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EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO

En este libro el autor nos relata cómo pudo superar los distintos problemas, los
cuales nunca le quitaron el ánimo. En la primera parte de la narración de este libro
el autor Víctor Frankl pone como centro de la narración la pregunta “¿Cómo incidía
la vida diaria de un campo de concentración en la mente del prisionero medio?”
Pues los sucesos citados en el campo de concentración hacían de la mente de los
reclusos una absoluta y completa paranoia, debido a la violencia con que los
“capos” sometían a los reclusos.

Selección activa y pasiva

En esta parte del texto se relata otro hecho brutal y cruel, que era la selección de
prisioneros para trasladarlos a otro centro, el cual no era nada más que otra vil
mentira y esta serbia de excusa para deshacerse de los prisioneros enfermos y/o
viejos los cuales ya no hacían muy bien sus servicios. El problema, en este caso,
era que para salvarse uno mismo de morir en una cámara de gas era que se tenía
que competir con sus propios compañeros y amigos; así que lo difícil de esta
situación era que por cada amigo o compañero salvado había otro prisionero
destinado a la cámara de gas. Se debía a veces recurrir a la violencia y crueldad
entre ellos mismos para salvarse de no morir en tal fatídico destino. Es por eso
que el autor dice que “Los mejores de entre nosotros no regresaron”.

El informe del prisionero numero 119,194: ensayo psicológico Frankl

Argumenta que le empezó a sentir sentido a su existencia a partir del momento en


que la empresa para la cual era esclavo empezó a regalar boletos canjeables por
cigarrillos los cuales a su vez se podían canjear por sopas; estas sopas eran como
un gran deleite y una gran manera para quitarse un poco el peso de sus
problemas. Pero no era así para todos, pues para otros compañeros que ya
habían perdido el ánimo de vivir estos boletos los cambiaban por cigarrillos, y
cuando a un compañero lo veían fumando era dado por hecho que quería disfrutar
los últimos días de su vida fumando, pues por que el placer de fumar era exclusivo
para los capos. Este compañero prefería morir fumando como capo que morir
como prisionero. Es difícil explicar este tema psicológicamente pues los pocos
sobrevivientes se reúsan a contar sobre sus experiencias y se cierran ante este
tema. El autor trato de demostrar al mundo un análisis de lo que le sucedió con
franqueza y valor, pero lo quería publicar en anonimato, pero luego desistió y
quiso que su historia debiera de ser conocida por el mundo que lo rodeaba.

Primera fase: internamiento al campo

En las observaciones que Frankl a los sobrevivientes destaco y distinguió tres


faces de las reacciones mentales de los internados en un campo de batalla: la
fase que sigue a su internamiento, la fase de la auténtica vida en el campo y la
fase siguiente a su liberación.

Estación Auschwitz

La principal característica de la primera fase es el shock. Frank relata en esta


parte del libro la experiencia que tuvo o más bien el sentimiento de temor o miedo
que tuvo cuando se dio cuenta que lo llevaba a él y a otros reclusos a la ciudad de
Auschwitz, el nombre de esta ciudad era sinónimo de tortura, cámara de gas, y
crematorios. La mente en ese preciso le juega bromas y les hace pensar que los
gritos de los capos son de personas a las cuales las están asesinando una y otra y
otra vez. En esa instancia Frankl hizo uso del positivismo el cual lo había ayudado
en circunstancias negativas en su pasado.

La primera selección Frankl

Relata que los capos les ordenaron a todos los prisioneros a hacer dos filas, una
de hombre y una de mujeres, con el fin de llegar al frente de un tipo alto, delgado
de las fuerzas SS el cual observaba a los incautos y los localizaba de acuerdo a
su estado físico en trabajos forzados o a sacrificarlos por ser viejos y estar
enfermos. Los incautos al momento de la decisión del tipo de la SS no sabían de
qué se trataba el lugar en que los ponían; la derecha significaba trabajo forzados;
la izquierda indicaba cámara de gas o crematorio. El significado de cada dirección
se supo hasta el final del día; el 90% de los reclusos fueron hacia la izquierda.
Desinfección

Esta etapa del relato el autor comenta que un hombre de la SS los dirigió hasta
una cámara en la cual les dijeron que contaban de dos minutos para desnudarse
por completo. Al estar completamente desnudos los látigos azotaron con la piel
desnuda de los incautos; a continuación los llevaron a afeitar, hasta dejarlos sin
ningún cabello sus cuerpos, esta acción era nada más para demostrar que eran
iguales e inferiores que los señores que tenían el poder y potestad sobre ellos.

Nuestra única posesión: la existencia desnuda

Frankl señala que lo único que poseían era su desnudez, la cual nadie podía
despojársela, de ahí nada más que fuese material a parte de las gafas, cinturones
y zapatos.

Las primeras reacciones

Entre las principales reacciones esta la curiosidad. Una curiosidad de saber que
les pasaría a su salud si se exponían mucho tiempo al frio, o que pasaría si no
dormían un número determinado de horas, lo primero de lo que se dan cuenta es
que algunos libros de medicina mentían, pues porque afirmaban que el no dormir
muchas horas era dañino para la salud o que al exponerse al frio sus defensas
contra resfriados disminuiría, mentira, afirma Frankl.

“¿Lanzarse contra la alambrada?”

Frankl se refiere alanzarse contra la alambrada al método de suicidio más común


en el campo, pues a todos los prisioneros se les vino a la mente la idea de
suicidarse en más de alguna ocasión.

Segunda fase: la vida en el campo

Apatía

El prisionero pasaba de la primera fase a la segunda fase, con un sentimiento de


apatía el cual se traduce como una muerte emocional. El prisionero se llena de
una nostalgia muy aguda al recordar a su familia y a las personas que lo rodeaban
en momentos pasados. Otro síntoma o factor era la frialdad causada por el
maltrato emocional y físico que recibían los reclusos de parte de los capos. A unos
prisioneros se les castigaba por el simple hecho de presentarse con fiebre a la
enfermería en un momento inoportuno, los guardias lo castigaban dándole
bofetadas y tirándolo al suelo una y otra vez. El incauto en esta segunda fase deja
de sentir sensaciones, sentimientos como el asco, piedad y horror los cuales había
perdido por tanta crueldad y tanta soledad.

Lo que hace daño

La falta de sentimientos, de emociones hacía a veces de un buen caparazón de


protección para los incautos. Pero no era el dolor físico, ni los insultos lo que más
dolía, sino que era la forma de trato que los guardias daban a los prisioneros, una
forma de tratarlos como si fueran animales; animales cuyo único objetivo era el de
ponerlo a trabajar y que no era necesario molestarse en castigar, sino que bastaba
con tirarle una pedrada para llamar su atención. Este tipo de trato, explica Frankl,
que era la forma de herir más dolorosa que se podía apreciar en el campo.

El insulto

Una vez, en el campo un capataz me dijo que no era un buen trabajador, que un
cerdo como yo tenia el único objetivo de morir, me hizo una pregunta retórica y yo
le respondí con valor, entonces el capataz se lanzó contra mí y me derribo; yo
había hecho una medio amistad con un capo el cual me contaba sus historias de
amor y sus aventuras; gracias a este capono morí ese día a causa del capataz -
argumenta Frankl- el trato y la forma en que las personas que ejercían el poder
nos miraban era tal como el trato de una bestia. La apatía que es la característica
de la segunda fase, era más una forma de autodefensa que una forma de
síndrome psicológico.
Los sueños de los prisioneros

Los prisioneros en el campo tenían sueños, sueños causados por la insatisfacción


de sus necesidades diarias. ¿Con que soñaban los prisioneros? Con pasteles,
pan, comida, una ducha con agua templada. Cierta ocasión, dice

Frankl, que se despertó debido a los lamentos de un compañero que estaba


teniendo pesadillas, entonces el se decidió despertarlo para que el hombre dejara
de sufrir; estaba a punto de hacerlo cuando se le vino a la mente un pensamiento
que le decía: no hay peor sufrimiento que el que estamos viviendo en este campo.
Entonces se dio cuenta de que una pesadilla no se compara con el sufrimiento del
campo y mejor dejo dormir a su compañero.

El hambre

Uno de los deseos mas placenteros era el de comer algo delicioso. Los prisioneros
cuando no estaban siendo vigilados de muy cerca se ponían a hablar sobre
comida. ¿Cuál era el plato preferido?, ¿cuál era su receta? “Cosas sobre comida.
Pero alto, ¿no es error hablar sobre comida tan detalladamente cuando el cuerpo
ya se había acostumbrado a comer solo una sopa aguada con un pequeño trozo
de pan? Estos deseos son nada más que un engaño a la mente delos prisioneros,
los cuales ellos mismos se hacen un daño psicológico tan grave que al final
termina como una tortura hacia ellos.

Sexualidad

La sexualidad debía de ser un hecho en los campos de concentración donde solo


había hombres. Pero en este campo el deseo sexual era tan poco, que ni en los
sueños los hombres se ocupaban tanto de este deseo.

Planes de fuga

El prisionero de un campo de concentración temía tener que tomar una decisión o


cualquier otra iniciativa. Esto era resultado de un sentimiento muy fuerte que
consideraba al destino dueño de uno y creía que, bajo ningún concepto, se debía
influir en él. Estaba además aquella apatía que, en buena parte, contribuía a los
sentimientos del prisionero. A veces era preciso tomar decisiones precipitadas
que, sin embargo, podían significar la vida o la muerte. El prisionero hubiera
preferido dejar que el destino eligiera por él. Este querer zafarse del compromiso
se hacía más patente cuando el prisionero debía decidir entre escaparse o no
escaparse del campo. Los intentos de fuga de los prisioneros eran tales que
algunos morían en el intento o morían en la cerca eléctrica.

Irritabilidad

Aparte de su función como mecanismo de defensa, la apatía delos prisioneros era


también el resultado de otros factores. El hambre y la falta de sueño contribuían a
ella (al igual que ocurre en la vida normal), así como la irritabilidad en general, que
era otra de las características del estado mental de los prisioneros. La falta de
sueño se debía en parte a la invasión de toda suerte de bichos molestos que,
debido a la falta de higiene y atención sanitaria, infectaban los barracones tan
terriblemente superpoblados. El hecho de que no tomáramos ni una pizca de
nicotina o cafeína contribuía igualmente a nuestro estado de apatía e irritabilidad.

La libertad interior

Víctor Frankl trato de demostrar en su libro que al ser humano lo pueden


encarcelar, aislar, separar de sus seres queridos, le pueden quitar todo lo material,
pero lo único que no se le puede quitar es el mismo ser de ser humano, las ganas
de vivir y la libertad del alma en explorar nuevos criterios y seguir siendo el ser
que quiera ser. Frankl demostró muchas debilidades ante los problemas a los que
se enfrentó pero él nunca perdió la voluntad de vivir y más que todo de sobrevivir
a ese entorno de brutalidad.

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