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1 Marco teórico

1.1 Trastornos alimenticios


Se ha determinado que estos desórdenes se originan en la adolescencia, principalmente
en mujeres, debido a múltiples factores causales, uno de ellos es el énfasis cultural en
los atributos físicos; pues los y las adolescentes tienden a experimentar a partir de las
modas culturales, valoran la delgadez como atractivo físico y fomentan el cultivo del
cuerpo como una forma de éxito y aceptación social, afectando negativamente su salud
(García, 2004). Esta normativa sociocultural relacionada con la belleza y la estética del
cuerpo se expresa en los medios de comunicación, con modelos que la juventud tiende a
asumir como imágenes verdaderas y con las cuales se identifican (Bandura, 1996). Es
importante tomar en cuenta que la adolescencia es un período crucial para alcanzar la
madurez física y emocional, así como, una etapa de importantes cambios físicos,
cognitivos y psicosociales. Por otra parte, otros de los factores que influyeron en la
realización de esta obra es el aumento extraordinario de la población adolescente en el
mundo actual, pues más de la mitad de la población mundial tienen menos de 25 años y
el 29% está entre los 10 y 25 años (Organización Mundial de la Salud, 1995). En Costa
Rica, la población adolescente constituye un grupo demográfico importante: un 20.4%
de la población es adolescente y se espera que este porcentaje continúe en aumento
hasta el año 2015, pudiendo llegar a representar un 25.8% de la población (Rodríguez &
Hidalgo, 1998).
(Salazar, 2011, pág. 12)

Los pacientes con trastornos alimentarios poseen mayor incidencia de trastornos


afectivos que la población general, con una mayor prevalencia de depresión mayor,
tanto en la anorexia nerviosa como en la bulimia nerviosa. La frecuente asociación entre
ambos cuadros está bien documentada. La mayoría de los estudios en este tópico se ha
focalizado en la concomitancia entre las patologías alimentarias y la depresión
unipolar4-7 y el trastorno bipolar, en particular, bipolar II, más habitual en pacientes
bulímicas que presentan un tipo crónico y severo de problema alimentario8.

La incidencia de una alteración afectiva entre anorécticas oscila entre 52%y 98%,
siendo la depresión el trastorno más común; en las pacientes bulímicas estas cifras
fluctúan entre 52% y 83% y para depresión mayor entre 38% y 63%. La ocurrencia de
trastorno afectivo bipolar II entre las anorécticas se ha encontrado desde 9,7%, en un
seguimiento a 10 años plazo 9, hasta 56% en pacientes hospitalizadas con desórdenes
alimentarios severamente enfermas8. Por otra parte, se ha identificado un elevado rango
de trastornos depresivos en familiares de pacientes con anorexia nerviosa y bulimia
nerviosa, comparados con poblaciones control. El trastorno bipolar suele hallarse en
familiares de pacientes con anorexia purgativa y bulimia. Se presume que existe una
incidencia cruzada, no apreciándose aumento correspondiente del índice de trastornos
alimentarios en los familiares de primer grado con trastornos depresivos, sugiriendo que
estos desórdenes no comparten una misma patogénesis y que la transmisión de sendos
trastornos no va ligada básicamente.
(Behar, 2005, pág. 2)

Dentro de los factores de riesgo en la población para padecer anorexia se encuentran:


ser mujer y adolescente, sobrepeso en la pubertad y adolescencia, vivir en una familia
muy preocupada por la estética o tener predisposición genética, trastornos alimentarios
y contagio en centro de estudios, personalidad premórbida, deportes y profesiones de
riesgo (Padilla et al., 2008). Es preciso hacer énfasis en el papel de la familia, al ser un
contexto de desarrollo fundamental en la vida del individuo. Además, muchas veces en
el medio familiar los miembros de la misma le otorgan un papel primordial al peso y a
la apariencia física, reforzando las ideas que se transmiten mediante los medios de
comunicación. Es necesario plantear que el que un individuo se vea expuesto a algunos
de los factores mencionados anteriormente puede traer consigo la aparición de este
trastorno, pero ello no constituye una generalidad, solo representa una posibilidad, pues
cada sujeto posee determinadas características personológicas, así como diferentes
estilos de afrontamiento ante las situaciones.

(Alfonso, 2014, pág. 5)

La anorexia nerviosa era un trastorno conocido en épocas antiguas. Así se describe en la


edad media en la vida de algunas santas como Liduina de Shiedam, una santa del siglo
XIV, o la santa Wilgefortis, hija del rey de Portugal, que ayunó y rezó a Dios rogándole
le arrebatara su belleza para así ahuyentar la atención de los hombres, siendo adoptada
en algunos países de Europa como santa patrona por aquellas mujeres que deseaban
verse libradas de la atención masculina. En 1694, Morton describió la "consunción
nerviosa", considerándose ésta la primera descripción clínica de dicho trastorno. Pero
fue Gull quien utilizó por primera vez la expresión anorexia nerviosa en una conferencia
pronunciada en Oxford (Gull, 1874). En la misma época, y de modo casi simultáneo, se
produce la descripción de la enfermedad a cargo de Laségue (1873), calificándola de
inanición histérica y considerándola, al igual que Gull, una enfermedad psicógena
(Toro, 1996). A finales del siglo XIX, en el año 1893, Freud describe un caso de
anorexia tratado con hipnosis, un año más tarde describe dicha enfermedad como una
psiconeurosis de defensa o neurosis de la alimentación con melancolía. A principios del
siglo XX, la anorexia nerviosa empieza a tratarse desde un punto de vista
endocrinológico, así en 1914 Simonds patólogo alemán, describe una paciente
caquéctica a quien al hacerle la autopsia se le encontró una destrucción pituitaria y
durante los siguientes 30 años reinó la confusión entre insuficiencia pituitaria
(enfermedad de Simonds) y anorexia nerviosa. A partir de los años 30, la anorexia
nerviosa pasa a estudiarse principalmente desde el punto de vista psicológico, quedando
en olvido las antiguas discusiones acerca del origen endocrino o psicológico del
Trastornos de la alimentación: anorexia y bulimia nerviosas.

(Parra, 1997, pág. 1)


1.2 Definición de términos

BULIMIA: es un trastorno alimentario y psicológico caracterizado por la adopción


de conductas en las cuales el individuo se aleja de las formas de alimentación
saludables consumiendo comida en exceso en periodos de tiempo muy cortos,
también llamados “atracones”, seguido de un periodo de arrepentimiento, el
cual puede llevar al sujeto a eliminar el exceso de alimento a través de vómitos
o laxantes.
ENDOCRINOLOGICO: Es una disciplina de la medicina que estudia el sistema
endocrino y las enfermedades provocadas por un funcionamiento inadecuado
del mismo, frecuentemente el endocrinólogo se ocupa también de las
enfermedades relacionadas con la nutrición, en tal caso la especialidad se
denomina endocrinología y nutrición.
TRASTORNOS: El término trastorno tiene diferentes usos. Puede hacer
referencia a una alteración leve de la salud o a un estado de enajenación
mental, por ejemplo. Trastorno es, por otra parte, la acción y efecto de
trastornar (invertir el orden regular de algo o perturbar el sentido o la conducta
de alguien)
ANOREXIA: una enfermedad específica caracterizada por una pérdida auto
inducida de peso acompañada por una distorsión de la imagen corporal.
2 Referencias
Alfonso, A. (2014). la anorexia nerviosa. interpsiquis, 5.
Behar, R. (2005). transtornos de la conducta alimentaria
y transtornos afectivos. rev. medica chile, 2.
Parra, A. (1997). transtornos de la Alimentacion.
psicologia, 1.
Salazar, Z. (2011). Adolescencia y transtornos
Alimenticios. universidad E.Costa Rica, 12.

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