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El propósito de la presente ficha se propone actualizar el estado del arte en autores que trabajan la
temática familia-escuela, los modelos y enfoques teóricos que sustentas, a fin de aportar a la hora
de diseñar herramientas de intervención psicopedagógica, en el campo escolar, clínico o
sociocomunitario.
Para esta autora, el contexto de trabajo del psicopedagogo, sea en un equipo de orientación
escolar o como profesional del ámbito privado, sea en salud o en educación, tiene como función
psicopedagógica el crear y sostener puentes entre familia y escuela desde una actitud colaborativa
y cooperativa entre subsistemas.
Baeza nos advierte del cambio que van teniendo las orientaciones de las intervenciones
psicológicas o psicopedagógicas a lo largo de estos últimos años, desde una perspectiva
psicodinámica hacia una perspectiva más sistémica y ecológica.
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“Es el psicopedagogo, quien usualmente ocupa ese rol de “conector” facilitador involucrando
profesionales y familiares (y eventualmente parte de la comunidad), para mantener la
comunicación fluida y abierta, y, a medida que se realizan intervenciones, evaluarlas, modificarlas,
coordinar esfuerzos y descubrir nuevos o poco usados recursos”.
Aunque los principios básicos de intervención en familias y en escuelas pueden ser semejantes,
Baeza destaca que la literatura reserva la palabra “terapia” para las situaciones clínicas, mientras
que toda intervención no clínica se denomina “consulta”. La idea implica que se hace terapia con
una familia, pero se realiza una consulta con (o desde) una escuela.
Al incluir ambos subsistemas resulta de importancia central considerar desde el principio cómo
concibe o definen el problema uno y otro (escuela y familia). Los modelos que el profesional puede
adoptar pueden ser: entrevistas conjuntas entre padres, maestros, niño/joven, incluir otro
personal docente, a través de contactos telefónicas o vial mail, o reuniones con grupos más
pequeños (pares del niño, hermanos, otros amigos, familia extensa-abuelos).
Para la perspectiva sistémica, el cambio en cualquier parte de un sistema afecta otras partes del
sistema. Cuando los sistemas se enfrentan a situaciones de stress comienzan a funcionar
“disfuncionalmente”, sea en forma separada o en interrelación. El objetivo básico de la
intervención familia-escuela es asistir a ambos sistemas a ensamblarse en una actitud colaborativa
de resolución de los problemas mutuos. Se trata de entender o definir el problema, examinar las
creencias que sostienen esa conducta y reflexionar sobre lo que ha venido haciendo respecto del
mismo.
Otro concepto interesante que trae esta autora es el de “triangulación”: cuando se polariza el
conflicto entre dos partes, por ejemplo padres y docentes, el niño/ joven queda triangulado. Si se
polarizan posiciones, se amplifican las diferencias. La intervención del psicopedagogo en actitud de
mediación, juntando docentes, familia incluso con la presencia del niño mejora las posibilidades de
comunicación e interacción y amplia los efectos hacia el sistema más amplio. El psicopedagogo va
haciendo alianzas estratégicamente con uno y otro cuidando no ser él mismo triangulado o
“chupado”, anulado por el potente sistema con el que trabaja.
Las relaciones dentro de un sistema pueden entenderse como un continuum que va desde un
extremo, “muy cohesionadas o enmarañadas” (donde se impide la individualización de sus
miembros) hasta otro extremo en que el grado o nivel de cohesión es muy lábil, desconectadas,
donde “cada cual hace lo suyo”.
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Establece una analogía entre el sistema áulico y el sistema familiar en lo que refiere a
psicodinámica y relaciones, utilizando categorías familiares del Modelo “Circumplejo” de Olson.
Uno de los nuevos índices de salud social que utiliza la ONU hace referencia al índice de
solidaridad, al de estabilidad familiar.
La perspectiva que presenta la Dra. Baeza ancla en los conceptos de desarrollo de actitudes
cooperativas colaborativas, solidarias entre sistemas, respetuosas, armónicas e innovadoras.
Además trae a colación la iniciativa de sectores de la política estatal que promueven el contacto o
encuentros “escuelas y familias”.
Alicia Inés Villa, en un texto de 2015 titulado “Familias y escuelas: preguntas (in)frecuentes para
desaprender lo aprendido” plantea la necesidad de repensar la relación entre las familias y las
escuelas, no solo por los cambios acontecidos entre ambas instituciones, sino también por el
descuido que la investigación y las políticas educativas han hecho de este tema. Expresa su
preocupación porque la escuela esté a la altura de los cambios suscitados en las configuraciones
familiares, dado que ésta parece continuar sosteniendo un imaginario de alianza que supone un
tipo ideal, cada vez más alejado de las familias reales.
Ruth Harf (2013) por su parte, plantea que no es lo mismo hablar de relaciones entre escuela y
familia, que hablar de vínculos entre miembros de la familia y miembros de la escuela. En su
trabajo “Familia y escuela; padres y docentes: ¿una relación peligrosa?” plantea las mutuas
exigencias y demandas que se presentan recíprocamente entre familia y escuela. A su vez, aclara la
diferencia entre “hacer referencia a las relaciones familia-escuela” y “hacer referencia a los
vínculos entre miembros de la familia y miembros de la escuela”. La primera relación se establece
entre dos instituciones sociales y la segundase establece entre dos grupos de personas. Cuando
hablamos de familia y escuela nos estamos refiriendo a dos instituciones o estructuras sociales.
Pero cuando es uno quien se sienta en la silla, no es la escuela sentada frente a la familia, sino que
es un docente concreto frente al padre concreto, situación en la inciden variables como la biografía
escolar, la formación profesional, la historia personal, las características del contexto institucional,
etc.
Cada institución tiene o guarda con respecto a la otra, representaciones, imaginarios, supuestos,
mitos y teorías implícitas acerca de cómo es y cómo funciona la otra institución y el otro rol. Se
construyen desde la historia y desde la experiencia personal e institucional que portan cada uno.
Estas representaciones condicionan y hasta pueden determinar las modalidades que asumirán las
relaciones vinculares.
Desde las ideas previas que portan un padre y un docente, sostienen cómo debería ser el otro en
lugar de hacer lugar al que se es, lo cual se constituye en obstáculo si no se está dispuesto a
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modificar esa idea previa. Este interjuego entre las representaciones y la realidad debe ser
trabajado y abordado, en lugar de ser eludido y ocultado.
Los sistemas enmarañados suelen ser más frecuentes en el nivel inicial y en el primer ciclo de
escuela primaria.
Entre escuela y familia está totalmente superado el pacto tradicional basado en la idea de que la
familia se ocupa de formar el núcleo referido a lo socio-afectivo y que la escuela, más tarde, se
encarga de dar los conocimientos científicos, la parte cognitiva y neutral.
Hoy se hace necesario elaborar nuevas formas de contrato 1, de pacto, de acuerdo, que permitan
comenzar o continuar trabajando en nuevos escenarios, donde los medios masivos de
comunicación y otras estructuras socializadoras (grupos barriales, clubes, comunidades
cibernéticas) tienen tanto o más fuerza que la familia y la escuela para moldear subjetividades.
Familias y Discapacidad.
Liliana Pantano, Blanca Núñez y Alicia Arenaza (2012) desarrollaron una investigación desde 2007 a
2011 en la que se propusieron sistematizar las necesidades que presentan las familias de personas
con discapacidad, mediante una metodología de grupos focales en distintas provincias del país.
Hallaron una gran vacancia de conocimientos en este tema, más aún en nuestro país.
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Se entiende el término “contrato” como el trato que se hace con otro, desde un rol asimétrico, ir juntos
hacia las expectativas explicitadas, desde roles complementarios familia-escuela, a partir del reconocimiento
de responsabilidades diferentes.
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Este material se encuentra disponible en http://www3.educacion.rionegro.gov.ar/. En “Convivencia
Escolar”. Recursos y materiales para la consulta:
http://www3.educacion.rionegro.gov.ar/desarrollo_seccion.php?id=168
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Nos interesa centrarnos en los distintos modelos teóricos y conceptuales que presentan las citadas
autoras para referirse al conocimiento sobre “Familia”.
La clínica fue mostrando la insuficiencia de los modelos únicos para asistir la diversidad. Las
prácticas se fueron alejando de los esquemas previos de referencia, hasta que la conceptualización
de los abordajes novedosos, sustentados en otros paradigmas del pensamiento, generó y sigue
dando lugar a transformaciones teóricas.
Se hace necesario establecer modelizaciones teóricas y formas de abordaje clínico que reconozcan
la especificidad de cada conformación.
Los psicopedagogos trabajamos en el análisis de procesos psíquicos que son estructurantes del
sujeto y que se organizan (de acuerdo o no) con las prácticas culturales de la época.
Nuestra práctica no es empírica.
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Volviendo al estudio de Pantano, Núñez y Arenaza, desde una perspectiva sistémica, consideran
que el estudio de la dinámica familiar ayuda a comprender mejor los componentes, funciones e
interacciones en el interior de la familia, y en la interacción con la comunidad. Algunos emergentes
que observan son:
o Deterioro social de las relaciones interpersonales. Aislamiento social, merma en las
relaciones sociales por la sobrecarga que implica el cuidado.
o Sobrecarga del familiar que asume la tarea de cuidador principal (síndrome del cuidador).
o Problemas de concentración, problemas de memoria.
o Sentimientos de culpa.
o Trastornos del sueño.
o Aumento de las consultas médicas y consumo de fármacos.
o Presencia de disfunciones de pareja.
o Falta de comunicación familiar. No se socializan las emociones en relación a la
problemática.
o Sentimientos de frustración por no ser orientados o no saber manejarse.
o Preocupación excesiva por la persona con discapacidad.
o Cambios en la dinámica familia y en las relaciones entre sus miembros.
El ciclo vital familiar (CVF) se entiende como el desarrollo de la familia tomada en su conjunto,
los diferentes “momentos” por los cuales van atravesando todos sus miembros, quienes van
compartiendo una historia común. El desarrollo y evolución de la unidad familiar a lo largo del
CVF están íntimamente ligados a las fases de evolución y desarrollo de sus miembros.
La aparición de discapacidad en un núcleo familiar puede constituir un acontecimiento vital
estresante, una situación de cambio percibida como negativa y que desencadena una serie de
modificaciones en un intento de adaptarse a la situación. Nuñez (2007) dice:
“Esta familia se enfrenta al estrés de la cronicidad a lo largo del ciclo vital. De todos modos las
familias difieren en cuanto a su vulnerabilidad ante los estímulos, en la interpretación que
hacen de los mismos y en sus recursos internos y externos (…) es un hecho de observación
clínica que cada etapa de transición de un ciclo vital a otro implica que “la herida inicial del
diagnóstico”, que cuesta cicatrizar, se vuelva a abrir. Cada etapa de transición ofrece así la
oportunidad de resignificar la crisis inicial” (Pantano y otros; 2012:36).
Las etapas de duelo por las que atraviesa una familia para Bowlby (2004) serán:
Fase 1, de shock.
Fase 2, de anhelo y búsqueda.
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Esas etapas no son lineales, puede que algunas familias queden detenidas en algunas de ellas o
realizan un movimiento de ida y vuelta por las distintas fases.
Alicia Fainblum (2004), en su texto “Discapacidad. Una perspectiva clínica desde el psicoanálisis”
aborda el desfasaje que se vive entre el hijo esperado y el hijo nacido. Desarrolla las fases que
atraviesan las familias en el proceso de duelo y elaboración, analiza escenas desde la clínica,
tomando como base los estudios de Bowlvy.
Vida familiar diaria. Incluye rutinas cotidianas de la vida, cuidado familiar, actividades
cotidianas, conseguir ayuda.
Interacción familiar. Implica las relaciones que los miembros de la familia tienen entre sí,
comunicación, apoyo mutuo, flexibilidad para actual en forma ágil.
Bienestar económico. Significa que la familia tenga ingresos que al menos alcance o
excedan sus gastos.
Papel de padres. Abarca el proporcionar guía, estructura y enseñanza a los hijos. Incluye
guía paterna, disciplina, enseñanza.
Necesidades que no emergen, salvo cuando los profesionales estimulan a las familias para que
las expresen:
1. De espacio y tiempo para los familiares.
2. De conocer otras familias en la misma situación.
3. De información en la temática de sexualidad.
Caplan (1993) define los sistemas de apoyo como “uniones entre individuos, o de individuos con
grupos e instituciones, que sirven para mejorar la competencia adaptativa en el afrontamiento de
crisis a corto plazo, momentos de transición vital, retos a largo plazo, fuentes de estrés y
privaciones.
Los sistemas de apoyo actúan de modo natural y espontáneo en muchas sociedades, e incluyen
familias, amigos, vecinos, cuidadores informales, organizaciones de ayuda mutua, instituciones
religiosas.
Los profesionales de salud mental que desarrollan su trabajo desde un modelo comunitario
reconocen en la población el poder de esas potencias naturales de carácter no profesional que
pueden proporcionar fortaleza y hacen de ellas factores de salud, buscan trabajar con las
potencialidades en lugar de ignorarlas o actuar en su contra, estimulan la creación de redes de este
tipo, como grupos de ayuda mutua de personas que comparten un reto o privación similar, tales
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como haber enviudado, o tener un hijo con discapacidad, en lugares donde no se han desarrollado
espontáneamente organizaciones naturales de apoyo.
Las familias son complejas unidades sociales que cumplen muchas funciones que se
solapan entre sí, tanto para sus miembros como para la sociedad, y que varían durante la
vida de sus miembros. Sacian las necesidades de tipo biológico, psicosocial y económico de
sus miembros individuales, y median entre la sociedad y los individuos como agentes de
socialización y control. Las características de la familia como sistema de apoyo son sólo uno
de los conjuntos fundamentales de funciones, y nosotros las aislamos conceptualmente
sólo con objeto de extender nuestro análisis y comprensión.
En este punto, Venturiello (2016) desde una perspectiva sociocrítica, va a focalizar en las
redes sociales el apoyo, y en esas coordenadas, al grupo familiar con la característica de
relaciones de parentesco que ligan a sus miembros.
Bibliografía.
Baeza, Silvia. La intervención familia-escuela. Artículos on-line. Disponible en:
http://www.redsistemica.com.ar/baeza.htmhttp://www.redsistemica.com.ar/baeza.htm
Caplan, Gerald. Aspectos preventivos en Salud Mental. Cap. 4. Apoyo social y manejo
adecuado del estrés. Pág. 77 a 129. Ed Paidós. 1993.
Harf, Ruth. Familia y escuela; padres y docentes: ¿una relación peligrosa?. En la patologización de
la infancia (III). Problemas e intervenciones en las aulas. Noveduc. 2013.
Pantano, Liliana, Núñez, Blanca y Arenaza, Alicia (2012). ¿Qué necesitan las familias de personas
con discapacidad? Investigación, reflexiones y propuestas. Lugar Editorial. Bs. As. 2012.
Venturiello, María Pia. (2016) “La trama social de la discapacidad”. Ed. Biblos. Bs. As.
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