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LOS GRIEGOS ENTRE NOSOTROS.

LA HERENCIA DE LA CULTURA
CLÁSICA EN LA MODERNIDAD

"Nosotros soñamos con la originalidad y la autonomía, creemos decir


sólo lo nuevo, pero todo eso no es más que una reacción, una suerte de
tibia venganza contra el estado de servidumbre en que nos encontramos
hacia la antigüedad".
Hölderlin

Si hubiésemos de hacer una lista de las cosas tangibles que hemos heredado
de los griegos y de los bienes inmateriales, que forman parte de nuestro acervo
cultural proveniente de Europa y que se originan en la Grecia clásica, las
menciones serían interminables. Por ejemplo, fue un griego, Eratóstenes, quien
midió por primera vez con precisión el diámetro de la circunferencia terrestre;
Euclides es el creador de un sistema de Geometría que está a la base de todos
nuestros logros en ingeniería, arquitectura, física, etc.; Las epopeyas de
Homero, la Ilíada y la Odisea, siguen siendo editadas y leídas en la actualidad;
y así sucesivamente y sería largo y tedioso hacer este inventario. Pensamos en
tantos nombres: el rey Alejandro Magno, los filósofos Sócrates, Platón,
Aristóteles, Hipócrates, el padre de la medicina científica, y podríamos sentir en
todo lo que vemos a diario, cómo es que Platón es la base de las ciencias
políticas actuales, que Aristóteles ha nutrido con su pensamiento la mayor
parte de la teología cristiana desde la edad media hasta ahora, razón por lo
que algunos académicos llaman a sus escritos Filosofía perenne; veríamos con
claridad estudiando todo este legado, como es que los griegos son nuestros
antecesores en la actual preocupación por la belleza y la salud del cuerpo, su
agilidad, destreza, gracia, atleticidad, basta pensar en que la sentencia “mente
sana en cuerpo sano” era el cartel que estaba en la puerta de los gimnasios
griegos. Nuestra ciencia, nuestro sentido común, nuestra ciencia educativa, fue
alguna vez, iluminada con una primera luz por los antiguos hijos de la Hélade y
bastaría con estas simples reflexiones para motivar a muchas más y a una
puesta en valor de nuestros vínculos espirituales con aquella infancia del
hombre que por primera vez marco un camino y dejo una posta en la creación
de la historia de una cultura humana global, libre, racionalista.
Conocemos a Grecia por su literatura. Pero el modo en que dicha literatura ha
llegado hasta nosotros es parte de una historia que durante muchos siglos ha
estado a merced del azar. La biblioteca de Alejandría, que se supone
albergaba miles de libros antiguos, fue destruida por una turba cristiana, allá
por el siglo IV D. C.
En los distintos saqueos a que sometieron al imperio romano los pueblos
bárbaros, se perdió mucho material escrito valioso. Ciudades destruidas y
tradiciones perdidas de las que algo se ha salvado con el transcurrir de los
siglos. El imperio romano de oriente, que no era otra cosa que Grecia,
conservó parte de su literatura y cuando en el s. XIV y XV d. c. comenzó a ser
amenazado por los turcos, este rico material fue trasladado a Italia, para su
preservación. El resto es historia, la traducción intensa de obras griegas
desconocidas hasta entonces hizo florecer los estudios sobre la antigüedad y
marco la época que ahora conocemos como El renacimiento.
El por qué de esta obsesión histórica, el por qué la importancia que a lo largo
de los siglos ha tenido el legado de la cultura de los griegos, debe entenderse
en la historia de Grecia misma y de sus valiosos aportes al patrimonio de la
humanidad. La evolución de la cultura griega es un fruto cuya planta se nutrió
de un ideal educativo, de una voluntad creadora consciente y racional. El gran
helenista alemán Werner Jaeger nos dice en Paideia, que los griegos
cristalizaron en sus ideales educativos una forma altamente evolucionada de
conservar y transmitir sus peculiaridades físicas y espirituales; es a partir de la
historia de Grecia que podemos estudiar los valores permanentes que nos ha
legado la antigüedad, valores que van desde la rectitud, el honor, el diálogo,
hasta la institución de la democracia y la libertad, como formas de vida política
comunitaria.
Los intelectuales griegos elaboraron principios para regir la conducta de los
individuos, los cuales estaban fundamentados en la observación de la
naturaleza y en la búsqueda de explicaciones racionales. Estas sólo podían ser
reveladas por la investigación científica, que tiene sus regularidades y leyes
invariables. Mediante esta nueva mentalidad, los griegos se elevaron de las
tradicionales explicaciones mitológicas sobre el mundo, al conocimiento de un
Dios de la razón, tal como se lee en la ontoteología de Platón, esbozada en
obras como La República, y la de Aristóteles en su clásico tratado sobre La
Metafísica.
Pero mientras unos descubrían a Dios y atisbaban con la razón las cosas
celestiales, otros como Leucipo y Demócrito, preferían las explicaciones
materialistas. No es casual, ya que hablamos de legados y transmisiones, que
la tesis doctoral de Karl Marx como filósofo haya versado sobre la filosofía de
estos dos conocidos filósofos griegos, creadores del concepto de “átomo”, que
es una de las cosas en la que los griegos se adelantaron a nuestra actual
cosmovisión. Y no es casual que Hegel, el gran inspirador del pensamiento
marxista, haya remontado los principios de su Dialéctica hasta Platón y
Heráclito de Éfeso, quien decía que la esencia de las cosas era el cambio
perpetuo.
Como podemos ver el tema es inagotable. Acotaremos diciendo que el principio
rector del desenvolvimiento de los griegos como cultura original y peculiar, es la
aparición entre ellos de un alto ideal de dignidad humana, una estimación del
hombre por su valor como ser, portador de potencialidades, capaz de una
realización autónoma y benéfica de las mismas. Esta idea está emparentada a
su vez con la idea cristiana del valor infinito del alma individual y la idea
renacentista de la libertad espiritual del individuo. Werner Jaeger nos dice en
Paideia, que no hubiera sido posible nuestra actual aspiración a ser
reconocidos y valorados, a ser felices, sin el sentimiento de la dignidad del
hombre que alcanzaron los pueblos de Grecia, en su literatura. Allí están la
Ilíada de Homero, la Teogonía, de Hesíodo, las tragedias de Sófocles y
Eurípides, La República de Platón, La Metafísica de Aristóteles, y tantas más;
en todas ellas resplandece la huella imperecedera del genio humano antiguo.
Libros que se leerán por siempre, porque desde lo profundo del tiempo (2500
años) nos siguen diciendo algo de nosotros mismos.

Fernando Odiaga, escritor.

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