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Para explotar un mineral existen dos métodos: la minería a cielo abierto y la mina subterránea,
siendo la primera la más común hoy en día. De acuerdo al investigador H.L. Hartmann en su
ensayo Introductory Mining Engineering, la minería a cielo abierto produce el 85% de los
minerales extraídos en los Estados Unidos, de los cuales el 95% de ellos corresponde a
minerales metálicos.25 Dentro de la minería a cielo abierto se encuentra la de los depósitos
placer o también denominados yacimientos de tipo placer, que consta de valiosos minerales
contenidos en la grava de los ríos, arena de playa o en sedimentos producidos por aluviones,
cuyo proceso de extracción varía en ocasiones a los empleados en las minas a cielo abierto.
Sin embargo y en ciertas ocasiones específicas como en la extracción del uranio y de las tierras
raras existen métodos poco comunes, tales como la lixiviación in situ. Ésta nueva técnica
consiste en crear hoyos desde la superficie hasta el respectivo depósito, pero aun así no se
considera como un método a cielo abierto ni subterráneo. Para llevar a cabo la lixiviación in situ
se requiere que los minerales sean solubles en agua como por ejemplo el potasio, cloruro de
potasio, cloruro de sodio y sulfato de sodio. Otros minerales como los óxidos de uranio y cobre
necesitan soluciones de ácido o de carbonato para su disolución y posterior extracción.27