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NECESIDADES DE
DEFENSA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
Entidad de la problemàtica
Una de las principales amenazas que vienen sufriendo durante los últimos
años, tanto los territorios como las prácticas culturales indígenas, ha sido la
instalación de un modelo de economía “globalizada” que fija para el desarrollo
pautas y valores tendientes a la inclusión en el mercado de los territorios y a la
“integración” de las culturas indígenas al resto del mundo. Tal extremo tiende a
desestructurar los elementos fundacionales de las pueblos indígenas, tales como sus
territorios, su identidad y su cultura, permitiéndose así, mediante legislaciones
internas de fomento en extremo permisivas, el ingreso de megaemprendimientos
que no sólo afectan la superficie, espacio aéreo y subsuelo de los mismos, sino que
acentúan un proceso de descomposición de las culturas.
Son las mismas comunidades indígenas las que a la hora de determinar cuales
son las prioridades en sus procesos de desarrollo (art. 7 del Convenio 169 de la OIT),
proponen alternativas diametralmente opuestas a la explotación de los elementos del
subsuelo, construyendo su economía sobre pilares que no resulten lesivos de la
naturaleza y las fuerzas que la conforman.
Lejos están, entonces, de los ideales de alta productividad, del fomento al
individualismo como política de desarrollo, de la acumulación como bien en si
mismo y de la noción de “escasez de recursos” como excusa para la hiperexplotación
de sus territorios.
Fundarán, en cambio, su motivación en vivir simplemente con lo que la
vida y la naturaleza les exigen para cubrir sus necesidades básicas y desarrollarse en
armonía con el medio que los rodea. Cualquier desperdicio de recursos naturales o
excesos en el consumo de cualquier tipo serán elementos altamente nocivos que
alterarán necesariamente sus vidas al impedirles recuperar la armonía, esencial en
toda cultura indígena para lograr el desarrollo pleno de sus familias y comunidades.
Debemos colegir que si bien la noción amplia del derecho de consulta que
nos brinda el Convenio 169 de la OIT representó un notorio avance respecto de la
anterior situación jurídica e histórica, en virtud de la cual los pueblos indígenas
resultaban testigos permanentes de la pérdida de derechos sobre sus territorios y
recursos naturales sin ser siquiera oídos; la misma noción de consulta no resulta hoy
suficiente a fin de brindar las garantías necesarias tendientes a salvaguardar todos los
derechos de los pueblos indígenas, tanto respecto de sus culturas e identidades como
por sobre la integridad de sus territorios y recursos.
Sin embargo, el artículo 7 del mismo cuerpo legal va un poco mas allá y nos
refiere que: “1. Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus
propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que
éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras
que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo
posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos
deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y
programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles
directamente...3. Los gobiernos deberán velar por que, siempre que haya lugar, se
efectúen estudios, en cooperación con los pueblos interesados, a fin de evaluar la
incidencia social, espiritual y cultural y sobre el medio ambiente que las actividades
de desarrollo previstas puedan tener sobre esos pueblos. Los resultados de estos
estudios deberán ser considerados como criterios fundamentales para la ejecución
de las actividades mencionadas”.
Conclusión