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Fundamentos neurocientíficos para una fisiología temporal de la conciencia

Dairo Sánchez Buitrago1

En este informe se presenta la investigación sobre la fisiología temporal de la conciencia, en la


que se compara la lógica de observación de las estructuras del sistema nervioso, con énfasis en
la espacialidad, según la teoría de sistemas abiertos, y la teoría de sistemas cerrados
autorreferentes, con énfasis en la temporalidad. Esta comparación pretende mostrar la
conveniencia del segundo paradigma, para comprender el funcionamiento sincronizado, entre
los osciladores corticales y su función en la construcción de la temporalidad como fundamento
de la conciencia.

Las diferencias temporales entre los múltiples sistemas y entornos celulares crean una
temporalidad disponible (Bazhenov et al., 2008) para que el sistema nervioso lleve a cabo los
procesos psicológicos que, mediante acoplamientos estructurales y funcionales, con otros
sistemas psíquicos (Chang et al., 2012), generan la comunicación social, también constituida
por temporalidad.

La investigación propone un modelo alternativo que pueda explicar la interfase entre los
procesos biológicos, físicos y químicos del nivel nanoscópico y la emergencia de los sistemas
psíquicos. Es decir, indaga sobre el límite, aún no preciso, entre cuerpo y mente y considera
como hipótesis provisional, que la teoría propuesta puede aportar nuevos criterios lógicos para
la lectura de la fisiología temporal de la conciencia (Morgado, 2009).

La teoría de los sistemas abiertos, con los aportes de Bertalanffy (1976), propone la función
psicológica como el resultado de los procesos evolutivos y de las interrelaciones entre los
sistemas corporales. Esta novedad conceptual le aporta una visión de integralidad a las
relaciones entre el cuerpo y la psique. En contraste, Luhmann (2005) plantea una teoría de
sistemas autorreferentes, autopoiéticos y con clausura operacional que, a diferencia de la
propuesta de Bertalanffy, explica la emergencia de lo psicológico mediante la hipótesis de los
acoplamientos que se presentan entre los sistemas corporales y no mediante el concepto de las
interrelaciones. Esta segunda perspectiva, ofrece un paradigma distinto que hace énfasis en la
temporalidad, según la cual es posible explicar cómo los sistemas estructurales y funcionales
producen la vida y la conciencia.

1 Este documento es un apartado del informe de la investigación titulada “Fisiología temporal de la conciencia”
elaborado por el autor con el apoyo de la Universidad de Manizales en el año 2014
La autopoiesis de las neuronas y del sistema nervioso convierte las incitaciones (Luhmann,
1998) que provienen del entorno, en estimulaciones autoproducidas que, a la vez, se
transforman en informaciones dentro del sistema. El límite no puede ser traspasado por el
entorno. Los receptores que lo conforman reciben los influjos físicoquímicos y los transducen,
de forma activa, en procesos internos de la célula. De esta manera, el sistema tiene la capacidad
de generar distinciones no conscientes de orden espacial y temporal.

La teoría de sistema abiertos profundiza en el estudio de la espacialidad y utiliza la categoría de


la integración para lograr la unidad funcional del sistema. En contraposición, la teoría de
sistemas con clausura operacional hace hincapié en la temporalidad de las decisiones
(Luhmann,1998) producidas en el interior del sistema. Este ultimo paradigma aclara, no
obstante, que no existe temporalidad sin espacialidad (Luhmann, 2007).

Pregunta de investigación

¿Qué ventajas, desde el punto de vista lógico, ofrece la teoría de los sistemas autopoiéticos
respecto a la teoría de los sistemas abiertos, para comprender la temporalidad de la conciencia
humana?

Hipótesis de trabajo

Las temporalidades que se construyen en el sistema nervioso oscilan a diferentes frecuencias y


de forma sincrónica. Producen unidad en la corteza cerebral mediante el acoplamiento entre
las áreas estructurales y los procesos funcionales, de tal forma que, en esta sintonía temporal,
propician la emergencia de la conciencia como una organización funcional transitoria.

En la presente investigación, se procura mostrar teóricamente la forma como las estructuras


nerviosas constituyen sistemas temporales cambiantes, dependiendo de las funciones que las
determinan y los límites actuales, con otros sistemas funcionales. Esta postura sobre la
sincronización temporal se apoya en el paradigma de la teoría de los sistemas con clausura
operativa y autopoiéticos y se contrasta con la hipótesis de la unidad espacial (klemm, 2011),
propia de las investigaciones fundamentadas en la teoría de sistema abiertos.

En conclusión se ponen dos posiciones en tensión: La conveniencia lógica de la propuesta de


la unidad espacial integrada (Bazhenov et al., 2008) o la temporalidad de las comparaciones
sistémicas, para explicar la emergencia de la conciencia, como limite entre el sistema nervioso y
la psique humana.

Objetivo general

Construir un modelo conceptual mediante el cual se pueda comprender la fisiología temporal


de la conciencia, que se construye en el acoplamiento estructural y funcional, entre el cuerpo y
la mente.

Categorías

Del conexionismo al acoplamiento


Se propone que el concepto de acoplamiento, en contraposición al de conexión, ofrece una
lógica más simple para entender la fisiología temporal de la conciencia. Según esta nueva
perspectiva, el énfasis no se ubica en la estructura y en las relaciones entre las partes, sino en las
comparaciones (Nyhus & Curran, 2010) entre sistemas y entornos, que contribuyen a la
diferenciación funcional como proceso básico para la formación de la conciencia. Para esto, se
requieren estructuras que no están conectadas en sentido estricto sino que están acopladas y
comparten sus límites.

La mayor dificultad lógica y técnica para sostener conceptualmente la hipótesis central de la


investigación es explicar la manera como cambia un sistema con clausura operacional. Pero en
la medida que se logre construir una teoría coherente, que pueda ser contrastada, esta dificultad
se convierte en la novedad de la investigación.

De la estratificación a la observación cibernética del sistema

La investigación pretende discutir la organización estratificada del sistema nervioso que explica
la conciencia como una función propia de las estructuras de alto nivel jerárquico. Se discute la
conveniencia del uso de expresiones como superior e inferior, adjetivos usados en la lectura
topológica tradicional. También se cuestionan las descripciones de lo central y lo periférico
(aplicadas al sistema nervioso), pues en la nueva teoría de sistemas descentrados que se
propone, el centro depende del punto de vista de la observación en ese espacio-tiempo
concreto del sistema. Este no requiere una entidad superior sino una observación
temporalizada por el sistema. La conciencia no son las relaciones entre las estructuras sino la
historia de las observaciones cibernéticas del sistema y las anticipaciones temporales sobre las
futuras observaciones.

De la retroalimentación a la diferenciación funcional

La lógica sistémica, como está concebido el funcionamiento neuropsicológico, está soportada


en la tradicional teoría de sistemas abiertos y, de manera específica, en los mecanismos de
retroalimentación positiva y negativa. Se pretende argumentar la conveniencia de la nueva
teoría de sistemas para entender la emergencia de la psique humana como resultado de las
comparaciones evolutivas, en sistemas de alta complejidad (klemm, 2011), y de otros de mayor
abstracción (Llinás, 2003). Este proceso se lleva a cabo mediante observaciones que operan a
través de diferenciaciones funcionales, sin la necesidad de los clásicos conceptos de
retroalimentación.

Bertalanffy intenta resolver el mecanicismo propio de la ciencia de la época con la teoría


general de sistemas. Desde su perspectiva, estudia las partes del sistema de forma
independiente, y luego reúne estas piezas analíticas y generaliza los resultados para el todo.
Advierte el autor que:

Es necesario estudiar no solo partes y procesos aislados, sino también resolver


problemas decisivos hallados en la organización y el orden que los unifican,
resultantes de la interacción dinámica de partes y que hacen el diferente
comportamiento de estas, cuando se estudian aisladas o dentro de un todo
(Bertalanffy, 1976).
Propone Bertalanffy que la teoría de sistemas puede ser aplicada a diferentes campos de la
ciencia, dado que los sistemas presentan interrelaciones entres sus partes que requieren ser
estudiadas como una complejidad organizada. En esta forma, recomienda el uso de la teoría de
sistemas para amplios campos del saber:

Así existen modelos, principios y leyes aplicables a sistemas generalizados o sus


subclases, sin importar su particular genero, la naturaleza de sus elementos
componentes y las relaciones o las fuerzas que imperen entre ellos. Parece legítimo
pedir una teoría no ya de sistemas de clase más o menos especial, sino de
principios universales aplicables a los sistemas en general (Bertalanffy, 1976).

Con la publicación de la teoría general de sistemas, se suscitó un gran entusiasmo en el mundo


académico y se difundió su aplicación a campos muy variados, como la biología, la física, la
química, la psicología y la sociología. Esta divulgación impregnó campos sociales tan diversos
que fue difícil mantener el rigor epistémico y metodológico propuesto por el autor, lo que llevo
a que el mismo Bertalanffy hiciera un llamado de atención para su aplicación cuidadosa:

La teoría de sistemas abiertos se aplica a una vasta gama de fenómenos en


biología, pero hay que prevenir contra su expansión incauta a campos para los
cuales son sus conceptos. En última instancia, el desencanto proviene de convertir
lo que es un modelo útil, hasta cierto punto, en alguna realidad metafísica y la
filosofía del –nada sino–, como ha pasado tantas veces en la historia intelectual
(Bertalanffy, 1976).

Es necesario reconocer el aporte de Bertalanffy para evitar el reduccionismo y el determinismo


en los estudios analíticos de las partes, que no dan cuenta de lo que el autor denomina las
interacciones entre ellas. De esta manera, es necesario situar los planteamientos del autor en el
contexto intelectual, en el cual fueron publicadas sus investigaciones y compararlas con las
posturas de los demás autores; reconocer que fueron contextos de producción diferentes, que
requieren una lectura situada, de tal forma que se reconozca su sentido. Estos reconocimientos
son necesarios pues un texto no podrá ser comprendido si no se tiene en cuenta el mundo
académico y social en el cual fue creado. En la época de su publicación, fue un hito intelectual
novedoso, inclusive hoy es importante para explicar los aspectos estructurales de los sistemas.
Sin embargo, es insuficiente cuando se trata de estudiar la temporalidad de los sistemas, en este
caso, para la comprensión de la temporalidad de la conciencia.

En la presente investigación, se pretende comprender, mediante la teoría de los sistemas con


clausura operacional, las estructuras que conforman el sistema nervioso, con el fin de entender
los procesos biopsicológicos y su función en la cognición humana. Este paradigma propuesto
es novedoso porque no reconoce que el sistema nervioso sea un conjunto de células y de
tejidos conectados, como ha sido tradicional considerarlo, según el paradigma de la teoría de
los sistemas abiertos. Por el contrario, propone una observación que hace énfasis en las
temporalidades (Luhmann, 2007), que se generan en las unidades funcionales especializadas,
que operan mediante comparaciones y diferenciaciones entre un sistema y otro, denominado
entorno (Luhmann, 1998, 2007). Según Luhmann:

La diferencia sistema y entorno obliga, como paradigma de la teoría de sistemas, a


sustituir la diferencia del todo y las partes por una teoría de la diferenciación de
sistemas (Luhmann N. 1998).
Mediante estas operaciones, el sistema nervioso se concibe como una estructura autopoiética,
puesto que construye, en acoplamiento evolutivo con los demás sistemas, sus propios códigos
de funcionamiento.

Con este abordaje, los recientes avances en las investigaciones neurocientíficas, a pesar de los
avances tecnológicos, son insuficientes para entender el límite entre el nivel neurológico y el
psicológico, por el hecho de leer dichos hallazgos según la teoría de sistemas abiertos. Se
supone que si las investigaciones actuales se interpretan mediante el nuevo marco lógico
propuesto en el orden teórico, epistémico y metodológico, se comprende de manera diferente
el acoplamiento sistémico entre el cuerpo y la mente y la emergencia de la temporalidad
(Luhmann, 2007) de la conciencia.

El concepto de autopoiesis permite explicar la capacidad estructural y funcional de la neurona


para producir sus propios componentes. Para comprender esta autonomía del sistema, es
necesario considerar la función de las demás estructuras externas de la célula y determinar
cómo es la constitución de los límites entre lo externo y lo interno y dilucidar si el límite
determina que estos sistemas estén cerrados o abiertos.

Si se considera al sistema como cerrado, se tendría que explicar cómo es posible que con esta
clausura pueda el sistema cambiar y, en tal caso, qué papel juega lo externo. Pero si se acepta la
tesis del sistema como abierto, en qué sentido se le considera autónomo, si está expuesto a los
determinantes externos y qué papel juega tal apertura en los límites del sistema. También
puede ser que la clausura sea para ciertos procesos y para otros se le pueda considerar al
sistema como abierto o inclusive con una apertura selectiva.

Luhmann (2007) retoma de Maturana el concepto biológico de autopoiesis y lo usa para


explicar la producción de las comunicaciones (Grüter, 2013) que realizan los sistemas sociales.
Esta transposición del término de los sistemas biológicos a los sistemas sociales es el gran
aporte de Luhmann. Por supuesto, este transito es arriesgado y, para algunos autores, supone
una visión de lo social sesgada por el tinte biológico con el cual fue construida esta teoría por
Maturana, que discute el uso que hace Luhmann de la categoría de la autopoiesis.

Los aportes que hizo Luhmann al concepto de autopoiesis son novedosos al extrapolar a las
ciencias sociales y surge el reto de volver a traerlo a la biología, para explicar el funcionamiento
del sistema nervioso, donde se originó el término. Es decir, es preciso estudiar la migración
teórica de la autopoiesis de la neurociencia a la sociología y ahora, de esta última a las
neurociencias. En tal caso, para la presente investigación, no se usa el concepto de autopoiesis
propuesto por Maturana, sino el concepto recreado por Luhmann.

Luhmann (2007) advierte sobre las múltiples acepciones del término autopoiesis y la dificultad
de la argumentación cuando se le usa, dada su polisemia en las disciplinas. Es más, recomienda
limitar el alcance del término para reducir las exigencias que se le hacen. Para el autor, el
concepto implica que el funcionamiento de un sistema debe hacerse respecto a “las
operaciones especificas que reproducen el sistema” (Luhmann, 2007). Sugiere mesura en su
uso porque el concepto no explica las evoluciones del sistema a partir de las transformaciones
previas y posteriores. El aporte de la presente investigación se refiere a esta incompletud
teórica mediante la profundización de la dimensión temporal de las transformaciones, desde la
neurona hasta la formación de la conciencia. Para ello, se hace énfasis en los procesos
neurofisiológicos (Luhmann, 2007) que generan la temporalidad psicológica como fundamento
de la psique humana.
La investigación propone que el sistema nervioso, en su acoplamiento con el sistema psíquico,
genera distinciones temporales no conscientes, a nivel de las neuronas, en los sistemas
osciladores corticales y una temporalidad aún más abstracta, en la sincronización (Nyhus &
Curran, 2010) que se produce entre los diferentes osciladores funcionales. De esta manera,
puede emerger la conciencia, como temporalidad del sí mismo, en forma transitoria y
cambiante (Llinás, 2003), es decir, conciencia del sí mismo como autobiografía (Damasio,
2010).

Este proceso de construcción de temporalidad consciente (klemm, 2011) requiere de las


comparaciones con los otros sistemas que están en el entorno en los ámbitos celular,
psicológico y social, mediante las sincronizaciones temporales. Por ahora, se deja planteado el
tema central de la investigación: la temporalidad. Por el momento, se continúa de forma breve
en la presentación de la categoría de autopoiesis que permite comprender la conciencia como
construcción autónoma del acoplamiento entre el sistema nervioso y el sistema psíquico.

Para que un sistema se considere autopoéitico debe tener procesos que le permitan la
diferenciación de su entorno, de tal forma que lo sucedido en su interior depende de
mecanismos propios y no del entorno. Esta condición plantea la dificultad teórica y técnica de
explicar cómo puede ser autopoiético un sistema cerrado o si es posible que también sea
autopoiético un sistema de límites abiertos.

Llinás (2003) considera la neurona como un sistema cerrado y la mente como un sistema con
compartimentos. Este cerramiento, para él, es un logro evolutivo antiguo, fundamental para la
vida. El autor presenta la novedad de considerar los sistemas como cerrados estructuralmente
y, sobre todo, como “sistemas funcionales cerrados” (2003). Esta característica la comparten,
según Llinás, otros sistemas como el corazón, el hígado, los ojos, considerados módulos
funcionales individuales.

El cerebro, según este planteamiento, es un sistema que puede apropiarse de lo exterior a


través de los sentidos, aunque puede “llegar a funcionar sin ninguna entrada sensorial” (2003).
En contraste con la postura de Llinás, la teoría de sistemas abiertos de Bertalanffy, propone
que el sistema nervioso es un sistema abierto:

En una versión generalizada, el concepto de sistemas abiertos puede ser aplicado a


niveles no físicos. Son ejemplos su uso (…) en psicología, donde <sistemas
neurológicos> se han considerado estructuras dinámicas abiertas (Bertalanffy,
1976)

¿Como es posible que un sistema cerrado pueda apropiarse del mundo exterior y luego
funcionar de manera autónoma? Este dilema no está del todo resuelto en los planteamientos
de Llinás (2003).

Según Luhmann, el sistema puede independizarse del entorno para su funcionamiento, pero,
de todas maneras, requiere de las incitaciones provenientes del exterior. Es decir, el sistema
presenta clausura operativa (Luhmann, 2007), en el sentido de lo que Llinás denomina “sin
ninguna entrada sensorial”, pero requiere las comparaciones con el sistema que se encuentra en
el entorno.

Luhmann (2007) presenta una solución interesante al dilema del cerramiento del sistema:
propone que la “apertura del sistema se apoya en su clausura operativa”. De acuerdo con este
planteamiento, los sistemas con cierre en sus límites pueden lograr construir, con autonomía,
códigos de diferenciación funcional que les permiten la apertura selectiva de sus límites para
ciertas incitaciones, manteniendo indiferencia para otras (Luhmann, 1981). En un momento
dado, el sistema se encuentra cerrado, pero dependiendo de las contingencias, puede abrir sus
límites. Un ejemplo de la biología para esta situación se encuentra en la selectividad de la
barrera hematoencefálica, que permite el paso diferenciado de ciertas moléculas e inclusive
dependiendo de la normalidad de la barrera, ésta puede hacerse permeable a ciertas sustancias.

Luhmann (2007) hace una interesante precisión respecto a las objeciones que la teoría de
sistemas abiertos le hace a la clausura operativa del sistema. Reconoce el autor la necesaria
apertura de los límites para que el sistema, en este caso la neurona, no caiga en un aislamiento
termodinámico, que le causaría la muerte. Plantea la necesidad de la apertura energética para
los elementos de orden biológico, físico y químico que garantizan la vida del organismo. Pero,
simultáneamente, la neurona se cierra de forma selectiva con el entorno. Lo cual permite que el
sistema pueda tener operaciones propias que provocan al mismo tiempo nuevas operaciones,
en simultaneidad (Elliott et al., 2012) con los procesos de intercambio de materiales con el
entorno. Es decir, puede mantener la selectividad para ciertas operaciones autónomas y abrir
sus límites para el intercambio diferenciado para los flujos de energía vital.

Así la neurona realice con autonomía la generación del potencial receptor y el potencial de
acción, la célula requiere la entrada de elementos básicos para la vida como agua, glucosa y
oxigeno, entre otros. Estos elementos operan en un continuo de materialidad que no respeta
los límites del sistema (Luhmann, 2007) y, del mismo modo, ocurre la salida de elementos que
resultan del metabolismo, para ser eliminados.

En conclusión, la neurona mantiene un cierre para los procesos funcionales especializados y se


abre para los procesos primitivos y básicos, que aseguran la vida del organismo. En este
planteamiento, coincide Luhmann con Bertalanffy, quien considera que “los organismos son
en el fondo sistemas abiertos, es decir, sistemas que intercambian materia con el medio
circundante” (Bertalanffy, 1976).

Para el momento histórico en el cual Bertalanffy construyo su teoría, dado el mecanicismo


analítico de la época, las teorías de este autor leyeron con novedad las neurociencia del
momento, pero vistos en este momento, desde una perspectiva histórica de la ciencia, se
pueden complementar en algunos aspectos con los estudios actuales sobre la temporalidad en
los sistemas cerrados. Esta discusión epistémica se deja planteada para posteriores trabajos de
investigación y se aborda en el presente trabajo solo de manera general, para comprender el
funcionamiento temporal de la conciencia.

Llinás (2003) considera al cerebro como un sistema autorreferencial, dado que, según el autor,
éste no requiere la información del exterior para la génesis del movimiento. Cita de forma
extensa las investigaciones de Brown, quien demostró que la entrada sensorial es fundamental
para modular el movimiento, pero no para generarlo. Lo que Llinás llama autorreferencialidad,
Luhmann lo denomina autopoiesis (Luhmann, 2007). Llinás lo hace mediante una adscripción
moderada a la lógica de la teoría de sistemas abiertos y las teorías cibernéticas de la
retroalimentación, aunque reconoce con novedad la existencia de sistemas cerrados, capaces de
producir acciones con autonomía. Luhmann lo hace, apoyado en el concepto de autopoiesis de
Maturana y en su propia elaboración sobre la diferencia entre sistema y entorno como fuente
de cambio en el sistema.
Para Luhmann, la autorreferencia (1998) es una función especializada, propia de los sistemas
psíquicos o sociales, los cuales pueden darse cuenta del sentido de las auto-transformaciones
del sistema. Es decir, pueden hacer la observación del sistema, en un mirada de segundo orden.

Luhmann reconoce en los organismos (2007) la capacidad de autopoiesis, pero no la capacidad


de autorreferenciar sus procesos biológicos, físicos y químicos. Para el autor, esta última es una
capacidad, que han logrado la psiquis y los sistemas sociales, mediante procesos evolutivos de
alta diferenciación. Reconoce que para la autorreferencia se requiere la autopoiesis, pero no al
contrario, puede existir autopoiesis en algunos organismos vivientes que no están dotados de
conciencia.

Llinás (2003) usa el concepto de representación anticipatoria para nombrar las imágenes que,
mediante un proceso de integración, agrupan un conjunto de transformaciones universales,
que representan el mundo externo. Aunque Llinás reconoce la capacidad creativa del cerebro, a
partir de las propias imágenes integrales y no supedita esta creación a las dependencias del
exterior, para él, están ligadas a las señales sensoriales nacidas del mundo externo.
Independientemente de su complejidad, el cerebro, las procesa y las devuelve en forma refleja a
ese mismo medio.

Se podría plantear que, a diferencia del constructivismo radical de Luhmann, Llinás presenta
un constructivismo moderado, soportado en las teorías cibernéticas, que tienen su origen en las
teorías de sistemas abiertos. De todas maneras, es evidente en Llinás (2003) la hipótesis del
sistema cerrado, como sistema autoactivado, es decir, equipado para generar imágenes
intrínsecas.

Llinás se encuentra a medio camino entre los dos paradigmas de sistemas (abiertos y cerrados),
lo cual puede ser explicado por los contextos de época de la producción académica del autor.
Es mas, puede ser que usa estas dos concepciones para explicar fenómenos distintos y, en este
abordaje mixto, lo haría de igual manera que Luhmann. Esta discusión epistémica se deja solo
esbozada y se aborda en futuras investigaciones y, como en el caso de Bertalanffy, se revisa de
forma general en el presente trabajo, dada la utilidad de la discusión para la comprensión de la
temporalidad de la conciencia.

A continuación, se presentan dos paradigmas para al estudio de la fisiología de la conciencia: El


primer paradigma y tal vez el de mayor aceptación actual, el topológico, con énfasis en la
espacialidad y la segunda propuesta, que se encuentra en construcción, y a la cual la presente
investigación desea aportar, es la perspectiva cronológica, que propone la mente humana como
resultado de la temporalidad autogenerada.

La primera corriente estudia las conexiones entre las diversas áreas especializadas del sistema
nervioso y explica, mediante la integración funcional, la aparición de los procesos psicológicos;
la segunda se especializa en el estudio de las sincronizaciones temporales y deduce de esta
forma la unidad funcional del sistema.

La primera propuesta considera la conciencia humana como resultado del funcionamiento, en


paralelo, de áreas de procesamiento jerárquico, que pasan la información de áreas primarias, a
secundarias y de éstas a las áreas polimodales, que se integran (Doesburg et al., 2009) para
generar la conciencia. La segunda propuesta propone que las estructuras pueden servir en un
momento dado para un proceso y luego para otro, dependiendo de la función. Esta
polivalencia produce una temporalidad diferenciada, que puede ser auto-observada por ella
misma como autobiografía. Es decir, puede generar conciencia transitoria y cambiante de la
historia de la temporalidad.

Por ahora, se presentan los dos paradigmas de forma general, y en los resultados de la
investigación se entra en detalle y se argumenta, en perspectiva neuroanatómica, la novedad
que aporta este trabajo para la lectura de la fisiología temporal de la conciencia, según la teoría
de sistemas con clausura operacional y sistemas autopoiéticos.

Damasio considera la mente como:

…una impresionante consecuencia de la incesante y dinámica elaboración de


mapas en el cerebro. Las imágenes presentes en la mente son los mapas
momentáneos que el cerebro levanta de todo y cualquier cosa, tanto dentro de
nuestro cuerpo, como a su alrededor, tanto de forma concreta, como abstracta,
real o previamente grabado en la memoria (2010).

Desde esta perspectiva, el cerebro y la mente humana representan el mundo externo e interno
en forma de mapas guardados, para poder usarlos posteriormente en los procesos temporales
de anticipación de la acción frente al otro. Para el autor, la mente humana es capaz de hacer
mapas de las múltiples situaciones propias y externas y luego hacer con ellas mapas abstractos
y unificados, hasta llegar a construir cartografías (2010), inclusive de sí mismo.

Damasio propone los procesos de percepción, en cualquiera de las modalidades, como el


resultado de la capacidad cartográfica del cerebro (Damasio, 2010). La temporalidad, para el
autor, es importante y la considera sobre todo, como la necesidad de anticipación de los
organismos para poder supervivir. En la medida que puedan unificar temporalmente sus
acciones y predecir el comportamiento del otro, predomina en él la concepción de la mente
humana como un sistema. Reconoce la importancia de la anticipación de la acciones, pero
privilegia la concepción de la mente como cartografías; mas que un sistema productor de
temporalidades.

Llinás, por el contrario, presupone la espacialidad, pero hace un mayor énfasis en el mapeo
temporal del cerebro. Resalta la novedad del estudio de la temporalidad sobre el mapeo
espacial propio de Damasio, y muestra, en una perspectiva historica lo difícil que resulta este
tipo de estudios, pues, según el autor, implica:

…comprender la dinámica de la función cerebral. Básicamente, la filosofía


prevalente en nuestros estudios se ha basado en la electroanatomía (cuál neurona
inhibe, o cuál neurona excita, y a quién), pero esto no basta. Pese a que, en general,
hoy en día cada vez se acepta más el concepto de mapeo temporal, éste ha sido un
parámetro descuidado en la neurociencia (2003).

Llinás considera importante el mapeo espacial para la construcción de unidades perceptuales,


como unidades topológicas que actúan de forma conjunta con el mapeo temporal y explica así
la manera como se sincronizan el espacio y el tiempo. Llinás es radical sobre el papel que
desempeña el tiempo en la construcción de la realidad y lo que él denomina el mecanismo
neurológico básico de la unidad percepctual, al poner juntos los componentes sensoriales
independientes, en la llamada “unión cognoscitiva” (2003). En forma explícita concibe la
mente humana como temporalidad.
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