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¡Nada de “mujer marchita”!

En los burdeles hay rostros de ángeles que son de ángeles; es decir, rostros
preciosos de mujeres preciosas. El Infierno está poblado de ángeles… caídos, el
primero de ellos Luzbel o Lucifer, el más hermoso.

A las putas las condena el mismo tribunal que valida que el “macho” pueda (y
deba) tener más de una mujer: la “oficial” y al menos una “sucursal”, aquí en
Colombia (varias esposas en Arabia). A la puta la condena y persigue el mismo
juez y policía que permite que a la púber la saquen de la escuela para que sea
mujer de un “macho”. Siempre, en todo caso, puta, amante o esposa, ellas
deben subordinarse a la autoridad de los “machos”. Pero las putas llevan la
peor parte, porque aparte de ninguneadas, de deshumanizadas por los
“machos” que sólo las conciben como mercancía para meter la verga y ejercer
su “virilidad” tratando de agredirlas física y emocionalmente, son despreciadas
por las de su mismo género, que no se dan cuenta que el desprecio que les
profesan es inculcado por los “machos” que las dominan, porque para ellos la
“mujer”, es decir “la oficial”, debe ser “mía y de nadie más”, y esta frase
conduce a otra muy conocida: “si no eres mía, no serás de nadie”, o a esta otra:
“si me dejas, te mato”.

La puta es una sacerdotisa conocedora de misterios. Una canción dice que “las
más putas son las más finas”; más bien las más refinadas, digo yo. Son las que
ejercen su ministerio en el mundo de los grandes negocios, y en especial en uno
de sus ámbitos: el mundo del espectáculo. Son putas que de alguna manera se
convierten en modelo para las niñas y las jóvenes, y hasta para las que ya han
cruzado cierto umbral cronológico. A esas putas de alto rango se les respeta un
poco o mucho, porque bueno, ellas cuentan no sólo con el poder de Venus
sino también con el poder de Mammón, el gran dios que rige a la humanidad,
digan lo que digan, crean lo que crean. Algunas de estas putas sí que son
verdaderamente “satánicas”.

Pero, ajá, las puticas de burdeles y hasta esas más caras “prepagos” anónimas,
que comen y beben con el cliente, echan el polvo y no tienen más injerencia,
porque no la quieren tener, en los asuntos de éste, ¿qué peligrosas pueden ser
para el mundo? Ellas, las más inocuas, son las más “satanizadas”. Ellas, las que
reciben los peores tratos, son las más rechazadas. A ellas se les quiere borrar u
ocultar y es a ellas a las que más acude la masa de “machos” brutales y los
buenos hombres (a veces los “machos” brutales se transforman en algodones de
azúcar o paquetes de plastilina cuando atraviesan crisis sentimentales, que las
tienen) necesitados de placer, de compañía, de consuelo e incluso de consejos.
Porque la puta cuando ya ha adquirido cierta experiencia, conoce y aprende a
manejar los misterios de la sexualidad y los temperamentos de los hombres;
aprende, esto sí muy a las malas, a lidiar con los “machos” brutales.

Las putas más especiales, las mejores, son aquellas que se han ofrecido al
servicio divino de Venus por vocación. Me dirán, “¿entonces por qué cobran?”
¡Ja! Pregunta tonta. ¡Cobran todos, los sacerdotes de Cristo y los de Mahoma,
los de Buda y los de Krishna! ¡Ahora que no cobren las de Venus, que nos
llevan al éxtasis sagrado de la cópula, algo mucho más tangible! Por demás, ya
lo dije, el dios que rige a la humanidad es Mammón. Ahora, ciertamente,
también las hay por mera necesidad económica, y entre éstas muy malas
practicantes del oficio, a las que se les debe tener paciencia y pagar, y ojalá, si
está a nuestro alcance, ofrecerles o conseguirles un empleo en el que se puedan
sentir más a gusto. Porque las putas que no disfrutan del sexo con ningún o casi
ningún cliente (sólo lo disfrutan, si acaso, con el “cabrón” —un “macho”— que
las explota) están sometidas a esos rígidos patrones impuestos por los
“machos”, pero la necesidad las ha arrastrado a practicar el oficio de puta como
último recurso, y suelen sufrir terribles remordimientos de conciencia, que a la
larga las vuelve hoscas o las envilece. Este problema también es producto de la
mala leche con que los “machos” han propagado su mala semilla en el mundo.

Ah, no olvidar lo que una mujer me dijo una vez, una mujer casada, chapada a
la antigua, fiel a su esposo, el único hombre con el que ha copulado, es decir
una mujer sometida al machismo, y que me lo dijo (de eso hace una montonera
de años) para recriminarme porque, discutiendo con ella, se me salió un
hijueputa por costumbre. Me dijo, no exactamente con las mismas palabras,
pues ya no las recuerdo textuales, pero la idea de fondo no se me olvida, me
dijo que todas las mujeres que se casan son putas. No puedo yo decir que
todas, pero si, como he venido afirmando, a la humanidad la rige Mammón, y
la mayoría de las mujeres, cuyas vidas siguen las normas de conducta impuestas
por los “machos”, se casan no sólo por amor sino por la manutención que le
pueda ofrecer el hombre, se concluye que sí, al menos la mayoría de las
mujeres que se casan han vendido sus servicios sexuales a un hombre en
particular, con el agravante de que han vendido también otros servicios, ya se
sabrá si muy barato o bien vendidos, como limpieza de la casa, lavado de ropa,
preparación de alimentos, parir hijos (¿qué?, ¿no saben que hay mujeres que
“alquilan el vientre”?), etcétera.

Te equivocas, ojitos que leen (manos, si en Braille —lenguaje inclusivo, por eso
no escribí lector, para no tener que poner seguido lectora), esto no es una
apología al libertinaje ni mucho menos un ataque a la monogamia; es una
defensa a mis muy queridas putas, que nos brindan un servicio muy oportuno a
tanto hombre sin fortuna en la lides del amor, porque hacerse la paja es rico
pero no tanto como fornicar con una mujer (estoy refiriéndome a hombres
heterosexuales, y dejo claro que tampoco tengo nada en contra de la
homosexualidad, ni femenina ni masculina, como tampoco contra la
bisexualidad). Las adorables sacerdotisas venéreas no nos dirán «te amo»
amándonos de verdad, mas, ¡qué saludable ilusión, que nos lo digan,
entrepiernados, disfrutando de los deleites de la carne!

Domingo José Bolívar Peralta


Enero de 2.018

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