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Análisis: “Meek’s cutoff” (2010)

de Kelly Reichardt
Publicado por David Sala el 20 febrero, 2015

Presentación
Meek’s cutoff es una de esas películas en las que vale la pena involucrarse.
De hecho, es imprescindible ser espectador activo para disfrutarla como se
merece. La directora nos propone una película contemplativa. Lenta, pero
para nada pretenciosa; minimalista, pero cargada de contenido. El ritmo es
el que el film requiere y la recompensa es suculenta. Que empiece el viaje.

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CONTIENE DETALLES DE LA TRAMA

La historia
Antes de meternos en un análisis profundo, refresquemos brevemente los
acontecimientos que suceden en el film. Los personajes realizan un viaje
colonial a través del desierto guiados por Meek, un conocedor del
territorio. Los colonos, en un momento de desorientación y falta de agua,
se encuentran con un nativo y en lugar de matarlo como sugiere Meek,
deciden apresarlo para que les conduzca hasta algún río cercano. Después
de un largo camino y algunos conflictos de poder, el monótono paisaje
desértico se rompe y llegan a un lugar con un árbol, pero sigue sin haber
rastro del agua. Se plantea el dilema de si mantener la fe en el indio o no.
Sin embargo, la incógnita de si los personajes sobreviven, mueren de sed o
bien son conducidos a una muerte a manos de los indios no se resuelve y la
película parece acabar sin dar respuesta. ¿Final abierto?

Análisis

Es de destacar que la primera escena nos presente a los personajes


cruzando un río, literalmente sumergidos en el agua. Primera ironía, pues
este será el elemento que perseguirán el resto de la película. “Meek’s
cutoff” nos plantea un viaje que es una búsqueda constante, una
supervivencia cargada de épica realista. El drama se teje entre personajes
anti-heróicos que a su vez tienen que lidiar con problemas mundanos.
Alfred Hitchcock consideraría que los pequeños conflictos que se son
muestra están tratados de manera anti-cinematográfica; por ejemplo
reparar el eje de un carro para poder seguir avanzando, hecho que lo único
que hace es retrasar la acción importante sin aparentemente aportar nada.
Sin embargo, Meek’s cutoff utiliza un suspense contemplativo que poco
tiene que ver con el suspense Hitchcockiano. La película nos proporciona
elementos para sospechar que detrás de este conflicto por la supervivencia
hay algo más profundo en juego.

La búsqueda de agua, por un lado, es una excusa para desarrollar toda una
serie de conflictos de poder entre los personajes. Por otro lado, también
podemos decir que es una búsqueda mucho más trascendental y
metafísica. En un lenguaje simbólico y arquetípico, Carl Gustav Jung
relaciona el agua con la espiritualidad. ¿Podría ser que el film presentara
pistas para suponer que los personajes están abocados en un viaje de
búsqueda espiritual? Ya desde el inicio, el niño lee en voz alta, animado por
su padre, pasajes religiosos y precisamente las primeras palabras que se
pronuncian en la película son estas:

“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la misma
tierra de la cual fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás. Y
Adán llamó Eva a su mujer porque ella sería la madre de todo ser
viviente. Para Adán y para su mujer hizo Dios abrigos de piel y los vistió.
Y Dios dijo: Contemplad… el hombre ya es uno de nosotros, pues tiene
conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y
también tome del fruto del árbol de la vida, y coma, y viva por siempre.
Entonces, Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del
Edén para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho.
Luego de expulsarlo, puso al oriente del Jardín del Edén a los
querubines, y una espada ardiente que se movía por todos
lados para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.“
No puede ser casualidad, pues, que al final de la película los personajes se
encuentren con un árbol. Ese árbol de la vida tiene una carga simbólica
muy potente, y es una primera clave para entender mejor un final que
puede resultar decepcionante por no dar respuesta al conflicto de
supervivencia terrenal. Queda claro entonces que la búsqueda de agua
trasciende lo material.

Reafirmando esta idea de lo trascendental, tampoco es para nada casual


que a mitad de la película los colonos se encuentren con un yacimiento de
oro. Los hombres se llevan la pepita a la boca para morderla y comprobar
que es oro. Este acto de morder subraya la idea de contraponerlo al
alimento. Otra de las ironías del film. El oro no da vida. Ante la necesidad
de agua (lo espiritual, respuesta existencial), el oro (éxito material) es inútil
y no alimenta al alma, así que obviamente el grupo continúa su camino.
Otros ejemplos se dan a lo largo del film cuando tienen que liberar peso de
las carretas (desprendimiento de lo superfluo) o cuando pierden una
carreta entera (camino de sacrificios).

Propongo ahora volver atrás. Dijimos que la búsqueda era una especie de
excusa para mostrar los conflictos humanos que surgen en el grupo de
colonos. Quizá estos conflictos sean realmente los más atractivos del film,
más allá de una lectura mística. Sin embargo, ambas cosas están
relacionadas, y vamos a tratar estos conflictos como dilemas existenciales.
“Yo soy un pecador, pero él es peor, porque no sabe que está pecando.”

Interesantísima es la figura de Meek. Un tipo carismático que percibimos


como curtido en mil anécdotas y aventuras. Tras esa primera impresión,
descubrimos que es prejuicioso, manipulador y despiadado. El grupo le
escucha por su experiencia, aunque es una experiencia que en ningún
momento de la película demuestra ser fructífera. Inculca en los demás, a
través de sus historias, su propio miedo hacia los nativos, su propio miedo
al otro, a lo desconocido. Los colonos en varios momentos sospechan no
solo que Meek no tiene ni idea de cuál es el camino, sino que además
podría estar alejándolos deliberadamente de la ruta correcta. Meek, con
todo, prácticamente sólo aporta elementos negativos al grupo. El
alejamiento de la ruta correcta únicamente puede significar que Meek
representa el alejamiento espiritual. Meek es el representante de la política
del miedo, de la ignorancia y de las palabras vacías. “El infierno está lleno
de Meeks”, por usar una expresión parecida a las suyas y que destaca su
conocimiento del inframundo. Meek tiene, simbólicamente, algo de
serpiente seductora, de arquetipo de la sombra y de ángel caído. Es el único
personaje que en sus atuendos lleva un color que rompe con la gama
cromática desértica, y precisamente este color es el rojo. El color de la
tentación y del fruto prohibido, del diablo y del infierno.
La figura del nativo es un enigma no resuelto para los personajes. Es el
mensaje incomprendido, el símbolo de la incomunicación. En lectura
mística, su presencia tiene más elementos angelicales que demoníacos. El
caballo blanco, su primera aparición desde lo alto de una montaña
observando ingenuamente al grupo de colonos, su temple pacífico. Al final
de la película lleva a los personajes hasta el árbol de la vida, pero este árbol
sigue siendo otro enigma. El conflicto que plantea el indígena al grupo
tiene que ver con cómo nos ponemos de acuerdo para afrontar la
incertidumbre. Cada personaje trata al indígena en relación a cómo aborda
lo desconocido.

Solomon es la figura de la razón. Su nombre también supone una


referencia bíblica que no podemos obviar (Salomón, profeta caracterizado
por su sabiduría y discernimiento de lo bueno y lo malo). El personaje de la
película mantiene optimismo de cara al exterior pero lejos de ser un
ingenuo es un escéptico inteligente. No tiene miedo a tomar decisiones, a
diferencia del resto del grupo que sí necesita una figura de autoridad. Su
humanidad le lleva a perdonar la vida al indio a pesar de las sugerencias de
Meek. Él es la figura de la conciencia necesaria para descifrar el enigma
existencial.

Emily es claramente la protagonista del film y expresamente he retrasado


su aparición en el análisis. Es una mujer fuerte y de pensamiento
independiente con la mala suerte de nacer en una época histórica en la que
el papel de la mujer era absolutamente secundario. Este es, sin embargo,
un western no solo femenino sino también un gran alegato
humanístico y feminista. Entendiendo al feminismo, obviamente, como
reivindicación de una igualdad de género.

Si nos fijamos en el punto de vista que nos introduce la cámara, la


subjetividad es siempre femenina. El espectador comparte la visión de las
mujeres del film. El espectador es en principio un sujeto pasivo,
contemplativo de la acción. Las mujeres cumplen ese mismo rol en un
grupo dominado por hombres. Al inicio de la película se le hace un juicio a
Meek; sin embargo, este juicio es en fuera de campo, pues es un juicio en el
que solo participan los hombres. Sistemáticamente este proceso se repite.
Cuando los hombres tienen que tomar decisiones, se los muestra en plano
general y las mujeres observan desde lejos. Otro ejemplo: la cámara se
queda con las mujeres cuando los hombres toman los caballos para buscar
agua. Por contra, el ángel… ups, digo, el indígena, sólo será al principio
visible para las mujeres (y para el niño).

Hay otra curiosidad más. Una de las primeras cosas que me sorprendió fue
que la película no tuviera un formato panorámico. La imagen es cuadrada,
y eso es una decisión tomada expresamente. ¿Por qué, con lo hermosa que
es la fotografía de la película, renunciar a un formato que aún haría
aprovechar más la belleza del paisaje y el horizonte? La respuesta está en el
tipo de sombreros que usa la mujer de la época. El espectador tiene que
conectar con ese punto de vista deliberadamente limitado.

Emily será la que proporcione humanidad al trato con el indígena,


ofreciéndole comida, agua y reparando su calzado. Su respuesta a lo
desconocido es el acercamiento prudente, el intento de comprender y
empatizar. Es el punto completamente opuesto al personaje de Meek y esta
rivalidad es evidente a lo largo de toda la película hasta el punto en el que
podemos decir que no hay ningún momento en el que estén estos dos
personajes encuadrados en el mismo plano. Con una importantísima
excepción: se les encuandra a los dos cuando Emily le apunta con su rifle,
defendiendo al nativo. Este es el momento de quiebre más importante de la
película. La mujer toma las armas y cumple un papel activo en el conflicto,
Eva domina a la serpiente. Esta es la primera conquista del poder femenino
del conocimiento, anteponiéndose a todo lo que dijimos que representa
Meek (política del miedo, ignorancia…). Pero incluso a nivel pragmático, es
destacable el impacto y la fuerza de la imagen que produce una mujer del
año 1845 con la valentía de anteponerse de manera radical ante un hombre
como Meek.

Cuando se llega al árbol de la vida, la hegemonía masculina está rota. Por el


camino, uno de los hombres, el representante religioso, ha desfallecido de
sed. Y de hecho ha decidido no beber, lo cual nos habla de su moral
fatalista de mártir, de sacrificio cristiano. Una vez el grupo llega al árbol,
surge la idea disparatada de volver hacia atrás, una negación a todo
progreso. Pero bajo la sombra del árbol de la vida, hay un cambio de
tendencia en la toma de decisiones. Esta vez, se genera un diálogo
democrático en el que las mujeres también expresan su opinión y se
requiere de su participación activa. Solomon, como moderador, es el tipo
de hombre que necesita el feminismo para conseguir la igualdad de género
y el tipo de hombre social necesario para la victoria de la ética humanista
por encima de la ética autoritaria.
Emily observa al indio alejarse en un último plano de la película que parece
preguntarnos… ¿Y tú, espectador, qué opinas? ¿Hacia dónde vamos ahora?
Al igual que la mujer ha podido tener una participación activa, el
espectador, que estaba subjetivado a ese punto de vista, también ha de
despertar de la película y tener un rol activo. Esa es para mí la
trascendencia del árbol de la vida, la espiritualidad perdida y su proceso de
recuperación. Se puede hablar de final abierto sólo desde un punto de vista
anecdótico. Desde un plano existencial, el final de la película es redondo.
Tanto encontrar el agua como encontrar la muerte hubiera resultado
superficial. El conflicto ya había sido resuelto rato antes, cuando Emily
tomó su fusil.

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