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ocupar el espacio,

la batalla por la política

Por Helena Chávez Mac Gregor(1)

Desde hace más de dos años hemos visto una serie de mo- detonar un proceso político que no se reduzca al fervor y la
vilizaciones sociales emergiendo en buena parte del mundo. esperanza kamikaze de la revuelta.
De la “primavera árabe” a las movilizaciones estudiantiles Sin intentar reducir los diferentes estallidos y movilizacio-
en Chile y Reino Unido, del 15-M en España a Occupy Wall nes que se han producido en estos años, -son claramente di-
Street en los Estados Unidos de Norte América, de las mo- ferente las condiciones que enfrentan lugares como Egipto,
vilizaciones previas y posteriores a las elecciones en México Túnez o Libia quienes luchan contra regímenes autoritarios
a las manifestaciones por el transporte en Brasil. Diferentes y, que en varios casos están devenido guerras civiles, a lo
formas sociales imposibles de catalogar en un simple grupo que sucede con un movimiento como el de Occupy que ge-
y, que sin embargo, retan a la imaginación para pensar qué nera una confrontación a las políticas económicas que han
desencadenado un proceso de desigualdad e injusticia so-
La obligación que se nos presenta es pensar sobre estos cial donde el 99% de la población no puede sino pertenecer
acontecimientos no para intentar estabilizarlos o pretender a un modelo económico/civilizatorio más que en la exclu-
una suerte de compresión académica sino para interrogar- sión-, hay ciertos rasgos que se presentan como constantes
nos sobre nuestro propio papel y el tipo de acompañamien- en casi todos los episodios de estallidos.
tos críticos que podemos generar. Esta tarea supone poner Por un lado, hay un creciente malestar ante la exclusión de
en cuestión los marcos teóricos desde los que habíamos si- la política misma –ya sea en regímenes “autoritarios” o en
tuado formas políticas como “revolución”, “resistencia”, “iz- supuestas “democracias”- que ha llevado a la gente a tomar
quierda” o “desobediencia civil” e intentar pensar, al tiem- las calles, las plazas y buscar formas de asociación y reu-
po que todo sucede, cómo se complejizan las historias, los nión en una clara muestra del desacuerdo sobre las políticas
relatos y las narrativas para intentar analizar, acompañar, de participación y distribución existentes. Esto pone en evi-

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les” sino que son la construcción misma de lo social pues
años ochenta y principios de los años noventa intentó expul- -
ciones, de reconocimiento que dan cuerpo a lo social.
el antagonismo y la lucha de clases bajo la invocación de En esta transformación del espacio es importante subra-
la soberanía no logró paralizar las formas de confrontación yar el papel que han tenido las imágenes, las acciones e in-
desde las que generar una nueva imaginación política. (2) tervenciones en el espacio público. El uso que han tenido,
Por otro lado, otra constante que podemos ubicar es la lu- por ejemplo, las pancartas, es el de una cultura visual que se
cha que estas manifestaciones realizan en contra de los me- disemina, que genera un diálogo entre los diferentes luga-
dios de comunicación, una batalla que no sólo es por aquello res con una apropiación que responde a un proceso global
que los medios transmiten sino las formas de representación pero también local –es posible, por mencionar un solo ejem-
plo, ver cómo una pancarta que se veía en Madrid en 2011,
intentan reducir las formas que aparecen a “enemigos” ya circuló en las calles de México en 2012 y ahora aparece en
determinados: terrorista, encapuchados, anarquista, ilegal, Brasil, en diferentes formalizaciones, reclamando un tiem-
etc. Es claro que el papel de los medios en el mundo con- po del “despertar”.
temporáneo se juegan desde las alianzas que éstos generan

poderes económicos. Los medios son cada vez más depen-


dientes de conglomerados internacionales desde los que se
validan y constituyen intereses de grupo.
Las diferentes tomas de la palabra han funcionado aquí
como una desestabilización a la vez de la representación, de
la gramática y de la circulación de imágenes, para hacer una

interesante aquí la explosión de formas de imaginación de


usos de las tecnologías que resisten a la normatividad con la
que fueron creados- que permiten una doble ocupación, por
un lado la virtualidad que acelera una circulación y forma
de convocatoria menos “mediada”.(3) Y, por otro, la puesta
de los cuerpos en el espacio que ponen en juego otro tipo de
enunciaciones, performatividades y afectos.
En este sentido, el espacio se presenta como una forma de
aparición pero también como una acción de emplazamien-
to. En estos espacios Tahrir Square, Sol, Zuccotti Park, Gezi
Park, por mencionar algunos, ha sido frecuente la experi-
mentación de otro tipo de relaciones, de estar ahí promo-
viendo un tipo de dinámicas que ponen en cuestión el tipo
de funciones, delimitaciones que tenemos en los espacios co-
tidianos. Se trata de abrir espacios, sin ninguna aspiración
de permanencia, para generar relaciones que convoquen
otras posibilidades de emplazamiento. El espacio y la ciu-
dad, como ha sido pensada en los análisis contemporáneos
–de Foucault a Herni Lefebvre, no son simplemente “socia-

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Este tipo de enunciaciones han generado un cambio en la bularios que se comparten y que circulan en una importante
articulación entre lo local y lo global, que conforman una
“I´m So Angry I Made a Sign”, “estos signos llevan la marca -
de una tribu exótica y sociedad secreta, inventada ayer, que tica.
barre la historia contra la semilla”. (Taussig, 2013:21). Estos diferentes aspectos, marcan un cambio sustancial
Procesos creativos emergen en la calle y cambian las for- en la manera de entender el espacio. No sólo hay una trans-
mas de representación, de enunciación y subjetivación. Que formación en la manera de “ocuparlo” sino que el espacio se
hacen el espacio por la aparición que pone en litigio la de- vuelve el lugar mismo de la política, la batalla por aparecer.
En este sentido, es claro que el tipo de discursos y prácti-
lugar de reclamo, de comunicación y de producción de otras cas que se desarrollaron durante el siglo XX no funcionan
formas de emplazamientos de lo público que no se reducen del todo para explicarnos lo que está sucediendo –lo que
a la calle, sino que, de ida y vuelta de los espacios virtuales, no implica un borramiento, sino la obligación de rearticu-
forman gramáticas que se diseminan y generan una con- lación- y es necesario pensar sobre qué nuevas condiciones
taminación de una revuelta que se expande y contagia. En
este sentido, aunque es claro que no hay una “ideología” o la política en un momento donde las formas de partido, las
programa compartido hay una serie de estrategias y voca- grandes ideologías, los líderes, la “izquierda”, el “comunis-

“15M, Plaza Sol”, Fotografía: Marcelo Expósito. 2011


mo” no pueden ser las narrativas normativas de las que afe-
rrarse para generar un cambio y pensar esta serie de aconte-
cimientos que desbordan las lógicas desde las que habíamos

“Zócalo de la Ciudad de México, amanecer de la marcha de las velas 1 de julio 2012”. Fotografía: Francis Alÿs)
II

Durante más de una década la construcción de la política, Esta formulación de la soberanía es una manera de legitimar
las estructuras de poder que residen no solamente en los es-
del estado –conciliador, multicultural, de bienestar- inten- tados nación sino en las diversas “máquinas” que llevan a
tó frenar cualquier valor de la política que volviera a traer cabo la sustracción de recursos, acumulación de riqueza y
el fantasma de la lucha de clases –y, por tanto, la esperan- dominación de sujetos en el capitalismo. No se trata sólo de
za de la revolución como una transformación del modo de una forma de explotación sino de toda la estructura de gu-
producción y de forma de distribución de la riqueza- y se bernamentalidad que “consiste en la gestión de multitudes”
produjo una alianza, indisociable y altamente problemática, bajo el fantasma de la guerra (9). Las formas de dominación
entre Estado y neoliberalismo que prometía una política ba- articulan el enriquecimiento y el estrecho control de cuer-
sada en el consenso. pos en las que la política se juega entre la discursividad de la
Lo que se volvía a reactivar, bajo la idea de una política soberanía y la producción de vidas como desechables donde
la amenaza, que permite el control económico y la regula-
la noción de soberanía como razón gubernamental para ar- ción de poblaciones, es siempre la amenaza de un enemigo.
ticular, desde un capitalismo cada vez más especulativo y En este sentido, es posible pensar que el estallido de movi-
extremo, la posibilidad del estado de excepción. Es impor- lizaciones sociales ha vuelto a abrir el problema de la signi-
tante subrayar la emergencia del paradigma de la soberanía, -
pues es desde ahí que se ha intentado articular una práctica ma de la excepción, el amigo/enemigo y la separación, ha
política basada en la dicotomía amigo/enemigo (5) que, si devuelto la noción de ocupación a un reclamo por los espa-
bien es parte fundamental del relato moderno, ha cobrado cios de aparición, por las formas de representación y distri-
una actualidad asombrosa en los Estados contemporáneos. bución que mantienen una lógica y experiencia del mundo.
Es claro que la teoría política ha estado estructurada bajo Un cambio de emplazamiento, localización y de gramática
la idea de la fundación de la comunidad y existe la tendencia donde la ocupación como herramienta política pone en en-
a generar un pensamiento binario –aquellos que pertenecen -
ell en el texto Image, Space, Revolution, The Arts of Occupation:
distribución es un fundamento, natural o divino, y no una
ley del aparecer. Naturalizar esta ley y multiplicarla en las Por años, muchos de nosotros hemos pensado la ocu-
pación primariamente en estos términos: como la impo-
- sición de la ley marcial sobre una población que resiste,
la proliferación de dictaduras en el nombre de la resis-
Ya sea en su forma biopolítica, entendida como una tec- tencia al comunismo (o fudamentalismo, o terrorismo),
la implantación de la “libertad” (de mercados y capi-
control de poblaciones bajo una noción de soberanía de la tales especulativos, no para los humanos). Pero ahora,
que nace la gobernabilidad como un poder de hacer vivir de pronto, la palabra “ocupación” ha tomado un nuevo
o abandonar a la muerte (7), o bajo la categoría de necropo- -
lítica, donde en la administración de la vida la política se
establece como trabajo de muerte (MBEMBE, 2011:21) sobre toma de los lugares en un esfuerzo de proveer un nuevo
- inicio; un espacio fundamental para la justicia, democra-
gable la importancia que el esquema de la soberanía ha te- cia e igualdad. (MITCHELL. 2013: p.105)
nido en el desarrollo de la política contemporánea donde lo
que ha quedado fuera, bajo el esquema de la excepción y las Esta toma del espacio, que siempre y en todos los lugares
es diferente –hay que considerar el grado de peligro, de mie-
política como espacio de litigio, confrontación y desacuerdo.

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para no caer en una especie de apoteosis de la calle como
único espacio de la política (10)- abre cuestionamientos im-

Una manera de entenderlo es la puesta en discusión de la


construcción de la política como modo de aparición que par-
te de la argumentación de Hanna Arendt donde la acción y
el habla crean un espacio entre los participantes, un espacio
de aparición donde yo aparezco ante los otros como los otros
parecen ante mi. Esta forma precede cualquier construcción
de lo público, por lo que el espacio de aparición se vuelve,
ya no una condición ontológica del espacio, sino un modo
de hacer, de acción donde los cuerpos reunidos en la calle,
en la plaza o en cualquier modo de asamblea, activan un
reclamo no solamente sobre el espacio sino sobre lo público.
Es decir, crean el espacio en la aparición de los-unos-con-
los-otros- suspendiendo cualquier idea de la política basada
en la “pertenencia”, el “derecho” u el “origen”.
Este principio de aparición del que parte Arendt está pre-

Mitchell entre otros- y nos permite pensar la política desde


un marco que sale por completo de los paradigmas de la
teoría política o, que al menos, permiten problematizar el
marco para pensar en otro tipo de relaciones que pueden

ontología que tiene como consecuencia lógica ser un puro


abandono, de ser entes desechables que participan de su
condición de exclusión. La aparición se convierte en una for-
ma de generar una idea de la política donde ya no hay una
“ley” de la distribución sino una serie de condiciones histó-
ricas que pueden cuestionarse, discutirse y desarmarse.

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III

Una posibilidad que se presenta desde la estética es proble-


con las formas de distribución que permiten la aparición de
aparecen estas distribuciones y ponerlas en cuestión. En nuevos sujetos políticos.
este sentido, la estética se presenta como el espacio donde La propuesta de Rancière sobre la “estética de política” es
se establecen las políticas de la aparición y que determinan interesante pues, de alguna manera permite complejizar la
cómo aparece lo que aparece. propuesta de Hannah Arendt sobre el espacio de aparición,
Es decir, la estética, siguiendo el planteamiento de Kant, ya que, bajo la distinción de Rancière entre lo político y la
en la Primera Crítica, revisado por Foucault y re-pensado política, la aparición marca dos momentos, por un lado, la
por Rancière, se presenta como la estructura desde la que lógica del aparecer como policía, y, por otro lado, su mo-
se determina las formas de aparición y representación de mento de contestación como política.
lo que aparece y desde las cuales se distribuyen las formas En este sentido, la política puede pensarse como una ma-
de lo sensible generando un reparto de visibilidades(11) y nifestación que deshace las ordenaciones sensibles del or-
enunciaciones que ya son políticas. den policial mediante una serie de intervenciones que, bajo
Es importante entender cabalmente el sentido de estas la idea de la actualización y comprobación de la igualdad
políticas de la aparición y entender cómo es que lo sensible (13), permite que los marcos de aparición se transformen
para abrir otros campos de experiencia. Esta noción de polí-
los marcos desde los cuáles opera la distribución. tica rompe con la teoría política clásica y moderna que busca
Bajo el esquema que hemos propuesto la política es una cosa un fundamento de la comunidad, aquí el único principio es
estética porque tiene que ver con apariencias. Apariencias que no lo hay y que ésta es una actividad que permite poner
que aparecen por la ley de la policía (12) y aparición que se en cuestión la distribución de lo sensible. La política enton-
genera como acción. La distinción es importante pues mar- ces no se vuelve un lugar de fundación sino, al contrario, el
ca la diferencia entre lo político como policía y la política lugar de desacuerdo y transformación.
como el espacio que permite poner en cuestión el orden del
primero desde la acción, enunciación, de ciertos sujetos que

Propongo ahora reservar el nombre de política a una


actividad bien determinada y antagónica de la primera:

las partes y sus partes o su ausencia por un supuesto

de los que no tienen parte. […] La actividad política es la


que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asig-
nado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que
no tenía razón para ser visto, hace escuchar un discurso
allí donde el ruido sólo tenía lugar, hace escuchar como
discurso lo que no era escuchado más que como ruido.

Bajo la distinción de Rancière entre lo político y la política


queda claro que las políticas de aparición son siempre esté-
ticas, pero, en el caso de la policía marca una forma de iden-

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IV

Lo que pretende este texto es explorar que la fundamen- poder- sino entender que el proceso de imaginar una nueva
tación de la política bajo las lógicas de la soberanía genera política tomará tiempo y no sólo dependerá de lo que apa-
una política de muerte donde no hay agenciamiento posi- rece sino de lo imprevisto. De aquello que todavía no puede
ble por lo que es necesario pensar en otro tipo de lógicas aparecer y que, por ello mismo, se presenta como más ur-
sobre lo político para abrir otros campos de subjetivación gente. De las fuerzas que quizá todavía no cobran forma,
que generen otros modos de emplazamiento. En este sen- pero que en la persistencia del trabajo, la imaginación y la
tido, la propuesta de la política como espacio de aparición crítica empujan para poder existir. Se trata de cuestionar las
es importante, pero sólo si entendemos que en ella se juega lógicas del aparecer para que aparezca lo imprevisto y la
una doble articulación, por un lado, un momento de norma- vida siga tomando otras formas.
tividad que genera una distribución y repartición que tiene
un fundamento histórico y no “divino” u “ontológico” y, por
el otro, un momento de litigio, de cambio de gramática, de

reparto y las formas de participación.


En este sentido, algo que nos permiten pensar las diversas
ocupaciones del espacio que se están generando alrededor
del mundo es que hay un reclamo por otras lógicas del apa-
recer, que hay un desacuerdo sobre el modo de distribución,

juego no es un “nuevo” modelo político sino un cambio en

Esto no quiere decir que las movilizaciones vayan a gene-


rar un cambio en las estructuras, en los modos de gobernar
o en las trayectorias nacionales. Lo que sucede es de una
gran complejidad puesto que este tipo de movilizaciones,
encuentros, estallidos tienen una temporalidad y duración
condicionada –responden a una ruptura del orden y de la
vida cotidiana que siempre terminan por ceder, ya sea por
la presión policial, militar o por el mismo agotamiento de
los cuerpos que se exponen a condiciones extremas-. Lo que
pareciera importante es intentar trabajar en lo que abre, en
las formas que aparecen –quizá para luego desaparecer- e
intentar desde ahí hacer un trabajo lento y constante de
cuestionamiento, de crítica, de imaginación.

las condiciones de la actualidad –sobre todo la articulación


entre economía y violencia que el capitalismo genera- para
volcarse en la indiferencia o en las formas extremas de ac-
ción directa –es muy común que seguido de la represión
de los movimientos surjan formas de resistencia más cer-
canas a la guerrilla que vuelven a tocarse con lógicas que
convienen a las formas de representación del “enemigo” del

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bibliografía

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“Zócalo de la Ciudad de México, amanecer de la marcha de las velas 1 de julio 2012”. Fotografía: Francis Alÿs.
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“Zócalo de la Ciudad de México, amanecer de la marcha de las velas 1 de julio 2012”. Fotografía: Francis Alÿs.
notas

(1) Becaria del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.
(2) Desde los años noventa y protagonizado por lo que se denominó “un nuevo ciclo de lucha”, momentos de resistencia “anti-sisté-

manifestaciones como las que se vivieron en Seattle, Génova o Buenos Aires, sólo por mencionar a algunos, hicieron patente una resis-
tencia al modelo hegemónico en el que la política, como espacio de aparición y desacuerdo, había sido negada. Estas movilizaciones,
que quedaron fracturadas tras la caída de las Torres Gemelas y la propagación del discurso de la soberanía y el ejercicio del estado de
excepción, donde todo aquel que protagonizaba un ejercicio de desobediencia civil podía ser denunciado como “terrorista”, marcaron
una transición entre un modelo de resistencia clásica de izquierda, ya sea en la estructura de la guerrilla o del partido, hacia una forma
de aparición colectiva.
(3) Resulta también problemático caer en una especie de esperanza redentora de la tecnología. Todavía está por verse los efectos de

Norteamericano pone en evidencia la complejidad de vigilancia que suponen estos medios.

sino una herencia desde la cuál entender las condiciones críticas de cada momento histórico y desde ahí, utilizar, contaminar y generar
un entrecruzamiento que nos permita una mayor complejidad en el uso de los marcos y formas de pensamiento.

reside en la diferencia de posesión de lenguaje entre hombres y animales. Lo que hace político al hombre, según el planteamiento de
Aristóteles, y por tanto, perteneciente a la polis es su capacidad para manifestar lo justo y lo injusto. Cabe notar que ya en esta funda-
mentación ontológica de la política no todos los hombres poseían la palabra. Los esclavos, al no poseerse a sí mismos ni a su lengua,
no podían participar de la ciudad ni ser considerados como seres políticos. (ARISTÓTELES. 1999:1253a.)
(7) Confrontar: “Hay que entender por biopolítica la manera en la que, a partir del siglo XVIII, se buscó racionalizar los problemas
planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de vivientes en cuanto población: salud, higiene,
natalidad, longevidad, raza. (…) Con la constitución de un biopoder y de una biopolítica, según una celebre frase de Foucault, se ha
alcanzado el 'umbral de la modernidad biológica'. 'Durante milenios, el hombre siguió siendo lo que era para Aristóteles: un animal
viviente y, además, capaz de existencia política; el hombre moderno es un animal en cuya política está en entre dicho su vida de ser
viviente'. (CASTRO, 2011: 56-57)
(8) La necropolítica ha conseguido transformar a los seres humanos en una mercancía intercambiable o desechable según dicten los
mercados. Esta nueva forma de gestión de las poblaciones –quizás más evidente en el denominado Tercer Mundo y, en particular, en
el continente africano– es un paso más respecto de la ‘biopolítica’ enunciada por Foucault. Una nueva manera de entender la realidad
en la que la vida pierde toda su densidad y se convierte en una mera moneda de cambio para unos poderes oscuros, difusos y sin es-

(9) Íbid. p. 62.

donde el se articula la política entre la economía y la producción de muerte- es claro que el tipo de proceso que abrieron las protestas

-
nes de 2012. Sin embargo, aunque se abrió un proceso importante de que no podemos prever sus efectos pues el trabajo de politización,
aparición y enunciación que grupos como Yosoy132 está generando otro tipo de articulaciones y trabajos colectivos, es innegable que la
posibilidad de reunión en muchos casos en el país está determinada por una población viviendo en el terror. La mayor parte del país

que se oponga o resista es siempre y en todo momento la vida misma. En este sentido, es imposible reducir el aparecer como espacio
de la política a la ocupación de la calle, hay que pensar en esas fuerzas sutiles que trabajan y mantienen la posibilidad de futuro. Un

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ejercicio importante en el caso de México es el Colectivo “bordados por la paz” quienes desde 2011 han estado creando un “memorial”
hecho de bordados, que se realizan en general en plazas públicas, con los nombres de las personas que han sido asesinadas (hilo rojo) y
las que han desaparecido (hilo verde), se calcula que en los últimos 7 años 90,000 personas han muerto y otras 300,0000 han desapare-
cido a causa de la “guerra contra el narco”. Este colectivo, que tiene células en todo el país y en el resto del mundo, permite generar un
escenario público para la memoria y para el empoderamiento social. Estos pañuelos cubren la triple función de inscribir el nombre y
la historia de cada muerto o desaparecido; generar, con la acción del bordar, un lazo entre ese, cuya vida o presencia ha sido arrebatada
y el o la que borda y, por último, diseminarse con aquél o aquélla que entra en contacto con ese pañuelo en el espacio público. Un ciclo
en el que la memoria ya no es la conmemoración de un pasado sino la exigencia de un por-venir.
(11)El desarrollo de la noción de visibilidad fue sin duda uno de los ejes más importantes para el estructuralismo, está noción les
permitía dar cuenta de las construcciones del saber a la vez que se des-estructuraba al sujeto. Es importante señalar que la huella de
Foucault no sólo es directa, sino que también se entrecruza con los planteamientos de Althusser, del que, queriéndolo o no, Rancière
es heredero. “Es preciso tomar estas palabras al pie de la letra. La vista ya no es, pues, el acto de un sujeto individual dotado de una
facultad de ‘ver’ que él podría ejercer sea en la atención, sea en la distracción; la vista es el efecto de sus condiciones estructurales, la

(12) No podemos olvidar que por ejemplo, la distribución racial –que es siempre un mecanismo de vigilancia- parte de una visibilidad

no se quede dormido, arriesgándose así a que su esclavo emprenda la fuga; no hay hombre que no sea capaz de matar a otro; no hay
fuerza que se imponga sin tener que legitimarse, es decir, sin tener que reconocer una igualdad irreductible para que la desigualdad
pueda funcionar. Desde el momento en que la obediencia debe pasar por un principio de legitimidad; desde el momento en que tiene
que haber leyes que se impongan como leyes, e instituciones que encarnen lo común de la comunidad, el mandato debe suponer la
igualdad entre el que manda y el que es mandado” (RANCIÈRE, 2006: 72-73).

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