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Presentado por:
Yaniris Miguelina Gomez Cava #10
Tema:
Cuestionario
Facilitador:
Prof. Robert Holguín
Asignatura:
Educación Cívica
Fecha de Entrega:
Miercoles 06 de mayo del 2018
Funciones de estos tres poderes del Estado
Poder Ejecutivo
El Poder Legislativo.
El poder legislativo tiene como función legislar, es decir, hacer las leyes que
regirán toda la nación. Este poder del estado está formado por la cámara de
diputados y el senado.
Los ciudadanos que ocupan esta posición (Senadores y Diputados) son elegidos
mediante el voto directo en elecciones nacionales celebradas cada cuatro años.
Ellos tienen que ser postulados por sus respectivos partidos políticos, quienes
deberán presentar ante la Junta Central Electoral un candidato a senador por
cada provincia y uno por el distrito nacional; y para diputado uno por cada
cincuenta mil habitantes o fracción de más de 25mil, sin que en ningún caso
sean menos de dos por cada provincia.
El Poder del Estado que tiene la responsabilidad de aplicar las leyes (hacerlas
cumplir) es el poder judicial. Este poder se ejerce por la Suprema Corte de
Justicia, y está compuesto también por las Cortes de Apelación, Juzgados de
Primera Instancia, Juzgados de Instrucción y Juzgados de Paz. Además, forman
parte de esta estructura los tribunales especiales como el Tribunal de Tierra,
Tribunal de niños, niñas y adolescentes, y la Cámara de Cuentas. Todos éstos
tienen a su cargo administrar la justicia de nuestro país.
Los funcionarios que están al frente de los diferentes tribunales con los jueces.
Estos no son elegidos por el pueblo, como sucede conos demás poderes del
estado, sino que su designación la hace el Consejo Nacional de la Magistratura.
Así lo establece la Constitución.
Al igual que los demás poderes del Estado, los funcionarios que ocupen una
posición en el Poder Judicial no podrán desempeñar ninguna otra función con
excepción de la docencia.
Dentro del Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia es el tribunal con mayor
jerarquía. Se compondrá de por lo menos once jueces los cuales serán
designados por el Consejo Nacional de la Magistratura.
Bolivar pensaba que una nación federal, que uniera los territorios de lo que hoy es
Venezuela, Colombia, Panamá, Perú, Bolivia y parte de Guyana, seria lo
suficientemente fuerte para soportar una reacción de España para la reconquista de los
territorios perdidos.
Durante toda la década, al mismo tiempo que combatía los remanentes de los ejércitos
españoles, el Libertador dedicó todo su esfuerzo para la construcción de la unidad
política de las nuevas naciones. Sin embargo, antes de su muerte, acaecida en 1830,
tuvo que ver como se separaban en gobiernos centrales y se perdía con su vida la idea
del federalismo hispanoamericano.
A medida que se construían los gobiernos centrales, se iniciaba la lucha interna entre
dos grupos claramente diferenciados, liberales y conservadores, que comenzaron a
disputarse los espacios de poder nacional con ideas similares a las que se enfrentaban
en Europa.
El grupo político liberal, planteaba la construcción de estados laicos, con separación
de la iglesia católica y el estado, disminución de los privilegios del clero, libertad de
expresión, libertad de cultos, libertad de comercio, voto universal, educación laica y
otras medidas inspiradas en el iluminismo, en boga en el viejo continente.
Es así como las naciones americanas desde 1830 en adelante pasan de la lucha por la
ruptura con España, a un proceso intenso de construcción política que definiera sus
relaciones internas.
Mientras en América Latina, las nuevas naciones con diferentes niveles de desarrollo,
construidas sobre bases institucionales débiles o inexistentes, relaciones de
producción agraria del tipo de un feudalismo tardío y con gran diversidad en la
composición étnica de su población (blancos, indígenas, mestizos); se planteaban
construir un sistema político presidencialista similar al de los Estados Unidos de
Norteamérica.
En este escenario, fruto del atraso en el desarrollo del capitalismo y escaso desarrollo
institucional, las clases gobernantes de nuestras naciones adoptaron, con muy pocas
excepciones, gobiernos de corte conservador donde se garantizaban los privilegios a
la Iglesia y se mantenían los privilegios de las castas gobernantes.
Posterior a esto durante gran parte del siglo XIX la lucha se centró en las disputas
entre liberales y conservadores, siendo Antonio López de Santa Anna, once veces
presidente de Mexico, cinco veces como liberal y seis veces como conservador; esto
nos da una idea de la confusión que existía en esos años.
Quienes eran los líderes de los partidos Rojo, Verde y Azul en la Republica
Dominicana en el Siglo XVIII
A juicio de Julio Genaro Campillo Pérez “La fundación de la sociedad patriótica “La
Trinitaria” el 16 de julio de 1838, es sin lugar a dudas el germen del cual surgió el
primer grupo político” que podría denominarse dominicano. Laborando en la misma
dirección que los trinitarios, surgieron “los afrancesados” que, al buscar la anexión a
Francia, bregaban también por la separación de Haití.
Partido Rojo
Se basó en el carisma de Buenaventura Báez, y tuvo un carácter reaccionario. Los
colores “rojo” y “azul” surgieron porque, al momento de lanzarse al combate en la
llamada Revolución de 1857, para distinguirse, los partidarios de uno u otro bando
colocaron cintas de eso colores encima de sus sombreros.
Partido Azul
Inicialmente, no sirvió a ningún caudillo o líder en particular, sino que surgió para
nuclear a los sectores más avanzados, herederos de las luchas restauradoras. Fue por
este que la mayor influencia en la primera etapa de este partido la tuvo Gregorio
Luperón. Este partido también fue llamado “liberal”, “Nacional” y “Nacional
Liberal”. Los colores “rojo” y “azul” surgieron porque, al momento de lanzarse al
combate en la llamada Revolución de 1857, para distinguirse, los partidarios de uno
u otro bando colocaron cintas de eso colores encima de sus sombreros.
Partido Verde
El partido “Verde” fue formado por los partidarios de Ignacio María González quien,
habiendo surgido de las fuerzas liberales del partido “Azul”, decidió romper con aquel
sosteniendo sus nuevas ideas de corte autoritario.
¿Cómo estaba divida la Isla a la llegada de los europeos?
El presidente Rafael Leónidas Trujillo Molina no era un nefelibata, que andaba por
las nubes, sino un hombre práctico aunque muy dado al culto a la personalidad, al
punto que promovió el cambio del nombre de la capital Santo Domingo de Guzmán
por Ciudad Trujillo, lo que se hizo el 11 de enero de 1936. Su campaña para alcanzar
la reelección se basó en reforzar la posición política como líder del país.
Puentes y edificios públicos fueron nombrados en su honor, llegando al colmo que en
las matrículas de vehículos fue incluido el lema “¡Viva Trujillo!” También fueron
erigidas estatuas suyas en toda la geografía nacional.
La placa con el lema “Dios y Trujillo” era exhibida en las salas de la mayoría de los
hogares dominicanos, en algunos por el temor y otros como fervientes trujillistas.
El culto a la personalidad estuvo a la altura, o superaba, al que se rendía al líder
soviético José Stalin, al italiano Benito Mussolini, al alemán Adolfo Hitler o al
español Francisco Franco.
La propuesta para el cambio de nombre de la ciudad salió de la “iniciativa” del
entonces presidente del Senado, Mario Fermín Cabral, padre del poeta Manuel del
Cabral, y quien a su vez es el progenitor de doña Peggy Cabral viuda Peña Gómez,
actual embajadora dominicana en Italia.
Fermín Cabral aprovechó un mitin efectuado el 12 de junio de 1935 en Santiago para
lanzar la idea sustituir del nombre de Santo Domingo por Ciudad Trujillo.
Luego de expresar los merecimientos de Trujillo por haber reconstruido Santo
Domingo tras la destrucción ocasionada por el ciclón de San Zenón, dice “bella idea
es la de erigirle una estatua”.
“Mas, no debemos olvidar que ésta no sería eterna: la estatua es forma, y la forma
desaparece con la acción destructora de los tiempos”, agregó.
Refiere que “la gigantesca y asombrosa obra de gobierno realizada por el presidente
Trujillo en el breve período de cinco años y en medio de las circunstancias adversas
que han prevalecido en el mundo, merece una prenda de admiración más grandiosa,
más digna de su gloria y que sea la mayor y más sensacional expresión del
agradecimiento colectivo”.
“Pensándolo así consideramos que denominar Ciudad Trujillo a la Ciudad de Santo
Domingo de Guzmán, conocida como la más antigua del Nuevo Mundo, es el más
resonante y perdurable homenaje que podemos rendir al esclarecido prócer, héroe
máximo y formidable constructor del pueblo dominicano”, propuso Fermín Cabral.
El legislador y acólito de Trujillo sostuvo que el caso no era nuevo en la historia.
Recordó que a Bolivia se le dio ese nombre en prueba de gratitud a Bolívar y los
estadounidenses dieron el hombre de Washington a su capital en reconocimiento
eterno “al que fue el primero en la paz, el primero en la guerra y el primero en el
corazón de sus conciudadanos”.
Expuso que “la capital de la República, orgullo nuestro, cuna de la civilización del
Nuevo Mundo y donde se halla el tesoro de nuestra cultura, debe ostentar el nombre
de Trujillo, que la recibió deshecha el 3 de septiembre y la devuelve al país limpia,
magnífica y moderna”.
En una comunicación de fecha 19 de julio de 1935 dirigida a Fermín Cabral, Trujillo
“rechazó” la propuesta y le expresaba “ruego, pues, a usted y a mis demás amigos de
ambas Cámara no iniciar ningún proyecto de ley cuyo objetivo sea cambiar o alterar
el nombre con que aparece consagrada en la tradición y en la historia la ciudad de
Santo Domingo”.