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1. INTRODUCCIÓN
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En la medida en que la intervención del Estado en la Economía fue en
aumento, éste se valió de mayores recursos para desarrollar sus actividades
AR C H I VO S
y los impuestos constituyeron porcentajes crecientes del ingreso nacional.
El papel del Estado en las economías actuales es en alto grado una
consecuencia de la creciente complejidad e interdependencias que presenta Marzo 2008 (0)
la sociedad moderna. Mayo 2005 (1)
Gran parte de la actividad gubernamental se ocupa de determinar la Abril 2005 (5)
provisión y financiación óptima de los bienes públicos.
La economía de mercado funciona para la provisión de bienes privados, en C A T E GO R Í AS
los que puede aplicarse el principio de exclusión donde el consumo de un
agente económico depende de que éste pague el precio, en tanto que otro
agente económico que no lo paga, queda excluido. El consumo de los bienes Apuntes
privados es rival, puesto que el consumo de un bien por un agente Links
económico reduce los beneficios obtenidos por los demás.
A diferencia de los bienes privados, los bienes públicos tienen un consumo no SI N D I C A C I Ó N
rival y por lo tanto es inapropiado para ellos el principio de exclusión. Se
ofrecen conjuntamente a la comunidad toda en el sentido que los beneficios
se otorgan de forma colectiva a la sociedad. RSS 1.0
Otra característica de los bienes públicos es que no son divisibles y por ende RSS 2.0
no pueden venderse en unidades por separado. Atom
La empresa privada, por los motivos antes expuestos, no puede proveer
estos bienes ya que no puede venderlos a los individuos y no puede excluirse
a nadie de sus beneficios. El mejor ejemplo de un bien público lo constituye
la defensa nacional, que recae en forma indivisible sobre toda la comunidad.
La decisión del sector gubernamental respecto a los bienes públicos difiere
substancialmente del sector privado. La forma de resolver la provisión y
financiación de los bienes públicos pertenece al terreno de la teoría de la
elección pública. En el sector privado los individuos expresan sus opiniones
por lo que Samuelson1 ha dado en llamar “votos monetarios” por los bienes
que desean. En la esfera política emiten votos para elegir a sus
representantes y la cuestión clave reside en cómo expresan los votantes sus
preferencias por los bienes públicos, habida cuenta que su consumo
individual se reduce en la medida que se producen transferencias al sector
público.
El problema de la elección de los bienes públicos se simplifica si todo
ciudadano tiene acceso al voto directo y derecho al uso de la palabra
(democracia directa).
En grupos pequeños las decisiones se alcanzan con procesos de negociación y
regateo, pues cada contribución individual es sumamente importante para el
resto de los individuos.
Estas soluciones son incompatibles cuando la contribución individual es
pequeña para ser decisiva y las decisiones individuales deben trasladarse a
decisiones presupuestarias a través de un proceso político que represente
dichas preferencias mediante un sistema de votación mediante la
representación de los partidos políticos que adoptan la decisión final por
delegación de los votantes.
En un extremo podemos ubicar la regla de la unanimidad o del consenso
completo, aplicable solamente a aquella producción de bienes públicos sobre
la que existe un acuerdo total.
Esta regla tienen mucha relación con el óptimo de Pareto respecto del
bienestar económico, por lo que un comportamiento racional en la provisión
de bienes públicos que beneficie a una o más personal y no perjudique a
nadie, recibirá un apoyo unánime.
La regla de la unanimidad desarrollada por el economista sueco Wicksell evita
un daño para quienes no deseen el cambio y ofrece una máxima protección a
los intereses de la minoría. Puede aplicarse en grupos pequeños, que harán
concesiones con respecto a algunas medidas con el fin de obtener la
aprobación de otras que sean de su interés.
Como regla general, la unanimidad para la provisión de bienes públicos
resulta inaceptable, debido a la complejidad de las actividades
gubernamentales que harían intolerable el tiempo y el esfuerzo necesario
para lograr el consenso completo. Inclusive es imposible en las funciones
gubernamentales distributivas que implican la transferencia de riqueza de
algunas personas a otras, cambio que algunos jamás admitirían.
En la visión moderna de la democracia, se acepta que a cada persona le
corresponde un voto. La regla utilizada habitualmente es la de mayoría
simple.
Un votante racional es consciente que la probabilidad de que su voto afecte
al resultado final es prácticamente irrelevante. Puede decirse que los
votantes lo hacen por un sentido de “responsabilidad” que aceptan como
miembros de una sociedad democrática.
Para evaluar la calidad de las reglas de la votación, debe observarse:
a) que el resultado no sea arbitrario.
b) que sea representativo de las preferencias de los votantes.
c) que no sea distorsionado por el comportamiento estratégico.
La regla de la mayoría no debe conducir a resultados arbitrarios, situación
que no se produce bajo otros sistemas de votación como el de pluralidad o
votación por puntos. Existe la posibilidad que se produzcan inconsistencias,
las que pueden resolverse con nuevas votaciones sobre las alternativas
preferidas.
3. DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
4. LOS “CIUDADANOS-VOTANTES”
Como hemos señalado, el político puede verse como un empresario que trata
de maximizar votos para mantenerse en el poder.
Los políticos deben enfrentarse a elecciones frecuentemente (cada 2, 4 ó 6
años) y a menudo las presiones electorales suelen llevarlos a tomar
decisiones basadas en su corto horizonte temporal.
En los Estados Unidos todo el mundo estaba de acuerdo que el déficit fiscal
era perjudicial para el ahorro y la inversión. Sin embargo en la última década
se ha ido posponiendo la adopción de medidas para eliminar el déficit y el
conjunto de medidas del Presidente Clinton destinadas a tal fin ha sido
aprobado por un escaso margen.
La adopción de medidas dolorosas (cirugía mayor) mejora los resultados
económicos en el futuro, pero los políticos que se presentan a su reelección
son contrarios a afectar su popularidad en el corto plazo. Les preocupa en
general más la reelección que los problemas económicos futuros.
Esta tendencia puede llevar a presentar programas rentables a corto plazo y
a evitar los que tienen horizontes futuros difusos.
Retomemos el tema de la opinión pública. El político mediocre, timorato y
utilitario puede ocultar lo que sabe y para no ofender a la mayoría, calla o
finge estar de acuerdo con la opinión dominante. El político convencido,
audaz y visionario. Puede que el 92,5% de la población opine que la raíz
cuadrada de nueve es seis. Un verdadero demócrata asumirá el riesgo de ser
incomprendido (y por lo tanto, perder), pero proclamará que la raíz cuadrada
de nueve es tres. La democracia no presupone que la mayoría siempre tenga
razón, presupone que tiene derecho.
Al elitista le importan las “raíces cuadradas”, el demagogo sostiene que si la
gente dice seis, es seis. El demócrata defiende la verdad pero se somete al
veredicto de la mayoría. Más que vencer le importa convencer.
9. DESCENTRALIZACIÓN FISCAL.
10. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA