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En primer lugar damos infinitamente gracias a Dios, por habernos dado la fuerza y valor para
culminar el presente trabajo para nuestros conocimientos. Y también agradecemos la confianza del
apoyo que nos ha brindado por pare de nuestros padres, que sin duda en el trayecto de nuestra vida
siempre corrigiéndonos nuestros errores o faltas.
Este trabajo también es el resultado y dedicación, por esto le agradecemos por sus sabias
enseñanzas a usted Dr. CARLOS BLANCO MENDOZA.Y a esta institución superior por abrir
las puertas a jóvenes, para prepararnos hacia un futuro competitivo y formándonos personas
profesionales de buen conocimiento.
TEMA
La clasificación por edades, la edad matrimonial, la iniciación de los mancebos fueron hechos que
interesaron, a la vez, al Estado y a la familia.
La familia biológica (padre, madre e hijo), que vivía en las casas o celdas llamadas “kukpi” en
algunos lugares del Perú, debe, pues, ser estudiada cuidadosamente. Presentase, a este respecto,
cuestiones relacionadas con el matriarcado y el patriarcado, la endogamia y exogamia, la
monogamia y la poligamia.
MATRIARCADO Y PATRIARCADO.
Los principales caracteres del orden matriarcal son: la residencia en el lugar de la mujer; la compra
o servicio hecho por el hombre para el matrimonio; la línea materna, es decir las costumbre de
adscribir los hijos a la madre y al clan de la madre; el rechazo de todo parentesco del padre con sus
hijos o su menor importancia; el derecho preponderante de propiedad de las mujeres junto a la
propiedad común; la herencia de la madre a los hijos, especialmente a las hijas y a la herencia del
rango de caudillo al hijo de la hermana.
La humanidad vivió primero en comercio sexual irregular, mezclándose en las hordas hombre y
mujeres, según el capricho y la ocasión. Luego la maternidad, evidencia por el parto, en contraste
con la paternidad desconocida e incierta, dio lugar a la familia matriarcal, con predominio de la
madre. Correspondió a esta época la aparición de mitos, la adoración de espíritus y demonios, el
simbolismo ritual y, sobre todo, el culto de la madre tierra. Tras de largas luchas venció la razón
sobre el instinto, se pasó del mito a la historia y del culto de la madre tierra al culto del sol y de la
luz; en suma, del matriarcado al patriarcado.
Desde principio del siglo actual, sin embargo se va desarrollando la ciencia etnológica no solo por
sus métodos de investigación (que ha pretendido adecuarse a la objetividad propia de las ciencias
naturales), sino también por las recopilaciones y la utilización de materiales vastos. Y a la luz de
estos aportes, ha aparecido la teoría según la cual el predominio masculino existió en la cultura
inestable de los cazadores; si bien no perduro en los comienzos de la agricultura sedentaria de los
agricultores. Según esta teoría, la mujer se hizo sedentaria antes que el hombre. Mientras el varón se
ausentaba a menudo para sus expediciones de caza y de guerra, la mujer, menos fuerte y más
obligada a la vida sedentaria por las necesidades del parto y de la lactancia, permanecía en el hogar
volviéndose a medida que la domesticidad ganaba en continuidad e importancia, el elemento estable
de la familia y de toda la organización de la parentela. Al resultar, en esta época inicial de la
agricultura, la mujer el elemento económico principal, el clan prefirió desprenderse del hombre
antes que de la mujer, viniendo la residencia matrilineal, la compra o servicio hecho por el hombre
para el matrimonio y las otras notas del matriarcado.
Prescindiese entrar aquí en mayores detalles sobre estas teorías, cuya dilucidación llevaría a terreno
distante. 1
En la antigua historia peruana y aun en la familia indígena actual, para evidenciar la existencia de
una era de matriarcado cortada por el patriarcalismo inca, hay una serie de pruebas exhibidas por
Max Uhle, Latcham y Bandelier como la palabra “panaka” (hermana) en los ayllus principales de
los Incas; el papel más importante del hermano de la madre que llegaba al poner el nombre a la
criatura y le cortaba por primera vez las uñas y el pelo, interviniendo además en otras ceremonias
familiares aun en nuestros días en algunas localidades; el nombre de padre-madre que se da a la
autoridad del ayllu entre los uros; el mismo matrimonio del inca con su hermana; la propia palabra
“madre” que no solo se usaba con el significado actual, sino que se extendía y a las tías materna o
1
En las páginas 66 a 71 del presente libro se exponer la teoría de Schmidt sobre matriarcado y patriarcado
en América del sur.
madres colectivas, etc. Referencia especial merece la costumbre de que el mayorazgo fuera
otorgado en cierta regiones al primogénito de la mujer legitima; si la mujer legitima no tenia hijos la
herencia pasaba a la estirpe del marido, a los sobrinos, o sea a los hijos de su hermana. Otro
remanente matriarcal es la costumbre que aun preside en ciertas regiones, de que la mujer trabaje a
la tierra.2
CAPULLANAS
Algunos cronistas han hablado de la influencia que las capullanas o esposas de cacique tenían en
diversos lugares de las costas hasta gobernar ellas algunas regiones. Garcilaso da notica, además, de
un pueblo de mujeres guerreras en ese lado del territorio del Imperio3. Hay aquí también una
evidente prueba de remanente matriarcal, exagerado por la leyenda. Kirsche en su obra EL enigma
del matriarcado observa que en los matriarcados guerreros, es la mujer animosa y valiente. Sin
embargo, ni en las sociedades matriarcales existente, ni en las historias, están los cargos publico
exclusivamente en manos de la mujeres lo cual implica negar el gran influjo de las mujeres en las
tribus organizadas matriarcalmente.4
El gobierno de las “capullanas” en la costa del Perú no debió, pues, ser un hecho absoluto o
exclusivo. Tampoco, los pueblos de mujeres guerreras. Coinciden estas noticias, sobre todo la
segunda, con las fabulas de las amazonas en la antigüedad, en la edad media y con los tiempos
modernos; y con las noticias que Francisco de Orellana recibiera sobre la existencia a orillas de un
rio, de indias belicosas que Vivian separas de los hombres, cultivaban campos propio y eran
visitadas anualmente por los varones de una tribu vecina, reservando de la descendía ocasionada por
este contacto solo las hijas y entregando los hijos a sus padres. Siempre estas noticias, en las
diferentes épocas, y también en los casos en que surgen en territorio peruano, se refieren a pueblos
que viven en el límite extremo del mundo conocido en ese entonces; y no se trata de noticias
directas suministradas por testigos irrecusables, sino de repeticiones de tercera y cuarta mano.
Probablemente se trata siempre de pueblos con hábitos matriarcales, exagerado por la fama, que
impresionaron a pueblos ya organizados patriarcalmente. Es posible que en algunos pueblos
matriarcales las mujeres pudieran erigirse a veces en caudillos y defensoras de la propiedad de la
2
“EL AYLLU PERUANO” por Max Uhle, “BOLETIN DE LA SOCIEDAD GEOGRAFICA”. XX Pagina 87-94, 1911.
“LOS INCAS: SUS ORIGENES Y SUS AYLLUS”. Por Ricardo E.Latcham, “ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE”,
4to trimestre de 1927.
“THE ISLANDS OF TITICACA AND COATL” por Adolph Bandelier, Nueva York, 1910.
3
Garcilaso, Libro lll, Cap lV.
tribu y aun tomaran parte en expediciones de conquista; o que tan solo se tratara de una gran
belicosidad de las mujeres, como de los hombres, determinadas tribus.
LA “COBADA”
Una costumbre muy curiosa es la de las penitencias o torturas que se impone al marido en la época
de la preñez de la mujer, o la aparente debilidad o enfermedad del marido después de parto,
haciéndose cuidar un determinado número de días y sometiéndose a un riguroso ayuno; costumbre
que, según Tschudi, practicaron en algunas regiones los indios del Perú5. En estos dos casos se trata
de la cobada que ha dado motivo a diversas explicaciones. Para algunos se trata de algo asi como la
anulación del alumbramiento del hijo por la madre, evidenciándose la tendencia del padre a
suplantar a la madre en el cariño del hijo; para otros, es un símbolo de la sumisión del hombre a la
mujer. En todo caso, la cobada es un “acto de reconocimiento de la paternidad”
Como ha de verse enseguida, la cultura inca tuvo muchas notas de tipo patriarcal, a pesar de
coexistir en el momento de la conquista española con algunas supervivencias regionales de tipo
matriarcal.
“Y entre esta gente eran tan sujetas las mujeres y tan hechas al servicio de sus maridos y a seguir su
voluntad, que, aunque fuesen muchas, no habían diferencias ni osaban más de lo que se les
mandaba”, dice Cobo. Se ha mencionado más atrás algunos conceptos de Guaman Poma y de
Sarmiento de Gamboa acerca de la importancia social o política de la mujer. Según el mismo
Guaman Poma, la mujer no podía ser testigo; y según Sarmiento, cuanto Guascar mando a su
hermano Guanca Auqui a luchar contra las naciones de Pomacocha y el resultado fue adversa, “le
envió a enfrentar, enviándole dones de mujer”.6
Lo que ocurría era que la familia actuaba como una empresa de trabajo y en esa empresa la
colaboración de la mujer, aunque subordinada, tenía fundamental importancia. “No solo servían (las
5
Tschudi, ll 51.
6
Cobo (en esta y en la siguiente cita) Libro XlV, cap. Vll Guamán Poma, 185. Sarmiento de Gamboa, LXlll.
mujeres), dice Cobo, en los oficio caseros, sino también en el campo en la labranzas, sementeras y
beneficios de sus chácaras o heredades, en edificar sus casas y llevar cargas, cuando sus maridos
caminaban, en paz y en guerra”.
ENDOGAMIA Y EXOGAMIA.
Cuando en la tribu se escoge la pareja dentro del propio grupo, llamase endogamia. Cuando se
escoge fuera del grupo, se llama exogamia.
Antes de los incas y en la primera época de su dominación, se practicó la exogamia. Se han dado
como razones para esta costumbre el gusto intuitivo de lo extranjero que está acompañado por una
lejana idea de eugenesia; la idea del tótem común que hacer ver como sacrilegio el tocar a la gente
de iguales antepasados y el deseo de evitar conflictos dentro de la colectividad. Hay que distinguí
entre exogamia local y exogamia de tribus. La exogamia local puede ser encontrada, si se estudia
con detenimiento en la Relación sobre el Valle de Chincha, escrita por Castro y Ortega Morejon.
Allí aparece que, en dicho valle, la tribu dirigida por su cacique estaba dividida en clanes exógamos
al mando de un “curaca”. La exogamia llegaba al extremo de que, muerto el marido, uedaba la
mujer a la parcialidad de este y no volvía a la que era su originaria.
La exogamia entre las tribus debió ser mucho frecuente en la región central de la costa, a causa del
relativo aislamiento en que se vivió allí. Castro y Ortega Morejon la mencionan como medio de paz
facultativo: darse mujeres los unos a los otros podía ser motivo para que cesara la guerra.
Seguramente se refiere a matrimonios de caciques.7
Los Incas evolucionaron hacia la endogamia local obligatoria. La familia imperial practico la
poligamia; pero la esposa principal fue escogida endogámicamente. El inca llego hasta el incesto, es
decir al matrimonio con la propia hermana, que hasta los pueblos primitivos miran con horror. La
explicación de incesto inca está en el orgullo racial y religioso, proveniente de la edificación del
soberano. El incesto, según parece, solo se practicó desde Pachacutec. Practicado por cualquier otra
persona, el incesto fue castigado con la muerte.8
7
Castro y Ortega Morejón, 232 y 233.
8
Castro Y Ortega Morejón, 241
MATRIMONIO POR COMPRA
El vínculo matrimonial no fue entendido en la cultura inca como un sacramento. Pero su efectividad
se acredita por el consentimiento de la familia, la duración perpetua afirmada por los cronistas
unánimemente y la realización de fiestas o ceremonias en que a veces intervenía el ayllu integro.
La forma del matrimonio por compra debió existir en todo el Perú; y de ella hablan también Castro
y Ortega Morejon en su Relación sobre la costa central. El precio de la compra consistía en esta
región según el rango social del hombre, en llamas, plata o chica, distinguiéndose entre los curacas
y los indio comunes, estos últimos de condición económica más o menos nivelada. Lo recibían en
parte, el curaca y después los padres parientes. “Estas dadiva se llamaba entre ellos toma que quiere
decir arras, de manera que el que tomaba mujer dando estas arras la tenía por mas propia que las
demás”.9
También cuenta Morua los muchos presentes hechos con motivo del matrimonio “chipanas” de oro
y plata, cuando era posible; lega de raíces llamadas “urthe”; cuyes, charqui, coca; haces de papa o
de “icho”; ropa etc. Agrega que los padres de la novia recibían chácaras y otros regalos; y enumera
prolijamente las ceremonias comunitarias hechas con el mismo motivo.
En la actualidad, subsiste entre los indios los obsequios del novio a la familia de la novia
(“rimayucuy”). 10
CEREMONIAS MATRIMONIALES
Cobo narra las ceremonias matrimoniales de esta manera “juntaban sé los deudo que se hallaban
presentes de cada uno de los contrayentes y los del varón iban con el novio a casa del padre de la
novia o del pariente más propincuo que allí se hallaba y se la entraban; y el en testimonio de que la
recibía por mujer la calzaba en el pie derecho una “ojota” de lana cuando era doncella y cuando no
lo era, una de “hico” y la tomaba por la mano; y así juntos, los deudos de ambos la llevaban a casa
de su esposo. El llegando a ella sacaba la novia del debajo del “chimpi” una camiseta de lana fina,
un “llauto” y una patena y débaselo a su esposo, el cual se vestía luego; y hasta la noche estaban
con la novia sus deudas más ancianas instruyéndola de la obligación que tenia de servir a su marido,
y de la manera que lo había de hacer; y los viejos deudos del novio le amonestaban a él como había
de tratar a su mujer; y los unos y los otros les ofrecían presentes cada uno de lo que tenía aunque en
9
Morua, Libro ll. Cap XXX.
10
V. J Guevara, “DERECHO CONSUETUDINARIO DE LOS INDIOS DEL PERU Y SU ADAPTACION AL DERECHO
MODERNO”, “REVISTA UNIVERSITARIA”, Cuzco, 1924.
poca cantidad; y duraba la fiesta y la borrachera de las bodas entre las parcialidades y parentelas,
según la calidad y posible de los novios”.11
La monogamia existió tal vez, al menos en algunas localidades, antes de la llegada de los Incas.
Para el Estado creado por ellos, no era este un asunto de carácter moral y religioso: Se basaba en
necesidades de ordenación administrativa y de estabilidad económica. De su existencia, general
pero no absoluta entre los tributario, no cabe duda. “otro ninguno no puede llegar a la carne de la
mujer” dice Guaman Poma. Con la pena de muerte fueron castigados el adulterio12 y la violación 13.
Según el Anónimo, el asesinato del adultero y de la adultera por el esposo engañado daba lugar a
trabajos forzados hasta por un año; y correspondían el corte de cabello y la exposición a la
vergüenza además de la servidumbre a las formas de castigo, tratándose de los delitos sexuales con
consentimiento de ambas partes.
Cuando el marido ofendido perdonaba, afirma acosta que la pareja adultera era castigada con menos
rigor14. Y, según el Anónimo15, la violación y la desfloración venían a ser castigadas menos
severamente, si se encontraba un esposo para la deshonrada. Es que en este último caso el daño
causado por el delincuente era menor; y como existía el matrimonio por compra, lógicamente el
precio pagado por esa novia debió ser rebajado. Además se trataba de favorecer la tendencia del
Inca de propulsar la familia.
A propósito del adulterio, conviene recordar que, lógicamente, no pudo haber adulterio allí donde
hubo poligamia, salvo la relación con una mujer casada ya con otro.
Tampoco fue, entre los indios, (al menos en algunas regiones) de importancia decisiva la virginidad
de las recién casadas. Podía a veces ser preferida la que no era virgen, tal vez, por el “tabu”
impuesto en la relación con el derramamiento de sangre por los descendientes de los mismo
antepasados.
11
Cobo, Libro XlV, Cap. Vll
12
Acosta, Vl. 18; Anonimo, pags. 195 y 192; Las Casas, Pag 217; Cobo Xll, 16
13
Anonimo, pag. 195; Las Casas, pag. 211, Morua XXVlll.
14
16 Vl, 18
15
Pags. 202, 203
EDAD MATRIMONIAL
La edad matrimonial se ha supuesto por algunos autores que oscilara entre los quince y los veinte
años. Guaman Poma insiste varias veces en que mucho mayor: Tratandose de las mujeres dice que
vario de los treinta, a los cuarenta y cincuenta años, si bien al hablar de los hombres dice que la
edad de los “auca camayoc”, que reciban mujeres, variaba de los veinte y cinco a los cincuenta
años.16
Como los estudiosos modernos han comprobado definitivamente la importancia cultural de algunos
de los territorios conquistados por los incas, el carácter pre-inca del “ayllu” y el régimen en cierto
modo autónomo de la vida loca, se ha pretendido afirma también que las costumbre locales o
regionales se mantuvieron intactas en lo que respeta a la familia. En cuanto al matrimonio en la
plaza pública, el doctor Wilhelm Petersen ha utilizado la Relación de Castro y Ortega Morejo para
decir que era practicado tan solo tratándose de las “acllas” y de los “yanacunas”. Dice la ya citada
Relación. “el guarnecido que venía a dar mujeres mandaba sacar todas las mujeres llamadas agras y
poníanlas por sus parcialidades y lo mismo a los hombres a quien mandaba indicaba que se diesen
por siempre era a yanaconas del sol y aquella edad de hombre que se llamaba aucaropi y también se
daban a muchos que tenían mujeres sin guardar más ceremonias de poner a los hombre en una
hilera y a las mujeres en otra.18
La verdad es que el texto de Castro y Orte Morejon es mucho más extenso en su significado de lo
que Petersen ha creido. Habria que llegar a la conclusión de que quienes tenga que acudir a tales
ceremonias, además de los “yanacunas” soldado e individuos premiado, seria los que formaban el
remanente de los tributarios aun no casados según las normas locales o regionales; y en el caso de
16
Guaman Poma, 67, 301
17
Cobo, Libro XV
18
Withelm Pelersen, “DIE INKAS IM CHINCHATAL”, en “FORSCHUNGEN UND FORTSCHRITTE” Berlin, lo de
febrero de 1937. Castro y Ortega Morejon 240.
las mujeres, las que no habían sido reservadas para el Inca o el culto y las que no habían sido
tomadas ya como esposas. Algunos cronistas afirman que los funcionarios en las ceremonias en las
plazas públicas no llegaban a distribuir a las parejas, sino que limitaban a legalizar uniones
espontaneas.
El matrimonio con presente a los padres de la novia a los caciques de un lado, y el matrimonio en la
plaza pública de otro, viene a ser, pues, exponentes de dos derechos yuxtapuestos: el Derecho
imperial y los usos regionales o locales. De todos modos, si no fue eliminada por completo, entre
los Incas la figura del solterón no debió ser frecuente.
La relación de Cristóbal de molina presenta un intento de síntesis entre ambos tipos de matrimonio;
el novio que resultaba de la organización imperial procurando armonizar con las antiguas
costumbres regionales o locales: “Cuando el Inca les daba las mujeres, las cuales recibían, aunque
era por mandato del Inca, el varón iba a la casa del padre de la novia a decirle que el Inca se la había
dado, pero que el quería servir y así se juntaban los parientes de ella y de el y procuraban ganarse
las voluntades, y el mozo iba en casa del suegro y suegra por espacio de cuatro o cinco días, les
llevaba paja y leña y la tomaba por mujer porque se la daba al Inca; le decía que se la daba hasta la
muerte y con esta condición la recibía y ninguno había que la osare dejar”19
“SERVINACUY” Y “AKATHAYMITA”
Ciertos tipos de matrimonio consuetudinario de carácter local o regional no debieron ser
desarraigados del todo. Se ha creído que este fue el caso del matrimonio de prueba llamado en
algunos lugares “servinacuy” o “tinkunakuspa”. El docto Oliveira definió así este matrimonio en la
comisión reformadora del Código Civil: “Es un compromiso entre el pretendiente y el padre de la
futura, quien contrae la obligación de recibir a su hija con prole y todo y la de volver al pretendiente
los obsequios recibidos o su equivalente en dinero o en trabajo, si el enlace no llega a formalizarse o
a adquirir carácter duradero”.20
Dice don Carlos A. Romero, cuyo artículo titulado “Tincunakuspa” suscito el interés luego
mostrado por diversos investigadores sobre esta institución: “A pesar de los esfuerzos de los
extirpadores de idolatría en lejana época y de los curas desde entonces hasta el dio, el
tincunakuspasigue practicándose en mucho puntos de la costa y de la sierra del Peru y aun entre las
tribus salvajes de la hoya del Amazonas; v.g. panos y conibos; en Tacna, en Huaraz, en Piura
subsiste la prueba del matrimonio pero donde es casi general, es en el pueblo y campiña de Huacho,
19
“RELACION DE LAS FABULAS Y RITOS DE LOS INCAS”, pag. 88, edición Urteaga Romero.
20
“ACTAS DE LAS SESIONES DE LA COMISION REFORMADORA DEL CODIGO CIVIL”, 2do fascículo, pag 122.
mas no ya con los fines y moralidad de los tiempos antiguos. En Huanuco se conoce esta costumbre
con el nombre de servicia o sirvicia y el periodo de prueba dura un par de meses, al cabo de los
cuales o el cura santifica la unión si los novios se convienen, o vienen la separación y la mujer
vuelve al hogar a esperar que otro la pida en prueba. Entre los indígenas del cuzco se usa el
manacuy o rimayucuy, declaración de amor entre los padres. Hecha esta, el novio se lleva a la novia
a prueba y la prueba suele ser larga, pues a veces dura dos y tres años, al cabo de los cuales viene la
separación, que llaman ttacauacu, desconocerse, o continua la pareja amancebada y yel hombre
siendo el “respeto” de la mujer. Entre los indios quechuas y aimaras del altiplano boliviano,
también se acostumbra la prueba del matrimonio. Bajo el nombre de “servinacuy”21
LA POLIGAMIA SEÑORIA
Se ha manifestado ya que los seres humanos podían ser considerados no solamente como personas,
sino también como cosas; y que, dentro de este concepto, las donaciones o mercedes del Inca
incluyeron la entrega de mujeres. Guaman Poma incluye entre las “Ordenanzas de los Incas” una
relativa a este asunto; los soldados de guerra debían tener tantas como sus servicios les hicieran
acreedores a ellas; un indio pobre y un “mitimae” corriente, debían contentarse con dos; el “picha
camachicoc”, con tre; el “chunca camachicoc” con cinco; el “psicachunca camachicoc” con siente;
el “pachaca camachicoc” con ocho; el “pisca pachaca” con doce; el “guaranga curaca” con quince;
el “guamaninapo” con veinte; el “huno curaca” con treinta, el cacique y ser principal, con
cincuenta.22
Necesidades políticas y no solo el privilegio del poder, dieron lugar a la poligamia por la condición
de cultura de señores que la cultura inca tuvo, ya que de la gran familia inca salieron los altos
funcionarios, los fejes militares, los grandes sacerdotes, etc.
21
“EL SERVINACUY”, tesis para el Bachillerato en Derecho por Alejandro Arancibia, 1934. “TINKUNAKUSPA”
por Carlos A. Romero, revista “Inca” No. 1.
22
Guaman Poma, 189
Tener muchas mujeres no fue, pues, delito entre los incas; por el contrario fue según expresión de
Cobo, “autoridad, honra y hacienda” y “merced y privilegio especial”. “Quien tenía copia de
mujeres se tenía por rico y de hecho lo era”.
Pudieron, así, coexistir en forma legal el matrimonio y el concubinato. Naturalmente la esposa y los
hijos legítimos recibieron mayores consideraciones y tuvieron una posición más prominente o
segura. Cabía hasta la circunstancia de que la esposa legitima no se considerase ultrajada con la
existencia de otras mujeres al lado del marido. Causas licitas para el concubinato podían ser, dentro
del punto de vista de la época, la conveniencia de la casta dominante de tener mayor número de
descendientes, el deseo de aumentar la natalidad, el prestigio social, el mejor cuidado de los fines,
religiosos, económicos y domésticos de la familia, etc.23
LAS “ACLLAS”
Para la mejor realización de la poligamia señorial, función una institución: la de las “acllas” o
“acllas-cunas”.
Al apoderarse de una región, los Incas no solo imponían su religión, su idioma y un conjunto de
tributos en especies o trabajo. Imponían además, la obligación de entregar determinado número de
personas, es decir, sacaban hombres y mujeres de este territorio.
Las mujeres eran doncellas o muchachas que ingresaban a los “acllas huasi” conventos al cuidado
de las “mamaconas”. Alli aprendían diferentes artes ritos y lo que se llama hoy “labores de su
sexo”. Garcilaso cuenta que después de algún tiempo eran dedicadas al culto y, como hacían voto
de castidad, las llama vírgenes del Sol. Otros cronistas hablan también de estas vírgenes; pero dicen
que un grupo de las “acllas” pasaba a ser concubinas del Inca o era entregado por este, en donación
a la nobleza imperial, local o a los “yanacunas” predilectos y, aun en casos excepcionales, a los
colonos en regiones difíciles.24
Socialmente, las “acllas” provenían de estrato campesino y aldeanos y pasaban, de este modo, a las
capas superiores del imperio. Económicamente, no tenían relación alguna con la agricultura; eran
mantenidas primero con fondos del culto y luego por la persona a cuyo poder pasaban,
Jurídicamente, era el suyo un estatuto especial y podían quedar convertidas en objetos dados en
donación por recompensa.
24
Polo de Ondegardo, 91; Relacion de los señores indios, 63; Garcilaso, Libro lV, Caps. Vl y Vll; Anonimo,
178; Sarmiento de Gamboa, Cap. 52 pags. 100 y 113; Morua XXXVl a XLlll; Cabello Balboa, lX
PROSTITUCION Y SODOMIA
Surge la pregunta de si los incas conocieron la prostitución, aparte del uso que hicieron , para si o
para sus servidores preferidos, de las “acllas”. En las “informaciones” recogidas por el virrey
Toledo, se cuenta la leyenda de la Coca, mujer muy hermosa que por ser “mala de su cuerpo “ fue
muerta y partida en dos. Garcilaso expresamente habla de que las mujeres publicas eran permitidas
para evitar mayores daños y habitaban en los campos, en malas chozas, una por si y no juntas, y no
podían entrar en los pueblos, llamándoseles “pampay-runa” (gente de plaza)
Si la prostitución existió, debió ser en pequeñísima escala. “No había ladrón ni mala mujer”, dice la
relación de los señores que sirvieron a los últimos Incas. Y en una carta de Toledo leyese que las
mujeres solteras que eran públicamente malas, eran castigadas con rigor, y si perseveraban,
condenadas a muerte.25
Tal vez cabe encontrar una relación entre la difusión de la sodomía y el matriarcado. Los incas
fueron severo en la represión de aquellos actos, no tal vez por su carácter patriarcal ni en interés
ético, sino en nombre de sus conveniencias de estado que procuraba el mayor aumento posible de la
población, el incremento de la natalidad. Garcilaso cuenta que el llegar el Inca Capac Yupanqui a la
costa, mando quemar vivos a los sodomitas, arrasar sus casas y arrancar sus árboles.
En cierta manera, esta persecución debió tener como origen el mismo que la prohibición y el castigo
de los actos sexuales con animales y el aborto. (Los que manipulaban abortos eran castigados según
el anónimo y las Casas).27
Tal presunción queda reafirmada, cuando se lee en el circunspecto Cieza de León, que la sodomía
existió entre los sacerdotes y nobles en cierto templos y en relación con ciertas festividades28. Por
otra parte, no hay datos de que los Incas castigaran el homosexualismo femenino, ósea el
lesbianismo
25
Tello, “LA ANTIGÜEDAD DE LA SIFILIS EN EL PERU”, pahs. 28 y siguientes; Garcilaso, lX, Cap. Vlll; lll, Cap.
Xlll.
26
Cieza ll, 25; Garcilaso, lV, 13; Vl. 11; Pizarro, 281 y 276.
27
Anonimo, pag. 202 y Las Casas, pag. 212
28
Cieza ll, 99; Tschudi, l, 91.
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA HERENCIA
El problema histórico de la herencia en general está íntimamente vinculado al desarrollo de la
propiedad privada. No se puede heredar sino lo heredable, es decir, la propiedad privada
económico, La propiedad clanica o familiar no entra aquí en consideración, porque los grupos en si
son perdurables. Dentro de la misma propiedad individual, tampoco pasa a la masa hereditaria
aquella parte que acompaña al muerto y con él es enterrada (vestidos, adornos, armas, herramientas,
etc)
Además de esta clasificación de bienes heredables, debe hacerse otra según la ocupación principal
del pueblo de que se trata; cazadores, agricultores, ganaderos. Etc. Igualmente, otra según la
organización social desde el punto de vista del predominio del matriarcado, la mezcla de elemento
matriarcales y patriarcales o el predominio absoluto del patriarcado.
LA HERENCIAS EN EL PUEBLO
Ha de distinguir, al hablar de los Incas, la herencia en el pueblo, la nobleza y el Inca. Entre la gente
común había, al menos en la religión central de la costa, relativa libertad de testar, y, tratándose de
los padres. Sin consideración a la mayor o menor edad de los hijos. En los valle costeños, según
Castro y Ortega Morejon, “si era indio común y tenía hijos hombres dejaba su hacienda a aquel que
le parecía más hombre y este amparaba a los demás”. Sin embargo, parece aquí indicarse, en todo
caso, una prioridad de los hijos sobre otras personas. “Si no tenía hijo iba la herencia al hermano o
hermana o pariente más cercano o amigo de quien más confiaba”29
29
Castro y Ortega Morejón, 244.
quedan sin herencia. La toma de posesión de los herederos legítimos requiere haber concurrido al
entierro del instituyente y haber abonado los gastos de sus funerales.30
Algo de esta diferenciación debió hacerse a propósito de los curacas, pues surgen en ellos
nítidamente la distinción entre sucesión en el poder y herencia de los bienes
La herencia existió entre los nobles incas. La familia no moría al morir el padre; era proseguida por
el heredero. Este debía proveer con todo lo necesario a los hijos del difunto. La idea de linaje o de
genealogía se desarrolló tanto más, cuanto más alta fue la clase social, al impulso de creencias
religiosas. El culto de los antepasados fue uno de los fundamentos de la vida del Inca.
La sucesión en el poder tuvo, en cambio, entre los funcionarios inferiores, ciertos ribetes
democráticos en cuanto a su origen; pero de rígida selección en cuanto a su objetivo.
Cuando moría el jefe de cien familias, o sea una “pachaca”, de la misma era elegido el más virtuoso
y el más hombre (“ochamanchay”) por el señor principal de la provincia o valle, dice Santillan. No
siempre resultaban favorecidos los hijos o hermanos del muerto. Según el mismo jurista, si moría el
jefe de mil familias, o sea un “guaranga”, su cargo pasaba a uno de los nueve curacas por igual
elección. Al morir el “señor principal”, el inca nombraba para el cargo a quien le pareciera el más
hábil o el más esforzado servidor. En cambio los bienes pasaban a los hijos si eran de edad; y sino:
al tenedor que los alimentaban. Sin embargo el usufructuario de ese puesto podía escoger a una
persona, distinguirlo y hasta presentarlo al Inca como su probable sucesor. En todos estos casos de
nombramiento, el hijo predilecto recibía la mayor parte de los bienes, y los demás recibían partes
30
“DRECHO CONSUETUDINARIO DE LOS INDIOS DEL PERU Y SU ADAPTACION AL DERECHO MODERNO”,
“REVISTA UNIVERSITARIA”, cuzco, 1924.
iguales. Podía reunirse sin duda a veces las calidades del parentesco y de la elección, en lo que
respecta al cargo y a los bienes.31
Análogas son las noticias que suministran sobre la herencia de la nobleza Castro y Ortega Morejon,
con la diferencia de que, según ellos, el curaca de “guaranga” elegía a su sucesor entre los
diferentes “curacas” de “pachaca”, y lo mismo hacia el señor del valle escogiendo el suyo entre los
“curacas” de “guaragan” y presentándolo al inca, “no guardando ley en que fue hijo ni tío ni
hermano ni sobrino”. En cuanto a los bienes, dicen ellos que, muriendo el curaca del valle, si el que
sucedía era de su “pachaca”, heredaba “toda su hacienda, tierra, e ropa e mujeres y ganados”. Si el
que heredaba no era de la misma parcialidad, no heredaba sino el señorío.32
A los nobles por nombramiento, debido corresponder, más bien cargos como los de curacas de
oficios o artes, “camayoc” en las manos elevadas funciones administrativas, hasta “guamanin apo”
y “guaranga curaca”.
Las mercedes mechas indios pobres no pasaban adelante, agrega Guaman Poma. No funcionaba,
pues, en ellas, el principio de la sucesión.33
31
Santillan, Nos 21 y 22. Señores indios, 73.
32
Castro y Ortega Morejon, 243.
33
Guaman Poma, 330 a 365.
El inca y los grandes señores heredaban la jerarquiza de su antecesor, pero no su hacienda. La ropa,
la vajilla, las chacras, los servidores del inca o del gran señor muerto continuaban a sus servicios,
ignorados la realidad de su fallecimiento. Los cuerpos momificados, eran tenidos bien vestidos y
aderezados, envueltos en gran cantidad de algodón, tapado el rostro, y no eran mostrados sino por
gran fiesta, El inca nada usaba que hubiera sido ya usado por su antecesor.
“Muerto el Rey sucedía en el reino el hijo Primogenitor de los legítimos y era tenido por tal el que
había nacido de la reina y mujer principal del inca, llamada “Coya”; dice Cobo.
La opinión de Santillán es en el sentido de que se elegía aquel de los hijos que era más querido o
tenido como más capaz por el padre.34
Guamán Poma dice: “Para ser un rey apo inga ha de ser por fuerza legítimo de su mujer la reina
capa capo coya y ha de ser casado con su hermana o con su madre y a este le ha de llamar en el
templo de su padre el Sol y nombrarle para que sea Rey no miraba si es mayor o menor sino al que
fuera elegido por eso como sea legítimo”.35
Sea que la elección fuese hecha por el inca en ejercicio o con intervención de la nobleza, o por los
oráculos solares, lo cierto es que la fuerza debió ser a menudo el factor decisivo. Inca Roca fundo
una nueva dinastía, probablemente no sin duras luchas. Viracocha, Túpac Yupanqui y Atahualpa
son ejemplos de otros casos de sucesión violenta. Sarmiento cuenta numerosos casos de
desheredación hecha por el inca en ejercicio, entre ellos el de Conde Mayta eliminado por Mayta
Capac por creerlo inepto. La elección misma no era suficiente, pues se necesitaba el acatamiento de
la nobleza. El Inca Urco, hijo de Viracocha, elegido por este, pensé a su origen bastado, fue luego
depuesto. En medio de la sangre de la guerra con los chancas, se impuso Viracocha, llamado Inga
Yupanqui por Sarmiento. El Inca Pachacutec, a hijos demasiado importantes por sus victorias, los
mando matar. Amaro Topa Inga es otro de los soberanos despuestos y por eso omitidos en los
anales del imperio. Huayna Capac fue ungido por la fuerza, contra la voluntad de Topa Inga
Yupanqui, su padre. Puédase objetar a todas estas noticias dadas por Sarmiento observado que su
historia fue escrita precisamente para achacar los mayores crímenes a los incas. Cabe responder
que, si pudo haber exageración en Sarmiento, el fondo de violencia en la historia de los Incas es
34
Cobo, Libro Xll, CAp. XX; Santillan, N. 18
35
Guaman Poma, 118
innegable. Guamán Poma habla, por ejemplo, de varios hermanos de Mayta Capac asesinados por
este para “quedarse con el reino solo” y lo mismo cuenta de Huayna Capac. Rebeliones de nobles
debieron producirse no solo contra el desacertado nombramiento de un Inca. Sino también estando
ya esté en ejercicio; como ocurrió, según el mismo Cabello Balboa, en la conspiración del
ambicioso Topa Capac contra Túpac Inga Yupanqui. La historia de Yahuar Huacac, que Markhan
llama la “leyenda del niño robado”, refleja, el mismo ambiente. La guerra civil entre Huáscar y
Atahualpa no debió ser, pues el fruto de una relajación del imperio, sino la reiteración agravada de
hechos análogos ocurridos en el pasado y que estaban ya casi olvidados a consecuencia de la paz
interna creada, no sin grandes dificultades, por Huayna Capac y su antecesor.
Algunos hablan de abdicaciones voluntarias de Incas, como Cabello a propósito de Túpac Inca
Yupanqui.
Los menores, siempre que su edad fuese la de la aptitud guerra, podían heredar el rango de Inca. Tal
fue el caso de Huayna Capac precisamente; este nombre quiere decir “mancebo rico y excelente”.
Se ha llegado a decir que, a causa de su corta edad, fue nombrado un regente llamado Gualpaya
cuya conspiración se descubrió, según Cabello Balboa y Cobo, cuando unos indios robaron unos
cestos de coca que resultaron llenos de armas, motivo por el cual asustados, los entregaron al
gobernador de Chinchay-Suyu.36
En resumen, se puede considerar que en la gente del pueblo hubo relativa libertad de testar entre los
diferentes hijos, sin consideración a su mayor o menor edad; a falta de hijos, heredaban otros
parientes. La herencia de los curacas fue dividida en herencia de los bienes y sucesión en el poder;
en ciertos grados inferiores de la jerarquía administrativa se producía la elección de la persona
36
Cabello Balboa, lX y X; Montesinos, “ANALES DEL PERU”, XXVll; Olivia, “HISTORIA DEL REINO Y PROVINCIAS
DEL PERU”, ll, Parrafo 12; Sarmiento, 48,50,126;Guaman Poma, 125;Cobo, libro cap. XVl; Pablo Patron, “LA
SUCESION DE LOS INCAS”, (“EL ATENEO DE LIMA”, 1883, pa. 220). Riva Agüero “LA HISTORIA EN EL PERU”,
113 y siguientes, Urteaga, “EL IMPERIO INCAICO”.
37
Guamán Poma, 187.
considerada más apta para el cargo, dentro del grupo de subordinados de aquel cuya sucesión se
trataba de determinar. En otros grados más altos de las funciones públicas, debió haber la
adjudicación de ellas exclusivamente a personas oriundas de determinadas familias o parcialidades.
El Inca y los grandes señores aun después de muertos eran considerados dueños de su hacienda; en
cuanto a la jerarquiza real, el orden sucesorio funcionaba por elección del propio Inca o por los
oráculos sagrados, sujetos al consentimiento de la nobleza.
A propósito de la propiedad privada se ha visto que no era permitido enajenarla. Por lo mismo,
ninguno se desprendía de lo que heredaba, “sino que antes lo aumentaba y era como mayorazgo”,
dice Castro y Ortega Morejón. Cabe preguntarse qué ocurría, cuando, después de varias sucesiones,
los bienes de un curaca o gran señor alcanzaban una cantidad demasiado grande. Es de suponer que
el inca, mediante la imposición del deber de donativos y ofrendas, impediría el desarrollo de
fortunas excesivas.
Este es el motivo por el cual Guamán Poma distingue entre hijos legítimos e hijos bastados del inca.
Al os segundos les da el nombre de “auquiconas”. Pero en este caso, la bastardía no implicaba una
completa preterición. La condición de los “auquiconas” era inferior a la de los hijos legítimos; pero
muy privilegiada en relación con las demás personas.
La mujer principal era la que tenía al heredero legítimo, al mayorazgo que no era, pues, el hijo
mayor del padre si este lo engendraba en mujer distinta. En las comarcas de régimen matriarcal, si
la legitima mujer no tenía hijo, la herencia pasaba en derecho a la estirpe del marido, no por medio
de los hijos habidos en otras mujeres, sino por medio de sobrinos, hijos de su hermana de vientre.
Los cuales eran de su propia sangre pero siempre por línea uterina.38
LOS MENORES
La aptitud que el menor tendría para heredar debió estar íntimamente ligada a lo anteriormente
expuesto. El menor debió heredar, entre los tributarios comunes, solo cuando se trataba del hijo o de
una persona materialmente cercana al causa habiente. No era concebible que menores extraños
fuesen herederos. Tratándose de los herederos de un curaca, el poder no debió ser entregado a
menores, ya que el resistió para su ejercicio era la eficiencia, en cambio, por el sentido de asistencia
social tan enraizado en la vida indígena, el menor no debió ser desamparado, sino acogido por la
persona que reemplazaba al difunto en el usufructo de sus bienes, careciéndose de datos concretos
sobre si hubo casos en que el propio menor heredo ese usufructo. Diferente tenía que ser el caso del
Inca, pues allí, a consecuencia del incesto imperial, los hijos legítimos tenían primacía, sin
consideración a su edad; la capacidad hereditaria del menor resultaba, pues, indudable, aunque, de
hecho, llegaran a ser incas, a veces, quienes, como Atahualpa, eran bastardos.
Los huérfanos no debieron quedar desamparados en ningún caso. Guamán Poma habla de viejas que
daban de comer y criaban a los huérfanos y de niños de cinco a nueves años que les ayudaban en
esta labor.39
LAS MUJERES
A propósito de mujeres, hay confusión derivada principalmente del hecho de no distinguir entre
casos de gente común y gente noble y entre ley imperial y costumbres regionales. La mujer debió
heredar en aquellas regiones donde la influencia matriarcal era vigorosa.
La mujer traba, por lo menos, en algunas regiones, personalmente las tierras e iban a los “Catú” o
ferias. Guamán Poma considera a las viudas de determinada edad como mujeres de tributo; y de las
mujeres de un año dice que desde que nacieron les fueron repartidas tierras que les beneficiaba su
parcialidad “todos sus compadres y comadre uayno socna”40. Bien es verdad que según los otros
cronistas, solo medio “tupu” era repartido con motivo del nacimiento de una hija mujer, mientras
que un “tupu” correspopndia al nacimiento de un hijo varón.
38
Latcham, “LOS INCAS, SUS ORIGENES Y SUS AYLLUS”, citado.
39
Guaman Poma, 232.
40
Guaman Poma, 220.
Guamán poma incluye las ordenanzas del inca, una para que la viuda no salga de su casa durante un
año y viva recatadamente, “en su hacienda y casas y chácaras”.41
Castro y Ortega Morejón dice que en los valles centrales de la costa “la mujer principal jamás
heredaba por causa que era comprada siempre estaba sujeta a aquel que heredaba”43. Peterson
explica este dato, diciendo que su origen está en el papel del clan como comunidad económica,
puesto que la mujer casada pertenecía a un clan distinto, el derecho suyo a heredar habría envuelto
una confusión en los límites de los clanes. Afirmación contradicha por el dato, que los cronistas
citados suministran, acerca de que la mujer quedaba en la parcialidad del marido y no volvía a su
ayllu. Más bien habría que creer que la exclusión hereditaria de la mujer sería un rígida ley de tipo
patriarcal implantado o favorecido por los incas y no seguida antes en algunas regiones. Como
prueba cabe presentar un episodio que Cobo narra y que revela que las viudas solían a veces heredar
a sus maridos en contra de lo que el propio Cobo afirma, según se ha de ver luego visitando el Inca
Túpac Yupanqui con su “coya” las provincias de la costa, nombro a su hermano suyo como
visitador para empadronar la gente, lo cual se opuso la cacica de Guarco que era viuda. “El Inca,
recibida esta nueva, se rio y dijo que las mujer sin que le costase un soldado… y despacho a un
visitador mandándole que dijesen a aquella cacica como el tenia aviso que querían reservar toda
aquella provincia para ella y que en albricias le pidiese le mandase hacer una fiesta solemne en la
mar. La viuda, creyendo ser verdad la nueva, concedió lo que le pedía y mando para cierto día que
le señalo el mismo visitador que todos los del pueblo saliesen a la mar en sus balsas a festejarle; lo
cual todo se efectuó; y estando los indios en la mar con sus instrumentos músicos y mucho regosijo
41
Guaman Poma, 186.
42
ORDENANZAS DEL PERU, LIBRO ll, Titulo lX, fol 144, Latcham, trabajo citado.
43
Castro y Ortega Morejon, 244; Petersen, trabajo citado.
bien seguro de la cautela y engaño del visitador, entraron en el pueblo de capitanes del Inca y se
apoderaron de él; lo cual visto desde el mar por la cacica y sus vasallos, no tuvieron otro medio que
rendirse. Prendieron los capitanes a la cacica y llevaron se la a presentar a la Coya”.44
En cambio, la sucesión del inca no era para mujeres. La organización imperial (que no hay que
confundir con la estructura de social en las distintas regiones del imperio) estaba hecha sobre base
guerrera y patriarcal.
Muchas mujeres, acaso las predilectas de los incas y grandes señores, se malvan al morir ellos, para
acompañarlos en la otra vida. El resto continuaba viviendo para servir a sus momias y bienes.
En otras categorías de la alta clase, allí donde la influencia patriarcal era más intensa, debió ocurrir
lo que Cobo narra en los siguientes términos: “Era costumbre entre ellos heredarse las mujeres de
sus padres y hermanos, de los cuales usaban los herederos como propias excepto las legítimas con
el padre difunto que había contraído matrimonio con la solemnidad acostumbrada, porque con esta
era prohibido el acceso carnal de los hijos y los mismo era de las otras mujeres concubinas, si
habían parido del padre, porque no habiendo parido, heredaban las los hijos y tenían las por propias
y erales permitido usar de ellas como tales. Los hermanos así como heredaban las mujeres de sus
hermanos, así las legítimas como las concubinas; y sobre todo los que habían de ser preferidos en
estas sucesiones había esta costumbre; que si los hijos eran grandes y tenían casa aparte al tiempo
de la muerte del padre, el mayor se apoderaba de las mujeres y si alguna había parida, esta entendía
en crear sus hijos y estarse por si aparte; y si la mujer legitima y no había partido, no la llevaba el
hijo del difunto, sino el hermano, porque a solo el hijo le estaba hecha la prohibición del
ayuntamiento carnal con la mujer legitima de su padre y no al hermano con las de su hermano”. 45
44
Cobo, Libro Xll, Cap. XV
45
Cobo, Libro XlV, Cap. Vll. Conformido por Diego Fernandes, “SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DEL PERU”,
Libro lll, Cap. lX.
hacen muy fielmente de manera que viviendo un indio se tiene entendido por el caso que este hace
de aquella persona quien le ha de suceder en hacienda aunque muera sin llamar aquella persona”.46
Del caso en que un indio moría sin dejar heredero, tratan los señores indios. “El teniente
gobernador, llamado micho”, dicen, “iba a su casa y ponía por quipo todo lo que dejaba, en
presencia del cacique de aquel pueblo y hacia saber al gobernador y el disponía de ello como le
parecía”.47
Las viejas que criaban a los huérfanos según Guamán Poma, debieron ejercer una especie de tutela.
Según Guevara, entre los indios actuales las formalidades testamentarias suelen consistir en la
enunciación verbal que, a la mujer y a los hijos, hacer el padre con ocasión de la enfermedad o de
algún vaticino grave y a presencia de los parientes respetables e indios más importantes del ayllu,
que guardan en la memoria el testamento con admirable fidelidad. Más recientemente y con motivo
de controversias judiciales ante los tribunales ordinarios, se está introduciendo el uso de testamento
en escritura simple, redactada y autorizada por algunos mestizos instruidos; y así son bienes algo
cuantiosos, con intervención del juez de paz.48
46
Santillan, 21; Castro y Ortega Morejon, 244.
47
Señores Indios, 74.
48
Guevara, “DERECHO CONSUETUDINARIO” citado.
Bibliografía
Actas de la sesiones de la comision reformadora del codigo civil. (s.f.).
Garcilaso. (s.f.).
Guevara, V. (1924). Derecho consuetudinario de los indios del peru y su adaptacion al derecho
moderno. Cuzco.
Morejon, C. y. (s.f.).