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Espíritu Santo
Y
Las lenguas
INTRODUCCIÓN .........................................................3
¿QUIÉN NO TIENE EL
ESPÍRITU DE CRISTO? ................................................5
LA AUTO-SATISFACCIÓN DE HABLAR
EN LENGUAS .............................................................8
ÚLTIMOS RAZONAMIENTOS
CONCLUSIVOS .........................................................21
"Si yo hablase Lenguas
humanas y
angélicas, y no tengo
caridad,
vengo a ser como metal
que resuena,
o címbalo que retiñe.
si
tuviese profecía, y
entendiese
todos los misterios y
toda ciencia;
y si tuviese toda la fe,
de tal manera que
traspasase
los montes, y no
tengo caridad,
nada soy.
Ysi repartiese toda mi
hacienda
para dar de comer a
los pobres,
y si entregase mi
cuerpo
para ser quemado, y
no tengo
caridad, de nada me
sirve".
(1 Corintios 13:1-3)
INTRODUCCIÓN
EL AUTOR
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EL ESPÍRITU SANTO Y LAS LENGUAS
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"Nacer de agua" es, por cierto, una expresión
más concreta, y está ligada indiscutiblemente con de -
claraciones que en forma muy específica señalan la
importancia que el bautismo tiene en el proceso de la
salvación. Pues el bautismo en agua es el sacramento
indispensable por el cual opera "el lavacro del agua por
la palabra" (Ef. 5:26). "Lavacro" que el mismo Señor
ordenó para el lavamiento de los pecados, de acuerdo al
mandamiento dado en Marcos 16:16, y del cumpli-
miento en Hechos 2:38. Esto lo confirma San Pedro al
hablar de la salvación por agua en los días de Noé,
cuando éste y su familia fueron salvos por agua, "a la
figura de la cual el bautismo que ahora corresponde NOS
salva" (1 Pedro 3:21).
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da clase. O sencillamente se le cataloga en el mismo
lugar de los inconversos, diciéndole que mientras no
"hable en lenguas" no tiene parte ni suerte con los redi -
midos. Esta radical manera de pensar es tomada hoy
livianamente por muchos creyentes, y también ministros,
no tomando en cuenta algo tan maravilloso y de suprema
importancia como lo es la transformación interior hecha
ya por el Espíritu en aquel nuevo creyente. Esta
operación es, por cierto, nada más y nada menos que el
hecho milagroso de haber "nacido de Dios" (1 Juan 3:9).
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si mismo, y poder así vivir una vida nueva en Cristo el
Señor. Tal cosa solamente puede hacerse por el poder de
la Palabra de Dios, que en sí misma "es Espíritu y es
vida". El mismo Señor Jesús categóricamente confirma
esto cuando nos dice: "Porque sin Mí nada podéis hacer"
(Juan 15:5).
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que creen que nuestro Dios es un Dios limitado a quien
se le pueden morir Sus creyentes y escapársele sus
almas, sin que Él cumpla con la promesa de darles el
don de Su Espíritu Santo. Cualquier cristiano sensato,
puede entender que las absurdas deducciones aquí
descritas no son solamente niñerías, sino aun insultos a
la omnipotencia misma de nuestro Dios.
LA AUTO-SATISFACCIÓN DE HABLAR
EN LENGUAS
8
recibir este don de Dios es un requisito indispensable y
necesario para todo cristiano sincero que sirve en ver-
dad al Señor Jesús. Al igual que todos los dones y ben-
diciones que se reciben de Dios, el don del Espíritu
Santo nadie lo recibe por méritos, sino también por
gracia. Cabe aquí el hacer claro que la explicación que
nos ocupa en relación a la señal de las lenguas, no está
favoreciendo ni justificando en ninguna manera a
quienes despreciaren o negaren la manifestación de las
lenguas genuinas del Espíritu Santo. Pues el mismo que
esto escribe es poseedor de este don de Dios, como
también del don de lenguas.
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prende y reconoce que está perdido, y que necesita al
Salvador. En ese momento en que su vida es transfor -
mada milagrosamente para convertirse de un humano
pecador, a un hombre (o mujer) santo de Dios. En el
momento cuando deja ya de vivir conforme a su natu -
raleza humana depravada, y comienza a vivir y a expe -
rimentar una vida nueva en Cristo habiendo "nacido otra
vez".
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Cualquiera que obra, las obras de Dios, es
porque Jesucristo el Señor, por Su Espíritu Santo, está
motivando esas obras en su vida. Porque "toda buena
dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende
del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación" (Stg. 1:17). Así que quienes dieren
los frutos del Espíritu que señala la Palabra de Dios,
tales como amor, santidad, humildad, sinceridad, paz,
tolerancia, benignidad, fe, mansedumbre, templanza,
etc..., los dan porque son guiados por Dios, o sea por el
Espíritu Santo de Dios.
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el pecador oiga y reciba la Palabra. Para que siendo
hecho participante de la naturaleza divina, sea trans -
formada su vida y tenga así de "nacer de Dios". Para
que arrepentido tenga de aceptar "el lavacro del agua"
que es el bautismo en el Nombre del Señor para la
remisión de los pecados. Para que siendo ahora una
"nueva criatura" pueda vivir una vida santa y agradable
a Dios. Es el mismo Espíritu el que también ahora lo
sella con el don del Espíritu Santo, y le da a su vez la
evidencia de las nuevas lenguas. "Dios es Espíritu"
(Juan 4:24). "Dios es Santo" (1 Pedro 1:16). "El Señor es
el Espíritu" (2 Co. 3:17).
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¿CÓMO CAMINA EL "NACIDO
DEL ESPÍRITU"?
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negable de que Dios no reduce Su salvación a una sola
operación del Espíritu; pues ésta consiste realmente en
un proceso en cadena en el que, el mismo Espíritu obra
en diferentes operaciones, según el llamamiento y los
diferentes tiempos en la vida y el lugar que el cristiano
ocupare (1 Co. 12:4-11). Precisamente esas operaciones
incluyen el "nacer del Espíritu", el "nacer de Dios", el
recibir el don del Espíritu Santo, la manifestación de
las nuevas lenguas, y todas las demás.
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segundos sí están hoy sirviéndole al Señor, y los que de
entre ellos no han aún hablado en nuevas lenguas,
están con toda su alma pidiendo hoy al Padre ese
poder. Los primeros, si murieren en la clase de vida
pecaminosa en que están viviendo, y no se arrepin-
tieren a tiempo de sus malos caminos, sin lugar a duda
les espera juicio y condenación. No importa que hayan
hablado en nuevas lenguas una o más veces. Los se-
gundos, al morir en su fidelidad tienen asegurada su
salvación, porque si ellos como humanos falibles han
sidos fieles en el pacto que hicieron con Dios, mucho
más fiel aún es el Señor para cumplir Su promesa y
darles el don de Su Espíritu Santo antes de recoger sus
vidas.
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lluvia tardía" profetizada por Jl. (2:23), derramando otra
vez de Su "Espíritu sobre toda carne" como lo hizo en "la
lluvia temprana". Muchos de nosotros hemos alcanzado
el privilegio de recibir en estos tiempos el precioso don
del Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en nuevas
lenguas. Pues ciertamente que Dios sigue ofreciendo
esta dádiva sublime a todos los que la pidan de Él,
mayormente a aquellos Sus hijos quienes habiendo ya
"nacido del Espíritu", viven sirviéndole hoy "en espíritu y
en verdad".
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Creí, pedí, y recibí de Dios el don de Su Espíritu Santo,
juntamente con el don de lenguas. Desde mis princi-
pios entendí que debía de vivir una vida apartada del
mal, y así he vivido hasta hoy. Por el mismo Espíritu fui
llamado para el ministerio, y por el mismo Espíritu
tengo hoy los dones y facultades espirituales que a mi
Dios le ha placido darme. Todo esto lo he recibido de
Dios por el mismo Espíritu, por Su gracia y Su miseri -
cordia. Cada cosa y cada operación en su debido tiem -
po, y en su debido lugar.
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ni de voluntad de varón, mas de Dios" (Juan 1:12-13).
Es también exactamente a lo que se refiere San Pedro
cuando dice que hemos sido "hechos participantes de la
naturaleza Divina" (2 Pe. 1:4). Éstas, y las demás en las
Escrituras que se hace alusión a lo mismo, des- criben
precisamente esa operación por medio de la cual el Señor
no solamente llama al pecador, sino que opera en éste en
una forma sobrenatural y aun misteriosa, sometiéndolo
a una maravillosa metamorfosis divina para convertirlo
en un hijo de Dios. Quien entienda lo explicado nunca
va a estar de acuerdo en reducir estas profundas y
maravillosas operaciones del Espíritu, solamente al
hecho de "hablar en otras lenguas".
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que ahora hay en él, es fruto de la operación que sólo el
Espíritu de Dios pudo hacer. Ahora es una "nueva
criatura" porque ha "nacido de Dios". Ahora también pide
y en el tiempo de Dios, recibe el don del Espíritu Santo
con la. evidencia de las nuevas lenguas. Hay cier tamente
muchos quienes habiendo sido bautizados no han
cambiado su vida, y nunca han recibido el Espíritu
Santo. Pero también están los muchos que han habla-do
en nuevas lenguas, mas nunca se han arrepentido de
sus malos caminos. Estos y los otros obran así por la
sencilla razón de que no han "nacido otra vez".
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dencia audible de haber recibido el don del Espíritu
Santo fue la de hablar en otras lenguas como el
Espíritu les daba que hablasen (Léase Hechos 2:4, 8:17,
10:46, 19:6). Esta señal es efectiva hasta el día de hoy.
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del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en nuevas
lenguas. ¿Estamos nosotros autorizados para hacer
juicio sobre ésto? ¿Sabremos nosotros más que Dios
para decirle a Él que porqué ha hecho así con ellos?
Pues repetimos nuestro tema inicial que una cosa es
que el cristiano fiel no haya recibido aún la mani -
festación sobrenatural del Espíritu Santo con la evi-
dencia de hablar en nuevas lenguas, y otra cosa es "no
tener el Espíritu de Cristo".
21
(1) Los religiosos que hablan lenguas pero que
niegan en forma aun grosera que Jesucristo es Dios, y
rechazan y aun maldicen el bautismo en Su Nombre.
22
riendas espirituales. Con todo y ello no es posible
aceptar, de acuerdo con las condiciones que señala la
Palabra de Dios, el que en verdad hayan "nacido del
Espíritu", "nacido de Dios" o "nacido otra vez" los que
estuvieren contados (sin cambiar) en las situaciones
antes descritas.
23
Sobre el Autor
El pastor Efraim Valverde, Sr., inspirado
por el Espíritu Santo, ha sido también el
autor, a lo largo de medio siglo ya en el min-
isterio, de otros muchos libros y escritos. En
ellos diserta sobre temas y verdades de
prominencia suprema. Y digo "suprema"
porque del conocimiento de tales verdades
depende la vida espiritual de los hijos de