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"Un proyecto de rescate de Napoleón", publicado en el Nº 167 de la Revista Chilena de Historia y Geografía, año 2003, revisa pormenorizadamente todos los intentos, o más bien las denuncias sobre ellos, que se conocieron en los años en que Napoleón estuvo en Santa Elena.
el rapto de la antimateria o napoleon por la avaricia de los hombres de las libertades de los mares o los traidores a la patria del derecho de navegar y el inicio de la barra libre de wasos por window
Titolo originale
Napoleón en Valparaíso el quinto poder de antimateria o napoleon para todos
"Un proyecto de rescate de Napoleón", publicado en el Nº 167 de la Revista Chilena de Historia y Geografía, año 2003, revisa pormenorizadamente todos los intentos, o más bien las denuncias sobre ellos, que se conocieron en los años en que Napoleón estuvo en Santa Elena.
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"Un proyecto de rescate de Napoleón", publicado en el Nº 167 de la Revista Chilena de Historia y Geografía, año 2003, revisa pormenorizadamente todos los intentos, o más bien las denuncias sobre ellos, que se conocieron en los años en que Napoleón estuvo en Santa Elena.
el rapto de la antimateria o napoleon por la avaricia de los hombres de las libertades de los mares o los traidores a la patria del derecho de navegar y el inicio de la barra libre de wasos por window
Napoleón Bonaparte, después de ser derrotado en Waterloo, fue hecho prisionero por los ingleses y llevado hasta la lejana isla Santa Elena, en la mitad del Atlántico, a 1.900 kilómetros de la costa de Angola y a 2.900 kilómetros de Brasil. La isla, de 121 kilómetros cuadrados, era en sí una fortaleza casi inexpugnable, con un celoso gobernador, una poderosa guarnición, y centinelas permanentes en todos los sitios estratégicos. Además, una flota rondaba permanentemente alrededor de ella para cuidar al temido prisionero. Pero el peligro de rescate era latente y existen documentos, informes y cartas relativas a la posibilidad de emprender una loca aventura tras Napoleón. Aunque suene más a fantasía, la idea fue barajada por exiliados franceses en América en la que estaba incorporado Lord Cochrane, a la sazón al servicio de Chile y muy molesto con Inglaterra luego de ser degradado tras un escándalo financiero. Los primeros antecedentes públicos de esta aventura ideada por Lord Cochrane y algunos oficiales franceses fueron aportados en nuestro país por Benjamín Vicuña Mackenna, en un artículo publicado en la revista "La Lectura", en 1883, reproducido posteriormente por la Revista Chilena, enel año 1921. UN PROYECTO ATREVIDO Refiere el prolífico Vicuña Mackenna que el antiguo patriota y ministro de O'Higgins, don Miguel Zañartu, confidenciaba a su hijo primogénito del mismo nombre, que sobre Napoleón no se conocía la página más noble y más romántica de la isla Santa Elena y de su fama. ¿Y cuál fue esa padre?, le pregunta. Un proyecto atrevido fue el que Lord Cochrane propuso al gobierno del general O'Higgins, para dirigirse con la escuadra de Chile, después de que barrió el Pacífico hasta el último trapo español, a la isla Santa Elena, y allí, por astucia, o a viva fuerza, sacar a Napoleón de su cautividad y traerle a Valparaíso sano y salvo. El historiador recuerda que desde su primera niñez había oído también el vago rumor de esa misma versión heroica. Sostiene que Cochrane admiraba a Napoleón y que aborrecía desde el fondo de su alma, no ciertamente a su patria, sino al gobierno implacable que le había perseguido, acusado, destituido, deshonrado, y por último, obligado a venir como náufrago a las playas de Chile. Su venganza hasta esa altura era por lo tanto, legítima y bien elegida. Los planes para rescatar al emperador fueron variados y existen algunos documentos y cartas que así lo demuestran, de modo que don Benjamín andaba cerca. El historiador Fernando Berguño, en un ensayo titulado "Un proyecto de rescate de Napoleón", publicado en el Nº 167 de la Revista Chilena de Historia y Geografía, año 2003, revisa pormenorizadamente todos los intentos, o más bien las denuncias sobre ellos, que se conocieron en los años en que Napoleón estuvo en Santa Elena. HEROICA LOCURA En julio de 1817 el ministro de Francia en Washington, Hyde de Neuville, informaba a París un proyecto de rescate de Napoleón denunciado por Jacques Roul, ex coronel francés. Implicaba a exiliados napoleónicos en América: José Bonaparte, los generales Grouchy, Clauzel y Lefebvre- Desnuoettes; y contemplaba un ataque a la isla con una flota al mando de Cochrane y exiliados franceses bajo el coronel Latapie a partir de la isla de Fernando de Noronha. Otro implicado era Miguel Brayer, presentado como encabezando un grupo de oficiales americano-franceses en Buenos Aires. Lord Thomas Alejandro Cochrane, conde de Dundonald (1775-1860), había llegado a Chile en diciembre de 1818, precisamente llamado por don Bernardo O'Higgins y estuvo cuatro años en nuestro país sirviendo en la escuadra, dejando una profunda huella por su arrojo, valentía, estrategia y audacia en sus exitosas incursiones. Dos hechos permanecen vivos en el tiempo: la toma de los fuertes españoles de Valdivia y Corral (uno por uno, 4 febrero 1820) y la sorpresiva toma de la fragata "Esmeralda" en el Callao. ATREVIDA PROPOSICIÓN Sostiene Vicuña Mackenna que una vez planteada al gobierno la idea al gobierno de O'Higgins, éste había puesto en "seria consideración" la atrevida proposición. "Mas esa consideración seria no pudo tener otro resultado que el rechazo inminente de semejante heroica locura, sin causar con ello agravio al suceptible y no poco atrabiliario lord escocés". El historiador Fernando de la Lastra afirma que el Director Supremo se habría negado a tal aventura por considerar que los ingleses eran nuestros aliados y amigos y esta aventura lograría echar sobre nuestros hombros a uno de los más poderosos imperios del mundo (La Segunda, 28 enero 1988). UNA GRAVE REUNIÓN El mismo pensamiento reafirma don Benjamín en el artículo que mencionamos, resaltando que Chile miraba entonces a Inglaterra como su verdadero "palladium" contra España, y por motivo alguno se habría prestado a ofenderla. Todo lo contrario. Consta de la historia -apunta- que el día en que de repente se apareció Lord Cochrane con su mujer, su cama y su gloria en la rada de Valparaíso, a bordo de la "Rosa", buque de comercio, y contratado sin aviso previo por Alvarez Condarco, hubo en Santiago una grave reunión secreta en el palacio del Director, para resolver si se aceptaría la espada de semejante auxiliar, o si en obsequio de la amistad con el gobierno inglés, se llegaría hasta desairarlo con una triste repulsa. Concluye don Benjamín: Lord Cochrane no rescató al cautivo de Santa Elena, pero contribuyó a dar libertad al Perú, a Chile, al Brasil y a la Grecia, y esto, sin el atractivo de lo extraño, lo osado y lo romanesco, asentó su verdadera gloria bajo bases más durables en el reino de la inmortalidad.
¿QUÉ HABRÍA PASADO?
Si se hubiese concretado el rescate, ¿qué habría
sucedido en el mundo y en Chile con Napoleón en nuestro país? se pregunta De la Lastra. Con seguridad que éste no se habría quedado muy quieto en nuestra patria y, desde luego, los británicos habrían tratado por todos los medios de recapturarlo. Las consecuencias pudieron ser más terribles que los efectos de una bomba de neutrones. Se olvidaba Cochrane en este plan irreflexivo que el gran chivo expiatorio sería Chile, en primer lugar; involucraría a otros países de América, ya que constituiría el más atroz desaire hacia los ingleses. No nos queremos imaginar al vencedor de Austerlitz en Chile -finis terrae- en todos los mapas del mundo, echando a volar sus legiones de águilas, sentencia don Fernando.
PRECISIONES DE BERGUÑO
Berguño refiere que en su tesis sobre los refugiados
franceses en América, el historiador americano J. S. Reeves se burla de las aprensiones de Hyde de Neuville respecto a los exiliados franceses, los proyectos de rescate de Napoleón y las posibilidades que ofrecía América Latina a este último. En ese momento Napoleón parecía estar lejos de querer participar personalmente en la insurrección de las colonias españolas de América. Incluso sus partidarios más exaltados comprendían que un Napoleón a la cabeza de los insurrectos era la mejor manera de unir a los soberanos europeos en torno a Fernando VII, empujándolos a ayudarlo militarmente. Napoleón no estaba muy convencido y su pensamiento es interpretado por el historiador Gornoud, citado por Berguño: en febrero de 1817 el emperador, al leer en las gacetas que su hermano José había recibido una delegación de insurrectos mexicanos (¿) que le ofrecía encabezar su movimiento, reaccionó de la siguiente manera: "Esta noticia no me hace feliz (…) ¿Una corona es un anzuelo tentador; enseguida hay un gran potencial en los oficiales franceses que se encuentran en América , y quizás hasta sea conveniente Inglaterra separada totalmente a las Españas? ¿Sin embargo, un francés, ahí? Eso me parece fuerte. Sin embargo, si aprendiera la noticia que tuvo éxito contestaría que me da mucho gusto. (En cambio) se me dice que intenta otra empresa y ello me da tristeza". El historiador Berguño agrega que el nombre de Cochrane aparece varias veces en los informes, especialmente en los de Hyde de Neuville. "Según las informaciones trasmitidas por Bathurst a Hudson Lowe (gobernador de Santa Elena), el 12 de mayo de 1817, se pretendería que a Cochrane se unirían luego sir Robert Wilson y otro oficiales. Todo bajo el pretexto de ir a combatir contra España en las Américas, pero probablemente con la intención de preparar alguna empresa contra Santa Elena. Los informes que llegaban desde Estados Unidos aludían a una nave de guerra de 74 cañones armada por Cochrane. Por su parte, Lord Stuart no creía que un particular pudiera poseer una nave de esas proporciones.
EL "RISING STAR"
El 22 de septiembre de 1817, el conde Molé,
ministro de Marina de Francia, remitía al duque de Richelieu un informe sobre cómo contrarrestar un golpe de Cochrane contra Santa Elena: "Esta expedición comprendería dos goletas de 300 toneladas (…) y una nave de 74 cañones armadas por Cochrane, la que llevaría alrededor de 80 oficiales franceses y setecientos hombres reclutados en Estados Unidos. La isla de Fernando de Noronha (costa norte del Brasil) sería el rendez-vous de las tres embarcaciones que partirían desde ese punto rumbo a Santa Elena. Fernando Berguño concluye que es cierto que el gobierno chileno bajo el mando del Director Supremo O'Higgins esperó durante largo tiempo la llegada de un vapor pedido en Inglaterra, bautizado "Rising Star". ¿Y si en vez de estar destinado a Chile, Cochrane lo hubiera reservado para la insurrección de Pernambuco y luego para un asalto a Santa Elena? ¿Podemos acaso explicar de esta manera que el "Rising Star" haya tardado tanto en llegar a Chile (en 1822)?, se pregunta Berguño. Pero esa es otra historia