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http://pacomuno.aprenderapensar.net/author/pacomuno/
Para poder impartir su asignatura el profesor tiene que hacer dos actividades previas:
1. El profesor se prepara sus clases. Es aquello tan clásico que para enseñar una
asignatura no sólo hay que conocerla, también hay que saber enseñarla. También se
habla, en términos más académicos, de filtro pedagógico, transposición didáctica del
contenido, etc. Esto nos lleva a que los docentes tienen que pasar de forma ineludible de
una lógica disciplinar (la correspondiente a su disciplina) a una lógica didáctica o
pedagógica, tendrá que revisar qué contenido impartir y cómo hacerlo. Lo cual supone
en el docente una serie de habilidades didácticas o pedagógicas que implican tener en
cuenta a quien se está enseñando. A esta labor la podemos llamar á á
á
2. El profesor tiene que crear un determinado ambiente o clima en clase, para poder
realizar su labor instruccional. Tiene que pensar en las contingencias derivadas del
alumnado al que se va a enseñar. Es decir: tendrá que tener en cuenta si se trata de un
grupo homogéneo de alumnado dispuesto a escuchar su instrucción, o no; si existe un
grupo de alumnos cuyo comportamiento no ayuda a crear un cierto ambiente de
aprendizaje; si hay alumnado con necesidades especiales o no en el grupo« Esta labor
la podríamos llamar de adaptación contextual, o lo que es lo mismo de atención a la
diversidad. En el aula, esta labor de adaptación contextual es constante, pues la
incertidumbre en una situación pedagógica real es una de las características básicas de
la actividad docente. Estas tareas de interacción profesor- grupo y, a veces, profesor-
alumno necesitan de una á á
á
y una á á
á respectivamente. He empleado el término ³emocional´ en sentido amplio,
actitudinal, por las connotaciones que normalmente adquiere cuando un profesor trata
con un alumno en particular.
Hay que decir que esta tarea, que no es puramente instruccional, que podríamos llamar
educativa, no es considerada por todo el profesorado como tarea docente en sentido
estricto, pues si de lo que se trata es de enseñar una materia, nuestra misión es enseñar y
no educar, pues se supone que los chicos están ya educados. Esta disyuntiva, que
generó mucha polémica los primeros años de implantación de la LOGSE, ha ido
decayendo con el paso de los años, pero no porque no se de ya, sino porque creo que la
mayoría del profesorado, desde luego los más veteranos sí, han más que asumido que
tienen que educar e instruir, y a veces más bien educar, a la mayoría del alumnado.
En el momento presente, esta labor es, probablemente, la que demanda más tiempo y
energías del profesorado, teniendo en cuenta la variedad del alumnado que un profesor
tiene en clase. La atención a la diversidad se ha ido haciendo cada vez más difícil (me
refiero a los últimos veinte años, por ejemplo) debido a que la escolarización ha llegado
a todo tipo de alumnado (alumnado problemático, lo cual crea problemas de control en
la clase; alumnado inmigrante; alumnos con ³necesidades educativas especiales´), lo
cual se añade a la ya ³normal´ variación de actitudes y aptitudes por parte del
alumnado. Todo este variopinto tipo de chicos y chicas debe, tiene derecho, a ser
educado. No es de extrañar que la atención a la diversidad sea un punto de tensión en las
aulas y fuera de ellas. El punto clave aquí es que el profesorado no ha sido preparado
para atender esta diversidad.
Para finalizar mencionaremos dos tipos de tareas relacionadas con el trabajo habitual de
los profesores y que son también importantes, aunque no demandan determinadas
á á por parte del profesorado, sino que son más bien demandas de tipo
³institucional´. Nos referimos, por un lado, a la realización de ³guardias´ o labores de
atención y vigilancia en sus centros escolares; y, por otro lado, la realización de
cursillos. Esta última es una tarea que está relacionada directamente, al menos en teoría,
con su materia: ponerse al día, reciclarse, empezar a utilizar las nuevas tecnologías«
son los términos que suelen oírse. No obstante, para muchos profesores es una tarea
necesaria solamente para obtener los créditos necesarios para la remuneración que
conllevan los sexenios. Sin duda, en muchos casos la gratificación es doble: es un curso
deseado, además de productivo para los sexenios.
Aparte de esto algunos profesores realizan tareas administrativas (suelen llamarse así):
jefatura de estudios, adjuntos o encargados de distintas ramas, dirección, secretaría,
encargado de actividades extraescolares, miembros del consejo escolar. Son una de las
pocas opciones de hacer algo relacionado con la educación, que no sea dar clases.
Aunque están remuneradas, no suelen ser del gusto del profesorado, por lo que en
muchos casos tienen que ser designadas por las autoridades educativas.
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[El hecho de distinguir dimensiones dentro de una dimensión ya existente, en este caso,
cuadrantes dentro de la dimensión conductual de la profesionalidad docente, nos
permite darnos cuenta de que los cuadrantes siempre están ahí, y que cualquier
fenómeno es, al mismo tiempo, un todo y una parte, es decir, tiene entidad en sí mismo
(en este caso la dimensión conductual de la profesionalidad docente) y está situado en
los cuadrantes siempre (por eso seguimos distinguiendo partes o cuadrantes). Esta
totalidad-parte es lo que se llama en teoría integral un ]
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En este cuadrante nos topamos con el mundo interior del docente: sentimientos, estados
de ánimo, intenciones y reflexiones. Creo que es el término reflexión el que mejor puede
definir lo que hace un docente respecto a su quehacer diario: el pensar de manera más o
menos detenida y consciente sobre todo aquello con lo que se enfrenta el profesor, con
la sana intención de mejorarlo, es lo que quiero decir con este término. Mediante la
reflexión, el profesor encara sus tareas docentes: plantearse objetivos, decidir qué
medios empleará para conseguirlos, sopesar qué medidas tomará con este o aquel
grupo, o este o aquel alumno, etc.
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3. ± La reflexión crítica incorpora los elementos tanto individuales como colectivos que
pueden distorsionar los procesos anteriores, es decir, reflexiono sobre los ³por qué´ de
tipo individual, es decir, míos como profesor, y colectivos, es decir, de la situación
profesional que me encuentro, que me impiden mejorar todos los procesos de reflexión
en que me embarco.
En el siguiente cuadro vemos las correlaciones entre los cuadrantes según la teoría
integral: