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1. Introducción
Los escritos de Melanie Klein presentan una permanente riqueza de ideas originales. En ellos el
interés principal no está centrado en lograr precisiones teóricas que permitan construir un conjunto
totalmente coherente de hipótesis. Lo que transmiten en cambio, es una preocupación por describir
el mundo rico en fantasías y vivencias que despliegan los pacientes en el tratamiento. Las
hipótesis de Klein intentan explicar los hechos que surgen a partir de nuevos contextos
terapéuticos y de nuevas observaciones.
Ella estudia las características emocionales de ese vínculo, en el que busca descubrir cuál es la
ansiedad predominante y las fantasías constitutivas.
Klein es pionera indudable de toda la corriente psicoanalítica contemporánea que enfatiza la
existencia de relaciones de objeto tempranas como fundantes del desarrollo psíquico y de la
personalidad.
Klein comenzó trabajando en análisis con niños; inició una práctica original al introducir la técnica
del juego infantil para tener acceso a los conflictos y fantasías de una manera más directa y fácil
que con la comunicación verbal. Insistió que a los niños había que analizarlos igual que a los
adultos, explorando los conflictos inconscientes y absteniéndose de toda medida reeducativa o de
apoyo. Esto le permitió observar que los niños desarrollan una neurosis de transferencia análoga a
la de los adultos.
De allí partió otra hipótesis importante, la angustia existe desde el comienzo de la vida, es el motor
esencial que pone en marcha el desarrollo psíquico y al mismo tiempo es el origen de toda la
patología mental.
Al estudiar el conjunto de la producción Kleiniana hay autores que enfatizan la continuidad con las
ideas freudianas. El concepto de introyección de objeto que Freud desarrolla en Duelo y
melancolía puede ser entendido como el origen de la idea de objeto interno Kleiniano; a la dualidad
instintiva de Más allá del principio del placer, como el punto inicial que Klein consideró para teorizar
sobre las pulsiones agresivas y libidinales.
La función del analista es comprender la mente del paciente y transmitirle que es lo que ocurre en
ella. Considera las situaciones de ansiedad como el factor principal de las perturbaciones
psicológicas y cree que las fantasías agresivas del niño son la causa principal de dicha ansiedad.
Esto es todo lo contrario de lo que afirmaba en esa época Anna Freud, quien con una concepción
diferente de la mente infantil y de su abordaje en el tratamiento, consideró que en la infancia los
niños no hacen una neurosis de transferencia con el terapeuta, pues sus transferencias están
ubicadas directamente en los padres reales.
La agresión posee un papel central tanto en el desarrollo psíquico temprano como a lo largo de la
vida del sujeto. Los impulsos agresivos tienen gran importancia en los primeros años de la vida
psicológica, principalmente en el vínculo con la madre.
Freud supuso que la libido evoluciona a través de pasos progresivos a los que llamaron fases de
organización libidinal. Toma como punto de partida que dicha progresión libidinal está dirigida por
la sucesión de etapas biológicas de maduración. Las zonas erógenas oral, anal y fálico-genital son
el centro respectivo de cada una de estas fases.
Melanie Klein cambia pronto el concepto de fases libidinales al afirmar que en los niños pequeños
observa una mezcla de pulsiones orales, anales y genitales que se superponen desde las primeras
relaciones de objeto.
Decir que los impulsos orales están mezclados precozmente con los genitales implica también
adelantar la triangulación edípica a estadios pregenitales del desarrollo. De aquí surge la idea de
complejo de Edipo temprano, donde la sexualidad contiene agresión. Esto produce sentimientos de
culpa. Las reacciones de ansiedad, dolor y culpa se relacionan también con la idea del superyó
temprano. Los impulsos agresivos pregenitales se expresan, desde el comienzo de la vida, a
través de fantasías inconscientes que están dirigidas hacia el cuerpo de la madre.
Klein designa con el nombre de fase femenina esta etapa, por la que atraviesan en su desarrollo
todos los bebés. Tanto la ansiedad de castración en el varón como la amenaza de pérdida de amor
en la mujer son derivados secundarios de la ansiedad persecutoria proveniente de la fase
femenina. La idea de Freud de que el conflicto edípico (tardío) y la ansiedad de castración son el
complejo nodular de las neurosis.
El niño quisiera penetrar en el cuerpo materno para ver sus contenidos y a la vez quiere apropiarse
de ellos, robarlos y destruirlos. Estos impulsos están motivados tanto por el deseo de conocer
(impulso epistemofílico) como por los celos destructivos, y son al mismo tiempo la expresión directa
de pulsiones agresivas hacia la escena primaria parental.
El nombre de fase femenina alude a que Klein considera que se produce una identificación con el
cuerpo femenino atascado. Es el primer paso que lleva al desarrollo de un complejo de Edipo
directo e invertido en ambos sexos.
El juego infantil es una manera simbólica de elaborar fantasías y modificar la ansiedad. El niño
trata de dominar los peligros de su mundo interno desplazándolos al exterior y aumentando de esta
forma la importancia de los objetos externos. El juego es como un puente entra la fantasía y la
realidad; una manera para el niño de producir símbolos necesarios en el desarrollo mental.
Disociación, proyección e introyección. Serían las defensas más arcaicas, los procesos
fundamentales para la construcción de los primeros objetos externos e internos. La proyección
aparece primero ligada a la pulsión de muerte, cuya amenaza de destrucción interna se
contrarresta al ser expulsada fuera del sujeto. Esta proyección de agresión y de libido permite que
se constituyan los objetos parciales pecho bueno y pecho malo.
En la idealización se aumentan los rasgos buenos y protectores del objeto bueno o se le agregan
cualidades que no tiene. Constituye una defensa del yo para protegerse de una excesiva
persecución, manteniendo a la vez la disociación entre objetos idealizados y persecutorios. Por lo
tanto, siempre que haya en un paciente necesidad de idealizar, se estará protegiendo de un
sentimiento de angustia.
Posición depresiva
Klein piensa que se produce entre los tres y los seis meses de edad, después de la posición
esquizo-paranoide. Esta constituida por:
1. Ansiedad depresiva: el yo siente culpa y teme por el daño que ha hecho al objeto amado
con sus impulsos agresivos.
2. Relación con un objeto total: la madre, con la que el yo se vincula tanto en sus aspectos
buenos como malos. Han aumentado, por lo tanto, los procesos de integración.
3. El mecanismo de defensa principal es la reparación: atender y preocuparse por el estado
del objeto (interno y externo).
El conflicto depresivo es una lucha constante entre los sentimientos de amor y de agresión.
Los mecanismos de defensa pierden su omnipotencia. El más importante es la reparación, que
trata de reconstruir los aspectos dañados o perdidos de los objetos dentro del self.
Los sentimientos que predominan en esta posición son la tolerancia al dolor psíquico y la culpa
por las fantasías agresivas hacia los objetos amados.
La posición depresiva es el punto de fijación de la enfermedad maníaco-depresiva. En 1940 al
incluir el duelo como un fenómeno importante de este proceso. La hipótesis central es que la
pérdida de un ser querido reactiva la posición depresiva infantil. Es la pérdida de la madre como
objeto amado la que se revive con cada pérdida del adulto.
Ésta repite el duelo temprano por el pecho, aunque hay que pensarla no sólo como un momento
evolutivo del desarrollo temprano sino como una configuración psíquica que se repite durante toda
la vida frente a situaciones de pérdidas tanto externas como internas.
Cada sujeto debe asumir una responsabilidad psíquica por todos sus actos, ya sean reales o
fantaseados.
La integración de los objetos y de los sentimientos que se realiza en la posición depresiva permite
entender el placer que les produce a los pacientes en análisis conocer más su realidad psíquica,
aunque provoque sentimientos dolorosos.
4. La teoría de la envidia
Klein describe la envidia primaria como un impulso agresivo que el bebé siente desde el comienzo
de la vida dirigido al pecho de la madre, con el deseo de dañar los aspectos buenos y protectores
que ofrece el objeto nutricio.
Abraham y Eisler, quienes hablaron de la envidia como un factor importante de la personalidad,
vinculado a impulsos destructivos en la etapa oral del desarrollo psicosexual.
Reviere afirma que los celos son una defensa egosintónica de la paciente para ocultar sentimientos
envidiosos hacia él, que consisten en el impulso de adueñarse de cosas que éste posee con la
intención de quitárselas.
Además señala la importancia de diferenciar entre la envidia los celos y la voracidad. La envidia es
un sentimiento de odio contra otra persona que posee una cualidad deseada. Los celos, en
cambio, existen en una relación triangular. Se desea poseer a la persona amada y eliminar al rival.
La voracidad quiere extraer todo lo bueno que posee el objeto. Es un impulso insaciable que
siempre exige más de lo que el objeto puede o quiere dar.
Se establece un círculo vicioso en que la envidia impide una introyección adecuada y esto, a su
vez, acentúa la envidia. También el exceso de envidia puede acentuar la disociación entre el objeto
idealizado y el persecutorio.
El analista kleiniano tiene como función principal dejarse envolver en el clima emocional de la
sesión, recibir todas las proyecciones que el paciente indefectiblemente hará sobre él, estar muy
sensible a las manifestaciones transferenciales y contratranferenciales, para de todo ese acontecer
extraer la estructura básica (angustia prevalente y mecanismos de defensa característicos de la
relación de objeto de ese momento) que marca el punto de urgencia de la sesión.
En cambio, siguiendo a Freud, el analista le propone al paciente estudiar y resolver las fantasías y
conflictos de las relaciones de objeto entre ambos. Será tarea del paciente usar estos insights para
aplicarlos en la vida cotidiana y en sus vínculos.
Entiendo que Melanie Klein es una de las figuras más importantes del psicoanálisis, como es
esperado sus raíces vienen de los escritos de Freud y a partir de ahí comenzó a desarrollar el tema
bajo su propio estudio, el cual la llevó a irse alejando cada vez mas de Anna Freud hasta llegar al
punto de tener punto de vistas controversiales.
Uno de los grandes puntos de Klein es su atención a los sucesos que ocurren en el consultorio y
en el vínculo interpersonal entre paciente y analista. Hace la observación que el paciente se
compromete emocionalmente en el tratamiento y además puede llegar a incluir al terapeuta en sus
fantasías, además despliega un universo lleno de ocurrencias y asociaciones, pero sobre todo con
fuertes sentimientos y angustias.
Klein comienza a utilizar la técnica psicoanalítica del juego: su historia y significación, los niños que
ella comienza a tratar con esta técnica, se da cuenta que sufren de ansiedades persecutorias
intensas. Ella piensa que es necesario interpretarlas junto con las defensas que se establecen
contra ellas.
Estas situaciones de ansiedad las consideran como el factor principal de las perturbaciones
psicológicas y cree que las fantasías agresivas del niño son la causa principal de dicha ansiedad.
Una de las más grandes diferencias controversiales de los kleinianos y los freudianos es la
creencia de la sexualidad en la etapa infantil. En cuando al complejo de Edipo se trata, Klein
considera que desde muy temprano hay un conocimiento inconsciente de la diferencia de los
sexos, tanto para las niños como para los niños. En cambio Freud considera que la niña tiene
recelos del pene por sentirse castrada y eso hace que se decepcione y se introduzca en el
complejo de Edipo.
Klein describe bajo ese nombre una serie de fantasías tempranas sobre la escena primaria en su
versión más primitiva. El niño fantasea que sus padres están unidos de una forma permanente e
inacabable, compartiendo satisfacciones orales, anales y genitales.
Dentro de las teorías de las posiciones se hizo mención la esquizo-paranoide, ésta Klein la
describe como una estructura que organiza la vida mental. También se hace mención a la pulsión
de muerte y Klein cree que actúa como una fuerza destructiva dentro del individuo.
La pulsión de muerte es proyectada en el primer vínculo externo, en este caso se refiere al pecho
de la madre. A la vez, las pulsiones libidinales son proyectadas en el mismo objeto y desde ese
momento existe la disociación del pecho malo o persecutorio. Así que aquí el niño siente la
controversia de vínculos hacia el mismo objeto externo.
Estos hechos pueden causar en un paciente experiencias traumáticas, por lo tanto éste necesitará
contarlas en clínica, nuestra intensión como profesionales es escucharlo con comprensión y
benevolencia. Pero si el proceso de identificación proyectiva es intenso, el paciente volverá a la
sesión siguiente asustado de que le hayamos dicho cosas muy dolorosas y sin ninguna
consideración hacia él.
Klein menciona y explica a la disociación, proyección e introyección como un mecanismo que
permite desprenderse tanto de aspectos malos como buenos de uno mismo. Esto es un hecho
interesante y dentro del cuadro depresivo en el libro se hace mención como ejemplo de una
paciente depresiva que tenía una capacidad diabólica para encontrar un aspecto maravilloso en
cada persona que se le acercaba y a la vez esto le servía como base de comparación para sentirse
a sí misma denigrada y sin ninguna cualidad. Siempre había una escisión tanto en ella como en los
demás, que permitía separar cualidades que objetivamente no debían ser ni tan maravillosas en
los otros ni tan deficitarias en sí misma.
Por otro lado también existe la idealización como mecanismo de defensa, en el que siempre que
haya un paciente la necesidad de idealizar, se estará protegiendo de un sentimiento de angustia.
Durante la elaboración de la posición depresiva cambia el vínculo con la realidad externa. Mientras
que en la posición esquizo-paranoide los objetos externos se perciben deformados por las
proyecciones agresivas y libidinales. Ahora el vínculo con el mundo externo es, más realista ya que
se lo reconoce en sus aspectos buenos y malos, con menos distorsiones.
Bajo este término también se hace mención un comentario interesante en el que se dice que el
propio niño, por necesidad de preservar la unión entre los padres y el amor hacia ellos, trata de
controlar sus deseos edípicos. Es decir, uno como persona individual prefiere que sus enlaces
externos y progenitores se encuentren en un estado de paz y armonía ya que no es de total agrado
desarrollar los deseos edípicos.
Ante la posición depresiva se dice que el duelo temprano por el pecho se repite y ésta debe ser
vista como una configuración psíquica que se repite durante toda la vida frente a situaciones de
pérdida tanto externas como internas.
En la teoría kleiniana el individuo tiene opciones frente a cada situación. Su posibilidad de elegir
dependerá de la motivación que prevalezca en su psiquismo, si el amor narcisista por sí mismo o la
preocupación por sus objetos.
En la teoría de la envidia se establece una comparación entre los celos, como expresión de una
relación triangular y la envidia como un vínculo diádico destructivo, que tendría su raíz en la
relación del bebé con el pecho.
En este punto me gustaría ver estos tres elementos como un triángulo de vínculos y relación con
emociones entrecruzadas de la siguiente forma:
ENVIDIA
CELOS VORACIDAD
Dentro de las consideraciones se ven las congruencias de sus hallazgos teóricos y sus
conclusiones, ella dedicó muchas observaciones, tiempo y trabajo en sus teorías como el incluir el
juego infantil como manera de facilitar a sus pacientes infantes la expresión de fantasías y
conflictos inconscientes.
El terapeuta deberá tolerar la transferencia negativa del paciente cuando éste la expresa
consciente o inconscientemente. A veces puede ser tentador, por ejemplo, aceptar el
desplazamiento de la hostilidad hacia el pasado, a los vínculos del paciente con sus figuras
primarias, a las que él adjudica muchas veces todos sus males. En esta forma se “libera” el vínculo
transferencial de sentimientos hostiles y hasta se propicia la idealización del terapeuta. Esto según
las ideas de Klein, no ayudaría a que el analizado avance hacia su salud mental o adquiera una
adecuada comprensión de su presente y de su pasado.
Según Klein, la manera de afianzar el vínculo terapéutico desde los primeros momentos del
tratamiento es que el paciente se sienta aliviado en sus angustias y comprendido por el terapeuta.
Lo único que puede darle al paciente es esa seguridad y confianza en el proceso terapéutico. El
analista interpretará en profundidad las ansiedades y defensas en sus relaciones de objeto.
El analista también, debe conocer y manejar sus propios conflictos inconscientes, como parte de
los instrumentos técnicos necesarios para poder analizar bien estas situaciones que suceden en la
sesión. Todo lo que allí acontece debe transformarse en comprensión.
El objetivo terapéutico central es elaborar la posición depresiva para conseguir la integración del
objeto y del yo. El insight consistirá en juntar emociones cariñosas y hostiles hacia un mismo
objeto, con los consiguientes sentimientos de culpa y responsabilidad. El punto crucial no es sólo
comprender sino tolerar el dolor mental que producen esos sentimientos.
Klein expresa que se llega a la etapa final de un análisis cuando han sido suficientemente
disminuidas las ansiedades paranoides y depresivas mediante la elaboración repetida de ambas
posiciones.