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carios aguirre

AGENTES DE SU PROPIA
LIBERTAD

Los esclavos de Lima y la desintegración


de la esclavitud
1821 • 1854
f

• � PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU
FONDO EDITORIAL 1995
Primera edición, julio de 1993.
Segunda edición, setiembre de 1995.

Diseño de Carátula: TANTUM, sobre una pintura de Pancho Fierro.

Agentes de su Propia Libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de


la esclavitud 1821-1854

Copyright© 1993 por Fondo Editorial de la Pontifica Universidad �-


tólica del Perú. Av. Universitaria, Cuadra 18, San Miguel. Lima, Perú-
Tifs. 626390, 622540, Anexo 220

Derechos Reservados

ISBN 84-89309-63-9

Pro�bida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o


parcialmente, sm permiso expreso de los editores.

Impreso en el Perú - Printed in Peru


Primera edición, julio de 1993.
Segunda edición, setiembre de 1995.

Diseño de Carátula: TANTUM, sobre una pintura de Pancho Fierro.

Para Mirtha, Carlos Arturo


y Susanita con amor
Agentes de su Propia Libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de
la esclavitud 1821-1854

Copyright© 1993 por Fondo Editorial de la Pontifica Universidad Ca-


tólica del Perú. Av. Universitaria, Cuadra 18, San Miguel. Lima, Perú.
11fs. 626390, 622540, Anexo 220

Derechos Reseroados

ISBN 84-89309-63-9

Pro�bida la reproduc�ión de este libro por cualquier medio, total o


parcialmente, sin pernuso expreso de los editores.

Impreso en el Perú - Printed in Peru


CAPITULO 6

La lucha por la libertad

Es curioso lo que sucede con la esclavatura en todo el


Perú. El Congreso de Huancayo declaró libertos a los que
cumpliesen 25 años, obligando a sus patrones a que retri­
buyesen su trabajo con un mensual de cuatro pesos. La
Constitución vigente declara en su artículo 155 que nadie
nace esclavo en la República. Sin embargo se encuentran
por lo menos 20,CXX) de estos seres desgraciados en toda la
costa ( .. ) De esos 20,000 imbéciles la mayor parte se com-
pone de libertos y de nacidos después de la fecha de la
constitución, y no obstante, ni aquellos reclaman su pré ni
estos su libertad. Todos siguen en la esclavitud sin darse
cuenta de sus derechos y sin inquietarse por su situación.

José Victorino Lastarria (1851)

6.1.- Esclavitud y libertad.-

Al estudiar la esclavitud, con frecuencia se admite de manera


apresurada que su antítesis natural era la libertad. Con ello damos
por ciertas dos afirmaciones: primero, que los esclavos contraponían
ª la dominación esclavista el ideal de la libertad; segundo, que la lu-
cha por la consecución de esa libertad es el instrumento más seguro
para medir la capacidad de los esclavos para enfrentarse a la domina-

211
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ción. Empero, estas presunciones no constituyen verdades absolutas,
tal como diversos estudiosos de la esclavitud se han encargado de su-
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los esclavos fue la aspiración por conseguir in!$)�gresivas pero
palpables en su condición social. En ocasiones esto significaba nego-
1
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brayar. Es decir, no necesariamente en la percepción de los esclavos ciar con el amo a partir de la decisión de continuar en su poder; pero \J ....
la alternativa a su condición era la libertad entendida como autono- en otras, quizás en la mayoría, la conquista de esos espacios exigía un I
mía absoluta. Esto tiene que ver no tanto con una supuesta identifica- rompimiento con el status quo a través del des_pliegue de una serie
ción del dominado con los valores de sus amos, sino que resulta de de_estrat�gi_�, -��q�4_� conJ��_ñg_e.sidades de cada caso particular. J
factores mucho más complejos y que tienen que ver sobre todo con el Como ha sostenido Barbara Fields, la libertad no era un objetivo defi- ;
nivel de desarrollo social y la configuración de determinados valores nido de una vez y para siempre. En los hechos, aparece com? una \:
sociales. Para el caso peruano, en una época en que la libertad indivi- meta flexible, en constante movimiento1• Con ello queremos decir que )
dual tal como la entendemos hoy prácticamente no existía sino para se trataba de una aspiración sujeta a las contingencias de la vida y
una pequeña porción de la población, y donde por el contrario en- cuya reivindicación dependía de los ajustes que se fueran dando en
contra�o�, en el aparato productivo y en las relaciones personales, la relación amo-esclavo. En ocasiones la libertad podía ser el último
una d?sJS importante de formas sociales coercitivas y serviles, no re- recurso para variar su condición; en otras, podía ser un mecanismo ·
sultaría sorprendente descubrir que para los esclavos su ideal supre- de negociación. Aún hay casos en que la libertad constituía más bien
mo no era necesariamente la independencia absoluta. una suerte de castigo o desgracia no deseada.

1 Orla?do Patterson ha sugerido que en las sociedades pre-mo-


dernas. el ideal c��trapuesto a la esclavitud no era precisamente la
La lucha de los esclavos, como hemos venido sosteniendo, tuvo
a la vez diversos objetivos y variadas estrategias. El _objetivo �d�a
I au5E:noa de coerción, la autonomía absoluta. En la medida que la es­ ser simplemente mejorar la relación con el .amo,. vanar de d?numo
clavitud suponía la negación de determinados derechos fundamenta- pasando a un amo más permeable a sus exigenoas, con�1r estar
les Oazos fa�lia�, por ejemplo), la aspiración más frecuente de los 1'} cerca de sus seres queridos, o impedir ser trasladado hacía un� zona
esclavos habna sido la de superar esos constreñimientos sobre su ca- o una ocupación lejos de su agrado: las razones de confrontación. de
\...:',
pacidad para establecer relaciones sociales horizontales. Por tanto los esclavos con sus amos pueden ser infinitas. Cada una de ellas�-
habría que evaluar la capacidad de lucha y confrontación de los es- . plicaba el desarrollo de un conflicto potencial, aunque la, resoluoon
clavos a partir del éxito que tuvieron en afirmar este tipo de conquis- no siempre marchaba por el lado de la ruptura. En la b�squeda de
tas (Patterson 1982, Scott 1988). tales objetivos los esclavos utilizaron las tácticas que t<:man a su al-
c�nce, midiendo sus objetivos en función de las h�":�entas d� �ue
. Sin .embargo, nunca las cosas se presentan de manera simple. dtSponían y también en relación con sus reales �s1�ib�ades de �xito.
Es ímposíble resumir en una sencilla fórmula (esclavitud vs. libertad El litigio judicial, la pugna en el mercado por d1snunu1r su preoo, el
ó �lavitud vs. capacidad de forjar relaciones sociales) todo el com- cimarronaje, la asimilación dócil a un amo paternal, son t�os meca-
plejo mundo que se creó dentro de las sociedades con esclavitud. nismos a través de los cuales los esclavos pudieron efectivamente
Cada caso _Particular es irreductible, aunque sea evidente la presencia conseguir ciertas ventajas en su posición. Pero par� un grupo deter-
de r�landades que nos permitirán más adelante estudiar los patro- minado de esclavos eso no fue suficiente. Este ampho sector de escla-
nes �s1bl:s de los esfuerzos de los esclavos por su libertad. No es vos sí reivindicó la libertad como un objetivo deseable Y, lo que es
sencillo afirmar para el caso de Lima que la libertad fue un objetivo
permanente de la población esclava. Tampoco se puede admitir que
los esclavos no estuvieron interesados en la libertad. Por ello, con\
toda la cautela del caso, sostenemos que lo esencial en la conducta de / Gtado por Scott 1988: 426.

212 213
tud en el Perú, registrando un total de 1298 cartas de manumisión3.
más, alcanzable; por razones diversas exigieron, persiguieron, con- Esta muestra, a pesar de cubrir un periodo relativamente. c_orto, resul-
quistaron su libertad. Así, contribuyeron no solamente a afirmar su ta altamente representativa del volumen total de manurrasones,
humanidad, introduciendo un nivel mayor de decisión sobre sus pro-
pias vidas, sino también a erosionar progresivamente las bases mis- La discusión en tomo al patemalismo de los amos. pe":'anos
mas de la esclavitud. Este capítulo está dedicado a analizar las for- que ya hemos glosado en capítulos. a�,terio.res p��e ser il��mada
mas que asumió la lucha de los esclavos por conseguir su libertad a con el análisis de las castas de abolición. 51 adnuttmos la vieJél des-
través de mecanismos legales. cripción dulzona de la esclavitud limeña del siglo XIX d�o� es-
perar que una alta proporción de los �-�vos que .accedían a la liber-
tad lo hubieran hecho por una dispos1o�n «grac1�sa» de sus amo�,
6.2.- Manumisión de esclavos en Lima, 1840-1854 como expresión precisamente de su particular canño, o como gra�-
tud por los servicios prestados. Sin embargo (ver cuadro 6.1), la reali-
dad fue muy distinta.
El interés por el estudio de los procesos de manumisión surge\
en el vértice de tres problemáticas distintas pero cercanamente rela-
CUADR06.1
cionadas. La primera es la discusión en tomo al grado de permea-
bilidad de los distintos regímenes esclavistas y, dentro de ella, � MANUMISION DE ESCLAVOS
comparación entre los sistemas esclavistas de las Américas. La se­ Lima, 1840-54
gunda es la preocupación por iluminar las formas en que los esclavos
pudieron influir no sólo sobre su destino individual, sino también so- FORMA DE MANUMISION POR SEXO
bre la sociedad entera. Y la tercera es la búsqueda de una explicación % Total %
Sexo Voluntaria % Compra
de los procesos de desintegración esclavista. El estudio de las cartas
de libertad se presenta como un interesante ángulo de observación 375 762 492 379
Hombres 117 23.8 62.1
para echar luz sobre los temas antes mencionados. Además, tiene la 583 72.3 806
Mujeres 223 27.7 100.0
ventaja de utilizar fuentes confiables, continuas, y prácticamente 958 73.8 1298
Total 340 262
idénticas para diferentes realidades, lo que facilita enormemente la
perspectiva oomparativa2• Fuente: AGN, Protocolos Notariales, Cartas de libcrtad,t840-t8.54.

Dos eran las formas típicas a través de las cuales los esclavos
accedían a la libertad: por una «gracia» voluntaria del amo, o a través 3 La distibución anual de las cartas de libertad es como sigue:
de la compra de la libertad. En ambos casos las cartas de libertad Año Número
Año Número Año Número
eran registradas ante un Notario Público, quien entregaba al flamante
liberto una boleta de certificación de su libertad. Para efectos de este 1850 60
1840 63 1845 103
64
estudio hemos revisado 72 legajos de Protocolos Notariales en el pe- 1841 68 1846 103 1851
101
107 1852
ríodo entre 1840 y 1854, es decir, los últimos quince años de esclavi- 1842 90 1847 1853 88
1848 59
1843 116 1854 82
1844 132 1849 62

2 Véase, entre otros, los trabajos de Mattoso (1972), Schwartz (1974), Bowser . en las cartas son el nombre del
(1975), Johnson (1978, 1979), Gudmundson (1978), y Eisenberg (1987). Los datos que con mayor frecuencia aparecen
215
214
. Escasamente el 26.2% del total de manumisiones fue otorgada
voluntariamente y en muchos casos estaban sujetas al cumplimiento graciosamente a los esclavos radica en otro factor que no estaba pre-
de algún tipo de obligación por parte del esclavo. Un abrumador sente en el período estudiado por Johnson: la escasez de esclavos, En
73.8% de los casos de libertad fueron efectivizadas a través del pago una coyuntura donde conseguir remplazo para la mano de obra es-
al amo del precio del esclavo. Esta es una comprobación rotunda de clava era muy difícil -la oferta global de esclavos, luego de la clausu-
que la libertad sí constituía un objetivo deseado por los esclavos. Sin ra de la trata negrera, prácticamente estaba condenada a un continuo
entrar a discutir ahora el significado de esa libertad ni sus consecuen- descenso-, los amos se muestran mucho más renuentes a deshacerse
cias concretas para los esclavos, lo cierto es que para una porción voluntariamente de sus esclavos.
considerable de los esclavos la libertad aparecía en el horizonte como
una esperanz.a. Pero además de ilustramos sobre las expectativas de El cuadro 6.1 nos ofrece también la ratio sexual de los esclavos
los esclavos estas cifras nos muestran su notable capacidad para cul- manumitidos. Las mujeres constituyeron 62.1 % del total, cifra que re­
minar exitosamente las diversas estrategias de acumulación que con- sulta consistente con el patrón observado en otras sociedades (ver
�ucían a la compra de la libertad. Este es un rasgo generalmente aso- cuadro 6.2). Una posible explicación a este patrón �asi general en
�ado � las regiones de esclavitud urbana donde las posibilidades de América Latina es el menor precio de las esclavas mujeres Y por tan-
mseroon de los esclavos en el mercado laboral eran muy importantes to una mayor facilidad para acceder a la libertad4 • Pero hay otras �-
Y el grado de autonomía de que podían disfrutar era obviamente su- zones. Dado que los hijos heredaban el sta�.s d� las mad� �� d�,
perior al de las zonas de esclavitud de plantación. Comparativamente madre esclavaehijo esclavo, madre libre=htJO bbre) la deciSio� de li-
-ver cuadro 6.2- la Lima del siglo XIX es la región que reporta el más bertar en mayor proporción a las mujeres (com� ve��os �as ade-
alto porcentaje de manumisiones por compra. lante, la libertad no era un asunto estrictamente mdivtdual smo que
con frecuencia obedecía a estrategias familiares) tiene que ver con el
En su estudio sobre la manumisión de esclavos en Buenos Aires deseo de asegurar que los hijos por venir nazcan libres5.
a fines de la colonia, donde las manumisiones por compra alcanz.a el
60%, Lyman Johnson afirma que «las relaciones patemalistas entre Combinando la información sobre tipo de manumisión con el
amos y esclavos, medidas en este caso por manumisiones gratuitas, sexo de los esclavos encontramos porcentajes similares para varon�
eran· inversamente proporcionales al grado de desarrollo de la econo- Y mujeres: 23.8% de hombres recibieron la libertad como una graoa
mía urbana» (Johnson 1978: 640). El alza de precios de los esclavos del amo, mientras 76.2% tuvieron que compra�la; en �l. �aso de l:s
producto del crecimiento económico dificultaría la existencia de mujeres las cifras son 27.7% contra 72.3%. Esta mformaaon nos,i,e -
manumisiones graciosas. En la Lima del siglo XIX, por su parte, los mite cuestionar otra creencia común, a saber, qu� los amo� ten�iai;;
precios de los esclavos no aumentaron significativamente, como vi­ favorecer a las esclavas en el otorgamiento de dicha gracia. Sin � .
mos en el capítulo 2. La explicación de la poca tendencia a manumitir bargo, el porcentaje de mujeres manumitidas graciosamente es practi-

a��, del esclavo, edad, precio, forma en que dicho esclavo fue adquirido, y
qwen hizo el pago en caso de tratarse de manumisión por compra. Lamentable- 4 . . H - f ldt (1990·· 51) y Stuart
Esta opinión es compartida por Christíne une e
�ente la información sobre el color o grupo étnico del esclavo no resulta apro-
Schwartz (comunicación personal). . · es dentro
piada �a volcarla en un trabajo estadístico. El uso de la palabra "negro se tor- 5 Cf. Eisenberg, 1987: 183-4. Este fenómeno-la ª!ta_proporaón ::=dela po-
nó genérico (con frecuencia se usaba como sinónimo de esclavo) y podía desig-
nar un esclavo criollo o un africano, un mulato o un negro. Por eso no incluímos
ª
de los esclavos manumitidos- señala algunos �i�ites la repr blación libre. En
�n nuestro análisis la categoría étnica. blación esclava al tiempo que acelera el eredmíento de lapo. 'stas en
otras palabras, estrategias que aparecen como 1� · dí1v1· duales
es tienen ' vi
conjunto, implicancias mayores para procesos sociales global ·
216
217
­
N
00

MANUMISION DE ESCLAVOS EN AMERICA LATINA: COMPARACION


CUADR06.2

POR SEXOS Y TIPO DE MANUMISION

Buenos Aires Bahia Babia Paraty Lima Mexico Campinas Costa Rica Lima
1776-1810 1684-1745 1813-1853 1789-1822 1580-1650 1580-1650 1798-1888 1648-1824 1840-1854
(1) a> (3) (4) (5) (6) (7) (8)

HOMBRFS(%) 41.2 33.1 327 34.S 323 38.S 48.1 44.0 37.9
MUJERES(%) 58.8 66.9 67.3 65.S 67.7 61.S 51.9 56.0 621

% DE MANUMISION
PORCOMPRA• 59.8 47.7 46.0 31.4 47.8 36.4 20.5 73.8

Fuentes: (1) Johnson, 1978; (2) Schwartz, 1974; (3) Mattoso, 1972; (4) Kieman, 1978; (5) y (6) Bowser, 1975; (7) Eisenberg,
1987; (8) Gudmundson, 1978.

(•) Cada autor utiliza diferentes criterios para clasificar los tipos de manumision. El porcentaje de manumisiones por
compra incluye la auto-compra y la compra por terceras personas. Se asume que el resto son manumisiones
"voluntarias", con o sin condiciones.

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E� 61.1% de los hombres y el 61.4% de las mujeres que obtuvie- 52.1% de los hombres y el 52.4% de las mujeres. Oertamente, este ha­
ron la libertad por compra pagaron ellos mismos el valor de su bole- llazgo no debe sorprendemos, aunque podría servir para descartar
ta. Respecto del total de manumisiones, el porcentaje de aquellas que algunas opiniones en el sentido de que la manumisión favorecía a ni-
fueron pagadas por los mismos esclavos alcanza el 48.6% en el caso ños y ancianos. Más importante aún, revela que eran los grupos en
de los ho�res y el 44.4% en el caso de las mujeres. Es decir, virtual- edad más productiva quienes accedían con mayor frecuencia a la li­
m�nte la m1.tad de todos los esclavos manumisos compraron ellos bertad. Se refuerza esta idea cuando encontramos que la mayoría ab-
��smos su libertad, hecho que demuestra la capacidad de acumula- sol u ta de quienes compraron su propia libertad -28 de 32 para los
cion que los esclavos tenían a partir de su inserción en el mercado la- hombres, 27 de 34 para las mujeres- se ubican dentro de ese rango. Se
bora�, sobre todo bajo la modalidad de «jornaleros». La simpleza de trata de los esclavos que mejores oportunidades tenían dentro del
las cifras oculta un hecho digno de resaltarse: la automanumisión fue mercado laboral y por lo tanto su capacidad de acumulación era no-
a la vez que un vehículo de afirmación de los objetivos de los propios toriamente mayor. Exactamente lo contrario sucede en el caso de las
esclavos, un poderoso factor de debilitamiento de la esclavitud. cartas de libertad que fueron pagadas por otra persona. Por razones
obvias, los grupos de edad más jóvenes ­O a 15 años-concentran la
El análisis de la distribución por edades de los manumisos re; mayoría: 23 de 33 hombres, 36 de 59 mujeres. En el caso de la
s�,lta in:nos confiable en la medida que sólo 235 cartas de manumi� manumisión voluntaria de mujeres es de destacar el hecho de que el
sion �straron ese dato (ver cuadro 6.4). Globalmente, los grupos de grupo de edad mejor representado sea el de 16-30 años (33%). Esta
eda� mas propensos a conseguir la manumisión bajo cualquier mo- presencia numerosa tiene que ver con las actividades que las esclavas
dalidad eran los de 16-30 y 31-45 años. En este rango se ubican el desarrollaban en el servicio doméstico, sobre todo como amas de le-
che. Otro elemento que quizás ayude a explicar esto -aunque no tene-
mos pruebas fehacientes- es la aparición de lazos amorosos entre
CUADR06.4 amos y esclavas jóvenes que muchas veces rolmina�n -por vol�tad
del amo o por exigencia de la esclava- en el otorgamiento de la liber-
ESCLAVOS DE AMBOS SEXOS MANUMITIDOS POR GRUPOS DE
tad. En el caso de los esclavos hombres el patrón no resulta muy cla-
EDAD Y FORMA DE MANUMISION
ro y la distribución por edades es relativamente pareja.
Hombres Mujeres Las cartas de manumisión contienen otro dato interesante de
Edades Vol. C.P. C.A. Total Vol. C.P. C.A. Total analizar: la procedencia del esclavo manumitido, es d�r, si el e�a-
0­7 5 o 15 20 7 o 27 34 vo había nacido en poder del amo que le otor�ba la libertad o sr ha­
8-15 7 1 8 16 13 o 9 22 bía sido comprado en algún momento de su vida. El cuadro 65 resu-
16-30 7 14 8 29 17 17 20 54 me la información disponible.
31-45 3 14 2 19 8 10 3 21
46­60 4 3 o 7 2 5 o 7 Estas cifras nos brindan otro ángulo desde donde mirar las rela-
60+ 1 o o 1 3 2 o 5 ciones amo-esclavo y evaluar los supuestos sentimientos patero.alistas
de los propietarios. Si aceptamos la imagen de amos. paternahstas Y
TOTAL 27 32 33 92 so 34 59 143
bondadosos deberíamos esperar que una alta propor?on de los �-
VOL.= Manumisión voluntaria vos nacidos en poder del amo y que conseguían su .libertad hubies�n
C.P ·= Compra propia gozado de la «gracia» de una manumisión voluntana. Eso no ocumó.
C.A.= Compra ajena- Sólo el 37.1 % de los esclavos nacidos en poder del amo Y que conse-

220 221
CUADR06.5
CUADR06.6
FORMA DE MANUMISION POR FORMA DE A[XJUISIOON
DEL ESCLAVO ESCLAVOS MANUMITIDOS GRACIOSAMENTE POR rno DE
ADQUISIOON Y SEXO
Fonnade Esclavos Esclavos
Manumisión Comprados % Sexo Comprados % Nacidos % Total
Nacidos %

Graciosa 105 23.2 92 37.1 H 27 40.9 39 59.1 66


Por compra 348 76.8 156 62.9 M 78 59.5 53 40.5 131
Total 453 100.0 248 100.0
la situación es inversa: la mayoría de quienes recibieron la
manumisión voluntaria resulta ser de esclavas compradas (59.5%) en
guían su libertad la recibieron graciosamente; en cambio el 62.9% de tanto las nacidas en poder del amo llegan a 40.5%. Cómo se explica
ellos tuvo que pagar para acceder a la libertad. Más pronunciada aún esta aparente contradicción? Es claro que un esclavo no nacido en
es la tendencia para el caso de los esclavos que habían sido adquiri- casa, por el cual el amo había tenido que pagar un precio relativa-
dos por compra: el 76.8% pagó por su libertad mientras que el 23.2% mente alto, y que por lo general estaba destinado a rendir divi-
la
reo 1 �aCiosamente. Ciertamente las cifras revelan que para un dendos económicos, estaba en condiciones desventajosas para aspirar
íbíó • '

esclavo naddo e� pod�r del amo' existía una posibilidad ligeramente a una libertad graciosa. En cambio aquellos nacidos en poder del
mayor a conseguir su libertad por la grada del amo aunque, a fin de amo, en la medida que no habían requerido de un desembolso mone-
cuentas, lo más probable era que ese esclavo tendría que pagar por tario para disponer de sus servicios, podían estar en mejores condi-
su libertad. ciones para recibir la «gracia» del amo. Por qué no sucede lo mismo
en el caso de las mujeres? La situación no es muy clara. Es posible
. . , La comparación de las cifras sobre el sexo y la forma de adquí- que esto sea sólo el reflejo de un hecho demográfico: la mayoría de
sioon del esclavo para el caso de la manumisión voluntaria arroja re- esclavas no vivían con el amo que las vio nacer. Algunos cálculos so-
sultados interesantes (ver cuadro 6.6). bre oferta y demanda de esclavas arrojaron que una alta proporción
de la demanda de esclavos en el mercado limeño era de domésticas y
. Para los hombres hallamos una mayor proporción de esclavos amas de leche", Nos atrevemos a afirmar que dentro del estrato do-
nacidos en poder del amo (59.1 %) entre quienes consiguieron la méstico era mayor la proporción de esclavas que habían sido com-
;anumisión graciosa, en tanto que aquellos que habían sido adquirí- pradas que aquellas que habían nacido en poder del amo, lo cual
os por compra alcanzan el 40.9%. Para las mujeres, sorpresivamente nunca resultó un obstáculo para granjearse el afecto de los amos y
conseguir luego de algún tiempo, la libertad. Más adelante veremos
algunos casos de «amas de leche» que consiguieron su libertad muy
poco tiempo después de ser compradas.
7
� Bu�� Aires, de acuerdo al trabajo de Lyman Johnson, hallamos una situa-

19;t2;1.
: nt�6j;�que más pronunciada: 43.2% de los nacidos en poder del amo
e los comprados consiguieron la manumisión graciosa. Johnson
8 Vercap.2.
222
223
GRAFIC06.1
El efecto crecientemente disruptivo de la automanumisión de
esclavos se aprecia claramente en la secuencia anual de los porcenta- MANUMISION DE ESCLAVOS, 1840-54
jes relativos de cada una de las formas de manumisión (ver cuadro
6.7 y gráfico 6.1). La proporción de las manumisiones por compra au- TIPOS DE MANUMISIONN ARIACION ANUAL
menta sostenidamente a lo largo del período estudiado. Es decir, dis- 00----------------------------------------,
minuía progresivamente la importancia de la manumisión graciosa y,
consecuentemente, era mayor la propia iniciativa de los esclavos para
conseguir su libertad. En el gráfiro se aprecia claramente esta tenden-
cia. En el caso de las mujeres la tendencia es aún más pronunciada
que en los hombres: el último año (1854) las mujeres que obtuvieron
su libertad por compra fueron el 83.6% del total de esclavas
manumitidas.

CUADR06.7

COMPARACION ANUAL DE FORMAS DE MANUMISION,


1840-54

Año Manumisión % Manumisión % Total


Voluntaria por Compra
1840 26 41.3 37 58.7 63 10-'-----------------,���.,.-,--,---.--,--1
1841 21 30.9 47 69.1 68 1840 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854
1842 25 27.8 65 722 90
1843 40 34.5 65.5 116 AÑOS + MANUMISION X COMPRA
76 O MANUMlSION GRACIOSA
1844 34 25.8 98 742 132
1845 30 29.1 73 70.9 103
1846 27 262 76 73.8 103 ¿Cuál fue el efecto cuantitativo de la manumisión sobre e1.:tal
1847 24 22.4 83 77.6 107 de esclavos en Lima? Esta pregunta es difícil de responder debí O ª
1848 10 169 49 83.1 59
1849 14 22.6 la general debilidad de nuestros datos estadísticos, pero po�en:1os
48 77.4 62
1850 11 18.3 49 81.7 60 arriesgar un estimado sirviéndonos de un dato que Chn.stme
1851 15 H..unefeldt, en un esfuerzo paralelo al nu��o, h a bnn · dado _reciente-
.
23.4 49 76.6 64
1852 28 27.7 101 mente. Ella ha revisado el total de manunusmnes para tres anosd
1830
73 72.3
1853 20 22.7 68 77.3 88 (l30 manumisiones) 1840 (77) y 1850 (106). Y cruzando estos atdos
1854 15 '
18.3 67 81.7 82 con las cifras disponibles para el total de la pobl aciió n esclava e
L' imadamen-
TOTAL 340 una deduce que la velocidad de manumisiones es aprox . . , d.
958 1298 10
te 2.2% al año. Esto implica que, en el largo plazo la manunusion

225
224
Especialmente ·cuando, como vimos, eran sobre todo los esclavos en
cuenta casi de la totalidad de la disminución de la población esclava9• mejor edad para el trabajo quienes conseguían la manumisión. Con
Podemos concluir entonces afirmando que la manumisión constituyó frecuencia los amos recurrieron a querellas judiciales para impedirlo,
un elemento decisivo en la desintegración progresiva de la esclavi- y los diarios recojen de vez en cuando quejas sobre el «alarmante»
tud. Que, además, este proceso haya sido empujado por los propios crecimiento de la manumisión de esclavos. Recuperar su inversión
esclavos antes que por la «gracia» de los amos, nos pone delante de vendiendo al esclavo era algo que escapaba ya a las posibilidades
una verdad contundente: los esclavos fueron, antes que pasivas y re- reales de los amos, pues casi nunca conseguían un precio igual (para
signadas víctimas, agentes activos de su propia emancipación. no decir mayor) al precio de mercado del esclavo. Las numerosas so­
licitudes de tasación, y el pernicioso efecto de la variación de domi-
Algunos autores han creído ver en la creciente importancia de nio, causaron un progresivo descenso en los precios de los esclavos y,
las manumisiones por compra una evidencia de la capacidad de los más aún tuvieron como efecto que el precio que los esclavos tuvie-
amos para recuperar su inversión luego de haber explotado al escla- ron que pagar por su manumisión fuera, en promedio, vi�iblemente
vo durante años. Según esta interpretación, más que un logro del es- menor que el precio real en el mere���- El cuadro 6� penrute compa-
clavo, la manumisión representaría la concreción de los maquiavéli- rar el precio pagado por la manurrusion con el preoo de los esclavos
cos deseos de los amos". Una lectura de este tipo, sin embargo, no en el mercado.
tiene en cuenta una serie de hechos. No dudamos que hubo casos de
amos que deseosos de desprenderse de sus esclavos y contar con di- Para quienes hacían repo� su eco�omía ­y. su confort-sobre el
nero en efectivo estimularon a sus esclavos a comprar su propia li- trabajo de sus esclavos no babia nada mas permooso que otorgar�es
bertad. Pero este no fue el caso general ni mucho menos. En principio la libertad, pues tendrían sumas dificultad� pa:'1 rempla� esa pie-
los propietarios de esclavos, ante la creciente escasez de los mismos, za. De manera que más allá de algunas s1tu�c10n� particul�res, la
siempre se mostraron renuentes a otorgar la libertad con facílídad". ofensiva de los esclavos en favor de conseguir su libertad tema efec-
tos claramente beneficiosos para ellos y al mismo tiempo causaba un
progresivo deterioro de la esclavitud, al disminuir el volumen global
de la oferta de esclavos disponible. Lo que apar� a veces como un
Hünefeldt, 19�; �1. La autora concede, con razón, una importancia fundamen- aprovechamiento de la situación visto desde am�a, resulta con fre­
t� a la manumísíón dentro de las estrategias de los esclavos. Pero al mismo cuencia tener un signo contrario visto desde abaJo:. en este caso, la
hempo pa.rece �elegar a un segundo plano otro tipo de estrategias como el
címarronaje, El impacto del cimerronaje ­y el bandolerismo- sobre la esclavitud manumisión constituye una afirmación de las conquistas por las que
no sólo de� ser -?'edido en términos del número de esclavos huídos -que por lo el esclavo venía luchando.
demás es Imposible de calcular- sino fundamentalmente en la erosión de los
m�nismos de control social sobre la población esclava, hecho que, en nuestra
op�ón, fue decisivo en este proceso. Ver más adelante, capítulo 7.
10 En aerta forma esta es la opinión de Herbert Klein: "Libertar al esclavo podía
ha� por razones eoonómicas; resultaba muy beneficioso al amo manumitido
a cambio de una �tidad de dinero. Era menester, por tanto, permitir al esclavo
acumular un peculio, más o menos al margen del amo con que comprar su li-
bertad". I<lein, 1986: 16. '
11 El caso co"ntra�io puede verificarse en Río de Janeiro donde, según Mary
Karasch, devido as i.mporta�oes constantes para a cldade, havia muítos
escravos africanos, assím, os senhores nao sentiram uma falta séria de meo de
obra. Eles J>?diam alforríar os seus escravos ou permitir que estes comprassem
a sua a�orria� porque eles facilmente podiam ir até o Valongo e comprar um
escravo Joven . (Karasch 1972: 515, citao por Eisenberg 1987: 178).
227
226
CUADRO 6.812 Recientemente el historiador brasileño Jacob Gorender ha
enfilado sus baterías contra· todos aquellos que en los últimos años
PREOO PROMEDIO DE ESCLAVOS MANUMITIDOS han venido documentando los esfuerzos de los esclavos para lograr
COMPARAOO CON EL PRECIO PROMEDIO DE ESCLAVOS reivindicaciones concretas dentro de la esclavitud, afirmando
EN EL MERCADO Gorender que ello equivale a «rehabilitar» la esclavitud presentándo-
la con un cariz positivo (Gorender 1990). Sin duda no somos nosotros
Hombres los llamados a refutar a Gorender. Pero el caso de la esclavitud pe­
Mujeres
ruana y el estudio de las cartas de manumisión pueden servir para
Afto P1 P2 Pl/P2 P1 P2 Pt/P2 mostrar, de un lado, que la esclavitud NO era un paraíso, que los
amos NO tenían una conducta favorable a los esclavos, y que estos
1840 200 195.6 102.2 154 234.1 65.8 NO percibían su situación como algo benéfico: sus esfuerzos por la lí­
1841 197 239.3 82.3 158 224.3 70.4 bertad así lo demuestran. Poner esto en evidencia no supone· en'<.
1842 165 237.0 69.6 164 2201 745 modo alguno una rehabilitación de la esclavitud sino todo lo contra- \\
1843 217 245.8 88.3 195 236.7 82.4 rio: a pesar de ella y sus constreñimientos los esclavos pudieron cons-
1844 224 2232 100.4 208 236.6 87.9
1845 truirse un espacio y afirmar sus propias conquistas. //
234 246.3 95.0 211 2726 77.4
1846 2()C) 295.8 70.7 185 253.3 73.0
1847 243 265.0 91.7 211 240.6 87.7
1848 270 283.3 953 6.3 Los caminos hacia la libertad.-
218 258.5 843
1849 222 300.2 74.0 245 252.3 97.1
1850 227 337.5 673 225 316.6 71.1
1851 271 409.1 662 212 336.3 63.0 En el acápite anterior hemos presentado estadísticamente los \
1852 249 367.3 67.8 254 3042 83.5 rasgos que asumió la manumisión de esclavos durante el periodo \
1853 263 362.5 72.6 241 319.1 75.5 1840-1854. El trabajo con las cifras nos ha permitido arribar a condu- · \
1854 249 333.5 74.7 228 303.7 75.1 siones importantes respecto al notable papel desempeñado por los ,
propios esclavos en dicho proceso. La imagen quedaría incompleta
sin embargo si nos quedamos únicamente con los resultados estadís-
P1 = Precio promedio de la carta de libertad ticos. Queremos ahora ilustrar con información cualitativa lo que sig-
P2 = Precio promedio de los esclavos (as) en el mercado nificó realmente para los esclavos la lucha por la libertad, las diversas
Pl/P2 =: Porcentaje del precio promedio de manumisión respecto al precio estrategias que pusieron en práctica y también las dificultades y sin-
promedio «real» (en el mercado).
sabores que tuvieron que afrontar.
\ ..

Una cuestión necesaria de esclarecer es el grado de obligatorie- \


12 dad que tenía el amo de otorgar la libertad al esclavo cuando éste
�t� cuadro merece algunos comentarios. Como se ve, incluye precios "prome-
dio , de modo que la comparación puede no ser siempre pertinente. Al no dis- probaba tener la capacidad económica para cubrir su costo. Las bole-
criminar por edades, podría estar induciendo a error. Empero resulta tas de venta incluían a veces una cláusula fijada por el amo vendedor
remarcabl
d b . e que, casi· siempre, el precio promedio de las manumisiones' esté por según la cual cada vez que el esclavo mostrase dinero para ser com-
e ªJO del predo de mercado. La amortización progresiva que algunos esclavos prado por otro amo, o para conseguir su libertad, el nuevo,amo debía
hadan de su oosto, la tasación y subsecuente descenso en el precio del esclavo y
además. una presencia num erosa d e n iñ os dentro del universo
. de esclavos' satisfacer ese deseo. Durante la mayor parte del periodo post-
manunusos, son algunos de los factores que explican la diferencia.

228 229
independentista, la legislación -o, al menos, la práctica judicial- obli- su propia manutención y acumulación. En líneas generales parece ha­
gaba a los amos a ceder cuando el esclavo mostraba el dinero sufi- ber sido un ajuste beneficioso para los esclavos15• Que sí era posible
ciente para la compra de la libertad. Así lo prueba una sentencia emi- acercarse rápidamente a la libertad lo prueba el caso de Manuela.
tida por la Corte Superior en octubre de 1836, en el juicio que la es-
clava Francisca Javier interpuso a su amo don Bernardo O'Higgins Manuela Seminario, esclava cuyo precio es de 200 pesos, acude
para que este pusiera precio a su cabeza y proceder a la manumisión. al Defensor de Menores para conseguir que su actual ama se allane a
La Corte falló respaldando a la esclava argumentando que si bien la la variación de dominio pues tiene quien la compre rebajándole 50
ley del 27.8.1831 había derogado el decreto que permitía a los escla- pesos. Además, el nuevo amo le acepta recibir diez pesos mensuales
vos variar de dominio a voluntad, no prohibía que el amo cediera a cuenta de su valor. «Esta nueva propuesta -díce el Defensor de Me-
cuando el esclavo quería comprar su libertad, «el bien más precioso nores- es ventajosísima, pues aproxima a Manuela en tal grado a su
del hombre», según reza la sentencia. La interpretación de la Corte es libertad, que puede quedar libre en 15 meses [porque] tiene medios
que si se trata de la compra de la libertad el amo estaba obligado a de pasar al ama que la compre la mesada de diez pesos»!".
recibir el dinero13• En otro caso, esta vez de 1846, frente al pedido de Amortizar diez pesos mensuales en esta época no es nada desprecia-
variación de dominio de una esclava por tener un comprador que le ble y evidencia un notable grado de éxito económico. Este era un me-
rebaja el precio el Juez le dá la razón al amo cuando argumenta que canismo frecuente para obtener la libertad: ir «amortizando» el pre-
sólo cuando existe sevida probada o cuando se ofrece dinero para cio. Cuando un esclavo era vendido entregaba a veces a su amo una
comprar la libertad, el amo está obligado a despojarse de su esclavo14• parte de su precio, de modo que en la nueva boleta figuraba un pre-
Probablemente la convicción de que si el caso era llevado a los tribu- cio menor", La capacidad de «amortización» de los esclavos, �mo en
nales el esclavo sería amparado por los jueces hizo que la -mayoría de el caso de Manuela, podía llegar a ser notable y, por tanto, la libertad
los amos se viera obligado a ceder cuando el esclavo demandaba su podía llegar en poco tiempo.
libertad.
Un aspecto decisivo en las acd�nes y estr�� de los �vos
Naturalmente la cuestión central dentro de este proceso es la lo constituye la presencia de mecanismos farruhares que servían de
fuente que permitía a los esclavos acumular el dinero necesario para soporte económico. Por un lado tenemos. el caso de escla��s que lo-
comprar su libertad. Aquí, el sistema de esclavos «jornaleros» fue graban préstamos o eventualmente donaaones de sus famihares para
central. Como hemos visto, de manera creciente los esclavos eran en- completar el valor de su boleta18• Numerosas cartas de libertad fue-
viados por sus amos a la calle a «buscar jornal», trabajando en los in- ron compradas por un hermano, el cónyug�, el padre o la madre, la
numerables empleos urbanos (aguadores, cargadores, vendedores madrina la abuela O un tío del esclavo. La libertad de un esclavo era
ambul�ntes) con la obligación de entregar a los amos una cantidad un asu�to que t;ascendía largamente la decisión individual e
determinada a manera de jornal al tiempo que retenían el saldo para

15
f
Ver el capítulo 4.
13 G�, Causas Criminales, Leg. 2, 1825-1826, "Sentencias de la Corte Superior" 16 AGN Causas Gviles, Leg. 437, 1849.
17 Ver el caso del esclavo José María Boza, en AGN, PN, Notario Huerta, Leg. 271,
eqwv�amente colocadas en este legajo). El punto de partida para esta inter-
pretaaón parece ser el decreto de Bolívar del 24 de marzo de 1824, por el cual el f.360,26.10.1848. libertd d
esclavo !enía derecho de solicitar variad6n de dominio "sin más causal que su 18 Es el caso de la esclava Juana Bautista quien compró su � gra as, en par-
libertad (Távara 1855: 8). te, a una "suerte" que ganó y en parte a sumas que le proporaonaron su madre
14 AGN, Causas Oviles, J...eg. 371, 1846. y su tía. AGN, Causas Qviles, Leg. 410, 1848.

230 231
involucraba a la familia entera. Habría que añadir que no se trataba rárquico y discriminatorio de las relaciones que las cofradías estable-
solamente del factor afectivo, que ciertamente era muy importante, cieron (H ünefeldt 1979) pero además revela que el proceso de
sino que además cada libertad estaba encadenada con otras, dentro inserción de la población negra en el mercado. de trabajo venía resul-
de una estrategia de cascada de «manumisión progresiva». En un pri- tando exitoso, lo cual le obligaba a salirse un poco de los esquemas
mer momento se reúne el dinero para comprar la libertad del miem- estrechamente étnicos a que los conducía su participación en las co-
bro famili� más apto (o también aquel cuyo precio era más bajo, lo fradías. Los esclavos confiaban más en las estrategias individuales y
C?ªl sucedía generalmente con las mujeres), quien una vez libre ini- familiares que en la ayuda que podrían recibir de las cofradías. Otro
ciaba otra etapa de acumulación para ir comprando ]a libertad de los camino fue conseguir que una tercera persona, necesitada del servicio
demás familiares. Se trata, ciertamente, de una estrategia que deman- personal de los esclavos, entregase el dinero para la compra de la li­
daba una gran disciplina, paciencia y fuerza de voluntad. Los escla- bertad -en su totalidad o en parte- a cambio del compromiso («obli- �
vos que as� tr�?n s� destino constituyen probablemente el grupo gación») del ex-esclavo para servirle mientras terminaba de cancelar \
que con mas conoencía buscó acercarse a la libertad. Un caso singu- el monto del préstamo. Como vimos, casi dos quintas partes de los \
lar fue el del ex-esclavo José Manuel Benites, quien con su trabajo esclavos que accedieron a la libertad por compra cancelaron su precio )'
como mayord?mo pretendía liberar a sus tres hijos -»mis designios con dinero ajeno. Una porción imposible de determinar fueron libera-
no son otros smo el de sacar con el sudor de mi rostro de la misera- dos por sus familiares, pero en un número importante se trató de
ble situación de esclavos a mis tiernos hijos»- entregando quince pe- personas que pagaban la libertad de los esclavos a cambio de su ser-
so� mensu�les al amo. Problemas de diverso tipo le impidieron se­ vicio personal. Así, cambiaban su dependencia de por vida por una
�r ��ortizando al tiempo que el amo pretendía negar el acuerdo. relación laboral basada en el endeudamiento por un tiempo muy
Se uuoo luego un largo y tedioso litigio que concluyó recién en agos- concreto y, a veces, bastante reducid<>22.
to de 1840 cuando el Juez de Paz de Lima ordenó la libertad de los
hijos de José Manuel. Catorce años había durado la lucha por liberar
a sus híiJOS119
•• 22 Veamos cómo funcionó este mecanismo con el caso del esclavo Gabriel Paredes,
propiedad de don José Félix Castro. Don Juan José Landauro, informado por el
esclavo de sus deseos de libertad canceló a C.astro lOOpesos del valor de Gabriel
De alguna manera estas estrategias familiares hicieron pasar a que fueron sumados a los 150 que el propio Gabriel había logrado reunir. A
un segundo plano la utilización de las Cofradías como vehículos para continuación, el flamante ex-esclavo firma ante el Notario una "Obligad6n" en
a�er a la libertad. Hemos encontrado sólo un caso en el que Fran- los siguientes términos:
CISCO, Capo�al de la Cofradía de Congos, pagó 200 pesos para la liber-
tad d:Mana, esclava de doña Manuela Rivera2º, al que habría que El otorgante romo hombre libre prestará sus servi�os al señor Landauro �r

añadir �n caso en que una pareja de esclavos es amparada por su r


el término de dos años y cumplidos estos podrá disponer de. su persona sin
tener que dar cosa alguna al señor Landauro, este será obliga�o a mante-
�o��d: de �ongos N�turales �ara gestionar la libertad por acción nerlo vestirlo y proporcionarle todos los medios de su extstenoa natural y
�dioal · La importancia decreciente de las Cofradías en las estrate- cívíl, pero si antes de cumplirse el término de los dos años el otorgante pu4:
de proporcionar el pago de los den pesos adeu�dos el Sr. Landauro es obli-
gias de manumisión tiene que ver probablemente con el carácter je- y devolverle su carta de
gad o a reaibí11' dicha suma, cancelarle esta escritura
• dari
libertad que en este acto se entrega como un alhaJa pren a.

Se establece también que si al cabo de dos años Landauro quisiera seguir �n-
tando con Gabriel deberá pagarle ocho pesos mensu�les, salvo que l� qwera
19 AGN, PN, Notario Huerta, Leg. 270, ff. 723v., 31.8.1840. como cocinero en cuyo caso la mensualidad seria de diez pesos. A partir de _en-
20 AGN, PN, Notario Felles, Leg. 237, f. 44, 15.3.1844. tonces, ademá�, ya Landauro no tendrá la obligación de mantenerlo y vestirlo
21 AGN, Causas Qviles, Leg. 320, 1844. (AGN, PN, Notario Uriza, Leg. 968, ff. 20v., 23, 23v., 4.9.1841).

232 233
este era el ajuste producido en los casos de servicios personales por
� .«obligación» fijaba el monto mensual que se descontaría por dinero para comprar la libertad. Como en el caso del peonaje por
el servicio personal del ex-esclavo. Juan Pazquel, que había recibido deuda, este mecanismo supone «un mutuo ajuste y acomodación»
2� pesos de don Ignacio Novoa para su libertad, le dará sus servi- (Bauer 1979). Las supuestas víctimas -en nuestro caso los esclavos- se
cios per���es por doce pesos mensuales". Manuel Antonio Araujo, mostraban muy capaces de hacer elecciones para obtener ventajas
que. �ec1b10 en préstamo 180 pesos, se compromete a pagar aprovechando las necesidades de mano de obra de quienes les facili-
«religiosamente» 10 pesos mensuales, «prestándome a su servicio to- taban el dinero. En realidad ambos, el esclavo que deseaba comprar
das las veces que me ocupe sea en el de la calesa o en el de suminis- su libertad, y el prestamista que requería contar con mano de obra,

:4
trarle la agua que sea necesaria para la casa»24• Rosa Zavala samba
de añ�s, se, obliga con doña Juana de Mata Pedraza por 500
pesos
<ma_s un mteres del 1 % mensual) que le había prestado para comprar
satisfacían mutuas necesidades. Como afirma Bauer en relación al
peonaje por deuda, el adelanto de dinero y cons�guiente endeuda-
miento pone en evidencia no sólo la competenaa por la mano de
su li�d. Rosa recib�� 4 pesos mensuales por el lavado de ropa y 5 obra -una realidad palpable en la Lima de la primera mitad del XIX-
pe�s mas por el servicio de coctna". Estos ejemplos muestran que sino además la «falta de coerción extraeconómica» por parte de los
qu1e�es generalmente se acogían a ese mecanismo eran esclavos do- propietarios que los llevó a participar de este imperfecto «mercado
mésticos, que por razones obvias no tenían posibilidades concretas de de trabajo» (Bauer 1979).
acumular dinero para comprar su propia libertad.
Esta imagen, que probablemente era muy clara para los ,�a-
1

. Esta �odalidad de «contrato» entre un acreedor y el ex-esclavo vos, no era unánimemente aceptada. Para un colaborado� anorumo
configura sm duda un ajuste sui generis frente a los requerimientos de El Comercio se trataba de «Libertades falsas» y «engana mucha-
del ��rcado laboral. De manera similar al «peonaje por deuda» el chos»:
servicio personal de los ex-esclavos supone un momento del tránsito
desde formas coercitivas hacia las formas «libres» de relación laboral. Dizque se están comprando esclavos so pretexto de que
lnteipr� esta rela�ó� co�o una simple prolongación de la esclavi- los libertan y se les hace su correspondie�te �tura de
tud sena erróneo. S1 bien exíste un compromiso forzoso del servidor LIBERTAD; pero hojas posteriores del registro, d1z�ue se
con su acreedor también es cierto que este último no dispone a vo- hace otra escritura en que el LIBERTADO se obliga ya
lun�ad de la vida y el trabajo del primero. Los contratos que hemos como hombre LIBRE que es, por tantos cientos de pesos
r�visado evidencian bien el carácter y los límites de la relación, men- de principal a favor del que le franqu� la pla� Y a pagar-
º?nando tareas específicas y condiciones claras para ambas partes. le sus réditos con el jomal de su trabaJO. a �on del tanto
Cierto es que muchos acreedores siguieron explotando a sus servido- por ciento mensual ( ...) Así es que los mfebces esclavos,
�es,como esclavos, e incluso en un caso se dice que la deudora traba- como ignorantes y alucinados con la palabra LIBERTAD
Jara «como esclava» en la casa del acreedor a pesar de que jurídica- venden su esclavitud de pocos años por la de TODA LA
mente ya era libre26• Trabajo a cambio de dinero: esta es la forma sim-
VIDA27•
ple en que se expresa una forma de trabajo «libre», y en sus extremos
¿Refleja este escrito una sincera preocupación por el destino de

23 AGN, PN, Notario Felles, Leg. 239, f. 1283, 16.10.1850.


24 AGN, PN, Notario Felles, Leg. 239, 28.2.1849, f. 287v.
25 AGN, PN, Notario Costo, Leg. 164, f. 290, 5.12.1854. 27 El Comercio, 14.11.1846.
26 AGN, PN, Notario Casas, Leg. 140, ff. 212v., 31.1.1846.
235
234
. . la vida tiene sus claroscuros y paradojas. Estos esclavos,
los esclavos? ¿O es más bien una hipócrita recusación de un mecani�- s1empre�d de que la abolición nunca llegaría, decidieron abrirse el
conveno os · 1 · '
mo exitoso que erosionaba progresivamente las bases de la escla�- camino de la libertad por ellos mismos, pero el destino es Jugo una
tud , convirtiendo a ex-esclavos en virtuales jornaleros o peones . . ,li- mala pasada.
bres? El artículo en cuestión esconde, por lo pronto, una vrsion
prejuidosa de los esclavos: estos son «ignorantes» incapaces de perci- Al lado de la compra de la libertad tenemos que c��siderar
bir sus intereses concretos y como tal resultan fáciles de engañar. No también la estratoaia afectiva que consistía en gaNnarse �l canndifí·º11·dmae�s
es esta precisamente la imagen que tendríamos después de haber vis- "amos para --�� · ., gradosa,
aspirar a una manurrusion . osena. a di o--
to las nYineiosa5-es..tr�__q_ue los esclavos desplegaron para con- r zaban una estrategia conoente en esa reo­
quistar espacios en la sociedad. Por otro lado, es cierto que este m�- nar que los esclavos se ti:a bié e el buen trato de algunos
ción, pero hay que considerar ta� i�¿�e los esclavos eran factores
nismo podía llevar a los ex-esclavos a endeudarse por muchos anos: amos y la satisfacción de las n�es1dad, íl íustado a las expectativas
de hecho, hemos hallado casos en que el servicio personal debía du- · · ba un comportanuento oa , ajus
que auspicia n vimos la manumisión gra-
rar diez y hasta doce años. Estos son probablemente casos extremos.
Pero, como vimos, ¿qué expectativas tenían los esclavos domésticos
Y. deseos de,los .ªm�s. � todo ca: :�en tot� de manumisiones.
ciosa resulto nunontarta dentro . on beneficiados de vez en cuan­
de conseguir su libertad en poco tiempo, sin capacidad de acumula- Tanto esclavos como esclavas se vierd An�· nío Había sido compra-
ción y teniendo los amos, como lo prueban las estadísticas, tan poca . Tomemos el caso e dice
do con esta graoa. "º la· ama «se ha mante-
inclinación a darles la libertad graciosa? Además, ¿de dónde deduce
do en 500 pesos�� d�e su llegad�:S�antes im:ebas de su ad-
el anónimo quejoso que estaban vendiendo su «esclavitud de poc�s nido en rru servicie ?andome las ha hecho acreedor a que antes
años»? Por lo demás, en muchos de estos casos los esclavos consi- hesión, amor y fidelidad Y por esto .se de ue sea libre ( ... ) ha visto a
guieron que el período de servicios personales fuera muy pequeño: de mi fallecimiento le haga la �ac�a qmor y voluntad en el trato
dos, tres, o cuatro años. En este asunto podríamos decir, para-
fraseando a Rebecca Scott, que «los ex-esclavos ganaron menos de lo
mis dos primeras hi�s con el mas ::ºS: nacimiento, circunstancias
y manejo que ha temdo con �nas �n cada día más compensarle por
que esperaban, pero más de lo que los ex-patrones habían pensado
todas que han labrado en.� c��a p no nos dejemos conmover por
en conceder» (Scott 1986: 2). O
vía de gratitud a esos se�oo&> ·xi: a la muerte. Después de todo
el relato cursi de una senora p�ó . , de su alma que por el destino
De manera trágica, sin embargo, las sombrías perspectivas del estaba más angustiada por la sa ;ª:º� que Antonio sea a estas altu-
anónimo recusador se vieron cumplidas al llegar la abolición. Para- de Antonio. Además lo �s pro � e hasta cierto punto librarse. la
dójicamente, quienes tratando de acelerar la conquista de su libertad ras un negro viejo de q�1en conviene la resencia de lazos afedi�os,
«arriesgaron» su situación y se endeudaron poco antes de la aboli- relación patemalista no involucra só�o p redan los cálculos estrtcta-
ción, resultaron en peor situación que aquellos que, al menos en apa- sino también pone en claro �ue n� �:os los actos de «generosi-
riencias, nada habían hecho por acercarse a la libertad. Numerosos mente económicos Y mate?alesti:p• actos interesados.
casos hemos hallado de «obligaciones» firmadas por esclavos meses dad» de los amos son, al mismo 0
'
y hasta días antes de la abolición. Fue el caso ciertamente dramático
ue recibían su libertad
de Luis García, esclavo de la hacienda La Molina, quien consiguió su Los casos de esclavos viejos y enfermos q
libertad por un préstamo de 300 pesos en marzo de 1853, obligándo-
se a permanecer al servicio de su acreedor por doce añosl". Como

29 AGN, PN, Notario Huerta, Leg. 271, ff. 658v.


28 AGN, PN, Notario Garda, f. 786, 30.3. 1852.
237
236
Hubo por supuesto también casos de manumisión incondicio-
voluntariamente no fueron tan frecuentes como lo aseguraban algu- nal, fruto de una quizás sincera voluntad de favorecer al esclavo, «en
nos enemigos de la esclavitud, pero sí se han registrado algunos ca- virtud de su buen comportamiento y honradez», como dijo el amo de
sos, como el de Ioaquína, cuyo amo no tuvo ningún reparo en decla- la esclava Toribia, manumitida en noviembre de 18423.S. Lo notable
rar ante el Notario que le daba la libertad «en virtud a que dicha es- del caso es que Toribia había sido comprada recién un año antes. La
clava se halla tullida en el hospital de Santa Ana»30• Otro caso fue el crianza y lactancia de los hijos de los amos fue una razón poderosa
de Juan Serrano, quien recibió la gracia en setiembre de 1843 «por su para demostraciones de gratitud de estos, que a veces, como en el
ava�da edad, e inutilizado para continuar sirviendo por hallarse caso de Toribia, otorgaban la libertad a esclavas recién compradas.
ta�b1en quebrado de la ingle y manco»: un despojo humano". Una Los avisos periodísticos que solicitaban amas de leche hacían explici-
vanante de esta voluntad de deshacerse de esclavos «inútiles» ocu- ta la promesa de pronta libertad. Un ejemplo notable, entre muchos,
rrió, aunque en escasas oportunidades, con esclavos sumamente con- fue el de María de los Santos, comprada en setiembre de 1842 para
flic�vos, como María Concepción Blanco, a quien su ama le franqueó lactar al hijo del amo. «En remuneración de los bu�nos servidos q�e
la libertad por ser «una escJava que no me conviene tenerla en mi po- me ha prestado y la exactitud con que se ha conducido en la lactancia
d:r por su osadez, mala índole y con todo esto le doy la libertad, con de mi hijo menor don Pedro» le otorga la libertad graciosa en marzo
solo la calidad que no pise las puertas de mi casa-", de 1843, apenas seis meses después de haberla <:°mprada36. En �gu-
nos casos los propios beneficiarios de la lactancia, una vez creados,
. � manumisión voluntaria estaba con frecuencia sujeta a condi- premian a sus «amas de leche» con la libertad37•
cienes impuestas por los amos: la caridad se entregaba con cuentago-
tas. En muchos casos la libertad tomaba vigencia recién a la muerte A pesar de las dificultades, también los esclavos de hacienda lo-
d«:1 amo; � otros, la manumisión se haría efectiva en un plazo deter- graban reunir dinero para comprar su propia li�d. Existían varios
�nado, siempre que la conducta del esclavo se ajustase a las exigen- mecanismos de acumulación para ello: la posesión de chacras dentro
oas del amo. La «generosidad» tenía también daros objetivos de con- de las haciendas, donde tenían sus sembríos y criaban �nimales, lo
tr�I: Se�stiana recibió la promesa de libertad para dentro de cinco cual les daba un ingreso importante; al�nos escl��os agncolas, so��
anos «siempre. que observe buena conducta», y sin eufemismo algu- todo de ]as haciendas pequeñas y medianas, participaban ?e
�s utih-
no el amo advierte que lo hace «a fin de estimularla en su mejor ser- dades que generaba ta venta de productos en el me�ad� limeño, que
vicio»� ', Otras veces se exigían pruebas de fide1idad, pequeños favo- , der por encargo del amo", La fabncaoón de canas-
e11 os traian a ven · edi ·
res adicionales, o se condicionaba al cumplimiento de la mayoría de tas y sombreros la venta de bebidas y alimentos en 1 as mm iacio-
�ad o a contraer matrimonio. Una exigencia más utilitaria fue la que · 'das, y finalmente el dinero producido ·por ba
nes de J as haoen los robos
tam
hizo la ama de Pedro José Marin: este recibiría la libertad a la muerte en los caminos cercanos a los valles de Lima� J?�oporoona n -
de su ama, siempre que siga pasándole el jornal mensual acostum- bíé ·
sen ingresos que eran des...:.,.ados
l.ll'
a la manurrusion. De modo que los
brado Y que además pague su entierro!34• Queda claro, en este caso,
la dependencia económica de la ama respecto de su esclavo.

35 AGN, PN, Notario Felles, Leg. 236, f. 5141 121l.1B42.


36 AGN PN Notario Menendez, Leg. 430. f. 246v., 31·3.1S46.
30
31
AGN, PN, Notario Cubillas, Leg. 175, f. 293v., 12.12.1854.
AGN, PN, Notario Uriza, Leg. 968, f. 553, 28.9.1843.
37
38
' N'N
AGN, P , otano ��
. Ca
Hünefeidt �
Leg 140 f 100 16.121843.
un reciente trabajo (Hünefeldt 1990),
Proctor, 1971: 197. Ot�tme odalidades r acumulación de los esclavos
32 AGN, PN, Notario Casas, Leg. 140, f. 100, 25.11.1843. presenta en detalle vanas de estas m
33 AGN, PN, Notario Selaya, Leg. 711, f. 370, 25.7.1854. agrícolas.
34 AGN, PN, Notario Lama, Leg. 332, f. 998v., 19.5.1853.
239
238
esclavos agrícolas, que para muchos fines prácticos se nos presentan mente con el engaño sustentado en la diferencia social. No debemos
como esclavos urbanos -por su capacidad de movimiento, su contac- olvidar que, después de todo, quienes estaban en uno de los lados en
to con gentes libres, su cercanía a la capital, su inserción en la econo- esta batalla social eran esclavos, a quienes la sociedad entera les asig-
mía urbana- no repiten el patrón que se encuentra en otras socieda- naba una posición subordinada. Por ello no dejan de existir -sería ab-
des de agricultura esclavista, donde la manumisión no alcanzó nive- surdo esperar que no los hubiera- retrocesos, desen�ños � sinsa�
les decisivos. res. Conviene retener este hecho para valorar en su Justa dímensíón
los esfuerzos que los esclavos hicieron para conseguir sus propósitos,
pero también ?Ira interpretar correctamente los casos en que sus me-
Con todo, era menos fácil que un propietario agrícola accediese
a otorgar la manumisión a un esclavo, en virtud de la escasez de tas no se cumplían.
mano de obra para las faenas del campo. Un ejemplo nos permitirá
Más que un retrato de los éxitos de los esclavos, este capítul?
ilustrar esta circunstancia. Juliana Borda, esclava de la hacienda Santa
ha querido ser una pintura de los tremendo� es�:rzos que ellos �-
Rosa, de 50 años, apela a la justicia para que, luego de su tasación, se
cieron para conseguir su libertad. �quellos,«1mbécil�s» que La�tarria
ordene al amo recibirle el importe de su valor para acceder a la liber-
creyó encontrar en las calles de L1� venían force¡ea.ndo, fatigosa-
tad. Cree tener derecho a ello no sólo porque tiene el dinero suficien-
mente, ��-ª-°-!P-liar los ��jo_s__deJibertad que la .�edad l�__p_!Qr:,
te, sino porque, dice, toda su vida ha estado dedicada al trabajo de la
hacienda y además ha procreado cuatro hijos que son esclavos en el
gaba. La-manumisión fue solamente una de las vanas e.5!1'ªtegí� que
­eiros"setrazaron. Los esclavos de Lima, en una proporoon co�dera-
mismo fundo. El perito nombrado por el amo tasa a Juliana en 500 ble, pugnaron por conseguir su libertad. Este so�o hecho pe�te re-
pesos, en atención a que «sólo tiene 41 años», «se halla en lo florido futar las falsas imágenes respecto a una esclavitud pr�omi�t�
de su edad», y «es una inmejorable Iampeadora de campo, cosa difi- mente «suave» y «dulce». Lo hicieron a través de m�rusmos diver-
cil de conseguir (... ) y que la hace ser, por esta rara cualidad, una su- sos ingeniosos algunos, dolorosos otros, esforzados siempre. El he-
perior esclava ( ... ) Las especies toman tanta más importancia cuanto ch� de que una visible mayoría consiguió �u libertad a través de 1�
más escasas se hallan». Es evidente que para el hacendado perder a tiene que ver ciertamente con el caracter urbano de la esdaví-
la esclava era un duro golpe, sobre todo en vista de la dificultad para compra . . tí . d t tipo de
tud limeña y la existencia de diversos �JUstes picos e � e
remplaz.arla, pero enfrentado a la obligación de allanarse a la venta, situaciones, particularmente la modalidad de esclav�s Jornaleros.
procura obtener el mejor precio posible", Para ancianos y en menor Pero también nos esclarece un hecho fundament�l: mas qu� por la
medida los niños de las haciendas, en cambio, era relativamente más
fácil que el amo se allanara a otorgarles 1a líbertad",
bondad de los amos O la supuesta dulzura del sistema, libertad !ª
ue los esclavos consiguieron fue el producto de sus pers1st�ntes es-
qfu Lo sclavos de Lima no fueron indiferentes a la libertad,
La lucha por la libertad, como ya hemos dicho, era una lucha erzos. s e · · 't'I
como sugmo . . , Las tarri a , ni tampoco esperaron pasivamente 1 -mu
di 1 -
desigual, plena de sinsabores, y en la cual no bastaba con tener el di- · por las cifras- a que los amos «generosos» es ieran
mente, a juzgar , . . crificios para
nero .r:<luerido. Los esclavos tenían además que enfrentarse con la esa libertad. Invirtieron tiempo, energías, paciencia Y � . .
oposición de los amos, las sentencias judiciales contrarias, o simple- . 1
conseguir a. o ste N . mpre fue fácil obviamente, pero alh radica JUSta-
' d ll ,t '
mente la importancia de su esfuerzo. La liberta para e os si erua
sentido.
39 AGN, Causas Civiles, Leg. 536, 1853. Finalmente un perito dirimente la tasó en La ca acidad de los esclavos para acumular dinero fue cierta-
350 pesos, que Juliana misma canceló.
40 Algunos casos en AGN, Causas Qviles, Leg. 330, 1844; Causas Qviles, Leg. 472, mente un a�unto central dentro de este proceso. La mayona absoluta
1850.

241
240
de los esclavos manumitidos compró su propia libertad. Es decir, de
lejos, lo que importaba era el éxito de los esclavos en sus esfuerzos
autónomos, autonomía que adquiere su expresión más cuajada en la
masiva presencia de los esclavos jornaleros. Inversamente, cuando
esta autonomía aparece disminuída -como en el caso de los esclavos
domésticos- las posibilidades para acumular dinero y comprar la
manumisión se veían seriamente recortadas. Los esclavos domésticos
tuvieron que recurrir al endeudamiento vía servicios personales para
conseguir la libertad. Con ello queda desvirtuada la idea de que eran
los esclavos domésticos quienes disfrutaban de un mejor status social.
Tiene razón Herbert Klein cuando afirma que en una escala valo-
rativa respecto a las condiciones en que vivían los esclavos lo más
importante era «la autonomía y el saber»:

En la ciudad, los domésticos, gran porción de la mano de


obra, estaban por lo común estrechamente controlados.
Quienes se alquilaban por su cuenta o quienes ejercían de
manera autónoma artes y oñdos diversos solían disponer
de más tiempo para sí. Disponer de su tiempo y de su es­
fuerzo permitió a aigunos esclavos desarrollar su talento y
su capacidad. Quienes estaban en esta situación, conside-
rada como deseable y próxima a una libertad completa,
ocupaban un rango superior dentro de su comunidad
(Klein 1986: 108-109).

242
CAPITULO 9

La abolición de la esclavitud

9.1 Los acontecimientos.-

En 1854 se vivía en el Perú una situación de guerra civil. Las


fuerzas revolucionarias encabezadas por Ramón CastilJa buscaban
derrocar al gobierno de José Rufino Echenique, acusado, entre otras
cosas, de manejos deshonestos en el proceso de consolidación de la
deuda intema1• Aunque aparentemente se trataba de uno de los tan-
tos enfrentamientos entre caudillos militares ocurridos durante las
primeras décadas de la república, la victoriosa «revolución» de
Castilla habria de representar la oportunidad de ensayar una serie de
cambios estructurales en la sociedad peruana. Gracias a su prédica li­
beral y de moralízadón pública atrajo a muchos intelectuales, profe-
sionales y grupos populares cansados del gobierno corrupto de
Echenique. La masiva movilización que generó la revolución de
Castilla y su amplia audiencia popular en Lima y el interior del país
evidencian el nivel de espectativas que había despertado.
En pleno conflicto y en momentos en que su situación política y
militar parecía declinar, el presidente Echeníque, buscando atraer el
apoyo de la población esclava, emitió un decreto de Abolicíén de la
Esclavitud fechado el 18 de noviembre de 1854 (Oviedo, IV: 369-70).
El decreto enuncia explícitamente la necesidad de «asegurar el triun-
fo de las instituciones y del orden social» -en otras palabras, defender
la estabilidad de su gobierno- para lo cual se hacía necesario «organí-

Ver Quiroz 1987: 123 yss.; Basadre1983: 11293 yss.

297
¡,
zar u� ejército de. �eserva». Estas «medidas supremas y salvadoras» que ofrece», se ve entonces obligado a decretar su propia abolición.
deberían ser conciliadas con «otras exigencias sociales, cuyo remedio El artículo único declara «enteramente libres» a todos los esclavos del
d�dan la humanidad y los progresos del siglo». En virtud de ello Perú, pero, «serán indignos de la libertad únicamente los esclavos o
dispuso q�e. «todo ��I�vo doméstico o de hacienda que se presen- siervos que tomen las armas y sostengan la tiranía del Ex-Presidente
tare al �oo �el e,er�to obtendrá su libertad por este solo hecho, y D. José Rufino Echenique, que hace la guerra a la libertad de los pue-
I� �oa se ha�a .extensiva a su mujer legítima». Se ponía como con- blos». Al mismo tiempo, «garantiza la propiedad, asegurando el jus­
dioo� un se�c10 n� m�.nor de dos años en el ejército. Además, se to precio que se debe a los amos de los esclavos y a los patrones de
" preveía una mdemruzaoon para los amos tal como estos habían ve- los siervos libertos».
nido reclamando. '
Cualquier observador imparcial no puede dejar de sentir el aro-
.El d�reto abolicionista de Echenique generó confusión entre ma oportunista de esta medida. Aunque se ha insistido mucho en
prop1eta�os, autoridades y esclavos. Se trataba de una medida que, que el decreto de Castilla estuvo sustentado en su «humanitarismo»
aunque VJSlu�rada en el horizonte por mucha gente, resultó de to- Y sus afanes de justicia, no queda duda de que se trató de una medi-
�as �neras mes�rada. Tres días después empiezan a aparecer en da eminentemente política e inspirada por el previo decreto de
os registros notanales numerosas escrituras a través de las cuales el Echenique. La transparencia del propio texto así lo evidencia. ¿Por-
Prefecto del Departamento otorga carta de libertad a muchos escla- qué se excluye del derecho a la libertad a los esclavos que apoyaban
vos que al enterarse del decreto de Echenique se apersonaron a los al ejército enemigo? Obviamente para debilitar la capacidad de con-
�arteles buscando su incorporación al ejército, pero al parecer exi- vocatoria que, en efecto, tuvo el llamado de Echenique. Si la abolición
gieron en el momento su carta de libertad pues no confiaban en la hubiese estado dictada por principios de justicia y humanidad no
prom� de obtenerla luego de dos años de servícío'. Una de las car- tendría porqué haber hecho distingos: después de todo, los esclavos
tas �e bber�? registradas tiene tachada la frase «siendo obligado a que se unieron al ejército de Echenique lo hicieron menos por apoyar
servir en el ejérdto por dos años». su programa que por acceder a la libertad. Por otro lado es evidente
la intención de Castilla de satisfacer simultáneamente las inquietudes
Castilla se vio atenazado por dos tipos de presiones una deri- �e los propietarios. Es decir, al mismo tiempo que limitar la base so-
vada de las necesidades militares y po 1..ítícas
. . del aparente
en VJSta ' .. .
exi- cial del ejército de Echenique el decreto de Huancayo buscaba ofrecer
to del d�eto d<: Echenique, y otra de los propietarios esclavistas que � los propietarios la garantía de un pago «justo». Nuevamente los
no � sentían satisfechos con la vaga mención de Echenique a una fu­ ideales humanitarios parecen pasar a un segundo plano. Tuvo razón
tura indemní ·' Desd el chileno Bilbao cuando, luego de su desencanto con la triunfante re­
. b d izacio�. e su cuartel general en Huancayo el 3 de
d.iciem re e 1854 Ca till hizo
abolí · , d � ª '
conocer un Decreto que ordenaba la volución de Castilla, se refirió a los decretos de abolición como la
•:n, e ª esclavitud en el territorio peruano (Oviedo, IV: 370-
�f
1 «prostitución de la filantropía».
371)
do n el text� de la ley su Gobierno Provisorio tenía ya pensa-
se destru'destal m�icl,a «para después que el ejército libertador hubie- Diversos autores, pretendiendo crear un contexto ideológico
1 o a tirarua» pero en vista E h . . que sustente la abolición de Castilla han hablado de la «campaña» li­
ex-presidente) ha «exi � d _ que e eruque (a quien llama beral en favor de la abolidón3• Ya hemos dicho anteriormente que tal
conmovid
O
gr O por dos anos la sangre de los esclavos, y
el derecho de propiedad con la vaga indemnización

3 la�arthe Correa afirma que "la campaña ideológica antiesclavista la realizaron


2 pnndpalmente los liberales. Ellos ganaron los espúitus en favor de la liberad6n
Por ejemplo, ver AGN, PN, Notario Lama Leg 333 ff 630
, . , . yss. de los esclavos". Labarthe 1955: 20.

298 299
campaña simplemente no existió más allá de algunos editoriales pe­ bio de un jornal. Buscando favorecer a los hacendados se estipula
riodísticos. También se ha hablado mucho del aporte ideológico de que «es también un atentado contra la propiedad, en todo tiempo, el
Pedro Gálvez y Manuel Toribio Ureta, que según algunos fueron los quedarse en un fundo contra la voluntad de su dueño o de quien lo
verdaderos inspiradores de la abolición. lamentablemente no hemos represente». De esta forma se auspició la expulsión de las haciendas
encontrado las pruebas de ese aporte, a menos que consideremos ·de los esclavos improductivos. Igualmente se establecía que los escla-
como tal la probable sugerencia por parte de ellos a Castilla para, con vos que no se contraigan al trabajo inmediatamente serían tratados
los fines ya mencionados, emitir el Decreto. Pero nada más. No tene- como vagos y enviados a las Islas· de Chincha. En el caso de los escla-
mos ni un discurso, ni un folleto, ni una carta en los diarios, nada vos domésticos se les obligó a permanecer en la casa de sus amos
que pruebe una voluntad de luchar por la abolición desde cualquier «hasta que puedan ser remplazados», por un periodo que sólo exce-
posición. Jorge Guillermo Leguía afirma que bajo el rectorado de José dería de ocho días con la anuencia del esclavo. Las esclavas contrata-
Gálvez el Colegio Guadalupe «fue la primera institución docente que das como amas de leche podían ser obligadas a permanecer hasta un
( ... ) predicó la abolición de la esclavitud» (Leguía 1989: 175). Aunque mes en posesión de sus patrones. Se buscaba con todo esto proteger
no proporciona evidencia alguna podemos otorgarle el beneficio de los intereses de los propietarios que resultarían perjudicados con un
la duda. Aún admitiendo su veracidad, ocurre sin embargo que en abandono masivo de sus esclavos. Pero no terminó allí el asunto.
1852 -año en que Gálvez asumió el rectorado del Guadalupe- defen- Santiago Távara refiere en su folleto de 1855 que el Gobierno confió a
der la abolición ya no era tan difícil. La rebelión de esclavos de los hacendados la tarea de preparar un reglamento para el trabajo ru-
Trujillo el año anterior cambió la manera de pensar de mucha gente ral en el Perú. La Junta nombrada preparó el decreto publicado el 7
que, menos por un afán de justicia que por un temor a la repetición de abril que contiene normas sobre el trabajo agrícola que, según el
de los sucesos, empezó a reclamar una solución a la esclavitud. . propio Távara, configuran «un estado social peor que la esclavitud
abolida» (Távara 1855: 34).
Es decir, la causa coyuntural que explica la abolición fue sin
�uda el, oportunismo político de Castilla. Según el testimonio de San- La indemnización a los propietarios fue otra de las preocupa-
tiago Tavara la m�li�a dio frutos inmediatos. El Decreto fue promul- ciones inmediatas del nuevo gobierno. El 9 de marzo de 1855 se dictó
\
gad? en las provtncías de lea y Cañete y en los valles de Chilca, otro decreto reglamentando la indemnización a los propietarios pre-
Lunn Y Pac�acamac, todo lo cual habría producido el respaldo de vista en el decreto de Huancayo (Oviedo IV: 373-375). Se dispuso el
. dos a tres nul esclavos al ejército de Castilla, cifra que a todos luces pago de trescientos pesos por cada esclavo sin distinción de edad ni
suena exagerada. Este «oportuno y poderoso apoyo» fue decisivo en sexo. Aunque para algunos esta cifra resultó exagerada4, corresponde
el trayecto final del conflicto y en alguna medida decidió el triunfo de \ exactamente al precio promedio de venta de los esclavos en el merca-
Castilla, el 5 de enero de 1855, en la batalla de La Palma (Távara do limeño en ese momento. La indemnización a los propietarios de
1855: 26). esclavos dio lugar a un proceso plagado de fraudes. El asunto más
escandaloso fue la obtención del pago por esclavos que habían muer-
. El Decreto del 3 de diciembre fue complementado con otro emi­ to o habían obtenido su libertad antes de la abolición. Según cifras de
tid? .el 23 de ;11ero de 1855 (Oviedo, IV: 371-373) en el cual, luego de Ricardo Palma se pagó en total por 25,505 esclavos cuando en el Perú
ratíñcar.los términos del anterior, Castilla dictó una serie de medidas
�ara atenuar los efectos de una transición brusca de los esclavos a la
libertad. Como las _cosechas habían quedado pendientes se obligó a 4 "Esta indemnización fue excesiva y muy por encima de la que habían reconoci-
los �avos a traba)éll' durante los siguientes tres meses dentro de sus
do otros países: colonias inglesas (60 ps.), Honduras (265), Nueva Granada (74)"
haciendas -o a variar de fundo con anuencia del propietario- a cam- (Macera 1977: IV, 91).

300 301
sólo existían en 1854 alrededor de 17,000: se cometió así un fraude fuera del escenario local. Se refiere más bien a los cambios que iban
por alrededor de dos millones y medio de pesos (Palma 1983, V: 291- ocurriendo desde principios del siglo XIX en la totalidad del sistema
2?7). Alfon�. �iroz ha demostrado que el proceso de indemniza- capitalista» (Macera 1977: 82).
ción beneñció a los mismos grupos rentistas y financieros que
usufructuaron durante el proceso de ronsolidación de la deuda inter- Así como «la presencia y desarrollo de la esclavitud en el Perú
na Y sirvió. para reforzar los vínculos entre los hacendados y el ca pi- fueron un subproducto y condicionante de su integración a la econo-
ta) comercial. Los hacendados, los mayores propietarios de esclavos mía mundial», de la misma manera «la desaparición de esa esclavi-
al momento de la abolición, se vieron así en posesión de dinero y bo- tud fue una exigencia impuesta desde afuera». Remitiéndose a las
nos que u�ron en algunos casos para pagar deudas atrasadas y en hipótesis de Eric Williams afirma Macera que si bien la esclavitud fue
otros para inyectar nuevos capitales a la agricultura5• la principal fuente de acumulación en la etapa de surgimiento y con-
solidación del capitalismo europeo, «el capitalismo maduro no nece-
sitaba ya de la esclavitud. Hasta le resultaba nocivo y no precisamen-
9.2 Explicando la abolición.- te debido a escrúpulos de conciencia» (Macera 1977: 83)7. Para ade-
lantarse a la posible réplica en el sentido de que no todos los países
liquidaron la esclavitud al mismo tiempo, y más bien esta subsistió
Si dej��� de lado las simplistas afirmaciones en el sentido de durante la mayor parte del siglo XIX en países como Cuba y Brasil,
�:e la �bo!1c1on de la esclavitud se explica por el «genio» y el Macera recurre a la idea de que esa «maduración» fue gradual y pro-
!'1marutansmo» de Ramón Castilla (l..abarthe 1955), los argumentos gresiva, lo cual hizo recurrir a una «dosificación» de las medidas abo-
mas coherentes con respecto a este asunto son los que postuló Pablo licionistas «en función de los costos generales del remplazo». La dis-
puta por la producción azucarera mundial obligó a Inglaterra a adop-
po;�ª
Macera en «Plantaciones azucareras andinas»6• Allí, tratando de res-

tu ,
la pr�nta de porqué se produjo la abolición de la esclavi-
cera afirma categóricamente que «la explicación se encuentra
tardos políticas: «a) refinar azúcar más que producir caña; b) jaquear
la producción de sus competidores aboliendo la esclavitud». Tratan-
do de preservar la rentabilidad de sus relaciones mercantiles con los
países donde todavía existía la esclavitud Inglaterra, según Macera,
«tuvo que adoptar una línea conciliatoria difiriendo escalonadamente
5 "La manumisión de esclavos
• etaria . � por consigwente,
· · puso a disposición de la clase la abolición del tráfico. Las decisiones finales dependían de un cálcu-
:0P1d capitales significativos que en algunos casos fueron utilizados para lo de costos y beneficios» (Macera 1977: 85).
M:n� desarrollo de la agricultura del litoral costeño" (Bonilla 1980: 452-3).
tam t c;:­a 'J:::2/3 de los capitales de manumisión fueron invetidos direc-
los en e: s P . ladones azucareras (citado en Gonzales 1985: 22) En cambio En otras palabras, la maquiavélica y siempre exitosa política de
niza1:: su
1:!'�º::�ar�os ur�anos fueron postergados en el pago d� indem-
Inglaterra explica no sólo la abolición de la esclavitud sino también
que hem'os quedado: :1'1iie.,as:�o la de "una pobre": "La mayor parte de los su graduación temporal y la secuencia de abolición en los distintos
clavos, somos los más;,�;;tal v��celad6n de los créditos de nuestros es- países de América hispana. Gracias a una astucia de veras envidiable
llame para recibir el di 'esperamos con ansia el día en que se nos
necesidades que satisfa��que nos corresponde, distribuido ya en multitud de
como la que esaibe esto sin fa antes con nuestros esclavos; cuántos de vosotros,
tes de la vida, sólo contábam:'!ª �habiendo pasado m�s de dos terceras par-
Hoy ni esclavos ni su valor La � producto del trabajo de cuatro esclavos. 7 Las tesis de Eric Williams en torno a las relaciones entre esclavitud y
cuándo? Será tal vez hasta única renta la teníamos embargada. Y, ¿hasta capitalismo han sido sometidas a exhaustiva revisión en los últimos años. Para
16.10.1855. que nos muramos de hambre". El Heraldo, una presentación ponderada de sus debilidades y aportes ver Drescher 1987 y
6 Publicado originalmenteen 1lY7A Solow y Engrman 1987.
u-.,reimpresoen Maoera ll!i'70'7
:,,,, tomo 3 •

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los ingleses habrían sido capaces de imponer siempre sus ..condicio- Wilson que se debilitó la esclavitud en el Perú. Las causas de � de-
nes, pues aún cuando aparentemente sus posturas retrocecban Mace- bilitamiento hay que buscarlas, definitivamente, dentro del Pe�, e�
ra las atribuye a «decisiones» que dependían de sus «cálculos de cos- el mismo «escenario local» como resultado de los factores econonu-
tos y beneficios». cos -incluyendo por cierto aquellos de origen externo- y de la diná-
mica de los actores sociales.
Esta explicación, aunque contiene algunos elementos de indu-
dable importancia, nos deja un inevitable sabor «dependentísta». Desde la década de 1570-80 cuando el estado colonial decidió
Muy al estilo de los estudios históricos y sociológicos de la década de e�timular la importación masiva de esclavos negros para �uplir las
los setenta, Macera hace reposar en los factores externos prácticamen- necesidades de mano de obra en la costa peruana, la esclavitud en el
te toda la explicación del fenómeno. Aquí parecen no tener un lugar Perú adoptó un patrón que no habría de su6:i� alteraciones mayores
en la historia ni hacendados, ni el Estado peruano, ni mucho menos en los siguientes tres siglos: una gran proP?raon de �Javos laboran-
aún los esclavos. Mejor dicho, sí lo tienen, pero sólo en tanto sujetos do en las haciendas costeñas, y otro ampho sector vtvt�ndo y tra?a-
inertes, incapaces de incidir sobre su destino, a merced de lo que las jando en las ciudades importantes, tanto en el trabajo doméstico
políticas británicas decidían. como en los talleres artesanales y los servicios ur�nos. En el �aso de
las haciendas costeñas los trabajos de Susan Ranurez (1973), Nicholas
¿Hasta qué punto es válida esta explicación de Macera? Es cier- Cushner (1980) y Pablo Macera (1966, 1977) han demostrado .que la
to que Gran Bretaña inició desde los primeros años del siglo XIX una esclavitud fue el sustento de economías altamente rentables, vincula-
ofensiva internacional para terminar con el tráfico negrero, primero, Y das a los mercados de exportación, y que servían de sopo..� a grupos
luego con la esclavitud misma. Esta ofensiva marchaba a la par que privilegiados de hacendados, de los cuales uno ?e los mas ��portan-
sus pretensiones político-comerciales contra España y sus otros riva- tes fue la Compañía de Jesús. Cuando se produjo la expulsión de los
les. La participación de Inglaterra en las luchas independentistas no jesuitas, de un total de 5,224 esclavos que poseía, el 62.3% corresp�m-
fue ciertamente un asunto misterioso y secreto (Lynch 1976; Halperin día a las haciendas cañeras de la costa, mientras el 29.8% pertenecía a
1985). En relación con la abolición de la esclavitud no tuvo el mismo los viñedos. Dentro del valor de las haciendas jesuitas el mayor �alor
éxito. Para el caso peruano, lo que Macera presenta como una hábil relativo correspondía a los esclavos «en consonancia con una a�cul-
política de dosificación y compromi� fue en realidad el resultado de tura basada fundamentalmente en la fuerza individual de trabajo, Y
sucesivas derrotas en su intento de presionar al gobierno peruano donde por tanto la mano de obra resultaba el problema nú�ero uno»
para terminar con el tráfico negrero, en primera instancia, y luego (Macera 1966: 33). La esclavitud proveía mano de obra relativamente
con la esclavitud. Los sucesivos cambios de gobierno, la inestabilidad barata para el trabajo en las haciendas, constituyéndose � I� alterna-
política, y las presiones de los hacendados se combinaron para impe- tiva laboral frente a la virtual ausencia de una reserva indígena de
dir una decisión clara y tajante con respecto a las exigencias británi- mano de obra (Cushner 1980: 81).
cas. Inglaterra recurrió incluso al chantaje financiero, al obligar a fir-
mar tratados económicos que incluían como condición un compromi- La importancia y ventajas de disponer de la mano de o�ra �s-
so para terminar con la trata. Pero incluso esto fue inútil. El estado clava trascendían largamente el aspecto estrictamente econo�1c�
peruano se permitió asestar un duro golpe a las pretensiones de In- (Cushner 1980: 83). Bowser sostiene que más allá del factor econorm-
glaterra al autorizar en 1845-47 la importación de esclavos del Chocó, co fueron los elementos asociados con el carácter coercitivo de la es-
si bi.en se trató de un intento poco exitoso. No fue fácil para los ingle- clavitud y el símbolo de status que ella implicaba lo que hiz? qu� la
ses imponer sus proyectos abolicionistas. Y ciertamente no fue gra- esclavitud fuera tan importante para los hacendados y prop1etano�:
cias a las insistentes presiones del cónsul inglés Belford Hinton «Ante todo y principalmente, la esclavitud en el Perú fue una necesi-

304 .,
305
dad económica, pero pronto arraigó tan firmemente en la esfera � tecnológica la causa fundamental del deterioro de la esclavítudt, El
cial como ya lo había hecho en la económica. Es decir que la may?na argumento no es muy sólido, como se ha encargado de demostrar
de los propietarios de esclavos de Perú, si bien esperaban hacer dine- Rebecca Scott para el caso de Cuba (Scott 1985). En el Perú el primer
ro o por lo menos recuperar la inversión con la propiedad de negros, ensayo modernizador de la agricultura de caña se �roduce �� 1839
no se detenían a considerar si su capital podía haber sido invertido en la hacienda San Pedro de Lurin. Como vimos, si alguna dificultad
con mayor beneficio en otra parte. La situación laboral de Perú actua- existió inicialmente para poner en marcha la nueva máquina de va-
ba en contra de tales consideraciones, y las convenciones sociales más por fue que los esclavos no se comportaban precisam�n� �orno, �es:
aún: se esperaba que las personas respetables tuvieran esclavos» la imposibilidad de imponer sobre ellos normas de dtSCtphn� rígidas
(Bowser 1977: 398). hizo problemática la implementación. Pero, superados los mc�nve-
nientes, funcionó la tecnología moderna sobre la base del trabajo es-
El siglo XVIII señala en la agricultura costeña un hito funda- clavo. Otra prueba de lo mismo es que cuando � produc� el gran
mental: el triunfo definitivo de la caña de azúcar sobre el trigo en el salto de la agricultura de caña en la segunda mitad d.e� siglo �,
paisaje rural de la costa peruana. Intereses mercantiles de por medio, gran parte de la mano de obra respondía a formas coercitivas Y no h-
se prefería traer el trigo chileno para, en los mismos barcos, exportar bres. No existe pues ninguna intrínseca incompatibilidad entre mo-
el azúcar producida en las plantaciones esclavistas de la costa (Flores dernización tecnológica y formas coercitivas de mano de obra.
Galindo 1984: 21 y ss). La dependencia de la agricultura respecto de
la mano de obra esclava se hizo así más ostensible. Sin embargo ha- La esclavitud no fue un freno para la agricultura costeña. Más
cia fines del siglo los mismos factores que habían auspiciado la ex­ bien, como sostuvo Jacobsen, fue una fuente rentable de mano de
pansión comercial de la agricultura costeña se tomaban ahora en s� obra que permitió, si bien en niveles mediocres, mante?er la produc-
más serio problema: la situación de los mercados externos. Como Vi­ ción y lograr la supervivencia de las haciendas. �,agncultura cos�
mos, a partir de la década de 1790 los mercados externos para el azú- ña de la primera mitad del siglo XIX no se exFdio como los propie-
car y el aguardiente empezaron a estrecharse, situación agudiza�a tarios hubiesen deseado, pero tampoco sufno la esp�ntosa Y mo�I
por el inicio, en la década de 1810, de las guerras de independenoa. crisis que nos describen los apologistas de la esclavitud. La eros1ó�
Por otro lado, se hizo evidente a estas alturas el grave problema de la de la agricultura esclavista estuvo más bien por el lado de su capao-
provisión de mano de obra esclava que ya desde las primeras déca- dad para asegurar un estricto control social sobre los escla��s: fueron
das del siglo XVIII empezó a inquietar a los hacendados coste��s las formas diversas de resistencia de los esclavos las que hicieron que
(Ramírez 1973: 38). La expulsión de los jesuitas marcó un punto cnti­ progresivamente se viera en la agricultura esclavista una fuente de
co para la agricultura esclavista pues trajo como consecuencia la des- dificultades antes que de beneficios. Se buscó en todo mome�to
artic_ulación de un complejo económico-agrícola de la mayor impo�- remplazar a los escasos e indisciplinados esclavos con nuevos contin-
tanela, sustentado en la fuerza laboral esclava pero manejado con en- gentes de mano de obra servil. Fracasado el intento de importar es-
terios muy modernos y avanzados de administración (Macera 1977; clavos del Chocó los hacendados -viendo cómo se desintegraba pau-
flores Gallindo 1984). latinamente la esclavitud- jugaron sus cartas en la importación de
culís chinos. Esperaban de ellos algo más que fuerza laboral: era so-
Al finalizar el siglo XVIII por tanto la rentabilidad del trabajo bre todo disciplina lo que buscaban", Queda claro que los esclavos,
esclavo en la agricultura venía decayendo. La imposibilidad de acce-
der a nuevos mercados se complementaba con la escasa renovación
tecnológica que se dio en la agricultura. Algunos han creído ver en 8 Esta es la posición que defiende el historiador cubano Moreno Fraginals. al
una supuesta incompatibilidad del trabajo esclavo con la renovación 9 La encuesta que hicieron Elías y Rodríguez entre los hacendados en reladón
trabajo de los culís recogió opiniones como estas: "La docilidad que tienen es
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307
culo de rentabilidad, optaron por aferrarse al trabajo de los esclavos.
en virtud de la escasa renovación en las dotaciones producida por el Ahora, en febrero de 1851, se reclama una solución definitiva: «Tene-
fin de la trata negrera, la reducción progresiva de su número, y las mos esclavos: he aquí el cargo; debemos devolverlos a la libertad, he
dificultades para ejercer sobre ellos estricto control, no eran más la aquí la satisfacción». Y anunciando ya lo que vendria 3 años después
solución a los requerimientos de los hacendados. Antes que una se reclama «una ley de manumisión» que estableciera el número de
cuestión de incompatibilidad entre esclavitud y modernización agrí- esclavos y los fondos con qué indemnizar a los propietarios. Esta,
cola, o de supuestos cálculos de rentabilidad que hubiesen derivado dice, «será probablemente la primera y la más honrosa tarea de que
en la convicción de que el trabajo esclavo ya no era rentable, de ma- se encargará la próxima legislatura». La solución al vacío de la mano
yor importancia en la explicación de la abolición fue la erosión de los de obra será la inmigración, «pero no una inmigración abyecta y de-
instrumentos de control sobre los esclavos. gradada como la chinesca, que nos haga retroceder, sino libre y civili-
zada como la europea, que nos haga adelantar-".
A comienzos de la década de 1850, cuando ya los hacendados
se preparaban a remplazar la mano de obra esclava y se había inicia- De manera que hacia comienzos de la década de 18� empie�
do la importación masiva de culís, se produce la rebelión de esclavos a perfilarse una creciente unanimidad respecto a la necesidad de li­
de Trujillo de 1851, que parece haber tenido efectos notables en la quidar la esclavitud. Aunque a regañadientes, en los .�echos lo� P":
percepción de autoridades y grupos dominantes. Un buen ejemplo pietarios se venían preparando para ello. La importación de cu� chi­
de ello son los editoriales que el diario oficial El Peruano dedicó al nos demuestra que aún cuando continuaban bregando por continuar
tema de la esclavitud pocos días después de los sucesos. Luego de con sus esclavos los hacendados querían estar preparados Pª1: cua,1-
declarar «franca y libremente» su rechazo contra la esclavitud, «una quier eventualidad". En ciertos grupos intelectuales se acelero a 1'éllZ
de las más grandes violaciones de las leyes de la humanidad», se la- de los sucesos de Trujillo la conciencia de que había ll���o el mo-
�entan de que tres décadas después de la independencia aún sobre- mento de terminar con la esclavitud. Más que por convicción, la cre-
viva en suelo peruano. «Es una vergüenza para nosotros -se dice- ciente prédica en favor de la abolición nace del temor a la repetición
q�e no podamos profesar de lleno los principios de igualdad y frater- de sucesos como los de Trujillo. El momento propicio �l�ría sin ei,n-
rudad que profesa la civilización moderna ( ... ) porque tenemos escla- bargo recién en 1854, cuando en medio de la guerra civil Y los desor-
v�s, Y p�ra los esclavos azotes». Considera que la esclavitud es al denes causados por el agudo bandolerismo de esos años se decreta la
�o tiempo un «mal necesario» -sin ella fracasaría la agricultura- Y abolición de la esclavitud.
también «la causa principal de nuestro atraso». Y se lamenta a conti-
n.�ación d� que en 30 años de emancipación no se haya dado solu- Pero hasta ahora nos ha faltado dentro de la explicación un ac-
cion a este unpasse.

. Los ª?'º�' continúa, debieron prepararse para la transición ha-


cía el trabajo hbre pero en lugar de ello, a partir de un mezquino cál- 10 El Peruano, 5,12 y 15 de febrero de 1851. " .
11 El folleto de Elías y Rodríguez critica a los hacendados �ue contra �us convic-
ciones y pidiendo chinos a la vez" se ocupan de desacreditar a los chinos por te-
mor a que el gobierno decrete la emandpad6n general de los esclavos. Los au-
tores son tajantes al respecto: "La Representación Nacional nunca puede abolir
una cualidad rec�mendable que constituye una gran ventaja sobre los peones
del país. Son sumisos y no recusan trabajo alguno". "Los-chínos trabajan en los la esclavitud sin indemnizar previamente a los amos". Bien leída, la frase suena
días feriados Y en los de fiesta para nosotros". Son 'los mejores colonos que pue- como advertencia y una presión. Pero, no contiene ya esa posición �transigente
den �aerse al Perú, por su carácter pacifico, subordinado y obediente". La pre- de quien afirma que la abolición sería la ruina de todos. Algo pareado a una re-
senaa d� los culís pone en evidencia la opción de los hacendados: mano de obra signación empezaba ainvadir a los hacendados. Ellas y Rodriguez 1851: 43.
compulsiva. Elías y Rodríguez 1851, passim.

308
309

\
tor central: los propios esclavos. El argumento que atraviesa nuestro los amos para extraer de sus esclavos obedien?a, deferencia, �peto,
trabajo es precisamente que dentro del proceso que condujo a la abo- y trabajo, se fue debilitando en la misma medida en que las acciones
lición los esclavos desempeñaron un rol central. La gradual de los esclavos se iban multiplicando.
desintegración de la esclavitud que devino finalmente en su abolición
fue en gran medida obra de los mismos esclavos, que con sus accio- El argumento que recorre este trabajo es 9ue la abolición de la
nes fueron erosionando la solidez de la institución y el poder de los esclavitud se produjo en el Pení cuando quedo. claro para los amos
amos. En los hechos, como dijimos anteriormente, los abanderados que la erosión de los mecanismos de control social �bre los �lavos
de la abolición gradual no fueron los propietarios -como normalmen- había ido demasiado lejos. La esclavitud no se abobo para �ar igual-
te se sostenía- sino los propios esclavos. Y si bien hay quienes pien- dad a los negros, ni para romper las barreras qu� obstacubzab�n la
san que la prolongación por 30 años más de la esclavitud se debió a aparición de un mercado libre de trabajo. La opoon de los propieta-
la escasa resistencia de los esclavos, creemos nosotros que por el con- rios seguía siendo la de formas coercitivas de mano �e obra. �or �llo
trario fue precisamente la resistencia de los esclavos y sus efectos lo remplazaron a los esclavos con los culís chinos. Castilla n� hizo smo
que permitió que finalmente llegase la abolición. interpretar los sentimientos de los propietarios, en el sentido �e que
había que garantizar el orden y su propiedad, asegurand� la indem-
Hemos examinado con detalle la forma cómo operaron las di- nización por los esclavos libertos y otorgándol�s mecanismos para
versas estrategias de resistencia de los esclavos contra la dominación. evitar la dislocación total de la agricultura. La violenta coyuntura de
Nuestro recorrido por la vida cotidiana de amos y esclavos nos per- bandolerismo que antecedió a la abolición habría motivado en no po-
mite apreciar que negociación y conflicto eran dosconstantes�us cos propietarios la idea de que era mejor garantizar el ord�n aunque
�aciolle5.Lasdtspufiisalredecloráéíprécio, los innumerables liti- sea sin esclavitud antes que mantener la esclavitud al precio de acen-
gios judiciales y los escarceos que los rodeaban, la pujante actividad tuar el desorden y la inestabilidad.
y el considerable grado de autonomía conquistado por los esclavos
jornaleros, las diversas estrategias que conducían a la libertad, el re-
curso al cimarronaje y el delito, todo ello muestra de manera palpa- 9.3 Epílogo: la herencia social de la esclavitud.-
ble que la fortaleza del sistema esclavista fue erosionada desde aden-
tro, gracias a las acciones e iniciativas de los esclavos.
· ' ? l Pennane-
¿Qué pasó con los esclavos después de la abol.ioonr . .
No queremos dejar la impresión de que estamos haciendo repo- cieron con sus amos o los abandonaron en busca de un destino dife-
sar toda la explicación de la abolición sobre las acciones de los escla- rente? No es fácil responder con precisión a esta interrogante pues
vos. Los cambios en el sistema mundial, y especialmente en la Euro- carecemos de fuentes apropiadas -como podrían ser censos
pa capitalista sin duda generaron efectos a los cuales el Perú no po- poblacionales o inventarios de hacienda- que nos perm�t�? hacer el
día escapar. Si las presiones de los ministros británicos no lograron la seguimiento de la población liberta. A partir de la abolícíón � de la
aquiescencia de los gobiernos peruanos en sus pretensiones abolicio- igualdad formal de todos los habitantes del Perú los esclavos P��r�e�
nistas, la clausura de la trata negrera sí representó un hito central en su visibilidad en los documentos judiciales. Por ello se torna dífícíl ir
este proceso, pues colocó lúnites muy precisos a la reproducción del más allá de las conjeturas.
sistema. La nueva coyuntura, signada por la estrechez en la oferta de
esclavos, y las diversas formas a través de las cuales los propietarios Quienes se han ocupado de este problema com
· diicen en afirmar
esclavistas trataron de enfrentarse a ella, fueron hábilmente explota- .
que en s�u gran mayoría los manumisos ·
continuaron · · ndo los
ejercie
das por los esclavos para avanzar sus propias demandas. El poder de

310 311
oficios en que se ocupaban como esclavos12• Los escasos datos que justicia- y arrojando de allí a quienes no eran imprescindibles. Recor-
hemos podido encontrar parecen confirmar que los esclavos agrícolas demos que el decreto de Castilla obligaba a los esclavos a laborar en
pennanecieron en el campo aunque no necesariamente en sus hacien- los fundos pero facultaba a los hacendados a no retener a quienes no
das de origen. En algunos casos fueron echados por los amos -quie- les eran útiles14•
nes amparados por el decreto de Castilla realizaron una selección de
Este mismo caso nos brinda una pista adicional para entender
personal- y en otros mudaron de lugar para buscar un mejor trato o
el destino de los esclavos: todos los detenidos se ocupaban en una
estar cerca de sus seres queridos. Es probable que aquellos esclavos «ranchería» de la chacra de Cayetano. Algunos de ellos eran antiguos
que gozaban de privilegios o «buen trato» en las haciendas decidie- cimarrones o ex-esclavos que se habían ido concentrando en dicha
�n qu�arse en ellas. De hecho, eso ocurrió con el caporal de la ha- ranchería. Los flamantes libertos siguieron el mismo derrotero. Esta
denda Lnnatambo, un esclavo que, nacido en dicha hacienda, luego debió haber sido la opción que muchos ex-esclavos agrícolas �iguie-
de 1a abolición permaneció laborando allí",
ron: pasar al status de yanaconas adscritos a alguna de las hacíendas
de Lima.
Pero no fue ese el destino de todos los esclavos de hacienda. Un
caso ocurrido ell: mayo de 1855 permitirá ilustrar otras alternativas. El El caso además resulta interesante por la comprobación de que
10 de ese mes fueron detenidos José Mercedes Esteban Francisco Y los esclavos se fueron contra su voluntad. Una porción considerable
1:edro Mandioca, acusados de robo. José Mercedes, de 2Í años, había de los esclavos que habían conseguido un ajuste aceptable en su �la-
sido. esclavo de la hacienda San Juan. Al proc1amarse la abolición fue cíón laboral vieron como una agresión el ser echados d� las haden-
arro1ado de ella por el administrador del fundo «como lo ha hecho das. No era esta, evidentemente, la libertad que cllos hub1�sen d�-
con .. todos los demás antiguos esclavos de la hacienda». Entonces do. Habían pasado casi toda su vida en la hacienda, teman alh sus
paso a tJ:lbajar en la ranchería de la chacra San Cayetano donde esta- pertenencias, incluyendo eventualmente sembríos y animales: se �n-
ba trabaJando desde hacía tres meses. Su testimonio resulta curioso tiende que viéndose de pronto desamparados sufrieran un �ur� e in­
pues afirma que el Administrador trataba bien a los esclavos hasta esperado revés. Un caso patético fue el de los esclav?s Cípriano Y
que se dio el decreto de libertad, momento en el cual botó a los escla- Blasa, de la chacra de San Miguel en Magdalena. El día 14 de e�ero
vos del fundo. ¿Qué pudo inducir al administrador a actuar de ese de 1855 recibieron como todos los domingos su «tabaco» (propma).
�o? ¿No intentó siquiera retener la mano de obra? En este caso es Luego salieron del fundo y regresaron sólo el día 16 para enterarse
evtdente que los esclavos no quisieron irse voluntariamente. Una por boca del mayordomo que debían retirarse del fundo «�cando
pr�bable �plicación surge de los entretelones del caso. Todos los im- sus bestias». A esto contestaron, compungidos, que «por que los bo­
pbca��s afirman que la acusación contra ellos es una venganza del taban», a lo que el mayordomo expuso que era sólo una orden del
Aru_nuustrador pues algunos individuos que se hallaban ocultos en la amo. Se retiraron y al día siguiente Cipriano volvióyara sacar sus
hacienda fueron-extraídos de allí por la fuerza pública y el Adminis- animales. Una semana después se encontró cara a cara Cip�ano con
tr:dor cree que ellos ��ron los denunciantes. Lo ocurrido parece ser el mayordomo, acusándolo de ser el culpable de que le hub1e��- b?:9
q e luego de la abolicíón se produjo una suerte de «selección» por tado de la hacienda con sus bestias, y aunque el mayordomo ínsísno
�:;te �e l�s.hacendados de sus mejores hombres, quedándose con en que era una decisión del amo, Cipriano y su mujer, que estaban
mas efioentes labradores -aún si eran gentes perseguidas por la algo bebidos, lo atacaron e hirieron con una cuchilla de resortes15•

12
Nodine 1976, citado por Hünefeldt 1984: 44· Cuché 1975· 36 14 AGN, Causas Criminales, Leg. 136, 1855.
13 AGN, Causas Criminales, Leg. 142, 1856. , . . 15 AGN, Causas Criminales, Leg. 133, 1855.

312 313
Situaciones como esta debieron haber sido frecuentes. La aboli- buscando retener a los ex-esclavos en las haciendas e impedir una
ción tomó a los esclavos por sorpresa, lo que no es lo mismo decir notoria falta de mano de obra. El Comercio del 9 de enero de 1855
que no la deseaban. Muchos se vieron de pronto desamparados, en- acoge una denuncia en el sentido de que al�nos amos �taban persi-
frentados a la necesidad de reconstruir toda su existencia y buscar guiendo y apresando a esclavos libertos: «La imprudencia, por �o de-
medios de supervivencia en medio de una sociedad que, al mismo cir otra cosa, de los esclaveros está produciendo una alarma peligrosa
tiempo, los recibía con menosprecio. Con seguridad muchos esclavos entre los manumitidos; y si estos, desesperados creyendo que ahora
ancianos padecieron esta situación, pues lo más probable es que ha- se les ha engañado como en tiempo de San Martín, se alzaran en ar-
yan sido echados de las haciendas. En cambio otros con mejores apti- mas y formaran montoneras, no dejarán de gritar los escl�veros con-
tudes físicas e intelectuales pudieron adaptarse sin mayores proble- tra los funestos efectos de Ja libertad». El miedo a un posible trastor-
mas a los cambios. Este fue el caso de Pantaleón Salazar, de 21 años, no social seguía atormentando a muchos.
ex-esclavo de la hacienda San Juan de Arona, propiedad de Mariano
de Osma. Salazar se alistó en el ejército de Castilla cuando se dio el Más allá de estas conjeturas es difícil precisar cuál fue �l desti�o
decreto de diciembre de 1854. Luego de obtenida su libertad entró a de los ex-esclavos. El yanaconaje parece haber sido l�7modali�a� mas
trabajar en la chacra de La Palma. Solicitó y obtuvo permiso para ir a extendida sobre todo en las haciendas más grandes . La opnuon de
Cañete a traer a su familia: esposa, madre, e hijos. Pero al llegar a muchos e� el sentido de que se produjo una gran despoblaci?n �e
Cañete su ex-amo lo hizo apresar, acusándolo de haberle robado y de mano de obra negra de la agricultura parece ser exagerada. Nm�n
meterse al galpón «a aconsejar y seducir a los demás para que no me trastorno de proporciones se produjo luego de I ab o l.icion, ª,
·' Y mas_
trabajen; llevando su insolencia hasta proferir amenazas contra mi bien la agricultura, hacia finales de la década, pareoa haber recupera
vida». Pantaleón, según Osma, «se entra al galpón a amonestar a los do niveles importantes de producción.
trabajadores que sufrirán un castigo severo si continuasen en el fun-
do». Es difícil discernir si la acusación del amo es fundada o no. Si · ' en 1 a agrícul-
En cuanto a las relaciones sociales de p11oduccion
fuer� c�erto tendríamos la evidencia de que algunos ex-esclavos se tura costeña no hubo cambios significativos. Varios trabajos han mos-
convirtieron en sostenedores convencidos de la causa de la libertad y, trado que el tipo de relaciones serviles y coercitivas se �antuv� -el
también, que en algunas haciendas -sobre todo fuera de Lima- mu- caso de los culís chinos no es el único-, y recién en las pnmer� ?eca-
cho� ex-e5?avos continuaban en condiciones muy próximas a la es- das del siglo XX se dará comienzo a un proceso de tr�nsfonna�mn de
cla�tud. S1 fuera falsa la acusación -como el propio Pantaleón alega- las relaciones laborales hacia formas capitalistas o «libres» (Gónzales
quizás se trata de una represalia del amo por haber abandonado la 1985· Rodríguez Doig 1986). En este contexto no extraña que los �e-
hacienda. En cualquier caso, Pantaleón es un ejemplo de aquellos es­ gros 'ex-esclavos continuasen siendo explotados a traves ' de mecarus-
.
clavos. �ra quienes la libertad no representó trauma alguno y pudie- mos coercitivos: la abolición de la esclavitud no condujo a una vana-
ron asimilarse a su nueva situación con relativa facilidad16• ción sustantiva en las relaciones laborales, ante la ausencia de un pro-

Hubo ha�endas que se vieron notoriamente perjudicadas por el


abandono masivo de los esclavos. Para tratar de aliviar esta situación 17 . _ , til paraapfedar la transición
El testimonio de ErasmoMunozpuedeseru tod de íd los
Castilla emitió el Reglamento Rural que mencionamos anteriormente, esclavos a yanaconas. Su padre había nacido en 1862 y fue durante ª su V1 ª
yanacona. En comparación con los peones, di ce Erasmo, "los que más rí ot menos
ner su
estaban bien eran los yanaconas, por eso es que todo el mundo que ª el ha
.
pedazo de tierra". .
Erasmo afmna que su ab ue10, qu e fue yanacona enesclavi-
. tía la as -
16 AGN, Causas Criminales, Leg. 139, 1855. ciendas Torreblanca, Jesús del Valle y Boza, cuando todavía exis
tud, "tenía mucho dinero". Matos Mar y Carbajal 1974: 21, 28.

314
315
en libres, el principal factor que da cuenta de los altos índices ?e cri­
minalidad. En esos tiempos, como han documentad.o Qu1roz Y
yecto viable para la formación de un mercado libre de trabajo. Lo que
Gootenberg, se produjo un agudo incremento de los preoos que afec-
-se produjo fue un complejo proceso donde la yanaconización de la
tó sobre todo a las clases populares. Según Quiroz «entre feb�ero �e
mano de obra ex-esclava parece haber sido dominante, al tiempo que
1855 y agosto de 1856, un período�� año y seis �eses, se evídencía
muchos de los elementos complementarios del trabajo agrícola -
el alza más dramática». El arroz subto 61 %, los friJOles 163%, la man-
galpones, caporales, castigos- permanecieron como una pesada he-
teca 57%, los garbanzos 110%. «Serán pues los años 1855 Y 18� los
rencia. La presencia de culís semiesclavizados sirvió como correa de de mayor penuria económica para los sectores populares» (Quiroz
trasmisión entre una situación y otra. 1987: 110). ¿Cómo sorprendernos del increm�nto de las tasas
delictivas en un período de tanta depresión en los ingresos de las cla-
En las ciudades nuestra incertidumbre es similar. Numerosos
ses populares? «El consumo popular -continúa Qu�ro.z- sufre un
esclavos se quedaron en la casa de sus amos, sobre todo los domésti-
cos, aunque esta porción parece haber sido minoritaria. Aquellos jor-
desmedro moderado en los años 1849-1850 y uno drastico e� !854-
1856» (Quiroz 1987: 115). Como si fuera poco, esos eran tambien �os
naleros que vivían lejos simplemente continuaron en sus oficios, con
años en que una feroz epidemia de fiebre amarilla azotaba los barrios
�yores ventajas ahora pues ya no tenían la obligación de entregar el populares de Lima, barriendo familias enteras de los sectores.popula-
JOm�. Hu� opini�nes en el sentido de que aumentó la criminalidad res cuyas condiciones de salubridad eran las peores de esa «inmensa
a-� de la liberaaon de cientos de esclavos. No parece ser cierta esta cloaca» como llamó a Lima el médico Francisco Rosas. 1856 fue par-
vision, pues supone que antes de la abolición los esclavos eran unos ticula�ente un año de altísima mortalidad. Se explica enton� 9ue
seres controlados y domesticados que, al tener la libertad a su alean- los índices delictivos se tomaran más críticos Y que en ese crecumen-
�, no habrían sabido qué hacer con ella. Nada más alejado de la rea·
to pusieran también su cuota los recién liberados.
hdad, como hemos visto a lo largo tte estas páginas. Santiago Távara
com�ó las estadísticas criminales de 1855 y 1854 para concluir que
La atribución de los índices de criminalidad a la reci�nte �u-
no babia aumentado la criminalidad luego de la abolición. Con algo
misión de esclavos refleja una mentalidad discriminatona Y racista
de romanticismo proclamó que «el manumiso no se ha tomado mal-
hechor», ��, a todas l�ces falsa. Pero no era falsa la percepción de que se resistía a admitir que los negros llegasen a ser
. ·
ciudadanos for-
como la de
malmente iguales a ellos. Los diarios recogen op1ruon� . .
que la abolioon no había dado forma a una ola delictiva como la que
Felipe Barriga, «Timoleón», para �uie1:' lueg? de la abobct�� l�!oc:;
pronos�caron �s enemigos. El gobierno, presionado por los temores
dades -especialmente Lima- serian mvad1das por un ejerc
de los ciudadanos «respetables» reimplantó el Tribunal de la Acorda-
«veinte mil esclavos fuera de sus galpones que sería necesario exte�-
da para castigar los crímenes de los negros.
minar para que no la devoren ( ... ) los momentos de transto�o� Y en-
Hubo sin duda una importante actividad delictiva en estos sis políticas en los que todo sufre y se conmueve, son los mas mapa-
años,_ reflejada, entre otras cosas, en la notable actividad que desplegó rentes para dar a la sociedad entera el espantoso sacudi�ento de
el Tnbunal de la Acordada. Pero el aumento de la criminalidad se una violenta libertad de esclavos»18• Recordemos las expresiones de
debió� otros fact�� y no a la inclinación natural de los negros hacia Vidaune citadas en el capítulo 1: cuarenta años después la pe!cep-
el dehto, una opimon cargada de racismo que los enemigos de la ción de los sectores altos respecto a la población negra no hab!a �a-
abolición se encargaron de propalar desde mucho antes. En 1857 las riado en absoluto. Luego de producida la abolición los diarios
estadísticas criminalE:5 de Manuel Atanasio Fuentes arrojan que s(>lo
el 23.1% de los detenidos por delitos en Lima eran negros. Los mesti-
zos alcanzaban el 29 5% en tanto los indios estaban en primer lugar 18 Ctadoen Dávalos y Usson 1919-26, tomo 4.
con 32.7%. No eran los negros, por tanto, y menos aún su conversión
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tos a reconocer. Es decir, el racismo surge no sólo a pesar de, sino
limeños recogen una andanada de epítetos, acusaciones y dicterios fundamentalmente a raíz de, las capacidades que muestran los gru­
contra los negros19• Con el trillado argumento del abandono d� los pos subordinados para confrontar el poder de las clases dominantes.
fundos el Heraldo de Lima reclama «el arreglo de esa gran multitud Los sectores dominantes procuran encontrar en construcciones ideo-
desmoralizada que habita nuestros campos y que existe sin otro freno lógicas lo que la realidad les impide constatar. La necesidad de pos-
que el bien frágil de nuestra actual policía ( ... ) ¿No se �i�n� �n los tergar la abolición de la esclavitud, primero, y luego la frustración so-
males que pueden causar, y causan ya, doce o quince mil md1viduos cial -no económica- de tener que resignarse a no contar más con es-
sin ocupación y que debieron, sino como esclavos, al menos co�o clavos, hicieron que aflorase una abierta valoración racista de parte
jornaleros, cultivar nuestros abandonados campost-". El mismo dia- de los grupos dominantes y blancos de la sociedad limeña.
rio afirmó que las consecuencias más notables de la abolición fueron
«la ociosidad completa de todos los negros y su desenfreno»21 • La reaparición del racismo en sus manifestaciones más extro-
vertidas en años recientes-que a su vez ha motivado un nuevo énfa-
Los ex-esclavos negros fueron recibidos con desprecio po� la sis en los estudios sobre identidades y percepciones étnicas y conflic-
misma sociedad que les otorgaba la libertad. Se les quería y necesita- tos raciales" - no es en modo alguno producto del azar. En momen-
ba pero sólo como mano de obra en las haciendas. Si no estaban .tr�- tos que la sociedad peruana se enfrenta a una crisis de paradigmas, y
bajando, entonces adquirían el estatuto de ociosos, pervertidos, C?nu- los grupos tradicionalmente condenados a posiciones inferiores se en-
nales: un peligro para la sociedad decente. «Un republicano» firma cargan de desafiar los viejos esquemas socio-étnicos, los exabruptos
un suelto en El Comercio para protestar: «Señor Intendente. Hasta racistas -igual que en los años posteriores a la abolición- pretenden
cuándo sufriremos las lisuras, los insultos y tropelías de los negros, convertirse en el refugio último del viejo patrón de dominación. Y
nuevos ciudadanos: duerme la policía o cierra los ojos sobre estas re- aunque la discriminación y el racismo con seguridad se mantendrán
uniones de borrachos, que es propio sólo para insultar y amenazar ª por mucho tiempo, abrigamos la esperanza de que en un futuro cer-
los ciudadanos blancos (...) no podemos pasar por la calle con nues- cano, gracias a los esfuerzos de los grupos populares, nuestra socie­
tras hijas sin ser obligados a taparnos los oídos-", dad se verá finalmente liberada de explotación e injusticia.

El racismo constituye sin duda una de las más duraderas heren-


cias de la esclavitud. La valoración negativa que se tenía del negro se
prolongó mucho más allá de la abolición y perdura hasta nuestros
días. Pero lo que resulta inquietante es la comprobación de que, por
lo general, el racismo se hace más acentuado precisamente cuando
las víctimas de esta discriminación demuestran una capacidad de
confrontación superior a la que los grupos dominantes están dispues-

19 Se les dice, por ejemplo, "muchedumbre abyecta e ignorante", "seres desgrada-


dos e imbéciles", "los libertos no se distinguen de las bestias sino por el uso de la
palabra". El Heraldo llamó un "insulto al buen gusto" el haberles dado la ciuda-
danía a esta "aristocracia de la canalla". 23 Ver, para a!gunos ejemplos, la encuesta sobre racismo en Pasado y Presente, t,
20 El Heraldo de Lima, 6.6.55. 1988 y el numero especial de Márgenes, 9, 1993. Flores Galindo (1988) y Charles
21 El Heraldo de Lima, 5.6.55. Walker (1991) han escrito sobre el racismo en el siglo XIX.
22 El Comercio, 30.5.1855.

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