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EVANGELISMO

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ESCRITO PARA INFLUIR EN MILES DE PERSONAS
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Escrito para influir en miles de personas
Escrito para influir en miles de personas

por el evangelista ROBERTO CERVIÑO


Evangelismo eficaz. Escrito para influir en miles de personas
Roberto Cerviño

1ra. Edición, ................................. de 2017

ISBN
© 2017, Roberto Cerviño
Todos los derechos reservados.
Producción editorial de Aljaba Producciones - Buenos Aires - Argentina
www.aljabaproducciones.com- editora@aljabaproducciones.com
Libro de edición argentina.
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la trans
-
misión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio,
sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el
permiso previo y escrito del autor. Su infracción está penada por las leyes 11723 y 25446.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia
Reina Valera, revisión 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas.
EVANGELISMO EFICAZ

ESCRITO PARA INFLUIR EN MILES DE PERSONAS

Evangelista
ROBERTO CERVIÑO

Aljaba Producciones
Año 2017
Buenos Aires, Argentina
AGRADECIMIENTOS

A mi equipo de colaboradores:
Isabel y Laura Cerviño
Daniel Curra
Pablo Nievas
Silvina Cohen

Lo producido con este trabajo se utilizará para la extensión


de la palabra de Dios. Colabore; no lo reproduzca total o
parcialmente. Adquiera uno para usted o su iglesia. Gracias.

Ministerio Camino a la Vida.


Ev. Roberto Cerviño
ÍNDICE

Prólogo .............................................................................
6
1. Por qué evangelizar
.....................................................
7
2. Primero nosotros
.......................................................
19
3. Cómo relacionarnos con los demás ...........................
33
4. Logre que las personas acepten sus pensamientos
y los adopten
............................................................
52
5. Qué debo decirle......................................................
67
6. Guíe a la persona a Cristo
.........................................
89
7. Detecte a quién entrevistar ......................................
103
8. Tres reglas de oro
....................................................
111
9. Cómo aplicar todo lo leído .....................................
123
PRÓLOGO

L a experiencia en cualquier actividad humana, cuando se


canaliza debidamente, trae resultados positivos.
Es lógico esperar, en tales casos, que se produzcan cambios
de las estructuras, modificaciones o básicos ordenamientos.
En los métodos de evangelismo ha sucedido que a través
del tiempo y la experiencia se han producido grandes adelan -
tos. Muchos y variados textos se han editado sobre el tema,
cada uno con su aporte efectivo para el engrandecimiento del
Reino de Dios.
El hermano Roberto Cerviño, en esta oportunidad, hace
un intento para complementar un tema tan trascendente
como este.
Al profundizar en el texto el lector podrá darse cuenta,
inmediatamente, de la practicidad y transparencia con que el
hermano Cerviño encara el tema del evangelismo personal.
Movido por una experiencia propia, el autor trata de evitar
connotaciones teológicas extensas y abstractas, concentrán -
dose en hechos concretos y de inmediata utilidad en el ser -
vicio. Por todo lo expresado recomiendo este libro para un
adiestramiento rápido y eficaz, ideal para cursos de capacita-
ción en la iglesia local y en institutos bíblicos.

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Capítulo 1

POR QUÉ EVANGELIZAR

P or qué es, indudablemente, uno de los interrogantes que


más repiquetea en la mente de los cristianos.
Repetimos esta pregunta una y otra vez. Sobre todo en lo
que respecta a la Palabra de Dios y su soberana voluntad. Sin
embargo en esta ocasión nos detendremos específicamente en
el tema que nos ocupa: la gran comisión.
Mucho se ha hablado de este tema y aún hay mucho, mu-
cho más que aprender. Pero ¿por qué es tan importante este
mandato? Existen innumerables excusas que nos alejan de su
cumplimiento: “Yo no entiendo mucho de todo esto”, “Ten-
go poca gracia para hablar”, etcétera.
Pero no es nuestra intención en este momento analizar las
excusas, sino exhibir la importancia y resaltar la esencia del
porqué de nuestro deber cumplir la gran comisión.
Dice el Señor:

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu cora -


zón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando


te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano y estarán como
frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu
casa, y en tus puertas.
– De u te ro n o mi o 6 :6 -9

Al analizar el texto en forma detenida podemos encontrar


algunos puntos muy interesantes. En primer lugar, la Biblia
nos insta a llevar sus palabras en nuestro corazón. El hombre
almacena en su corazón, en forma simbólica, todo lo que an-
hela, recuerda o ama. Por esa razón decimos que la Palabra de
Dios debe estar en nuestro corazón. No podemos dar a otro
lo que no tenemos. ¿Cómo hablaremos a alguien del interés
de Dios por nosotros si no somos un real ejemplo de lo que
decimos?
Además el texto agrega: “… las repetirás a tus hijos…”.
Repetir significa hablar muchas veces la misma cosa. Este
texto, incluso nos indica a quienes. En este pasaje se ve a las
claras un mandato divino, y no es otra cosa sino el dar tes-
timonio de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, tanto
material como espiritualmente.
Ahora bien. Si le decimos a una persona: “Venga a Cristo
y será sanado”, estaremos declarando una verdad a medias, y
una verdad a medias no es nada más que una mentira. Cuan -
do Dios llega a nosotros obra en todas las áreas de nuestra
vida y ese es el mensaje que debemos dar. El mandato de Dios
es: “¡Habla constantemente de mí!”.

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P O R Q U É E VA N G E L I Z A R

Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles:


Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la
tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por
atalaya, y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare
trompeta y avisare al pueblo, cualquiera que oyere el soni -
do de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada
lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza. El sonido de la
trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas
el que se apercibiere librará su vida. Pero si el atalaya viere
venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se
apercibiere, y viniendo espada, hiriere de él alguno, este fue
tomado por causa de su pecado pero derramaré su sangre de
mano del atalaya. A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto
por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca,
y los amonestarás de mi parte.
Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no
hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío
morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de
tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se
aparte de él, y él no se apartare de su camino, el morirá por
su pecado, pero tú libraste tu vida.
– Eze qu i e l 3 3 :2 -9

¡Qué gran responsabilidad! Este pasaje nos señala como


atalayas con un mandato claro: decirles a las personas que se
vuelvan de sus caminos. Esta es sustancialmente la función de
un centinela: estar en su lugar para cumplir órdenes precisas.
¿Qué sucedería si un centinela se duerme en medio de una
batalla? Será el responsable de lo que acontezca.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Y les dijo: Id por todo el mundo predicad el evangelio a toda


criatura.
– Ma rco s 16 :15

Si traemos por un momento a la memoria el pasaje cita -


do anteriormente en el libro de Deuteronomio, veremos que
existe una similitud. Deuteronomio nos dice: “... y andando
por el camino…”. Es importante entender cuál es el mandato
bíblico.Ir no significa que tenga usted que trasladarse a otro
país, o pueblo o estado, ni mudarse; sino ir a la persona que
está a su lado, en su empleo, o vecindario o simplemente a
sus amigos. No olvidemos que nuestro prójimo es nuestro
“próximo”.
No solo es nuestro prójimo el que está en otro continente,
sino también el que está a nuestro lado. Es por él por quien
debemos comenzar. Tal vez es alguien que no nos resulta tan
simpático o agradable o es aquel de quien pensamos: “Jamás
nos escuchará”.
Ir nos habla de movimiento, de buscar a las personas y ha -
blarles del amor de Dios.esIr más que un verbo conjugado
en imperativo, es un fuego puesto por Dios en nuestros cora -
zones para que seamos verdaderos centinelas y buscadores de
almas perdidas.
Mateo 28:19 corrobora el mandamiento diciendo: “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Este texto amplía el horizonte de la gran comisión. Está
muy lejos de ser una contradicción; más bien nos insta a en-
señartoda la Palabra de Dios, nos habla de “hacer discípulos”

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P O R Q U É E VA N G E L I Z A R

que puedan llevar esta buena semilla a otros. Podemos ilus -


trarlo diciendo que el Señor anhela que seamos como los at-
letas, que corren carreras de postas y cuando llegan a cierto
momento de la competencia dan la señal a otro y siguen ade -
lante. Esto es predicar a los que no conocen para que conoz-
can, y cuando ya estén en situación, ellos le prediquen a otros.
Mientras andamos por el camino, transitamos por diferen -
tes lugares, barrios, pueblos. Nos relacionaremos con distin-
tas personas y ocuparemos mucho de nuestro tiempo. Pero
el tiempo y el lugar carecen de importancia si entendemos
que lo que debemos buscar es el alma, el alma que se pierde
irremediablemente al no conocer a Dios.
A esta altura podríamos sentirnos más que satisfechos de
estar adquiriendo tan útiles conocimientos; pero es funda -
mental entender que, mientras tanto, en el mundo mueren
sesenta y seis personas por minuto. Sí, ha leído bien, sesenta
y seis personas. Nuestra labor como atalayas y centinelas de
Dios no puede postergarse, debe ser puesta en marcha sin
dilación.
La Biblia dice: “He aquí, ahora el tiempo aceptable; he aquí
ahora el día de salvación” (1 Corintios 6:2b).
Muy bien; comencemos de inmediato. Para usted es el
mandato.

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y


cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin
haber quién les predique?” (Romanos 10:14).

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Una de las inclinaciones del ser humano es esperar que


otros hagan las cosas primero. Sin embargo analicemos la en -
señanza del siguiente pasaje:

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que


habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló
primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al
Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y
mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás
llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).
– Ju a n 1 :4 0 -4 2

Andrés encontró por fin al Mesías esperado. No demoró ni


titubeó sino que fue y contó la maravilla de haber hallado al
Hijo de Dios en persona. Andrés no resistió y corrió a su her -
mano para conducirlo, también a él, a los pies del Salvador.
Un pasaje muy conocido nos relata la historia de Felipe y
el etíope.
Veamos:

Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo:


Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si algu-
no no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se senta -
ra con él. El pasaje de la Escritura que leía era este: Como
oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante
del que lo trasquila, así no abrió la boca. En su humillación
no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la conta -
rá? Porque fue quitada de la tierra su vida. Respondiendo el

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P O R Q U É E VA N G E L I Z A R

eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice


el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Feli-
pe, abriendo su boca, y comenzando desde esta Escritura, le
anunció el evangelio de Jesús.
– He ch o s 8:3 0 -3 5

El etíope estaba deseoso de aprender la verdadera Palabra


de Dios y solo tenía la posibilidad de leer.
Hoy en día la Biblia es mencionada en todo lugar; incluso,
por la mala interpretación que hace de ella un buen grupo,
salen doctrinas erróneas y muchas personas bien intenciona-
das caen en esos errores.
¿Por qué no tomamos entonces el lugar de Felipe y comen -
zamos a ser guiados por el Espíritu Santo?
También Saulo de Tarso, más tarde el amado apóstol Pa -
blo, tiene algo que decirnos:

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que


este era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban
atónitos, y decían: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a
los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevar -
los presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho
más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en
Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. Pasados mu -
chos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; pero sus
acechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guar-
daban las puertas de día y de noche para matarle.
Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesa-
rea, y le enviaron a Tarso. Entonces las iglesias tenían paz por

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toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando


en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el
Espíritu Santo.
– He ch o s 9:2 0 -24 , 30 -31

En el versículo 29 hace hincapié: “Y hablaba denodada -


mente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero
estos procuraban matarle”.
Saulo era un inconverso. Después de un encuentro con
Jesús (Hechos 9) la llama del Espíritu Santo comenzó a arder
en él y no dejó de predicar, sino que lo hacía con denuedo.
No olvide que usted también puede ser un “Pablo”. Para él
toda oportunidad era buena.
Observe:

Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río,


donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a
las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer lla-
mada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiratira,
que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el co -
razón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
– He ch o s 16 :13 -14

Pablo hablaba la Palabra de Dios en un día de descanso.


Para él no fue impedimento ir a las mujeres en un día de
fiesta.

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P O R Q U É E VA N G E L I Z A R

El apóstol ansiaba en su corazón llegar al alma de los per-


didos. Aun en momentos de gran tensión, Pablo testificaba.
Nótese en Hechos 16:28-32:

Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún


mal, pues todos estamos aquí. Él entonces, pidiendo luz (…),
se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree
en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron
la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.

¡Qué situación delicada! Están encarcelados, un terremoto


que conmueve el edificio, un carcelero a punto de quitarse la
vida y la Palabra de Dios que llega a labios de un simple hom -
bre, como usted y como yo que no pierde oportunidad para
hablar con denuedo acerca del obrar de Dios.
Otro punto importante, que ya hemos mencionado, es la
necesidad de corregir las malas doctrinas. Veamos lo que dice
Hechos 18:24-28:

Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural


de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.
Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo
de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo
concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautis-
mo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sina -
goga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron
aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.
Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él


allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían
creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente
a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el
Cristo.

Aquila y Priscila no titubearon ni dudaron en aclarar temas


doctrinales con el hombre que, a pesar de sus buenas inten -
ciones, estaba equivocado. Esta iniciativa de Aquila y Priscila
permitió que más tarde Apolos fuera de gran provecho para la
obra del Señor. ¿Por qué no tomar este ejemplo?
Bueno, seguramente usted pensará a esta altura que estas
enseñanzas son para un grupo reducido. Permítame, sin em-
bargo, recordarle un pasaje del libro de Hechos 8:4: “Pero
los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el
evangelio”.
¡Qué deleite es ver la Palabra de Dios correr en forma com -
pleta y clara! ¡Qué hermoso es leer que todos la hablaban!
El Señor Jesús dijo en una oportunidad: “Vuélvete a tu
casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” (Lucas
8:39).
El endemoniado gadareno, ahora librado por el poder del
Señor, publicaba las cosas de Dios; es decir, hablaba en pú -
blico, no callaba y contaba lo que había recibido. ¿Seremos
nosotros menos que él?
“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me
envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).
El Señor tenía una misión específica que cumplir, una mi-
sión clara y bien determinada. Así como lo mandó el Padre a

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P O R Q U É E VA N G E L I Z A R

buscar a los perdidos, así también nosotros somos enviados.


El apóstol Mateo dice:

De manera que cualquiera que quebrante uno de estos man -


damientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquie -
ra que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el
reino de los cielos.
– Ma te o 5 :19

¿Cómo prefiere ser llamado en el reino de los cielos: gran-


de o pequeño? Usted tiene la posibilidad de elegir.
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2
Timoteo 2:2).
Pablo le aconseja a Timoteo transmitir lo aprendido a otro
para que estos, a su vez, completen la tarea y lo enseñen a
otros y así sucesivamente, hasta llegar a usted.
A propósito: ¿Ya pensó que usted está leyendo este traba-
jo porque otra persona tomó el mandamiento para sí y fue?
¿Dónde estaría usted de no haber sido así?
“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de
sí” (Romanos 14:12).
Bueno, realmente esta reflexión es muy importante; no ha -
bremos de dar cuenta a un pariente, o al encargado del anexo,
ni al pastor de la iglesia. No. Daremos cuenta a Dios.
“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio
a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos
1:14).

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

El trabajo es para todos.Todos debemos alcanzar a los


perdidos.
“… de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). No
existen motivos, ni posibilidades para esquivar el mandato.
Propongamos en nuestro corazón hacerlo, y veremos la
bendición de Dios.
El haber llegado hasta aquí ya es una buena muestra de su
predisposición. No se detenga.

18
Capítulo 2

PRIMERO NOSOTROS

N uestra tarea es, como decimos, ir, predicar y hacer dis


cípulos. Muy bien, pero vamos a hablar de Dios, de su
-

Hijo, de la obra del Espíritu Santo y del plan de Salvación de


Dios para el hombre, por lo que es menester estar impregna-
dos de la presencia de Dios y llenos de amor y misericordia.
Juan 15:5b dice: “… porque separados de mí nada podéis
hacer”. La persona que quiera llevar el mensaje a otros, debe
reflexionar acerca de estas palabras. “… de la abundancia del
corazón habla boca” (Lucas 6:45) y la abundancia del cora -
zón la da, únicamente, la oración. Esto es lo que nos debe
preocupar y ocupar si verdaderamente deseamos ser obreros
productivos.
Consideremos algunos aspectos de nuestra oración:

Su importancia: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido


sobre vosotros el Espíritu Santo…” (Hechos 1:8). En este pasaje
se habla acerca del poder que necesitamos para enfrentarnos a
toda fuerza del mal. Cuando nuestra tarea consiste en rescatar

19
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

personas de las garras del enemigo, debemos anhelar ese po-


der para vencer.
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de
orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). La constancia en la
oración es la que abre toda puerta, rompe toda cadena. Si per -
manecemos en Dios y Él permanece en nosotros, recibiremos
respuesta a todas nuestras peticiones (ver Juan 15:7).
“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar…” (1 Ti-
moteo 2:8). Pero, ¿se podrá realmente cumplir este mandato?
Creo que sí. Recuerdo cuando en una oportunidad, viajaba
en el automóvil y me sentía realmente cansado. La distancia
a recorrer era gigantesca y el calor me agobiaba. Viajaba un
poco incómodo en mi pequeño y no muy confortable auto y
me pregunté: ¿Qué puedo hacer? La respuesta fue clara: Ponte
a orar. Lo hice. Los días en oración parecen segundos. Hoy
puedo decir que se puede orar mientras se conduce. Eso sí, no
cierre los ojos ni se ponga de rodillas. Hágalo con su corazón
y en todo lugar.
“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Esto nos habla
de no abandonar nunca. Si se quiere se puede. Piense por un
momento cuánto tiempo del día dedica a leer un periódico,
una revista o simplemente a hablar por teléfono. Reemplace
parte de ese tiempo por la oración y verá los resultados.
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en
tanto que está cercano” (Isaías 55:6).
“En ti he esperado todo el día” (Salmo 25:5b). Este versículo
nos llama a la reflexión. Es posible orar todo el día, aun du-
rante las ocupaciones se puede orar y esperar en Dios.

20
PRIMERO NOSOTROS

El Marqués de Renty, para quién Cristo era lo más precio -


so, en una ocasión se entregaba a sus devocionales e indicó a
su criado que lo llamara después de la media hora. Este, al ir
a cumplir con la orden que había recibido, vio tal expresión
de santidad en el semblante del marqués que no se atrevió a
hablarle. Sus labios se movían pero no se oía ningún ruido.
Esperó hora y media y cuando lo llamó, el marqués dijo que
el tiempo que había pasado en comunión con Cristo le había
parecido muy corto.
El notable misionero, Adoniram Judson dijo refiriéndose
a la oración:

Arregla tus negocios, si es posible, de manera que puedas


dedicar tranquilamente dos o tres horas del día no simple -
mente a ejercicios devocionales, si no a la oración secreta
y a la comunicación con Dios. Esfuérzate siete veces al día
por alejarte de las preocupaciones mundanas y de los que te
rodean, para elevar tu alma a Dios en tu retiro privado. Em -
pieza el día levantándote a media noche y dedicando algún
tiempo en el silencio de la oscuridad a esta obra sagrada.
Que el alba te encuentre en esta misma ocupación, y haz
otro tanto a las nueve, a las doce, a las tres, a las seis y a las
nueve de la noche.
Ten resolución en su causa. Haz todos los esfuerzos posi-
bles para sostenerla. Considera que tu tiempo es corto y no
debes permitir que otros asuntos y compañías te separen de
tu Dios.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

B) Sus beneficios: Mientras oramos, Dios nos provee el


amor y la compasión, que son esenciales para toda labor en la
obra de Señor.
Mientras oramos Dios nos muestra las necesidades de los
que nos rodean, nos guía hacia donde está o están las perso-
nas que necesitan de Él. Nos fortalece además espiritualmen-
te para obrar a través de nosotros y salvar a las almas perdidas.
Ahora, quien quiera que sea usted, sea cual fuere su edad o
sexo, su ocupación o posición en la vida, si conoce a Jesús
como Salvador debe saber que Él tiene un ministerio para
usted en la oración. Desde donde está puede interceder por
las almas y conducirlas a Cristo.
Bien. Se preguntará cuál es la oración que debemos ha-
cer. Partamos de una base: hay una sola oración que Dios
no contesta y es la que no se realiza. No piense en segar
abundantemente si primero no sembró abundantemente.
Ningún evangelista testimonial puede ir a la batalla sin la
debida protección. Por lo tanto, daremos por entendido que
usted ora.
Dios tiene un plan maravilloso para que pueda ejercer in-
fluencia a todo nivel. No se trata de un plan solo para escogi -
dos, sino para todos.
Es un lugar clave en el que puede tener un poder y efica-
cia renovados en la oración, jugar un papel importante en el
propósito de Cristo, ser el intercesor que Dios quiere que sea.
¿Quiere intentarlo? Recuerde: Beneficio - Entrega.
Veamos tres actitudes a adoptar en la oración:

22
PRIMERO NOSOTROS

1) Una actitud física de humillación


“… Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le
adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Josué 5:14).
Que Josué adoptara esta absoluta forma de postración mues-
tra los sentimientos de profunda reverencia que le inspiraron
el lenguaje y el porte majestuoso del extraño. Claro, Josué
probablemente estaba analizando estrategias de lucha o -re
corriendo el campamento cuando se encontró con el ángel
de los ejércitos de Jehová. Entonces adoptó una actitud de
humillación. Aunque se sintió sorprendido o asustado o tal
vez confuso, no tardó en reconocer la majestad y venerarla.
Cuando oramos, es menester adoptar esa posición. A medida
que nosotros menguamos, Él más crece en nuestras vidas.
“Y, postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas”
(1 Reyes 18:42b). Elías vivió uno de los momentos más im-
portantes. Estaba orando para que la lluvia llegara. Mientras
el rey Acab subió a comer y a descansar, Elías, el profeta de
Dios, dobló sus rodillas y puso su rostro entre ellas, una pos-
tura de ardiente súplica. La tensión era mucha, pero él sabía
en quién había creído y con su actitud nos dio una lección de
humillación.
En una oportunidad me encontraba en un culto de adora -
ción. Cuando el predicador fue invitado a la plataforma, sa-
ludó cordialmente al auditorio. Sus primeras palabras fueron:
“Señor, bendiga usted a este pueblo”. Al escuchar esta frase,
fui conmovido por el Espíritu Santo. “Señor, bendiga usted”.
¡Qué reverencia! ¡Qué actitud! Estamos hablando con el So-
berano Rey de reyes, aquel que hizo las pléyades y el Orión
(ver Amós 5:8).

23
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Claro que muchas veces, nuestra continua relación hace


que lo tratemos más familiarmente y digamos: “Padre, haz
esto o aquello”, “Señor, pon o quita”, etcétera, como si fue -
ra el muchacho de los caprichos. “Bendiga usted, Señor” me
conmovió y tomé el mensaje para mi vida. Aún no lo he lo-
grado pero anhelo tratar al Señor con esa reverencia tomando
una actitud digna con quién es el Creador, el Omnipotente y
Soberano, Rey de reyes y Señor de señores.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro
Señor Jesucristo” (Efesios 3:14). Esta actitud corresponde a la
oración humilde. La postura del cuerpo afecta la mente y por
esto tiene su importancia.
“… Se puso de rodillas, y oró con todos” (Hechos 20:36).
¡Qué escena tan patética! Pablo, el apóstol, aquel que tanto
bregó por la causa de Cristo; el que podía con toda autoridad
tutearse con el Señor; prefirió doblar las rodillas y hablar des -
de una postura de verdadero siervo. Desde la humildad, des-
de el postrar su espíritu en reverencia, doblando las rodillas.
En cierta oportunidad estuve de campaña en una localidad
bastante alejada de mi domicilio y debía pernoctar en esa ciu -
dad. Terminando el culto y mientras regresábamos en el auto,
la hijita del pastor de la congregación local, una niña de unos
siete años, nos dijo:
–Saben, el hermano tal (y mencionó el nombre) no recibi -
rá contestación a sus oraciones.
Nos quedamos petrificados. El pastor me miró, yo miré
a su esposa, todos nos miramos, pero nadie se atrevió a pre -
guntarle por qué. Un frío recorrió el pequeño automóvil.

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PRIMERO NOSOTROS

Después de unos instantes de silencio (que parecieron varios


años), el papá de tan hermosa niña dijo:
–No es así. Dios siempre contesta nuestras oraciones.
Pero la niña volvió sobre sus pasos y dijo:
–Papá, el hermano tal no recibirá contestación de Dios.
La madre intervino tratando de refrescar un poco el cal
-
deado diálogo.
–No, mi amor. Papi, el hermano y yo sabemos que Dios
siempre contesta las oraciones.
Yo trataba de no intervenir por ser el invitado.
–Hermanos (involucrándonos a todos), el mencionado
hermano no recibirá favores de Dios.
Un semáforo detuvo nuestra marcha. Una viejecita cruzó
la calzada impidiéndonos aprovechar la luz verde que rápida-
mente cambió a rojo; y otra vez la espera y otra vez la niña
que volvió al tema:
–¿Han oído que no recibirá contestación?
El pastor entonces comenzó a recordar oraciones contes -
tadas por Dios. Comenzó su reconto con Moisés que clama
a Dios y el mar es dividido. Josué ora y Acán es descubierto.
Ana ora y nace Samuel. Ana ora y gana una victoria. Daniel
ora y le son reveladas las setenta semanas. Mardoqueo que
le ordena a Esther que ayune y ore y Amán es ahorcado en
la misma horca que él preparó para Mardoqueo. Nehemías
ora...
–¡Sí, papá! interrumpió la niña– pero en este caso no
funcionará.
El papá pastor, con un tono de voz ya más cambiado, como
quién pelea contra su sombra dijo:

25
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

–Elías oró y la lluvia cayó. Eliseo oró y se abrió el Jordán.


Eliseo oró y el niño resucitó, al igual que Pablo oró por el
joven que cayó de la altura y resucitó. Pablo y Silas oraron y
cantaron y las puertas se abrieron...
–Papá –dijo la nena–, en este caso no funcionará.
Rendidos ante tal situación y temiendo por la respuesta, el
padre preguntó con verdadera valentía:
–Pero ¿por qué?
La niña muy fresca dijo:
–Porque cuando el hermano ora dobla una sola rodilla y
Dios quiere que doblemos las dos rodillas. Las dos.
El pastor, su esposa y yo nos miramos mientras la niña lucía
una amplia sonrisa de satisfacción. Nosotros nos quedamos
mudos por un tiempo, reflexionando. ¡Cuántas oraciones no
son contestadas simplemente porque no doblamos nuestras
dos rodillas! Debemos tener siempre esta actitud, pues es la
que al Padre le agrada. Él nos responderá.

2) Una actitud espiritual de arrepentimiento


“Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos
a Jehová” (Lamentaciones 3:40). Aun en la calamidad en la
que se encontraba el profeta Jeremías, la ciudad devastada y
las puertas quemadas, decía: Escudriñemos nuestro camino,
echemos un vistazo a nuestra propia vida antes de alcanzar el
derecho de erigirnos en jueces de los demás. Arrepentimiento.
¡Qué difícil es ponerlo en práctica! Siempre apelamos a la fra -
se: “Ese o aquel debe arrepentirse”. O somos rápidos en decir:

26
PRIMERO NOSOTROS

“Hermano, si te arrepientes Dios te perdona”. Pero... ¿y para


nosotros qué? ¿Será tan sencillo recomendar como hacer?

Lavaos y limpiaos; quitad las iniquidades de vuestras obras


de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a
hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced
justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice
Jehová y estemos a cuenta.
– Isa ía s 1:l 6 -18 a .

Debe haber un arrepentimiento, antes que el pecado sea


perdonado. El Señor dice: “Venid luego”. No antes ni duran-
te, sino luego. Tome una actitud de arrepentimiento y podrá
sentir que Dios comienza a obrar en su vida.
Si simplemente toma una pequeña concordancia bíblica
verá y podrá apreciar cuántos pasajes hablan de un arrepen -
timiento verdadero para acceder al perdón de pecados.“Así
que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio” (Hechos 3:19). Abandonar el mal, alejarse de él,
para que el Señor nos mande alivio, refrigerio, tranquilidad,
paz y gozo.
En alguna oportunidad una persona se acercó a nuestro
equipo evangelístico y nos preguntó, o mejor dicho, nos dis-
paró a quemarropa, inquiriéndonos:
– ¿Qué es el arrepentimiento? No quiero ni discurso ni un
sermón. Quiero una definición.
Carraspeé, como para tomar oxígeno (y tiempo) para que
el Espíritu me guiara y dije:

27
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

–Simplemente: darse vuelta.


Sorprendido, mi fugaz interlocutor señaló:
–Muy bien, ahora sermonéeme.
–Perdón, no entiendo, dije.
–Quiero que me diga todo sobre el tema –repuso.
–Bien –dije–, comencemos: Supongamos que usted reser-
va un hotel en Mar del Plata para la temporada de verano.
Prepara todo: su coche, su familia, en fin, todo. Toma la ruta
y sale de viaje. Al cabo de seis horas de marcha lee un cartel
indicador que dice Mendoza 500 km. Lo primero que hace es
detenerse, recapacitar y darse vuelta de su camino. Muy bien.
El hombre, desde el paraíso, salió con un destino equivocado.
Fue creado para mirar a Dios de frente pero prefirió darle la
espalda y manejarse de acuerdo a su saber y entender. Dejó de
ser gobernado por Dios y pasó a ser gobernado por su “yo”.
Muy bien. Si usted desea arreglar sus cuentas con Dios, no
podrá hacerlo mientras permanezca de espalda. Dé la vuelta,
comience a mirarlo de frente y recibirá el perdón de sus peca -
dos. Pero únicamente si se da vuelta.
Meditó y luego dijo:
–¿Así de fácil?...
–Sí –respondí–. Bueno, usted puede ayudarse abriendo
su corazón y confesándole a Él sus pecados y Él lo perdona-
rá, ya nunca más se acordará de sus pecados (Hebreos 8:1b).
Comenzará a experimentar algo nuevo en su vida y será que
aborrecerá el pecado, detestará las malas actitudes y pensa -
mientos pecaminosos y se alejará cada vez más de las faltas.
Dios se encargará de alertarle y vigilarle para que usted viva
una nueva vida en Cristo Jesús. Dios no rechaza un corazón

28
PRIMERO NOSOTROS

hecho pedazos, y escucha la petición de sus hijos. Derrame su


corazón ante la presencia del Señor y su vida será una verda-
dera obra de arte en manos del Señor.

3) Una actitud mental de sujeción


“… De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (Sal-
mo 5:3).
El horario del tren nos apura. Nuestras diarias obligaciones
nos introducen dentro de un nivel de velocidad en el que a
veces es tremendo perder un segundo de nuestro tiempo. A
tal punto que nos disponemos a orar con fervor y con todo
nuestro corazón, queriendo buscar a Dios. Pero en el mo -
mento crucial, cuando Él va a hablarnos, nos despedimos tan
rápidamente que el Señor se queda con su mensaje y nosotros
sin su bendición.
Cita Hope MacDonald: “¿Se ha puesto a pensar que Dios
nos ha dotado de dos oídos y una sola lengua?”. ¿Será tal vez
para que oigamos el doble de lo que hablamos? Para pensar,
¿verdad?
Por lo general no escuchamos a las demás personas, ni a
nuestras esposas o hijos, menos a nuestros subalternos en la
oficina y muy poco a nuestros superiores. Así también nos
olvidamos de escuchar a Dios. Pero, ¿cómo llegaremos a co-
nocer a una persona o a algún amigo si no le escuchamos
con atención, sin distracción, asimilando todo lo que él tenga
para decirnos con la mente fija en lo que está sucediendo?
Pensará tal vez que Dios es distinto a un amigo circunstancial,
y tiene razón. Pero Dios habla a través de su Palabra escrita.

29
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Personalmente no creo en terminar una oración y abrir la


Biblia en cualquier hoja, como quién abre una caja de bom-
bones. No creo en eso. Me parece algo desordenado.
Cierta vez un predicador que utilizaba ese método, al abrir
la Biblia al azar y escoger así el texto para su sermón (sistema
que siempre le daba resultado), fijó sus ojos en Mateo 27:5
“… y fue y se ahorcó”. Titubeó por unos instantes y cerró la
Biblia. Abrió nuevamente la palabra de Dios en el pasaje de
Lucas 10:37, donde dice, en la parábola del buen samarita -
no, “… Ve, y haz tú lo mismo”. El predicador cerró su Biblia
y comunicó al auditorio: “Hermanos, oremos. Hoy no hay
palabra de Dios”. Si nosotros tenemos la mente de Cristo (ver
1 Corintios 2:16), y amamos al Señor nuestro Dios con toda
nuestra mente (ver Mateo 22:37b), entonces recibimos y per -
cibimos con nuestra mente lo que Dios nos habla o dice. Él
se encargará de mostrarnos el pasaje que es su voluntad y el
pan de cada día para nosotros. Todos hemos leído la Biblia en
su totalidad por lo menos una vez, tal vez cinco, o aun veinte;
pero siempre hay un pasaje nuevo y refrescante.
Cierta vez Dios me mostró un pasaje. Ese era un día muy
difícil, esos que todos tenemos. ¿Sabe qué pasaje? Deuterono -
mio 28:1-14. Muy conocido, ¿verdad? Tal vez este pasaje de
bendiciones a la obediencia es realmente tan conocido y leído
en todos los cultos y devocionales; pero ese día Dios lo había
apartado para mí, lo puso en mi mente y fue de gran bendi-
ción. Creo profundamente que Dios ha desarrollado nuestra
mente para que Él la gobierne y ponga sus pensamientos en
los nuestros. Una mente gobernada por el Señor dará frutos.
Con nuestra mente podemos interceder por los necesitados

30
PRIMERO NOSOTROS

y por las peticiones personales. Podemos abrir nuestra mente


para servir.
En una oportunidad un pastor visitaba a una anciana que
era miembro de su congregación. Dicha ancianita había esta-
do postrada durante años por una enfermedad, y aún estaba
es esa situación.
Cuando llegó el pastor, se disculpó por llegar un poco re-
trasado, y comentó a la hermana, que estaba en cama:
–Perdóneme por haber llegado tarde. Sucede que estuve
recorriendo el pueblo haciendo visitas, y por eso la hora.
La anciana respondió:
–No se preocupe pastor, yo también recién llego de reco-
rrer el pueblo.
–¿Cómo es posible? ¡Si usted no puede moverse!
–Pastor –contestó la anciana–. Mi alma y mi mente no
están postradas; diariamente recorro el pueblo y cada uno de
mis conocidos con mi mente, orando por ellos.
Si en nuestra relación con Dios le entregamos las tres áreas
de la vida: física, mental y espiritual, entonces veremos a Dios
y podremos ser obreros útiles en sus manos. Solo así lo logrará.

31
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Bosquejo de este capítulo

Estar impregnados de la presencia de Dios

a) Su importancia
b) Sus beneficios.

La oración, fuente de toda inspiración, debe tener tres


actitudes:

I) Una actitud física de humillación


II) Una actitud espiritual de arrepentimiento
III) Una actitud mental de sujeción.

32
Capítulo 3

CÓMO RELACIONARNOS CON


LOS DEMÁS

A nalizaremos en este capítulo las diferentes situaciones que


debemos cuidar y vigilar para llegar a relacionarnos con
las personas necesitadas. Indicaremos en esta sección cómo
maniobrar o conducirnos en diferentes situaciones, cómo
proceder ante cada tipo de persona, cómo ser más útiles a la
obra del Señor.
Para eso debemos saber modificar nuestras actitudes de
acuerdo a cada circunstancia.
No estaremos estableciendo trucos ni fórmulas mágicas, ni
reglamentos.
Reflexionaremos juntos y en base a la experiencia obser -
vada, corregiremos nuestros errores y mejoraremos nuestros
aciertos. ¿Será bíblico todo esto?, se estará preguntando. Vea-
mos lo que hacía y decía el apóstol Pablo:

Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de


todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos
como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos

33
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la


ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están
sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de
Dios, sino la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.
Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a
todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve
a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme
copartícipe de él.
– 1 C o r i n ti o s 9:19 -2 3

El apóstol Pablo no utilizaba trucos, utilizaba la mente de


Cristo y procedía a tomar el papel del otro para entenderlo y
hablarle de igual a igual. Él no hablaba a los demás como teó -
logo, enseñado por Gamaliel; dice: “A todos me hice de todos
con tal de ganar a unos pocos”. Esa es la idea, esa es la meta,
ganar almas para el Señor. No para aumentar numéricamente
las sillas de nuestra iglesia, sino para aumentar los participan -
tes a las bodas del Cordero.
El apóstol sabía que tenía la bandera de la victoria, conocía
el poder de Dios, tenía bien claro que su palabra conmovía
a las personas, pero él representaba la palabra de Dios, no la
tiraba sobre las personas sino que la alcanzaba como quien
lleva un plato de manjares. ¿Llevaría un plato de masas finas
envueltas en papel de diario? ¿Lo haría? ¿Se presentaría a pe-
dir empleo, ya sea de obrero o de ejecutivo, en pijamas? ¿Lo
haría? Creo que no. No lo haría. Pues bien, tenemos el man-
jar, la Palabra de Dios; ahora queda en nosotros presentarla
como es digna.

34
C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

Hemos visto a través de la experiencia en el trabajo perso-


nal que las personas testifican a Cristo de diferentes maneras.
Cada uno usa su sistema y no nos parece mal; creemos que
el individuo debe llevar la palabra de Dios, como sienta en
el espíritu. Pero no podemos arrojarle alcohol puro sobre las
llagas de una persona con heridas múltiples en su piel, con
quemaduras de tercer grado y, lamentablemente eso es lo que
suele hacerse.
Tenemos frente a nosotros una persona angustiada, enfer-
ma y con miles de problemas y en lugar de hablar del amor
y la misericordia de Dios, comenzamos a buscar el origen de
sus males. Empezamos a hurgar en la vida de este ser, busca-
mos cuáles pueden ser, a nuestro criterio, las causas que mo-
tivan esta situación o estado anímico. ¿Es acaso que Dios nos
mandó a juzgar o a investigar el principio de los males? Dios
nos envió a llegar a las personas con un mensaje poderoso de
esperanza. Aceite es lo que debemos derramar sobre las perso -
nas, ese aceite que suaviza su angustia, el que lo suaviza de sus
iras; el aceite es la palabra de Dios que no vino a juzgar ni a
peguntar de dónde vinimos. El óleo que derrama Jesús es para
aliviar. Pero nosotros llevamos alcohol y palos, por eso los
resultados y los conceptos. Dijo un cristiano bautista: “Cui-
dado, vienen los pentecostales” y hasta escribió un libro. En
este trabajo trataremos de llevar la palabra de Dios con todas
las letras, servida en bandeja de fina plata. Aceite, no alcohol.
“Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor
está cerca” (Filipenses 4:5).
Investigando el texto he notado que el apóstol nos enseña
a ser amigables, atentos, corteses, simpáticos, con las personas

35
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

amables y respetuosas con los demás. En algunos casos se con -


funde la palabra gentileza y se la toma de la raíz etimológica
de “gentil” o sea persona no judía y, por lo tanto, despreciada
por los judíos. Y esto no es así. Si bien hubo ese concepto en
cuanto al pueblo elegido y el resto denominado “gentiles”,
no es el caso del texto que nos ocupa. En él Pablo indica cla-
ramente el trato, la predisposición a ser afable, abierto, con
normas claras de educación y con cultura. Tal vez se pueda, o
no, tener cultura educacional pero con un poquito de esfuer-
zo, aun la persona que nunca cursó un estudio, puede, si se lo
propone, hacer de una relación con otra persona un diálogo
simple, elevado y sinceramente educado.
Nos manejamos con palabras muy duras, que lastiman a
los demás. Recuerdo siempre que un día, al aire libre, estaba
un predicador con mucho entusiasmo hablando acerca de las
cosas de Dios. Personas que circunstancialmente pasaban por
el lugar detenían su marcha y escuchaban atentamente. El
número crecía, ya era bastante grande, cuando a este siervo se
le ocurrió hacer una pregunta: ¿Saben qué son ustedes delante
de los ojos de Dios? Silencio en la audiencia. Repitió: ¿Saben?
Nadie respondía. Pues bien, espetó: Son trapos de inmundi-
cia delante de los ojos de Dios (Isaías 64:6). En un segundo,
ese grupo tan numeroso desapareció totalmente. No quedó
nadie. Y el aire libre fracasó.
Tal vez piense: ¡pero la escritura lo dice! Muy bien: sí, lo
dice, y yo lo entiendo y lo acepto como usted. Ahora,- re
flexione, ¿lo hubiera aceptado antes de que Dios abriera su
entendimiento y de entregarse a Cristo? ¿Qué piensa?

36
C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

En una oportunidad fui invitado a predicar durante va -


rias noches en una campaña. Cuando llegó el momento de
la predicación subí a la plataforma y comencé a notar que el
sonidista había aumentado muchísimo el nivel de salida del
equipo de audio. Había un retorno tan alto que me molesta-
ba aun a mí que estaba predicando. Durante toda la reunión,
mientras ministraba, rogaba a Dios que bajara esos equipos.
Al final de la reunión me entrevisté con el hermano y con bue -
nos modales le comenté acerca del volumen de los equipos y
me contestó: “Siempre lo ponemos así, es para que los vecinos
sean tocados por el Espíritu”. Pienso que Dios sana la sordera,
no la produce. No necesita el Espíritu de Dios decibeles altos
para tocar a la persona. Al segundo día fue levantada la cam-
paña porque la Municipalidad revocó el permiso, dado que
los vecinos se quejaron de los parlantes. Otro fracaso. ¿Por
qué? Porque no se supo llegar con cortesía, con cuidado, con
responsabilidad. Miremos algunos principios fundamentales
para entablar una buena relación con los demás:

I) Cuide su aspecto personal

Retomando el ejemplo de las masas finas envueltas en pa-


pel de diario. Veamos: Un familiar suyo le acerca un paqueti-
to de esas características. Cuando lo recibe, ¿qué piensa? Tal
vez ¿qué habrá adentro para que lo envuelva en ese desprolijo
diario? Aun tendría ganas de abrirlo. Luego, sin mucho apuro
dirá: “No debe haber nada fino ni importante adentro”. Pero

37
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

está en un error. Dentro hay masas. Usted no sabe eso y no lo


abre, como consecuencia se pierde el deleite de comer masas.
Tomemos el otro ejemplo: El del hombre que pide trabajo
en pijamas. El gerente de personal ¿qué ve de esa persona?
Primero el pijama de dormir, por más que dentro esté el hom -
bre más sabio del mundo, el doctor más importante del país,
la persona verá el pijama.
Demos a las cosas el lugar que se merecen. El papel de
diario tal vez sea útil para envolver papas o tornillos, pero
nunca masas finas. El pijama es útil y cómodo para dormir, o
para estar distendido en el living de su casa, pero no lo es para
pedir empleo. ¿No le parece?
Somos hijos de un Rey. Es Rey de Reyes, soberano del
cielo y de la tierra y usted es su representante. ¿Entiende esta
función de comisionado, enviado, hijo y heredero del Señor?
Hay muchos que no entienden esto y no cuidan su aspecto
exterior. No le voy a recomendar ninguna sastrería o bouti -
que pero le ruego que sea sobrio, elegante, pulcro y que esté
a tono con las circunstancias. Puede ir de traje y corbata, o
de falda y blusa, según el caso, o simplemente ir de jean y
pullover, pero no haga trabajo personal con traje amarillo y
corbata fucsia, con zapatos blancos a las dos de la tarde en una
villa de emergencia. ¿Sabe por qué? Simplemente porque será
el “hazme reír”. Sea sobrio, prolijo. Sus vestimentas pueden
ser muy modestas y aun prestadas, nada hay de malo en ello.
En una oportunidad un pastor me prestó una camisa porque
durante la predicación la mía había sido humedecida por el
sudor. Me la regaló, además. ¡Gloria!, no estoy hablando de
finezas. Si usted se viste en las mejores boutiques o sastrerías,

38
C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

Gloria a Dios por ello. Pero aunque no sea así, recuerde a


quién representa. Vista correctamente, que su corbata o falda
no sea un muestrario de recetas de cocina. El asado al horno
es riquísimo, pero los rastros que deja en las prendas son ho-
rribles. ¿No le parece?
Su peinado debe estar arreglado. Si en alguna oportunidad
los cabellos tapan los ojos, y la persona a cada rato está aco-
modando o alisando sus mechones desacomodados, nunca
deberá hacerlo con un soplido. ¡Qué feo es eso! Córtelo de
forma que no se desacomoden o use algún fijador, tanto da-
mas como caballeros y piquitos u horquillas, retírelas antes.
Recuérdelo.
Las damas están exentas de esto, pero los caballeros no:
Cuide su barba, aféitela antes. En una oportunidad un her -
mano estaba testificando y haciendo trabajo personal con una
barba bastante pronunciada, dijo haber estado en vigilia toda
la noche. Pero es bueno hacerlo, ¡qué lindo es cuando uno se
toma un minuto y se afeita!
Preste atención especial a su aliento. Hay alimentos que
por su condimentación dejan sedimentos bucales muy mo -
lestos y penetrantes. Hágalo, se lo ruego: mantenga su aliento
protegido con un caramelo o pastilla y notará la diferencia.
Las uñas deben ser prolijamente recortadas y limpias al
igual que las manos. Cierta vez, dando una conferencia sobre
el tema, una persona se molestó, y duramente dijo que sus
manos tenían callosidades y lastimaduras porque él no traba-
jaba en un salón de peinados sino en una cantera.
Hermano, sus callosidades y lastimaduras hablan de su
preocupación por su trabajo y lo duro de este; pero si están

39
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

sucias no es por el trabajo, es porque usted no las lavó. Las


manos del trabajo cotidiano sufren estos problemas, pero
limpias es otra cosa.
Otro aspecto a tener cuidado es las cosas que portamos,
es decir que llevamos a nuestras entrevistas. No es necesario
llevar cientos de tratados de cada tipo que había en la iglesia,
porque sería llevar exceso de equipaje, y nunca entregaremos
tantos juntos. La Biblia debe ser de un tamaño razonable.
Hay hermosas biblias para púlpitos que pesan kilos y son
grandísimas. Pero la persona al verlo con semejante libraco
se asusta, me refiero por el tamaño. Su entrevistado pensará
que usted sabe todo eso y se sentirá disminuido. ¿Me explico?
Evite los lentes oscuros de sol, porque se ocultan sus ojos.
Resulta muy incómodo no poder verlos. Su entrevistado se
sentirá cohibido y arrinconado. Recuerde que los ojos son
las ventanas del alma. Por favor déjelas abiertas para que se
pueda ver. No use lentes oscuros en ningún caso.

II - Cuide su trato personal

A) No juzgue, no desacredite
Absolutamente ninguna persona, piense como piense
o crea en lo que crea, dirá por ningún motivo que está en
un error. Y aunque usted lo colme de elementos que pue-
dan probar y comprobar el error en el que se encuentra, no
cambiará su forma de pensar ante una persona que encuentra
circunstancialmente.

40
C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

Se relata acerca de un individuo que durante horas estuvo


perseguido por la policía. En su feroz huída causó cuantísi-
mos destrozos a automóviles, señales de camino, rompió vi-
drieras completas por los disparos, llegó a parapetarse en un
supermercado, tomó por rehén a varios niños y los condujo
a un ascensor al piso más alto y con amenazas de arrojar a las
criaturas al vacío, detuvo a la policía por días enteros.
Cuando al final se entregó, dijo que su proceder era efecto
del mal desempeño policíaco. ¿Ve? No reconoció su error. Es
difícil que una persona cambie el modo de pensar en un ins-
tante. El tema de la fe abarca un largo camino de tradiciones
y creo que ninguna persona cambió al instante, y menos aun
diga: “Sí, estoy equivocado”. Por eso: se evitará un rechazo.
Si juzgamos, o desacreditamos lograremos simplemente que
esa persona se cierre espiritualmente. Tal vez nos siga escu -
chando, pero en su interior desear que termine pronto este
calvario.

B) No se queje
El mundo está envuelto en la queja. Decía un predicador
“La queja avanza”. Las personas se quejan porque hace calor
en verano y porque hace frío en invierno. Si llueve, porque
llovió mucho. Se queja porque no hay trabajo y por “el tra -
bajo que tengo”. Se quejan los solteros y los casados por su
estado civil. La carestía de la vida. La política internacional y
porque el gato del vecino maúlla de noche. La queja avanza,
avanza y a su paso siembra el desaliento y la depresión. Por lo
tanto debemos tomar conciencia de este problema mundial y

41
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

proceder en consecuencia. ¿Cómo? No quejándonos también


nosotros.
En una oportunidad escuché a una persona decir: “¿Otra
vez a repartir tratados con este calor?”. Reconozco que sentí
un dolor profundo. La queja, el refunfuño, las pocas ganas…
Si desea ser un evangelista o entrevistador personal, no se
queje. Hágalo todo como para el Señor, con gozo y alegría.
Decía el apóstol Pablo:“… ¡ay de mí si no anunciare el evan-
gelio!”(1 Corintios 9:16) y a veces no le iba del todo bien; lea
2 Corintios 11:23-33 y verá las aflicciones. Pero enseguida
decía:“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses
4:13). Qué imagen damos a una persona entrevistada cuando
para iniciar una conversación decimos: “Qué calor, qué tiem -
po insoportable”. Sería más reconfortante para esa persona
entrevistada escuchar: “¡Qué bonito día tenemos hoy!”, por-
que de todas maneras con su queja no dejarán de molestar los
cuarenta grados de temperatura.
En otras oportunidades decimos o utilizamos frases o pala -
bras que se vuelven contra nosotros mismos. Mire:
–Buenas tardes. Quisiera compartir con usted un mensaje
que tiene validez hoy (vamos bien). Claro aquí tengo poco
espacio, estoy un poquito incómodo, pero le mostraré: en la
Palabra de Dios dice...
Entonces contesta la otra persona:
–Amigo, ¿por qué no vuelve en otro momento y lo podre
atender más cómodamente?
La queja fue puesta en la boca de nuestro entrevistado y
este encontró la posibilidad de ser cortés con usted y decir -
le “váyase”. También contamos a nuestro entrevistado “Es la

42
C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

segunda vez que vengo y no lo encontraba”. La otra persona


pensará: “¿Quién le pidió que me visitara?”.
Dice la Palabra de Dios: “… El que siembra escasamente,
también segará escasamente…” (2 Corintios 9:6); y si usted
pone palabras de queja o negativas en su interlocutor, recibirá
lo mismo que siembre. Recibirá quejas o palabras negativas.

C) Cuide sus hábitos orales o escritos


Debemos tratar por todos los medios de cuidar nuestra
forma de hablar o de escribir. En lo que se refiere al trato per -
sonal, debemos esforzarnos cada día por mantener un buen
nivel de términos. No caer en la repetición de una misma
palabra. Que nuestro trato sea afable y respetuoso, digno de
quien representamos y mostrándole a la persona que ella nos
interesa.
Adopte el trato de cada país. Si está en la Argentina uti -
lice el usted, nunca el “che”. No utilice términos que la otra
persona no entiende. Qué pensaría si le digo “cuando estaba
en el mundo”, la otra persona, que nada sabe de términos
bíblicos, inmediatamente pensará: – ¿Dónde vive este ahora?,
¿en Marte? Sería conveniente decir: “Antes de conocer a mi
salvador...”.
Nuestro trato verbal podrá abrir o cerrar puertas. Queda
en nosotros vigilarlo para mejorar. Un buen elemento para
nuestro lenguaje es la lectura. Lea todo lo que llega a sus ma-
nos. Cuando llegue a un término que no entiende, busque
un buen diccionario y aprenda su significado. Anótelo en un
apuntador e incorpórelo a su vocabulario. A una sola palabra

43
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

incorporada por día, verá cómo logra en un año aumentar su


vocabulario en un 75 %.
Se calcula que una persona utiliza alrededor de seiscientas
palabras en sus conversaciones. Si aumentamos una por día,
al cabo de un año tendremos trescientas sesenta y cinco más,
que sumadas a las anteriores... Bueno, haga el cálculo.
No me refiero a utilizar palabras técnicas como por ejem-
plo: Para reemplazar el nombre de Dios, decir “Eloim”. Cla-
ro, nadie lo entenderá. Pero si usted utiliza: Dios “Eloim el
fuerte y poderoso” verá como su vocabulario prospera y su
interlocutor disfrutará de los conocimientos que le está vol
-
cando. Dios se revela al hombre por sus nombres. Apréndalos
y utilícelos. No solamente sabrá más de Él sino que también
podrá compartir con otros.
Que su trato sea cordial, amable, suave en el tono, con cla -
ridad en su pronunciación. No deje a la persona entrevistada
con un interrogante por no haber escuchado. A veces habla-
mos muy bajo y no nos escucha nadie. En otras ocasiones
utilizamos un tono tan alto que los vecinos salen a la calle
para ver qué pasa. Que nuestro tono no sea monocorde, que
tenga variación, poniendo énfasis en lo que queremos realzar.
Hablar más pausadamente es bueno para que la persona ten-
ga la oportunidad de comprender lo que le decimos.
En una oportunidad hablé con alguien que me dijo:
–¿Usted es de los metralleta?
–¿Cómo? –pregunté cordialmente.
–Sí –me dijo– hablan tan rápido que parecen ametrallado -
ras. –Y me contó su experiencia.

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C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

¡Qué lamentable! Cómo se habrá sentido ese entrevistador


al fracasar su visita. Guardemos las armas, hablemos pausada -
mente. Las manos hablan también, ¿sabe esta verdad? No está
mal, pero no lo convirtamos en un elemento de distracción.
No escuchó nunca esa frase que dice: “A tal, si le cortan las
manos se queda mudo”. ¿Lo escuchó? Viene de exagerar nues -
tros ademanes. Ser demasiado demostrativos con los gestos de
las manos, no aclara sino que perturba.
Apliquémoslo también en nuestra escritura, vigilemos las
normas ortográficas y signos de puntuación. Cierta vez escu-
ché una frase que decía: “Lo cortés no quita lo valiente” y la
adopté como buena idea.
No perdamos ningún atributo de poder espiritual por ser
corteses en el trato con los demás.

D) Escuche y apruebe con sinceridad a los demás


El filósofo americano Emerson decía: “Todo hombre que
conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido aprendo
de él”.
No le estoy diciendo que adule a la gente. Las personas
captan la adulación y el desinterés.
El general mexicano Obregón decía: “No temas de los ene-
migos que te atacan, teme de los amigos que adulan”. Más po -
pularmente se dice: “Cuídame de mis amigos, que de mis
enemigos me cuido solo”.
No es el escuchar y aprender de los demás a dar elogios
baratos a todos con tal de agradar. No. Podemos aprender

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

mucho del otro y ganar un amigo, lo que es más aún: un alma


para la causa del Señor.
Dios nos hizo perfectos y mencionamos en el capítulo dos
que el Señor nos dotó de dos oídos y una lengua, ¿recuerda?
Bueno, también aquí podemos escuchar el doble de lo que
hablamos.
Escuchar no es simplemente oír un sonido emitido, si no es
analizar lo que se está diciendo para contestar correctamente
y en la oportunidad debida. Que no nos sorprendan pensan-
do en otra cosa y decir: –¿Cómo?, no escuché. No lo hagamos
porque seremos descubiertos por nuestro interlocutor.
“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses
5:21). Podemos aprender de las personas. No podemos pen-
sar que nada tenemos que aprender. “Solo sé que no sé nada”,
decía un famoso filósofo y pensador de la antigüedad. Aun de
un niño podemos sacar alguna enseñanza. Todos queremos
ser escuchados. Su interlocutor también.
Si comprendemos cabalmente que nuestros ocasionales
interlocutores son seres humanos y como tales están ham -
brientos de aprecio y comprensión, será nuestra atención y
aprobación un bálsamo para su vida, una gota de aceite en
sus heridas.
Un hombre era empleado en una oficina de personal en el
piso N° 28 de un edificio céntrico. Su escritorio estaba frente
a la ventana. Recibía el sol, claridad, su oficina era conforta-
ble y todo parecía bárbaro, pero este hombre no rendía, no
rendía para nada. Todo lo realizaba fuera de tiempo o en mala
forma.

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C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

Alguien lo llamó y entabló una conversación con él, en


tono amable y sencillo se dispuso a escuchar. Al cabo de una
hora sabía que esta persona sufría de vértigo, y el mirar por
la ventana lo perturbaba de tal manera que todo le salía mal.
Fue enviado a otra oficina en el 1° piso. A la semana su des-
empeño era brillante. Inclusive al poco tiempo llego a ser ge-
rente en esa nueva área de la compañía. ¿Por qué el cambio?
Alguien supo escucharle y aprobó su situación.
Nos encontraremos con personas que piensan diferente a
nosotros pero solo si sabemos escuchar y comprender, entra-
remos en la intimidad de su corazón y podremos tener una
apreciación más justa y honesta de la realidad de esta persona.
Aprobar no significa comenzar a pensar como ella. Tampoco
quiere decir abandonar la línea de pensamiento. Simplemen-
te significa ponernos en el lugar de esa persona y entender sus
puntos de vista.

E) Incentive a los demás a hablar


En una oportunidad fui invitado a un cumpleaños de un
amigo. Ya en la reunión se entabló una conversación con un
señor joven de buena presencia. Comenzamos a conversar.
Me preguntó en un momento si me dedicaba al ramo textil
y le contesté no. No es mi rubro. Mi amigo y este hombre
se dedican a esa actividad. Comenzó a hablar de sus cosas, y
yo las escuchaba con atención porque realmente demostraba
dominar el tema textil. Le pregunté cómo andaban las cosas
en esa actividad. Para las tres de la madrugada yo sabía dis -
tinguir entre una tela de algodón y un jersey, o una gabardina

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

de un tramado de alambre. Distinguí una sarga de un casimir


inglés. Tiempo después mi amigo me comentó que su amigo,
mi ocasional interlocutor no hace otra cosa que preguntar por
mí y de elogiar lo grato que es hablar conmigo. Invítalo a otra
reunión que es un hombre muy atento. ¡Qué linda conversa-
ción tiene! Me pregunté: “¿Conversación yo? Si él habló toda
la noche”. Pero habló y habló de algo que a él le interesaba
muchísimo y se deleitó enseñándome. Por eso sin hablar de
mi parte, la conversación fue buenísima. Y yo aprendí que a
las personas les apasiona hablar de sus cosas. Un médico ama
la medicina. Un carpintero lo suyo. Un hombre hablará de sí
mismo solo si se lo permitimos o lo alentamos a hacerlo, con
interés genuino, aprendiendo en cada cosa que menciona.
En otra oportunidad similar viajé por todo el mundo
(bueno, casi). Una señora disfrutó toda la reunión contán -
dome sus viajes por todo el mundo. Qué lindo planeta hizo
el Señor, ahora casi ya lo conozco. Esta persona me describía
con lujo de detalles lugares y situaciones poblacionales y ver-
daderamente aprendí muchísimo. Pero además esa persona
dijo después: “Ese amigo tuyo sí que es conversador”. Creo
que en toda la noche lo único que dije fue: “Qué grande mi
Dios, cuántas cosas hermosas ha hecho”.
Un protestador crónico, aun el más violento y crítico, se
suavizará y apaciguará frecuentemente en presencia de un
oyente paciente y simpático; uno que muestre respeto y guar -
de silencio. Él calmará su ira y usted habrá ganado un amigo.
En una oportunidad un joven necesitaba trabajo. Su en -
trevistador era un exmotonauta campeón del mundo. Este
jovencito averiguó en cuantas carreras había triunfado y

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C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

algunos datos sueltos. Cuando fue entrevistado, dos semanas


después entró en las oficinas de este hombre y fue invitado a
sentarse. Al momento el joven dijo: “Usted fue campeón de
motonáutica en el año 1979”. El hombre corrigió: “No. Fui
segundo ese año”. Y comenzó a hablar de sus laureles durante
una hora. El tiempo pasó. Hoy ese joven es socio de la firma
de repuestos más importante de la ciudad de Buenos Aires,
solo porque en una oportunidad incentivó a una persona a
hablar de sí misma.
Inténtelo. Para qué hablar de nosotros mismos, si ya
nos conocemos. Dejemos a los demás hablar y también los
conoceremos.

F) Recuerde cómo era antes de conocer al Señor y


vea cómo es ahora
Damos testimonio tantas veces que lo aprendemos de me-
moria y de tanto repetirlo parece normal que somos como
somos ahora. Pero antes no éramos así.
Lo que encontramos en las otras personas, sus sentimien-
tos, defectos, problemas y dificultades, son los mismos que
teníamos nosotros. ¿Recuerda? Fumábamos, mentíamos,
odiábamos y todos los “ábamos” que podemos imaginar. Éra -
mos eso, nada más. Nada mejores que las personas que entre -
vistamos. Entonces ¿por qué no abrir todo nuestro corazón
para llegar a ellos, utilizando todos los medios para hacerlo?
Es menester mirarnos en ellos para valorar cada vez más lo
que Dios hizo en nuestras vidas.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Qué incrédulos éramos nosotros. Qué necios despreocu -


pados por las cosas espirituales, éramos nosotros. Le invito
a que tome un papel y un lápiz. Bien, ahora ponga en una
lista todos sus defectos antes de conocer al Señor. ¿Lo está
haciendo? Bien. Ahora tache los que encuentra en los demás.
Si no tachó ninguno, amigo, las cosas no andan bien por ahí.
Ruego a Dios que le refresque la memoria.
Un famoso pensador del siglo XVII decía:
“No tengo otra
luz para iluminar las sendas del futuro, que aquella que arroja
sobre mis hombros el pasado”.
Esto nos ayudará a comprender y a poder aplicar todo lo
leído hasta ahora. Recuerde: Nuestra presencia y mejor trato
evitan malos ratos.

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C Ó M O R E L AC I O N A R N O S C O N L O S D E MSÁ

Bosquejo del capítulo

Cómo relacionarnos con otros

I- Cuide su aspecto personal.


II- Cuide su trato personal
III- Cuide sus hábitos orales o escritos.
IV- Escuche y apruebe con sinceridad a los demás.
V- Incentive a los demás a hablar.
VI- Recuerde como era antes de conocer al Señor y vea como
es ahora.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Capítulo 4

LOGRE QUE LAS PERSONAS


ACEPTEN SUS PENSAMIENTOS
Y LOS ADOPTEN

A) No discuta jamás
Las conversaciones entre dos personas o más pueden cla-
sificarse como monólogos (cuando habla solo uno); diálogos
(cuando todos intervienen); debates abiertos (cuando todos
sin preconceptos dicen su postura). Discusión, ya es perder
el control de las situaciones y caer en la descalificación de los
conceptos del otro, apelándose a palabras que en algunos ca-
sos no condicen con la verdadera educación de los integrantes.
¿Por qué decimos esto? Debe ser una preocupación pri -
mordial por parte de quien anuncia el evangelio del nuestro
Señor, evitar discutir. Debemos estar entrenados y preparados
con respuestas que no abran la discusión. Es muy habitual
que por nuestro entusiasmo en mostrar nuestra verdad, haga -
mos o digamos cosas que abren una feroz discusión. Cuando
digo feroz no me refiero a golpes, pero sí se comienza con
esgrimir posturas máximas y descalificamos todo lo demás.
Son muchos los temas que pueden dividir las opiniones o las

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creencias; ¿para que buscarlos? No significa no hablar temas


importantes. No por buscar armonía hable temas frívolos o
superficiales. Habrá tiempo en otras oportunidades para ha-
blar temas controvertidos. Lo único y principal es el hablar
de Cristo y del plan de salvación para el hombre. La teología
de avanzada no es para una entrevista personal de testimonio,
por lo tanto posponga cualquier discusión para otro momen -
to. Sepa que ninguna discusión terminó con un alma ganada
para el Señor. Por el contrario generalmente esa alma se pier-
de para siempre.
He reflexionado durante mucho tiempo con relación a este
tema. Lo sé difícil, pero Dios nos ha llamado a esforzamos. Sé
que nos gusta mostrar verdades porque no toleramos las men -
tiras del diablo. Ahora puede usted pensar que el camino de
la disputa puede traer algo o extraerse algún punto en coinci -
dencia. Estamos seguros que no. La única discusión que usted
puede ganar es la que evite.
El evangelista personal debe ser un conductor, debe saber
de antemano cómo llevar una conversación por buenos carri -
les. Cuando se presente un obstáculo sepa evitarlo sutilmente
y vuelva a la buena senda. Para lograr eso debe saber bien
adónde quiere ir. O mejor dicho, lo que tiene que decir.
Debemos conducir la nave de la entrevista personal por
arrecifes muy filosos, y si no conocemos la ruta, seguramente
nuestra embarcación será destruida por las piedras. Cuando
nuestro interlocutor quiera entrar por terrenos pantanosos,
con buenos modales y autoridad puede decir: “Eso pode -
mos tratarlo luego. Es un tema muy importante el que us -
ted plantea y, por lo tanto sería bueno verlo detenidamente.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Volviendo al tema…”. Así puede salir airoso. Hay un dicho


popular entre los soldados que dice: “Soldado que huye, sirve
para otra guerra”. Bueno. No estamos proponiendo que huya
pero sí que evite discutir. El mostrarle a la otra persona que
ese tema es demasiado importante, hará que sienta que usted
quiere tratarlo verdaderamente con detenimiento, se sentirá
alegre por haber sido él quien lo propuso. Usted habrá gana-
do una discusión, simplemente porque la evitó.
No se niegue a tratar ningún tema. Hágalo con la pruden -
cia necesaria para posponerlo. Recuerde: el evangelista per -
sonal leva las buenas nuevas de gran gozo (Lucas 2), por lo
tanto ejercítese, imagine diálogos con personas y practique.
Le será de mucha utilidad.

B) No descalifique las opiniones de los demás. No las


ridiculice ni menosprecie
La frase “está equivocado” duele más que un golpe a la
mandíbula. Implica herir mortalmente un diálogo. Es un
ataque directo a la inteligencia y capacidad de nuestro -en
trevistado. Significa lisa y llanamente descalificar una idea o
pensamiento que puede haber acompañado a esa persona du -
rante toda la vida. Está incorporado en él. Dígale a una perso -
na que su automóvil no sirve y verá lo que le contesta. Hable
mal acerca de la raza de su perro y sabrá cómo reacciona. Lo
mismo sucede con una idea o creencia. La persona lo siente
como lo más correcto y difícilmente variará de opinión. Por

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el contrario esa frase marcando su error, cerrará puertas vio-


lentamente y será muy difícil volver a mantener un diálogo
con la persona.
No utilice nunca “sí, pero”, porque significa lo mismo.
Tiene el mismo mensaje descalificativo que el anterior, con
el agravante que la persona notará que ese “sí” no es sincero.
¿Cómo podemos entonces proceder? Acepte respetuosa -
mente las ideas o creencias de los demás. Esto no significa
que piense igual. Pero la persona se sentirá importante en este
diálogo, notará que se le da participación, que sus ideas no
son desechadas. Acepte las ideas ajenas, no diga “ajá” porque
su interlocutor notará al instante que su respuesta es simple-
mente retórica. Proceda a escuchar esas argumentaciones en
silencio, mirando fijamente a los ojos. El apóstol Pablo ense-
ñó: “Examinarlo todo y retened lo bueno” (1 Tesalonicenses
5:21).
Muy bien al escuchar se aprende, y habrá ganado un ami-
go. Luego vuelva a sus temas con mucha delicadeza, es el con -
ductor de esta conversación, tráigala a su causa: Su anuncio
de Salvación.
Recuerde: aprobar honesta y sinceramente a los demás,
nos abrirá puertas que nunca se cerrarán.
Cierta vez procedí de esta forma con unos amigos de la
infancia que no veía desde tiempo atrás. Aprendí mucho de
sus ideas. Y al final del diálogo pudimos concretar otras citas
que fueron realmente usadas por el Señor para que pudiera
testificar. Hoy sigo testificando. Bueno, no se convirtieron
todavía, pero cada vez que nos vemos las cosas de Dios los

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

entusiasman, me hacen preguntas y testifico. Gané amigos


por no desechar sus ideas y aceptarlas porque eran sinceras.
Nadie dirá que cree en algo si no está convencido. Y si está
convencido descalificando no ganaremos nada. Escuchando
y aprobando sinceramente las ideas ganaremos el derecho de
ser escuchados y ese derecho será utilizado por el Espíritu
Santo para dar testimonio. Tal vez le cueste cuatro o cinco
años de testificar, como en mi caso, pero Dios sabrá cuando
esa persona acepte el mensaje presentado.

C) Sea amable y respetuoso siempre


Hay reglas de cortesía y amabilidad que deben ser utiliza-
das siempre. Deberíamos modificar el término “utilizadas” y
en su lugar decir “incorporadas” a nuestro diario trato con los
demás. Respete y sea amable cuando mande. Respete y sea
amable cuando sea mandado; respetar y ser amable son las
reglas del que sabe.
Nótese este detalle:
–Buenas, queremos hablar con usted un rato.
Mire ahora:
–Buenos días, no es nuestro deseo molestar. Le ruego unos
minutos de su atención.
¿Qué le parece? En el primer ejemplo hubo buena educa-
ción, saludó y pidió la palabra. Pero fue muy cortante. Decir
“un rato” implica una conversación tal vez prolongada.
En el segundo caso fue educado, cortés y amable. Note que
el “buenos días”, suena más dulce; y “le ruego unos minutos”
significa una charla pequeña, aunque después se prolongue.

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Dicen que caza más moscas una gotita microscópica de


miel, que cien kilos de hiel. Por lo tanto que nuestro trato sea
cortés y educado, utilizando palabras simples pero corteses
que no caigan mal a nadie.
Tiempo atrás estaba entrenando a un hermano en el traba -
jo personal. Yo observaba que iba bien, estaba aplicando todo
lo aprendido hasta que en un momento dijo: “¿Me entiende
lo que digo o hablo en chino...?”.
En ese momento me pregunté dónde estaría la puerta,
para cerrarla del lado de afuera. Esa simple palabra rompió
todo diálogo. Una descortesía de esa naturaleza destruyó un
buen trabajo.
Las personas gustan de los buenos términos, aun los más
simples en sus vocabularios, aprecian y se agradan de escu -
char buenas y educadas palabras. Las personas de más cultura
notarán que su vocabulario es apropiado y le apreciarán aún
más.
Practique mejorar su vocabulario, no omita letras. ¿Notó?
Pude haber empleado la frase “no se coma las letras”, pero
a pesar de que esa frase se dice todos los días, sonó mejor
“no omita letras”, ¿o no? Bien es un ejercicio al que debemos
dedicarle buen tiempo en nuestro entrenamiento. Forme un
grupo y dialoguen durante varios minutos. Anote lo que q
notó mal del otro y así cada uno del grupo. Luego comenten
los defectos y practiquen soluciones. Una sola letra modifica
toda una palabra. Fíjese en el ejemplo siguiente:
Secta: “Organización religiosa o política cuyo ingreso no es
permitido libremente”. Pero si cambiamos la “C” y ponemos
una “S” quedará:

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Cesta: “recipiente para el pan”.


También podemos hablar de Sexta, Sinfonía de Beethoven
o mucho más.
Muy bien. No es lo mismo decir Egipto que “Egito”. Oc-
tubre que “otubre”. Lo mismo ocurre cuando agregamos le-
tras a las palabras. Por ejemplo “no había nadies”. Lo correcto
es “no había nadie”, nadie no tiene plural.
En fin no es nuestro propósito extendernos en ejemplos.
Sabrá que un buen vocabulario, en cuanto a palabras y a su
perfecto uso, demostrará que se respeta a la otra persona, que
se la tiene en alta estima, y que es nuestra preocupación agra -
darle con nuestro trato amable y respetuoso.
Mirar francamente a los ojos y aprender el nombre de la
otra persona nos hará ser más fácilmente aceptados por los
demás.

D) Deje que la persona hable


Por naturaleza somos muy conversadores. Tratamos por
todos los medios que nuestro entrevistado reciba todo nues-
tro mensaje, y entonces comenzamos a hablar sin parar y este
es un error que comúnmente cometemos. Imagine por un
momento:
Tocan la puerta y usted se encuentra con un vendedor de
novedades. Esta persona comienza a ocupar toda la conversa -
ción sin parar. Cuando, después de un largo rato que consi-
guió despedirlo, entra nuevamente a casa, ¿qué dice?: “¡Qué
pesado!”. Pero ¿por qué recibe esa impresión si la persona es-
tuvo mostrando los beneficios del producto y lo bueno de su

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aplicación? Sucede que usted no participó, simplemente fue


un oyente; no intervino, el vendedor no dejó que dijera cuáles
eran sus problemas para mostrarle que ese producto los solu-
ciona. El vendedor dijo todo lo que tenía que decir, excepto
que usted necesitaba oír y decir.
Pues bien, lo mismo ocurre en nuestras entrevistas per -
sonales. Si escuchamos a las personas, podremos saber con
mayor seguridad sus necesidades. Abra el diálogo y comience
con preguntas. Bueno, tampoco sea un preguntón. Pero in -
centive a la persona por medio de prudentes preguntas, a que
hable de sus circunstancias y necesidades. Toda persona se
siente bien cuando es escuchada.
Es fundamental para nosotros para saber hacia dónde de-
bemos llevar nuestra conversación. Al hablar la persona nota -
rá una diferencia entre usted y el resto de las personas. El resto
de las personas habla, pero ahora tiene frente a sí a alguien
que escucha. “Por fin puedo decir lo que siento”. Esa persona
lo recordará a con agrado porque encontró a alguien que se
interesó por su forma de pensar. Deje hablar, promueva que
su interlocutor lo haga. De esta forma ganará dos cosas. Pri-
mero, un amigo que lo recordará con cariño. Segundo, el de-
recho de hablar. Téngalo siempre presente, es primordial que
nuestro entrevistado se transforme en un amigo, y que tengamos
sobre ese amigo un buen y ganado derecho de hablar.
De lo contrario estaremos haciendo lo que siempre se ha
hecho, y lo que todos hacen: hablar y hablar. Nosotros como
evangelistas personales recordemos que cuando la persona ha -
bla, aprendemos a conocerla, comenzamos a entenderla y nos
damos cuenta cada vez más cuánta falta le hace el mensaje

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

que portamos. Si desarrollamos esta disciplina tendremos


muchas victorias. Más de las que podemos pensar.
Por último, para que lo piense. ¿Podría guiar un automóvil
si previamente le taparan los ojos con una venda? ¿Lo logra-
ría? Pues bien si no sabemos cuál es la necesidad de la persona
entrevistada, no podremos guiar nuestro mensaje, y por ende
no estaremos cumpliendo el mandato. Recuerde: Que la per-
sona hable, hable y hable.

E) Admita sus errores rápidamente


Debía llegar a las 12 horas a una entrevista. Se hacía tarde.
El tránsito estaba peor que nunca. Faltaban quince minutos
y ya veía que no llegaba. De pronto un auto que detiene su
marcha. Yo no lo advierto; freno y quedo sobre las líneas pea -
tonales. Corta el semáforo y yo detenido en ese lugar. Ir para
adelante no podía, pues la luz me lo impedía. Para atrás tam-
poco por los vehículos detenidos detrás de mí. Miro y veo a
un oficial de policía que viene hacia mí y no precisamente a
saludarme. Antes de que él hablara le dije: –Oficial, estoy en
infracción. He cometido un gravísimo error de apreciación y
estoy obstruyendo el paso de los peatones. Realmente debería
tener más cuidado. El oficial me miró y dijo: –Bueno, no es
tan grave. Se trata de un error. Siga, siga; no se haga mala
sangre.
Reconocí mi error antes que él me lo dijera. ¿Qué otra
cosa podía decirme? Le arrebaté un reto hacia mí. Yo mismo
me juzgué tan duramente que el oficial sintió que no era tan
grave. Y me defendió en lugar de multarme.

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En otra oportunidad también llegaba tarde a una entrevis -


ta. Iba por una ruta bastante tranquila, lo que hacía suponer
que llegaría a tiempo. De pronto, el imprevisto. Un control
policial me detuvo. Antes que el agente me pidiera la licencia,
me bajé del automóvil y le entregué: cédula del automotor,
recibo de patente, cédula personal y registro de conducir. En -
tregué toda esta documentación y le dije: –Debo conducir
más despacio. La verdad es que me distraje y me entusiasmé
con el acelerador. Fue una imprudencia de mi parte. El agen -
te dijo: –No creo que excediera la velocidad reglamentaria.
Siga, todo está bien.
El reconocer nuestros errores, pone a la otra persona en el
papel de defendernos. Papel que normalmente utilizan todas
las personas, se justifican, se autodefienden. En cambio si es
uno el que se juzga, la otra persona deberá hacerse de abogado
defensor.
Qué feo suena la expresión: “Bueno, cualquiera se equi -
voca”, o “No sé, no me habré dado cuenta”, “No tuve la
intención”, etcétera. Estas frases suenan huecas, sin mayor
profundidad.
Cuando admitimos nuestros errores y sinceramente nos
compungimos por haberlos cometido, estaremos dando otro
paso a la victoria. No debemos minimizar nuestros errores,
sean estos los que fueran. Por el contrario, demostremos que
realmente es nuestra intención admitir claramente nuestros
errores.
No quiero decir que dramaticemos novelescamente nues-
tra situación. Toda cosa que no es sincera queda descubierta
a poco de empezar. Si no lo sentimos realmente, por más que

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

admitamos nuestros errores, será simplemente una fórmula y


no pasará de eso. Me refiero a un verdadero y rápido recono-
cimiento de nuestros defectos y errores.

F) Tome el lugar de la otra persona


Ampliemos nuestra visión de las cosas. Esto nos dará la
posibilidad de entender a los demás.
En una oportunidad tenía unas personas a cargo en un tra -
bajo secular en una empresa. Por diferentes motivos tuvimos
diferencias de apreciación en cuanto a problemas internos.
Yo no podía comprender cómo era que mis empleados no
veían las cosas. Estaba todo tan claro que no podía justificar
para nada su actitudes. Bueno, el tiempo pasó y aquello se
solucionó. Pero después de varios años cambié de ocupación
y me tocó a mí estar en el lugar que mis empleados habían
tenido antes. Entonces sí comprendía por qué ellos no vieron
las cosas igual que yo, aunque eran tan obvias: Lo que variaba
era la posición de cada uno.
Aprendí ese dicho que es más o menos así: “Todo es de
acuerdo al color del cristal con que se mire”, es aplicable
siempre. Es muy fácil para nosotros decir a la persona depre-
siva: Salga de los problemas. Claro, nosotros no somos los
depresivos. Si lo fuéramos sería para nosotros tan difícil como
lo es ahora para la otra persona.
Un ejemplo claro es este: Tome su teléfono y pídale a la
operadora que le consiga una comunicación con Japón. En
nuestro país son las 15 horas. Cuando la persona levante el
auricular en Japón, usted dígale: “Buenos días. Le llamo para

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decirle que este hermoso sol que brilla es una manifestación


de la creación de Dios. Y que este sol es muestra del sistema
creado por Él”. La otra persona creerá que usted está total
-
mente fuera de sí, que está delirando. ¿Sabe por qué? Porque
en Japón serán las tres de la madrugada y no hay sol a esa
hora.
Pero ¿cómo? Usted está en el mismo planeta, utiliza un
medio de comunicación común a ambos. Ahora la diferencia
es que están en posiciones distintas.
Adopte la posición de la persona entrevistada, ubíquese en
el problema como si fuera suyo. Sienta posesión de esa difi -
cultad y solo así podrá entender a la otra persona.
Acepte que es muy difícil para cualquiera entender que
todo lo que creyó hasta hoy no era la verdad. Por lo tanto,
trate de aceptar su posición y vea el mensaje que está dando,
desde la óptica o postura de su interlocutor. Los resultados
serán buenísimos. Pruébelo.
En una oportunidad de un viaje a otro país, que hicimos
con mi esposa, veíamos que había personas que nos miraban
realmente en forma muy despreciativa, hasta insolente. Nos
sentíamos deprimidos por ese trato. Cualquier persona acos-
tumbra a pasear con su esposa del brazo, mirando vidrieras.
Pero esto era detestable para esas personas. La esposa nunca
va al lado del esposo sino detrás de este. Claro, para mí es
algo insólito, pero para ellos no. Si nos hubiéramos puesto
en el papel de mantener nuestra forma, hubiéramos seguido
consiguiendo rechazo. Cuando comenzamos a comportarnos
como ellos, comenzamos a ganar amigos. Claro que nos costó
una enormidad, sobre todo a mi esposa. Pero no habíamos

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

ido a pasear. Habíamos ido a ganar almas para Cristo y esto


demanda ponerse en el lugar del otro. ¿Acaso no lo hizo el
Señor por usted y por mí?
Él tomó nuestra posición, nuestro lugar. En la cruz tenía-
mos que estar nosotros crucificados por nuestros pecados. Él
tomó nuestro lugar. Tome también usted el lugar del otro.

G) No limite su tiempo
Cuando se disponga a trabajar para el Señor, olvídese del
reloj. ¿Por qué? Simplemente cuando quiera ser efectivo no
mire la hora, o perderá el tiempo. ¿Cómo poder explicar esto?
Vea. Si está dispuesto o si se dispone a salir, diga a su esposa
que no sabe a qué hora vuelve. Primero evitará que su esposa
prepare la comida y usted no llegue a tiempo. Y segundo evi-
tará que su entrevistado note su apuro o su falta de tiempo y
se sienta molesto.
Es más, sugiero que deje su reloj en casa. Si ve que la con-
versación se dilata, no olvide que es usted el conductor. Sepa
cómo ir conduciendo la entrevista hacia el final.
Creo que nos hacemos esclavos de los tiempos. Y quiero
ser claro en esto. No estoy en contra de la tecnología relojera,
ni soy adepto a la impuntualidad.
Todo lo contrario. Siempre acudo a mis citas antes de lo
previsto y cuando llego sobre la hora me parece que llego
tarde. Pero es otra cosa lo que quiero que usted vea: Su en -
trevista con una persona necesitada no debe estar limitada
por su tiempo. Cuando el pescador sale con su barca a alta
mar, espera que sus redes estén repletas para regresar, nunca lo

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hace a la mitad, tampoco a las tres cuartas partes. Solamente


regresa cuando sus redes están repletas. Pues bien, cuando la
persona entrevistada necesita recibir, uno no debe limitarse
por el tiempo.
No deje al entrevistado insatisfecho por su apuro. No lo
abandone por otra ocupación y menos por otra entrevista. De
qué sirve hacer tres entrevistas en una tarde, si no concluyó
con ninguna. Haga una sola por mes, pero hágalo bien, con
todo el tiempo para escuchar y hablar.
Disponga planificadamente de su tiempo y si cree que es-
tará un poquito ajustado, es mejor que no lo haga. Resuelva
otro problema primero y luego predispóngase a tener el tiem -
po más que suficiente para su labor personal de testificar.

65
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Bosquejo de este capítulo

Logre que las personas acepten sus pensamientos y los


adopten.

I- No discuta.
II- No descalifique las opiniones de los demás.
III- Sea amable y respetuoso siempre.
IV- Deje que la persona hable.
V- Admita sus errores rápidamente
VI- Tome el lugar en la otra persona.
VII- No limite su tiempo.

66
QUÉ DEBO DECIRLE

Capítulo 5

QUÉ DEBO DECIRLE

D ebo reconocer que me he tomado un largo tiempo para


escribir este capítulo y no fue precisamente para descan-
sar. Lo hice porque medité detenidamente e investigué, qué
es lo que las personas hablan o transmiten cuando realizan
tareas personales.
De todas las entrevistas que presencié o de las que tuve
conocimiento de lo que se habló, realmente llegué a conclu-
siones alarmantes. Le relataré un caso que es asombroso. Mi
abuela tenía un dicho popular que decía: “Para muestra, basta
un botón”. Con este ejemplo será más que suficiente.
Comenzamos una entrevista en un barrio alejado, residen -
cial. Tocamos el timbre. La persona que nos atendió lo hizo
con bastante afecto, a las primeras palabras se interesó por
nuestro mensaje. Nos invitó a pasar y a tomar asiento. Para
mi sorpresa el hermano que me acompañaba no aceptó sen-
tarse, a pesar de todas las insistencias del dueño de casa y de
las mías. Qué bochornosa situación. Qué incómodo me sentí
yo al lado de una persona que, como vigilante, en su puesto
nos miraba. Cuando terminamos la entrevista y salimos de la

67
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

casa, interrogué al hermano por su actitud de no aceptar el


sentarse. El hermano me respondió:
–¿Usted no leyó el Salmo 1?
–Sí, respondí.
–Bueno, por eso no me senté.
–¿Por qué? –lo interrogué. Me respondió:
–El Salmo 1 dice que: ¡ni en silla de escarnecedores!
Bueno. Las conclusiones sáquelas usted. ¡Ah, me olvidaba!
La entrevista fue un total fracaso. Menos mal que el herma-
no no mencionó su doctrina en presencia del dueño de casa,
porque hubiera sido tremendo.
En las entrevistas he visto hablar tantas cosas, teologías
profundas que no son bien dominadas y ordenanzas que ni
en la Biblia figuran. Por eso he estudiado un plan para que, en
base a estos parámetros, usted pueda realizar su tarea.
Creo que debemos tener bien claro lo que debemos trans-
mitir, esa debe ser nuestra preocupación primordial. No se
puede dar lo que no se tiene. Sépalo y grábelo en su mente
y corazón. Por ello es que hemos establecido algo que usted
debe primero hacer suyo y luego transmitirlo.
Este plan debe ser no solamente leído, sino sentido y apre -
ciado como una verdad y es fundamental que lo adopte como
parte de su vida cristiana. Seguramente habrá muchas cosas
para decir, pero nuestra experiencia nos ha demostrado que
hay tres cosas que debemos comunicar a las personas.

Primero: Lo que Dios hizo por el hombre.


Segundo: Lo que Dios pide del hombre.
Tercero: Lo que Dios da al hombre.

68
QUÉ DEBO DECIRLE

Un breve resumen sería: Dios hizo, pide y da.


Veamos detenidamente punto por punto.

I) Lo que Dios hizo por el hombre


“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre…” (Génesis 1:26).
Estas palabras muestran la peculiar importancia de la obra
que estaba por hacerse, la formación de una criatura que ha-
bría de ser representante de Dios, investida de autoridad y
dominio como visible cabeza y monarca del mundo.
Agregó luego el Señor: “… a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Esta es una expresión im-
portantísima, cuyo valor aparece en el hecho de que la palabra
aparece dos veces. Y ¿en qué consistía esta imagen de Dios?
No en la forma recta o vertical o en las facciones del hombre;
no en su inteligencia, porque el diablo y los ángeles son muy
superiores al hombre en este aspecto. No en su inmortalidad,
porque no tiene como Dios una eternidad pasada y una futu -
ra; sino en las disposiciones morales de su alma, comúnmente
llamada justicia original (ver Eclesiastés 7:29).
Como la nueva criatura no es sino una restauración de
esta imagen. La historia arroja una luz sobre la otra y se nos
informa que es renovada según la imagen de Dios en conoci-
miento, justicia y verdadera santidad (Efesios 4:24; Colosen-
ses 3:10).
La imagen de Dios en el hombre tiene cuatro aspectos:
a) Recibió el soplo de Dios y por lo tanto tiene espíritu
inmortal, a través del cual puede tener comunión con Dios.

69
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

b) Es un ser moral, no obligado a obedecer sus instintos,


como los animales, sino que posee libre albedrío y conciencia.
c) Es un ser racional, con capacidad para pensar en lo abs-
tracto y formar ideas.
d) Al igual que Dios, tiene dominio sobre la naturaleza y
los seres vivientes.
El hombre es la máxima creación de Dios y su representan -
te. El hombre tiene espíritu con el cual puede comunicarse
con Dios, tener comunión con Él, obedecerle y servirle.
Ahora Dios lo ubicó en el Huerto del Edén. Fue proba -
blemente una región muy extensa en Mesopotamia, según se
cree, distinguida por su hermosura natural y la riqueza y va-
riedad de sus productos. De ahí su nombre que significa “de-
licia”. Dios plantó un huerto al oriente, un parque extenso,
un paraíso en el cual fue puesto el hombre para ser enseñado
en la piedad y utilidad bajo el cuidado paternal de su Hace-
dor (ver Génesis 2:8-17).
Estableció Dios el árbol de la vida. Así lo llamó por su
carácter simbólico como señal y sello de la vida inmortal. Su
posición prominente en medio del huerto donde sería ob -
jeto de observación e interés diario. Estaba admirablemente
adaptada para hacerles recordar constantemente a Dios y el
porvenir eterno.
El árbol de ciencia del bien y de mal tenía como objeto
poner a prueba la obediencia por medio de la cual habían de
manifestar si era (Adán) bueno o malo, obediente a Dios o
rebelde a sus mandamientos. Él lo puso en el huerto para que
lo labrara, no solo para darle un empleo agradable sino para
que por intermedio de él adoraran a Dios. Este huerto sería

70
QUÉ DEBO DECIRLE

como un templo, donde diariamente tendría esa comunica-


ción o contacto con Dios.
Hasta aquí Dios creó al hombre como máximo exponente
y lo colocó en un lugar fascinante. Ahora dijo Dios: No es
bueno que el hombre esté solo en medio de la abundancia
y deleites. El hombre era consciente de sentimientos que no
podía satisfacer. Por lo tanto se dispuso para él una compa -
ñera idónea que lo siguiera en este lugar. Así se instituyó el
matrimonio cuyo propósito primordial es proporcionar com -
pañerismo y ayuda idónea, semejante o adecuada para él. Por
lo tanto el hombre debe ser monógamo, pues Dios creó una
sola mujer para el varón. Debe ser exclusivista, porque dejará
el hombre a su padre y a su madre y serán una sola carne.
Dios, en su sabiduría infinita, instituyó el hogar para for-
mar un ambiente ideal en el cual los hijos puedan ser criados
cabalmente en todo aspecto: físico, social y espiritual. Se en-
seña la igualdad entre los sexos y su dependencia mutua. El
uno sin el otro está incompleto.
Dios dotó al hombre de inteligencia, pues podía nombrar
a los animales. Esto demuestra el hecho de que tenía poderes
de percepción para poder comprender sus características. A
su vez mantenía comunión con el hombre (Génesis 3:8) y así
este podía cumplir su fin más elevado.
El creador lo puso a prueba en cuanto al árbol de la ciencia
del bien y del mal. Pero ¿en qué forma nos revela esto que
Dios tenía solicitud por los primeros hombres? A los hijos de
Dios las pruebas les son oportunidades de demostrar amor,
obedeciéndole. Decía un predicador: “Cada prueba que ten-
go que pasar es un escalón que subo hacia el cielo. Y cada

71
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

día falta uno menos”. También son un medio para desarrollar


su carácter y santidad. Adán y Eva fueron creados inocentes,
pero la santidad es más que la inocencia. Es la pureza mante-
nida en la tentación. Ahora bien, no pudieron pasar esa prue -
ba y la tentación dio lugar al pecado y con esto la sentencia
de Dios.
Dios empezó su largo trato personal con el hombre. Lo
hizo con Noé, Abraham, Jacob, David, etcétera. El nuevo
pacto, el más grande de todos fue el de entregar a su Hijo en
rescate de la humanidad. La cruz como señal del pacto. La
cruz donde vemos la redención del hombre. Dios compró a
precio de sangre las transgresiones del hombre para que este
fuera limpio.
Redimir significa “pagar el precio con el deudor”. Dicho de
otra forma: usted sale de garante de un amigo por la compra
de una heladera. Este amigo deja de pagar las cuotas y el abo -
gado del vendedor lo intima a usted a pagar. Aunque usted no
retiró nada, no compró nada, igual debe pagar; debe hacerse
cargo de la deuda, aunque no llevó nada a su casa. Así que
paga, redime por el otro. Eso es lo que Dios hizo, redimió los
pecados.
Se cuenta la historia de un muchacho que hizo un bote -
cito, le dio forma con cuidado y le puso velas. ¡Con qué pre-
caución lo llevaba bajo el brazo en dirección al río! Lo había
pintado bonito con pintura blanca y roja. Cuando lo puso en
el agua las velas se extendieron, mientras el viento impulsaba
su marcha. Con tal fuerza navegaba el barquito que se le esca -
pó de las manos y se perdió. Por largas horas caminó por las
orillas del río, pero fue en vano. El bote había desaparecido

72
QUÉ DEBO DECIRLE

completamente. Cabizbajo y triste, el niño volvió a su casa


echando de menos el barquito que había construido con tan -
to esmero y cariño. Varias semanas después, al caminar por las
calles de su pueblo, sus ojos vieron un objeto rojo y blanco en
la vidriera de una casa de compra y venta de artículos usados.
No cabía duda, era su barquito. Entró al negocio y reclamó al
empleado por su barquito, dado que era de él. La reacción fue
totalmente negativa. El dueño afirmó que había pagado buen
dinero por aquel objeto y que si el niño lo quería tendría que
pagar el precio estipulado. Con el corazón abrumado, el niño
se alejó de aquel lugar. Trabajó con ahínco en tareas rurales y
domésticas, hizo mandados, cortó y arregló jardines. Muchos
fueron los días de trabajo, semanas de dura labor. Pero al fin
logró juntar el dinero, fue corriendo a la tienda, puso todo su
dinero sobre el mostrador y pidió que se le diera su botecito.
Al alejarse del lugar caminando por las calles abrazaba con
cariño su posesión y alguien le oyó decir a su bote: “Eres mío,
barquito mío. Eres dos veces mío. Una vez yo te hice y otra vez
pagué por ti”.
Eso es exactamente lo que Dios hizo por el hombre. Lo
creó y luego lo compró. Somos de Él. (ver Isaías 43:1, 2).
Como rescate dio a su Hijo unigénito para que todo aquel
que en Él cree no se pierda (ver Juan 3:16).

II) Lo que Dios pide del hombre


El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen
por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no

73
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al


arrepentimiento.
– 2 Pe d ro 3 :9

Dios quiere que el hombre se arrepienta. Esta palabra


arre-
pentimiento significa “un retorno o un cambio de parecer”, o
“un repudio al pecado y un regresar a Dios”.
En las Escrituras figura muchísimas veces, pero el hom -
bre no toma muy en cuenta esta situación. No es posible re-
lacionarnos con Dios, si no procedemos al arrepentimiento
verdadero.
Ningún banquero otorgaría nuevos créditos si no recibe
la paga de los anteriores, o por lo menos nadie le saldrá de
garante a alguien si no se ha comportado bien en otras opor-
tunidades. Dios quiere el arrepentimiento verdadero como
condición única para que podamos aceptar su señorío, es el
paso fundamental para entrar a una relación correcta con
Dios (ver Hechos 3:19).
El Salmo 51 nos da un ejemplo de ese arrepentimiento
verdadero, David escribe esta porción luego de su pecado con
Betsabé (ver 2 Samuel 11:1-26). El salmista utiliza tres pala-
bras claves para expresar su mal obrar.
La primera rebeliones. Esta palabra significa un desafío a la
autoridad de Dios.
La segunda maldad. Sugiere perversión, una vida torcida.
También incluye la culpa asociada con la acción.
La tercera pecado indica errar al blanco, no alcanzar la meta
de Dios.

74
QUÉ DEBO DECIRLE

David se presentó delante de Él culpable y consciente de


esos tres pecados. No argumentó nada en su favor, sino que se
dirigió al Señor apelando a su infinita misericordia.
El arrepentimiento tiene que ser interno y externo: Inter-
no en cuanto pide a Dios que le haga un nuevo corazón y
que este sea limpio. Ruega por la renovación de su espíritu.
Apela a la misericordia del Creador para no ser desechado de
su presencia.
Debería ser predicado con más asiduidad en nuestras con-
ferencias cristianas, el ruego de un hombre arrepentido, que
vuelca su corazón en oración no haciendo gala de sus excu -
sas o evadiendo responsabilidades, sino que rompió su cora-
zón delante del Señor. Y Dios no rechaza un corazón hecho
pedazos.
El arrepentimiento se refiere a un cambio en nuestras vidas,
o por lo menos a dirigir nuestros pasos en sentido correcto.
Un testimonio de cambio es el que denota un verdadero paso
hacia Dios. Ese volvernos a Él es el que transforma nuestro
diario vivir. Las cosas viejas pasaron he aquí son todas hechas
nuevas (ver 2 Corintios 5:17)

El Señor ve el corazón del hombre, y sabe cuando se arrepiente


o cuando dice arrepentirse.

David dio muestras de su desazón por lo malo que había


hecho. Ahora bien, debemos mostrar a las personas lo que
significa todo esto, para que Dios pueda verdaderamente lim -
piar sus vidas. En Éxodo 9:27-35 hay un ejemplo de lo que
las personas entienden por arrepentimiento.

75
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

El Faraón estaba pasando una gran desgracia a través de la


prueba del granizo, que estaba destruyendo todas sus planta-
ciones. Por tal motivo llamó a Moisés y le dijo “… Jehová es
justo, y yo y mi pueblo impíos” (v. 27). Es el típico acto motiva -
do por las circunstancias. Porque estoy en apuros ruego y me
arrepiento, pero es simplemente un simulacro, una pantalla,
un acto de sentimentalismo. Las lágrimas no son muestra de
arrepentimiento, sí lo es la actitud del corazón. Aquí el Faraón
necesitaba ese favor de Dios y estaba dispuesto a hacer cual-
quier cosa con tal de que se terminara su problema.
Las personas hoy en día, buscan el favor de Dios para sal-
var su situación momentánea. Concurren a las campañas y
templos buscando una solución el problema del día. Dios no
es un Dios de hoy; y, aunque en algunos casos las personas
reciben un favor de él, les dura muy poco tiempo, se les ter-
mina rápido, tan rápido como lo que dura un caramelo en la
puerta de un colegio. Son sanados o bendecidos por la mise-
ricordia de Dios, pero su arrepentimiento negociado se los
quita prontamente. Realmente hay una sentencia tremenda
en Lucas 13:3: “… si no os arrepentís, todos pereceréis igual -
mente”. Ante tal situación no cabe duda que no hay juego
en esto, es muy claro. Por eso la necesidad de que el hombre
lo haga cuanto antes y es nuestro deber comunicarlo para
que las personas tengan la oportunidad y nosotros podamos
salvar nuestras vidas. Ezequiel 33:2 dice: “… habla a los hijos
de tu pueblo y diles…”. Advierte el Señor que si no alertamos
al mundo de su pecado, “… demandaré su sangre de mano del
atalaya” (Ezequiel 33:6).

76
QUÉ DEBO DECIRLE

Es imperioso predicar sobre el arrepentimiento para que


las personas puedan volverse a Dios y Él los haga una nueva
criatura. Dice el Señor: “… El tiempo se ha cumplido y el reino
de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr.
1:15).
Estos dos pasos están íntimamente ligados. Si la persona
no se arrepiente, Dios no obra. Pero si la persona no cree Dios
tampoco obra, dado que sin fe es imposible agradar a Dios
(Hebreos 11:6).
De tal forma que la persona que se acerca al Señor deba
aceptar su palabra como la única verdadera, y creer en todo
su contenido. Pero la fe, que es un don de Dios, se debe desa -
rrollar; por eso la nueva criatura ahora debe oír la palabra de
Dios y su fe aumentará. La fe viene de oír la Palabra de Dios
(Romanos 10:17). En algunas oportunidades Dios hace mila -
gros aun en los incrédulos, pero es un atributo de Él.
El hombre que ha limpiado su vida con arrepentimiento
ha de creer fundamentalmente dos cosas:
1) Que toda la Escritura es inspirada por el Espíritu Santo
de Dios y que es revelado a distintos hombres y en distin -
tas épocas con un solo propósito: que el mensaje llegue a su
destinatario (el hombre) intacto, tal como Él lo puso en el
corazón de sus siervos. La Biblia fue escrita durante mil seis-
cientos años, a lo largo de sesenta generaciones. Dios utili -
zó más de cuarenta autores de distintas condiciones sociales,
incluyendo reyes, campesinos, filósofos, pescadores, poetas,
estadistas, eruditos, etcétera.

77
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Fue escrita en distintos lugares, Moisés escribió en el de -


sierto; Jeremías en una celda carcelaria; Daniel en la ladera de
un cerro y en un palacio; Pablo dentro de muros de la prisión.
Fue escrita en diferentes épocas: David en tiempo de gue-
rra y Salomón en tiempo de paz.
Sus escritores tuvieron estados de ánimo diferentes, algu-
nos en la cumbre del gozo, otros escribieron desde las pro -
fundidades de la tristeza y la desesperación. Pero se conserva
fresca y firme porque dice que los cielos y la tierra podrán
pasar, pero sus palabras no pasarán.
2) Es única. Lo es por su continuidad, ya que personas
de distintas épocas hablaban una cosa igual: lo que Dios les
revelaba. Los autores bíblicos hablaron centenares de temas
controvertidos con armonía y continuidad. Desde Génesis
hasta Apocalipsis hay una sola historia en desarrollo La reden -
ción del hombre efectuada por Dios.
Es única por su circulación. No se conoce libro que se haya
tenido tanto en cuenta por toda la humanidad en todos los
tiempos.
Es única por su supervivencia: hombres y reinos han queri -
do destruirla y destruir a sus lectores, pero no lo han logrado,
y no solo que no lo han hecho sino que generaron todo lo
contrario al efecto buscado.
Es única por sus enseñanzas tanto referidas a la relación del
hombre consigo mismo como con su prójimo.
Pero fundamentalmente es única porque puede cambiar
una vida, transformarla totalmente. A diferencia de cualquier
libro, ya sea de texto o de literatura, ninguno tiene entre sus

78
QUÉ DEBO DECIRLE

líneas una palabra que pueda hacer cambiar de actitud a una


persona.
Es pues por eso fundamental que la persona crea en el
evangelio. La Biblia contiene y es la Palabra de Dios. Por eso
la persona debe creer. Nosotros tenemos que estar llenos del
Espíritu Santo para que ella reciba esta obra maravillosa de
Dios para el hombre de todos los tiempos. Arrepentíos y creed .
Y Dios comenzará a obrar.
Una vez que la persona da estos dos pasos, entonces en -
contrará que a la puerta de su corazón está el Señor Jesucristo
y llama. Si se abre ese corazón Dios entrará y cenará con él
y él con Jesús (Apocalipsis 3:20). El corazón tiene una sola
puerta, con un único picaporte que se encuentra del lado de
adentro. Nadie puede abrirlo, sino únicamente su dueño. Por
eso, si la persona da ese paso trascendental de recibirle, será
entonces salvo y entrará en el reino de Dios; pero esto ha de
hacerse con todo el corazón, no simplemente como un ritual,
un sacrificio o un paso más sino con una actitud de negación
a sí mismo y recibiendo su señorío en nuestras vidas.

… Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.


Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con
tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
– Ro ma n o s 10 :8 -9

Confesar con nuestra boca es el acto mismo de demostrar


ante Él que sometemos nuestra voluntad a sus enseñanzas y

79
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

que nos tomamos de la tabla de la salvación que es Cristo,


nuestro Salvador personal, el que nos da la vida eterna.
Como evangelistas personales debemos predicar estos pa-
sos que el hombre debe dar. De no hacerlo predicaremos un
evangelio demasiado liviano, que durará poco. Y si lo llenamos
de teología avanzada la persona no entenderá y lo rechazará
pensando que nunca llegará a tener todo ese conocimiento.
Dios sabe los tiempos y cuándo llegará ese tiempo específico.
Por eso he tratado de darle como básico y fundamental estos
tres pasos que el hombre debe dar: arrepentirse, creer y acep-
tar a Jesús como Salvador.

III- Lo que Dios da al hombre


La infinita misericordia de Dios no tiene límite, por Él
no los tiene. Dios es un ser omnisciente –todo lo sabe–, y
omnipresente, –está presente en todas partes–. Por lo tanto
todas sus obras y atributos son conforme a sus características.
Los beneficios que el hombre recibe de un Dios así son por lo
tanto ilimitados.
Pero vivimos en una época donde las personas quieren
concreciones, datos o palabras claves, que involucren una
idea. Por lo tanto hemos buscado, o mejor dicho selecciona-
do, cinco puntos para mostrar con claridad lo que Dios da al
hombre.

1. Lo primero es perdón
el por sus pecados (ver Salmo
103:3). No importa lo que el hombre o la mujer hayan hecho,
ni las faltas más tremendas y terribles, los pensamientos más

80
QUÉ DEBO DECIRLE

tenebrosos, o las acciones más degradantes: crímenes y men-


tiras, vicios y robos. Todos son perdonados por el Señor. Hay
personas que no se pueden perdonar sus faltas y esa situación
las lleva a padecer enfermedades tremendas, y aun, en algunos
casos, a la misma muerte en larga agonía; porque los sobrepa -
sa el dolor de sus actos pecaminosos. Otros se suicidan por-
que no pueden soportarlo. Las drogas y vicios son también
un síntoma de esa situación, buscando evadir o acallar la voz
de la conciencia. Necesita saber que el perdón de Dios existe
y que su misericordia no reconoce límites ni tiempo, ni eda-
des.“… Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve
serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a
ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Ahora bien, veamos algu-
nas de las características que tiene ese perdón.

a) El perdón de Dios es inmediato. Él no puede resistir


la presencia del pecado o, mejor dicho, el pecado no puede
estar en su presencia. Él borra el pecado, lo reduce a la nada,
lo elimina. Un hombre que sabía lo humano que es errar y
lo divino del perdón escribió estas líneas: “Cuanto está lejos
el Oriente del Occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebe -
liones” (Salmo 103:12). ¿Puede calcularse la distancia entre
oriente y occidente? Usted puede andar años y años, nunca
llegará. Así es la distancia que Dios pone entre el pecado y sus
hijos. Dios destruye el pecado en forma terminante.

b) El perdón de Dios se ofrece repetidamente. No es


posible comprender la paciencia de Dios para con el hombre
que comete pecado tras pecado. El hombre nunca deja de

81
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

pecar. Dios tiene una paciencia que raya en lo admirable. El


hombre peca y él lo perdona. Y así lo hace una y otra vez,
tantas como el hombre le pida. Lo hace hasta lo infinito, por -
que perdonar es divino. Podemos ver la repetición del perdón
de Dios mirando las escrituras, desde Adán y Eva el hombre
pecó y Dios perdonó. Mire la historia del pueblo de Israel. El
Señor ha perdonado repetidamente, lo sigue haciendo y lo
hará por los siglos. Dios deja en el olvido los pecados y vuel-
ve a perdonar, a pesar de que todo pecado, en su esencia, es
violación a los derechos de Dios, es burla a Dios, un desafío
a su poder. El apóstol Pedro pecó y Dios lo perdonó, más de
una vez. El rey David pecó y Dios lo perdonó repetidamente.

c) El perdón de Dios es terminante. Es decir, que Dios lo


lleva hasta su término y jamás lo hace a medias. Él promete
que jamás se acordará del pecado. Dice la escritura: “Yo des -
hice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados…”
(Isaías 44:22). La nube y la niebla cuando están sobre noso-
tros, oscurecen el sol y aun la copa de los árboles no se pueden
ver. Pero, poco a poco, comienza a desplazarse y desaparecen
para siempre. Nunca más se ve esa nube o niebla. No hay for -
ma de encontrarla jamás. Dios pone término a la existencia
del pecado.

d) El perdón de Dios es persistente. La prueba de ello la


vemos en la vida de Jonás, a pesar de sus múltiples rebeliones
contra Dios y sus desobediencias, el Señor lo perdona, y aun
cuando está en el fondo del mar, Dios provee un pez para
protegerlo. También lo vemos en la parábola del hijo pródigo;

82
QUÉ DEBO DECIRLE

en la parábola de la oveja perdida deja las noventa y nueve y


busca la perdida. ¿Qué cree que hace el pastor? ¿Piensa que
pone en un corral a las noventa y nueve y les da las gracias por
ser dóciles? ¡No! Sale a buscar a la perdida y cuando la halla la
pone sobre sus hombros, la restaura al rebaño y se regocija en
lo íntimo de su ser que la perdida está nuevamente en su seno.
Se podrían escribir enciclopedias completas con las carac-
terísticas del perdón de Dios. Estas son algunas, pero creo que
el mundo debe saberlo y nosotros tenemos que hacerlo saber.

2. Lo segundo que Dios da al hombre es sanidad para


todas sus dolencias (ver Salmo 103:3).
Desde siempre la humanidad ha buscado mitigar el dolor
o el sufrimiento. Hoy la industria farmacéutica, en todo el
mundo, fabrica cientos de millones de toneladas en medi -
camentos para el tratamiento de enfermedades y dolores en
el cuerpo humano. La biotecnología ha desarrollado especies
medicinales para todo tipo de mal. Se han desarrollado nue-
vas drogas y se estudia permanentemente, en los laboratorios,
cómo conjugarlas y aplicarlas a enfermedades que todavía son
desconocidas por la ciencia.
Dios sana todas nuestras enfermedades y dolencias. Lo ve-
mos a diario en las iglesias y campañas. Las personas reciben
la sanidad de Dios que opera hoy, a pesar de que algunas
líneas evangélicas dicen que eso era para la época de los após -
toles. La sanidad de Dios es para el hombre y la mujer de hoy
y abarca tres áreas:

83
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

a) La física: Dios opera milagros y maravillas en los cuer-


pos enfermos, incluso en los enfermos terminales. Los cojos
andan, los ciegos ven, los sordos oyen, las piernas son alarga-
das y brazos estirados, hernias de años desaparecen, cáncer de
todo tipo, úlceras, muelas, enfermedades del corazón, todo
desaparece bajo el poder de Dios. Creo fervientemente en
la sanidad divina. Y creo, no solo porque me lo contaron y
porque la Biblia lo dice sino porque lo he visto en persona.
Mis ojos lo han visto. Y miles lo han visto, en este país y en
el extranjero. No es una casualidad que pase. Es una promesa
de Dios, “Yo soy tu Sanador” Jehová Raffa (ver Éxodo 15:26).

b) La mental: esquizofrénicos, oligofrénicos, paranoicos,


epilépticos, catatónicos, etcétera. Hombres y mujeres reduci-
dos a escoria porque son abandonados en hospitales psiquiá-
tricos sin medios, despreciados por una sociedad que nada
puede hacer por ellos, vagando por las calles y rutas sin desti -
no ni oportunidad. Son nada envueltos en nada, ante una so -
ciedad que mira para otro lado, distraída en cosas que, según
dicen, son más provechosas o importantes. El poder de Dios
sana enfermedades mentales. Muchos son los testimonios de
personas que abandonan los hospitales neurosiquiátricos to-
talmente restablecidos por el poder sagrado del Señor Dios.

c) La espiritual: lazos y cadenas que atan al ser humano


a las fuerzas del mal; trabajos de destrucción hecho por el
enemigo; actitudes y hechos que protagonizan personas en su
cuerpo, pero que tienen origen espiritual. Homosexualidad,
lesbianismo, masturbación, depresión, violencia, corrupción,

84
QUÉ DEBO DECIRLE

son hechas por el cuerpo, sí, pero su origen es el hombre in-


terior que está muerto, olvidado, archivado. Cuando la pre-
sencia del Señor llega a la persona y Jesucristo el Señor dice:
“Lázaro, ven fuera” ese muerto resucita, abre sus ojos y co -
mienza a caminar con Cristo; caen los lazos de las tinieblas y
hay libertad de espíritu, sanidad de Dios para los espíritus po -
seídos de demonios, trabajos de ocultismo. Todo es destruido
por el poder de Dios.

3. Lo tercero que Dios da al hombre es rescate,


resca-
Él
ta del hoyo su vida (ver Salmo 103:4).
Es una acción de Dios en nuestro auxilio. Este rescate habla
de redención, o sea, de pagar por otro. Él se acerca al hombre
para sacarlo de su estado y ponerlo a gozar de todas las ben-
diciones. Esta redención tuvo para Dios un costo altísimo, tal
vez el más alto costo pagado jamás. El costo fue su Hijo, que
envió en rescate del hombre. Este rescate fue para que no si-
gamos viviendo en esclavitud, que la corrupción desaparezca.
El hombre puede comenzar una vida virtualmente distinta,
caminando con Dios. En esta tierra o vida, ahora puede gozar
todos los favores o misericordias de Dios. Ese rescate es para
que el hombre no anide en su corazón amarguras, celos, en-
vidias, odios para que tomado de la mano de Él, salga de las
tinieblas a la luz y Dios pueda hacer de su vida una verdadera
obra de arte.
Este rescate va mucho más allá de la vida corporal o terre-
nal. Comienza aquí pero no tiene fin, sino que este rescate
es eterno. El que cree no verá condenación (Juan 5:24). Es
decir que la pasará por alto y desde esta vida pasaremos a otra

85
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

mejor, mucho mejor, porque estaremos en la presencia de


nuestro Señor. Por eso ese rescate cobra más valor dado que
no tiene fin de días. Es desde ahora y para siempre. ¿Habrá
algo más hermoso que nuestra vida eterna? ¿O más saludable?
Ese rescate es el que ofrece Dios al hombre.

Decíamos al principio que debíamos tener bien en claro


lo que debemos transmitir. Por supuesto que no es esto lo
único que podemos decir. No creo que sea lo último tampo-
co. Usted tiene capacidad para formar su bosquejo de traba-
jo profundizado en la palabra del Señor, pero recuerde que
trabajamos con personas que tienen poco conocimiento de
teología. Por eso buscamos claridad y simpleza. Vayamos sin
vueltas. En el trabajo personal debemos ser sencillos y con
-
tundentes y estar convencidos que todo lo que decimos no es
ni más ni menos lo que sentimos y hemos experimentado. Así
y solo así seremos creíbles.

86
QUÉ DEBO DECIRLE

Bosquejo de este capítulo

I- Lo que Dios hizo por el hombre


A - Lo creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:27)
B - Le dio dominio y control de todo lo creado (Gen 1:28,30)
C - Envió a su Hijo en rescate de su vida (Juan 3:16)

II- Lo que Dios pide al hombre


A - Arrepentimiento verdadero (Mr. 1:15)
B - Creer en el Evangelio (Mr. 1:15)
C- Aceptar a su Hijo como Salvador personal (Romanos
10:10)

III- Lo que Dios da al hombre


A- Perdón por sus pecados
1) El perdón es fulminante
2) El perdón es repetido
3) El perdón es terminante
4) El perdón es persistente

87
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

B- Sanidad para todas sus dolencias


1) Físicas
2) Mentales
3) Espirituales

C-Rescata del hoyo su vida


1) De una vida de esclavitud
2) De la eterna condenación

88
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

Capítulo 6

GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

M edité largamente antes de ponerle título a este capítulo.


No encontraba la palabra justa que mantuviera la idea
general de este trabajo en cuanto a cómo llegar a las personas.
Descarté algunas y por fin Dios se reveló y dijo: “Guíe”. Esa
es la palabra.
Nunca es bueno apresurar las cosas y menos las espirituales,
si bien podemos tratar de que la persona se decida por el Señor,
no es bueno que nadie lo haga forzosamente, o por nuestra
insistencia, porque tendrá poco de sincero. En cambio cuando
una persona es guiada por el camino de la verdad que le dará
vida, esa persona se encontrará guiada a los pies de Cristo. Lo
encontrará solo si sabemos ser buenos guías. Bajo esta línea de
pensamiento hemos buscado algunos temas que conducen a
nuestro objetivo: “Guiar a las personas al encuentro con Jesús”.

Guíe a la persona a comprender que Dios le ama


Se está generalizando y hasta poniendo de moda el logoti-
po Dios te ama. Figura ya en muchos lados, y la idea no está

89
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

del todo mal. Primero porque es la más preciosa verdad de la


experiencia humana y segundo porque el hombre ha ignora-
do esta verdad por siglos. Es decir que decirle al mundo que
Dios lo ama, es un mensaje bueno y necesario. Si existe algo
que hay que proclamar hasta lo último de la tierra es que Dios
es amor. Esto es lo que proclama el poderoso mensaje de su
Palabra. En las Escrituras puede verse ese amor de Dios desde
los mismos principios hasta los finales del mensaje bíblico.
Sí, sí, cierto es que la Biblia contiene elementos de toda
clase porque allí hay detalles de historia, principios generales
de economía, lecciones de ciencias políticas, poesía incom -
parable y literatura sin par. Todo esto es cierto, pero si usted
se toma el tiempo de analizar verá que la hebra que enlaza
todo el volumen es el hecho fascinante de que Dios es amor.
Ese amor se pone de manifiesto desde las primeras páginas
hasta la última. El versículo que resume exhaustivamente la
escritura es Juan 3:16; afirma que Dios de tal manera amó al
mundo, es decir a la humanidad, que dio a su Hijo unigénito
para que todo aquel que en Él cree no se pierda mas tenga
vida eterna. ¿Quién podría atreverse a negar que Dios es amor
ante tan aplastante evidencia?
El apóstol Pablo, crítico observador de las realidades hu -
manas, hizo un estudio profundo de este asunto del amor de
Dios. En algún momento se preguntó si quizá hay alguna
experiencia en la vida humana que nos separe del amor de
Dios. Y esta es su conclusión final: Nada ni nadie podrá se -
pararnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús (ver Roma-
nos 8:39). Ni las cosas más temidas de la vida ni las fuerzas
más temibles pueden separarnos de ese amor profundo (ver

90
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

Romanos 8:38-39). Es por esta razón que en Juan 3:16, con


esa manifestación del inmenso amor de Dios a este mundo
torcido como es y pecaminoso y plagado de mil pestes que los
hombres han traído sobre sí mismo, dice que Dios de tal ma -
nera lo amó. Se ve también allí hasta qué punto fue su amor:
al extremo de dar a su Hijo unigénito a las vergüenzas de su
ministerio en esta tierra y a las miserias de una cruz romana.
Y puede verse además que ese amor no es tan solo para algu-
nos seres especiales de este mundo, seres privilegiados, seres
excepcionales; no, nada de eso, porque “… de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree…”. “Todo aquel”, el bajo, el alto, el noble
y el plebeyo, los ciudadanos y funcionarios, los nacionales y
extranjeros. A todos, a todos.
Ese amor de Dios es una de las poquísimas cosas eternas.
Nuestras más acariciadas relaciones en este mundo tendrán su
fin, las empresas más colosales del ingenio humano se acaba-
rán, pero el amor de Dios es imperecedero. La razón de esto
reside en que el amor de Dios no depende de usted ni de mí.
No es cosa de que Dios nos ama porque somos de fisonomía
agradable o porque nuestra personalidad es cumbre o por -
que nuestros hechos son heroicos. Dios nos ama soberana -
mente, de su gracia pura y depende solamente de sus deseos
misteriosos.
Para un evangelista personal es menester hacer hincapié
primeramente en el amor de Dios y en segundo lugar mostrar
a la gente que Dios no hace acepción de personas (ver 1 Pedro
1:17). Es fundamental que la persona entrevistada lo com -
prenda y aun pueda verse identificada con algún personaje

91
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

bíblico. He rescatado dos que, según creo, son los más nota-
bles. El primero fue Zaqueo (Lucas 19:1-7), un hombre judío
de una posición alta en cuanto a riquezas (no precisamen -
te bien habidas), odiado y repudiado por sus connacionales,
dado que recaudaba impuestos para Roma. Sin embargo
ese hombre, sin piedad para lucrar con los trabajos ajenos,
se acercó a Jesús y fue transformado. Aun a los Zaqueos de
ese tiempo, hombres corruptos y despreciados, lo peor de lo
peor, Dios los ama y son también ellos los destinatarios de ese
amor incomparable.
Nótese en Juan 8:1-11 la historia de la mujer adúltera, ca-
lumniada, despreciada e incluso perseguida por quienes te -
nían intención de quitarle la vida; no obstante llegó también
a ella el amor del Salvador. Insista en esta situación: “todo
aquel que en él cree”. En Juan 6:37 el Señor afirma: “… y al
que a mí viene, no le echo fuera”; reafirma lo antes dicho mos-
trándose que sus brazos están abiertos de par en par y abarcan
todo el mundo. Él es omnipresente. Él nos amó, nos ama
y nos amará. Sin ninguna diferencia. Si el mundo entiende
esto será distinto, podrá vivir y disfrutar de ese amor de Dios.
Preparémonos pues, para propagar esta gran noticia: “Dios es
amor”.

Guíe a la persona a comprender que puede vivir


abundantemente
Jesús afirmó “… Yo he venido para que tengan vida, y que
la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¿Cuál es la etimología
de la palabra abundante? Significa “copiosa, desbordante, en

92
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

gran cantidad”. Nótese que se muestra una vida exuberante,


rica e inefable. Es promesa de Dios para el hombre.
“Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1). Faltará
significa “carecer, estar sin nada, o sufrir necesidad”.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Suplirá
quiere decir “añadir lo que falta. Remediar la falta de alguna
cosa. Completar lo faltante”.
Si, como en la matemática, pudiéramos sumar estos tres
elementos:
Abundante + nada me faltará + suplirá = beneficio
incomparable.
Estos términos son los que la humanidad está necesitando.
Si bien alguien puede prometer algunos de estos términos o
conseguir el favor de algún funcionario político o económico,
jamás estará en presencia de un beneficiario tan incompara-
ble. Hablemos de esto: aquellas personas que llegan al Señor
disfrutan de una vida copiosa, desbordante, rica e inefable,
sin carencia, sin sufrir necesidad. Completamente sin faltas.
Pero cuidado, porque sería demasiado fácil esta vida, ¿quién
la rechazaría? En esta forma de expresar el evangelio parece
que Dios está reclutando socios y no cobra cuota de ingreso.
Eso es verdad. Dios dice en su palabra que “Y cualquiera que
haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y recibirá
la vida eterna” (Mateo 19:29). De modo que no es que Dios
hace un trueque si no que mira el corazón de las personas y
está atento a su apertura, no contendrá sus beneficios y mise-
ricordias a aquellos que le buscan.

93
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

La bendición o vida abundante está a las puertas del cora-


zón de la persona y este puede comenzar a vivir una vida en
Cristo Jesús, en cuanto tome la decisión personal de someter
su vida al Señorío de Cristo. Esa es la llave a una vida de gozo.
No que desaparezcan las dificultades y problemas por arte de
magia. No; pero “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
- (Fi
lipenses 4:13). Si no existiera el sí, el no estaría de más. Pues
bien si no existieran las dificultades ¿qué valor tendría la vida
abundante? El beneficio que reciben los que acuden a los pies
del Señor es esa fortaleza que da una vida recuperada, sanada
y libertada por el Señor de la viña. La vida abundante se ve en
medio de las tormentas también. El apóstol Pablo decía: “…
ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” (Gálatas 2:20).
Negar las dificultades en la vida cristiana, y hacerlo con
el afán bien intencionado de ganar almas para el Señor, sería
nefasto. Poco duraría una persona ganada en esa forma. Lo
digo con mucho conocimiento de causa. No hace mucho un
diario en su portada mencionaba: “Chaco: catorce mil deci-
siones de fe”. Tiempo después hablaba con un pastor de la
zona y me decía que no le había quedado ni una persona de
las tarjetas que había recibido. ¿Por qué? Simplemente porque
se presentó una vida abundante demasiado fácil, tan fácil, que
aun el más despistado la aceptaría. No presente el Evangelio
y la vida abundante de Dios tan barata y fácil. No defienda
al Señor, el Señor se defiende solo. Presente un evangelio de
entrega, la que será portadora de vida abundante.

94
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

Guíe a la persona a comprender que el hombre ha


rechazado el amor de Dios y esta actitud es pecado
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros” (Isaías 53:6). La oveja se descarría por naturaleza.
El hombre también lo hace: está apartado de Dios. Es una
respuesta muy común que escuchamos decir: “Yo puedo con -
trolar mi vida”. “Yo me conozco mejor que Dios”. “Yo soy
bueno”. “No necesito de Dios” y tantas otras.
Es menester que con toda paciencia y bondad mostremos
a la persona que rechazar a Dios, o apartarnos saliendo de la
esfera de su influencia, ya constituye pecado, aunque seamos
los benefactores más grandes del mundo. No es por bondad,
ni por no tener vicios y calamidades que entran en los cielos.
“… el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). No hay otra
posibilidad. Rebelarse a confesar esa fe, o no aceptar a Dios
como soberano, nos hace infractores a la ley de Dios y eso
constituye pecado.
Si Dios fue nuestro creador, tanto crédulos como incrédu-
los, fuimos formados en el vientre de nuestra madre por su
voluntad. Entonces, si rechazamos a nuestro hacedor, esta -
mos rebelándonos contra su autoridad y dignidad.
Imagine que usted transita por una carretera a la veloci
-
dad indicada con su automóvil en perfecto estado y nada hay
que pueda estar en contravención; de pronto un agente de
policía lo detiene o le hace señas que se detenga, pero- us
ted no lo hace. Acaba de cometer una infracción o delito de
desacato. Pero ¿por qué? Si todo estaba bien, nada tiene que

95
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

reclamarme. ¿Por qué? Simplemente porque no se detuvo


ante la indicación. Eso solo es delito.
Sucede lo mismo con Dios; si vivimos porque Él quiso y
si somos buenos y nada malo hacemos, pero no aceptamos la
autoridad y soberanía sobre nuestras vidas, estamos en falta.
Y una falta ante Dios tiene un solo nombre: pecado.
Resulta difícil para la persona aceptarlo, sobre todo por
-
que la idiosincrasia latinoamericana es influenciada por la re-
ligión dominante en esta región que permite licencias tales
como “Bueno, se puede estar bien con Dios y con el diablo”, o
“Siendo bueno o no haciendo mal ya está”; y esto no es verdad.
Dios dice: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón
está lejos de mí” (Mateo 15:8-9). “Ningún siervo puede servir a
dos señores…” (Lucas 16:13).
Por eso mencionamos tener paciencia y bondad al hablar
este tema: de nosotros depende cómo lo tome la persona. Si
lo presentamos llenos de esos dos ingredientes, por lo menos
lograremos que la persona lo piense. Si obtenemos eso nada
más, el resto lo hace el Espíritu Santo de Dios. Porque Él
convence de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8).
Si lo presentamos con tono de juez habremos perdido la
batalla, y difícilmente podamos ganar esa alma. Piénselo.

Guíe a la persona a comprender que el pecado tiene


su consecuencia
Dios ha establecido un código o mejor dicho una ley, y
dice:“El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel “…
18:20).
el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15).

96
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

Establecimos en las indicaciones anteriores, que era pe -


cado. Ahora veamos cuál es la paga de ese pecado, o sea la
recompensa, lo que el individuo obtiene como premio por
apartarse de Dios. El diablo siempre hace creer a las personas
que las tiene bajo su influencia; nótese que no digo “ende -
moniados”, pero sí que obran de acuerdo a los mandatos de
las tinieblas. Estas personas son engañadas creyendo: “Bueno
finalmente Dios a mí no me tocará”. “Soy demasiado listo
y bueno para que Dios se enoje conmigo”. En mis horas de
tinieblas eso pensaba, es más, estaba totalmente convencido
de que a mí Dios no me tocaría.
Pero no es eso lo que Dios dice, y Él no es hombre para
mentir. De modo que a pesar de que las personas nos pre -
senten todo tipo de excusas y salidas, por más elegantes que
ellas parezcan, no habrá trato. No hay términos medios, ni
salidas elegantes; con todo el amor que Dios nos da, debe -
mos presentar esta situación, evitarla por temor de no ganar
esa alma. Esto nos llevará a que el fracaso esté a la vuelta de
la esquina. Esa alma no habrá entendido lo que Dios pide o
hace y entonces a las pocas semanas estará peor que cuando
nos acercamos a testimoniar.
Es menester que hagamos hincapié en que no hay ningu-
na posibilidad de evitar la consecuencia del pecado. Es más,
si nosotros no lo hablamos por temor a no ganar esa alma,
me atrevería a decir que estamos cayendo en pecado. Eze -
quiel 33:6 habla muy claramente de este tema. Creo que si
aplicamos todo lo visto en los capítulos anteriores y tenemos
especial cuidado en nuestro trato, si lo hacemos con toda
comprensión, amor y tomados de la mano del Espíritu Santo

97
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

de Dios, no debemos tener ninguna duda de que la persona


lo entenderá.
Le recomiendo hablar con claridad y no tratar de disfrazar
los términos, pero al mismo tiempo digo que utilice ilustra-
ciones o ejemplos bien preparados. Busque el sí de las per -
sonas mediante situaciones análogas como el vulnerar la ley
policial y luego aplíquelo a la Ley de Dios, como hicimos
anteriormente. Pero hágalo, nunca lo oculte. Con paciencia y
amor pero dígalo.

Guíe a la persona hacia el plan de Dios para que el


pecador pueda escapar de la paga del pecado
El hombre alejado de Dios, y por consecuencia en pecado,
no tenía posibilidad de salir de esa situación. Mucho se esfor -
zó en buscar soluciones a este problema, pero no fue posible
encontrar la salida. No encontró la solución al comprometido
estado en que se encontraba. Es por eso que Dios, al ver la
situación de su máxima creación, tuvo misericordia y dice la
Biblia: “Mas Dios muestra su gran amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos
5:8) y agrega:

Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el


madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
– 1 Pe d ro 2 :24

98
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

El supremo creador estaba reconciliando al hombre con Él


a través de su hijo Jesucristo, quien se entregó en rescate de
los pecados del hombre. Él mismo se hizo pecado y cargó en
la cruz del calvario todas las iniquidades que el hombre come -
te. Esta era la reconciliación total y perfecta. Dios mismo se
hizo hombre para cargar en sí mismo los pecados de muchos
y de esta forma, por ese sacrificio único y total, el hombre
puede acercarse al Padre, limpiado por la sangre vertida en la
cruz del calvario.
Dios le da al hombre la salida total a su situación pecami-
nosa y lo reconcilia a través del sacrificio vicario de Cristo.
Esta reconciliación es el cambio operado entre las relaciones
de Dios y el hombre, basado en que Cristo entregó su vida en
favor de la humanidad. Es el restablecimiento de la amistad
del hombre con Dios, pues entre ambos reinaba la enemistad;
más que el establecimiento de buenas relaciones en general
es la eliminación de un profundo desacuerdo. El hombre se
encontraba perdido en delitos y pecados pero, en la persona
de su Hijo, Dios mismo ofreció un camino hacia la reconci-
liación. El sacrificio del calvario no cambia la actitud de Dios
con relación a detestar y desechar el pecado, ni tampoco su
amor entrañable por el pecador. El pecado del hombre pro -
duce la ira de Dios pero, bajo la iniciativa del Padre, el Hijo
se entrega en propiciación por nuestras culpas. La fe en esa
entrega total es el requisito para ser reconciliado con Dios.
El Padre, estando en Cristo, estaba reconciliando consigo
mismo. El apóstol Pablo resume el plan redentor de Dios en
la palabrareconciliación la cual ha sido encomendada a todos
los cristianos para la proclamación a todos los hombres. “Dios

99
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles


en cuenta a los hombres sus pecados…” (2 Corintios 5:19).
Entonces, que nuestros entrevistados entiendan que Dios
nos mira a través de su hijo Jesucristo. Ahora el único camino
que el hombre tiene para poder escapar de la paga del pecado
es Él.
Él es el camino, la verdad y la vida (ver Juan 14:6) nadie
llega al Padre sino por él. Separados de él nada podemos hacer
(ver Juan 15:5). “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” (Gálatas 2:20). Esa es la
llave de la victoria para escapar de la eterna condenación: cru -
cificar juntamente con Cristo todas nuestras rebeliones; así,
solo así, el hombre logrará salir de su pantano y ser iluminado
por la luz de la vida eterna.

Guíe a la persona a los pies de Cristo


… Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares
con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con
el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación.
– Ro ma n o s 10 :8 -10

Esta es la palabra de fe, y es menester que esto predique -


mos, la Palabra que los hombres deben creer para ser salvos.
Esta es la sencillez del método evangelístico de salvación. “Si
confesares”, es decir, si lo reconoces como tu Señor, lo cual es
la debida manifestación o evidencia de la fe.

100
GUÍE A LA PERSONA A CRISTO

Piense que la persona está en un momento de decisión


muy grande; que su oración hacia esta proclamación sea sim -
ple, corta, real, y de corazón.

“Señor, vengo a ti para pedirte perdón por mis pecados,


límpiame de mis maldades, anota mi nombre en el libro de
la vida. Yo confieso con mi boca, que tú eres mi único y su
-
ficiente salvador. Renuncio a toda maldad y toda obra de las
tinieblas. Te acepto como mi Señor”.

Es un momento de conmoción en la vida de nuestro en -


trevistado, continúe la oración usted y pida por él, por este
momento y para que Dios pueda conmover a esta persona.

101
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Bosquejo de este capítulo

Guíe a la persona a Cristo

I - Guíe a la persona a comprender que Dios le ama.


II - Guíe a la persona a comprender que puede tener
vida
abundante.
III - Guíe a la persona a comprender que el hombre ha recha -
zado el amor de Dios y esta actitud es pecado.
IV - Guíe a la persona a comprender que el pecado tiene su
consecuencia.
V - Guíe a la persona hacia el plan de Dios para que el peca-
dor pueda escapar de la paga del pecado.
VI - Guíe a la persona a los pies de Cristo.

102
D E T E C T E A Q U I É N E N T R E V I S TA R

Capítulo 7

DETECTE A QUIÉN
ENTREVISTAR

L a gran comisión nos indica: Id por todo el mundo. Muy


bien, eso debemos hacer. Pero creo que esto debe ser orde -
nada y planificadamente, de lo contrario no todos los esfuer-
zos tendrán su contestación en resultados.
Debemos dividir esta gran comisión en tres partes. La pri-
mera: las entrevistas ocasionales; la segunda: la entrevista pla -
nificada sistemáticamente; la tercera: la entrevista que debe
evitarse.
La entrevista ocasional es aquella que se puede desarrollar
en cualquier momento de nuestro día. Es decir, en el colec -
tivo, tren, al vendedor de la frutería, o simplemente a un ve-
cino, y a una comunicación equivocada en nuestro teléfono.
Toda ocasión es propicia. No diga: “no seré escuchado por
esta persona”. Hágalo siempre en su oficina o fábrica, aun en
la cola de pagar impuestos. Toda ocasión es propicia para dar
testimonio. Si usted tiene trato con las personas por su traba -
jo, busque la oportunidad de hablar del Señor. Aunque pien -
se que no tendrá tiempo de explicar todo el plan de salvación,

103
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

atrévase a sembrar una Palabra; recuerde que ella nunca, pero


nunca volverá vacía. Aun en esa circunstancial oportunidad
busque también a aquella persona que, a su entender, está
necesitada de Dios con urgencia. Un gesto, una lágrima o
simplemente un caminar cansino, una mirada perdida o una
queja desgarradora, será un indicio suficiente para quien ande
buscando testificar. Un rostro alegre, distendido o despreocu -
pado, será más difícil de llegar a su corazón, no porque esas
personas no necesiten de Cristo sino que pensarán que no es
el momento. En cambio un hombre o mujer vagabundos en
la calle, sin techo, ni comida, alguien juntando desperdicios,
aun un vendedor callejero o alguien que pide una moneda,
serán entrevistas ocasionales productivas. Detecte entre las
personas, a aquella que será más receptiva a su mensaje. No
digo con esto que seleccione o que haga un análisis de cada
persona. No, no quiero decir eso. Pienso que todo el mundo
necesita de Dios. Pero dentro de este mundo hay prioridades
de urgencia, gritos de socorro que se transmiten en los ros -
tros, ahí debemos estar con nuestro mensaje en primer térmi -
no. Luego, el resto del mundo.
Quiero que comprenda que no hago acepción de personas.
Dios no lo hace. Insisto en que debemos buscar la necesidad.
Debemos ser ambulancias espirituales. Un médico de urgen-
cia siempre pregunta el estado del paciente cuando es llama-
do por teléfono. ¿Para qué lo hace? ¿Para decir: “Bueno, que
espere cuando tenga tiempo”? No. No lo hace para eso. Toma
esa precaución por si acaso tenga otro llamado y así podrá
priorizar su visita al más necesitado. Bueno, hagamos noso -
tros esto también. Miremos a todos los enfermos y asistamos

104
D E T E C T E A Q U I É N E N T R E V I S TA R

a los peores, los más angustiados. De esta forma estaremos


aun ocasionalmente, ganando vidas y librando a personas de
situaciones o decisiones límites.
Las personas, físicamente hablando, son iguales; pero en
sus estados no lo son. Mire a individuos en un club de tenis
y mire a hombres y mujeres a la salida de un hospital. No es
lo mismo una persona en un lujoso restaurante que alguien
sentado frente a una mesa vacía. Que sus ojos sean verdaderos
radares y que, con la guía del Espíritu Santo, pueda ser un
alivio para alguien.
Ejercite este don de individualizar a personas necesitadas
en la vía pública o en circunstancias no tradicionales o regula -
res. Verá que en poco tiempo Dios le mostrará tan claramente
las necesidades que usted no podrá, por más que mucho se
esfuerce, no testificar. Solo cuando tenga ese dolor por las
almas verá a Dios obrar. Pero detecte las necesidades en sus
visitas ocasionales y proceda.
La segunda es la visita planificada sistemáticamente. Estas
visitas se organizan en la iglesia local. Se tomará un mapa de
la ciudad o barrio seleccionado y se establecerá un radio de
acción. Una vez determinado esto se le asignará a cada grupo
de dos personas un sector, del cual serán responsables de la
evangelización.
Es bueno que siempre los mismos visiten el mismo sector
o vecindario, porque las personas empiezan a conocerlos y
esto ya evita el rechazo primitivo. Cuando una persona es
asignada a un área debe tomar contacto con los comerciantes
del barrio, para que sepan quién es, qué piensa y qué está
haciendo. Será al tiempo uno más del lugar. Por el contrario,

105
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

si todas las semanas se envía uno diferente, siempre tendrá el


rechazo primitivo.
Cada sector debe tener un grupo de dos responsables que
siempre estén juntos en la tarea de evangelizar. ¿Por qué el
hincapié de que sean dos personas? Dios nos envía de dos en
dos. Y además porque si se está entrevistando, es factible que
se le invite a pasar y es muy peligroso ingresar a una vivienda
solo o sola porque no sabe qué encontrará. Siendo dos, los
riesgos se minimizan. Es bueno que sea un hombre y una
mujer o dos hombres, pero nunca dos mujeres solas. Recuer-
de que el diablo como león rugiente anda buscando a quién
devorar. Que no sea usted. El ideal es una pareja de esposos.
Da una buena sensación al entrevistado. Insistimos en que sea
una pareja siempre en la misma zona, no para mirar vidrieras,
sino para que los vecinos la conozcan y que ustedes conozcan
la idiosincrasia del lugar donde va a trabajar.
Una vez individualizado su lugar, es entonces donde debe
comenzar a buscar a quién testificar. Puede aplicar las normas
establecidas para las entrevistas ocasionales. No obstante aquí
tendrá más elementos de juicio para evaluar.
Las viviendas no son todas iguales. Por ende sus mora -
dores tendrán situaciones análogas a sus viviendas. En una
vivienda muy deteriorada o abandonada, seguramente habrá
personas con carencias económicas y por ende necesidades
espirituales urgentes. En un chalet lujosamente adornado, se -
guramente que sus moradores tendrán necesidades distintas
a las anteriores.
Este es un tema muy controvertido, probablemente algún
enemigo me ganaré, pero estoy totalmente convencido de

106
D E T E C T E A Q U I É N E N T R E V I S TA R

que una persona sin problemas económicos mira a Dios y


dice: “Ya tendré tiempo de ocuparme de él”. Por el contrario
una familia carenciada de alimentos básicos tendrá su cora -
zón más receptivo.
En las grandes capitales (lo digo por experiencia propia)
las necesidades son otras. Por ejemplo: ¿Dónde ir a veranear
este año? ¿Cambio el departamento? ¿Compro la antena pa-
rabólica o cambio el auto? En los barrios periféricos donde
falta todo, donde no se llega porque las calles son de tierra,
no hay luz, gas, ni teléfono, ahí las cosas son muy, pero muy
diferentes.
Por eso el evangelista personal que sepa planificar y que
conozca las necesidades de su lugar de trabajo, habrá ganado
tiempo y esfuerzo.
Deberá observarse detalladamente su sector de evangeli -
zación y fijar las prioridades que considere más urgentes. Tal
vez no comparte mis ideas en cuanto a las prioridades, pero
en cuanto comience a evangelizar y vea, en el campo de labor,
las cosas que encuentra seguramente le harán rápidamente
cambiar de opinión.
Salga a su sector sabiendo a dónde y a qué va. No diga:
“Bueno, ¿a ver a quién me encuentro hoy?”. No lo haga. Es
preferible que se quede en su casa.
En una oportunidad observé que cuando un campesino
siembra sus semillas lo hace muy cerca del surco, aun con las
modernas maquinarias, estas van bien pegadas al surco. Pen-
sé: “Con tan grande campo, casi quinientas hectáreas, sería
bueno hacerlo con un avión. ¡Más rápido!”.

107
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

¡Qué disparate, pensará usted! Bueno, no planificar el tra-


bajo y no saber dónde y a qué ir, es lo mismo que sembrar
trigo desde un avión.
Supe que un pastor tuvo un inconveniente con una perso-
na. Después de tres meses, el siervo de Dios le preguntó cómo
iba el trabajo en su sector. El hermano contestó:
–Pastor estamos planificando.
– ¡Muy bien! –exclamó el pastor. Pasó un tiempo pruden-
cial, cuatro meses, y el pastor insistió:
–Hermano, ¿cómo está el trabajo en su sector?
–Pastor –contestó– estamos planificando
Que su vida no sea una planificación nada más. Piense una
estrategia: busque a dónde ir y a quién ver. Y hágalo. Luego,
cuando regrese, repase todo lo actuado, descarte lo malo y
mejore lo bueno que ha hecho durante su tarea. Creo conve-
niente una planificación de una hora para toda una tarde de
labor. Esto para planes de corto plazo.
Es conveniente preparar nuestra tarea y tenerla prevista
por lo menos con treinta días de anticipación, a los efectos
de que si un día no podemos tomarnos esa hora, ya está todo
previsto y lo único que tenemos que hacer es encomendarnos
al Señor y salir.

Por último, la entrevista que debe evitarse. Seguramente


se encontrará en la tarea evangelizadora con algún hermano
que concurre a una iglesia cristiana del lugar. Tal vez encuen-
tre alguno de otra organización, o simplemente se encuentre
con personas de otras religiones, que no son solo creyentes,

108
D E T E C T E A Q U I É N E N T R E V I S TA R

sino que también, como usted, son líderes. En estos casos yo


recomiendo que salude y se retire.
No pierda tiempo en comentarios como “en mi iglesia ha-
cemos esto”, “el pastor hace aquello”, “mi superintendente es
muy lindo”, etcétera. No pierda tiempo. Cortésmente salude
y retírese. No ganará nada discutiendo con un Testigo de Je-
hová, o un Solo Jesús. Cuando la persona entrevistada ma -
nifiesta su creencia en forma categórica, escúchela por unos
momentos y luego retírese.
Evite en el futuro este encuentro. Nada ganará. Usted tiene
la tarea de evangelizar, no de cambiar a las personas de iglesia.
Proceda igualmente con personas de otras religiones. Obser-
ve cuál es la predisposición del corazón y si ve que la única
intención es la polémica, retírese y no vuelva más. Evite esas
entrevistas. No conducen a ningún lugar.
Hay grupos de personas y hermanos preparados que se en -
cargan de predicar a los musulmanes, testigos y otras sectas;
y si ve que su llamado es a ese trabajo, pues entonces deje el
trabajo de evangelismo personal. Prepárese teológicamente,
estudie las diferentes religiones comparadas y reúna esfuerzos
con quienes ya están preparados en ese campo. Será de utili-
dad. Mientras tanto, si es un evangelista personal, no cambie
a las personas de iglesia o religión. Predique a Cristo y a este
crucificado. Salude y retírese.
Cuando se encuentre con estos casos, no olvide ese pasaje
que dice: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).
Pues bien, ponga a esas personas en oración, haga ayuno es-
pecíficamente por ellas y encomiéndelas en manos del Señor.

109
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Bosquejo del capítulo

Detecte a quien entrevistar

I - Entrevista ocasional
II - Entrevista planificada sistemáticamente
III - La entrevista que debe evitarse

110
Capítulo 8

TRES REGLAS DE ORO

Regla I

Conozca el material del que dispone

P odríamos decir, sin temor a equivocarnos, que todos los


cristianos evangélicos hemos entregado, en alguna opor-
tunidad, alguna literatura, lo que comúnmente llamamos
- tra
tados. No nos ocupa cómo se lo denomina, aun preferimos
llamarlo literatura, pero sí nos preocupa que se conozca lo
que ese material dice. En campañas y personalmente se -re
parte esa literatura, pero hemos visto con mucho dolor que lo
que damos para que se lea, no es leído por nosotros primero.
¿Leemos lo que le damos a los demás para que lean? Creo
que no. Pero debemos saber qué dice y estar bien compe -
netrados con el mensaje escrito y de las citas bíblicas que se
mencionan. Esto nos permitirá entregar la literatura correcta
en la situación oportuna.

111
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

¿Por qué decimos esto? Simplemente porque no sería apro -


piado entregar un tratado que hable de la prosperidad, a una
persona que por un terremoto ha perdido todas sus pertenen -
cias. Tampoco podemos dar literatura que hable de la sanidad
divina a una persona que acaba de perder un familiar. No po -
demos distribuir esos mensajes escritos que son para personas
con vicios, a niños o viceversa. Es menester clasificar el ma -
terial, leerlo, investigar las citas a las que se hacen referencias,
comprenderlo y meditarlo. Para que sea realmente efectiva la
literatura debe ser entregada con meditación y entendimiento
pleno de su contenido.
Debemos ser celosos del material del que disponemos. Pri -
mero porque no es todo lo que necesitamos y segundo porque
realmente son costosísimos, y son elaborados con mucho ca-
riño; por lo tanto no merecen ser repartidos irracionalmente.
No es esta literatura nuestro anotador personal, para que
se escriban teléfonos o necesidades, tampoco para ayuda me-
moria o señalador bíblico. No es esa la función. No lo olvide.
Ese material debe estar alejado de la mano de los niños.
Para hacer avioncitos hay otro papel más económico. ¿No le
parece? Que los cajones de nuestros placares no sean el triste
final de un mensaje de esperanza. No los guarde bajo llave, ni
los oculte tanto que ni usted recuerde dónde los puso.
Esta literatura no es para repartir en las iglesias. No deben
ponerse en la entrada de nuestros templos o sobre las mesas en
las campañas. No es esta la función para lo cual fueron crea-
dos. Los hermanos de nuestras congregaciones no tienen que
recibir esa literatura; tienen para eso la Biblia, fuente princi-
pal de todo mensaje. No están hechos para ser coleccionados

112
TRES REGLAS DE ORO

como figuritas difíciles. Nunca los tire por debajo de las puer -
tas, menos en los parabrisas de los automóviles y menos aún
en los mostradores de negocios del barrio.
Podríamos ampliar notablemente los no, pero preferimos
establecer algunas recomendaciones para que este material
tenga el verdadero destino para el que fue hecho.

Primero: Clasifique el material literario por tema. Piense


en función de que son libros pequeños. En su iglesia local
busque el lugar indicado y acomódelos de acuerdo con el
mensaje que tiene impreso. De esta forma cuando se evan -
gelice y quiera tratarse de un tema en particular, la persona
encargada de distribuirlos no tendrá más que solicitarlos y
disponerlos.

Segundo:Retire únicamente lo que considera necesario


para su labor del día o a lo sumo de la semana. No más para
evitar que se pierdan o deterioren. Tampoco retire sobre tan-
tos temas diversos. Que el material responda a la planifica -
ción de su trabajo personal. Por ello es menester saber cuál
va a ser su labor y en base a ellos buscar el material adecuado.

Tercero: Lea y relea los mensajes escritos. Busque las -ci


tas bíblicas a que se hacen referencia. Analice el texto y el
contexto, empápese del mensaje de la literatura que estará
entregando.
Verá que es una bendición para su vida, pero fundamental -
mente para que el que lo recibe y le haga una consulta vea en

113
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

usted un verdadero conocedor de lo que dice que los demás


deben leer.

Cuarto: Un mensaje escrito puede salvar una vida. Re -


cuérdelo. Antes de entregarlos ponga sus manos sobre ellos y
pida que el Espíritu Santo toque a la persona que lo reciba,
que comprenda y acepte su mensaje.
Dé a la literatura cristiana el verdadero lugar que le corres -
ponde, tanto en la Iglesia como en su vida. Recuerde que esos
mensajes también han sido inspirados por el Espíritu Santo
de Dios, por lo tanto son sus palabras. Y merece, por ello,
nuestro más renovado interés y preocupación.

Regla II

Hágalo ahora, comience ya


Todo lo que hemos leído y pensado en los capítulos an -
teriores carece de valor, los planes que podamos hacer serán
como el polvo, las metas serán imposibles, a menos que sea
puesto en práctica, a menos que lo comience a hacer ya.
El momento es ahora. Nunca ha sido escrito un libro o un
tratado de ingeniería o de hidráulica, nunca un decreto gu -
bernamental, o una ley, que fuera dictada. Jamás planes de
desarrollo de ningún país, por más genial que fuera, vieron
éxito si no fue puesto en marcha. Nada de lo que el hombre
piense o diga, por sí solo, producirá el efecto deseado, a no ser
que sea puesto en marcha.

114
TRES REGLAS DE ORO

El agua del Jordán no se hubiera abierto si los sacerdotes


que precedían a Josué, no hubieran puesto el pie en el agua.
En ese momento fue cuando el agua les cedió el paso.
Sepa que nada de lo que piense o sienta, por más hermoso
que parezca, verá el éxito si no se atreve a ponerlo en marcha.
La demora en la ejecución de cualquier plan es simple -
mente hija del temor. Es ese temor el que no nos deja pro -
ceder ya. Pero el amor de Dios echa fuera el temor (1 Juan
4:18). Para vencer ese temor debe proceder sin vacilación.
La acción reduce al león a una insignificante hormiga. La
luciérnaga proyecta su luz cuando vuela, solamente cuando
está en acción. Proyecte su luz durante el día y la noche. No
sea como la mariposa que depende, para vivir, de alguna flor.
Proyecte la luz de Cristo al mundo entero, no se quede sen-
tado mirando pasar la vida. Hágalo ahora. No eluda la tarea
evangelizadora, o descarte alguna persona, no piense en “lo
haré mañana”. Mañana nunca llega. Hágalo ahora aunque sus
acciones no traigan la felicidad o el éxito. Es mejor proceder
y fracasar que quedarse inactivo y salir del paso a duras penas.
Un famoso escritor dijo: “Si te caes una vez, levántate diez,
cien, quinientas. No han de ser tus caídas tan violentas, ni
tampoco por ley han de ser tantas”.
La manzana es un fruto hermoso y sabroso, pero sin la ac-
ción de proceder ahora –por sí solo–, no llega a nuestras me-
sas. Lo hace porque alguien tomó la decisión de cortarla ya.
Repítase esta frase constantemente: Evangelizaré hoy.
Evangelizaré hoy, Evangelizaré hoy. Repítase estas palabras
constantemente. Repítaselas todo el día y antes de acostarse,
a la mañana al levantarse, repítaselas hasta que sea un hábito

115
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

como el respirar o el pestañar. Con estas palabras puede pre-


pararse para realizar todo acto necesario para legar a las perso -
nas. Con estas palabras puede hacer frente a todo desafío, que
el temor al fracaso elude.
Cuando vea una persona en necesidad, o aun si ella, co -
mience ya, hágalo inmediatamente; mientras el fracaso me -
dita con detenimiento la posibilidad del desaire. Cuando se
encuentre con una puerta cerrada, pronuncie esas palabras
(comenzaré ya) y luego llame, mientras el fracasado espera
afuera con temor y temblor.
Cuando esté tentado a abandonar la obra y comenzar ma-
ñana, pronuncie esas palabras y luego comience a golpear
otra puerta para tener otra entrevista. Hágalo ya.
Solamente la acción determinará su valor, y para multipli-
car su valor debe multiplicar su acción. Cuanto más luche,
más victorias tendrá. Transite allí por donde el cómodo no
va. Trabaje más cuando el temeroso busque descanso. Ha -
ble cuando el fracasado permanece en silencio. Visite a diez
personas que tengan necesidad o no, mientras el idealista se
formula grandes planes y objetivos para visitar a una sola
persona.
El “ahora” es todo lo que tiene. Mañana es el día reservado
para el trabajo de los haraganes. Mañana es el día cuando lo
malo se vuelve bueno. Mañana es el día cuando el débil se
vuelve fuerte. Mañana es el día cuando el fracasado tendrá
éxito. Pero mañana viene el Señor. ¿Cómo lo encontrará?
Dice un pastor amigo y profesor del seminario: “Herma-
nos, es mejor gastarse que oxidarse”. Hágalo ya. Recuerde lo
que la escritura dice:

116
TRES REGLAS DE ORO

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la exce -


lencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derriba -
dos, pero no destruidos.
– 2 C o r i n ti o s 4:7 -9

Además agrega:

… Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin -nú


mero; en cárceles más; en peligro de muerte muchas veces.
De los judíos cinco veces ha recibido cuarenta azotes menos
uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedrea-
do; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he
estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas ve-
ces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los
de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en el desierto, peligros en el mar, entre falsos herma -
nos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y en
sed, en ayunos, en frío y en desnudez.
– 2 C o r i n ti o s 11 :2 3 -27

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida


para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el
ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio
del evangelio de la gracia de Dios.
– He ch o s 20 :24

117
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Para él era menester poner en acción todo lo que Dios le


había dado.
Las almas no esperan, Satanás anda como león rugiente
buscando a quién devorar. Y nosotros discutiendo “que tal
cosa, que tal otra”, “que si esto sí, que si esto no”.
Ahora es el momento oportuno, este es el lugar adecuado
y usted es la persona elegida.
Hágalo ahora, comience ya.

Regla III

Evalúe sus entrevistas


Recuerdo una vez que mi auto se descompuso. Después de
aplicar todos mis modestos conocimientos sobre mecánica,
opté por recurrir a la persona que sabe. Esta persona comenzó
su tarea revisando y sacando elementos. Luego de un tiempo
me dijo: “Póngalo en marcha”. El motor arrancó y sonaba
como una orquesta. Mi sorpresa fue mayor cuando me dijo:
“Detenga el motor y espere”. Miré lo que estaba haciendo y vi
que estaba revisando paso por paso lo que había tocado, tor-
nillo por tornillo era verificado y repasado en su ajuste. Ante
mi apuro le dije: “Está bien, ya arrancó. ¿Me puedo ir?”. El
mecánico me dijo: “Joven, acostumbro a revisar todo lo que
hice. De esta forma si me equivoco, lo corrijo y aprendo para
la próxima”. Ya manejando nuevamente para mi destino, dije:
“Gracias Señor. Me has enseñado hoy que es bueno repasar
nuestro trabajo, mejorar lo que está mal y fijar los aciertos”.

118
TRES REGLAS DE ORO

Creo necesario que un evangelista personal verifique toda


la tarea realizada. Una vez terminadas las visitas sería bueno
que los grupos se juntaran por un rato y evaluaran sus entre-
vistas. Si esto no es posible háganlo con la persona con la que
fueron juntos. Recuerden paso por paso las visitas. Para ello
tomen un papel y un lápiz y hagan una planilla como la que
sigue: Bien hecho - Mal hecho - No lo repetiré más.
En la primera columna anote todo aquello que para us -
ted fue un acierto. Esto efectúelo solo. Luego se confrontará
con la de su compañero. En la segunda columna escriba todo
lo que fue para usted un error, o lo que no estuvo correcto;
también en los términos que aplicó mal, las respuestas que no
fueron bien aceptadas y todo aquello que crea que no salió
bien. En la tercera columna ubique aquello que realmente fue
pésimo y no quisiera volver a cometer jamás. Generalmente
a nuestros ojos la primera columna estará llena de aciertos
y cosas bien hechas. Si esto es así, su iglesia estará llena de
personas salvas. Recuerde que el Señor Jesús dijo: “Por sus
frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). De manera que la primera
columna estará directamente relacionada con la cantidad de
vidas rescatadas. Si esto no sucede le animo que corra todo lo
que puso en la primera a la segunda, y que no se desanime.
Hay muchas personas que no aceptan ninguna sugerencia
y para evaluarse son muy contemplativos. Bueno, esto no nos
parece mal. Pero en el caso de la tarea evangelizadora, lo pri-
mero que debemos aprender es a evaluarnos objetivamente, y
estar abiertos a conocer nuestros errores.
Para ayudarnos en esta parte, justamente estará la -pla
nilla que, al respecto, llenará nuestro acompañante. De la

119
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

confrontación de las dos planillas podrán sacarse enseñanzas


realmente muy positivas. Y además se estará haciendo más
homogénea la unión de trabajo de las dos personas y esto se
trasuntará en grandes beneficios para los entrevistados.
Además, cuando se verifique algún error grande o falla
realmente tremenda, se podrá visitar nuevamente a la perso-
na y, como vimos en otro capítulo, reconocer rápidamente
nuestros errores.
Debemos prestar sumo cuidado a la confección de esta
planilla, como a la planificación previa. Sé que tal vez crea
que deseo formar profesionales y esto no es así. Insisto que en
cuanto nos detenemos a revisar lo realizado, es el Espíritu de
Dios que nos habla sobre nuestros aciertos y errores.
Teníamos como meta mejorar, solo cuando entendemos
que permanentemente debemos buscar formas de evitar erro -
res, en ese momento estaremos siendo de mayor bendición
para los demás.
Le recomiendo que guarde estas planillas y de tanto en
tanto las relea. Podrá de esta forma tener una fotografía de
cómo fue evolucionando en la tarea que Dios le encomendó.
Además servirá para que otros puedan conocer errores, que
tal vez en la teoría jamás se den. Recuerde también que, en
algún momento puede enseñar a otros el trabajo de un evan-
gelista personal. Le será de bendición contar o ilustrar sus
enseñanzas con situaciones extraídas de la realidad.
Preste la atención debida a esta evaluación de su trabajo,
dado que de la confección más realista saldrán los resultados
más positivos. La mirada hacia el pasado mejorará su presente
y prosperará su futuro.

120
TRES REGLAS DE ORO

Le servirá también para poder confrontar estas evaluacio-


nes con su planificación mensual. Si la cantidad de visitas fue
igual a la planificada podrá decir: “Gloria a Dios”. Pero si hay
una gran diferencia entre lo planificado y lo realizado, amigo
tendrá que planificar mejor o visitar más.
Cuantos más elementos tengamos para verificar y calificar
nuestro trabajo, redundará en beneficio de la obra de Dios. Si
estamos trabajando en una oficina y cometemos un error en
el expediente que estamos escribiendo, quitamos la hoja y la
arrojamos al cesto de los papeles. Amigo: estamos trabajando
con almas y si nos equivocamos, o lo hacemos desordenada-
mente estamos permitiendo que esas almas vayan al infierno.
Por eso cuanto más se detenga en evaluar y mejorar su trabajo
y el de su compañero, esto se verá en iglesias llenas de almas
redimidas. Será una bendición para nuestras vidas si realmen -
te lo hacemos buscando la excelencia, no para la medalla de
los hombres, sino para la corona que Cristo nos dará. Que
Dios guíe su planificación, ejecución y evaluación. Así y solo
así seremos obreros que no tienen de qué arrepentirse.

121
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Bosquejo de este capítulo

Tres reglas de oro

I - Conozca el material del que dispone.


II - Hágalo ahora. Comience ya.
III - Evalúe sus entrevistas.

122
Capítulo 9

CÓMO APLICAR TODO LO LEÍDO

L levamos un buen tiempo juntos y habrá podido apreciar


que Dios nos ha dicho el por qué de nuestro deber de
evangelizar: que debemos ser nosotros primeros los que este-
mos llenos de la presencia de Dios para hablar a los demás. Se
mostraron pasos a seguir para relacionarnos con los demás y
lograr que las personas entrevistadas acepten nuestras formas
de pensamientos y los adopten. Era necesario ver qué decirles,
cuál es nuestro mensaje y fundamentalmente conducirlas a
Jesús. Podemos también detectar a quién entrevistar y posee-
mos tres reglas de oro para aplicar.
He tratado de ser lo más sintético posible a riesgo de no
dotar a este trabajo de todas las argumentaciones necesarias
para cada tema tratado. No obstante ello, el esfuerzo ha ter-
minado y se preguntará cómo se puede aplicar todo esto,
cómo puede ser verdaderamente un evangelista personal y
cómo puede dar un testimonio eficaz. Pero no hallamos en
la sabiduría humana nada que pueda darnos elementos que
permitan aplicar todo lo aprendido.

123
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

Ahora bien, si recurrimos al Señor Jesucristo, podemos a


través de su Palabra encontrar la guía necesaria para poner
esto en práctica. Creo que tenemos que subordinarnos total-
mente a la Palabra y voluntad de Dios y permitir que Él:

I - Cautive nuestros pensamientos

Estoy convencido de que todo aquel que es nacido de nue -


vo, tiene diario interés por las cosas del Señor y sobre todas
ellas tiene hambre y sed de la Palabra de Dios. Y esto está
muy bien. La Biblia nos dice a través del apóstol Santiago que
debemos ser hacedores y no simplemente oidores de lo que
Dios habla. Ahora tenemos dos elementos para analizar: uno
es la palabra oír, que es muy diferente a escuchar. ¿Cuántos
sermones ha oído en su nueva vida? De estos ¿cuántos en rea -
lidad escuchó? Ahora de los que escuchó ¿cuántos en realidad
aplicó? Es que debe haber un nexo entre el oír y el hacer. Ese
nexo es el pensamiento. Es el pensamiento el que pone en
marcha el oído. Para que esto ocurra y no haya filtraciones o
pequeñas fugas es menester que nuestros pensamientos estén
cautivos de la Palabra de Dios. ¿Cautivos? ¡Sí! Ese es el secre-
to. Estar prisionero, encadenado, seducido, conquistado por
esa palabra. Que ella ejerza en nuestra vida una irresistible
influencia. Cuando nosotros gobernábamos nuestros pensa-
mientos, éramos capaces de emprender muchas actividades y
destacarnos en deportes y otras disciplinas.“…
Ahora
no vivo
yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20); no tenemos nuestra
mente carnal, sino la mente de Cristo (1 Corintios 2:16) y si

124
C Ó M O A P L I C A R T O D O LO L E Í D O

tenemos la mente de Cristo nuestros pensamientos deben ser


sus pensamientos, en toda circunstancia y lugar, a toda hora y
situación, no pueden pasar por nuestros pensamientos otros
que los de Cristo.
Pensará: “Qué apasionado, fervoroso”, y no se equivoca.
Estoy apasionado por Jesucristo, quiero a toda hora sentir su
presencia, no quiero ser otra cosa más que su siervo, por nada
del mundo me rebajaría a ser Rey de una nación o Presidente
de algún estado. Quiero estar durante toda mi vida cautivo de
sus enseñanzas. ¡Sí! Solo los hombres y mujeres con esta estir -
pe son los que Dios está buscando. Que no tengan sus pensa -
mientos en las comodidades o en la economía o en el futuro.
Que estén dispuestos como Abraham, Moisés, Josué, Daniel,
Pablo y tantos otros. ¿Cree que ellos no estaban apasionados
por Dios? Vivían para Él. Eran de Él y para Él. Hacían y de-
cían para Él. Ellos estaban cautivos de los pensamientos de
Dios. Y Él los utilizó para su gloria durante todas sus vidas.
No podemos tener dos pensamientos, uno a la mañana y otro
a la noche. Se puede trabajar en cualquier cosa secular y sin
embargo tener el pensamiento puesto en las cosas de Dios.
Se puede ir en colectivo, subte o tren, avión o tractor con
los pensamientos de Cristo, rondando en nuestro corazón el
deseo de servirle.
Me resisto a pensar en término medio para la mayoría de
las cosas, aun así entiendo que en algunas se puede tener una
posición coherente y estabilizada en el medio, pero en las co-
sas de Dios no se puede ser tibio (Apocalipsis 3:16). Por eso
debemos buscar que la Palabra de Dios cautive nuestros pen-
samientos. Será la llave que abrirá todas las puertas de nuestras

125
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

entrevistas. Será el nexo comunicativo con todas las personas.


Será también un galardón, –un premio– para aquellos que,
buscando las verdades del Evangelio, escudriñando las Escri-
turas, han dejado cautivar sus pensamientos por Dios.

II - Administre nuestras emociones

Nuestras emociones nos conducen a la acción y las emo -


ciones son reacciones momentáneas; incluyen estados de áni-
mo como enojo, miedo, odio, amor, aflicción, gozo, etcétera.
Es menester hacer especial hincapié en este asunto. ¿Por qué?
Simplemente porque estaremos trabajando con personas, que
no son precisamente aquellas que nos estarán esperando con
flores. Por el contrario buscarán permanentemente sacarnos
de nuestras casillas, o estarán buscando perturbarnos y des -
viarnos de nuestra sana intención de predicarles el evangelio.
Por eso le recomiendo que su ruego sea no caer en la ten-
tación de pedirle al Señor cinco minutos de ira permisiva. El
Señor no se los otorgará y si se los toma, se encontrará en una
situación incómoda. En esto de las emociones el único que
puede ayudarnos es Él. Es realmente la prueba de fuego para
un evangelista personal. Si las emociones nos dominan mejor
será que nos quedemos en la iglesia, realizando otras tareas, y
creciendo en el conocimiento de la palabra, o esperando que
el Señor haga su trabajo en nuestras vidas. Nunca salgamos
a evangelizar si no tenemos la más absoluta seguridad de que
nuestras emociones están administradas por el Señor.

126
C Ó M O A P L I C A R T O D O LO L E Í D O

No solamente por el bochorno que causa un individuo


emocionalmente afectado, sino porque el testimonio que es-
tará brindando será pésimo. Además le habrá dado el gusto al
diablo y la victoria será para él.
Lo que el hombre sembrare eso también segará (Gálatas
6:7). Y manifiestas son las obras de la carne (Gálatas 5:19-
20): celos, iras, pleitos, contiendas, disensiones.
Pero los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus
pasiones. Mas los frutos del espíritu: paciencia, paz, benigni-
dad, bondad, mansedumbre, templanza (Gálatas 5).
He releído una y otra vez este pasaje o estos pasajes y no
encontré en ninguno de ellos esa excusa de “pedir cinco mi-
nutos más al Señor” a pesar de estar tan en boga este tema.
Me permito insistir en que la Biblia es clara y habla de frutos
espirituales o carnales, no menciona frutos carno-espirituales
y en ese grupo están los “cinco minutos”.
Ahora bien. “Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
Si la palabra de Dios verdadera y totalmente cautiva nues-
tros pensamientos, entonces administrará nuestras emocio -
nes. Solo la bendita palabra de Dios logra administrar nuestras
emociones, por más que el mismo infierno con huestes de
maldad venga contra nosotros incitando nuestras emociones
carnales, seremos más que vencedores. Recuerde que con ellas
está el brazo de la carne. Mas con nosotros está Jehová de los
ejércitos. Él está para administrar sus emociones. Sométase
pues a la Palabra de Dios y esta será su mejor administra -
dor. Recuerde: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

127
E VA N G E L I S M O E F I C A Z

porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Sea sensible a la


voz de Dios y permita que Él gobierne sus emociones.

III – Encamine nuestra voluntad

La voluntad es el brazo ejecutivo del ser humano. La per-


sona tiene la decisión de desarrollarla o adormecerla. ¿Cómo
puede explicarse esto? Pruebe durante una semana dejar todo
para el otro día. Duerma la mayor cantidad de horas posible,
y cuando esté despierto, quédese sentado en un hermoso y
mullido sillón durante todo ese tiempo. No desarrolle ningu -
na actividad, no lea ni escriba, no hable por teléfono, en fin,
descanse. Verá que cuando pase la semana su voluntad estará
tan adormecida que dirá: mañana comienzo, y al otro día
igual. Pero pruebe lo contrario. Trabaje y esté ocupado duran -
te la mayor parte del día. Emprenda grandes actividades, lea,
escriba, trabaje con las personas, visite enfermos, y haga toda
la actividad deportiva que pueda. Verá que al cabo de la sema -
na usted siempre tiene la voluntad dispuesta para hacer más
cosas. De las dos pruebas, le ruego que practique la segunda.
Esta dará lugar a que Dios haga grandes cosas con su vida.
Verá abrirse puertas que nunca imaginó que se podían abrir.
Si por el contrario elige la primera prueba, verá que su vo-
luntad se arrincona con la poca atención que le dio, y como
resultado será esclavo de los otros componentes de su ser.
Pablo era un ejemplo de voluntad. Fíjese cuando le pide a
Timoteo que le traiga el capote. Pablo estaba preso y tendría
frío, pero agrega: también los pergaminos. Él estaba prisionero

128
C Ó M O A P L I C A R T O D O LO L E Í D O

pero tenía la voluntad intacta para seguir aprendiendo de las


escrituras (2 Timoteo 4:13). Nunca tomaba descanso, traba-
jaba con sus manos y luego predicaba el evangelio (Hechos
18:3, 20:34).

Una persona que no tiene la voluntad propia, será débil de


carácter. El carácter está formado por la suma de los actos
impulsados por la voluntad. El carácter no es otra cosa que
la voluntad bien formada.
– Ju a n Mi l l

El individuo debe ejercitar su propia voluntad y ponerla en


mano de Dios para que Él la impulse hacia los lugares correc -
tos y las actividades necesarias.
Si está en su corazón ser un evangelista personal, lleno del
Espíritu Santo, deje que la Palabra de Dios cautive sus pensa -
mientos, administre sus emociones y encamine su voluntad.

Dios lo bendiga.

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E VA N G E L I S M O E F I C A Z

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El autor:

Roberto Cerviño nació en Argentina en abril de 1950. Se convirtió


al Señor a la edad de 32 años, y rápidamente sintió el llamado a
predicar la palabra.

Egresó como Bachiller en Teología del Instituto Bíblico Río de


La Plata (IBRP), especializándose en las áreas de evangelismo y
misiones.

Actualmente es Presidente de AMCE, Asociación Mutual Cristiana


Evangélica, y su fundador. Secretario Nacional de la Asociación
Iglesia Cristiana Bíblica. Maestro de la Palabra y predicador
itinerante. Es viajante de industria, medio con el cual sostiene a su
familia y ministerio. Vive en Caseros, provincia de Buenos Aires.

Es el autor de los libros La fórmula del éxito y Persevera hasta el fin,


publicados por Aljaba Producciones.

Está casado con Isabel Laura desde hace cuarenta y dos años, y
tienen dos hijos, Laura y Diego, dos nietas Sol y María Paz. Es piloto
comercial de aviones y vuela deportivamente.

Lee todo lo que puede, en sus ratos libres estudia inglés. Y no tiene
tiempo para deprimirse. Ama, sirve y espera al Señor Jesucristo, su
Salvador.

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