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En 1870, José Balta, presidente del Perú, regaló a Piura una escultura de gusto
neoclásico la “Alegoría de la libertad”.
Esta remplazó a otra de madera que, según cuentan, fue erigida por colombianos
residentes en la ciudad en honor a Policarpia Salvarrieta, “La Pola”. Una de las
máximas representantes de la Revolución Colombiana, reconocida como heroína de
la independencia de Colombia.
Son ya 197 años de libertad ganados. Ahora que ya conoces quien es y que
representa “Alegoría d la libertad” ¿Cuál es tu aporte a mantener está libertad?
1-. Si eres la “Alegoría de la libertad” ¿Por qué te dicen “Pola”?
2-. Ahora todo es más claro y si el presidente Balta optó por ti, ¿Qué
representas para Piura? ¿Por qué una alegoría?
Yo soy un regalo por los 50 años de aniversario de la Independencia del Perú. Soy
materialmente el ideal de libertad puesto en lugar más sociable de la ciudad: la
Plaza de Armas. Soy la alegoría ubicada para recordar a cada piurano y visitante
que ya no hay monarquía ni absolutismo, no hay más esclavitud. Somos libres, lo
logramos, lo gestamos, lo hacemos cada día. Son ya 194 años de libertad
ganados, de democracia, vida independiente y valor del pueblo. El fuerte sentido
patriótico del presidente Balta y su entorno, así como su afán modernizador,
quizás tuvieron que ver con su elección al ponerme aquí.
3-. Hay algo que todos se preguntan. Es más, piensan que eres una coqueta
¿Por qué luces así? O es que ¿el calor de Piura te obliga?
4-. Has vivido 141 años de representatividad para los piuranos y memoria
histórica. Háblame de esa Piura antigua ¿Qué recuerdas?
Tengo mucho por contar de aquella Piura. Mi hogar. La ciudad que he visto
evolucionar, una pujante población que labora debajo del sofocante calor. Un
pueblo que sabe lucharla. He visto de todo y lo que más recuerdo con nostalgia es
aquella rutina popular piurana, las retretas dominicales con bandas de músicos
incluidas, los desfiles, el izamiento de las banderas. Antiguos ciudadanos que
disfrutaron de una tertulia con amigos. Familias que decidían venir a la Plaza y
como ahora dicen “se producían”, bien al saco y corbata los caballeros; las damas
con sus cinturas ceñidas, bien entonadas, bastante prudentes al andar. Gente
religiosa, siempre escuché charlas sobre la misa de la Iglesia Matriz, que ahora es
la Catedral. Recuerdo el cementerio San Teodoro, como se dice solo en Piura,
estaba “en la última rueda del coche”, quedaba en las afueras de la ciudad. Piura
era aún muy pequeña geográficamente. También viene a memoria el Coliseo de
Gallos, estaba casi en el centro. Recuerdo la calle El Cuerno (no te asustes) es lo
que ahora conocemos como calle Tacna. En épocas anteriores las calles tenían
otros nombres, te las podría enumerar: calle Libertad, que era calle Real, El
Playón, actualmente conocida como la calle Arequipa. La famosa Sánchez Cerro
era el jirón Áncash, la Cuzco era El Pedregal, entre otras. Tampoco había
alumbrado eléctrico, el sereno se encargaba de encender los faros de cera. Piura
ya era independiente, pero persistían actividades y tendencias virreinales. No
teníamos los mejores métodos de limpieza, pero sabíamos mantenerla limpia y no
como ahora solo escrito en la pared “Piura te quiero limpia”. Recuerdo además, al
mercado que estaba en lo que ahora es la Plaza Tres Culturas muy cerca al río
para que allí desemboquen los desechos. Seguro pocos recuerdan pero existió la
Gallinacera, llamada así porque los gallinazos se comían los desperdicios del
Camal. Aquella Piura la Vieja, muy bonita y libre.
Es fiestas patrias. Recuerdo con emoción y espero hasta ahora los colegios e
instituciones para que desfilen. Permíteme que suspire, es la época que más
añoro. Todo se pinta de rojo y blanco y más que en otros días la Plaza está muy
limpia. El piso brilla desde siempre por la caída del sol. Esta tradición que perdura
me enorgullece, me emociona en verdad; tantos agradecimientos, entonar los
himnos, la singular voz del maestro de ceremonia. Ver a los niños marchar, los
luchadores de la patria con fascinantes presentaciones y las escoltas. Ver la
bandera piurana flameando me habla de libertad. Recuerdo con agrado el año
1976 cuando se inauguró el monumento de Bolognesi. A Francisco lo admiro, un
tipo que luchó hasta quemar el último cartucho y venció siendo libre. Todo un
héroe.