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tumorales
El sistema inmunitario no está respondiendo a los microbios, como hace habitualmente,
sino a células no infecciosas que se perciben como extrañas.
Los antígenos que caracterizan a los tumores pueden expresarse en casi cualquier tipo
celular que sea objetivo de transformación maligna. Por tanto, los mecanismos para
inducir respuestas inmunitarias contra los tumores deben ser eficaces para diversos tipos
celulares. Además, un mecanismo importante por el que el sistema inmunitario mata
células tumorales es mediante linfocitos T citotóxicos (LTC).
Nos centraremos en las siguientes cuestiones:
¿Cuáles son los antígenos de los tumores que reconoce como extraños el sistema
inmunitario?
¿Cómo reconoce el sistema inmunitario y reacciona frente a tumores?
¿Cómo pueden manipularse las respuestas inmunitarias frente a tumores para
potenciar el rechazo del tumor?
RESPUESTAS INMUNITARIAS CONTRA TUMORES
Se propone que una función fisiológica del sistema inmunitario adaptativo es impedir el
crecimiento de células transformadas o su destrucción antes de que se conviertan en
tumores lesivos.
Vigilancia inmunitaria: Es el control y eliminación de células malignas por el sistema
inmunitario. La vigilancia inmunitaria es importante para evitar el crecimiento del tumor
(fig. 10-1). El hecho de que, con frecuencia, surjan tumores malignos en sujetos
inmunocompetentes indica que la inmunidad tumoral a menudo es incapaz de evitar el
crecimiento tumoral o se ve fácilmente abrumado por los tumores de crecimiento rápido.
Antígenos tumorales
Los tumores malignos expresan varios tipos de moléculas que el sistema inmunitario
puede reconocer como antígenos extraños (fig. 10-2).
En tumores experimentales inducidos con sustancias químicas cancerígenas o
radiación, los antígenos tumorales pueden ser mutaciones de proteínas celulares
normales. Casi cualquier gen puede mutar de forma aleatoria en diferentes tumores y
la mayoría de los genes mutados no intervienen en el crecimiento de los mismos. La
secuenciación de genomas tumorales reveló que tumores que desarrolla con
frecuencia el ser humano albergan un gran número de mutaciones en diversos genes,
y los productos de muchos de estos genes alterados pueden actuar como antígenos
tumorales.
- Mutaciones rectoras: Productos de oncogenes mutados o translocados o de genes
supresores de tumores implicados en el proceso de transformación maligna
- Otras mutaciones: Se debe a defectos en la reparación del ADN, y pueden
representar mutaciones secundarias, o pasajeras, no implicadas directamente en la
transformación maligna.
Estos dos tipos de mutaciones pueden codificar proteínas que son vistas como
extrañas y, por tanto, son relevantes desde un punto de vista inmunitario. En diversos
tumores que desarrolla el ser humano, los antígenos que desencadenan respuestas
inmunitarias parecen ser sorprendentemente proteínas normales (sin mutar) que se
expresan en exceso o cuya expresión normalmente está limitada a tejidos o estadios
del desarrollo particulares, pero que están mal reguladas en los tumores; se dice que
su expresión anómala puede bastar para hacerlos inmunógenos. Por ejemplo, las
proteínas propias que se expresan solo en los tejidos embrionarios pueden no inducir
tolerancia en los adultos; de este modo, las mismas proteínas expresadas en tumores
pueden ser reconocidas como extrañas por el sistema inmunitario. En los tumores
causados por virus oncógenos, los antígenos tumorales pueden ser productos de estos
últimos.
Para que los linfocitos T CD8+ vírgenes proliferen y se diferencien en LTC activos necesitan
el reconocimiento del antígeno (péptido asociado a la clase I del CPH) y la coestimulación
o ayuda de linfocitos T CD4+ (restringidos por la clase II del CPH). Casi todas las células
nucleadas expresan péptidos asociados al CPH1 pero algunas células tumorales pueden no
expresar los coestimuladores ni moléculas asociadas al CPH2. Por ello se ha desarrollado
un proceso denominado presentación cruzada o sensibilización cruzada en el cual las
células tumorales o sus proteínas son ingeridas por células dendríticas del huésped, y los
antígenos de las células tumorales son procesados y mostrados por las moléculas de la
clase I del CPH de estas células dendríticas, con ello se sensibiliza o activa a los LTCD8+ y
los vuelve específicos contra las células tumorales. Al mismo tiempo, estas CPA expresan
coestimuladores que proporcionan señales para activar a los linfocitos T.
Una vez que se diferencian en LTC efectores, son capaces de matar células tumorales que
expresen los antígenos relevantes sin necesidad de coestimulación ni de ayuda del
linfocito T.
Estudios experimentales han demostrado que los macrófagos activados y los linfocitos NK
son capaces de matar células tumorales en el laboratorio, pero el papel protector de estos
mecanismos efectores en los sujetos portadores de tumores es, en gran medida,
desconocido.