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UNIVERSIDAD EAFIT

ESCUELA DE HUMANIDADES

FUNDAMENTOS DE PSICOPATOLOGÍA

INFORME SOBRE LOS TRASTORNOS DISOCIATIVOS Y LOS TRASTORNOS


SOMÁTICOS

AUTORES

CARLOS DANIEL ÁLVAREZ MUÑOZ

JULIANA LONDOÑO NOREÑA

JUAN PABLO VALENCIA ARIAS

PROFESOR

JUAN DIEGO TOBÓN LOTERO

MEDELLÍN, COLOMBIA, 22 DE MARZO DEL 2018


ÍNDICE

SÍNTESIS DEL DSM-5 3


1.1. TRASTORNOS DISOCIATIVOS 3
1.1.1. TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO – 300.14 (F44.81) 3
1.1.2. AMNESIA DISOCIATIVA – 300.12 (F44.0) 6
1.1.3. TRASTORNO DE DESPERSONALIZACIÓN/DESREALIZACIÓN – 300.6 (F48.1) 8
1.1.4. OTRO TRASTORNO DISOCIATIVO ESPECIFICADO – 300.15 (F44.89) 10
1.1.5. TRASTORNO DISOCIATIVO NO ESPECIFICADO – 300.15 (F44.9) 10
1.2. TRASTORNOS DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS RELACIONADOS 11
1.2.1. TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS – 300.82 (F45.1) 12
1.2.2. TRASTORNO DE ANSIEDAD POR ENFERMEDAD – 300.7 (F45.21) 14
1.2.3. TRASTORNO DE CONVERSIÓN (TRASTORNO DE SÍNTOMAS
NEUROLÓGICOS FUNCIONALES) – 300.11 (F44.4-7) 16
1.2.4. FACTORES PSICOLÓGICOS QUE INFLUYEN EN OTRAS AFECCIONES
MÉDICAS – 316 (F54) 18
1.2.5. TRASTORNO FACTICIO – 300.19 (F68.10) 19
1.2.6. OTRO TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS
RELACIONADOS ESPECIFICADOS – 300.89 (F45.8) 20
1.2.7. TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS RELACIONADOS
NO ESPECIFICADOS – 300.82 (F45.9) 21
2. LOS TRASTORNOS DISOCIATIVOS Y SOMÁTICOS DESDE OTROS PUNTOS DE
VISTA 21
2.1. PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA 21
2.2. PERSPECTIVA DINÁMICA 22
2.3. PERSPECTIVA HUMANISTA 24
2.4. PERSPECTIVA COGNITIVO-CONDUCTUAL 24
3. ARTÍCULOS CIENTÍFICOS 26
3.1. DISSOCIATION AND DISSOCIATIVE DISORDERS: CHALLENGING
CONVENTIONAL WISDOM 26
3.2. MODELOS DE ATENCIÓN A LOS SÍNTOMAS SOMÁTICOS SIN CAUSA
ORGÁNICA. DE LOS TRASTORNOS FISIOPATOLÓGICOS AL MALESTAR DE LAS
MUJERES 27
SÍNTESIS DEL DSM-5

1.1. TRASTORNOS DISOCIATIVOS

La esencia de los trastornos disociativos es la pérdida parcial o completa de la integración


psíquica normal, donde hay funciones como la conciencia, la memoria, la identidad subjetiva
y corporal, la emoción, la percepción, el control motor y el comportamiento.

Los síntomas disociativos pueden ser experimentados positiva o negativamente,


dependiendo de si se trata de una intrusión a la conciencia, o una incapacidad para acceder
a ciertas funciones o controlarlas, respectivamente.

“Los trastornos disociativos aparecen con frecuencia como consecuencia de traumas y


muchos de los síntomas […] se ven influidos por la proximidad al trauma” (p. 291)

1.1.1. TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO – 300.14 (F44.81)

El trastorno de identidad disociativo, antes conocido como trastorno de personalidad


múltiple, se caracteriza por dos aspectos: 1) la presencia y manipulación de dos identidades
distintas de forma alternativa o la sensación de ser poseído, esto último en algunas culturas,
y 2) la pérdida de información cuya recuperación suele ser sencilla, como los
acontecimientos cotidianos, la información personal importante y/o los acontecimientos
traumáticos o estresantes (amnesia).

Los criterios diagnósticos de este trastorno son la perturbación de la identidad


caracterizada, por dos o más estados de la personalidad bien definidos; la pérdida de
información incompatible con el olvido ordinario; la presencia de síntomas que deterioran el
área social, laboral u otras áreas importantes en el funcionamiento del sujeto; una alteración
que no aplica a una práctica cultural o religiosamente aceptada; y unos síntomas que no se
explican como efectos fisiológicos de una sustancia psicoactiva u otra afección médica.
Sin embargo, el primer criterio, el de la presencia de dos o más estados de la
personalidad bien definidos, tiene variaciones según la motivación psicológica, el nivel de
estrés, la cultura, los conflictos internos y dinámicos, y la tolerancia emocional, a tal punto
que es imposible observar directamente los estados de personalidad alternativa. En el caso
anterior, el trastorno se identifica por dos grupos de síntomas: 1) el de una discontinuidad
importante del sentido del yo y del sentido de identidad, y 2) el de lapsos recurrentes en la
memoria de acontecimientos cotidianos, relevantes o traumáticos. En el primer grupo, los
sujetos experimentan ser un observador de su “propio” discurso y acciones, pero incapaz de
detenerlos (sentido del yo), o emociones fuertes, impulsos u otras acciones pueden surgir
de repente, sin un sentido de pertenencia personal (identidad del yo); aunque la mayoría de
los síntomas de este grupo son subjetivos, familiares, amigos y el propio clínico pueden
observarlos. En el segundo grupo, están las pérdidas de información remota pero
importante (p. ej., periodos de la niñez, la muerte de un abuelo), lapsos de memoria reciente
(p. ej., de lo que sucedió hoy, de habilidades como la forma de trabajar, leer, usar un
ordenador) y el descubrimiento de una evidencia de sus acciones diarias que no recuerdan
haber realizado (p. ej., alguna compra, dibujos, escritos); son comunes las fugas
disociativas, es decir, estar en un lugar sin saber cómo se llegó.
Sobre el propio reconocimiento de sus olvidos, los individuos con trastorno de identidad
disociativo suelen minimizar sus síntomas amnésicos.
Las identidades que pretenden ser una posesión, se manifiestan como conductas en que
parece que un ser sobrenatural o ajeno ha tomado el control, hasta el punto en el que la
persona comienza a hablar o actuar de una manera muy diferente. Pero, contrario a lo que
se pensaría:

“la mayoría de los estados de posesión en el mundo son normales, por lo general forman
parte de la práctica espiritual y no cumplen con los criterios para el trastorno de identidad
disociativo. Las identidades que surgen durante la posesión en forma de trastorno de
identidad disociativo se presentan de forma recurrente, son no deseadas e involuntarias,
causan un malestar clínicamente significativo [...] y no son una parte usual de una práctica
cultural o religiosa ampliamente aceptada” (p.293-294)

Los individuos con este trastorno suelen presentan otras enfermedades como ansiedad,
depresión, abuso de sustancias, autolesiones, convulsiones no epilépticas y otros síntomas
comunes. También se presentan diferentes tipos de maltrato interpersonal en la infancia y
en la edad adulta y otros acontecimientos abrumadores como procedimientos médicos
dolorosos y largos. Además, la automutilación y el comportamiento suicida son frecuentes.
Según un pequeño estudio comunitario realizado con adultos de Estados Unidos, la
prevalencia en 12 meses del trastorno de identidad disociativo fue del 1,5% (1.6% para los
varones y 1,4% para las mujeres). Las mujeres con este trastorno predominan en la práctica
clínica adulta, pero no en la infantil, y se presentan con mayor frecuencia con estados
disociativos agudos. Los varones suelen mostrar comportamientos más criminales y los
desencadenantes de los estados agudos suelen ser las guerras, las condiciones carcelarias
y las agresiones físicas o sexuales.

El trastorno completo se puede manifestar por primera vez casi a cualquier edad. Sin
embargo, en los niños no es común el cambio de identidad, aunque sí las interferencias
entre los estados mentales. En la adolescencia, los cambios repentinos de identidad se
pueden deber a crisis normales o a primeras etapas de otro trastorno mental, y no
necesariamente al trastorno de identidad disociativo. En las personas mayores hay
trastornos de interferencia como el obsesivo-compulsivo, de paranoia, de amnesia
disociativa, del estado de ánimo de la edad avanzada, entre otros.

Entre los factores de riesgo, que son ambientales, se encuentran el abuso físico y sexual
infantil, u otras experiencias traumáticas como procedimientos médicos y quirúrgicos de la
infancia, la guerra, la prostitución infantil y el terrorismo.
Un peor pronóstico se suele presentar cuando hay abuso continuo, retraumatización
posterior, una enfermedad médica grave, comorbilidad con otras enfermedades mentales y
demora en el tratamiento.

El riesgo de suicidio es de más del 70% en los pacientes regulares o ambulatorios, con
múltiples intentos y conductas autolesivas.

Los síntomas de los individuos con un funcionamiento más alto pueden perjudicar sus
campos personas más que los laborales. Con un tratamiento adecuado, muchas personas
afectadas muestran una mejoría en ambos campos. Sin embargo, algunos continúan con
mucho deterioro en la mayoría de actividades de la vida, respondiendo al tratamiento muy
lentamente, reduciendo de manera global la tolerancia a los síntomas disociativos y
postraumáticos.
1.1.2. AMNESIA DISOCIATIVA – 300.12 (F44.0)

Lo que caracteriza a la amnesia disociativa es la incapacidad para recordar información


personal importante (autobiográfica) incompatible con los olvidos normales, es decir, aquella
que 1) debe almacenarse con éxito en la memoria y 2) normalmente sería recordada
fácilmente; lo que se diferencia de la amnesia permanente por su incapacidad de almacenar
información, debido a un daño neurobiológico o alguna toxicidad. La amnesia puede ser
localizada (p. ej., de un evento o período de tiempo), selectiva (p. ej., de un aspecto
específico de un evento) o generalizada (p. ej., de la identidad y de la historia vital).

La amnesia localizada es la forma más común de amnesia disociativa, donde se es


incapaz de recordar hechos durante un periodo restringido de tiempo. La amnesia selectiva
permite recordar algunos, pero no todos los eventos durante un periodo de tiempo
circunscrito (p. ej., partes de un evento traumático). Y por último, la amnesia generalizada
es la pérdida total de la memoria que engloba toda la vida del individuo, y la menos
frecuente. Se pueden olvidar también algunos conocimientos previos sobre el mundo, tanto
en el aspecto semántico como el procedimental.

Los criterios diagnósticos son: una incapacidad de recordar información personal


importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante, que es incompatible con
los olvidos normales; unos síntomas que deterioran el área social, laboral u otras áreas
importantes en el funcionamiento del sujeto; la alteración no se atribuye a efectos
fisiológicos de una sustancia u otra afección neurológica o médica; y la mayoría de los
indicios apuntan a este trastorno y no al de identidad disociativo, estrés agudo, síntomas
somáticos o neurocognitivo.

Muchas personas con este trastorno poseen una dificultad severa para formar y
mantener relaciones satisfactorias, tienen comportamientos de alto riesgo como la
automutilación y los intentos de suicidio, disfunciones sexuales y síntomas depresivos y
neurológicos funcionales como la despersonalización, los síntomas autohipnóticos y una
elevada capacidad de sufrir hipnosis.

En EE. UU., la prevalencia anual de la amnesia disociativa, según un pequeño estudio


en una comunidad, fue del 1,8% (del 1,0% para los hombres y del 2,6% para las mujeres).
En Asia, Medio Oriente y América Latina, las convulsiones no epilépticas y otros síntomas
neurológicos funcionales pueden acompañar este trastorno. En sociedades muy restrictivas,
los factores causantes no suelen ser explícitos, sino tensiones o conflictos psicológicos
graves.
Las conductas autodestructivas de tipo suicida son comunes en las personas con
amnesia disociativa, especialmente cuando la amnesia remite de repente y la memoria
oprime al individuo con recuerdos intolerables.

El inicio de la amnesia disociativa generalizada suele ser repentino. Las amnesias


localizadas y selectivas rara vez son evidentes, incluso para el propio individuo. Algunos
episodios se resuelven rápidamente (desde minutos), mientras que otros perduran durante
largos periodos de tiempo (hasta décadas).
La amnesia disociativa se ha observado en niños pequeños, adolescentes y adultos. Los
niños suelen ser los más difíciles de evaluar, debido al limitado entendimiento de las
preguntas sobre la amnesia o la poca habilidad de los entrevistadores de adaptarlas a ellos.
Así, para diagnosticar la amnesia en los niños se pueden necesitar informes de varias
fuentes como los maestros, el terapeuta, el trabajador social, etc.

El deterioro de la amnesia disociativa, ya sea localizada, selectiva o sistematizada


(aquella en la que el individuo pierde la memoria para una categoría específica de
información), oscila entre limitado y grave. Muchos sujetos con amnesia generalizada
suelen llegar a ser discapacitados a nivel profesional e interpersonal.

Hay factores de riesgo ambientales tales como las experiencias traumáticas simples o
reiteradas. Existe una mayor probabilidad de que la amnesia disociativa ocurra si hay un
gran número de experiencias adversas en la infancia, particularmente de carácter físico y/o
sexual, violencia interpersonal y el aumento de la gravedad, la frecuencia y la violencia del
trauma.

Cuando los síntomas y signos de la amnesia disociativa se atenúan o desaparecen,


pueden surgir una amplia variedad de fenómenos afectivos como la disforia, la pena, la
culpa, la ideación suicida u homicida, etc. También suelen aparecer síntomas que cumplen
con criterios de trastornos como el depresivo persistente, mayor, especificado o no
especificado; el trastorno de adaptación con estado de ánima o con alteración mixta de las
emociones; el trastorno de estrés postraumático; el trastorno relacionado; y el trastorno de
personalidad, especialmente el trastorno de personalidad dependiente, evitativa y límite.
1.1.3. TRASTORNO DE DESPERSONALIZACIÓN/DESREALIZACIÓN – 300.6 (F48.1)

Lo que caracteriza el trastorno de despersonalización/desrealización es una sensación


persistente o repetitiva de separación del propio cuerpo o de los propios procesos mentales,
como un observador externo de la propia vida (despersonalización) y/o como sentirse
totalmente desconectado del entorno que rodea al sujeto (desrealización). Al no haber
evidencia de que exista diferencia significativa en los síntomas de la despersonalización
frente a los de desrealización, las personas con este trastorno pueden tener ambos
síntomas.

● Criterios diagnósticos

Experiencias recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas. Durante estas


la prueba de realidad está intacta. Sus síntomas causan grave malestar personal y social.
No tiene que ver con efectos de sustancias y no se explica mejor por otros trastornos
(depresión, esquizofrenia, pánico, estrés, disociativo)

● Características asociadas que apoyan el diagnóstico

Dificultad para describir síntomas, creen volverse locos, temor a daño cerebral, distorsión
de velocidad del tiempo, dificultad para recordar el pasado. Pueden sentir saturación en la
cabeza, hormigueo, sensación de desmayo. Pueden tener preocupación obsesiva,
rumiación, grados de ansiedad y depresión. Tienden a tener hiporreactividad fisiológica a
estímulos emocionales. De interés el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el lóbulo parietal
inferior y la corteza prefrontal límbica.

● Prevalencia

Aproximadamente la mitad de los adultos han experimentado al menos un episodio en la


vida y el trastorno un 2%. Proporción de género de 1:1.

● Desarrollo y curso
Edad media de inicio del trastorno a los 16 años. Aparece gradual o repentino. La
duración de los episodios puede ser breve de horas o prolongados de años. Normalmente
es crónico.

● Factores de riesgo y pronóstico

Temperamentales: caracterizan por temperamento evitativo de daños, defensas


inmaduras (idealización/devaluación, proyección), esquemas de desconexión y sobre
conexión.
Ambientales: En gran parte relación de la enfermedad con traumas interpersonales en la
infancia, más abuso emocional, negligencia emocional, abuso físico, testigos violencia
doméstica, progenitor con trastorno mental, muerte de alguien muy cercano. Factores como
el estrés grave, la depresión, la ansiedad, uso de drogas ilícitas como la marihuana y otros.

● Aspectos diagnósticos relacionados con la cultura

Síntomas por deseo voluntario en prácticas de meditación no son trastorno.

● Consecuencias funcionales del trastorno de despersonalización

Síntomas preocupantes con alta morbilidad. Actitud robótica incongruente con


sufrimiento. Deterioro laboral e interpersonal por baja emocionalidad, dificultad de enfoque,
retención y sensación de desconexión con la vida.

● Diagnóstico diferencial

○ Del trastorno de ansiedad por enfermedad se diferencia por la presencia de


los episodios. Se parece en el temor al daño cerebral
○ Del trastorno depresivo mayor se diferencia porque preceden o continúan
síntomas después de episodios depresivos. Se parece en sentimientos de
apatía, falta de vida.
○ Del trastorno obsesivo compulsivo se diferencia que no hay síntomas de este
trastorno presentes en el trastorno tratado. Se parece en la constante
preocupación.
○ De otros trastornos disociativos se diferencia al no ocurrir en contexto de
otros.
○ Del trastorno de ansiedad se diferencia en que lo síntomas no se dan solo en
el ataque de pánico y continúan después de este.
○ Del trastorno psicótico se diferencia en que permanece juicio de la realidad.
○ De los trastornos por sustancia se diferencia en que los síntomas no se
deben a estas, como la marihuana, el éxtasis, la salvia, entre otros.
○ Se diagnostica como trastorno mental por otra afección normalmente cuando
da después de los 40 años o hay síntomas atípicos, muchas veces por
epilepsias.

● Comorbilidad

Alta para trastorno depresivo unipolar y trastorno de ansiedad. También el trastorno de


personalidad evitativa, límite y obsesiva-compulsiva.

1.1.4. OTRO TRASTORNO DISOCIATIVO ESPECIFICADO – 300.15 (F44.89)

En esta categoría se ponen las situaciones en las que “predominan los síntomas
característicos de un trastorno disociativo […], pero que no cumplen todos los criterios de
ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos disociativos” (p.306),
especificando, por parte del clínico, el porqué de esto.

Ejemplos:
-Síndromes crónicos y recurrentes de síntomas disociativos mixtos
-Alteración de la identidad debida a persuasión coercitiva prolongada e intensa
(adoctrinamiento, tortura... = duda de identidad)
- Reacciones disociativas agudas a sucesos estresantes (por situaciones específicas, corta
duración)
- Trance disociativo (apatía intensa a estímulos externos)

1.1.5. TRASTORNO DISOCIATIVO NO ESPECIFICADO – 300.15 (F44.9)

Esta categoría es igual que la de ‘Otro trastorno disociativo especificado’, solo que aquí no
se da el motivo por el cual se incumple algún criterio para un trastorno disociativo específico,
“e incluye presentaciones para las que no existe información suficiente para hacer un
diagnóstico más específico (p. ej., en servicios de urgencias)” (p.307).

1.2. TRASTORNOS DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS


RELACIONADOS

Todos los trastornos de esta categoría comparten la importancia de los síntomas somáticos
asociados con un malestar y deterioro significativo. Se pensó en la utilidad a médicos
clínicos no psiquiatras ya que llegan más pacientes de este tipo a ellos (acortaron y
simplificaron). El diagnóstico resalta síntomas positivos y signos (Síntomas somáticos,
sentimientos, pensamientos anormales a ellos) más que en la ausencia de explicación
médica. Tienen como característica distintiva la forma de presentar los síntomas, es decir
los componentes afectivos, cognitivos y conductuales se tienen en cuenta. Se centran en
síntomas sin explicación médica, esto refuerza dualismo mente-cuerpo. Se trata de romper
con el pensamiento de que porque no hay explicación no son reales o ya hay un trastorno
mental.

Algunos trastorno pueden empezar por somáticos o ir acompañados de este. Pueden


presentar sufrimiento o aparecer espontáneamente y ocultos. Acompaña mucho el trastorno
de ansiedad y depresión provocando mayor gravedad y deterioro. Entre los factores que
influyen se encuentran la vulnerabilidad genética y biológica con mayor sensibilidad al dolor,
las experiencias traumáticas tempranas, aprendizaje (atención por enfermedad) y normas
sociales que valoran más lo físico.

Las presentaciones somáticas son expresiones de sufrimiento personal dentro de un


determinado contexto cultural y social. 75% de la personas con hipocondría se incluyen en
el diagnóstico de trastorno somático. El trastorno de ansiedad por enfermedad puede ser
trastorno somático o de ansiedad. Dentro de estos cuadros también se incluyen factores
psicológicos y los trastornos facticios. Hay también trastorno de síntomas somáticos y
trastornos relacionados especificados y no especificados.
1.2.1. TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS – 300.82 (F45.1)

● Criterios diagnósticos

Presenta uno o más síntomas somáticos que causan malestar o generan problemas
significativos en la vida diaria. Pensamientos persistentes sobre la gravedad de los
síntomas y/o alta ansiedad sobre la salud y/o mucho tiempo y energía dedicados al
problema. El estado sintomático es persistente. Se debe especificar si hay dolor, si es
persistente y su gravedad (leve, moderado o grave).

● Características diagnósticas

Los síntomas pueden ser específicos o no. Los síntomas somáticos sin explicación
médica evidente no son suficientes para hacer un diagnóstico, el sufrimiento es auténtico
así haya explicación o no. Con frecuencia van junto a una enfermedad médica. Cuando lo
síntomas son graves pueden dominar la identidad del individuo y sus relaciones
dependiendo de su significado, normalmente generan gran malestar y baja calidad de vida
mental y física. Van mucho donde el médico y esto no los calma. Algunos son muy
sensibles a los efectos de los medicamentos y siente que su tratamiento no es suficiente
yendo donde varios médicos.

● Características asociadas que apoyan el diagnóstico

Cognitivas: atención centrada en los síntomas atribuidos al cuerpo, altas preocupaciones


Comportamentales: repetida comprobación de anomalías, búsqueda constante de médicos
y evitación de actividad física. Decirles que no tienen nada físico grave lo toman como falta
de seriedad, sugerirles atención en salud mental los sorprende y puede disgustar. Cuando
está asociado con depresión hay alto riesgo de suicidio.

● Prevalencia

Desconocida pero se cree que es mayor al 1%. En la población adulto entre 5% y 7% y


mayor en las mujeres.
● Desarrollo y curso

Se presenta más en las personas mayores y se considera infra diagnosticado en los


adultos mayores por ser considerado normal de la edad. Es usual que en estas últimas vaya
acompañado de trastorno depresivo. En los niños es común el dolor abdominal, de cabeza,
fatiga y náuseas, la respuesta de los padres puede determinar el nivel de angustia asociada
y son determinantes en su interpretación e intervención.

● Factores de riesgo y pronóstico

Temperamentales: hay correlación con la personalidad de afectividad negativa


(neuroticismo). Hay comorbilidad con la depresión y la ansiedad.
Ambientales: más frecuente en personas con escasa escolarización y bajo nivel
socioeconómico y personas con eventos estresantes.
Modificadores del curso: se asocia con características demográficas, antecedentes de
abuso, enfermedades crónicas o trastornos psiquiátricos, con el estrés social y refuerzos
por la enfermedad.

● Aspectos diagnósticos relacionados con la cultura

Los síntomas somáticos son prominentes en diversos “síndromes asociados a la cultura”.


Se encuentra un patrón similar de síntomas, deterioro y búsqueda de tratamiento, sin
embargo esto varía con la cultura. Las expresiones de malestar tienen diferentes
significados con diferentes modelos explicativos y causas con estrés personal, familiar,
laboral o ambiental enfermedad, represión de ira o resentimiento o algunos fenómenos
culturales. La búsqueda depende de los servicios médicos disponibles.

● Consecuencias funcionales del trastorno de síntomas somáticos

Se asocia con un gran deterioro funcional.

● Diagnóstico diferencial

No se diagnostica trastorno somáticos si los síntomas solo aparecen en episodios de


otros trastornos, si se cumplen los criterios de los dos se deben tomar los dos.
Otras condiciones médicas: el síndrome de intestino irritable y la fibromialgia no satisfacen
los criterios del trastorno. La diabetes y enfermedades cardiacas sí.
En el trastorno de pánico aparecen los síntomas y la ansiedad en los episodios.
En el trastorno de Ansiedad generalizada se presentan preocupaciones, pero el miedo a
la enfermedad no es el foco principal.
En los trastornos depresivos se encuentran casi siempre síntomas somáticos, se
diferencian por su bajo estado de ánimo.
En el trastorno de ansiedad por enfermedad si solo hay preocupación por la salud puede
que no sea somático sino el ya mencionado
En el trastorno de conversión el síntoma el síntoma es la pérdida de función mientras en
el somático es la angustia hacia el síntoma.
En el trastorno delirante se encuentra un subtipo del somático donde las creencias y el
comportamiento frente al síntoma son más fuertes
En el trastorno dismórfico corporal la preocupación es por defecto percibido en lo físico
no en la salud.
En el trastorno obsesivo-compulsivo las ideas son más intrusivas y repetitivas con mayor
ansiedad.

● Comorbilidad

Alta comorbilidad con trastornos médicos (mayor deterioro), de ansiedad y depresivos.

1.2.2. TRASTORNO DE ANSIEDAD POR ENFERMEDAD – 300.7 (F45.21)

El trastorno de ansiedad por enfermedad es la preocupación constante por padecer una


enfermedad. Las personas con este tipo de trastorno son excesivamente cuidadosas
respecto a su salud, y esto las lleva a buscar asistencia médica de forma desmedida (Tipo
con solicitud de asistencia) o bien, a evitar por todos los medios las visitas al médico y la
realización de exámenes médicos (Tipo con evitación de asistencia). Las dos conductas
anteriores se encuentran tipificadas en el manual diagnóstico:

Tipo con solicitud de asistencia: utiliza de manera frecuente la asistencia médica,


realizándose múltiples exámenes y procedimientos con el fin de descartar todo tipo de
posibles patologías.

Tipo con evitación de asistencia: en este tipo de personas, la asistencia médica es


raramente utilizada y, por lo general, evitada.
Este trastorno se caracteriza por la preocupación excesiva y constante por padecer una
enfermedad. La ansiedad provocada por la posible enfermedad genera una serie de
conductas tales como la visita constante a hospitales, la evitación de algunas actividades
físicas, la constante revisión de signos vitales, entre otros. Es necesario resaltar que, por lo
general, este trastorno no conlleva síntomas somáticos, siendo solamente una ansiedad
respecto a estar enfermo. En caso de existir síntomas somáticos, estos son normales
(mareos ortostáticos, tinnitus transitorio) o leves (resfriado común). En caso de existir una
enfermedad médica diagnosticable, la preocupación y ansiedad de la persona es
claramente desproporcionada ante el riesgo que representa la misma. Este trastorno puede
afectar la forma en cómo la persona se relaciona con los demás y el mundo. Así las cosas,
una persona con este trastorno evitará actividades que puedan significar un riesgo para su
salud: por ejemplo, el ejercicio, la visita de familiares enfermos, el viaje en transporte público
en horas punta, etc. Eso limita considerablemente su campo de acción en el mundo,
circunscribiendo su cotidianidad a una especie de “burbuja” en la que nada puede entrar,
pero tampoco salir.

Las personas con trastorno de ansiedad por enfermedad tienden a utilizar en mayor
medida los servicios médicos y diagnósticos, buscando de esa forma asegurarse de no
tener ninguna enfermedad que ponga en riesgo su vida. Los resultados de los exámenes no
se equivocan, y dejan en manifiesto la ausencia de enfermedad; pero, eso no es motivo
suficiente para calmar la ansiedad. Por eso, estas personas buscan la ayuda de médicos
distintos y hospitales distintos, recibiendo, por lo general, las mismas respuestas: no existen
razones para estar preocupado. En algunas ocasiones, las personas con trastorno de
ansiedad por enfermedad pueden sentir que no están siendo tomadas en serio; en efecto,
puede ocurrir que algunos médicos respondan de manera despectiva o con frustración a las
demandas de este tipo de pacientes.

Los datos de prevalencia de este trastorno se basan en estimaciones realizadas


anteriormente en el DSM-III del diagnóstico de hipocondría. Parece no haber distinción
alguna entre sexos; es decir, afecta de manera similar a hombres y mujeres. La prevalencia
a 1 a 2 años de la ansiedad por la salud y /o convicción de una enfermedad, en las
encuestas comunitarias y en las muestras poblacionales, oscila entre el 1,3 y el 10 %.

No está claro aún el desarrollo y curso de este trastorno. Las investigaciones indican que
se trata de una afección crónica que es más propensa en las personas de edades entre los
veinte y cuarenta años. Es poco frecuente en niños. La ansiedad característica de este
trastorno parece acrecentarse a medida que la edad aumenta.
Entre los factores de riesgo que predisponen a desarrollar la afección se cuentan los de
tipo ambiental, como lo son situaciones estresantes o que representen una amenaza seria
para la vida del individuo. Enfermedades graves en la infancia o abusos pueden ser el
origen de una propensión a desarrollar el trastorno en la adultez. Cabe resaltar que más de
la mitad de los casos del trastorno de ansiedad por enfermedad son transitorios. Surge
como consecuencia de una situación crítica y desaparece luego en el tiempo. Es necesario
ser precavidos a la hora de diagnosticar este trastorno en personas que provengan de
culturas distintas, puesto que las ideas sobre la enfermedad y la salud varían respecto al
lugar de nacimiento. Una concepción particular sobre la enfermedad puede ser una variable
a considerar a la hora de dar un diagnóstico.

Es necesario hacer una distinción: “Las preocupaciones transitorias relacionadas con


una afección médica no constituyen el trastorno de ansiedad por enfermedad. (p.317).”
Cuando hay una enfermedad diagnosticada, la ansiedad sobre la misma se cuenta como
una reacción normal no patológica. “sólo cuando la ansiedad por la salud tiene una duración,
una gravedad y un malestar suficientes, se puede diagnosticar trastorno de ansiedad por
enfermedad.” Todas estas consideraciones deben ser tomadas en cuenta a la hora de
diagnosticar un trastorno de ansiedad por enfermedad, y no confundirlo con otras
afecciones como la depresión mayor, ansiedad, entre otros. La comorbilidad de este
trastorno aún no es clara, pero se sabe que pueden presentarse ataques de pánico como
consecuencia de la preocupación por la enfermedad, además de pensamientos y conductas
obsesivas.

1.2.3. TRASTORNO DE CONVERSIÓN (TRASTORNO DE SÍNTOMAS


NEUROLÓGICOS FUNCIONALES) – 300.11 (F44.4-7) 1

El trastorno de conversión se caracteriza principalmente por la alteración de las funciones


motor y sensitiva del cuerpo, sin que exista una causa neurológica que permita explicarla.
Para diagnosticar un trastorno de conversión debe haber datos clínicos que muestren una
evidencia clara de su incompatibilidad con una enfermedad neurológica (p.319). Algunos
ejemplos de estas alteraciones son los siguientes: debilidad o parálisis, dificultad para
deglutir, pérdida de sensibilidad de alguna parte del cuerpo.

1
“Nota de codificación: el código CIE-9-MC para el trastorno de conversión es 300.11, el cual se
asigna con independencia del tipo de síntoma. El código CIE-10-MC depende del tipo de síntoma” (p.
318)
El inicio del trastorno suele estar asociado a un momento de estrés o trauma, aunque no
necesariamente ocurre así en todos los casos.

No es necesario para el diagnóstico determinar si los síntomas son fingidos, ya que no


hay manera de determinar con exactitud si existe la intención de falsificarlos o no. Se
tomará en cuenta, para diagnosticar, la presencia de uno o más síntomas de alteración
motora o sensitiva, la ausencia de otras mejores formas de explicar los síntomas y el
malestar que ocasiona la afección en las relaciones sociales, el trabajo y la familia de la
persona. En cuanto a la ganancia secundaria de los síntomas, como el dinero o la atención,
tampoco es específico para el trastorno de conversión. En caso de haber una
intencionalidad en los síntomas, es decir, si son simulados, hay otra categoría diagnóstica
que se adecua de mejor manera, a saber, el trastorno facticio.

La incidencia de síntomas de conversión individuales persistentes se estima en 2-


5/100.000 por año. (p.320). Estos síntomas pueden ser transitorios o permanentes, y
parecen iniciar desde épocas tempranas de la vida. El pronóstico parece ser mejor en niños
que en adolescentes y adultos.

Entre los factores de riesgo se cuentan los temperamentales, referidos a rasgos de


personalidad desadaptativos que se asocian con trastorno de conversión. Los factores de
riesgo ambientales se relacionan con antecedentes de abuso y negligencia en la época de
la infancia. Situaciones de estrés significativo pueden desencadenar síntomas de tipo
conversivo. Una condición genética que provoque síntomas similares puede ser factor de
riesgo.

Debe tenerse en cuenta que en algunos rituales aceptados culturalmente pueden darse
manifestaciones similares a los síntomas del trastorno de conversión. Cuando este sea el
caso, se excluye el diagnóstico y se acepta que las causas obedecen a motivos culturales.
La prevalencia del trastorno es más común en mujeres que en hombres.

Las consecuencias del trastorno de conversión son similares a las de enfermedades con
síntomas equivalentes. Por ejemplo, pueden darse similares consecuencias sociales o
laborales cuando se trata de una convulsión, sea ésta causada por una condición genética o
por un trastorno de conversión.

Si otro trastorno mental puede explicar mejor los síntomas, se debe realizar ese
diagnóstico. Sin embargo, el diagnóstico de trastorno de conversión se puede hacer en la
presencia de otro trastorno mental (p.321). Entre los otros trastornos que permiten hacer
esa diferenciación se cuentan: Enfermedades neurológicas, Trastorno facticio y simulación,
Trastornos depresivos y Trastorno de pánico.
Los trastornos de ansiedad, especialmente el trastorno de pánico y los trastornos
depresivos, habitualmente aparecen de forma conjunta con el trastorno de conversión. El
trastorno de conversión es propenso a presentarse con otros cuadros patológicos, sean de
orden físico o psíquico.

1.2.4. FACTORES PSICOLÓGICOS QUE INFLUYEN EN OTRAS AFECCIONES


MÉDICAS – 316 (F54)

La condición necesaria para esta afección es la presencia de uno o más factores


psicológicos o de comportamiento clínicamente significativos que afectan adversamente a
una afección médica, aumentando el riesgo de sufrimiento, muerte o discapacidad. Consiste
básicamente en el empeoramiento de una enfermedad a causa de factores psicológicos
como el malestar psíquico, los patrones de interacción interpersonal, los estilos de
afrontamiento y los comportamientos desadaptativos para la salud, como la negación de los
síntomas o la pobre adherencia a las recomendaciones médicas. Esto es particularmente
peligroso cuando se trata, por ejemplo, de patologías cardiacas que pueden verse
empeoradas por un cuadro de ansiedad o un ataque de pánico. En algunas ocasiones, la
vida del individuo puede verse comprometida de forma directa. La negación de los síntomas
es un estilo de afrontamiento que, llevado al extremo, puede conllevar a que una apendicitis
evolucione en peritonitis. El diagnóstico debe reservarse cuando sea evidente el efecto de
los factores psicológicos en las afecciones médicas involucradas.

La prevalencia de este trastorno es bastante frecuente en los estados unidos, pese a no


estar clara completamente. Afecta especialmente a personas cuyo rol en la vida esté
relacionado al cuidado de otros, además de haber diferencias significativas respecto a las
culturas. En ese sentido, es lícito resaltar que el género, la raza, los roles familiares, son
factores que determinan en gran medida la aparición del trastorno de factores psicológicos
que influyen en otras afecciones médicas.

Es importante tener en cuenta que la influencia de estos factores psicológicos en la


evolución de afecciones médicas está comprobada. Su correcto diagnóstico y
discernimiento facilitará el tratamiento médico y el pronóstico.
Los factores psicológicos que influyen en otras afecciones médicas no pueden ser
confundidos con un trastorno de adaptación. Por ejemplo, “una persona con una angina de
pecho que se desencadena cada vez que se enfurece sería diagnosticada de factores
psicológicos que influyen en otras afecciones médicas, mientras que un individuo con
angina de pecho que desarrolla ansiedad anticipatoria desadaptativa sería diagnosticado de
un trastorno de adaptación con ansiedad” También se hace una distinción entre estos
factores y Trastorno de síntomas somáticos. La diferencia radica en la existencia de una
afección médica; en el trastorno de síntomas somáticos, no necesariamente hay una
enfermedad diagnosticable. En cambio, en los factores psicológicos que influyen en otras
afecciones, siempre se habla de una enfermedad que es empeorada o disminuida por
factores psicológicos. En el trastorno de ansiedad por enfermedad, lo distintivo es la
preocupación por el padecimiento de una enfermedad que, en general, no existe. En los
factores psicológicos que influyen en una afección médica, la preocupación clínica es por el
efecto adverso tienen los mismos sobre el estado de salud.

“Por definición, el diagnóstico de factores psicológicos que influyen en otras afecciones


médicas implica un síndrome relevante o rasgos psicológicos o de comportamiento y una
enfermedad médica comórbida” (p.324)

1.2.5. TRASTORNO FACTICIO – 300.19 (F68.10)

“La característica esencial del trastorno facticio es la simulación de signos y síntomas


médicos o psicológicos, en uno mismo o en otros, asociada a un engaño identificado”
(p.325). Este trastorno tiene dos vertientes: cuando se manifiesta en la propia persona o
cuando se utiliza a alguien para inducirle síntomas falsos tanto físicos (lesión) como
psicológicos (falsificación de enfermedad). En el segundo caso, el diagnóstico se aplica al
autor de la falsificación, no a la víctima. El individuo con este trastorno se presenta a sí
mismo como enfermo ante los demás, incluso cuando es evidente que se trata de
simulación. Esta conducta no se explica por una ganancia externa o algún beneficio. Las
personas con este trastorno parecen tener como objetivo ser consideradas por los demás
como enfermas, y para ello utilizan muchos medios como: “manipular una prueba de
laboratorio para demostrar falsamente una anormalidad, falsificar los registros médicos para
indicar una enfermedad, ingerir una sustancia para inducir un resultado de laboratorio
anormal o una enfermedad, o lesionarse físicamente o inducirse enfermedades a sí mismos”
(p.325).
Los individuos con este trastorno están expuestos a un grave peligro, pues a veces las
situaciones que ellos mismos planean para simular la enfermedad pueden salirse de control,
causándoles daño físico y psicológico. Estas conductas por lo general tienen el objetivo de
falsear su estado ante los demás y engañarlos.

Este trastorno suele presentarse de forma intermitente a lo largo de la vida de una


persona, en situaciones que sean propicias. En el caso de las lesiones inducidas a otra
persona, por ejemplo, puede aparecer cuando un hijo o algún familiar son hospitalizados. Es
más inusual que se presente de forma constante. Resulta complicado establecer de forma
exacta la prevalencia de este trastorno en la población, debido al papel que cumple el
engaño en estos individuos.

No debe confundirse con el trastorno de simulación de enfermedad. En el trastorno de


simulación de enfermedad existe una recompensa externa que permite dar cuenta del
carácter intencional de los síntomas del individuo. En este trastorno, en cambio, la
recompensa externa o la consecución de beneficios no siempre son claras. Los factores que
nos permiten diferenciar este trastorno con otros de índole similar son, en primer lugar, el
engaño del individuo con sus síntomas y la ausencia de ganancia externa aparente.

1.2.6. OTRO TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS


RELACIONADOS ESPECIFICADOS – 300.89 (F45.8)

Sobre lo cual el DSM-V afirma:

“Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas


característicos de un trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados que causan
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes
del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastorno de la
categoría diagnóstica de los síntomas somáticos y trastornos relacionados.” (p.327)
1.2.7. TRASTORNO DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS Y TRASTORNOS
RELACIONADOS NO ESPECIFICADOS – 300.82 (F45.9)

En relación a este trastorno el DSM-V dice lo siguiente:

“Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas


característicos de un trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados que causan
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes
del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de
la categoría diagnóstica de los síntomas somáticos y trastornos relacionados. La categoría
del trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados no especificados no se
utilizará a menos que se den situaciones claramente inusuales en las que no exista
información suficiente para hacer un diagnóstico más específico.” (p.327).

2. LOS TRASTORNOS DISOCIATIVOS Y SOMÁTICOS DESDE OTROS PUNTOS DE


VISTA

2.1. PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA

En el psicoanálisis clásico, los trastornos somáticos y disociativos se refieren a la histeria,


enfermedad en la que los afectos y emociones son expresados a través del cuerpo. En
estudios sobre la histeria, Freud y Breuer realizaron múltiples estudios de caso en mujeres
que sufrían de trastornos histéricos, cuyos síntomas eran generalmente las parálisis de
extremidades y la pérdida de sensibilidad en determinadas zonas del cuerpo. Freud
contempló en épocas muy tempranas (1880-1900) algunos síntomas histéricos que se
basaban en la reducción sensorial, sea visual, auditiva o del gusto. Freud y Breuer solían
resumir el trastorno histérico de la siguiente manera: “nuestras enfermas sufren de
reminiscencias.” Lo anterior es una forma de explicar de qué forma el cuerpo de la histérica
sirve para tramitar altos montos afectivos, los cuales surgieron a lo largo de la historia de
vida de la paciente. si bien la histeria es más común en las mujeres, existen también
hombres histéricos. De hecho, y como anécdota histórica, la comunidad médica de la época
se burló de Freud cuando éste habló por primera vez de la histeria en varones. Uno de los
argumentos era que, etimológicamente, histeria proviene del griego hysterion (útero),
órgano exclusivo de las mujeres. Sin embargo, hoy en día se sabe que la histeria no es
exclusiva de las mujeres. Muchos de los síntomas que se atribuyen al trastorno disociativo
(presencia y manipulación de dos identidades distintas de forma alternativa o la sensación
de ser poseído, pérdida de información tanto actual como de épocas pasadas) se explican
en el psicoanálisis como el resultado del proceso represivo (esfuerzo de desalojo). Las
fantasías y/o que resultan inadmisibles para el sujeto son retiradas de la conciencia,
quedando así bajo el imperio del inconsciente y las resistencias. Sin embargo, ese desalojo
no implica que las fantasías dejen de tener efecto en el sujeto; son, de hecho, la raíz
patógena que ocasiona los síntomas y los fenómenos histéricos. La curación sólo se logra
mediante el vencimiento de las resistencias y el recuerdo de las fantasías y/o sucesos
traumáticos. No basta con un esfuerzo consciente para recordar: sólo el dispositivo analítico
con sus características específicas (1) duración, (2) la regla fundamental: asociación libre,
(3) la transferencia, pueden desentrañar el recuerdo olvidado.

La perspectiva lacaniana, si bien retoma muchos de los conceptos y nociones freudianas,


difiere sensiblemente en su definición de histeria. Una de las diferencias más importantes es
que en la teoría lacaniana el término histeria deja de significar enfermedad, y se entiende
como una estructura subjetiva; es decir, una manera de relacionarse con los demás y el
mundo. Además de estructura, la histeria se concibe también como un discurso que
conduce al saber: “el histérico es el sujeto dividido, dicho de otra manera, es el inconsciente
en ejercicio que pone al amo ante el pie del muro de producir un saber” (seminario 22, p.
436) un ejemplo de lo anterior, aunque suene informal, es la actitud que toman algunas
mujeres respecto a su pareja: “cómo se me ve este vestido”, “¿En realidad me quieres?”,
“no sé dime tú” “He venido donde usted para que me diga qué tengo”. Lo patológico sería el
síntoma histérico, que se define como: “el síntoma histérico, que es una desintegración de
una función somáticamente localizada (parálisis, anestesia, algia, inhibición, escotomización)
basa su sentido en el simbolismo organomórfico- estructura fundamental del psiquismo
humano según Freud-, que se manifiesta a través de una especie de mutilación con la
represión de la satisfacción genital.” Vemos, pues, que Lacan no considera la histeria como
algo patológico sino como una estructura subjetiva, al igual que la psicosis y la perversión.

2.2. PERSPECTIVA DINÁMICA


Trastornos somatizadores/somáticos

Es lo psicosomático de la psicología. Las experiencias dolorosas se expresan en estados


corporales. Quejas vagas, dolores que cambian, problemas gastrointestinales. Puede
alcanzar delirio somático. Se expresa como una combinación confusa de preocupaciones
hipocondriacas, enfermedades físicas por estrés y reacciones conversivas (dolor de poner
en palabras)

Presentan alexitimia: no son capaces de verbalizar emociones, ni de dar expresión


simbólica. Puede ser que los cuidadores impidieron expresar sentimientos, entonces el
cuerpo comunica lo que la mente no puede. El sentido de si es frágil y pueden ser enfermos
para que los cuiden. Tienen sentimientos de futilidad, impaciencia, irritación, aburrición, falta
de vida interior. Su queja es no ser oídos, se debe tener paciencias con ellos, reconocer sus
sentimientos y animar a sentir, a nombrar y aceptar estados afectivos. (Vásquez, 2018)

Trastornos disociativos (identidad disociativa/personalidad múltiple)

Es un síndrome que domina la personalidad, se da cuando las defensas disociativas son la


respuesta primaria y habitual al estrés y afecto negativo. Se puede disociar el
comportamiento, el afecto, las memorias, las experiencias corporales y el conocimiento.
Pueden sentirse alterados por partes del cuerpo o del sí mismo que sientes extraños a ellos,
o un sí mismo alterno. Hay desesperanza profunda por desarrollar un sí mismo continuo. Se
observa en familias donde lo disociativo es adaptativo, con poca oportunidad de procesar la
experiencia traumática en palabras y con sentimientos. Expresan sentimiento s de inutilidad.
Se debe reconocer el trauma y desautorizarlo, así los aspectos de la personalidad se
integran al paso del paciente. Puede ver a los demás como perpetradores, explotadores o
salvadores (Vásquez, 2018).
2.3. PERSPECTIVA HUMANISTA

La psicología humanista considera al sujeto como un todo, o bien, como una gestalt,
incluyendo en los casos de psicopatología. Por lo tanto, el tratamiento de la psicopatología
involucra todos los factores que conforman la vida de una persona, teniendo en cuenta que
el todo es superior a la suma de sus partes. El enfoque humanista busca dignificar al ser
humano, entendiéndolo como único e irrepetible. Eso implica un cambio de trato respecto a
las enfermedades mentales; las personas dejan de ser solamente la etiqueta de una
enfermedad, y son entendidas como un sujeto singular que sufre y debe ser comprendido
desde su visión particular de la existencia. Desde esta perspectiva, el sujeto es enteramente
responsable de sus actos y consecuencias, incluido su malestar. Quiere decir también que
la reposición de su salud mental es responsabilidad suya, teniendo como ayuda la
compañía del terapeuta. De lo anterior se puede deducir una idea muy interesante: si el
sujeto no quiere aliviar su malestar, los empeños terapéuticos serán estériles; el terapeuta
acompaña el sufrimiento, pero no tiene el poder de remediarlo de forma mágica. Aunque,
esto no es exclusivo de la psicología humanista, y es algo sabido por las distintas corrientes
psicológicas. Esta perspectiva trabaja en conjunto con los avances en psiquiatría sobre
enfermedades mentales, y conecta ese saber con la comprensión existencial e individual de
un sujeto. Según Martínez (2015): “El humanismo propone una línea de tratamiento integral
basada en la interconexión de la comprensión psicofisiológica psiquiátrica del trastorno y la
comprensión de la persona en su realidad vivida con dicho trastorno”.

2.4. PERSPECTIVA COGNITIVO-CONDUCTUAL

Somatomorfes

Los individuos se preocupan de forma patológica por la apariencia o funcionamiento de


su cuerpo, los profesionales en salud informados no encuentran base médica relacionada
con las quejas físicas.

Hay varios tipos


● Hipocondriasis: los sujetos creen estar gravemente enfermos y esto les causa gran
ansiedad. Varias quejas físicas que dominan la vida del paciente
● De conversión: hay una disfunción física
● Dismórfico corporal: la persona se preocupa por algún defecto imaginado de su
apariencia de forma obsesiva.

Difícil distinguir de trastorno facticio donde hay simulación

Parece que las causas están relacionadas con trastornos de ansiedad

El tratamiento va de las técnicas muy elementales de reafirmación y apoyo social a las


ideadas para reducir el estrés y eliminar cualquier ganancia secundaria. La Terapia
cognitiva conductual ha demostrado ser eficaz con la hipocondriasis. Los pacientes con
trastorno dismórfico corporal recurren a la cirugía plástica que la mayor parte de las veces
aumenta su angustia.

Disociativos

Se caracterizan por alteraciones perceptuales: una sensación de separación del propio


yo, del mundo y de los recuerdos

● Despersonalización: cuando el sentido de realidad personal del individuo se pierde


temporalmente.
● Desrealización: pérdida de la realidad del mundo externo.
● Amnesia disociativa: el individuo puede no ser capaz de recordar información
personal importante.
● Amnesia generalizada: la persona no recuerda nada en absoluto.
● Amnesia localizada: le resulta imposible recordar sucesos específicos que se dan
durante periodo concreto.
● Fuga disociativa: se combinan la pérdida de memoria con uno o varios viajes
inesperados.
● Trastorno de identidad disociativa: se pueden formar nuevas identidades o alter ego
● Trastorno de trance disociativo: abarca disociaciones que se determinen
culturalmente.
Causa de estos pueden tender a querer escaparse psicológicamente de recuerdos o
sucesos traumáticos.

El tratamiento consiste en ayudar a volver a experimentar los sucesos traumáticos de


manera controlada para generar mejores destrezas de afrontamiento. Para la identidad
disociativa se pueden ir a largo plazo y puede involucrar fármacos antidepresivos, es
necesario confianza entre terapeuta y paciente.

3. ARTÍCULOS CIENTÍFICOS

3.1. DISSOCIATION AND DISSOCIATIVE DISORDERS: CHALLENGING


CONVENTIONAL WISDOM

 El Modelo Postraumático: explicación del origen de lo disociativo según el


DSM-IV

Sobre el origen de la disociación, la literatura clínica ha aceptado tres amplias


suposiciones, a saber: 1) que es un mecanismo de afrontamiento para lidiar con
estímulos estresantes intensos, especialmente traumas físicos y sexuales de la
infancia; 2) acompañado de déficits cognitivos que interfieren con el procesamiento
de la información cargada emocionalmente; y 3) de un procesamiento para evitar
información, caracterizado por una tendencia a olvidar recuerdos dolorosos.

 El Modelo Sociocognitivo: nueva explicación

Se propone que los trastornos de identidad disociativos (DID en inglés) son el


resultado de:
 Señalizaciones inadvertidas del terapeuta.

 Influencias de los medios.

 Expectativas socioculturales en relación a las supuestas características


clínicas de los DID.

 Los Mecanismos Cognitivos de la Disociación: relación con los anteriores


modelos

Mucho de lo escrito sobre los mecanismos cognitivos de la disociación es más


consistente con el modelo sociocognitivo que con el postraumático.

 El Sueño, la Memoria y la Disociación: nueva hipótesis

Información de muestras clínicas y no-clínicas provee un fuerte apoyo por una


asociación entre las experiencias disociativas y un raro ciclo sueño-vigilia.

3.2. MODELOS DE ATENCIÓN A LOS SÍNTOMAS SOMÁTICOS SIN CAUSA


ORGÁNICA. DE LOS TRASTORNOS FISIOPATOLÓGICOS AL MALESTAR
DE LAS MUJERES

Modelos de atención: “En el marco biomédico se encuentran: explicaciones fisiopatológicas;


atención directiva, centrada en la visión médica, tendente a adaptación del enfermo a su
cronicidad con tratamientos sintomáticos y antidepresivos. En modelos teóricos críticos:
relacionan síntomas con contexto social, experiencias subjetivas y de género; centrado en
la visión de la/el paciente; evitan la medicalización, dirigido a construir el significado
subjetivo de los síntomas, al empoderamiento de la mujer y su autorresponsabilidad”
(Velasco, 2006)
BIBLIOGRAFÍA

Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales DSM 5. Colombia, Editorial Panamericana.

Jay L., Steven, Lilienfeld, Scott O., Merckelbach, Harald et al. (2012). Dissociation
and Dissociative Disorders: Challenging Conventional Wisdom. Revista
Association for Psychological Science, vol. 2(1), pp. 48-53. Recuperado el
24 de abril de 2018 de http://journals.sagepub.com/.

Martínez Ramos, Adriana. (2015). Psicopatología y Humanismo. Blog El espacio docente de


Adriana. Recuperado el 24 de abril de 2018 de http://impo-adriana.blogspot.com.

Vásquez Ochoa, Andrés. (2018). Conversación sobre la perspectiva dinámica respecto al


DSM-V (Londoño Noreña, Juliana; entrevistadora).

Velasco, Sara, Ruiz, Mª Teresa, & Álvarez-Dardet, Carlos. (2006). Modelos de atención a
los síntomas somáticos sin causa orgánica: De los trastornos fisiopatológicos al
malestar de las mujeres. Revista Española de Salud Pública, 80(4), 317-333.
Recuperado el 24 de abril de 2018, de http://scielo.isciii.es/.

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