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NOTA CONCEPTUAL

XIX CONFERENCIA IBEROAMERICANA DE


MINISTROS DE CULTURA

INTRODUCCIÓN

La XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se llevará a cabo en la


ciudad de La Antigua Guatemala, el 15 y 16 de noviembre de 2018 bajo el lema “Una
Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”.

Este marco orienta el camino para generar propuestas que contribuyan a la consecución de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y elevarse al más alto nivel político en los 22
países de la región.

La ocasión supone un reto en Iberoamérica en relación con la Agenda 2030 de Desarrollo


Sostenible y anima la cooperación, la integración y al reconocimiento de la diversidad
cultural, asumir retos en torno al tema de la educación, la juventud, las migraciones, la
igualdad de género, así como en relación con la promoción de las culturas de pueblos
originarios, con el fin de avanzar hacia el desarrollo sostenible.

Este espacio brinda también la ocasión para estrechar el diálogo y la cooperación entre los
países de la región, fortaleciendo las relaciones multilaterales, alineándose con los propósitos
de la Cumbre 2018 en relación con ODS y contribuyendo a que los países iberoamericanos
alcancen las metas previstas.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen la segunda etapa de la estrategia de


desarrollo planteada por las Naciones Unidas en la Cumbre del Milenio del año 2000, en
donde se acordaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

La Agenda ODS está constituida por 17 objetivos, 169 metas que abordan temas estratégicos
del desarrollo de carácter universal y se monitorean a partir de un cuerpo de 241 indicadores
que buscan contribuir a resolver los problemas multidimensionales de la pobreza. Tendrán
una vigencia de 15 años y han sido aprobados por 193 países alrededor del mundo.

Los países adoptaron oficialmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la reunión
de Alto Nivel de las Naciones Unidas celebrada en septiembre de 2015 a través de la
Declaración “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”.

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Los ODS implican el reto de avanzar en relación con los temas que quedaron pendientes de
cumplimiento en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) e incorporan
nuevos desafíos para contribuir al desarrollo sostenible. Si bien las metas expresan las
aspiraciones a nivel mundial, la declaración suscrita contempla que cada gobierno fijará sus
propias metas nacionales, guiándose por la aspiración general, pero tomando en
consideración las circunstancias y el contexto de cada país.

OBJETIVO GENERAL

La Conferencia Iberoamericana de Ministros de Cultura, constituye el espacio de cooperación


que reúne a los máximos responsables de los ministerios de cultura de la región con carácter
bianual. El encuentro tiene como propósito debatir, proponer recomendaciones y acordar
compromisos en materia de cooperación cultural, algunos de los cuales son incorporados
posteriormente a las Declaraciones de las Cumbres de Presidentes y Jefes de Estado y de
Gobierno.

Se trata de un espacio de concertación política que ha venido reforzándose a lo largo del


último decenio y que adquiere una especial importancia estratégica en el marco de la
aprobación de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los programas
culturales emanados de las Cumbres Iberoamericanas tienen en la Conferencia un lugar
destacado para su seguimiento técnico y su validación política y un espacio propicio para su
adaptación a contenidos y objetivos programáticos específicos.

Las Conferencias Iberoamericanas de Ministros de Cultura constituyen un foro privilegiado


para tratar asuntos multilaterales en la materia, propician el encuentro que facilita la
promoción de acciones conjuntas, el establecimiento de diagnósticos compartidos y la
concertación y cooperación sobre posiciones comunes ante los desafíos y retos a los que se
enfrentan los países iberoamericanos.

La Conferencia se ubica en el marco del Espacio Cultural Iberoamericano (ECI), a partir de las
decisiones adoptadas en la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno
celebrada en Veracruz, México en 2014, ocasión en la que aprobó su creación.

Guatemala acoge en 2018 la celebración de la XIX Conferencia Iberoamericana de Cultura y a


través de este espacio espera contribuir al objetivo de ubicar a la dimensión cultural en el
centro de las políticas públicas y buscando tender hacia el cumplimiento de la Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible.

PROCESO DE PREPARACIÓN

La propuesta de agenda presentada a los Ministros de Cultura ha supuesto el desarrollo de


un el diálogo político entre distintos actores. El Ministerio de Cultura y Deportes de
Guatemala, ha sido artífice de este espacio. La Organización de Estados Iberoamericanos para

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la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) como Secretaría Técnica de la Conferencia ha
acompañado este proceso, articulado con el espacio de las Cumbres a través de la Secretaría
Pro Témpore de la Conferencia y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)

Con este fin se han llevado a cabo diversas reuniones de trabajo entre el Ministerio, la OEI y
la SEGIB y establecido la articulación correspondiente entre el Ministerio de Cultura y
Deportes de Guatemala con la Secretaría Pro Témpore.

El día 10 de abril de 2018 se celebró la reunión preparatoria de la Conferencia a la que fueron


convocados todos los países iberoamericanos. En ella se puso a consideración la agenda de
trabajo, la metodología y el proceso que se llevará a cabo para la redacción de la Declaración
final.

DINÁMICA DE LA CONFERENCIA

El desarrollo de la Conferencia se estructura en torno a:

 Acto protocolario de inauguración


 Presentación de la metodología y agenda de trabajo
 Presentación de informes e iniciativas por parte de los organismos
 Intervención de Ministros y Altos Representantes
 Desarrollo de 4 paneles temáticos
 Acuerdos y compromisos de la XIX Conferencia Iberoamericana
 Aprobación de la Declaración de La Antigua Guatemala

El panel 1 sobre el tema de la Cultura en los ODS, panel 2 sobre los Derechos y la
participación y panel 3 sobre la intersectorialidad de la cultura se desarrollarán el día 3 de
mayo y el panel 4, referido al Turismo Cultural sostenible, se celebrará el día 4 de mayo,
según los horarios registrados en la agenda.

A cada panel le corresponderá un Ministro o Alta Autoridad encargada de exponer sobre las
temáticas identificadas siendo el moderador del panel correspondiente. Los paneles estarán
compuestos por entre 5-6 ministros que realizarán la interlocución en cada sesión, de
acuerdo a la selección temática a la que hayan optado.

Los Ministros o Altas Autoridades seleccionarán previamente el panel al que deseen


vincularse para agruparse tanto en el desarrollo de la temática como en el trabajo de
recomendación que surja a propósito de cada espacio.

El Ministro Relator junto con la Comisión Relatora tendrá a su cargo el seguimiento de los
acuerdos y acompañarán el proceso de diálogo e interlocución para que los resultados de la
reunión queden reflejados en la Declaración final.

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Las intervenciones serán expuestas en los idiomas oficiales de la Conferencia, español y
portugués. La Declaración final estará disponible en ambas lenguas.

AGENDA

El diseño y elaboración de la Agenda tiene como prioridad la orientación de la Agenda 2030,


los ODS y el convencimiento sobre la importancia de incorporar la dimensión cultural en las
políticas públicas. Además, se tomó en consideración la necesidad de articular su papel de
forma transversal a otros sectores vinculados al desarrollo y ubicar las líneas que mejor
podrían materializar la posibilidad de trabajar sobre el proyecto cultural, en el marco de la
Agenda 2030, en este caso, el turismo cultural sostenible en la perspectiva patrimonial.

En base a ello se identificaron los siguientes paneles temáticos que tienen como objetivo
dejar recomendaciones y orientaciones para trabajar durante los próximos años y presentar
los avances en la próxima Conferencia Iberoamericana a celebrarse en el año 2020.

SESIONES TEMÁTICAS

TEMA No. 1: La importancia de la cultura en el marco de los Objetivos de


Desarrollo Sostenible (ODS)

Situar a la cultura en el centro de las políticas públicas de los países de la región


Iberoamericana

En el ámbito político

Durante las últimas décadas, la comunidad internacional se ha pronunciado ampliamente en


diversos foros y espacios acerca de la importancia de la cultura en la vida y el desarrollo,
advirtiendo sobre la necesidad de contemplar esta dimensión en las políticas y programas de
los países para avanzar con más y mejores perspectivas.

En ese proceso se han reunido suficientes evidencias a escala mundial acerca de cómo la
cultura contribuye en forma positiva y eficaz a través de estrategias y acciones que
contemplan el desarrollo social y económico inclusivo, la sostenibilidad medioambiental, la
convivencia, la cohesión social, la paz y la seguridad.

Se ha demostrado que las facetas de la cultura vinculadas a la participación activa en la vida


cultural, el derecho y el acceso a la cultura, las prácticas y las expresiones culturales y
artísticas, la creatividad, el patrimonio cultural y la diversidad cultural, constituyen un
conjunto de componentes inherentes al desarrollo humano sustentable y por ello deben ser
priorizados.

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Una aproximación desde una perspectiva más amplia sobre los ODS y la Agenda 2030
supone ir más allá de la identificación y reconocimiento sobre la forma en la que la cultura
aparece explícitamente referenciada y buscar su alcance en torno a la transversalidad e
intersectorialidad como dimensión frente a los objetivos y metas. Se trata de abordar una
lógica transversal que invite a la apertura, a generar procesos de diálogo, aceptación de
contradicciones y también contrastes que se vinculan con la consecución de las metas en
diversos ámbitos con la perspectiva de promover cambios y transformaciones en la región.
Para ello es indispensable elevar las políticas culturales al rango de políticas de Estado y que
la dimensión cultural se considere de forma transversal en el resto de políticas públicas.

La XIX Conferencia Iberoamericana de Cultura considera imperativo la actuación de los


Ministerios de Cultura para sensibilizar a los Jefes de Estado y de Gobierno sobre la amplia
dimensión de la cultura y su importancia como eje transversal del sistema económico, social
y ambiental con el fin de contribuir a mejorar calidad de vida de los ciudadanos de la región.

En el ámbito de desarrollo social y medioambiental

La cultura es un puente que enlaza los ecosistemas humanos y naturales y constituye una
especie de catalizador para el desarrollo de pueblos y territorios. La intersección entre la
cultura y la sostenibilidad implica múltiples planos y diversos enfoques. Entre estos, quizás el
más amplio, interpreta a la cultura como un ecosistema y plantea su vinculación con el plano
de la naturaleza, como parte y esencia de éste.

En ese sentido, se podrían identificar múltiples ámbitos básicos en la contribución directa de


la cultura al desarrollo, en relación a su valor en la construcción de la ciudadanía, en términos
de cohesión social, en materia de economía, patrimonio, promoción cultural, entre otros.

Pero además, la cultura cumple un papel de carácter instrumental constitutivo del desarrollo:
es por un lado un medio y por otro también un fin en sí mismo. Apoya, mejora y refuerza las
actuaciones en el ámbito del desarrollo y, por otra parte, constituye una prioridad en el
desarrollo como base de la vida.

La lógica en torno al tema de la sostenibilidad se basa, según algunos de los estudios más
destacados en la materia, en tres ámbitos prioritarios: el social, el medioambiental y el
económico. Sin embargo, desde hace ya varias décadas, se reconoce cada vez con más
determinación, que este modelo es incompleto si no se considera a la cultura como el “cuarto
pilar del desarrollo” y se llega a la conclusión que el desarrollo no es sostenible o está
incompleto si no contempla e incorpora adecuadamente la dimensión cultural.

El desarrollo sostenible implica un cambio de carácter cultural en los hábitos, actitudes y


comportamientos que debe adoptarse en relación a la multiculturalidad, la diversidad y el
patrimonio cultural en todas sus facetas en relación con la visión global que se relaciona con
conceptos como la convivencia, la cohesión social y futuro compartido. En ese sentido, es
indispensable reforzar la idea de ubicar a la cultura como motor de desarrollo humano
integral para contribuir a la prosperidad, la inclusión y la sostenibilidad entre los pueblos.

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En el ámbito económico

Con relación al sector económico, se valora el aporte de las industrias culturales y creativas a
la economía de los países de la región, y, en ese sentido las políticas económicas y financieras
de Estado deben contribuir a estimular las industrias culturales: artes, espacio audiovisual,
mundo digital, turismo, artesanía, proyectos innovadores que utilizan activos culturales, etc.

En esa línea, la producción cultural se debe promover mediante la investigación e innovación


elevando la calidad de los productos y mejorando el acceso a los mercados.

Tema 2: Derecho a la Cultura y a la participación ciudadana incluyente e


intercultural

Implicación, compromiso y participación ciudadana

Uno de los desafíos más importantes en los tiempos que corren está vinculado con las
nuevas formas de convivencia en la diversidad y los nuevos modos de compromiso,
implicación y participación ciudadana en la vida cultural. Estas tramas, en espacios altamente
interdependientes, diversos y multiculturales, buscan nuevas formas de colaboración y
participación y expresan la gran transformación que vivimos en todos los órdenes de la vida.

Frente a este desafío es preciso generar políticas que promuevan el ejercicio de los derechos
culturales, generen una renovada toma de conciencia y contribuyan a la mejora de la
participación, la implicación y refuercen los compromisos en temas vinculados a la vida
pública y al futuro colectivo.

Uno de los mayores retos de las políticas culturales es la capacidad y la voluntad política para
crear e impulsar instancias, estructuras y mecanismos que hagan efectiva la participación
ciudadana desde sus mismas vivencias y raíces culturales. En ese sentido, el acceso a la
cultura y la participación ciudadana constituyen un objetivo común que apunta a la adopción
de múltiples y diferentes enfoques de todas las políticas gubernamentales.

Para ello, se precisan cauces que amplíen y respalden los canales ciudadanos para promover
la participación en ámbitos diversos como las artes, el espacio audiovisual, el mundo digital,
la salud, las ciencias, la apropiación social y gestión del patrimonio, contribuyendo así a
promover paulatinamente nuevas formas de convivencia, integración social, refuerzo del
espacio público compartido y evitar formas de discriminación y marginación social,
económica y cultural.

Por otra parte, las nuevas formas de organización de la sociedad civil en torno a los
gobiernos locales, están generando conciencia sobre la importancia de la participación e
interlocución con artistas, educadores, gestores y personas vinculadas al mundo cultural,
adoptando y experimentando formas innovadoras de colaboración y participación social.

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Las autoridades locales tienen el reto de crear oportunidades que contribuyan a garantizar la
igualdad de derechos, en especial de la niñez, la juventud, las mujeres y cuidar de la
población más anciana, en relación con desafíos asociados al acceso a los servicios públicos
culturales. En ese sentido, las instancias y gobiernos locales precisan tener en perspectiva el
derecho al uso y disfrute del territorio y del patrimonio para orientar las políticas locales y
avanzar hacia la transformación de las ciudades como lugares más inclusivos, dinámicos,
resilientes, seguros y confortables para habitar, en la perspectiva que presenta la Agenda
2030.

En ese marco, los espacios urbanos en escenario privilegiado para nuevas modalidades,
intervenciones culturales y formas de convivencia en ámbitos diversos y en ese punto, la
cultura, constituye, gracias a su componente simbólico, la máxima expresión de las
identidades culturales, la diversidad cultural y el diálogo intercultural.

El ámbito cultural adopta la forma de laboratorio de la vida social que interviene desde una
dinámica e interlocución social más intensa, espontánea, flexible y más cercana que otros
sectores, a la hora de promover la participación social. Fenómenos como el interés que
muestran los artistas y creadores contemporáneos por implicar y vincular su quehacer
artístico en la vida comunitaria o la importancia creciente de la dimensión simbólica de las
prácticas sociales y comunitarias, forman parte y dan cuenta de la dinámica e intersección de
la vida social en torno a la cultura.

En relación al entorno rural y territorios vinculados al patrimonio cultural y paisajístico en los


que residen comunidades originarias, afrodescendientes y pueblos indígenas, la afirmación
de las identidades y la mejora en la calidad de vida que generan las actividades culturales en
ese ámbito así como en relación con las poblaciones originarias, fortalece el orgullo de las
comunidades locales y refuerza su sentido de pertenencia en el territorio.

Asimismo, al enfatizar la riqueza y diversidad de su patrimonio cultural tangible e intangible,


las áreas rurales tienen un espacio para buscar opciones de desarrollo de actividades
económicas que generen valor agregado, empleo y desarrollo social y cultural.

Derecho y acceso a la Cultura

La política pública en materia de cultura se construye a partir de la articulación entre el


reconocimiento de los derechos de la ciudadanía, la determinación de deberes
institucionales, el ámbito de los servicios públicos y la relación con otros ámbitos que se
asocian al sector privado, académico o iniciativas surgidas de la sociedad civil. Las redes y
plataformas colaborativas nacidas de la sociedad civil o de núcleos de profesionales y
asociativos, tienen un papel relevante en este sentido.

La tendencia lleva a plantear la lógica del acceso y derecho a la cultura más en términos de
compromisos entre Estado y sociedad, que de conocimiento de los principios
constitucionales. Es decir, la práctica a escala territorial local genera más y mejores formas de
aprendizaje y adopción de carácter ciudadano. Las políticas sociales que reconocen los

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derechos culturales, las identidades y la diversidad cultural previenen de la fragmentación, de
la generación de conflictos y de prácticas autoritarias.

Con este fin, se debería afianzar el paradigma de los derechos culturales y coadyuvar a incidir
en procesos que hagan innecesarias políticas basadas en el control y la seguridad, que se
centren en contar con el potencial de la cultura y apostar por generar tramas de participación
y profundización democrática en búsqueda de sociedades cohesionadas e integradas.

En ese sentido, se precisa dar pasos firmes para situar como centro de las políticas culturales
la garantía de los derechos culturales como elemento vertebrador de todos los niveles
administrativos y de desarrollo local, así como en relación con la cooperación cultural
internacional. Para avanzar en esta línea sería necesario acometer tareas que contribuyan a
reforzar la sensibilidad en las sociedades iberoamericanas en relación a la diversidad cultural
y lingüística.

Por otra parte, es necesario valorar el trabajo de organizaciones, asociaciones y entidades


surgidas de la sociedad civil, observando los principios de equidad e inclusión. Esta tarea
implica asumir el respeto hacia el espacio en el que se desenvuelven líderes comunitarios y
gestores culturales.

Para contribuir a este proceso, es necesario reforzar y aumentar los espacios de encuentro y
reafirmar la democracia como forma de convivencia pacífica a través de la generación de
espacios de reflexión y de participación ciudadana. Simultáneamente éstos contribuirán a
reforzar la comunicación entre sociedad civil y Estado, resaltando la importancia de articular
el espacio local, municipal, nacional con instancias a nivel nacional y regional e incidir en
nuevas formas de gobernanza.

Tema 3. La intersectorialidad de la Cultura

Existe ya consenso y múltiples evidencias sobre la importancia de integrar la cultura en las


políticas de desarrollo de otros sectores para contribuir a su sostenibilidad y también a su
eficacia y mejor desarrollo en términos sociales, medio ambientales, económicos y culturales.

La cultura no es solo sujeto u objeto de política cultural y por ello precisa articularse con el
resto de políticas de ámbito social, ambiental, económico y en planos locales como
nacionales, regionales e internacionales. Los desafíos son grandes en relación con la
educación, el turismo, la investigación, la diplomacia cultural, la planificación urbana, la salud,
la paz, la cohesión, la convivencia, la seguridad y las nuevas formas de interacción en el
ámbito digital.

Por otra parte, el concepto de sostenibilidad precisa comprenderse como un proceso


dinámico y por ello debe abordar todas las dimensiones vinculadas también con la otra cara
de la moneda, la insostenibilidad. Para ello la mirada debe contemplar conjuntos alternativos
de valores y conocimiento del mundo, cambiando el enfoque sobre las formas en que

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conocemos la realidad, fundando una comprensión sobre espacios y ámbitos que conectan
el plano social, económico y las dimensiones políticas, culturales y ecológicas de la realidad.

En ese sentido, la cultura tiene el potencial para orientar la interacción entre los planos
educativos, sociales, económicos y medioambientales y constituirse en sí misma en un artífice
del desarrollo sostenible y la base fundamental para contribuir a alcanzar los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS).

En este marco, los países de la región, precisan marcan sus políticas y abocan sus esfuerzos
para fortalecer estas instancias desde cada una de sus realidades.

El carácter transversal de la cultura

La política cultural precisa entrelazarse con otras políticas, sistemas y procesos en una lógica
de refuerzo mutuo, buscando generar una especie de ecosistema de interdependencia,
interacción y sinergia. Este proceso requiere de un aprendizaje de todos los sectores y de
conexiones y diálogo intersectorial, bajo el entendido que el plano cultural da sentido a la
circulación de saberes y al fortalecimiento de los vínculos sistémicos entre los diversos
sectores y entramados sociales. La cultura tiene un gran potencial para comunicar los retos
que implica el cambio climático o sensibilizar sobre temas vinculados a la salud, el medio
ambiente o las distintas formas de convivencia en relación con el diálogo intercultural y la
diversidad.

En este sentido, es posible reconocer diversos planos asociados a la cultura. Por un lado, el
ámbito político que se nutre de los valores intrínsecos clave de la cultura y tiene como
esencia la creatividad y la diversidad cultural de las expresiones culturales y artísticas. Por
otro, su faceta para influir, compartir y contribuir a obtener los objetivos de otras políticas en
relación con la salud, el medio ambiente o aspectos sociales. La tercera dimensión, tendría un
alcance mayor en relación con la toma de conciencia, actitudes, formas de relacionarse y
convivencia y de allí su papel como catalizadora de acciones colectivas y su potencial para
promover formas de adaptación y toma de conciencia sobre modelos más sostenibles de
convivencia.

Es evidente que las iniciativas y los enfoques de desarrollo que toman en consideración las
culturas locales en todas sus dimensiones pueden dar lugar a resultados más equitativos y
sensibles al contexto, al tiempo que aumentan la implicación de los beneficiarios.

Las nuevas formas de participación social refuerzan mecanismos de gobernanza local en


torno al ámbito cultural y promueven la adopción de vías de colaboración social de carácter
intersectorial. En ese sentido, es indispensable replantear las relaciones entre cultura y
desarrollo sostenible en términos conceptuales y operativos y con el horizonte de la
consecución de los ODS y en los términos que orienta la Agenda 2030, también en términos
de interlocución con el resto de ámbitos y sectores sociales y económicos.

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Los diferentes enfoques sobre la relación entre cultura y desarrollo sostenible asumen un
doble enfoque: por un lado, el plano intersectorial vinculado a las políticas públicas,
particularmente aquellas relacionadas con la educación, la economía, la ciencia y el medio
ambiente, la comunicación, la cohesión social y la cooperación internacional. Por otro, el
ámbito que afecta a los propios sectores culturales como patrimonio tangible e intangible, la
creatividad y las industrias culturales, el arte o el turismo cultural, entre otros.

Por otra parte, la creatividad y el estímulo a la expresividad, el conocimiento, la diversidad y


la innovación son cada vez más determinantes en el espacio digital y requieren una atención
transversal e interdisciplinar pues están intrínsecamente relacionados con la libertad y el
desarrollo humano. Son valores intrínsecos de la cultura que precisan articularse en cualquier
política, estrategia o programa de desarrollo.

Adicionalmente, los usos y desafíos que supone el llamado “big data”, o la introducción
paulatina de la robotización y los nuevos y múltiples usos de la información digital,
necesariamente asumirán una visión y actuación intersectorial que deberá adoptar un
enfoque cultural para ser abordados de manera eficaz e integral.

En este sentido, la dimensión cultural precisa estar presente en todos los sectores y en todas
las actuaciones vinculadas a los ODS, en todos sus objetivos y metas y en buena parte de los
indicadores asociados. Para ello se requiere incorporar la dimensión cultural dentro de las
diferentes políticas y programas de desarrollo en ámbitos vinculados a la educación, la
innovación, la ciencia, la tecnología, la salud, la comunicación, el medio ambiente, el
comercio, la seguridad y la justicia, entre otros.

Para avanzar en esta línea es preciso enfatizar en la necesidad de crear mecanismos de


diálogo y coordinación intersectorial en cada uno de los países, garantizar la institucionalidad
en los mismos para su puesta en marcha y promover la creación de un espacio de
colaboración y un marco normativo que involucren a los diversos sectores en la
implementación de la política cultural.

Tema 4: Hacia una agenda de turismo cultural sostenible en la perspectiva


patrimonial

Oportunidades y desafíos en relación en relación con los ODS

Responder a los desafíos y oportunidades que implica el desarrollo sostenible, requiere de


políticas que consideren el papel de la cultura, el respeto de la diversidad cultural y la
protección del patrimonio cultural material e inmaterial, así como acciones de refuerzo de
valoración de las expresiones, identidades y conocimientos de los pueblos de la región,
dimensiones que se contemplan en el punto 36 del Preámbuloi así como en la Meta 4.7 de
los ODSii.

El turismo es una actividad de índole cultural y social que posee una dimensión e impacto en
el plano económico y que involucra diversos campos y ámbitos de carácter interdisciplinario.

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En su faceta cultural y patrimonial, tiene la capacidad de replantear políticas que promuevan
sinergias entre diversos ámbitos y múltiples actores, asumiendo su dimensión sostenible,
ubicando como prioridad su protección, conservación y valoración. Simultáneamente, tiene
además el potencial de reforzar el ámbito patrimonial a partir de los territorios atendiendo
las identidades culturales, desde una perspectiva inclusiva de promoción del desarrollo
cultural comunitario y socio-económico.

El enfoque de desarrollo territorial a partir del patrimonio cultural, pone énfasis en la


identidad y la cultura, y supone que estos aspectos son parte sustancial de las formas de vida
de las comunidades. Debido a su alto potencial de impacto en la promoción de la identidad
local, especialmente en lo que concierne al desarrollo sustentable, su diseño, formulación e
interpretación, produce un impacto directo sobre el territorio.

En ese sentido, es de destacar la importancia de la contribución del turismo cultural


sostenible al desarrollo social, cultural y económico de la región en procesos que garanticen
la salvaguardia del patrimonio cultural y natural y la participación e implicación de las
comunidades locales en esta tarea.

La adopción de prácticas de consumo y producción sostenibles puede tener un papel


relevante en el proceso de transformación hacia la sostenibilidad y atención y cuidado sobre
la vida cultural de las poblaciones. Precisamente, la contribución del sector a la creación de
empleo se reconoce en la Meta 8.9iii y la Meta 12.biv de los ODS relativa a la necesidad de
garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles

El turismo cultural es un motor del desarrollo sostenible, siempre y cuando se lleve a cabo a
través de una gestión responsable del patrimonio cultural tangible e intangible, la educación,
las artes y las industrias culturales y creativas, desde una visión transversal y global, y
asumiendo las orientaciones de las convenciones culturales, documentos marco de referencia
en la materia. Esta dimensión tiene marco en la Meta 11.4 del Objetivo 11 de los ODSv, que
remarca la importancia de redoblar esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio
cultural y natural del mundo.

Asimismo, hay que destacar la necesidad de considerar el marco que ofrecen los programas
de rutas e itinerarios culturales como estrategias de colaboración entre diversos sectores,
planos, entidades y dimensiones, y creación de lazos de cooperación entre diversos
territorios, promoviendo la integración y abriéndose a otros horizontes regionales.

Ello supone promover la capacitación del sector, generar programas y vínculos más estrechos
entre el turismo, las culturas locales y los emprendimientos culturales y creativos en la
perspectiva del desarrollo urbano en consonancia con la Meta 8.3vi y Meta 12.b de los ODS,
ya citado.

Las estrategias regionales integradas tienen capacidad para promover procesos hacia un
desarrollo más sostenible e inclusivo a partir de la generación de actividades asentadas en los
territorios, basándose en los valores, creencias y expresiones de los habitantes, movilizando

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potencialidades y fortaleciendo la cooperación entre los territorios y las zonas urbanas para
impulsar complementariedades y sinergias indicadas en el Preámbulo.

Hacia una agenda de Turismo Cultural sostenible

Las recomendaciones en esta materia orientan a plantear acciones que promuevan el


emprendimiento en relación con el turismo cultural sostenible con dimensión patrimonial,
que tenga como prioridad la autenticidad y singularidad de los bienes en la perspectiva
patrimonial. Ello implica establecer alianzas interinstitucionales y sectoriales que involucren a
los distintos estamentos académicos, sociales a nivel asociativo local y en relación con el
marco nacional, regional y la dimensión internacional, tal como apunta el Objetivo 17 de los
ODSvii.

Esta modalidad supondría atenuar los impactos generados por los procesos de competencia
y especialización entre poblaciones, ciudades y territorios que se reforzaron a partir del
proceso de globalización, ahondando en la desigualdad, el desequilibrio territorial y el
agotamiento de recursos naturales y tender hacia nuevas formas de colaboración a partir de
la innovación en la cooperación, el aprendizaje colaborativo entre diversos sectores y actores
anclados en diversos territorios, que trabajan en diferentes planos y sectores, según marca la
Meta 8.3 de los ODS.

En ese sentido, cabe alentar la cooperación y la colaboración entre diversas regiones,


gobiernos locales y comunidades, fomentando la cooperación intermunicipal que contemple
la relación con entidades culturales y sociales vinculadas al ámbito de servicios, sector
institucional y académico, tejido asociativo y que promueva una adecuada interlocución con
el sector privado. La cooperación entre territorios, programas y redes a escala nacional,
regional o internacional puede contribuir a avanzar en esta línea.

Ello supondría avanzar en la construcción de nuevos modelos de asociación entre los


diversos sectores culturales, sociales y económicos e impulsar la participación de gobiernos,
organismos, entidades y personas implicadas en el diseño, la gestión y el desarrollo del
turismo sostenible, Objetivo 17 de los ODS.

PARTICIPANTES

Delegados oficiales

El evento se celebrará los días 3 y 4 de mayo de 2018 en la ciudad de La Antigua Guatemala y


contará con la participación de:

 Ministros y Altas Autoridades de Cultura representantes de los 22 países miembros de


la Conferencia Iberoamericana. Cada delegación puede estar integrada por un
Ministro y un delegado que le acompañe.

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 Representantes de:

- Secretaría Pro Témpore de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado


y de Gobierno
- Secretaría General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)
- Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)

- Invitados

Secretaría Técnica

Sus funciones son convocar y organizar las sesiones de la reunión en coordinación con el
ministerio anfitrión del encuentro.

La Secretaría Técnica la ostenta la OEI en coordinación con la SEGIB en el marco de la


Conferencia Iberoamericana y de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, según se
establece en el Protocolo de Colaboración firmado entre la ambas instituciones en ocasión
de la celebración de la XVIII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Cultura realizada en
Cartagena de Indias, Colombia en mayo de 2016.

La Secretaría Técnica junto al Ministerio se articulan con la Secretaría Pro Témpore para el
buen logro de los objetivos del encuentro.

PROCESO DE SEGUIMIENTO

La Secretaría Técnica de la Conferencia a cargo de la OEI, dará seguimiento a la Conferencia y


coordinará con la Secretaría Pro Témpore de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de
Estado y de Gobierno y con la SEGIB, las recomendaciones y mandatos surgidos de la
Conferencia Iberoamericana de Ministros de Cultura.

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Notas de referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
i
Preámbulo. Punto 36. “Nos comprometemos a fomentar el entendimiento entre distintas culturas, la
tolerancia, el respeto mutuo y los valores éticos de la ciudadanía mundial y la responsabilidad compartida.
Reconocemos la diversidad natural y cultural del mundo, y también que todas las culturas y civilizaciones
puedan contribuir al desarrollo sostenible y desempeñen un papel crucial en su facilitación”
ii
Objetivo 4. Meta 4.7 “Para 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el
desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la
promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y
la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”

Objetivo 8. Meta 8.9 “Para 2030, elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un
iii

turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales”.
iv
Objetivo 12. “Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. Meta 12.b “Elaborar y aplicar
instrumentos que permitan seguir de cerca los efectos en el desarrollo sostenible con miras a lograr un turismo
sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales”.
v
Objetivo 11. “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y
sostenibles”. Meta 11.4 “Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural
del mundo”. Indicador de la Meta 11.4 “Gasto total (público y privado) per cápita empleado en la preservación,
protección y conservación de todo el patrimonio cultural y natural, por tipo de patrimonio (cultural, natural,
mixto, y declarado Patrimonio de la Humanidad), nivel de gobierno (nacional, regional y local/municipal), tipo
de gasto (gastos operativos/inversiones) y tipo de financiación privada (donaciones en especie, sector privado
no lucrativo, patrocinio)”
vi
Objetivo 8. Meta 8.3 “Promover políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la
creación de puestos de trabajo decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y fomentar la
formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, incluso mediante el
acceso a servicios financieros”.
vii
Objetivo 17. Meta 17.16 “Mejorar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, complementada por
alianzas entre múltiples interesados que movilicen e intercambien conocimientos, especialización, tecnología y
recursos financieros, a fin de apoyar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en todos los países,
particularmente los países en desarrollo”. Meta 17.17 “Fomentar y promover la constitución de alianzas
eficaces en las esferas pública, público-privada y de la sociedad civil, aprovechando la experiencia y las
estrategias de obtención de recursos de las alianzas”.

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