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Por su parte la, Teología de la Historia, aunque podría entenderse como una historia de
la religión en su conjunto de ideas, cosmovisión, tradiciones y cultos; más bien hace
referencia a los acontecimientos históricos que, leídos desde la fe (Revelación), tratan
de dar un sentido (no solo último sino también de visión o perspectiva) a la historia
humana, no tratando de dar una explicación de por qué han ocurrido o qué pueda
ocurrir, sino haciendo interpelar la libertad-responsabilidad humana para que tome
conciencia y partido, participe, de un modo concreto o particular (cristiano) sobre lo que
acontece, de manera que incluso lo catastrófico pueda resultar, en la medida de lo
posible, salvífico, dando una visión positiva, luchadora y esperanzada, a la existencia
humana.
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3. ¿Cuál es el principal escollo que ha de salvar una Teología de la Historia?
El cristianismo no es una religión del libro, no es una ideología, sino que sigue a una
persona, Jesucristo, que nos revela cuales son las relaciones queridas por Dios Padre,
entre nosotros, y por tanto, también, con Él. Por lo cual el cristianismo es más bien una
forma de vida, una forma de ver, juzgar y actuar, dentro de la historia particular que nos
toca. Esto hace que la Revelación sea versátil, no una ideología encorsetada, sino que
está abierta, y se ha de hacer hermenéutica para aplicarla a según qué tiempo y ocasión
(kairos) según conveniencia y con prudencia. El peligro, o la tentación, será siempre la
proyección que el hombre haga en su lectura de la Revelación, desviándose de su
centro, de la voluntad de Dios. Pero estamos determinados por influencias externas que,
a la vez que nos dan claves para poder hacer una lectura, al mismo tiempo nos “limitan”
a ellas, en nuestra cosmovisión, que siempre tenderá a ampliarse. Somos hijos de
nuestro tiempo.
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5. ¿Por qué la cristología será la clave de bóveda de la Teología de la Historia?
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9. ¿Por qué el cristianismo emplea el mesianismo para identificar a Jesús y por qué ha
de reinterpretar ese mesianismo?
Jesús no niega ser el mesías esperado, pero reuye de la concepción que el judaísmo
había dado a la expectativa mesiánica. Por ello el cristianismo emplea el mesianismo
para identificar a Jesús como cumplidor de dicha esperanza, pero reinterpretando el
mesianismo idealizado por la interpretación de la tradición judía. Pasando de la idea de
un mesianismo político a un mesianismo escatológico.