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INTRODUCCIÓN
Este marco orienta el camino para generar propuestas que contribuyan a la consecución de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y elevarse al más alto nivel político en los 22
países de la región.
Este espacio brinda también la ocasión para estrechar el diálogo y la cooperación entre los
países de la región, fortaleciendo las relaciones multilaterales, alineándose con los propósitos
de la Cumbre 2018 en relación con ODS y contribuyendo a que los países iberoamericanos
alcancen las metas previstas.
La Agenda ODS está constituida por 17 objetivos, 169 metas que abordan temas estratégicos
del desarrollo de carácter universal y se monitorean a partir de un cuerpo de 241 indicadores
que buscan contribuir a resolver los problemas multidimensionales de la pobreza. Tendrán
una vigencia de 15 años y han sido aprobados por 193 países alrededor del mundo.
Los países adoptaron oficialmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la reunión
de Alto Nivel de las Naciones Unidas celebrada en septiembre de 2015 a través de la
Declaración “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”.
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Los ODS implican el reto de avanzar en relación con los temas que quedaron pendientes de
cumplimiento en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) e incorporan
nuevos desafíos para contribuir al desarrollo sostenible. Si bien las metas expresan las
aspiraciones a nivel mundial, la declaración suscrita contempla que cada gobierno fijará sus
propias metas nacionales, guiándose por la aspiración general, pero tomando en
consideración las circunstancias y el contexto de cada país.
OBJETIVO GENERAL
La Conferencia se ubica en el marco del Espacio Cultural Iberoamericano (ECI), a partir de las
decisiones adoptadas en la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno
celebrada en Veracruz, México en 2014, ocasión en la que aprobó su creación.
PROCESO DE PREPARACIÓN
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la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) como Secretaría Técnica de la Conferencia ha
acompañado este proceso, articulado con el espacio de las Cumbres a través de la Secretaría
Pro Témpore de la Conferencia y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)
Con este fin se han llevado a cabo diversas reuniones de trabajo entre el Ministerio, la OEI y
la SEGIB y establecido la articulación correspondiente entre el Ministerio de Cultura y
Deportes de Guatemala con la Secretaría Pro Témpore.
DINÁMICA DE LA CONFERENCIA
El panel 1 sobre el tema de la Cultura en los ODS, panel 2 sobre los Derechos y la
participación y panel 3 sobre la intersectorialidad de la cultura se desarrollarán el día 3 de
mayo y el panel 4, referido al Turismo Cultural sostenible, se celebrará el día 4 de mayo,
según los horarios registrados en la agenda.
A cada panel le corresponderá un Ministro o Alta Autoridad encargada de exponer sobre las
temáticas identificadas siendo el moderador del panel correspondiente. Los paneles estarán
compuestos por entre 5-6 ministros que realizarán la interlocución en cada sesión, de
acuerdo a la selección temática a la que hayan optado.
El Ministro Relator junto con la Comisión Relatora tendrá a su cargo el seguimiento de los
acuerdos y acompañarán el proceso de diálogo e interlocución para que los resultados de la
reunión queden reflejados en la Declaración final.
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Las intervenciones serán expuestas en los idiomas oficiales de la Conferencia, español y
portugués. La Declaración final estará disponible en ambas lenguas.
AGENDA
En base a ello se identificaron los siguientes paneles temáticos que tienen como objetivo
dejar recomendaciones y orientaciones para trabajar durante los próximos años y presentar
los avances en la próxima Conferencia Iberoamericana a celebrarse en el año 2020.
SESIONES TEMÁTICAS
En el ámbito político
En ese proceso se han reunido suficientes evidencias a escala mundial acerca de cómo la
cultura contribuye en forma positiva y eficaz a través de estrategias y acciones que
contemplan el desarrollo social y económico inclusivo, la sostenibilidad medioambiental, la
convivencia, la cohesión social, la paz y la seguridad.
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Una aproximación desde una perspectiva más amplia sobre los ODS y la Agenda 2030
supone ir más allá de la identificación y reconocimiento sobre la forma en la que la cultura
aparece explícitamente referenciada y buscar su alcance en torno a la transversalidad e
intersectorialidad como dimensión frente a los objetivos y metas. Se trata de abordar una
lógica transversal que invite a la apertura, a generar procesos de diálogo, aceptación de
contradicciones y también contrastes que se vinculan con la consecución de las metas en
diversos ámbitos con la perspectiva de promover cambios y transformaciones en la región.
Para ello es indispensable elevar las políticas culturales al rango de políticas de Estado y que
la dimensión cultural se considere de forma transversal en el resto de políticas públicas.
La cultura es un puente que enlaza los ecosistemas humanos y naturales y constituye una
especie de catalizador para el desarrollo de pueblos y territorios. La intersección entre la
cultura y la sostenibilidad implica múltiples planos y diversos enfoques. Entre estos, quizás el
más amplio, interpreta a la cultura como un ecosistema y plantea su vinculación con el plano
de la naturaleza, como parte y esencia de éste.
Pero además, la cultura cumple un papel de carácter instrumental constitutivo del desarrollo:
es por un lado un medio y por otro también un fin en sí mismo. Apoya, mejora y refuerza las
actuaciones en el ámbito del desarrollo y, por otra parte, constituye una prioridad en el
desarrollo como base de la vida.
La lógica en torno al tema de la sostenibilidad se basa, según algunos de los estudios más
destacados en la materia, en tres ámbitos prioritarios: el social, el medioambiental y el
económico. Sin embargo, desde hace ya varias décadas, se reconoce cada vez con más
determinación, que este modelo es incompleto si no se considera a la cultura como el “cuarto
pilar del desarrollo” y se llega a la conclusión que el desarrollo no es sostenible o está
incompleto si no contempla e incorpora adecuadamente la dimensión cultural.
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En el ámbito económico
Con relación al sector económico, se valora el aporte de las industrias culturales y creativas a
la economía de los países de la región, y, en ese sentido las políticas económicas y financieras
de Estado deben contribuir a estimular las industrias culturales: artes, espacio audiovisual,
mundo digital, turismo, artesanía, proyectos innovadores que utilizan activos culturales, etc.
Uno de los desafíos más importantes en los tiempos que corren está vinculado con las
nuevas formas de convivencia en la diversidad y los nuevos modos de compromiso,
implicación y participación ciudadana en la vida cultural. Estas tramas, en espacios altamente
interdependientes, diversos y multiculturales, buscan nuevas formas de colaboración y
participación y expresan la gran transformación que vivimos en todos los órdenes de la vida.
Frente a este desafío es preciso generar políticas que promuevan el ejercicio de los derechos
culturales, generen una renovada toma de conciencia y contribuyan a la mejora de la
participación, la implicación y refuercen los compromisos en temas vinculados a la vida
pública y al futuro colectivo.
Uno de los mayores retos de las políticas culturales es la capacidad y la voluntad política para
crear e impulsar instancias, estructuras y mecanismos que hagan efectiva la participación
ciudadana desde sus mismas vivencias y raíces culturales. En ese sentido, el acceso a la
cultura y la participación ciudadana constituyen un objetivo común que apunta a la adopción
de múltiples y diferentes enfoques de todas las políticas gubernamentales.
Para ello, se precisan cauces que amplíen y respalden los canales ciudadanos para promover
la participación en ámbitos diversos como las artes, el espacio audiovisual, el mundo digital,
la salud, las ciencias, la apropiación social y gestión del patrimonio, contribuyendo así a
promover paulatinamente nuevas formas de convivencia, integración social, refuerzo del
espacio público compartido y evitar formas de discriminación y marginación social,
económica y cultural.
Por otra parte, las nuevas formas de organización de la sociedad civil en torno a los
gobiernos locales, están generando conciencia sobre la importancia de la participación e
interlocución con artistas, educadores, gestores y personas vinculadas al mundo cultural,
adoptando y experimentando formas innovadoras de colaboración y participación social.
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Las autoridades locales tienen el reto de crear oportunidades que contribuyan a garantizar la
igualdad de derechos, en especial de la niñez, la juventud, las mujeres y cuidar de la
población más anciana, en relación con desafíos asociados al acceso a los servicios públicos
culturales. En ese sentido, las instancias y gobiernos locales precisan tener en perspectiva el
derecho al uso y disfrute del territorio y del patrimonio para orientar las políticas locales y
avanzar hacia la transformación de las ciudades como lugares más inclusivos, dinámicos,
resilientes, seguros y confortables para habitar, en la perspectiva que presenta la Agenda
2030.
En ese marco, los espacios urbanos en escenario privilegiado para nuevas modalidades,
intervenciones culturales y formas de convivencia en ámbitos diversos y en ese punto, la
cultura, constituye, gracias a su componente simbólico, la máxima expresión de las
identidades culturales, la diversidad cultural y el diálogo intercultural.
El ámbito cultural adopta la forma de laboratorio de la vida social que interviene desde una
dinámica e interlocución social más intensa, espontánea, flexible y más cercana que otros
sectores, a la hora de promover la participación social. Fenómenos como el interés que
muestran los artistas y creadores contemporáneos por implicar y vincular su quehacer
artístico en la vida comunitaria o la importancia creciente de la dimensión simbólica de las
prácticas sociales y comunitarias, forman parte y dan cuenta de la dinámica e intersección de
la vida social en torno a la cultura.
La tendencia lleva a plantear la lógica del acceso y derecho a la cultura más en términos de
compromisos entre Estado y sociedad, que de conocimiento de los principios
constitucionales. Es decir, la práctica a escala territorial local genera más y mejores formas de
aprendizaje y adopción de carácter ciudadano. Las políticas sociales que reconocen los
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derechos culturales, las identidades y la diversidad cultural previenen de la fragmentación, de
la generación de conflictos y de prácticas autoritarias.
Con este fin, se debería afianzar el paradigma de los derechos culturales y coadyuvar a incidir
en procesos que hagan innecesarias políticas basadas en el control y la seguridad, que se
centren en contar con el potencial de la cultura y apostar por generar tramas de participación
y profundización democrática en búsqueda de sociedades cohesionadas e integradas.
En ese sentido, se precisa dar pasos firmes para situar como centro de las políticas culturales
la garantía de los derechos culturales como elemento vertebrador de todos los niveles
administrativos y de desarrollo local, así como en relación con la cooperación cultural
internacional. Para avanzar en esta línea sería necesario acometer tareas que contribuyan a
reforzar la sensibilidad en las sociedades iberoamericanas en relación a la diversidad cultural
y lingüística.
Para contribuir a este proceso, es necesario reforzar y aumentar los espacios de encuentro y
reafirmar la democracia como forma de convivencia pacífica a través de la generación de
espacios de reflexión y de participación ciudadana. Simultáneamente éstos contribuirán a
reforzar la comunicación entre sociedad civil y Estado, resaltando la importancia de articular
el espacio local, municipal, nacional con instancias a nivel nacional y regional e incidir en
nuevas formas de gobernanza.
La cultura no es solo sujeto u objeto de política cultural y por ello precisa articularse con el
resto de políticas de ámbito social, ambiental, económico y en planos locales como
nacionales, regionales e internacionales. Los desafíos son grandes en relación con la
educación, el turismo, la investigación, la diplomacia cultural, la planificación urbana, la salud,
la paz, la cohesión, la convivencia, la seguridad y las nuevas formas de interacción en el
ámbito digital.
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conocemos la realidad, fundando una comprensión sobre espacios y ámbitos que conectan
el plano social, económico y las dimensiones políticas, culturales y ecológicas de la realidad.
En ese sentido, la cultura tiene el potencial para orientar la interacción entre los planos
educativos, sociales, económicos y medioambientales y constituirse en sí misma en un artífice
del desarrollo sostenible y la base fundamental para contribuir a alcanzar los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS).
En este marco, los países de la región, precisan marcan sus políticas y abocan sus esfuerzos
para fortalecer estas instancias desde cada una de sus realidades.
La política cultural precisa entrelazarse con otras políticas, sistemas y procesos en una lógica
de refuerzo mutuo, buscando generar una especie de ecosistema de interdependencia,
interacción y sinergia. Este proceso requiere de un aprendizaje de todos los sectores y de
conexiones y diálogo intersectorial, bajo el entendido que el plano cultural da sentido a la
circulación de saberes y al fortalecimiento de los vínculos sistémicos entre los diversos
sectores y entramados sociales. La cultura tiene un gran potencial para comunicar los retos
que implica el cambio climático o sensibilizar sobre temas vinculados a la salud, el medio
ambiente o las distintas formas de convivencia en relación con el diálogo intercultural y la
diversidad.
En este sentido, es posible reconocer diversos planos asociados a la cultura. Por un lado, el
ámbito político que se nutre de los valores intrínsecos clave de la cultura y tiene como
esencia la creatividad y la diversidad cultural de las expresiones culturales y artísticas. Por
otro, su faceta para influir, compartir y contribuir a obtener los objetivos de otras políticas en
relación con la salud, el medio ambiente o aspectos sociales. La tercera dimensión, tendría un
alcance mayor en relación con la toma de conciencia, actitudes, formas de relacionarse y
convivencia y de allí su papel como catalizadora de acciones colectivas y su potencial para
promover formas de adaptación y toma de conciencia sobre modelos más sostenibles de
convivencia.
Es evidente que las iniciativas y los enfoques de desarrollo que toman en consideración las
culturas locales en todas sus dimensiones pueden dar lugar a resultados más equitativos y
sensibles al contexto, al tiempo que aumentan la implicación de los beneficiarios.
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Los diferentes enfoques sobre la relación entre cultura y desarrollo sostenible asumen un
doble enfoque: por un lado, el plano intersectorial vinculado a las políticas públicas,
particularmente aquellas relacionadas con la educación, la economía, la ciencia y el medio
ambiente, la comunicación, la cohesión social y la cooperación internacional. Por otro, el
ámbito que afecta a los propios sectores culturales como patrimonio tangible e intangible, la
creatividad y las industrias culturales, el arte o el turismo cultural, entre otros.
Adicionalmente, los usos y desafíos que supone el llamado “big data”, o la introducción
paulatina de la robotización y los nuevos y múltiples usos de la información digital,
necesariamente asumirán una visión y actuación intersectorial que deberá adoptar un
enfoque cultural para ser abordados de manera eficaz e integral.
En este sentido, la dimensión cultural precisa estar presente en todos los sectores y en todas
las actuaciones vinculadas a los ODS, en todos sus objetivos y metas y en buena parte de los
indicadores asociados. Para ello se requiere incorporar la dimensión cultural dentro de las
diferentes políticas y programas de desarrollo en ámbitos vinculados a la educación, la
innovación, la ciencia, la tecnología, la salud, la comunicación, el medio ambiente, el
comercio, la seguridad y la justicia, entre otros.
El turismo es una actividad de índole cultural y social que posee una dimensión e impacto en
el plano económico y que involucra diversos campos y ámbitos de carácter interdisciplinario.
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En su faceta cultural y patrimonial, tiene la capacidad de replantear políticas que promuevan
sinergias entre diversos ámbitos y múltiples actores, asumiendo su dimensión sostenible,
ubicando como prioridad su protección, conservación y valoración. Simultáneamente, tiene
además el potencial de reforzar el ámbito patrimonial a partir de los territorios atendiendo
las identidades culturales, desde una perspectiva inclusiva de promoción del desarrollo
cultural comunitario y socio-económico.
El turismo cultural es un motor del desarrollo sostenible, siempre y cuando se lleve a cabo a
través de una gestión responsable del patrimonio cultural tangible e intangible, la educación,
las artes y las industrias culturales y creativas, desde una visión transversal y global, y
asumiendo las orientaciones de las convenciones culturales, documentos marco de referencia
en la materia. Esta dimensión tiene marco en la Meta 11.4 del Objetivo 11 de los ODSv, que
remarca la importancia de redoblar esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio
cultural y natural del mundo.
Asimismo, hay que destacar la necesidad de considerar el marco que ofrecen los programas
de rutas e itinerarios culturales como estrategias de colaboración entre diversos sectores,
planos, entidades y dimensiones, y creación de lazos de cooperación entre diversos
territorios, promoviendo la integración y abriéndose a otros horizontes regionales.
Ello supone promover la capacitación del sector, generar programas y vínculos más estrechos
entre el turismo, las culturas locales y los emprendimientos culturales y creativos en la
perspectiva del desarrollo urbano en consonancia con la Meta 8.3vi y Meta 12.b de los ODS,
ya citado.
Las estrategias regionales integradas tienen capacidad para promover procesos hacia un
desarrollo más sostenible e inclusivo a partir de la generación de actividades asentadas en los
territorios, basándose en los valores, creencias y expresiones de los habitantes, movilizando
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potencialidades y fortaleciendo la cooperación entre los territorios y las zonas urbanas para
impulsar complementariedades y sinergias indicadas en el Preámbulo.
Esta modalidad supondría atenuar los impactos generados por los procesos de competencia
y especialización entre poblaciones, ciudades y territorios que se reforzaron a partir del
proceso de globalización, ahondando en la desigualdad, el desequilibrio territorial y el
agotamiento de recursos naturales y tender hacia nuevas formas de colaboración a partir de
la innovación en la cooperación, el aprendizaje colaborativo entre diversos sectores y actores
anclados en diversos territorios, que trabajan en diferentes planos y sectores, según marca la
Meta 8.3 de los ODS.
PARTICIPANTES
Delegados oficiales
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Representantes de:
- Invitados
Secretaría Técnica
Sus funciones son convocar y organizar las sesiones de la reunión en coordinación con el
ministerio anfitrión del encuentro.
La Secretaría Técnica junto al Ministerio se articulan con la Secretaría Pro Témpore para el
buen logro de los objetivos del encuentro.
PROCESO DE SEGUIMIENTO
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Notas de referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
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Preámbulo. Punto 36. “Nos comprometemos a fomentar el entendimiento entre distintas culturas, la
tolerancia, el respeto mutuo y los valores éticos de la ciudadanía mundial y la responsabilidad compartida.
Reconocemos la diversidad natural y cultural del mundo, y también que todas las culturas y civilizaciones
puedan contribuir al desarrollo sostenible y desempeñen un papel crucial en su facilitación”
ii
Objetivo 4. Meta 4.7 “Para 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el
desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la
promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y
la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”
Objetivo 8. Meta 8.9 “Para 2030, elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un
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turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales”.
iv
Objetivo 12. “Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. Meta 12.b “Elaborar y aplicar
instrumentos que permitan seguir de cerca los efectos en el desarrollo sostenible con miras a lograr un turismo
sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales”.
v
Objetivo 11. “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y
sostenibles”. Meta 11.4 “Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural
del mundo”. Indicador de la Meta 11.4 “Gasto total (público y privado) per cápita empleado en la preservación,
protección y conservación de todo el patrimonio cultural y natural, por tipo de patrimonio (cultural, natural,
mixto, y declarado Patrimonio de la Humanidad), nivel de gobierno (nacional, regional y local/municipal), tipo
de gasto (gastos operativos/inversiones) y tipo de financiación privada (donaciones en especie, sector privado
no lucrativo, patrocinio)”
vi
Objetivo 8. Meta 8.3 “Promover políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la
creación de puestos de trabajo decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y fomentar la
formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, incluso mediante el
acceso a servicios financieros”.
vii
Objetivo 17. Meta 17.16 “Mejorar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, complementada por
alianzas entre múltiples interesados que movilicen e intercambien conocimientos, especialización, tecnología y
recursos financieros, a fin de apoyar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en todos los países,
particularmente los países en desarrollo”. Meta 17.17 “Fomentar y promover la constitución de alianzas
eficaces en las esferas pública, público-privada y de la sociedad civil, aprovechando la experiencia y las
estrategias de obtención de recursos de las alianzas”.
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