, escribía Tzara, en versalistas, precediendo esta
categoría definición-negación, de una manecilla.
Así descorría el telón en el primero de sus sept manifest Dada, leído en la inicial manifestación del
grupo, Zurich, 14 de julio de 1916. “Los negros Kru llaman DADA a la cola de una vaca santa. El
cubo y la madre en cierta región de Italia: DADA. Un caballito de madera, la nodriza, la doble
afirmación en ruso y en rumano: DADA.”
“No se construye la sensibilidad sobre la palabra; toda construcción conduce a la perfección que
aburre, idea estacada en una chacra dorada, relativo producto humano”, etc. Pero, sin embargo, no
es muy azaroso intuir que Tzara, rumano, aunque trilingüe desde la infancia, se dejó llevar por su
inconsciente idiomático.
Otra explicación sobre la génesis del hombre que después proporcionó, por lo mismo que más
lógica, resulta menos verosímil: “Encontré el nombre por casualidad, insertando una plegadera en
un tomo cerrado del Petit Larousse, y leyendo luego, al abrirse, la primera línea que me saltó a la
vista: DADA.”
¿Cuáles eran estos? La guerra europea, Zurich, 1916. Porque aquella guerra no apareció con los
factores de la fatalidad que tuvo la de 1939-1944; no fue precedida por los ataques a la dignidad
humana que, mas allá de turbiedades, contradicciones y egotismos nacionales, dieron a la ultima
lucha cierto fermento ideológico.
Protestar contra las convenciones literarias, ideológicas era una manera -quizá la única viable, aun
en un país neutral- de protestar contra cierta “literatura”que por primera vez glorificaba las
matanzas en masa.
Si tantos supuestos habían fracasado, si la ciencia se convertía en balística, si la moral se
bastardeaba casuísticamente, ¿Por qué habíase de seguir creyendo en el arte, en la literatura,
máxime cuando esta se avenía a convertirse en propaganda o anestésico? Un escepticismo
implacable, una burla total, una negación sistemática debía ser el resultado de tal estado de espíritu
según lo manifestaron los dadaístas.
Vivía en Zurich un joven rumano, Tzara, que había dejado sus estudios de filosofía en Bucarest para
entregarse a la literatura. Un pintor alsaciano Hans Arp, autor de extraños relieves en madera; otro
rumano, Marcel Janco, pintor; un médico, Val Serner; dos escritores alemanes, Huelsenbeck y Hugo
Ball. Este último, con su mujer, la actriz Emmy Hennings, tuvo la ocurrencia de fundar un café
literario-musical. Así nació el Cabaret Voltaire, inaugurado en febrero de 1916. Hubo música y
recitaciones de “una confusa tendencia expresionista-futurista- pacifista”. Sesiones de música negra,
los primeros “jazz-band”, recitación de poemas simultáneos – esto es, dichos por varias voces.
La revista Cabaret Voltaire, órgano de naciente movimiento y donde se publica el primer manifiesto
del grupo, revelan que el carácter propio del dadaísmo aún no se había manifestado. Lo que da
relieve a aquellas paginas, más que los textos de los dadaístas, son las colaboraciones de pintores y
escritores de muy otras procedencias: Apollinaire, Marinetti, Cendrars, Picasso, Modigliani,
Kandinsky...
Dadá se presentaba entonces como un movimiento internacionalista, un vértice de confluencias
vanguardistas.
A semejanza de los primeros futuristas de 1910, y en vez de limitarse a lanzar sus escritos, los dadás
se “lanzan” ellos mismos con sus obras, convirtiéndose en espectáculo, manejando los resortes más
espectaculares, batiendo cajas y timbales.
El dadaísmo sólo comenzaría a tener perfil propio con la publicación del primer número de su
revista, publicado en julio de 1917, y merced a las veladas, en el Cabaret Voltaire, de un carácter ya
francamente provocativo.
PROTODADAÍSMO
Algo semejante se urdía en Nueva York por las mismas fechas, merced de la coincidencia en esa
ciudad de los pintores europeos, Marcel Duchamp y Francis Picabia, más un norteamericano, Man
Ray.
El mismo Duchamp, con intenciones – relativamente – más claras comienza a exhibir en las
exposiciones una serie de objetos “ready- made”, productos de bazar, con alguna pequeña
modificación o bajo un título insólito, que les hace incongruentes; entre ellos, un porta-botellas y un
urinario de porcelana, puesto del revés y titulado Fuente... “Mediante este símbolo Duchamp
entendía significar su disgusto por el arte y su admiración por los objetos fabricados.
Duchamp publicó en Nueva York dos revistas protodadaístas de vida efímera: The Blind- Man y
Wrong- Wrong.
Man Ray, conocido posteriormente como fotógrafo experimental, uno de los renovadores de esta
técnica, comenzó siendo pintor. Inaugura la fotografía que llamaríamos animista, compone
“rayogramas”, fotografías directas de objeto sobre la placa fotográfica. Junto con Duchamp se
aplica a sacar un nuevo partido de los elementos mecánicos, tan típicos de la industria
norteamericana, deformándolos, insuflándolos de un carácter extraño, fantástico.
Francis Picabia, sus dibujos de mecanismos incongruentes, hechos con un anárquico sentido del
humor, bajo el titulo de Novia publicaba un dibujo representando unos engranajes. Pero sus “obras
maestras” son: una fotografía de la Gioconda adornada con bigotes y un manchón de tinta sobre un
papel blanco que titula La Virgen Santa. Picabia llega en ese mismo año a Zurich y contribuye
positivamente a la subversión dadaísta.
Otro personaje estrafalario que exaltan como antecesor dadás y superrealistas es Arthur Cravan.
Publicó una revista de 1913 a 1915, en París. De talla atlética se dio al boxeo, afrontando a un púgil
negro en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona, 1916. Pero como en previsión de la derrota
había llegado borracho al ring fue dejado fuera de combate en la primera vuelta. Una hazaña
parecida repitió en Nueva York, donde habiendo anunciado una conferencia sobre humor, subió a la
tribuna borracho, intentando desnudarse, mientras la sala se vaciaba y entraba la policía.
EN ZURICH: 1916-1918
En 1918 aparece un manifiesto de Tzara, del cual ya antes cité algunos trozos. Otro manifiesto del
mismo de 1919 contiene una “proclama sin pretensiones”, pero no sin algunos rasgos nuevos,
concernientes de modo más particular al arte y que por eso conviene recoger aquí: “El arte se
adormece para el nacimiento del mundo nuevo. El arte necesita una operación. Nosotros no
buscamos nada, afirmamos la vitalidad de cada instante, la antifilosofía de las acrobacias
espontáneas”.
Fueron pronunciadas ante el público curioso, huracanado, durante la serie de sesiones celebradas en
Zurich desde comienzos de 1916 hasta fines de 1919, en diversas salas, puesto que el Cabaret
Voltaire funcionó sólo seis meses; que habitualmente las veladas resultaron tempestuosas.
Durante los últimos tiempos del dadaísmo suizo comienzan a colaborar en las publicaciones los
jóvenes escritores que poco antes habían fundado Litterature: André Breton, Louis Aragon, Philippe
Soupault, así como algunas otras firmas procedentes de 391, la publicación irregular de Picabia. La
llegada de Tzara a París requerido por sus amigos de Litterature, pone término al período suizo de
Dadá e inicia la era de los festivales parisienses que dieron su máxima y más ruidosa expresión a
dicho movimiento.
DADÁ EN ALEMANIA
A los nombres de los que habían intervenido en las manifestaciones de Zurich se unen otros
procedentes del expresionismo y de las filas socio revolucionarias. En Berlín, en 1918, se publican
dos revistas de Huelsenbeck; Club Dada y Der Dada.
En 1920 los dadaístas de Berlín organizan una cuantiosa exposición.
Al firmar que “el arte ha muerto” y exaltar el maquinismo, traía más que nada ciertas
reminiscencias futuristas.
DADÁ EN PARÍS
Cuando Tzara llega a París Litterature era una revista juvenil nacida bajo el influjo tangencial de
Paul Valery, quien le había dado el título: Litterature por antífrasis, recordando el famoso verso
despectivo de Verlaine.
Luego Anti- Litterature era lo que debía leerse. Y cabalmente fue ése el flanco por donde en sus
páginas penetró el espíritu del dadaísmo y su más acreditado representante, Tristán Tzara.
Litterature organizó una primera velada en el Salón de Independientes, el 5 de febrero de 1920.
No rebasó al principio el carácter común a tales manifestaciones y en ella participaron poetas muy
combatidos después por el grupo Dadá, como Cocteau. Sin embargo, ya había un indicio de
mixtificación voluntaria que hizo acudir en forma inusitada al público: el anuncio de que Charlie
Chaplin asistiría “en persona” a una sesión dadaísta.
Vieron claramente el lado destructor de Dadá; y el efecto de indignación en el público (que había
ido para reclamar una “pitanza artística”, no importa cuál siempre que se tratase de arte), les indicó
su camino...
El estado normal del hombre es Dadá. Y luego, contradiciéndose y llegando a la reciprocidad del
absurdo: “los verdaderos dadaístas están contra DADA”. Hay petardos de Picabia: “Todas las
gentes de gusto están podridas”.
Hasta poco antes, ninguna separación estricta había entre el dadaísmo y otros grupos de vanguardia.
Pero a medida que aquél fue acentuando su lado destructivo y burlón, se alzó una frontera. La
incompatibilidad se hizo más visible en la pintura y estalló durante una borrascosa reunión
convocada por los artistas de la “Section d'or”.
En síntesis, los cubistas creían en el arte; los dadás se burlaban del arte. Las tres “obras
maestras”del dadaísmo son sarcasmos. Ya hemos citado dos de ellas: una firmada por Duchamp,
reproducción de la Gioconda, adornada con unos soberbios bigotes; otra de Picabia, que apareció en
su revista 391: un manchón de tinta, con este título: La Santísima Virgen; la tercera, también del
último, consistía en una reproducción de un mono de terciopelo, con los rótulos Retrato de Cézanne,
Retrato de Renoir, Retrato de Rembrandt.
APOGEO
De marzo a junio de 1920 transcurre la temporada de máxima agitación dadaísta. Las veladas, que
en ocasiones adoptaron el título de festivales, comprenden la representación de obras teatrales o
musicales, interpretadas por los propios dadaístas.
Una lluvia de revista caracteriza su época más expansiva. Cada escritor del grupo llega a poseer su
órgano de expresión personal.
DECLINACIÓN
1921 marca en los fastos dadaístas el fin del apogeo y el comienzo de la decadencia.
Las manifestaciones colectivas, primaveral mente, en la Galería Montaigne, dispuestas con el
mismo carácter de las primitivas, ya no gozaron del mismo favor por parte del público, una vez
aplacado el primer hervor de curiosidad.
Reinaba una gran confusión, pero nadie lo advertía por estar todas las miradas pendientes de
nuestros gestos y ademanes, durante la era de las manifestaciones. Se vio, sin embargo, cómo iban
surgiendo las diferencias y Picabia, especialmente, fue quedando al margen. Este se dio cuenta de
que no poseía ya valor para mostrarse en público, y como quiera que los periódicos hablaban menos
de él que de los demás dadaístas, intentó entonces reanudar su publicidad personal. Y comenzó por
declarar que el dadaísmo había muerto y que sólo Picabia existía.
HACIA LA DISOLUCIÓN
¿A quien la culpa? Breton – en sus Entretiens – achaca a Tzara algunas maniobras de obstrucción;
este, a una extemporánea acusación “chauvinista” del primero.. en cualquier caso, lo innegable es
que el grupo Dadá quedaba resquebrajado y que aquel episodio, junto con el escándalo dado por
Eluard y Breton durante la representación de una farsa de Tzara, acabaron con el dadaísmo en
cuanto grupo o movimiento.
Era difícil que se mantuvieran mucho tiempo juntos quienes solo se habían reunido a negar. De ahí
que – con ayuda de las vanidades mutuas – el espíritu colectivo aflojase, tomando la delantera los
ímpetus individuales y disociadores.
Mario de Micheli. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Capítulo 5 “La negación dadaísta”
Declaro que Tristán Tzara encontró la palabra Dadá el 8 de febrero de 1916. estoy convencido de
que esta palabra no tiene ninguna importancia que solo los imbéciles o los profesores españoles
pueden interesarse por los datos. Lo que a nosotros nos interesaba es el espíritu dadaísta, y todos
nosotros éramos dadaístas antes de la existencia de Dadá.
Tzara advierte a continuación claramente que la palabra Dadá es sólo un símbolo de rebelión y de
negación.
Tzara y Janco, Arp, Hugo Ball, Helsenbeck, fueron los que dieron vida al Cabaret Voltaire, donde
nació, en 1916, el dadaísmo. El Cabaret Voltaire estaba en el número 1 de la Spielgasse. Ese mismo
año y en el número 12 de la misma calle, vivía Lenin con su mujer Krupskaia.
Tzara incluso había jugado a la ajedrez con Lenin en el café Terasse. El hecho es que aquella época
la política, en el sentido específico del término, no interesaba demasiado al grupito de intelectuales
que habían creado el movimiento más subversivo de la historia del arte y de las letras.
Sin embargo, y a pesar de este saludo, no se puede decir que el movimiento dadaísta de Zurich se
comprometiese directamente en el campo de la acción revolucionaria, cosa que en cambio hicieron
los dadaístas de Alemania, donde el movimiento nacido en Suiza se extendió rápidamente. Allí los
seguidores de Dadá se unieron a la Liga Espartaquista, y bastantes de ellos, en Berlín y en Colonia,
tomaron parte en las luchas callejeras.
El dadaísmo de Zurich se mantuvo en el ámbito de una violenta negación intelectual, llegando, sin
embargo, a una definición más clara de su propia actitud. Como el expresionismo alemán, el fondo
de tal actitud era la protesta contra los falsos mitos de la razón positivista. Sin embargo, en el
dadaísmo la protesta se llevaba furiosamente a sus últimas consecuencias, o sea, a la negación
absoluta de la razón: “El agua del diablo llueve sobre mi razón”, diría Tzara. En otras palabras, el
irracionalismo psicológico y metafísico del que brota el expresionismo, en el dadaísmo se convierte
en el eje metódico de un nihilismo sin parangón. El expresionismo todavía creía en el arte; el
dadaísmo rechaza hasta esta noción.
Dadá es antiartístico, antiliterario y antipoético. Su voluntad de destrucción tiene un blanco preciso
que es, en parte, el mismo blanco del expresionismo; pero sus medios son bastante más radicales.
Dadá está en contra de la belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes de la
lógica, contra la inmovilidad del pensamiento, contra la pureza de los conceptos abstractos y contra
lo universal en general. Propugna, en cambio, la desenfrenada libertad del individuo, la
espontaneidad, lo inmediato, actual y aleatorio, la crónica contra la intemporalidad, la
contradicción, el no donde los demás dicen si y el sí donde los demás dicen no; defiende la anarquía
contra el orden y la imperfección contra la perfección. Por tanto en su rigor negativo también está
contra el modernismo, es decir, el expresionismo, el cubismo, el futurismo y el abstraccionismo,
acusándolos, en última instancia, de ser sucedáneos de cuanto ha sido destruido o está a punto de
serlo, y de ser nuevos puntos de cristalización del espíritu, el cual nunca debe ser aprisionado en la
camisa de fuerza de una regla, aunque sea nueva y distinta, sino que siempre debe estar libre,
disponible y suelto en el continuo movimiento de sí mismo, en la continua invención de su propia
existencia.
El dadaísmo es, pues, no tanto una tendencia artístico- literaria, cuanto una particular disposición
del espíritu; es el cato extremo del antidogmatismo, que interesa a Dadá es más el gesto que la obra;
tal gesto sea siempre una provocación, el escándalo es el instrumento preferido por los dadaístas
para expresarse.
LOS MANIFIESTOS
Tzara escribe todos los manifiestos. En 1918 y 1920. el estilo, el lenguaje y el léxico de estas
páginas son de una excelente novedad, explosivos, nerviosos, insolentes y sorprendentes.
Basta de academias cubistas y futuristas, laboratorios de ideas formales.
Yo estoy contra los sistemas: el único sistema todavía aceptable es el de no tener sistemas. La lógica
siempre es falsa.
La abolición de toda jerarquía y de toda ecuación social de valores establecidos entre los siervos
que se hallan entre nosotros los siervos es Dadá.
Mientras que el cubismo y el futurismo tienen una base positivista el dadaísmo, como el
expresionismo, se apoya en la base contraria. Por tanto, aunque emplee los medios de esas
tendencias figurativas, es bastante distinto el proceso de su creación artística, en el caso de que se
trate de “creación”. Efectivamente, lo que caracteriza la creación de la obra Dadá no es una razón
ordenadora, una búsqueda de coherencia estilística ni un modo formal.
Así, ellos no crean obras, sino que fabrican objetos. Estos objetos dadaístas va unido esencialmente
un gusto polémico, una arbitrariedad irreverente y un carácter del todo provisional, bastante
alejados de la idea de construir un ejemplo estético, como, en cambio, era el caso de los cubistas,
los futuristas y los abstractos. Esto es, pues, lo que hay que descubrir en los objetos dadaístas, más
allá de sus eventuales semejantes con los productos de las otras tendencias.
Apuntes de la cuadernola
DADAÍSMO
En 1913, llamado a gran exposición internacional a artistas de vanguardia Amory Show. Exponen
Duchamp y Picabia. Ambos ya conocían las propuestas cubistas y futuristas, viajan a New York con
sus obras. En estas exposiciones se presentan cuadros de la protovanguardia norteamericana y la
vanguardia europea.
L. H. O. O. Q de Duchamp.
En el final “Ya os habéis... la gente vulgar”. Se alude a los burgueses que no aceptan el arte como
una obra única, irrepetible y sagrada.