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http://dx.doi.org/10.5565/rev/qpsicologia.1356
Resumen
En este trabajo, analizo los aportes del discurso feminista -en particular, del feminismo ra-
dical- a la tematización de la violencia en la familia. Este marco referencial ha tenido un
papel central en la reflexión teórica sobre el tema, estableciendo una cosmovisión amplia-
mente aceptada sobre cómo pensar la violencia, fundamentalmente en el vínculo de pareja.
En virtud de lo anterior, destaco tanto las características centrales del feminismo, como los
principales núcleos semánticos con los que ha aportado densidad explicativa a la temática
mencionada. Para finalizar, desarrollo una serie de cuestionamientos que se han realizado a
la denominada versión hegemónica que se desprende de este marco referencial, a saber: la
dificultad para acotar la referencialidad de la categoría “violencia de género”; la esenciali-
zación mujer-víctima; la invisibilización de otros escenarios de la violencia en los vínculos
familiares y la consideración de la mujer como no-violenta.
Palabras clave: Feminismo radical; Violencia familiar; Violencia de género
Abstract
In this paper, I discuss the contributions of feminist discourse –in particular, the radical
feminist- to the theming of violence in the family. This reference framework has played a
central role in the theoretical reflection on the subject, establishing a widely accepted
worldview about how to think violence, mainly in the couple bond. I highlight both the
central features of feminism, as the main semantic nuclei that bring density on the expla-
nation. Finally, I develop a series of questions that have been made to the so-called main-
stream version that emerges from this framework: the difficulty to narrow the referential-
ity of the category "gender violence"; the essentialization woman= victim; the invisibiliza-
tion of other scenarios of violence in family bonds, and the consideration of women as non-
violent.
Keywords: Radical Feminism; Family Violence; Gender-Based Violence
1
Este trabajo recoge reflexiones plasmadas en mi Tesis de Doctorado: Violencia en la familia. Conceptualizaciones,
significaciones y modos de presentación (González Oddera, 2015).
28 González Oddera, Mariela
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Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del discurso feminista 29
miento político— suele constituir un rasgo ex- nes. En este contexto, se estableció una fuer-
plícito en las teorizaciones feministas, que te crítica a las categorías violencia familiar y
parecen hacer de ella un leitmotiv. violencia doméstica, que construyen un pro-
blema de índole privado, que pareciera ajeno
En tanto marco interpretativo, son fecundos
a atravesamientos más amplios (Bosch y Fe-
los aportes que el feminismo ha realizado a
rrer, 2002; McPhail, Busch, Kulkarni y Rice,
los debates epistemológicos. En principio, se
2007). Quizá para deshacer el binomio violen-
plantea que la producción académica debe
cia-familia, se fue extendiendo durante fines
revisar sus fundamentos, para no incurrir en
de 1970 y 1980 la categoría violencia contra
modalidades reproductivas de las lógicas que
las mujeres (Dobash y Dobash, 1981; Sy-
organizan un orden social desigual. Dentro de
monds, 1979). Esta categoría constituye un
estos fundamentos, se destaca la necesidad
modo de aludir a que la violencia no se liga a
de elucidar las valoraciones implícitas en la
un lugar relativo en la organización familiar,
empresa científica, vestida clásicamente con
sino más bien a la posición dentro de la es-
ropajes de neutralidad y objetividad. Este as-
tructura social. La violencia es efecto de esta
pecto se plantea tanto como una denuncia de
estructura y está dirigida contra las mujeres
los sesgos androcéntricos presentes en el pro-
como colectivo, bajo diversas modalidades. El
ceso de producción de conocimiento, como la
hogar o la familia no son más que un escena-
necesidad de hacer explícitas las valoraciones
rio donde esta violencia puede hacerse mani-
que toda empresa académica sostiene (Har-
fiesta.
ding, 2006).
Otro aspecto en el debate sobre la denomina-
Veamos más de cerca estos aspectos, en el
ción más conveniente a utilizar, alude a dejar
tema que nos ocupa. Diversos autores señalan
de manifiesto la direccionalidad de la violen-
que la reflexión teórica y la investigación em-
cia, usando categorías que la expliciten cla-
pírica fueron de la mano de la intervención y
ramente. Así, Rebeca Dobash y Russell Dobash
la militancia, en el abordaje de la mujer mal-
(1981), cuestionaron el uso de maltrato con-
tratada (Castro y Riquer, 2003; Dutton y Ni-
yugal (spouse abuse) o violencia marital (ma-
cholls, 2005; Johnson, 2011; Sagot, 2008;
rital violence), ya que estos términos dan la
Straus y Gelles, 1986; entre otros). De hecho,
falsa impresión de que se trata de un proble-
la primera casuística para la investigación es-
ma que afecta tanto a varones como a muje-
tuvo constituida por la población remitida a
res, en forma equivalente.
los hogares de mujeres, entremezclándose
tempranamente el trabajo de asistencia e in- En las últimas décadas, también se ha aplica-
vestigación con la militancia política. Desde do la forma terrorismo a la violencia que tie-
estos momentos inaugurales, se sostuvo la ne- ne lugar en la familia: terrorismo misógino
cesidad de una intervención que no se res- (Bosch y Ferrer, 2002), terrorismo sexista
tringiera a la situación singular de las mujeres (Fernández, 2012), terrorismo patriarcal
maltratadas, sino que aspirara a un cambio (Johnson, 2011) o terrorismo familiar (Ham-
social significativo (Dobash y Dobash, 1981). mer, 2002). La elección del concepto terro-
Por otro lado, la construcción de una red con- rismo destaca la gravedad y sistematicidad en
ceptual para pensar la violencia en la familia, el ejercicio de la violencia que apunta a con-
fue profundamente crítica con las interpreta- trolar y disciplinar a las mujeres, considera-
ciones contemporáneas sobre el tema, denun- das propiedad de los varones. Constituyen
ciando diversos sesgos y valoraciones implíci- formas lingüísticas con gran potencia argu-
tas en ellas. Veamos este punto con mayor mentativa (Moreno Benítez, 2010), que aspi-
detalle, en el apartado siguiente. ran a sensibilizar sobre lo que se considera un
grave problema social.
¿Cómo da cuenta el discurso feminista de la
violencia en la familia? Estas elecciones nominativas van dando una
idea de la red conceptual producida para pen-
¿Cuáles son las nominaciones que ha produci-
sar la problemática. En primer lugar, pode-
do el feminismo para pensar la violencia en la
mos decir que se apunta a poner de manifies-
familia? Éste ha sido un tópico especialmente
to que el fenómeno que tiene lugar en el
trabajado, desde el supuesto de que las for-
marco de la vida privada, puede leerse con
mas de nombrar la realidad producen una
categorías de análisis político: “problemas
cierta realidad y son portadoras de valoracio-
privados como asuntos públicos” (Berlin y
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Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del discurso feminista 31
Se postula que la violencia física (prototipo terior, tal visión no está exenta de cuestio-
de las presentaciones por violencia domésti- namientos, incluso desde el propio corazón de
ca), sólo se vuelve posible vía procesos pre- la reflexión feminista (Bonilla Campos, 2014).
vios de desigualación y de distribución de-
Veamos a continuación algunos de estos cues-
sigual del poder entre los géneros (Fernández,
tionamientos, discriminados analíticamente y
2010; Giberti y Fernández, 1989). Las violen-
con un peso relativo diferencial, de acuerdo a
cias visibles se establecen como contracara
la extensión de los debates analizados. Enfa-
de otra violencia, invisible, dando lugar al
tizamos que no se trata de cuestionamientos
surgimiento de nuevas formas y matices: “la
a la teoría feminista in tutto, sino más bien a
desigualdad en la distribución del dinero, del
una versión específica y hegemónica en las
poder, de las responsabilidades domésticas,
conceptualizaciones de la violencia en la fa-
de las opciones de realización personal, etc.”
milia.
(Fernández, 1994, p. 118). Es decir, que se va
enlazando subjetividad (o procesos de subje- La homologación desigualdad/ violencia:
tivación) femenina y violencia (Bosch y Fe- cómo acotar la referencialidad de la
rrer, 2002). Queda claro que las expresiones “violencia de género”
de la violencia contra las mujeres van confi-
Diversos autores señalan la dificultad de aco-
gurando —así— un escenario complejo y hete-
tar el rango de lo que se entiende por violen-
rogéneo.
cia, como un rasgo de las producciones actua-
En suma: el feminismo, al poner el acento en les sobre el tema (entre otros, Garriga Zucal y
una dimensión explicativa estructural, ha Noel, 2010). No escapa a esta dificultad el
planteado los efectos subjetivantes, de anu- feminismo, que como hemos visto, ha amplia-
damiento o reproducción de esa estructura. do la definición al incluir aspectos denomina-
Entre estos efectos se destaca, por su poten- dos como violencias invisibles. Dentro de la
cialidad heurística, la tematización de las de- cosmovisión feminista, entonces, violencia in-
nominadas violencias invisibles. Quizá uno de cluye tanto la agresión física como aspectos
los mayores aportes de este marco interpreta- que pueden no generar malestar ni sufrimien-
tivo —y en esto el feminismo se hermana al to en los sujetos.
marxismo, en tanto movimientos de crítica
Ahora bien, si las diferencias genéricas res-
social— es connotar como violento a lo que
está en el corazón de lo instituido, al mismo ponden a un ordenamiento social desigual, se
torna problemático diferenciar las desigual-
ordenamiento simbólico.
dades de género de la violencia de género
Las principales críticas a la (Castro y Riquer, 2003). También es proble-
interpretación feminista mático diferenciar desigualdad de diferencia
genérica, lo que ha conllevado dificultades en
Recapitulando lo planteado hasta aquí, hemos los abordajes de investigación, entre ellos, la
argumentado cómo las categorías para pensar complejidad de articular las percepciones de
la temática de la violencia en la familia de- los actores con las definiciones académicas.
ben pensarse como subsidiarias de los marcos Recordemos que violencia, al operar como
conceptuales utilizados. Con respecto al mar- concepto moral (Garver, 1972), implica la
co referencial del feminismo, hemos estable- sanción de una situación que es considerada,
cido cómo produce un fenómeno centrado por alguna razón, cuestionable. Sin embargo,
fundamentalmente en torno a: un tipo de esto puede llegar a tensionarse con significa-
vínculo (la relación de pareja); unos sujetos ciones circulantes, sostenidas institucional-
(hombre y mujer, es decir, una pareja hete- mente y por los propios sujetos, que de hecho
rosexual) y un tipo de relación (victimario- interpretan esas situaciones como deseables y
víctima), basada en una direccionalidad espe- esperables y, por tanto, no las caracterizarían
cífica de la violencia. como “violentas”.
Esta construcción fue dando lugar —como he- Este asunto pone en primer plano un punto
mos visto— a una cierta interpretación del clave en los estudios sobre violencia: cómo la
tema, caracterizada como la visión hegemó- aplicación de dicha etiqueta para cualificar
nica (mainstream perspective) (Dutton, 2012; un acto, implica una lucha por establecer su
Langhinrichsen-Rohling, 2010), ampliamente ilegitimidad. Como señala David Riches
extendida y consensuada. No obstante lo an- (1988), lo complejo de esta operación radica
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Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del discurso feminista 33
en que aquello considerado ilegítimo no cons- En primer lugar, se ha planteado que el énfa-
tituye un conjunto homogéneo en el discurso sis puesto en la pasividad de las mujeres, no
social, a la vez que varía de acuerdo a quién permite visibilizar los procesos de resistencia
adjudique el significado (la víctima, el victi- y transformación que efectivamente tienen
mario, el testigo). lugar, así como plantear herramientas con-
ceptuales para dar cuenta de cómo es posible
A su vez, pareciera que homologar género-
la salida de situaciones de violencia en los
desigualdad, en lugar de género-diferencia,
vínculos familiares (Cantera, 2004). Conside-
pone en díada género y violencia. Esto puede
ramos que la categoría de víctima pareciera
dar lugar a establecer una “espiral viciosa
tener una doble —y paradojal— valencia. Por
epistemológica y política” (Cantera, 2004, p.
un lado, apela a la des-culpabilización de los
229), que dificulta enormemente la reflexión
sujetos (consistente con un proyecto político
y la actuación sobre situaciones de violencia.
que intenta resituar la causa de la violencia);
Remite a la tragedia del género (Segato,
por otro lado, enfatizan la pasividad y dificul-
2003), como aquella que se actualiza más allá
tad en la salida de la situación. Plantea, a su
de las voluntades individuales y sobredeter-
vez, una complejidad adicional, al ser consis-
mina la experiencia de los sujetos.
tente con la “visión patriarcal” de la relación
Quizá estos deslizamientos deban ser conside- varón-mujer como relación asimétrica y com-
rados como un derivado de la retórica del fe- plementaria, organizada en la lógica de la
minismo radical, que pone el acento en aler- sumisión-dominación (Cantera, 2004).
tar sobre la prevalencia del patriarcado, al
En cuanto al segundo argumento, que cues-
buscar sensibilizar sobre la “omnipresencia de
tiona la soldadura o fijeza de los lugares en la
la violencia patriarcal” (Haaken, 2008, p. 86,
jerarquía, Rita Segato (2003) propone pensar
la traducción es nuestra).
al poder, no como algo que se obtiene de una
La esencialización mujer=víctima vez y para siempre en el marco de una estruc-
tura rígida, sino como un fenómeno relacio-
En el intento de subrayar la situación de
nal, matrizado históricamente. Por lo tanto,
opresión de la mujer, se ha ido generando un
sería posible que la posición subordinada
deslizamiento y una homologación mu-
pueda ser ocupada por diferentes sujetos, o
jer=dominado, que pareciera redundar en una
pueda tejerse en torno a diferentes inscrip-
coagulación o esencialización de las relacio- ciones identitarias. La autora sostiene que el
nes de dominación. En estrecha articulación
género no es un observable etnográfico, sino
con las limitaciones producidas por sesgos
que “se trata de una estructura de relaciones
esencialistas, la ubicación de la mujer como
y como tal tiene un carácter eminentemente
subordinada ha llevado a su consideración
abstracto que se reviste de significantes per-
como víctima pasiva de un sistema desigual,
ceptibles, pero que no se reduce ni se fija a
dando lugar a explicaciones esquemáticas que
estos” (Segato, 2003, p. 69). Si libramos al
tienden a la configuración de ciertos clichés a
género de la biología, podríamos pensar que
la hora de significar la problemática de la vio-
se trata de una estructura simbólica, presente
lencia en la familia. Cliché centrado en la fi-
en las instituciones y encarnada como parte
gura del varón-fuerte-despótico que somete a
del mapa cognitivo con que los sujetos ope-
la mujer-débil-indefensa (Hunnicutt, 2009).
ran, más que de una identidad cristalizada.
En estas representaciones quedan oscurecidos Lo masculino y lo femenino no son nunca “una
varios aspectos: por un lado, los procesos de realidad social concreta y plenamente esta-
resistencia y transformación que las mujeres ble, nunca está totalmente encarnada, nunca
también llevan adelante (Cantera, 2004). En se reduce a una totalidad física” (Segato,
segundo lugar, la multiplicidad y complejidad 2003, p. 69). Teresita De-Barbieri (1993), in-
de las relaciones de poder (Segato, 2003; cluye en su reflexión la concepción foucaul-
Benjamin, 1996), que se resisten a ser pensa- tiana del poder, que pone en cuestión la idea
das en términos lineales. Finalmente, estas que el poder sea algo que se tiene, para pen-
representaciones se han enlazado a posiciones sar que más bien se ejerce. El poder es fun-
pseudo-paternalistas y tutelares en relación a damentalmente productivo (produce verda-
las mujeres (Osborne, 2010). Veamos los ar- des, orden, disciplina), pero también está
gumentos que sostienen cada una de las tesis. permanentemente amenazado y en riesgo de
perderse. Los lugares de control sobre las mu-
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Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del discurso feminista 35
La referencia a la obra de Straus y colabora- meno y pueden dar lugar a resultados “des-
dores como matriz inicial de las discusiones contextualizados”.
sobre simetría/asimetría de la violencia en la
Los autores inscriptos en esta primera posi-
pareja, ha sido destacada por diferentes au-
ción pueden reconocer la capacidad de las
tores (Bosch y Ferrer, 2002; Braaf y Barrett-
mujeres de cometer violencia, pero rechazan
Meyering, 2013; Dutton y Nicholls, 2005;
de plano la tesis de la simetría, es decir, re-
Johnson, 2011). Frente a esta tesis, autores
chazan que se trate del mismo fenómeno que
feministas han dado diversas respuestas: tan-
se produce en la dirección mujer-varón
to el rechazo de plano, por considerarlo un
(Berns, 2001; Dobash y Dobash, 1981; Dobash
“mito” (Ariza-Sosa, 2011; Bosch y Ferrer,
et al., 2005). Según los autores, resulta pro-
2002, 2012; Dobash, Dobash, Wilson y Daly,
blemático utilizar el mismo término —
2005); como la necesidad de destacar —con
hombres maltratados— para aludir a la expe-
diferentes matices— la relevancia de incluirlo
riencia de los varones, ya que daría la impre-
en la reflexión teórica (Berns, 2001; Johnson,
sión que se trata de un fenómeno equivalen-
2011; Johnson y Ferraro, 2000; Langhin-
te. La violencia eventualmente cometida por
richsen-Rohling, 2010).
la mujer puede ser considerada defensiva
Las respuestas del primer grupo, entonces, (Dobash y Dobash, 1981; Walker, 2012), es
respondieron a la tesis de la simetría de la decir, una respuesta a una agresión previa
violencia considerándolo un mito, derivado de ejecutada por la pareja. Incluso los compor-
representaciones misóginas (Ariza-Sosa, 2011; tamientos agresivos y sin causa aparente de
Bosch y Ferrer, 2002, 2012), así como una las mujeres, pueden ser interpretados como
reacción contra el feminismo, en tanto movi- una estrategia para reducir la ansiedad en la
miento de crítica social (Berns, 2001; DeKese- mujer, aspirando a controlar el momento del
redy y Dragiewicz, 2007; Johnson, 2011). La ataque agresivo por parte del varón (Walker,
estrategia de “desgenerizar el problema y ge- 1977). En este sentido, también deben ser en-
nerizar la culpa” (Berns, 2001), permitiría se- tendidos como “violencia defensiva”.
guir sosteniendo los baluartes de la lógica pa-
Otro tipo de argumentación que rechaza la
triarcal, normatizando la expresión de la vio-
idea de la simetría considera que, si bien no
lencia. Culpabilizar a las víctimas por la vio-
es esencialmente imposible que las mujeres
lencia que sufren “desvía la atención desde la
sean violentas, parece que no lo son en la
responsabilidad de los hombres y los factores
misma medida que los varones, dado que la
estructurales y culturales que respaldan la
socialización diferencial no adjudica un com-
violencia” (Berns, 2001, p. 277, la traducción
portamiento violento a las mujeres. En la so-
es nuestra).
cialización femenina, por el contrario, se en-
Rebeca Dobash y Russell Dobash (1981) esgri- fatiza los valores de cuidado, entrega y sumi-
mieron otra serie de argumentos: una crítica sión; la fortaleza, agresividad y superioridad,
a nivel metodológico del propio instrumento estarían fuertemente enraizados en los idea-
de evaluación, del que emerge la tesis de la les de socialización masculina (Osborne,
simetría. Estos autores sostuvieron que los 2009).
abordajes estadísticos, probabilísticos y des-
En un segundo grupo hemos incluido a los au-
criptivos no alcanzan a dar cuenta de fenó-
tores que remarcan la necesidad de incluir el
menos complejos como la violencia. La inda-
tópico dentro de la reflexión teórica. Desde
gación requiere de una perspectiva crítica
un argumento de corte metodológico-
que —en consonancia con las propuestas de la
procedimental, Michael Johnson (2011) desta-
epistemología feminista— permita una eva-
ca que la literatura sobre violencia doméstica
luación situada y contextuada, donde se ana-
reflexiona en forma indiscriminada sobre dife-
licen en profundidad los eventos referidos por
rentes tipos de violencia, captados en dife-
los sujetos, así como su inclusión en sus histo-
rentes recortes muestrales. Así, los primeros
rias de vida. Criticaron los abordajes que “aís-
abordajes en la década del 70, tomaron
lan y abstraen la violencia” a partir de la
“muestras de refugios” (shelter samples), es
aplicación de instrumentos a gran escala, que
decir, analizaron las situaciones de violencia
terminan resultando superficiales, dado que
que alcanzaban las instancias judiciales y de
pierden el contexto de producción del fenó-
asistencia. Por otro lado, la propuesta de
Straus y colaboradores tomaron como univer-
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Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del discurso feminista 37
marco interpretativo—, en los procesos de vi- Ariza Sosa, Gladys Rocío (2011). La violencia en las
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alusión al patriarcado como al sistema sexo-
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género —en tanto modalidades de la domina- 262-281.
ción masculina— continúa siendo el núcleo http://dx.doi.org/10.1177/089124301015002006
duro de la retórica feminista en la aproxima-
ción a la temática de la violencia en la fami- Bonilla Campos, Amparo (2014). Pertenencia, per-
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En este sentido, resultaría relevante intersec- http://dx.doi.org/10.5565/rev/qpsicologia.1223
tar la producción recabada en este trabajo, Bonino-Méndez, Luis (1998). Micromachismos: la
con los aportes que se derivan de la teoría violencia invisible en la pareja. Recuperado de
feminista en otras de sus vertientes, y que sin http://www.luisbonino.com/pdf/mM96.pdf
duda podrían sofisticar los planteos realiza-
Bosch, Esperanza & Ferrer, Victoria (2002). La voz
dos. Dado que este artículo sólo ha aportado de las invisibles. Las víctimas de un mal amor
una visión de conjunto sobre la versión stan- que mata. Madrid: Cátedra-Feminismos.
dard, sería deseable en trabajos futuros re-
construir otras acepciones de la propia cate- Bosch, Esperanza & Ferrer, Victoria (2012). Nuevo
mapa de los mitos sobre la violencia de género
goría “violencia de género”, de acuerdo a
en el siglo XXI. Psicothema, 24(4), 548-554. Re-
otros lineamientos teóricos inscriptos en una cuperado de
genealogía feminista. http://www.psicothema.com/pdf/4052.pdf
Este horizonte de sofisticación teórica resulta Braff, Rochelle & Barrett-Meyering, Isobelle
imprescindible en el análisis de un tópico (2013). The gender debate in domestic violence:
complejo, como el de la violencia que tiene the role of data. Australian Domestic & Family
lugar en la familia. Es deseable que puedan Violence Clearinghouse, 25, 1-23. Recuperado de
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dimensiones de análisis, que incluyan no sólo doi=10.1.1.405.5345&rep=rep1&type=pdf
la dimensión estructural sino también —entre Cantera, Leonor (2004). Aproximación empírica a
otras— las dimensiones subjetiva y relacional la agenda oculta en el campo de la violencia en
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que es la familia. Si entendemos a la violencia http://www.copmadrid.org/webcopm/publicaci
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sario introducir otros elementos explicativos Cantera, Leonor & Blanch, Josep (2010). Percep-
que permitan dar cuenta de tal complejidad, ción social de la violencia en la pareja desde los
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DIRECCIÓN DE CONTACTO
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FORMATO DE CITACIÓN
González Oddera, Mariela (2016). Aportes para pensar la violencia en la familia: luces y sombras del
discurso feminista. Quaderns de Psicologia, 18(3), 27-42.
http://dx.doi.org/10.5565/rev/qpsicologia.1356
HISTORIA EDITORIAL
Recibido: 20/06/2016
Aceptado: 05/11/2016
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