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RODOLFO

MONDOLFO

SOCRATES

EDITORIAL U IVERSITARIA DE BUE OS AIRES


RODOLFO MONDOLFO

Sócrates

Editorial eudeba
La presente edición fue digitalizada y corregida en las
bellas tierras del muy distante y espacioso reino de
Kollasuyu; durante los primeros, calurosos y febriles días
del mes de febrero del año 565 del quinto sol, del nuevo
imperio de Tawantinsuyu.
Indice
1. La situación histórica_______________________________________________ 5
2. La situación cultural _______________________________________________ 6
3. La existencia histórica de Sócrates. Vida y características. ________________ 9
4. El problema de Sócrates y las condiciones para su solución. _____________ 21
5. La inspiración religiosa y la purificación de los espíritus. _________________ 25
6. La refutación como purificación y estímulo para la investigación. La mayéutica.29
7. La ciencia y los conceptos universales. _______________________________ 34
8. Ciencia y virtud, ignorancia y pecado. La unidad de las virtudes ___________ 37
9. El eudemonismo socrático: no utilitarismo, sino ética del amor y del deber. __ 43
10. El alma y su inmortalidad. La inspira- ción religiosa de Sócrates. _______ 51
11. La influencia histórica y la perennidad de Sócrates. ____________________ 55
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"la dominante" entre las ciudades marí-


1. La situación histórica timas, y la federación formada por éstas
con la hegemonía de Atenas para la de-
La gran victoria sobre los invasores fensa común contra los bárbaros (liga
persas, lograda por los griegos en el año delio-ática) llega a convertirse, con
478 a.C., tuvo a los atenienses por artífices Pe-ricles, en imperio ateniense.
principales y les inspiró honda confianza Sin embargo, este proceso ascensional
en sí mismos y en su régimen democrá- mismo contenía los gérmenes de un pos-
tico, determinando una intensificación terior derrumbamiento, ya fuese en los
del proceso ascensional de florecimiento conflictos con los asociados que no tolera-
y poderío de la ciudad. ban la situación de vasallaje a que se veían
En el orden interior se amplía y se reducidos, ya fuese en las luchas a muerte
fortifica la constitución democrática: las con Esparta y Siracusa, a las que Atenas se
reformas de Efialtes y de Perícles limitan vio empujada por las exigencias mismas de
los poderes del Areópago, dominado por su dominio. Las catástrofes que Atenas
la burguesía pudiente, y amplían los de la padece en ambas guerras desencadenan
asamblea y del jurado popular; hacen con creciente ferocidad las luchas internas
efectiva, mediante un régimen de indem- entre oligarcas y demócratas: en 413-412
nizaciones, la participación de los prole- los oligarcas aprovechan la grave situación
tarios en las magistraturas; imprimen bélica para derrocar la democracia y
vigoroso impulso a la justicia social y ma- establecer la dictadura de los Cuatro-
yor intensidad a la vida política e inspiran cientos, luego derribada por el furor po-
en los ciudadanos un sentimiento de pular; pero, como la suerte de las armas
consagración a la polis y a su grandeza. no cesara de ser adversa, la psicosis de guerra
En el orden exterior Atenas llega a ser

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lleva a la democracia a condenar a 2. La situación cultural


muerte, sin derecho de defensa, a sus pro-
pios generales victoriosos en la batalla na- El siglo V a. C. asistió al mayor flo-
val de las Arginusas; y es en vano la va- recimiento cultural de Atenas; ésta se
liente oposición de Sócrates a tamaño convirtió en el centro de la civilización
crimen. helénica hasta el punto de merecer el
El clima de terror y de sospecha que título de "Hélade de la Hélade". El
se crea en Atenas y los nuevos desastres espíritu democrático ateniense promueve
bélicos permiten a los oligarcas volver en la participación de todo el pueblo en el,
el año 404, con la ayuda de Esparta, a ins- progreso cultural. Se le educa el gusto
tituir la tiranía de los Treinta, dirigida artístico al ofrecerle obras maestras en
por Critias. los monumentos públicos (Partenón,
Pero los crímenes con que se mancha Propíleos, pórticos pintados, estatua de
esta tiranía —entre ellos el asesinato de Atenea, etcétera) con que Pericles
León de Salamina, en vano resistido convierte a Atenas en la ciudad más
valientemente por Sócrates— estimulan hermosa de Occidente, utilizando en
la reacción del pueblo. Los servicio del pueblo el arte excelso de
desterrados, guiados por Trasíbulo, Fidias y de Mirón, de Ictino, de
logran encabezar una insurrección Calícrates, de Polignoto, etcétera;
irresistible; después de la victoria, mediante el pago de los theoriká, que
empero, renuncian generosamente a toda le permite asistir a las representaciones
venganza y decretan la amnistía de los dramáticas, se llama al pueblo para que
adversarios. Sin embargo, no triunfa disfrute de las grandes obras de la poesía
luego la exigencia de una renovación trágica y cómica —que en este siglo
moral, única base posible para un alcanza su apogeo con Esquilo, Sófocles,
verdadero renacimiento político; antes Eurípides, Aristófanes— que debate a
bien, se sospecha del ciudadano que pro- menudo grandes problemas religiosos,
clama tal exigencia; y Ánito —compa- morales, políticos y enuncia a veces ele-
ñero principal de Trasíbulo—, junto con vadas concepciones éticas, como la Antí-
otros dos, acusa a Sócrates de corromper fona de Sófocles, donde se plantea el
a la juventud y de desconocer a los dioses problema de las leyes no escritas y se
patrios. opone al principio del odio el del amor
La parábola de ascensión y derrum- humano.
bamiento de la grandeza imperial de Ate- La protección otorgada por Pericles a
nas, que habíase desarrollado durante artistas como Fidias e Ictino, a pensadores
el siglo V, desemboca así, al comienzo del como Anaxágoras y Protágoras, y el
siglo IV (399), en el proceso y la condena espíritu de libertad que promueve entre
de Sócrates. los ciudadanos hacen de Atenas la
capital

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intelectual del mundo griego, el centro la nueva orientación que allí cobra la
de atracción de los nobles espíritus de la investigación filosófica. No puede
época, propugnáculo del libre desarrollo entenderse el tránsito del predominio
de la personalidad humana. Cierto es que de los problemas de la naturaleza,
las luces se ven acompañadas por sombras característico de la filosofía anterior, a la
inevitables; que instituciones y costum- posición central que conquistan ahora
bres progresistas contienen aspectos infe- los problemas humanos, si no se
riores y gérmenes de corrupción; que el relaciona la evolución de los intereses
espíritu de libertad se ve a veces abatido intelectuales con la situación
por olas de intolerancia de las que son político-social.
víctimas los mismos pensadores protegi- Las guerras persas y las exigencias pos-
dos por Pericles; que el iluminismo racio- teriores de la hegemonía imperial de Ate-
nalista —expresado de diversas maneras en nas habían impuesto la extensión, a todos,
la filosofía de Anaxágoras y de algunos de los deberes militares y, por consi-
sofistas, en la historiografía de Heródoto guiente, de los derechos políticos, cuyo
y de Tucídides, en la poesía de Eurípides, ejercicio se hacía efectivo concediendo
etcétera— tiene a veces adeptos inmorales una indemnización a los magistrados po-
como Critias o como Alcibíades. Pero el pulares. La economía agrícola feudal ya
florecimiento de las artes y las letras y el se había transformado en economía in-
fermento de vida intelectual que se pro- dustrial y comercial; nuevas clases —de
ducen en la Atenas del siglo V con la mercaderes, artesanos, marineros— parti-
aparición de genios como Fídias, los tres cipan en el gobierno del estado; la reduc-
grandes trágicos, Aristófanes, Tucídides, ción de los poderes del Areópago aumenta
Sócrates, acaso no tengan parangón en los de la asamblea popular; se siente la
otra ciudad o época; y si todos estos gran- necesidad de preparar nuevas élites
des hombres hallan clima propicio para el dándoles una cultura politico-jurídica
desarrollo y la expresión de su genio, ello basada en el conocimiento de los
se debe a "la constitución y a las condi- problemas intelectuales y morales y
ciones concretas de la vida ateniense; y la asistida por una dialéctica capaz de
nodriza común fue aquella libertad cuyo imponerse y triunfar en las asambleas y
elevado valor no todos reconocieron" en los tribunales. La adquisición de
1
semejante cultura exige maestros que no
A esa libertad —consecuencia de la se encierren, como antes lo habían hecho
evolución política ateniense después de los naturalistas, en la esfera de sus
las guerras persas— se vincula también problemas y de sus escuelas, sino que
1
DE SANCTIS , G., Storia dei Greci,
ofrezcan la enseñanza que el público
Florencia, 1939, t. II, pag. 346. reclama y está dispuesto a pagarles. Y es
así como aparecen los sofistas
—Protá-goras de Abdera, en Tracia;
Gorgias de

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Leontium, en Sicilia; Pródico de Ceos, en dinero su belleza a quien se la pide, se la


las Cicladas; Hipias de Elis, en el llama prostituta; e, igualmente, a quienes
Pelopo-neso, etcétera—, procedentes de venden su sabiduría por dinero a los que
todo el mundo griego, y uno que otro, la buscan se los llama sofistas, vale decir
como An-tifónte, de la misma Atenas; y «prostitutos». Al contrario, si alguien
todos pro-curan hacer de Atenas el centro enseña todo lo bueno que sabe a
principal de su actividad. Ecos de sus quienquiera vea bien dispuesto por
enseñanzas repercuten en la poesía de naturaleza y se convierte en su amigo,
Eurípides y pueden así comunicarse creemos que ése cumple con el deber del
ampliamente al pueblo; pero los sofistas, ciudadano óptimo."
que viven de su magisterio y exigen La oposición entre uno y otro no con-
remuneración a los discípulos, enderezan siste sólo en el hecho de que el sofista
su actividad a la esfera más restringida de cobre una remuneración por su ense-
los ricos. En esto estriba una de las ñanza, esto es, ejerza como actividad
diferencias fundamentales entre ellos y interesada una tarea que Sócrates consi-
Sócrates que Jenofonte nos presenta dera misión sagrada que ha de cumplirse
vivamente en el relato de un diálogo de su en beneficio ajeno y no propio, sino tam-
maestro con el sofista Anti- fonte bién en que, de acuerdo con esta diferen-
(Memor., I, vi, 11-13). cia, los sofistas vinculen la elección de
"¡Oh, Sócrates! —dice el sofista—, yo sus discípulos a la situación económica
creo que eres justo pero en modo alguno de los jóvenes, en tanto que Sócrates sólo
sabio; y me parece que tú mismo lo reco- la vincula a la disposición intelectual y
noces al no cobrar retribución alguna por moral que revelen. Lo cual significa que
tu conversación. Sin embargo, a nadie la educación y formación de élites para
entregarías gratuitamente, o por menos el gobierno del estado efectuada por los
de su valor, tu abrigo, tu casa u otra cosa sofistas obedece a las ambiciones y a los
que te pertenezca. Es claro, pues, que si intereses políticos de jóvenes ricos; la que
atribuyeras algún valor a tu conversación quiere realizar Sócrates, en cambio, obe-
también por ésta cobrarías una retribu- dece a las exigencias del bien general, al
ción que no fuese inferior a su justo que los individuos deben consagrar su
precio. Se te podrá, entonces, llamar capacidad y no sobreponerle sus aspira-
justo, ya que no engañas por avidez, pero ciones personales. La educación sofística
no sabio, ya que lo que conoces nada es formación de habilidades; la socrática,
vale." "¡Oh, Antifonte! —contesta Só- formación de conciencias; al basar en el
crates—, nosotros creemos que la privilegio económico la adquisición de un
hermo-sura y la sabiduría pueden privilegio educativo, la primera se asocia a
emplearse igualmente tanto de manera un espíritu oligárquico; al tratar de
honesta como deshonesta. Si una mujer
vende por

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formar espiritualmente —como el mismo cluida en obras extrañas a la literatura


Sócrates dice, según Jenofonte, Memor., socrática: Las helénicas, I, vii, 14 y sig.,
I, vi, 15— "a muchas personas capaces de de Jenofonte y la parte autobiográfica de
manejar la cosa pública", la segunda se la Carta VII de Platón. De Strycker cita
inspira en la misma exigencia a la que otro testimonio de carácter estrictamente
obedecía imperfectamente la democracia histórico: el pasaje de la Anábasis, III, i,
ateniense al establecer la dokimasía (exa- donde Jenofonte nos refiere la consulta
men de los candidatos), correctivo del que hizo a Sócrates acerca del problema
igualitarismo del sorteo, ciego a las dife- de su participación en la empresa bélica
rencias de condiciones intelectuales y de Ciro. Estos datos históricos refutan por
morales de los individuos. Sócrates sí solos la tesis de algunos críticos
introduce cohesión en esta exigencia al modernos que quieren reducir a pura
convertirla en requisito previo para la leyenda o a creación poética la figura
educación de los hombres aptos y señala de Sócrates que la tradición nos ha
que quien procura satisfacerla cumple transmitido.
una importante misión pública, aun En su forma más extremada, la tesis ha
cuando —justamente para poder actuar sido presentada por E. Dupréel3, quien
como maestro— él mismo no participa sostuvo que Sócrates era una mera ficción
personalmente en el gobierno del literaria del nacionalismo ateniense de
estado. Platón y de los llamados socráticos, que
habrían inventado la existencia, la ense-
ñanza, las vicisitudes, la condena y la
3. La existencia histórica de muerte del imaginario maestro para disi-
Sócrates. Vida y mular con esa ficción su propia esterilidad
especulativa y para apropiarse de las
características. doctrinas de los sofistas extranjeros:
Pro-tágoras, Gorgias, Pródico, Hipias.
He recordado anteriormente dos episo-
Otro crítico, Olof Gigon (4), admite la
dios de la vida de Sócrates —su actitud
existencia real de un tal Sócrates, conde-
en el proceso contra los estrategos de las
nado a muerte por impiedad en el año 399
Arginusas y su repulsa a los Treinta, que
le ordenaban participar en la captura de 8
La légende socratique et les sources de Platón,
León de Salamina—, cuyo relato leemos Bruselas, 1922.
4
en la Apología platónica, 32b-d, pero Sokrates, sein Bild in Dichtung und
Geschich-te, Berna, 1947. Por una senda crítica
cuyo carácter histórico no puede ne- análoga ya se habían encaminado E, WOLFF
garse, por cuanto, como lo ha señalado De (Platos Apolo-gie, Berlín, 1929) y H. KUHN
Strycker 2, su narración se encuentra in- (Sokrates: ein Versuch über den Ursprung der
Metaphysik, Berlín, 1934).
2
"Les témoignages historiques sur Socrate", en
Mélanges H. Grégoire, Bruselas, 1950, t. II.

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a. C., pero sostiene que no fue un pen- que en la de Teléclides, se lo acusa ora de
sador cuyo nombre pueda pertenecer a la ser quien hace malograr la conciencia de
historia de la filosofía, y que Platón, Je- lo trágico de Eurípides, ora de ser el ver-
nofonte, Aristóteles y los demás autores dadero autor de los dramas de éste; pero
que lo presentaron como filósofo y maes- sobre todo se lo presenta en Las nubes
tro se han servido de su nombre, así como como figura que es una perfecta caricatura
hubieran podido utilizar cualquier otro, del tipo de filósofo que investiga y
para llevar a cabo la creación literaria disputa, lo cual prueba que como tal debía
del ideal del sabio, tal como cada uno de conocerlo todo el mundo en Atenas, y
ellos lo concebía, sin preocuparse en abso- confirma, indirectamente, además, la
luto por la fidelidad histórica. Todos estos declaración del Banquete de Jenofonte,
retratos, por lo tanto, pertenecerían a la según la cual se lo apodaba "el pensador".
Sokratesdichtung y no existirían acerca Por otro lado, el asiduo contacto de Só-
del personaje testimonios históricos dig- crates con los jóvenes y sus continuas dis-
nos de tal nombre, ni mucho menos acerca cusiones acerca de problemas jurídicos y
de su hipotética doctrina. políticos, morales y religiosos se hallan
Esta reducción de la figura tradicional confirmados en forma indiscutible por la
de Sócrates a puro mito contradice los misma denuncia que determinó su pro-
datos señalados por De Strycker, que do- ceso y condena: imputaciones que pocos
cumentan la existencia histórica de un años después repite el líbelo de
ciudadano admirable y admirado por su Polícra-tes5, que a su vez suscita las
justicia ejemplar y consejero a quien los reivindicaciones de Lisias, Isócrates y
jóvenes consultaban en las contingencias Jenofonte, junto a la de Platón.
decisivas de su vida; y contrasta aún más Aun por debajo de las deformaciones
con el hecho histórico de las representa- hostiles encontramos, pues, atestiguado
ciones efectuadas en Atenas, durante la por las interpretaciones malévolas mis-
vida de Sócrates, de comedias como las de mas, el terreno firme de los datos histó-
Teléclides, de Los aduladores de Éupolis ricos, esto es, la existencia y actividad
(421), del Connos de Amipsias (423) y reales de un Sócrates pensador y maestro,
de Las nubes (423), Las aves (414) y Las conocido como tal por todos en la Atenas
ranas (405) de Aristófanes. En todas ellas de su tiempo. En lo que concierne a
Sócrates aparece vinculado a los sofistas y 5
También hay que mencionar la Vida de Só-
a Eurípides y corno un pensador que en la crates, de ARISTÓJENOS (de esta obra han quedado
comedia de Amipsias hace gala, frente a un fragmentos recogidos por K. MUELLER en Fragm.
histor. graecorum, París, 1841-1883, t. II, pág. 280
coro de pensadores, de su sabiduría y de
y sigs.), basada en parte en recuerdos personales del
su heroica continencia. En las dos últimas padre del autor, quien había conocido a Sócrates.
de Aristófanes, al igual

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este punto fundamental podemos entonces ciones con Aspasia y todo el círculo de
aceptar como verdaderos otros datos Pericles y muchos otros personajes promi-
biográficos que nos ofrecen especialmente nentes; pero, en especial, con todos los
Jenofonte y Platón y reconstruir la vida de sofistas que suelen actuar en Atenas.
Sócrates en sus lineamientos esenciales. Acaso pueda aceptarse la tradición —pro-
Su nacimiento, acontecido en un ba- cedente de su contemporáneo Ión de
rrio suburbano de Atenas, debe situarse Quíos y recogida por Diógenes Laercio y
en el año 470-469, puesto que al morir por Simplicio— según la cual en su ju-
(399 a. C.) tenía 70 años cumplidos. ventud había escuchado a Arquelao, dis-
Hijo del escultor Sofronisco, cuyo arte cípulo de Anaxágoras; lo cierto es que
aprendió y ejerció algún tiempo, y de Jenofonte afirma (Memor,, I, i, 12 y sigs.,
Fe-nareta, una partera muy conocida, tuvo y vi, 14) que se había familiarizado con
de su familia recursos sin duda modestos los "antiguos" filósofos, y Platón le hace
pero que le permitieron adquirir la cul- recordar en Fedón 96-97, su pasión
tura tradicional de los jóvenes atenienses juvenil por conocer la ciencia física y por
de buena familia, cumplir con sus obliga- hallar una solución a los problemas natu-
ciones militares como hoplita y dedicarse rales que lo atormentaban y su hondo inte-
luego enteramente a la desinteresada mi- rés en la doctrina de Anaxágoras, seguido
sión de maestro, aunque a costa de absti- por el desengaño que le produjo la lectura
nencias heroicas, como dice Jenofonte del libro. Todo esto puede explicarnos la
(Memor., I, ii), ο de una infinita pobreza, presentación que hace de él Aristófanes
según dice Platón (Apol., 32)6. en Las nubes, donde lo muestra suspen-
Desde su juventud parece estar en rela- dido en el aire contemplando el sol, esto
ción con las más notables inteligencias de es, preocupado por los problemas
su época: los músicos Damón y Connos; natura-les. Pero en el Fedón, 99e, Sócrates
el pintor Parrasio; Eurípides —a quien en sigue diciendo que, al no encontrar en
Las ranas Aristófanes le reprocha que, por ningún naturalista una explicación
el trato con Sócrates, pierda el sentido de satisfactoria y al no lograr tampoco
la sublimidad de la Musa trágica, y en hallarla por si mismo, tomó otro camino
Las nubes lo acusa de hacerse escribir sus pensando que la solución de los problemas
tragedias por ese chacarero de pretendida no debía buscarse en los objetos del
sabiduría—. También parece tener rela- conocimiento
sensible sino en los conceptos, y Jenofonte
(6) En el proceso Sócrates declara que podría dice que su maestro siempre hablaba de
pagar de su peculio sólo la suma de una mina cosas humanas. Por su parte, Aristóteles
ática (436 g) de plata. JENOFONTE (Econ., II,
iii) estima en cinco minas el total de los bienes compendia ambos testimonios al declarar
de Sócrates. (Metaf., 987a-b) que Sócrates no se ocu-
paba de la naturaleza sino de las cosas

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éticas, indagando los conceptos universa- conclusión de que la pretendida ciencia de


les. De modo que las afirmaciones de Cice- los físicos se resolvía en una ignorancia real
rón (Tusc., V, iv, 10; Acad, post., I, iv, de las causas. Sócrates debió ser conocido
15), según las cuales Sócrates hizo des- en Atenas por este planteamiento y por
cender la filosofía del cielo a la tierra, esta conclusión negativa acerca de la com-
pueden acaso entenderse en el sentido de prensión de la naturaleza pues en Las
una sucesión de dos fases en su filosofar. nubes todavía se lo presenta como natu-
Con esta interpretación puede resolverse ralista, y esa fama ya ganada de crítico
el problema planteado por muchos siempre insatisfecho puede explicar per-
historiadores con respecto al comienzo fectamente la pregunta de su amigo Que-
de la misión de escrutador y purificador de refonte y la respuesta de la Pitia, la que
inteligencias y conciencias que, en la además podía saber, por el mismo Quere-
Apo-logía, Sócrates hace remontar a la fonte, que Sócrates reprochaba a los na-
respuesta negativa que la Pitia dio en turalistas la falta de una explicación
Delfos a la pregunta formulada por su finalista, o sea la negación de una provi-
amigo Querefonte cuando inquirió si dencia divina. Pero la respuesta de la
había alguien más sabio que Sócrates. Pitia —que nadie era más sabio que el
¿Cómo habría podido Querefonte mismo Sócrates, que justamente reconocía
plantear tal interrogante y la Pitia dar tal su ignorancia— le plantea un nuevo pro-
contestación —se preguntan muchos— si blema y una nueva exigencia que ya no
Sócrates no hubiese sido ya famoso por el es la anterior indagación naturalista:
cumplimiento de su misión de maestro? escrutar a los hombres para conocerlos y
Sin embargo, el problema puede alentarlos a conocerse a sí mismos y a ser
resolverse sin tachar de ficticia la mejores.
declaración socrática —que resultaría "Desde entonces, de acuerdo con la
ingenua por su carácter evidentemente voluntad del Dios, no he cesado de
contradictorio— pues Sócrates, presenta la examinar a mis conciudadanos y a los
respuesta de la Pitia como el hecho que extranjeros que considero sabios; y si me
determinó, no el comienzo de su parece que no lo son, voy en ayuda del
investigación filosófica, sino el paso de los Dios revelándoles su ignorancia."
problemas de la naturaleza a los problemas (Apol., 23 b.)
del conocimiento y del hombre. De todos modos, debe suponerse que
La investigación natural de Sócrates Sócrates da comienzo a esa misión pur-
—tal como aparece en el Fedón y como gativa de los espíritus —cuya fecha el
lo confirman las Memorables, I, i, 13 y relato de la Apología no permite deter-
sigs.— constituía ya un planeamiento crí- minar— antes de los 38 años pues cuando
tico por cuyo intermedio se llegaba a la en la batalla de Potidea (432) salva a
Alcibíades herido (cf. Banq., 262 y sigs.),

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ya hacía tiempo que éste era su discípulo socráticas: Antístenes, fundador de la


y amigo y, según el Alcibiades primero, escuela cínica; Aristipo, de la cirenaíca;
103 y 105, Sócrates habría tardado varios Euclides, de la megárica; Fedón y
años en cumplir con él la misión que ya Mene-demo, de la eleo-erétrica; Platón, de
había cumplido con otros, a la espera de la Academia; además de Esquines de
que estuviera espiritualmente maduro y Esfeto, el discípulo más fiel, Simias y
dispuesto. Cebes, ex pitagóricos, etcétera. Pero,
Convencido, en efecto, de que debía mientras los discípulos que pueden y saben
cumplir una misión de escrutador de comprender la grandeza y nobleza
conciencias y estimular a todos a efectuar espiritual del maestro le profesan una
su propio escrutinio, Sócrates se dirigía veneración que se acrecienta en el andar
—en los gimnasios, en el agorá, en las de los años, el común de los examinados a
calles, en los banquetes, en cualquier par- quienes Sócrates hace patente su
te— a cada uno, sin hacer distinciones de inconsciencia e ignorancia, recela de él y
clase, oficio o edad; a políticos y sofistas, le guarda rencor. Y a veces algún
a poetas y artistas, a soldados y artesanos, a discípulo rebelde, como Alcibíades,
jóvenes y ancianos, a extranjeros y con- obligado a avergonzarse, se siente
ciudadanos (Apol., 30a), pero, según un impulsado a rehuirlo y hasta a desearle la
concepto que se repite muchas veces en muerte, pero al mismo tiempo tiene
Platón (Alcib. pr., Teet., etcétera), una conciencia de que si eso ocurriera
intuición instintiva, que él consideraba experimentaría el más agudo dolor.
inspirada por el daimon siempre presente (Banq,, 216a-c.)
en su interior, le revelaba quién estaba dis- Sin embargo, a muchos otros sólo les
puesto a aprovechar su conversación y queda una enemistad incomprensiva y
quién no, y así se guiaba en la selección rencorosa; y sobre ese fondo general de
de los discípulos. Debemos distinguir, incomprensión popular, de sospechas y
pues, entre interlocutores ocasionales y resentimientos —expresados también en
discípulos; con todos Sócrates trata de la presentación hostil que de Sócrates
realizar su escrutinio, pero sólo algunos ofrecen los cómicos, especialmente
de ellos se convierten en compañeros asi- Aris-tófanes— actúan las pasiones políticas
duos o en discípulos. Son, por cierto, exasperadas por el derrumbe del imperio
personas de situación, índole y criterio ateniense y la guerra civil entre oligarcas y
intelectual muy diversos que luego se demócratas. La opinión pública le re-
convierten, unos, en políticos, como procha a Sócrates que entre sus discípulos
Alci-bíades, Critias, Cármides; otros, en figure un responsable de grandes desastres
militares e historiadores, como ciudadanos, como Alcibíades; los peores
Jenofonte; otros, en filósofos fundadores entre los Treinta Tiranos, como Critias y
de escuelas Cármides; laconófilos como Jenofonte

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y Platón. No importa que en las batallas permitido el cumplimiento de su misión,


de Potidea (432), Delio (424) y en la que veía la ejecución de un mandato
Anfí-polis (421) Sócrates haya cumplido divino y su verdadero aporte al bien de
con más valentía que otros su deber con la la ciudad.
patria y haya merecido que el general "Nunca en mi vida me he concedido re-
Laquetes declarara que si todos se hubie- poso en el esfuerzo por aprender, sino que,
sen comportado como él la victoria habría descuidando lo único que la mayoría cuida
sido de los atenienses. En defensa de la ley y —el dinero, el hogar, el ser estratego o
de la justicia, Sócrates se había negado caudillo y demás magistraturas, y las con-
—solo, y arriesgando la vida— a ceder, juraciones y sediciones ciudadanas...—
tanto a las imposiciones del furor popular no me metí en las cosas en que no creí
en el proceso contra los estrategos de las que pudiera ser útil ni a vosotros ni a mí
Arginusas (411), como a la orden de los mismo, sino que siempre acudí allí donde
Treinta de arrestar a León de Sala-mina podía aportar el mayor beneficio, acer-
(404); pero el público acaso ignorara el cándome en privado a cada uno y tratando
segundo episodio y si recordaba el primero de convencer a cada uno de vosotros de
lo interpretaba quizás como expresión de que se preocupara por sí mismo antes que
un espíritu antidemocrático en grado no por sus intereses, a fin de llegar a ser más
menor que la crítica a instituciones tales bueno y más sabio; [por el mejoramiento
como el sorteo de magistrados o la espiritual] de su ciudad antes que por los
atribución a todos de facultades políticas. bienes materiales de ésta." (Apol., 36b-c.)
Con razón decía Sócrates que si hubiese "Debido a esta tarea, no tuve posibilidad
participado en la actividad pública y en de hacer nada digno de consideración, ni
sus contiendas, él, que era irreductible en los asuntos públicos ni en los privados,
opositor a toda acción injusta o ilegal, de manera que vivo en pobreza infinita
habría perdido la vida hacía tiempo por servir al Dios." (Ib, 23 b.)
(Apol., 32d y sigs.), pues en la guerra o en Mientras tanto, al rencor de aquellos a
cualquier otra ocupación su lema era quienes él mismo había hecho avergon-
igualmente cumplir con su deber, aten- zarse se agregaba el de otros hombres
diendo sólo a la justicia o injusticia de lo examinados por muchos discípulos que se
que hacía y sin preocuparse por la muer-te complacían en imitarlo. "Y así resulta
ni por nada y sí sólo por la vergüenza que los examinados por ellos se encoleri-
(Apol., 28b-d). Por otra parte, no sólo la zan conmigo, no con ellos mismos, y dicen
voz interior de su daimon le vedaba que hay un tal Sócrates, hombre perverso,
entregarse a la vida pública, sino que ade- que corrompe a los jóvenes." (Apol.,
más la actividad política no le habría 23c-d.)
Sócrates no se preocupaba por la tor-

15
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

menta que iba condensándose sobre su núes ... filosofando; de lo contrario ...
cabeza; seguía cumpliendo la misión que morirás ...», os contestaría: «Mis
a su juicio le había sido confiada por el queri-dos atenienses, os quiero y os amo,
Dios, con la misma imperturbable sere- pero obedeceré al Dios antes que a
nidad con que a veces se ponía a reflexio- vosotros y en tanto tenga aliento no cesaré
nar en algún problema, insensible a las de filosofar y de amonestar y aconsejar a
contingencias circunstantes, al frío, al vosotros y a cualquiera de vosotros a quien
hambre, al cansancio, como cuando —se- tenga ocasión de hablar»." (Apol., 29c-d.)
gún refiere Alcibíades, Banq., 220c-d— "Y, me absolváis o no, no haré otra cosa
en Potidea permaneció todo un día y una ni aun cuando me exponga a morir mil
noche de pie e inmóvil, concentrado en veces." (Ib., 30b-c.)
sus pensamientos, hasta que al salir el sol Afirmaciones como éstas contribuyen sin
rezó sus oraciones y se marchó. duda a que se lo declare culpable y —como
Pero en el año 399 la tormenta se desen- según la ley ateniense él mismo debe
cadena. Tres ciudadanos —Meleto, poeta; proponer una pena— manifiesta entonces
Licón, orador; y Ánito, mercader y que no merecería ninguna, ni de destierro, ni
político influyente por haber sido com- de cárcel, ni de otra índole, sino recompensa
pañero de Trasíbulo en la expulsión de y honra públicas por haber tratado siempre
los Treinta Tiranos— se convierten en de beneficiar a todos, exhortándolos a
portavoces de las sospechas y de la hos- mejorar su alma y su ciudad, pero que si se le
tilidad ya difundidas y denuncian a Só- quiere imponer una multa pagará lo poco que
crates acusándolo de corromper a la puede dar de su bolsillo, más lo que le ofrecen
juventud, de negar a los dioses patrios y sus discípulos. Los jueces, irritados, votan
de introducir nuevos seres demónicos. por mayoría la pena de muerte, pero Sócrates
Pena pedida: la muerte. les advierte que lo más difícil no es rehuir la
De acuerdo con la Apología platónica muerte, sino la maldad, y que para verse
—sin duda sustancialmente fiel—, en el libre de todo reproche no hay que tapar la
proceso Sócrates centra su defensa en boca a los acusadores, sino mejorarse a sí
el relato de su vida y del apostolado que mismo. Y a la minoría que votó su
después de la respuesta de la Pitia se im- absolución le dice, para su consuelo, que la
puso como deber sagrado. Así como nunca muerte, ya sea anonadamiento del ser, ya
abandonó el puesto que le asignaron en la ingreso en otra vida inmortal, no es un mal
guerra los magistrados, jamás abandonará y que no hay males para el hombre bueno,
—dice— la misión que le asignó el Dios: vivo o muerto; por lo cual pide que se trate a
"Y aun si me dijeseis: «Sócrates ..., te sus hijos como él trató a sus
libertamos a condición de que no conti- conciudadanos: corrigiéndolos y

16
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

estimulándolos a ser virtuosos. Y conclu- A la mañana siguiente vuelven los


ye: "Ya es hora de que vayamos, yo a amigos y la conversación recae en el tema
morir, vosotros a vivir. Quién es el que del destino del alma. Sócrates, sereno ante
va a mejor suerte a todos está oculto, la emoción de los discípulos, trata de
excepto al Dios," (Apol., 42.) convencerlos de que, para los buenos, la
Semejante elevación moral demostrada muerte es el comienzo de otra vida
por Sócrates durante el proceso se reafirma mejor; y en las alternativas del diálogo,
en el intervalo entre la sentencia y la eje- especialmente en el momento dramático
cución, para lo cual debió esperarse el en que algunas objeciones de Simias y de
retorno de la nave sagrada que había par- Cebes parecen estar a punto de derrumbar
tido con destino al santuario de Délos. Du- la construcción levantada, Sócrates,
rante los treinta días de espera, Sócrates, tranquilo y sonriente, las examina parte
en la cárcel y con cadenas en los pies, por parte, devuelve la confianza a los
continuó conversando filosóficamente con perturbados y termina exhortando a to-
sus discípulos y amigos. En la víspera del dos a que acepten serenamente el llamado
arribo del barco, Critón le anuncia: "Ma- del destino 8.
ñana tendrás que morir." "En buena hora Llega el carcelero después del último
—contesta—; si así lo quieren los dioses, saludo de Sócrates a su mujer Jantipa y a
así sea." Critón le suplica entonces que sus hijos y, emocionado, trae el veneno
acepte la fuga que los amigos han prepa- (cicuta). Sócrates, imperturbable, toma
rado y que no se traicione a si mismo, ni el vaso, lo vacía de un trago y dice a los
traicione a los hijos y a los amigos recha- amigos que sollozan: "No, amigos; hay
zándola, pero Sócrates contesta que lo que concluir con palabras de buen augu-
único que importa es vivir honestamente, rio: permaneced, pues, serenos y fuertes."
sin cometer injusticia ni siquiera para Cuando empezó a sentir los efectos del
retribuir una injusticia recibida. Y le veneno, se acostó, le recordó a Critón
plantea el problema: "Si en el momento que debían un sacrificio al dios Asclepio,
de la huida las leyes se me presentaran y y poco después estaba muerto. "Así —
me preguntasen si sustrayéndome a su le hace decir Platón a Fedón— murió
mandato quiero malograrlas y cometer la nuestro amigo, el hombre, podemos decir,
mayor impiedad contra la patria, ¿qué mejor y más sabio y más justo de cuantos
podría yo contestarles?" Critón debe conocimos." Y estas mismas palabras
darse por vencido, y Sócrates concluye: repite Platón en su propio nombre al re-
"Basta, pues, Critón, y vamos por el ca- cordar a Sócrates en la Carta VII.
mino por donde el Dios nos lleva 7." Pero si bien Platón expresa en esa for-

7 8
Cf. PLATÓN , Gritón. Cf. PLATÓN , Fedón.

17
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ma inequívoca su juicio y el de sus peligrosa índole de la dialéctica, Platón


compañeros contra la sentencia que con- pide gran cautela en su uso, del cual hay
denó como peligroso para su ciudad al que mantener alejados a los jóvenes, pues
mejor y más justo de los hombres, la de otro modo se aficionan a las discusiones
historiografía moderna, a partir de por sí mismas y se acostumbran a
He-gel, ha planteado el problema de la le- contradecir y a deshacerlo todo. Además,
gitimidad de tal sentencia y ha tratado a agregan algunos críticos modernos, con
veces de justificarla desde el punto de vista su ejemplo Sócrates enseñaba a los jóvenes
de la razón de estado, superior al rencor a despreocuparse de la vida pública y de los
de aquéllos a quienes refutaba y a la problemas de la ciudad para preocu-parse
hostilidad que los poetas cómicos y el sólo por su propia vida interior; y como, por
vulgo sentían hacia quien para ellos el contrario, el estado consi-deraba la
personificaba la sospechosa investigación, participación en las asambleas y
tanto de los naturalistas tipo Anaxágoras, magistraturas un deber de los ciudadanos
como de los sofistas tipo Protágoras. El y no sólo un derecho, la influencia negativa
tribunal, como conciencia oscura del de Sócrates hacía que éste necesariamente
estado ateniense, había intuido que la pareciese un corruptor. Y, en fin, dado
acción de Sócrates hacia peligrar los el vínculo entre la vida de la polis y la
fundamentos tradicionales, políticos y religión ciudadana, Sócrates, que quería
religiosos de la polis al socavarlos con su sustituir esta última por otra fe, se
crítica racionalista. convertía, innegablemente, en reo de
Platón mismo —señala De Sanctis9—· impiedad.
destaca en La república, 538 c-539 b, tales Sin embargo, Sócrates estaba tan lejos
peligros al observar que "hay principios, de querer socavar las creencias religiosas
en torno de lo justo y lo injusto, en que tradicionales que nunca las hizo objeto de
hemos crecido desde niños, acostumbrán- discusión, y es un sofisma decir que de esa
donos a obedecerlos y honrarlos", pero manera las negaba y anulaba aún más que
que si a un joven se le refutan repetidas quienes tenían la audacia de discutirlas 10.
veces las convicciones que ha recibido de Además, Sócrates acostumbraba cumplir
las leyes y se le hace pensar que lo que las formas del culto, rezar su oración
honraba no es bello, ni justo ní bueno, es matutina al sol, ofrecer sacrificios a los
inevitable que no siga honrando y obe- dioses, pedir y hacer pedir al oráculo dél-
deciendo los principios recibidos, sino fico —en circunstancias críticas— inspi-
qué "se convierta en transgresor de la ley, ración para su propia conducta y para la
de fiel observador que era". Dada esa ajena. Por cierto que este respeto al culto
8 10
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. 480 y Storia dei Crecí, ed. cit., t. II, pág. 492.
sigs.

18
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

patrio no significaba, como parece creer de la democracia ". Su exigencia de que


Jenofonte, aceptación lisa y llana de las los magistrados fuesen capaces y tuviesen
creencias politeístas, pues, al contrarío, to- la preparación necesaria y la crítica que
das las manifestaciones divinas particu- formulaba al sistema de sorteo no impli-
lares se unificaban para Sócrates en una caban que reclamase leyes aristocráticas
fuente única, inteligencia y providencia de privilegio, sino un llamado a la con-
universales, Dios presente en el mundo y ciencia de los políticos que debían con-
también —según la expresión usada por siderar el ejercicio de las magistraturas
Epicarmo y Anaxágoras— presente en como una misión comparable a la del
nosotros, presente como el alma personal y médico y a la del piloto o a la de cualquier
como el daimon interior al que Sócrates otro especialista, actividades todas que
atribuía su inspiración en momentos exigen conocimientos e idoneidad. No
decisivos. eran, pues, una negación de la
Por otro lado, si bien Sócrates no parti- democra-cia, sino la exigencia de
cipaba constantemente en la vida política, perfeccionarla para que efectivamente
no sólo cumplía con su deber de soldado y estuviese al servicio del bien público.
magistrado toda vez que le correspondía, Él espíritu democrático de Sócrates se
sin tener en cuenta los peligros; también manifestaba también en la valoración del
creía cumplir una misión pública sagrada trabajo, por la cual —en oposición a
al ejercer su apostolado de despertador de los prejuicios aristocráticos y al despre-
conciencias que estaba —según señala cio de las clases superiores y de los inte-
Jaeger en Paideia, II, pág. 55 y sigs.— al
11
servicio de una educación "política" y MAGALHÁES VILHENA, V. DE, Socrate et la
légende platonicienne, París, Presses
trataba una abundante temática política.
Universitaí-res de France, 1952, ha desarrollado
Y a tal servicio sacrificaba Sócrates todo en la forma más amplía y docta la tesis de la
interés personal y familiar. orientación antidemocrática de Sócrates —del
Además, su crítica a ciertas leyes e Sócrates platónico, que coincidiría, sin embargo,
con el Sócrates del libelo de Polícrates en su carácter
instituciones que le parecían contrarias de inveterado odiador del demos (misódemos)—,
al bien del estado no sólo no obedecía, "leader intel-lectuel incontesté et incontestable de la
como lo destaca Jaeger, a consideraciones réaction aristocratique au moment aígu de la
de partido —y bien lo sabía Critias, que démocratie triomphante, celui qui fut son héraut au
debut du dernier sursaut de grande allure de
en nombre de los Treinta quiso prohibir l'aristocra-tie athénienne chancelante" (pág.
su enseñanza—, sino que tampoco dismi- 222). Lamento no poder detenerme en un
nuía su profundo respeto a la majestad examen analítico y en una discusión como los
que el libro de Magalhaes Vilhena merecería
de la ley que le hizo rechazar la fuga y pues los límites de mí ensayo me obligan a ceñirme
sacrificar su vida en el altar de las leyes. a una rápida indicación de los datos en que puede
Tampoco es exacto que fuese enemigo apoyarse mi tesis contraria.

19
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

lectuales por los trabajadores— se com- porque reconocía en él una actividad


placía en recurrir a menudo a la sentencia educadora que crea conocimientos e im-
de Hesíodo: "el trabajo no es vergüenza; plica la conciencia de lo que se hace y de
el ocio sí es vergüenza". Y en conversa- por qué se lo hace. Entre sus muchos
ciones que refiere Jenofonte —pero que examinados, los únicos que entendían lo
por cierto traducen un genuino pensa- referente a su propio oficio —dice en la
miento de Sócrates, puesto que Jenofonte Apología, 22a— eran los artesanos, cuya
se inclina espontáneamente hacia el punto sabiduría, empero, se nublaba cuando
de vista aristocrático y es uno de los pretendían salir del terreno de su compe-
típicos menospreciadores del trabajo—, tencia. Acaso por esta función cognos-
Sócrates no sólo repite con Hesíodo, citiva del trabajo, a Sócrates le agradaba,
Epicarmo y Pródico que el trabajo es el en sus investigaciones conceptuales, partir
precio al que los dioses nos venden los de ejemplos propios de artesanos; por
bienes y la conquista de la arete, sino que eso Critias, cuando quiso impedirle que
además afirma la dignidad moral del tra- actuara como maestro, le ordenó abste-
bajo, aseverando que para los hombres y nerse "de los zapateros, los herreros, los
las mujeres libres no es ninguna deshonra vaqueros, etcétera" 13, vale decir, de los
ejercer un oficio manual; antes bien, sólo a temas y de los ejemplos que en sus diá-
condición de trabajar y de no ser parásito logos prefería.
se puede llegar a ser sabio y justo En esa honra directa e indirecta al
(Memor., I, ii; II, i; II, vi). trabajo, no menos que en la exigencia del
Estas ideas se transmiten sobre todo a diálogo, que reconoce la libertad de pen-
Antístenes y a los cínicos pero, asimismo, samiento y de expresión y la quiere para
ejercen su sugestión en Jenofonte y en todos, Sócrates se nos muestra profunda-
Platón mismos quienes, precisamente por mente democrático; y aun cuando puede
influencia de Sócrates, contradicen a ve- parecer excesivo decir "que personificaba
ces su propia orientación aristocrática el espíritu de la democracia ateniense" 14,
por la cual fueron incluidos entre los hay que reconocer que es un defensor de
mayores responsables de la difusión pos-
13
terior del desprecio al trabajo12. Cf. Memor., I, ii, 37. También
Cálicles
Sócrates también honraba el —Gorg., 491a— le reprocha: "¡Por todos
trabajo los
dioses! No sabes hablar sino de zapateros, carda
12 dores, cocineros, médicos, como si fuese
MONDOLFO, RODOLFO, La comprensión del
ése el
sujeto humano en la cultura antigua, Buenos Aires,
tema de nuestra discusión"; y Alcibíades —Banq.,
Imán, 1955, parte IV, cap. II; SCHUHL, Ρ. M.,
221e— reconoce: "siempre habla de asnos de car
Machinisme et philosophie, París, Alean, 1938, y ga, herreros, zapateros, curtidores", etcétera.
L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954; tr. es- 14
Cf. LOMBARDI, F., "Il discorso socrático", en
pañola: Buenos Aires, Hachette.
Rivista di Filosofía, Turín, julio de 1954, página
274.

20
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

la democracia de la competencia”(15). Por curso escrito no sabe dar explicaciones,


cierto que ésta, en tanto gobierno de los si alguien las pide, ni defenderse por sí
mejores, puede llamarse aristocracia 16 mismo, sino que necesita siempre la inter-
en el sentido etimológico de la palabra, pero vención de su padre. A este motivo —el
Sócrates es, sin duda, como lo declara G. de único que suele citarse— el Fedro asocia
Sanctis 17, "democrático de alma, aun otro: el discurso escrito se ofrece igual-
cuando adversario, en parte, de tal o cual mente al entendido y al lego, sin saber a
institución de la democracia ateniense de quién debe hablar y a quién no, como un
su tiempo". agricultor que esparce las semillas al acaso,
No es aceptable, pues, la justificación en cualquier tiempo y lugar.
histórica de su condena como defensa Pero el motivo más esencial aparece en
legítima de la polis democrática. otros diálogos platónicos, cuando en la
misma enseñanza oral Sócrates evita los
discursos largos que sólo permiten al dis-
4. El problema de Sócrates cípulo una pasiva función de oyente. La
y las condiciones para su forma propia de la enseñanza socrática es el
solución. diálogo en donde el maestro pregunta más
que contesta, excita la reflexión
Sócrates no escribió nada, o sólo unos activa del discípulo y provoca su res-
versos, compuestos según el Fedón, 60d y puesta obligándolo a buscar para descu-
61b, en sus últimos días de cárcel. Este brir; o sea: es un despertador de concien-
abstenerse de la enseñanza escrita, suele cías e inteligencias, no un proveedor de
explicarse con el motivo que Platón le conocimientos.
hace enunciar en el Fedro, 275 d y sigs.: la Por este carácter peculiar, el magisterio
escritura es como la pintura, cuyas imá- socrático exigía el diálogo viviente y libre
genes están presentes ante nosotros como y no podía ejercerse mediante obras es-
personas vivas, pero que si las interroga- critas 18; y por eso su transmisión a la pos-
mos callan majestuosamente; así, el dis- teridad sólo pudo efectuarse a través de
testimonios ajenos, de discípulos y adver-
15
Cf. SEMERARI, G., "Il principio del dialogo sarios.
in Socrate", en Giornale critico della
18
filosofía Con esta interpretación parece coincidir W.
italiana, Roma, 1953, pág. 455. JAEGER cuando sostiene que Sócrates no quiso
16
Así la llama G. GALLI, Sul pensiero di Car- escribir nada porque vivió entregado por entero
lini ed altri saggi, Turin, Gheroni, 1950, pág. 83. a su misión: "lo cual indica cuán fundamental
17
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. era para él la relación de lo hablado con el ser
482. viviente a quien en aquel momento se dirigía".
Puede recordarse, además, que NIETZSCHE en La (Paideia, México, Fondo de Cultura Económica,
voluntad de dominio consideró a Sócrates repre- 1942-45, t. II, págs. 16-18.)
sentante de los derechos de la democracia que, al
rebelarse contra la tradición aristocrática, habría
producido la decadencia y disolución del mundo
helénico.

21
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Pero no sólo amigos y enemigos nos De este modo se plantea el problema de


ofrecen de él imágenes opuestas entre sí, Sócrates, o sea el de la reconstrucción his-
sino que, además, los mismos discípulos tórica de su pensamiento, problema que ha
reproducen el pensamiento del maestro ido profundizándose a partir del primer
cada uno según su manera particular de planteamiento efectuado por
entenderlo, y esas maneras son muy dife- Schleierma-cher. Sus dificultades, que
rentes en Jenofonte y en Platón, en han sido y siguen siendo a la vez
Antís-tenes y en Aristipo, en Euclides y en estímulo y tormento para los
Esquines, etcétera. De los dos testimonios historiadores, pueden inferirse del
principales, Jenofonte y Platón, el primero examen concienzudo y detallado que del
—según la crítica de Jöel, H. Maier, tema hizo V. de Magalháes Vilhena (20).
Burnet y Taylor, etcétera, y por común En otra oportunidad (21) he recordado
consentimiento— parece incapacitado lo que a principios de siglo decía V.
para reflejar la altura espiritual del maestro Bro-chard en su ensayo L'oeuvre de
y documenta, además, en sus obras Socra-
socráticas (Banquete, Económico, Apolo-
gía, Memorables), carencia de escrúpulo
histórico al atribuir al maestro conoci-
Sócrates existe una amplia bibliografía crítica,
mientos especiales (de agricultura, de para la cual remito a las obras de Magalháes
las costumbres bélicas de los pueblos del Vilhena mencionadas en el testo. En la primera de
Asía, etcétera) que él mismo había adqui- ellas véanse especialmente los capítulos: "Platón
et le Socrate historique", "Xénophon et le Socrate
rido gracias a sus experiencias personales. historique", "Aristote et le Socrate historique",
En cambio, Platón eleva la filosofía de "Les textes socratiques d'Aristote". En lo que
Sócrates por encima de la realidad histó- respecta a la general inexactitud histórica de los
testimonios de Aristóteles, el libro de Magalháes
rica, expresando por boca de éste en todos Vilhena contiene también un capitulo: "Aristote et
sus diálogos —con excepción del Timeo y l'hístoire de la philosophie"; pero las obras
de Las leyes— las doctrinas propias, incluso fundamentales al respecto son las de H.
Cherniss, Aristotle's Criticism of Presocratic
la de las ideas, sin distinguir las posiciones Philosophy, Baltimore, 1935, y Aristotle's
respectivas; y el recurso de acudir a Criticism of Plato and the Academy, Baltimore,
Aristóteles, habitualmente utilizado para 1944 (tomo II en preparación). Además, en la
eliminación de Aristóteles como testigo
tal distinción, resulta inadecuado por históricamente válido con respecto a Sócrates, ya
insuficiencia de datos y parcialmente inva- coincidían H. Maier, J. Burnet y A. E. Taylor.
lidado por la imputación de inexactitud 20 En dos obras: Le probléme de Socrate. Le
Socrate historique et le Socrate de Platón y So-
histórica hecha por la crítica moderna a crate et la légende platonicienne, París,
los testimonios aristotélicos19. Presses Universitaires de France, 1952. Magalháes
19 Vilhena anuncia la próxima publicación
Acerca de la valoración histórica de los tes- de otro trabajo sobre el tema: Aristophane et le
timonios de Jenofonte, Platón y Aristóteles sobre Socrate histortque.
21 Moralistas griegos., Buenos Aires, Imán, 1941;
capítulo sobre Sócrates.

22
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

te 22 : "Mucho se ha escrito acerca de sos y querer ir adelante. Hay que plantear


Sócrates y lo mismo ocurrirá en el futuro. otro problema previo: el del motivo de
La fisonomía de Sócrates, por la misma estos fracasos..., de la fuente de las con-
incertidumbre e insuficiencia de nuestros tradicciones ... Debemos desatar las imá-
medios de conocimiento, no dejará jamás genes diferentes en su misma diversidad,
de tener para todos los investigadores el porque cada una nos ofrece una cara de
atractivo de un enigma que exige inter- Sócrates que se consideró verdadera, y tal
pretación; y sin duda la última palabra fue en cierto modo ..., por haber desem-
acerca de este problema nunca habrá de peñado un papel histórico que no puede
decirse". Comentaba yo entonces que ésta desconocerse"23. Lo cual coincide esen-
era una previsión fácil —cumplida hasta cialmente con lo que escribí en otra oca-
ahora y destinada a realizarse aún en el sión; esto es, que los rasgos con que cada
porvenir— que podría interpretarse tam- discípulo veía y dibujaba a su maestro
bién como una confesión de la inutilidad son los que han ejercido influjo en el
del trabajo de los historiadores para des- mismo discípulo y, en consecuencia, en
cifrar un enigma que nunca será resuelto el desarrollo de la filosofía griega; perte-
de modo decisivo; pero, aún cuando un necen a la historia del socratismo24 y deben
problema histórico no admita solución tener su origen en la misma personalidad y
definitiva, a los historiadores les queda sin acción del maestro. Pero al mismo tiempo
embargo una tarea: lograr una solución debemos destacar que la crítica reciente
más satisfactoria que las presentadas hasta —según lo señaló Calogero25— tiende a
entonces y que ofrezca otra base para considerar los contrastes entre nuestras
progresos ulteriores. distintas fuentes relativas a Sócrates
Magalháes Vilhena acepta esta opinión, menos irreductibles que lo que le
pero observa que no es sólo éste el pro- parecieron a la crítica anterior, y a recono-
blema: "No basta con registrar los fraca- cer, más bien, que estas presentaciones
diferentes ofrecen rasgos comunes o sus-
22
Études de philosophie ancienne et de philosophie ceptibles de combinarse en mutua armo-
moderne, París, Alean, 1926; tr. española: Estudios
sobre Sócrates y Platón, Buenos Aires, Losada, nía. De manera que desde hace algún
1940. La misma opinión expresa A. BANFI tiempo parece que nos hemos encaminado
—Socrate, Milán, 1944, pág. 159—: "un tentativo hacia una interpretación más adecuada,
di esposizione e di ínterpretazione socrática rimane
sempre un'ipotesi". También ADOLFO LEVI 23
—"Sul pensiero di Socrate", en Studi di filosofía Le probleme de Socrate., ed. cit., pág. 10 y
greca., Barí, Laterza, 1950— recuerda la sigs.
24
declaración de un especialista en estudios socráticos La comprensión del sujeto humano en la
"ogní volta che si ritorna sul problema socrático cultura antigua., ed. cit. Véase en la parte III, cap.
lo si trova piu difficile di prima" (pág. 217). III, las páginas sobre Sócrates.
25
"Socrate", en Enciclopedia Italiana.

23
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

sobre todo porque se ha abierto camino negativa, y aun cuando afirma la iden-
la certidumbre de que la interpretación tidad entre virtud y ciencia la concibe
del pensamiento socrático no puede sepa- como un cálculo de los provechos mate-
rarse del significado de su vida y de su riales y sensuales, lo cual Brochard mismo
acción histórica. La filosofía ha sido para define como "une conception
Sócrates el móvil de su existencia, de su terre-á-terre de la moralité".
27
actuación y de su sacrificio supremo; y Análogamente Gomperz , pese a que
la reconstrucción de su pensamiento admite en Sócrates la exigencia de armonía
debe explicar tal consagración de toda interior y unidad de carácter como
una vida a costa también de la muerte: condición de felicidad, interpreta como
debe explicar el influjo espiritual ejercido utilitarismo el eudemonismo socrático;
en discípulos tan diferentes como Platón un utilitarismo que quiere, según
y Jenofonte, Antístenes y Aristipo, Gomperz, sustituir el imperativo de los
Eu-clides y Alcibíades, Fedón y los ex mandamientos no susceptibles de una
discípulos de Filolao, etcétera; debe demostración inmediata por el indicativo
explicar esa devoción despertada en todos de intereses humanos innegables,
ellos, que, en lugar de borrarse con la insistiendo en las ventajas prácticas
condena del maestro, parece sacar de su groseras y palpables más que en las deli-
muerte impulso para la exaltación de su cadas y ocultas. Y De Ruggiero, por otra
memoria en la llamada literatura socrática parte, se niega a reconocer en la actividad
26
. de Sócrates un apostolado de la ciencia
Si la reconstrucción no logra explicar porque no habría tenido una doctrina
esas circunstancias no es satisfactoria y, para predicar al mundo, sino sólo un
por lo tanto, se condenan por sí mismas método de duda28. Y los ejemplos podrían
aun interpretaciones de historiadores va- multiplicarse. Pero con semejantes inter-
liosos como Brochard o Gomperz o De pretaciones del pensamiento socrático
Ruggiero, quienes nos presentan un Só- resultan inexplicables su vida y su acción
crates que sólo sabe hacer crítica demole- histórica, que son los datos concretos de
dora o teorizar una ética estrechamente donde —a falta de expresiones directas
utilitarista. que nos documenten su pensamiento ge-
El Sócrates de Brochard, en efecto, a nuino— es preciso partir, para de ellos
pesar de todo el afán de definición cien- tratar de retroceder a sus fuentes, es de-
tífica de los conceptos que lo acucia,
27
tiene conciencia de su incapacidad para Griechische Denker, t. II, cap. IV, parágra
salir de la esfera de una crítica puramente f o 3; tr . fr a nc esa : Par ís, Al ean; tr . ital ia na: Fl o
rencia, La Nuova Italia; tr. española: Buenos Ai
26
Cf. H. MAIER , Sokrates, Tubinga, 1913; res, Guarania.
28
pág. 106 y sigs., y W. JAEGER , Paideía, ed. cit., t. Cf. La filosofía greca, en Storia della filo
II, pág. 18. sofía, Bari, Laterza, 1934, vol. I.

24
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cir, al espíritu de Sócrates manifestado en que imputaba la destrucción de la energía


su enseñanza. creadora del espíritu helénico; la de
Pöhlmann, que opone un Sócrates racio-
5. La inspiración religiosa y nalista puro a toda tentativa de interpre-
tación religiosa; la de Jöel, basada en la
la purificación de los interpretación aristotélica, igualmente
espíritus. racionalista; la de Ortega y Gasset, que
procede de la de Nietzsche 29 , etcétera.
En este aspecto, la corriente interpre- Pero al lado de estas interpretaciones
tativa que en nuestro siglo se ha basado racionalistas se afirman con vigor otras
en el carácter de misión que Sócrates dos: 1) La moralista o humanista, repre-
atribuía a su magisterio se ha encarado sentada en su más alto grado por la obra
según una perspectiva más satisfactoria de Heinrich Maier, para quien la huma-
y ha vuelto a poner de relieve con mayor nidad de Sócrates expresa esencialmente
insistencia un rasgo fundamental de su "un nuevo estado de espíritu" y la exi-
espíritu que quizá pueda dar la clave del gencia de una búsqueda de vida ética
enigma: su inspiración religiosa, que puede personal, punto de vista que orienta
llamarse mística, con tal de que no se también a Schrempf, Stenzel y otros, y
entienda esta palabra en sentido irracio- que Banfi expresa cuando define a Sócra-
nalista —pues sería contrario a la con- tes: "El espíritu mismo de la moralidad
fianza incondicional que tenía Sócrates en su infinito problema", "la moralidad
en el valor de la razón—, sino como ex- en su pura exigencia ..., como forma
presión de su honda conciencia de una eterna del espíritu". 2) La religiosa, que
misión sagrada a la que dedicó íntegra- se acentúa con la frecuente atribución del
mente y sacrificó su vida misma. misticismo que Labriola le negaba. Este
El rasgo de honda religiosidad de Só- misticismo, cuya afirmación se basa en
crates fue puesto de relieve ya en el siglo los testimonios platónicos, ha sido vincu-
XIX por el máximo historiador de la filo- lado por la escuela escocesa (John Burnet
sofía griega, Eduardo Zeller, y aceptado y A. E. Taylor) a la relación entre Sócrates
y acentuado por otros, como por ejemplo y el pitagorismo, que los representantes de
Antonio Labriola, quien afirmó de manera esa escuela querían utilizar para su tesis
terminante la necesidad de restituir a según la cual Sócrates era el verda-
todo el conjunto de las exigencias expre- 29
sadas por Sócrates su originario signifi- Para las indicaciones bibliográficas remito a la
bibliografía final. Una síntesis rápida pero clara de
cado religioso. No faltaron, por cierto, en las obras mencionadas y de las siguientes puede verse
la misma época y posteriormente, interpre- en el ensayo de PAOLO Rossi citado también en
taciones opuestas, como la de Nietzsche, dicha bibliografía.
quien, en su Origen de la tragedia, veía en
Sócrates al antimístico o lógico puro al

25
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

dero autor de la teoría de las ideas. Pero En esta relación entre un punto central
muchos otros que rechazaron tal tesis ina- de irradiación y toda la esfera de las
ceptable reconocieron, empero, la impor- manifestaciones de la personalidad de Só-
tancia del hecho señalado por Burnet: los crates puede encontrarse el medio para
pitagóricos de Tebas y Fliunte — Simias, superar la antítesis entre las tendencias
Cebes, Ferondas, Equécrates — , ex discí- interpretativas opuestas de H, Maier y de
pulos de Filolao, después de la partida de Burnet-Taylor, esto es, entre un Sócrates
aquél buscaron en Sócrates al maestro que puro héroe moral, tal como lo veía
pudiera satisfacer sus exigencias religiosas Antís-tenes, y un Sócrates fundador de la
y místicas. filosofía especulativa, tal como lo
La inspiración religiosa y mística de presentaba Platón. "La anfibología —dice
Sócrates ha tenido singular eficacia con acierto Jaeger, en Paideia, II, pág.
escla-recedora en muchas profundas y 29— tiene que residir necesariamente en la
acertadas reconstrucciones de su figura personalidad misma de Sócrates que lo
histórica — de Zuccante a Melli, de hace susceptible de esta doble
Festugiére a De Sanctis, de Gallo Galli a interpretación. Y partiendo de aquí es
Ρ. Μ. Schuhl — y no menos en la necesario esforzarse en superar el carácter
presentación hecha por W. Jaeger en unilateral de las dos concepciones, aunque
Paideia, donde señala el carácter religioso éstas sean en cierto sentido legítimas, tanto
de la misión de Sócrates, que se interpreta a lógica como históricamente." Y el camino
sí misma como servicio del Dios y cuidado del de esta superación puede consistir en la
alma, expresiones que "nos suenan a vinculación de ambos aspectos a su
cristianismo". fundamental inspiración religiosa.
Sin embargo, no basta advertir en Só- No hay que olvidar que la distinción
crates la presencia de una honda religio- más sustancial, quizá, entre los sofistas y
sidad. Si queremos lograr un enfoque Sócrates está constituida por la visión
unitario de la personalidad socrática, es que tienen respectivamente de la tarea
decir, dar en su espíritu una posición del filósofo y el maestro: actividad pro-
central a esa religiosidad cuya luz puede fesional utilitaria para aquéllos; misión
esclarecer cada aspecto de su actividad y sagrada e imperativo categórico para
de su doctrina e iluminarlos y vincularlos éste. Sócrates vuelve al concepto de la
a todos en conjunto en su unidad siste- filosofía como misión religiosa y camino
mática y orgánica, hay que avanzar un de purificación ya sostenido por los pita-
paso más, tal como lo hicieron algunos de góricos y por Parménides, pero acen-
los escritores mencionados y de manera tuando aún más la idea de la obligación
particularmente decidida P. Martinetti moral que incumbe al filósofo: cumplir
en su Socrate. con su deber de maestro —convertido en

26
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

servicio del Dios —aun a costa de la pro- viejos, a no cuidaros mucho del cuerpo y
pia vida. la riqueza, sino más del alma para hacerla
Tiene importancia fundamental, a este mejor... Y agregaré: «Atenienses, ya sea
respecto, el pasaje de la Apología plató- que me absolváis o no, yo no procederé de
nica, 29c-30b, que ya hemos citado en otra manera aunque me exponga a morir
parte. Dice Sócrates a sus jueces: "Aun si mil veces»."
me dijerais: «Sócrates, no escuchamos a Este enunciado de una misión sagrada
tu acusador y te dejamos en libertad, pero implica en Sócrates un culto a la filosofía
con la condición de que no pases tu tiempo como camino de purificación del alma se-
en investigar y en filosofar, de lo gún el concepto afirmado ya por los
contrario, si te sorprendemos tendrás que pitagóricos y los eleatas y vinculado ade-
morir». Si me libertaseis con esa más por los pitagóricos a la práctica coti-
condición yo os contestaría: «Mis diana del examen de conciencia. Éste era
queridos atenienses, os saludo, pero obe- también un ejercicio continuo del cono-
deceré al Dios antes que a vosotros y a cimiento de sí mismo: conciencia de las
cualquier otro», diciendo, según mi cos- propias faltas que se despertaba con la
tumbre: «Hombre ..., ¿no te avergüenzas exigencia interior de pureza, por lo cual el
de ocuparte de las riquezas, para discurso sagrado pitagórico incitaba a
multiplicarlas, y de la fama, y en cambio sentir vergüenza ante sí mismo más que
no tienes ningún cuidado y preocupación ante cualquier otra persona. El precepto
por la sabiduría, por la verdad y por el pitagórico, cuyo eco resuena tanto en
alma para hacerla mejor en la medida de De-mócrito30 como en Sócrates, aparece en
lo posible?» Y si alguien entre vosotros acto en el Hipias mayor, 298 b-c, donde
me contesta que sí, que tiene cuidado de Sócrates dice que aun cuando sus faltas
ella, no lo dejaré tan pronto, sino que lo pudieran escapárseles a los demás, jamás
interrogaré y examinaré e investigaré; y se le escaparían a alguien ante el cual
si me parece que no tiene virtud, a pesar experimenta la mayor vergüenza; y ese
de lo que afirma, le reprocharé que alguien es el mismo Sócrates, el hijo de
menos-precia lo que es de mayor valor y Sofronisco. Esta experiencia interior, jus-
estima lo que es vilísimo. Y esto haré con tamente, inspira la pregunta de Sócrates a
jóvenes y viejos, ciudadanos y extranjeros, cada ciudadano: "Hombre, ¿no tienes
con cualquier persona que encuentre... vergüenza ...?", pregunta cuya eficacia
"Pues esto es lo que el Dios me ordenó, y está testimoniada por la declaración de
creo que vuestra ciudad no cuenta con 30
Cf. MONDOLFO, RODOLFO, Moralistas grie-
mayor bien que este servicio que hago al
gos, ed. cit., cap. I, y La comprensión del sujeto
Dios, esta costumbre que tengo de ir en humano en la cultura griega, ed. cit., parte III, cap.
torno de vosotros y exhortaros, jóvenes y III.

27
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Alcibíades en el Banquete platónico, sabiduría y de la virtud, únicas que nos


216 b-c: "Solamente con este hombre ha transforman en mejores a cada uno de
ocurrido lo que nadie podría creer de mí: nosotros (cf, Carm., 164; Alcib. pr.t
que me avergüenzo. Y a veces quisiera 128-133).
que ya no estuviera entre los hombres, "Conócete a ti mismo" significa: ad-
pero sé que si esto sucediese experi- quiere conciencia de tu fin y de tus faltas
mentaría el dolor más agudo". reales; la primera de éstas, la que impide
Es el despertar de la conciencia que la toda enmienda espiritual, es la creencia
filosofía alcanza con Sócrates en el ejer- de no tener faltas, esto es, falta de cono-
cicio de su tarea de purificación espiritual cimiento de sí mismo y de la verdad que
y que se afirma con el dictamen del se esconde bajo la ilusión y pretensión de
oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo. sabiduría. Saber que no se sabe, es decir,
Pero no ya en el sentido originario —"sabe adquirir conciencia de los problemas y de
que eres mortal y que no debes pensar en las lagunas que escapan a la pretendida
cosas divinas"— sino, por el contrario, en sabiduría: he ahí el primer resultado del
un sentido procedente de las creencias examen y conocimiento de sí mismo, pri-
órfico-pitagóricas: "sabe que tienes un mera sabiduría verdadera.
alma divina y debes purificarla de todo "Querefonte —narra Sócrates, Apol.,
lo que es indigno de su naturaleza y de su 21— habiendo ido una vez a Delfos, tuvo la
tarea". osadía de preguntar al oráculo si había
Según Jaeger (Paideia, II, pág. 42 y alguien más sabio que yo. Y la Pitia le
sigs.) en esto consiste el primer momento contestó: «Nadie». Al oir esto yo pensé:
del magisterio socrático, el protréptico, ¿Qué quiere decir el Dios?, ¿qué es lo que
que precede al indagativo (élenkhos), Sin esconde en sus palabras?, pues tengo la
embargo, este momento previo exhorta- certeza de no ser sabio, ni mucho menos.
tivo por un lado no tiene eficacia en sí, Entonces, ¿qué quiere decir cuando afirma
sino sólo al realizar concretamente la que soy el más sabio entre los hombres? Y
refutación (élenkhos), y por otro lado, in- largo tiempo estuve pensando qué era lo
cluye ya, en su llamado a la vergüenza que quería decir. Después me puse a
ante sí mismo, un concepto doctrinario indagar. Interpelé a uno de los que pasan
implícito que es el concepto religioso del por sabios y me dije: ahora voy a desmentir
alma, fuente y base de la exigencia moral el vaticinio y a mostrar al oráculo que éste
e igualmente de la cognoscitiva. Por eso, es más sabio que yo, aunque él haya dicho
"la vida sin examen es indigna del hombre" que yo lo soy. Pero, al examinarlo, he aquí
(Apol., 37a), en tanto que el conocimiento lo que me ocurrió... Al conversar con él
de sí mismo constituye la con-dición, o descubría que parecía sí sabio a muchos y
mejor, la esencia misma de la sobre todo a sí mis-

28
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

mo, pero que no lo era, e intenté demos- gencia de purificación. La refutación


trarle: «Tú crees ser sabio y no lo eres...» tiene la misión de suscitar en los otros la
Al irme pensé: en verdad soy más sabio conciencia de su ignorancia, es decir, de
que él pues nadie entre nosotros sabe nada encaminarlos hacia una purificación espi-
bello y bueno, pero él cree saber y no sabe; ritual de sus errores y faltas, y por eso no
yo no sé, pero tampoco creo saber. Y por llega ni debe llegar a una conclusión
esta pequeñez parece que soy más sabio: positiva sino a un resultado negativo que,
porque no creo saber lo que no sé". sin embargo —en tanto conciencia de un
La conciencia de su ignorancia vacío interior intolerable—, es prepara-
representa para el hombre una verdadera ción y estímulo para una investigación
sabiduría, en cuanto por ella su espíritu reconstructiva, tal como habría de serlo
se purifica del error; "en cambio —dice más tarde la duda metódica de Descartes.
Só-crates en el Sofista platónico— me "He aquí, por Heracles —dice
parece ver una especie de ignorancia que Trasí-maco en La república, 337 y
es la más grande y peligrosa y tiene por sí sigs.—, la ironía habitual de Sócrates.
sola un volumen igual al de todas las Yo sabía, y se lo dije antes a esta gente,
otras juntas". "¿Cuál es?" "La que no que tú no querías contestar y que
sabe y cree saber, pues origina todos los emplearías la ironía y harías cualquier
errores que cometemos con nuestra cosa antes que contestar, si alguien te
inteligencia." interrogara. Ésa es tu costumbre: no
contestar nunca sino, cuando otro
6. La refutación como contesta, tomar su discurso y refutarlo...
He aquí la sabiduría de Sócrates."
purificación y estímulo para Trasímaco personifica a quienes no
la investigación. La comprenden el significado de purificación
espiritual que la refutación tenía para
mayéutica. Sócrates y también —según Proclo, In
Parmen., I, 7— para los eleatas y especial-
Contra esta ignorancia tiene entonces
mente para Zenón: "Zenón refutaba a
que desarrollarse la refutación, parte ini-
los que afirmaban la pluralidad de los
cial de la ironía socrática. Es verdad que
entes y purificaba su pensamiento de la
Jaeger la separa, como segundo momento
tendencia a lo múltiple pues la refutación
investigativo, de la exhortación, conside-
es una purificación y liberación de la
rada momento preliminar; pero, según
ignorancia y un encaminamiento hacia la
dije, la exhortación se hace efectiva y
verdad".
operante sólo por medio de la
Pero para Sócrates, como para los pita-
refuta-ción (31) que suscita vergüenza, o
góricos, la purificación y liberación de
sea exi-
31
"La forma de educación exhortativa — dice
Sócrates, Sof., 230a — a duras penas consigue un
muy pequeño provecho."

29
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

los espíritus era una exigencia religiosa: consigo mismas sobre el mismo asunto, al
una misión sagrada, dice en la Apología, mismo respecto y en el mismo sentido.
que le había sido confiada por el Dios Entonces ellos, al reconocerlo, se enojan
pues sólo mediante ella un espíritu cegado consigo mismos y se hacen benévolos con
por el error puede reconquistar la vista y los demás y se liberan así de opiniones
hallar el camino de la verdad y del bien, es ásperas, con la más segura —para quien la
decir, encontrar su salvación. experimenta— de todas las liberaciones.
Por eso, justamente, Sócrates considera Pues quienes los purgan piensan de la
el hecho de que se lo refute como un be- misma manera que los médicos del cuerpo
neficio que recibe, igual al que presta a que no creen que éste pueda, antes de
los demás cuando es él quien les refuta expulsar el obstáculo que lleva dentro,
sus errores. aprovechar el alimento que se le ofrece.
"Y, ¿qué hombre soy yo? Uno de los La misma persuasión tienen los médicos del
que se dejan refutar con gusto cuando alma, es decir, ésta no puede aprovechar
dicen cosas no verdaderas y refutan con la enseñanza antes de que la refutación,
gusto a los demás cuando son ellos quienes haciendo que el refutado se avergüence,
dicen algo no verdadero y no experi- no le haya sacado las opiniones que le
mentan más molestias al ser refutados impedían aprender y lo presente puro y
que al refutar; antes bien, creo que aquello convencido de saber sólo lo que en verdad
es un bien mayor, en cuanto hay más sabe y nada más." (Sof., 230.)
ventaja en ser liberado del peor de los males Pero el Sofista considera aquí solamente
que en liberar a otros." (Gorg., 458.) los efectos intelectuales de la refutación,
Esta liberación no sólo es un beneficio, sin hablar de los morales, que no eran de
sino una exigencia fundamental en el mé- menor profundidad, como lo demuestran
todo socrático, según lo explica el Sofista con singular evidencia las declaraciones
platónico: de Alcíbíades en el Banquete, 216:
"A algunos les parece que cualquier "Cuando escucho sus discursos, el
ignorancia es involuntaria y que nadie que- co-razón me salta en el pecho mucho más
rría nunca intentar aprender lo que ya que a los coribantes y rompo a llorar...
cree saber, de manera que la forma de Los discursos de este Marsias muchas veces
educación exhortativa a duras penas con- me han impresionado de manera tal que me
sigue un muy pequeño provecho. Ahora parecía que no valía la pena vivir en mi
bien, cuando alguien cree decir algo bueno condición... Sólo con él me ha ocurrido
acerca de cualquier asunto y no dice nada, avergonzarme de algo."
ellos lo van interrogando y, ligando sus Purificación moral, entonces, al mismo
opiniones medíante razonamientos, le tiempo que intelectual: liberación por la
demuestran que están en contradicción cual el espíritu se halla puro y dis-

30
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

puesto para la verdadera actividad que le ciera me dijeron que todo lo que haces es
compete. crearte dificultades a ti mismo y a los
Y he aquí donde, como vimos, aparece en otros a fuerza de sembrar dudas en tu
Sócrates el parangón — de origen pita- cabeza y en la de los demás. Pareces un
górico — entre el médico y el educador, torpedo marino que deja aturdidos a
que utilizaban también Protágoras y cuantos lo tocan. Tú me produjiste un
Gorgias, y que parece haber llegado a ser efecto semejante: me has aturdido el alma
un lugar común en la cultura de la época y ya no sé qué contestarte." "Yo —res-
32
. El hondo interés por la medicina que ponde Sócrates— me parezco al torpedo
Jaeger (Paideia, II, pág. 36 y sigs.) destaca si estando aturdido puedo producir en los
en Sócrates procede probablemente de demás el mismo aturdimiento pues no se
una exigencia pitagórica más que del trata de que yo esté seguro y siembre du-
ejemplo de Hipócrates o de Dió-genes de das en la cabeza de los demás, sino de que,
Apolonia, porque se vincula a la por estar yo mismo más lleno de dudas
necesidad fundamental de la purificación que cualquiera, hago dudar también a los
del espíritu que ya los pitagóricos demás." (Men. t 80.)
comparaban con la purgación del cuerpo. La ironía de Sócrates finge en el mo-
Sin embargo, al repetir tal parangón, Só- mento aceptar el enfoque puramente
crates lo aplica de modo acorde con el negativo de la refutación33 en el que Me-
activismo de su pedagogía que no permite 33
En un fino y agudo ensayo, "Sócrates, artista
que aquel a quien se refuta permanezca de la vida" —en Sócrates, Galilea, Leopardi, Buenos
en la actitud pasiva del enfermo ante Aires, Partenón, 1947—, TURIN sostiene una
aquel de quien recibe el purgante, sino interpretación dramática de la figura de Sócrates
que lo obliga a cooperar activamente en quien, atormentado durante toda su vida por la
contradicción entre su fe en la verdad y su duda
la refutación, etapa que el educador di- o desesperación de no poder enseñarla, no habría
rige más que efectúa. encontrado otra salida que la muerte, y por eso
Así es como la refutación logra su ma- —en este punto TURIN concuerda con Nietzsche—
quiso morir y obligó a la ciudad a darle la copa de
yor eficacia; así es como al engendrar, veneno (págs. 164, 169 y passim), En el marco de
respecto al conocimiento, una duda me- esta interpretación debe atribuirse plena y trágica
tódica, la convierte en preparación nece- seriedad a las múltiples declaraciones de Sócrates:
saria y estímulo para la investigación, que no sabe cuál es la verdad; que se halla colmado
de dudas; que busca como los demás y junto a
según lo explica Sócrates a Menón en el ellos (Gorg., 506 y 509; Hip. may., 304; Cárm.,
diálogo platónico de este nombre: 165; Men., etc.). Y por lo tanto TURIN objeta mi
"¡Oh, Sócrates!, antes de que te cono- interpretación que ve en la ironía socrática,
simulada por un momento —tanto en la
32
Véase MONDOLFO , RODOLFO , La comprensión refutación como en la mayéu-tica—, la falta de
del sujeto humano en la cultura antigua, ed. cit., ese conocimiento que Sócrates no quiere
parte II, cap. II. comunicar dogmáticamente a su ínter-.

31
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

nón expresaba la incomprensión común con gusto, mientras que antes, sin refle-
del método socrático, pero luego pone a xionar y convencido de que hablaba con
plena luz el papel positivo que desempeña razón, habría afirmado que un cuadrado
como estímulo para la reflexión doble debe tener doble lado." "Así es."
investi-gativa, esto es, como mayéutica. "Entonces, ¿piensas que se habría puesto
Después de haber refutado el error del a buscar y a aprender lo que ya creía saber,
esclavo interrogado acerca del teorema de de no sobrevenirle la duda, la conciencia
Pitágoras, Sócrates observa: de su ignorancia y el deseo de saber?" "No
"El esclavo creía saber y contestaba co- lo creo." "De manera que ese aturdimiento
mo quien sabe y no tenía ni siquiera la más le ha sido útil." (Men.t 84.)
mínima duda; ahora la tiene: no sabe ni La refutación representa, pues, la etapa
cree saber... Pero, ¿no sabe ahora más que preliminar necesaria para encaminar el es-
antes? Y al colmarlo de dudas y de aturdi- píritu al descubrimiento de la verdad; sólo
miento, ¿le hicimos daño?" "No". "Más el espíritu purificado y liberado del error
bien me parece que lo hemos encaminado puede cumplir una investigación verda-
al descubrimiento de cómo es el problema; dera, desarrollando rectamente su capaci-
pues ahora, aunque no sabe, puede buscar dad intrínseca. La investigación resulta
entonces, para Sócrates, ejercicio de un
locutor, sino hacérselo descubrir activamente por poder congénito que ante todo tiene que
medio de interrogatorios. Esto, me objeta TURIN, ser liberado del obstáculo que le oponen
significa imputar a Sócrates —e! purificador, el
maestro, el mártir— una auténtica mentira; ¿y los prejuicios y los errores a fin de que
cómo podría purificar a los demás quien se co- pueda dar a luz su producto genuino: así,
rrompe en la mentira en el instante mismo en después de la refutación, se presenta la se-
que emprende la tarea purificadora? Sin embargo,
no me parece que pueda hablarse de mentira a
gunda parte del método socrático, la
propósito de un método didáctico que para Só- mayéutica o arte del alumbramiento...
crates no es un juego sino una honda exigencia: la "¿No has oído decir—pregunta Sócrates,
de no anticipar nociones a sus discípulos sino Teet., 148 y sigs.— que yo soy hijo de una
obligarlos a descubrirlas ellos mismos, activamente,
tal como el esclavo de Menón descubre el teorema hábil y renombrada partera, Fena-reta?"
de Pitágoras ("Mira, Menón, que yo no le enseño "Sí." "¿Y oíste decir, también, que me
nada sino que le pregunto todo"). ¿Diremos que dedico al mismo arte?" "Eso no." "Pues
Sócrates ignoraba efectivamente tal teorema, puesto
bien: sabe que ésa es la verdad. Reflexiona
que interroga y no enseña? ¿Y qué diremos en casos
como el de Gorgias, donde la declaración de en lo que concierne a las parteras y
Sócrates, "repito nuevamente que no sé cuál es la comprenderás mejor lo que quiero decir
verdad", se inserta en un discurso eminentemente . . . ¿No es natural y necesario que a las
dogmático donde, al expresar teorías muy termi-
nantes acerca del bien y de la justicia, Sócrates mujeres encintas las reconozcan las
también afirma; "He aquí lo que afirmo y creo parteras, mejor que las otras?" "Cierta-
que es la verdad" (107d) ? mente." "Además, las parteras tienen

32
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

brebajes y pueden con sus encantamientos espíritus y si ellos no las sienten como
estimular los esfuerzos del parto o, si quie- verdaderamente suyas. Sólo así pueden
ren, suavizarlos y facilitar el alumbra- tener la plenitud de su valor intelectual y
miento de las que sufren al dar a luz y moral, cognoscitivo y práctico; y por eso la
favorecer el aborto cuando resulte un ironía socrática, que finge ignorancia, no
feto prematuro." "Es cierto." "Ahora es una mentira (como opina Turin, loc.
bien, mi arte de partear se asemeja en todo cit.) sino una obligación impuesta por la
al de ellas; sólo difiere en que se aplica a misma misión sagrada de abstenerse de la
los hombres y no a las mujeres, y concierne enseñanza dogmática, un imperativo
a sus almas y no a sus cuerpos. Sobre todo, categórico para el verdadero maestro. De
mi arte se caracteriza por lo siguiente: se este modo, la afirmación de su propia
puede probar por todos los medios si el esterilidad y carencia de sabiduría no
pensamiento del joven ha de parir algo constituye solamente una expresión de la
fantástico y falso o genuino y verdadero. ironía socrática, sino que define, además,
Por otra parte, tengo en común con las la característica de su método —que
parteras el ser estéril en sabiduría y se me estimula la investigación en vez de ofrecer
puede reprochar lo que muchos me doctrina— en la convicción de que el
reprochan, es decir, que pregunto a los interrogado extrae realmente sus
demás, pero no contesto nada acerca de contestaciones y descubrimientos del in-
nada, por falta de sabiduría. Y ésta es la terior de su espíritu.
causa: el Dios me impone el deber de "Mira cómo este joven contesta bus-
ayudar a parir a los otros, pero a mí me lo cando conmigo —dice Sócrates, Men., 84
impide. No soy sabio, pues, ni tengo y sigs.— y cómo consigue encontrar ...
descubrimientos que mi alma haya dado a mientras que yo no hago más que inte-
luz, sino que los que están conmigo rrogarlo, sin enseñarle nada. Observa si
parecen al comienzo ignorantes, pero alguna vez hallas que le enseño o le mues-
después... hacen un progreso admirable ... tro algo en lugar de preguntarle, simple-
Sin embargo, es claro que nada mente, acerca de lo que por sí mismo
aprendieron de mí, sino que son ellos piensa. Y por eso sucede que tiene ciencia,
quienes por sí mismos hallaron muchas y si se le pregunta de manera verdadera, y la
bellas cosas que ya poseían." extrae de su interior, sin que nadie le
¿Qué significa esta afirmación: "el enseñe."
Dios me impide parir"? Significa que la Pero no hay que pasar por alto esta
misión de maestro que el Dios impone a frase de apariencia inocente: "si se le pre-
Sócrates no se cumple si las verdades no gunta de manera verdadera", porque en
son conquistadas activamente por los dis- ella está la clave del enigma. Ella explica
cípulos mismos, si no son hijas de sus la confesión singular de Teeteto: "Por

33
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

tu mediación dije más de lo que tenía en 7. La ciencia y los conceptos


mi pensamiento". (Teet., 210.) La inte-
rrogación verdadera del verdadero maestro universales.
es en realidad un método de enseñanza y de
instrucción, pero de una instrucción activa Pero para Sócrates ese saber congénito
que se ejerce sin que lo parezca, como no puede referirse al mundo exterior,
estimulo, guía y sugestión disfrazada 34. físico, que aprehendemos mediante la ex-
Sin embargo, este método supone y periencia sensible, sino a nuestro mundo
afirma la existencia, en el interrogado, de interior humano o moral. El desplaza-
una potencia espiritual intrínseca y, al miento de la investigación del mundo
convertirla de potencia en acto, tiene que natural al humano, que habían efectuado
considerar que en su espíritu existe cierto ya los sofistas por motivos prácticos y de
saber congénito o bien cierta capacidad utilidad (preparación de los jóvenes para
cognoscitiva que tiende a realizarse. En la vida política), vuelve a afirmarse en
otras palabras, el método socrático de la Sócrates por una exigencia esencialmente
mayéutica contiene en germen, más o teórica y ético-religiosa: la posibilidad de
menos conscientemente, la convicción que la ciencia y su papel de purificación
Platón expresa en su teoría de la reminis- espiritual.
cencia, cuyo verdadero significado es La ciencia tiene que ofrecer un carácter
esencialmente activista, de facultad y es- de universalidad, ser válida para todos,
fuerzo de conquista y no de mero vestigio mientras que la experiencia sensible, de
pasivo de una inerte (35) contemplación acuerdo con lo que había demostrado,
anterior. Protágoras, es relativa a cada sujeto indi-
34
vidual y a su condición momentánea:
TURIN (op. cit., pág. 168) me objeta: "Todo lo
que es disfraz oscurece la verdad , . . No podremos
fuente de mudable opinión, no de ciencia
nunca asentir a esta blasfemia lógica y moral: que firme. En efecto, opiniones, no ciencia,
alguien consiga prender el fuego a los otros eran en sus contrastes recíprocos todas las
apagando justamente el suyo... Sócrates bien teorías de los naturalistas, según la obser-
sabe que nadie puede encender si no arde". Por
cierto que lo sabe y por eso no apaga de ninguna vación que Jenofonte (Memor., I, i) atri-
manera el fuego en su interior, sino que se hace buye a Sócrates:
compañero de investigación de sus discípulos y, a "Se asombraba de que no se viera cla-
través de la búsqueda que realiza no a solas sino
junto a los demás, logra comunicar su fuego a los
ramente que para los hombres no hay
discípulos. Después de haber aclarado esto, puedo posibilidad de resolver semejantes pro-
repetir con Turin: "Ahí tenemos la autenticidad del blemas [los de la naturaleza] pues los
maestro: donde está el amor; donde está su amor". mismos que se jactan de saber razonar
35
Para esta interpretación de la reminiscencia
platónica remito a mí libro La comprensión del
sujeto humano en la cultura antigua, ed. cit., parte
II, cap. II.

34
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

acerca de ellos no concuerdan entre sí sica (XIII, iv, 1078): "Tenía razón en
sino que riñen como locos. Unos creen buscar las esencias (lo que es cada cosa)
que el ser es solamente uno; otros, que es pues quería razonar, y el principio de los
una pluralidad infinita; unos, que todo razonamientos está constituido por
está en movimiento perpetuo; otros, que la esencia de las cosas".
nada se mueve nunca; unos, que todo nace y La esencia, lo universal, es decir, lo que
perece; otros, que jamás nace ni perece hay de común en las particularidades,
nada." representa la unidad de la especie: por eso
En cambio, en lo que respecta a las cosas se afirma vigorosamente en Sócrates la
humanas, descubría en nuestra conciencia exigencia de unidad en el conocimiento
misma la existencia de principios univer- verdadero. Esta exigencia de unidad o
sales (conceptos, leyes) alcanzables por el universalidad se afirma, empero, en un
examen, la reflexión y la discusión. Por eso, doble sentido: con respecto a los sujetos y
dice Jenofonte (loc. cit.): "Razo- naba con respecto a los objetos de conoci-
siempre sobre cosas humanas, buscando qué miento. Lo que observa De Sanctis (op.
es la piedad y qué la impiedad, qué es lo cit., Π, pág. 484) —que, aun en la con-
bello y qué lo feo, qué es lo justo y qué lo clusión negativa de su no saber, la
injusto, qué es la sabiduría y qué la locura, dialéc-tica socrática contiene un elemento
qué es el valor y qué la cobardía, qué es el esen-
estado, qué es el hombre de estado, y así cial positivo y constructivo, que es la
otras cosas cuyo conocimiento pensaba confianza incondicional en el valor de la
que debía caracterizar al hombre capaz, y razón, y una proclamación solemne de
cuya ignorancia pensaba que debía sus derechos— puede entenderse de ma-
definirse justamente como condición de nera más adecuada si se considera la
esclavitud espiritual". orientación característica del método
Su investigación no quería versar en socrático de investigación que sustituye
lo mudable —objeto solamente de opi- el logos por el diálogo.
nión— sino en lo inmutable, es decir, lo En el logos individual los sofistas ha-
universal, la esencia —objeto de cien- bían señalado el carácter de subjetividad
cia—. Como decía Aristóteles (Metaf., I, y relatividad; Sócrates, en cambio —como
vi, 987), "Sócrates discutía solamente observa G. Galli, op. cit., pág 75—, quiere
acerca de las cosas morales y no se intere- encontrar en la misma conciencia del
saba en absoluto en la naturaleza; y en las sujeto no sólo la particularidad relativa
cosas morales buscaba lo universal, pues sino también la universalidad abso-
fue el primero que tomó como objeto de luta. ¿Cómo? Por medio de la posibilidad
su pensamiento las definiciones". Y agrega del acuerdo con las otras conciencias
Aristóteles en otro lugar de la Metafí- —según explicó Martinetti, op. cif., pág.
433— o, más concretamente —según las

35
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

finas observaciones de Semerari, op. cit,, también la objetividad, vale decir, la


pág. 499 y sigs.—, mediante el ejercicio uni-dad del concepto a través de la
de la búsqueda en común. "Puesto que multiplí-cídad de las cosas y de los
estamos de acuerdo en que debemos buscar hechos. Esta doble unidad conjunta es lo
lo que no sabemos, ¿quieres que tratemos que busca la ciencia.
de buscar juntos qué es la virtud?" (Men., "Yo buscaba —dice Sócrates, Men.t 72 y
86 b.) sigs.— una única virtud y encuentro
La búsqueda en común —dice Seme- ahora un enjambre. Y, sirviéndome de
rari— introduce en la conquista esta imagen del enjambre, si te pregunto,
huma-nista de los sofistas y en su ¿cuál es la naturaleza de las abejas?, con-
principio de la pluralidad la exigencia de la testarás que hay muchas abejas y de mu-
objetividad y unidad, esto es, de la chas especies. Pero... si te pregunto,
universalidad. "Cuando en la discusión ¿qué es aquello por lo cual las abejas no
concuerdes conmigo —dice Sócrates a son distintas sino que son todas abejas? ...
Cálícles, Gorg., 487e— podemos Y, en lo que respecta a las virtudes, tam-
considerar aquello en que los dos bién sucede algo parecido: aunque hay
concordamos... y no necesitaremos buscar muchas y de muchas especies, en todas
otra piedra de toque. . . Nuestra resplandece una esencia común por la
concordancia nos dará la verdad perfecta." cual todas son virtudes ... Si alguien pre-
La satisfacción de la exigencia heraclítea guntase, ¿qué es la figura? ... sin duda
del logos común, según Sócrates se puede encontraríamos muchas figuras distintas;
alcanzar mediante el diálogo, esto es, pero no es esto lo que quiero, sino que,
mediante la cooperación, la solidaridad puesto que a todas, a pesar de su oposición
investigativa de los distintos sujetos, que recíproca, las llamo figuras ... quiero saber
en la coincidencia recíproca pueden lo siguiente: ¿qué es lo que llamas figura?
encontrar lo subjetivo que es también ¿No entiendes que busco lo que hay de
objetivo, lo individual que es también igual en lo redondo, en lo recto y en todas
universal36. las otras figuras?"
Así se tiene la unidad de concepto a Así se perfila el camino de la ciencia en
través de la multiplicidad de los sujetos y el paso de la multiplicidad de los par-
de las inteligencias; pero junto con esta ticulares a la unidad de lo universal por
unidad subjetiva debe buscarse y lograrse la inducción, y en la determinación exacta
de ese universal por la definición, los dos
36
Cf. JAEGER, "W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. 79. elementos del método científico, cuyo
"El motivo del diálogo socrático es la voluntad de mérito Aristóteles (Metaf., XIII, iv,
llegar con los hombres a una inteligencia que 1078) declara que corresponde a Sócrates.
todos deben acatar acerca de un tema que encierra
para todos ellos un interés infinito: el de los
"Dos cosas pueden con derecho atribuirse
valores supremos de la vida."

36
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

a Sócrates: los razonamientos inductivos constituirse mediante los universales


y las definiciones de lo universal, pues am- (conceptos), Sócrates implica ya en su
bas conciernen al principio de la ciencia." gnoseología la tendencia a una ontología
Sin embargo, este testimonio aristoté- idealista. El método de investigación de
lico, puesto en tela de juicio especialmente Sócrates representaba un encaminamiento
por H, Maier (op. cit., pág. 98 y sigs.), a la doctrina ontológica de Platón. Más
debe entenderse como reconocimiento de bien puede decirse que cierta afirmación
una exigencia afirmada más que satisfe- de una realidad objetiva de ideas, cuya
cha por Sócrates, o sea, realizada sobre existencia y fuerza los hombres tienen
todo como esfuerzo crítico más que cons- que reconocer, aparece por lo menos im-
tructivo; en una palabra: logra la refu- plícita en Sócrates con respecto a las ideas
tación de las definiciones propuestas más éticas y especialmente con respecto a la
que la determinación conclusiva de una fundamental, es decir, la idea del bien.
definición verdadera. "Sócrates —dice
Schuhl, op. cit., pág. 55— critica las 8. Ciencia y virtud,
definiciones propuestas, indica en qué
dirección puede encontrarse una mejor, ignorancia y pecado. La
pero sin hacer nunca más que sugerir el unidad de las virtudes
camino que se debe elegir."
Esta afirmación, pues, de una exigencia Pero, según el pensamiento de Sócrates,
que Sócrates generalmente no llega a sa- esta idea del bien no debe interpretarse co-
tisfacer, sin duda tiene importancia fun- mo objeto de pura contemplación intelec-
damental como indicación del camino por tual separada y distinta de las exigencias y
el cual se interna luego Platón, pero asi- energías volitivas del hombre, sino como
mismo explica, por otro lado, la reacción objeto de una íntima adhesión espiri-
de Antístenes, quien repudia la investiga- tual, objeto de amor y voluntad activa; en
ción científica y toda tentativa de defi- consecuencia, su conocimiento se con-
nición de los conceptos y sólo conserva la vierte en fuerza rectora y motriz de la
exigencia ética. Sin embargo, el encami- actividad espiritual y práctica humana.
namiento al platonismo tiene que admi- Así, puede decirse que la virtud es ciencia
tirse como tendencia innegable de Sócra- y, recíprocamente, que la ciencia es virtud.
tes, tendencia que, a pesar del intento de De acuerdo con testimonios de
Burnet de demostrar lo contrario, no ha Aristóteles, "creía Sócrates que las virtu-
llegado a convertirse en conciencia teó- des se identificaban con la razón, consi-
rica, pero que en germen estaba implícita derando que todas eran ciencias... y
en él. En efecto, al declarar que el hasta llegaba a afirmar, recurriendo a la
conocimiento verdadero o ciencia ha de razón, que donde hay ciencia no puede
faltar el dominio de sí mismo pues nadie

37
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que tenga inteligencia obra en contra de niremos rectamente como hombres justos
lo mejor o, si acaso lo hace, es por la a los que saben lo que las leyes ordenan."
ignorancia". (Et. Eic,, VI, XIII , 1145 y (Memor., IV, vi.)
VII, II , 1146.) Jenofonte no se da cuenta aquí de la
Por cierto que Aristóteles —según la transformación que Sócrates introduce en
objeción que Turin (op. cit., pág. 158 y el concepto de ley, cuyo verdadero valor
sigs.) formula a estas citas— critica esta sólo puede apreciarse (como lo señala
concepción socrática y le opone su dis- Jaeger, en Paideia, II, pág. 62) teniendo
tinción entre teoría y práctica, pero lo presente la disolución de la autoridad exte-
que interesa aquí, para determinar el pen- rior de la ley ocurrida en la época de los
samiento de Sócrates, es el testimonio y no sofistas, que abrió paso a la afirmación de
la crítica aristotélica. Este testimonio nos una ley interior.
confirma que ciencia significa para Sócrates es quien primero asevera esta ley
Só-crates dominio de sí mismo, es decir interior, para la cual probablemente
no sólo pura contemplación sino también introdujo en el idioma de Atenas la nueva
acción. El conocimiento de la verdad re- palabra eukráteia (adoptada luego tanto
sulta conocimiento verdadero en tanto se por Platón como por Jenofonte e
convierte en convicción que implica una Isócra-tes), que significa autodominio y
tendencia activa y la determina, esto es, lleva consigo implícito un nuevo concepto
tiene y desarrolla un carácter de impulso de libertad interior, tal como lo destacó
motor y rector de la acción práctica. En Heinrich Gomperz 37.
este sentido debemos interpretar un pasaje En el pasaje citado de Jenofonte, el
de Jenofonte donde las expresiones y los verdadero concepto socrático se vislumbra
ejemplos son, sin embargo, inferiores al a través de las expresiones: "el que sabe,
verdadero significado de la concepción los que saben". "Los que saben" son los
socrática. sabios, concepto que, para Sócrates y para
"El que sabe de qué manera debemos todos los griegos, no se refiere al intelecto
honrar a los dioses nunca considerará que sino a la vida integral del espíritu. La
le conviene hacerlo de una manera dife- interpretación corriente que atribuye a
rente." "No, en verdad." "¿Y crees que Sócrates la teoría según la cual el puro
quien sepa lo que tiene que hacer puede razonamiento abstracto debe
considerar que le convenga no hacerlo?" 37
Die Lebensauffassung der griechischen
"No lo creo." "¿Y conoces a alguien que Philo-sophen und das Ideal der inneren Freiheít,
haga cosas diferentes de las que juzga que Jena, 1904, que, según afirma JAEGER, en Paideia,
es necesario hacer?" "No." "Entonces, los tomo II, pág. 64, ha arrojado mucha luz acerca de la
importancia histórica de la idea de libertad interior
que saben lo que las leyes ordenan hacen y ha contribuido esencialmente a la inteligente
cosas justas." "Sin duda." "Entonces defi- comprensión de Sócrates.

38
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

regir la conducta práctica del hombre la vida íntegra: es precisamente esa "ener-
(ética intelectualista) pasa por alto la gía espiritual de Sócrates", cuya afirma-
polémica del filósofo contra la opinión ción, interpretada de modo unilateral,
común que separa y coloca en mutuo aparece en su discípulo Antístenes, quien
contraste la inteligencia —convertida en quiere oponerla a la ciencia. En cambio,
fría contemplación abstracta— y los im- Sócrates, al aceptar en su misticismo el
pulsos —que en ese caso resultan irracio- concepto pitagórico de la ciencia como
nales—. En contra de esta separación y camino de purificación y liberación espi-
oposición, Sócrates afirma la unidad e ritual, presenta ya la idea del sabio que
identidad entre la razón y la fuerza del habría de predominar más tarde en la fi-
carácter. losofía postaristotélica; la idea de un há-
"La mayoría de los hombres —dice Só bito y ejercicio de autodominio en que
crates en el Prot., 352— tiene acerca de la la ciencia o sabiduría se identifica con la
ciencia la opinión siguiente: que carece de fuerza del carácter, y la falta de ella con
fuerza activa y de poder para dirigir y ser la debilidad espiritual que transforma al
soberana; piensa no sólo que se halla en hombre en esclavo de los impulsos irra-
tal situación, sino también que, a menu- cionales.
do, a pesar de estar presente en el alma de En otras palabras, "Sócrates —según
un hombre, la que domina no es ella sino afirmó Melli en Socrate, pág. 16— va en
algo distinto, ora la impulsividad, ora el pos de la ciencia de esa razón que veintidós
placer, ora el dolor, ora el amor, a me- siglos después un espíritu, en muchos
nudo el miedo, y juzga en todo y por todo aspectos afín, llamaría la razón práctica,
que la ciencia es como un esclavo que los esto es, la razón legisladora de la vida".
demás arrastran de un lado a otro. Enton- Sócrates, probablemente, como supone
ces, ¿también a ti te parece lo mismo, o te Jaeger (op. cit., pág. 77), la llamó
parece que la ciencia es una cosa bella, phró-nesis, anticipándose en esto al
capaz de dominar al hombre de manera concepto
que, si uno sabe qué es el bien y qué es el platónico. "El conocimiento del
mal, no puede ser vencido por nada ni bien
obrar de manera distinta de como manda —repito con Jaeger— que Sócrates
la ciencia, sino que la sola sabiduría basta des-cubre en la base de todas y de cada
para ayudar al hombre?" una de las llamadas virtudes humanas no
Claro está, entonces, que esta ciencia es una operación de la inteligencia, sino
o sabiduría de que habla Sócrates no es que, como Platón comprendió certera-
puro conocimiento separado de la energía mente, es la expresión consciente de un
vital del carácter, sino todo un hábito o ser interior del hombre. Tiene su raíz en
forma espiritual que conforma y gobierna una capa profunda del alma en la que
ya no pueden separarse, pues son
esen-cialmente uno y lo mismo, la
penetración

39
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

del conocimiento y la posesión de lo que cree que es un mal?"


de lo conocido." (Prot.,358).
Por ese mismo concepto, el error y Resulta evidente, pues, que la opinión
la culpa pueden considerarse una carencia acerca del bien y del mal considerada por
de ciencia o sabiduría, es decir, también Sócrates no representa sólo un vicio inte-
una ignorancia; y así puede afirmarse la lectual sino también un impulso y una
sentencia característica de Sócrates: "nadie tendencia. La concepción socrática consiste
en la inseparabilidad de conocimiento y
peca voluntariamente"38. La culpa está en
tendencia, en la unidad de inteligencia y
la ignorancia en tanto implica y representa
voluntad. Sin esa unidad e inseparabilidad
una mala orientación espiritual. no podría darse una purificación del
"Yo no creo que nadie entre los sabios espíritu: esa acción implica necesariamente
admita que alguien incurra en culpas por un carácter activo, no contemplativo, de la
su propia voluntad, ni que espontánea- sabiduría. Sabiduría, dice Sócrates, es
mente se haga culpable de acciones feas y "vencerse a sí mismo"; ignorancia, en
malas, pues sabe que todos los que llevan a cambio, es ser vencido por si mismo", por
cabo acciones feas y malas las cumplen un sí mismo inferior que prevalece y triunfa
sin quererlo." (Prot., 345.) "Nadie que sobre el superior. Este concepto se halla
sepa o crea que hay cosas mejores que las expresado en palabras casi idénticas en un
que hace y que están a su alcance, cuando fragmento democríteo — 75 de la colección
conoce la posibilidad de otras mejores de Mullach, no aceptado por Diels, pero
sigue haciendo las que hace; y dejarse acorde con otros dos que acepta: B214 y
vencer por sí mismo no puede ser sino B236 — , coincidencia que puede hacernos
sospechar algún antecedente pitagórico.
ignorancia, y llegar a vencerse a si mismo
Pero en Sócrates no sólo era teoría sino
no es sino sabiduría .., Ahora bien, ¿no
experiencia vivida, según un testimonio de
decís que la ignorancia es esto: tener su discípulo Fedón, quien relata que, cuando
falsa opinión y equivocarse en asuntos de el fisonomista asirio Zópyros descubrió en
gran trascendencia? ¿Y decía yo algo dis- la cara de Sócrates los rasgos de una
tinto al afirmar que nadie por propia sensualidad violenta y los discípulos pro-
voluntad va al encuentro de los males o testaron, Sócrates dijo: "Zópyros vio
38
exactamente, pero yo he dominado mis
Esta tesis, según señala JAEGER en Paideia,
ed. cit., t. II, pág. 8 2, lleva ya implícita la
deseos"39.
premisa de que la voluntad se encamina hacia el Nada de esto es ética intelectualista,
bien como hacia su telos y el hecho de que este 39
Cf, GOMPERZ, TH., Griechischer Denker; tr.
concepto aparezca no sólo en Platón sino tam-
francesa: París, Alean, pág. 49.
bién en los demás discípulos de Sócrates indica
que se trata manifiestamente de un concepto so-
crático.

40
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

sino reconocimiento de una lucha interior mejor. Es decir, la visión de la verdad y


entre dos fuerzas opuestas —interiores del bien pueden considerarse no sólo
ambas, por cierto, pero vinculadas la una causa sino también consecuencia de la
a bienes exteriores que no dependen de temperancia; la relación que las vincula
nosotros, la otra a su propia ley interna—, a y unifica es una relación de reciprocidad.
saber: el yo inferior de las pasiones y los De ello deriva también la posibilidad de
deseos irracionales —causa de la ceguera que el hombre bueno se convierta en malo
espiritual y de la intemperancia que es por alguna condición patológica:
esclavitud del espíritu y obstáculo para la "Así el hombre bueno acaso también
ciencia y la virtud— y el yo superior de la podría convertirse en malo, ya sea a causa
temperancia y el autodominio que es de la edad o del cansancio o de la enfer-
condición no sólo de la inteligencia sino medad o de otro accidente, pues sólo
también de la voluntad; visión clara y puede ser condición mala ésta: quedar
conducta sabia, al mismo tiempo e inse- privado de la sabiduría. En cambio, el
parablemente; autonomía que se sobre- hombre malo nunca puede convertirse en
pone a toda heteronomía, libertad que se malo pues ya lo es." (Prot., 345.)
desliga de toda esclavitud espiritual. La maldad puede también constituir
"Quien se halla —dice Sócrates en un obstáculo en la adquisición de la sabi-
Me-mor., IV, III— bajo el dominio de los duría. Al admitir la existencia de dispo-
placeres sensuales y llega a ser por ellos siciones favorables y desfavorables para
impotente para hacer lo mejor, ¿crees tú la sabiduría, Sócrates llega alguna vez al
que está libre?" "No, seguramente." "Y punto de considerar que puede existir una
los intemperantes, ¿te parece que se en- disposición absolutamente negativa y con-
cuentran sólo impedidos de hacer lo mejor traria, radicalmente insuperable; por eso
o también constreñidos a hacer las cosas su inspiración misteriosa, su daimon, lo
más innobles?... Sirven, entonces, a la guía cuando elige a sus discípulos:
peor esclavitud." "Así me parece." "¿Y "Con algunos mi daimon me impide
no te parece que la intemperancia aleja a conversar; con otros, me lo permite."
los hombres de la sabiduría, que es el (Teet., 151.) "Rechaza a muchos, y éstos
máximo de los bienes, y los arroja a su no tendrían ninguna ventaja en conversar
opuesto?,.. ¿Qué diferencia hay entre conmigo, de manera que tampoco a mí
el intemperante y el animal más incapaz me resulta posible conversar con ellos; con
de ciencia?.., Sólo los temperantes pueden muchos no me impide conversar, pero
ver lo mejor en cada cosa y distinguir las de la conversación no obtienen ningún
cosas según sus especies y elegir las buenas provecho. Aquellos cuya conversación es
y abstenerse de las malas." favorecida por el poder del daimon son los
Sólo los temperantes pueden ver que has observado que en
lo

41
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

seguida sacan gran provecho." (Teag., la habilidad superior sabe hacer lo malo y
129.) feo y equivocarse por propia voluntad,
He ahí una distinción de tres clases de mientras que la inferior yerra en contra
espíritus en relación con la posibilidad de de su voluntad... Entonces, quien hace
adquirir sabiduría: hay una disposición el mal y peca por propia voluntad, ¿será
absolutamente negativa que determina mejor que quien lo hace sin quererlo?"
una invencible repulsa instintiva; otra, "Sería una enormidad, Sócrates." "Sin
neutra, que representa una falta de interés embargo, me parece que resulta de lo que
con la cual no puede obtenerse ningún dijimos... ¿No reconocimos que cuanto
resultado útil; y, por fin, la disposición más hábil y más sabia es el alma tanto
favorable que significa una atracción mejor será y tanto más apta para hacer
espontánea, una simpatía recíproca entre ambas cosas, el bien y el mal, en cada
maestro y discípulo que constituye una acción?... Es propio del hombre bueno,
fecunda condición comunicativa. En los entonces, hacer el mal por su propia vo-
tres casos entra siempre en juego un há- luntad, y del malo hacerlo contra su
bito, una tendencia del espíritu todo; voluntad, si es bueno el que tiene el alma
no se puede hablar de inteligencia sino en buena ..." "No puedo aceptar esto, Só-
el sentido de un hábito, unitario y siste- crates." "Ni yo concedérmelo a mí mismo,
mático, del espíritu íntegro, condición Hipias; pero deriva necesariamente del
de la posibilidad misma del ejercicio de razonamiento que hacíamos." (Hip. men.,
la actividad intelectiva. 372-5.)
Por eso también la purificación cum- Consecuencia enorme e inadmisible que
plida por la refutación resulta un cambio deriva de la separación establecida entre
en la disposición unitaria de la mente y la inteligencia y voluntad, sabiduría y vir-
voluntad. Y Sócrates entonces repudia tud, que, por otro lado, se habían identi-
la separación de mente y voluntad; afir- ficado mutuamente. La separación surge
mar esa separación nos lleva a consecuen- cuando se las considera habilidades parti-
cias absurdas. Tomando como premisa culares y distinguibles, así, las unas de las
una afirmación de Hipias según la cual otras; para Sócrates cada una constituye,
"los embusteros son capaces, inteligentes, en cambio, un hábito unitario, sistemá-
doctos y sabios en las cosas en que enga- tico, total del espíritu y ha de coincidir
ñan", Sócrates observa: cabalmente, entonces, con las otras. Sólo
"Tengo vivo interés en examinar el de esta manera queda eliminada cualquier
problema de que hemos hablado; es decir, contradicción. De este concepto unitario
si son mejores los que pecan por propia de la orientación intelectual y moral del
voluntad o los que pecan en contra de espíritu deriva también el concepto uni-
su voluntad... En cada arte o ciencia tario de la virtud, es decir, la unidad

42
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

indivisible y la identidad de todas las vir- ¿hay un solo opuesto y nada más?" "Uno
tudes, que constituye al mismo tiempo su solo ..." "Entonces resulta ciencia la jus-
unidad e identidad con la sabiduría. El ticia, así como la sabiduría, el valor y la
concepto que desarrollan especialmente virtud." (Prot., 329 y sigs., 332 y 361.) En
los estoicos tiene sus antecedentes en Só- conclusión, para Sócrates la virtud se
crates. Pregunta Sócrates en el identifica con la sabiduría en cuanto es
Protá-goras: capacidad de autodominio, no momentánea
"Explícame con claridad si la virtud es u ocasional sino metódica y constante,
algo único y si la justicia, la sabiduría, la hábito unitario del espíritu que se
santidad son partes suyas o si las que he conquista sólo mediante el esfuerzo per-
nombrado no son sino nombres de una severante y continúo de la inteligencia y
misma cosa que es única." "A esto resulta de la voluntad unidas en un nexo recíproco
fácil contestar, Sócrates, que todas las e inseparable. Por lo tanto, esforzarse en
que nombras son partes de la virtud, que conseguir la sabiduría significa lo que
es una sola ..." "¿Y cada una de esas partes Sócrates en la Apología declara que ha
es distinta de la otra?" "Sí." "¿Y tiene cada predicado y sigue predicando a cada uno
una su función propia, como las partes de de sus conciudadanos para cumplir con
la cara? Pues el ojo no es como el oído, ni ellos la misión que le fue confiada por el
su función es la misma; ni entre las otras Dios, esto es, "tener cuidado y pre-
partes hay una igual a otra, ni por su ocupación del alma para hacerla mejor",
función ni por lo demás. ¿Así también las intelectual y moralmente, al mismo tiem-
partes de la virtud son mutuamente po y por el mismo proceso activo de puri-
distintas por sí mismas y por su papel? ..." ficación y perfeccionamiento.
"Así es..." "Entonces, ¿la santidad no es
cosa justa, ní la justicia cosa santa ... sino
injusta aquélla e impía ésta? ¿Qué vamos a 9. El eudemonismo
contestar? Por mí cuenta diría que la socrático: no utilitarismo,
justicia es santa y la santidad justa ,..
Además, ¿hay algo que llamas locura?"
sino ética del amor y del
"Sí." "¿Y eso no es de todas maneras lo deber.
opuesto a la sabiduría?" "Me parece." "Pero
cuando los hombres actúan recta y En este cuidado del alma para mejo-
útilmente, ¿te parecen sabios, al obrar así, rarla consiste el concepto socrático de la
o lo contrario?" "Sabios." "Ahora bien, ¿no virtud, que, empero, continúa siendo
son sabios por su sabiduría?" "Es menester típicamente griego en cuanto identifica
que lo sean." "Pero ... para cada uno de virtud y felicidad y expresa tal identifi-
los opuestos, cación en la fórmula característica eu
práttein, que significa al mismo tiempo
"obrar bien" y "estar bien". Por ello la
ética socrática ha sido justamente defi-

43
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

nida por Zeller como un eudemonismo. bel = Β 45 Diels), reproducido por


Su orientación esencial mantiene la ten- Eurípides (fr. 198 Nauck), eco de este
dencia común a toda la ética griega, que concepto, dice: "a quien no se cuida de
siempre, desde los gnómicos hasta los dar a su alma algo bello y bueno nunca lo
post-aristotélicos, ha planteado el llamaré beato, sino que diré que termina
problema del bien como problema de la su vida custodiando bienes ajenos". Se
felicidad. anticipa aquí la exigencia socrática del
Por cierto que esta orientación se trans- cuidado del alma, pero la terminología
mite también a una parte considerable de utilizada, que pertenece al lenguaje
la ética cristiana, de modo que, por ejem- esca-tológico, demuestra que la beatitud
plo, Windelband en su Historia de la en que piensan los órfico-pitagóricos (y los
filosofía pudo decir, aludiendo a San escritores que hacen eco a sus ideas, como
Agustín, que todos los motivos de su pen- Epicarmo) se refiere místicamente a la
samiento se concentran en el concepto de vida futura. En Sócrates hay también,
beatitud o felicidad; pero en la historia como veremos, un eco de esa preocupación
de la ética cristiana encontramos también escatológíca que subsiste luego en Platón,
formas de rigorismo como la moral de pero también se da, y de manera predo-
Kant, que afirma la oposición y exige la minante, una aplicación a la vida presente
separación, en la conducta misma, entre que luego, a través de Aristóteles, llegaría
la ley del deber y la de la felicidad, cuya a ser exclusiva de los postaristotélicos,
conciliación considera posible sólo en el quienes prosiguen afirmando que el sabio
postulado de una vida ultraterrena del al- (es decir, el perfecto virtuoso) está col-
ma inmortal. La ética griega, en cambio, mado de felicidad y de satisfacción inte-
no conoce un rigorismo de ese tipo; aun rior y exento de toda turbación: "Vivirás
cuando con los cínicos repudia enérgica- como un Dios entre los hombres —dice
mente el placer, por considerarlo escla- Epicuro al referirse en su Carta a
vización del alma, y reivindica la libertad Mene-ceo a la condición del sabio— pues
espiritual, hace consistir precisamente en en nada se parece a un ser que vive una
ella la felicidad y el estado divino del vida mortal el hombre que vive entre los
sabio. bienes inmortales" de la sabiduría.
A la mencionada tradición pertenece Sócrates afirma que esa condición de
la misma concepción mística de los eupraxía es propia de su vida toda, en
órfi-cos y de los pitagóricos, con la que tanto se esfuerza en realizar la exigencia
Sócrates tiene vínculos innegables. En de la virtud: "¿No sabes —dice, Memor.,
ella, quien por su alma alcanza la IV, VIII —que a nadie concederé la gloria
condición perfecta y santa se llama "beato" de haber vivido mejor ni con mayor ale-
o "bienaventurado" (makarios, olbios); y gría que yo? Pues a mi parecer viven de
un fragmento de Epicarmo (fr. 297
Kai-

44
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

manera óptima quienes de la mejor ma- En otra oportunidad Sócrates parece


nera se esfuerzan en transformarse en admitir alguna influencia de la sabiduría
óptimos, y con alegría suma quienes tienen en el curso de la suerte, pero cuando hay
más vivo el sentimiento de estar transfor- sabiduría lo que tiene importancia y valor
mándose continuamente en mejores". no es la suerte sino obrar bien.
Al procurar la purificación y el per- "La sabiduría determina en cada caso la
feccionamiento del alma, la sabiduría buena suerte de los hombres pues al poseer
produce, según Sócrates, un acercamiento sabiduría nadie puede equivocarse sino
al estado divino: el sabio crea en sí mismo que necesariamente hace bien y tiene
una fuente de satisfacción espiritual in- buen éxito; si no, no sería sabiduría.
dependiente del exterior, y así alcanza un Cuando hay sabiduría, quien la posee no
estado de beatitud. "El hombre que ha necesita de la suerte. En el uso de la ri-
puesto en sí mismo cuanto conduce a la queza, de la salud, de la belleza, ¿quién
felicidad o aproxima a ella, y no queda guía y encamina la acción a su justo em-
ligado a la condición de los demás, por pleo: la ciencia u otra cosa? Entonces la
cuyas buenas o malas vicisitudes pueda ciencia prepara para los hombres, en toda
fluctuar también la suya, ése se ha pre- posesión y acción, no sólo la buena suerte
parado la mejor vida, ése es sabio, ése es sino también el obrar bien." (Eutid., 280
valeroso y prudente." (Menex.t 248.) y sig.)
Su condición de autonomía es radical- Aquí se admite que la sabiduría y la
mente opuesta a la suerte feliz, que a ciencia, con las que se identifica la virtud,
Sócrates le parece indigna del hombre producen, como efectos paralelos, tanto
porque significa una dependencia total la buena suerte, eutukhéin, como la buena
con respecto a las cosas exteriores sin que conducta, eu práttein, mientras que en
en ella intervenga la voluntad. el pasaje de Jenofonte antes citado se
"Una vez, al preguntársele cuál le pa- establece una oposición entre ellas. La
recía la mejor tarea para el hombre, diferencia estriba en el hecho de que en
Sócrates contestó: vivir bien. Al seguir las Memorables se considera el plantea-
preguntándosele si también la suerte le miento del fin que el hombre se propone
parecía un papel para el hombre, con- —y en este aspecto hay antítesis entre
testó: «La suerte y la acción me parecen preocuparse por el éxito, que no depende
cosas opuestas, pues llamo suerte a hallar de nosotros, o por el cumplimiento del de-
una cosa útil sin buscarla; llamo en cambio ber, que está totalmente en poder de nos-
vivir bien a alcanzar su fin por medio del otros—; en el Eutidemo se habla, en cam-
estudio y del ejercicio; y me parece que bio, de las consecuencias que derivan de
quienes se dedican a ello viven bien»." la sabiduría y que son al mismo tiempo, la
(Memor., III, IX ) virtud y el éxito. Pero estos resultados sólo

45
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

pueden lograrse simultáneamente si el fin cia de las condiciones exteriores y de las


es sólo obrar bien pues, de lo contrario, si consecuencias de cada acción; es decir,
el fin que uno se propone es la obtención siempre tiene que centrar en el mundo
del éxito, eso impide obrar bien. Y enton- exterior su criterio de bien obrar y la
ces no se logra ni siquiera el verdadero fuente del bienestar, eu práttein, en vez
buen éxito, que sólo consiste en la satis- de preocuparse por la intimidad de su
facción interior que proporciona la propia alma. Es preciso, sin duda, no descuidar
conducta virtuosa. el hecho de que Sócrates bosqueja una
He aquí, en esta distinción entre la orientación parecida en el extenso pasaje
buena suerte, eutukhia, eutukhéin, y el del Protágoras, 351-358, donde se desa-
obrar bien, eupraxía, eupragía, eu rrolla todo un sistema utilitario en el que
prat-tein, un punto de capital importancia se comparan unos placeres con otros y
para la comprensión de la moral socrática. Sócrates elige los mayores y más numero-
Los historiadores que han interpretado sos, se comparan unos dolores con otros
como utilitarismo la ética de Sócrates y prefiere los menos numerosos y más
tienen que identificar los dos fines pequeños, y por fin, al comparar placeres
opuestos y reducir el papel de la ciencia, en con dolores, se resuelve por la acción
el sistema socrático, al de un simple cuando en las consecuencias de ésta el
instrumento para conseguir beneficios y placer supera al dolor o los placeres lejanos
bienestar materiales. Quien posee y emplea a los cercanos —o viceversa—, y por la
la ciencia es, en cambio, el sabio, cuya abstención cuando el dolor supera al
característica reside para Sócrates en el placer.
hecho de que ha "colocado en sí mismo En este pasaje del Protágoras se ha
cuanto lleva a la felicidad o aproxima" a fundado, especialmente, la interpretación
ella, es decir, tiene una autonomía que lo según la cual la ética socrática es utilita-
libera de toda dependencia respecto a las ria. Pero al deducir tal conclusión no se
cosas exteriores y le confiere la posibilidad ha tenido en cuenta que en ese pasaje la
—según expresiones del propio Sócrates— discusión no está encaminada a la defini-
de "vivir de manera óptima y con suma ción de los conceptos del bien y de la
alegría al esforzarse en llegar a ser óptimo virtud, sino a la demostración, contra
y al sentirse en continua superación". Protágoras, de la unidad de las virtudes
Ahora bien, el utilitarismo tiene una reducidas todas a ciencia, y que Sócrates,
característica cabalmente opuesta a la para llevar al adversario a esa conclusión,
autonomía y a la radicación en el interior se coloca en el terreno de éste. Vale decir,
del alma de la fuente de la felicidad, acepta como punto de partida el con-
porque en la búsqueda de lo útil el hombre cepto que del bien tiene la mayoría de los
debe reconocer siempre su dependen- hombres, y tenía especialmente el propio

46
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Protágoras, sostenedor de un pragma- demostraba que el afán por los placeres


tismo que negaba toda valoración teórica destruye su mismo goce, en tanto que sólo
relativa a la verdad de las opiniones y sólo la superación o independencia espiritual
admitía una valoración práctica relativa a ante ellos permite disfrutarlos cuando se
su utilidad; negaba la distinción entre lo presentan. Exigencia de autonomía que
falso y lo verdadero, entre la ignorancia y la pudo, sin embargo, afirmarse también en
sabiduría y sólo admitía que la educación el hedonismo de Aristipo mediante la fór-
puede cambiar una tendencia dañina por mula: "domino, no estoy dominado".
otra útil, no persuadiendo a la inteligencia Pero al vincularla al hedonismo, convir-
mediante una demostración racional de la tiéndola en goce no ocasional sino siste-
verdad, sino modificando el hábito por matizado, Aristipo descuidaba lo que era
medio de una influencia ejercida en las más esencial en la enseñanza socrática,
disposiciones irracionales de la voluntad. esto es, que el afán por los placeres resulta
Sócrates, al contrario, quiere demostrar para el espíritu una esclavitud, la peor de
que, aun partiendo únicamente de la las esclavitudes, que lo aleja del mayor de
distinción entre lo más útil y lo menos útil, los bienes (la sabiduría) y lo arroja hacía
debe reconocerse que la palabra decisiva su opuesto llevándolo a elegir el mal en
corresponde al conocimiento racional de la lugar del bien.
verdad, a la ciencia, que es siempre la que Esta convicción se halla cabalmente
domina y reina y no se deja. arrastrar expresada por Sócrates en la mencionada
servilmente en todas direcciones por los disputa con Eutidemo (Memor., IV, v):
impulsos. "¿Crees que la libertad es para el hombre,
Colocándose en el punto de vista de su no menos que para la ciudad, una cosa
adversario, Sócrates podía refutarlo con bella y sublime?" "La más bella y sublime,
mayor eficacia, pero la refutación del sin duda." "Ahora bien, ¿consideras libre
adversario —observaba ya A. Fouillée en a quien está dominado e incapacitado para
La philosophie de Socrate, tomo I, pág. hacer lo mejor?" "No, en absoluto." "¿Y
263— no es la exposición de una doctrina te parece que los intemperantes sólo están
personal. El utilitarismo, que convierte al impedidos para hacer las cosas mejores o
hombre en esclavo de los bienes exteriores, forzados, inclusive, a hacer las más
está en franca oposición a la exigencia innobles?" "No menos forzados a éstas
socrática de autonomía, que coloca en el que impedidos para aquéllas" "¿Y qué
dominio absoluto del hombre —es decir, clase de amos te parece que son aquellos
en el interior de su alma— la verdadera que impiden hacer lo mejor y fuerzan a
fuente de su felicidad. Sócrates, en la lo peor?" "Los de peor especie posible."
discusión con Eutidemo que nos ha con- "¿Y cuál crees que es la peor esclavitud?"
servado Jenofonte (Memor·, IV, v, 9), "La que se sufre bajo los peores amos."

47
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

"Entonces los intemperantes sirven a la utilitarismo en la otra disputa —referida


peor de las esclavitudes." "Así me pare- por Jenofonte, Memor., I, vi— con el
ce." "¿Y no te parece que, al alejar a los sofista Antifonte, quien le reprochaba su
hombres de la sabiduría, la intemperancia vida de miseria, despreocupada de todo
los empuja a lo contrario... y los aturde y afán de placer y utilidad y caracterizada
los lleva a elegir lo peor a cambio de lo por el descuido de toda especie de como-
mejor?..." didad en el comer, en el vestir, en el ganar
Cierto es que Sócrates habla aquí de la dinero, etc., y lo definía "verdadero
intemperancia más bien que del hedonismo maestro de la infelicidad"
o utilitarismo, pero hay que recordar la (kakodaimo-nías didáskalos).
definición que de éstos aparece en el Lo cual habría sido una extraña ma-
Fedón, 68e: "Temperancia por intempe- nera de practicar el utilitarismo por parte
rancia". Es intemperancia convertir en de Sócrates, quien, sin embargo, se esfor-
finalidad de nuestra conducta el goce zaba en traducir en la vida y en la acción
que es lícito disfrutar cuando se nos diarias sus convicciones teóricas. Pero su
ofrece sin que lo busquemos o nos preo- menosprecio por la utilidad también está
cupemos por él; pero convertirlo en expresado en la Apología platónica, don-
anhelo esencial, en inspiración y guía de de, en testimonio del absoluto desinterés
nuestras acciones significa esclavizar el con que practicaba su misión, alude rei-
alma a bienes exteriores, o sea, entraña teradas veces a su pobreza, que todos
pérdida de la libertad espiritual. Y en el conocían: "Yo vivo en pobreza infinita
diálogo con Eutidemo, Sócrates demuestra por servir al Dios". (Apol., 23 b; cf. 31 b y
que el continuo afán de placeres (ins- passim.)
pirador del hedonismo y del utilitarismo) Ahora bien, al confirmar la despreo-
destruye su mismo goce, retenido en cupación por los placeres, las comodidades
cambio por el espíritu libre de toda preo- y la utilidad que Antifonte le reprochaba,
cupación utilitaria, que por ello puede Sócrates levanta, frente a los afanes de
gustar con serenidad el placer cuando accionistas y utilitarios, su ideal del bien
éste se le ofrece ocasionalmente y sin como purificación y perfeccionamiento
haberlo buscado. Ejemplo de tal condición del propio espíritu y del ajeno: ideal
era el mismo Sócrates, que no era enemigo áni-mador de la misión que le había
de los placeres como Antístenes y los cíni- confiado el Dios, por servir al cual vivir en
cos, pero veía en la avidez de ellos la infinita pobreza no le resultaba miseria sino
per-dida de la libertad espiritual, es decir, del bea-titud divina, infinitamente superior a
más elevado de los bienes. cualquier felicidad humana.
Aún más claramente surge la oposición "Si no soy esclavo del vientre, del sueño,
entre su ética y cualquier hedonismo o de la lujuria, ¿qué causa primera crees

48
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que tenga sino que conozco otros placeres tual propia del hombre bueno en la vida
más suaves que aquéllos, que me alegran presente.
no solamente por la satisfacción presente, Así, la misión de purificar y educar a los
sino también por la esperanza que me espíritus, de que habla la Apología platónica,
ofrecen de un beneficio perpetuo? ... es divina para Sócrates no sólo en tanto él
¿De qué otra fuente crees que procede mismo cumple una orden del Dios y vive a
un gusto tan grande como el que deriva su servicio, sino también porque eleva el
de sentir que se llega a ser mejor y de alma cada vez más al estado divino de
contribuir al mejoramiento de los ami- perfección y beatitud interior que después
gos? ... Pues bien, ése es el pensamiento de la muerte habrá de convertirse en
que llena toda mi vida... Tú pones tu beneficio perpetuo. Por el hondo soplo de
felicidad en las delicias y en el lujo; yo, misticismo que alienta en las palabras de
en cambio, pienso que no tener necesidad Sócrates, toda su actividad de maestro y
es cosa divina, y el tener las menores po- refutador de errores se presenta como una
sibles lo que más se acerca a lo divino. misión sagrada de purificación y salvación de
Ahora bien, lo divino es lo óptimo, y lo los espíritus, verdadera misión de descenso
que más se acerca a lo divino, más se acer- al infierno (katábasis eis haidou, según la
ca a lo óptimo." (Memor., I, vi.) fórmula órfico-pitagórica) para liberar a
No se puede expresar más clara y vigo- las almas.
rosamente la antítesis entre el hedonismo Esta misión desinteresada es todo un
utilitario y la moral socrática: la renuncia ejercicio continuo de amor, única ciencia
a toda utilidad, que a Antifonte le parecía que Sócrates se jacta de poseer, según el
miseria, constituye para Sócrates una seudoplatónico Teages, mientras proclama,
participación en la beatitud divina, que en cambio, su ignorancia en cualquier otro
llena toda su vida por la conciencia de dominio: "De todas estas felices y bellas
convertirse continuamente en mejor a sí ciencias nada sé a pesar de que querría
mismo y en convertir a cada uno de sus [saber]; pero siempre digo que me en-
amigos, mediante la purificación espiri- cuentro, por así decir, con que no sé sino
tual. Esta purificación le otorga no sólo una pequeña ciencia, la del amor. Pero en
la satisfacción actual inmediata, sino ésta puedo jactarme de tener más pro-
también la esperanza de un beneficio fundidad que todos los hombres que me han
perpetuo: clara alusión a la vida futura, precedido y que los de nuestro tiempo."
eterna y divina, en cuya afirmación el (Teag., 128.)
misticismo de Sócrates corona su eudemo- El amor, que se manifiesta en la
nismo aceptando la confiada esperanza actividad que mejora a los demás y que
de los órficos y encarándola como perpe- desempeña un gran papel en esta misión
tuación de la íntima satisfacción espiri- sagrada,

49
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

no halla su inspiración y fuente en el previsión de un castigo exterior porque


interés o esperanza de recompensa o retri- encuentran su mayor castigo en sí mismos.
bución: tiene valor en sí mismo y por sí También por eso Sócrates los condena.
mismo. Sin duda, el hombre común busca La definición de justicia difundida entre
en sus manifestaciones de amor una com- los griegos —hacer beneficios al amigo y
pensación, pero Sócrates les reconoce un perjuicios a los enemigos— le parece
valor intrínseco aun cuando encuentren digna de repudio porque quien recibe
la más completa ingratitud. perjuicio se vuelve peor en lo que se refiere
"Si quisieras persuadir a un amigo de a la virtud propia del hombre, la justicia,
que tuviera cuidado de tus cosas —pre- lo cual para Sócrates resulta algo malo,
gunta Sócrates a Querécrates—, ¿qué ha- no porque tenga en cuenta el peligro de
rías?" "Primero cuidaría de las suyas." que el ofendido quiera tomarse venganza,
"¿Y si quisieras que te aceptase como sino porque empeorar y transformar en
huésped?" "Lo aceptaría yo primero." injustos a los otros hombres es indigno del
"Empieza entonces a obrar para tornar hombre justo y bueno: es obra de la mal-
bueno a ese hombre." "¿Y si por nada se dad, no de la virtud. Esta concepción,
convirtiese en mejor, a pesar de obrar yo que encontramos expresada por Platón en
así?" "¿Y qué otro peligro corres sino La república, I, 335, puede considerarse
mostrar que tú eres hombre bueno y genuinamente socrática por el hecho de
amoroso con tu hermano, y él, en cambio, que, además de concordar de un modo
malo e indigno de los beneficios?" perfecto con la exigencia de amor afir-
(Me-mor., II, III ) mada por Sócrates en el diálogo con
La bondad, pues, no necesita premio o Querécrates, responde enteramente al
remuneración sino que es premio y re- concepto que de su misión tenía: hacer
muneración para sí misma en cuanto mejores a los demás. Por lo tanto, toda
conciencia del cumplimiento del propio acción que vuelva peor a cualquiera (ami-
deber. Así, la felicidad del hombre bueno y go o enemigo) representa para Sócrates
generoso no nace de las consecuencias lo opuesto a su misión y a su servicio di-
útiles o desventajosas que puedan derivar vino, es decir, un mal.
de su virtud, sino del ejercicio mismo de la Y el Critón agrega que cada obra mala
virtud, esto es, de la elevación espiritual y empeora no sólo a quien la padece, sino
satisfacción íntima que lo acompañan. La también al que la realiza, es decir, equi-
injusticia y la acción malvada, el odio y el vale a un perjuicio que ocasiona a su pro-
espíritu de venganza se acompañan e pio espíritu,
identifican, en cambio, con una "Entonces, no hay que cometer injus-
perturbación interior que constituye la ticia, de ningún modo." "No." "Ni tam-
infelicidad; no necesitan, por lo tanto, la poco quien recibió injusticia puede, como

50
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cree la gente, devolverla a su vez, pues ya citado, de que nunca debe devolverse
nunca se debe cometer injusticia, de nin- injusticia por injusticia, era
guna manera." "Evidentemente." "¿Y es genuina-mente socrática, y Sócrates ha
justo devolver daño por daño, o no?" dejado de ella el testimonio más elocuente
"No, seguramente." "Pues hacer daño no con su negativa a salvarse, mediante la
es cosa diferente que cometer injusticia." fuga, de la muerte a que había sido
"Cierto." "Entonces, no se debe devolver condenado. El reproche que imagina
a nadie injusticia por injusticia, daño por dirigido por las leyes al condenado que
daño, cualquiera sea la injuria que se haya intenta sustraerse a su pena —vale decir,
recibido." "No." "Mira, Critón ... Yo sé que viola el pacto tácitamente establecido
que quienes piensan esto son y serán po- entre cada ciudadano y la ley (teoría del
cos ... Pero por mi cuenta pienso esto cuasicontrato) y recurre a la violencia,
desde hace mucho tiempo y esto pienso que no es cosa santa, Crit., 51 y sigs,—
aún ahora." (Crit., 49.) encuadra en la antedicha teoría expresada
Sabido es que este diálogo tiene lugar en por Sócrates (Crit., 48 y sigs.): lo que
la cárcel donde Sócrates está esperando la importa no es vivir, sino vivir bien y, por
ejecución de su injusta condena a muerte, a ello, hacerse culpable de injusticia es
la que se niega a sustraerse mediante la peor que la muerte.
fuga, reafirmando sin vacilar su constante
convicción ética. Atenerse a ella en esa 10. El alma y su
circunstancia significa sacrificar su vida
con el fin de no violar las leyes de la inmortalidad. La inspira-
patria, esto es, nο devolver injusticia por ción religiosa de Sócrates.
injusticia. De semejante pecado quizás
podrían absolverlo los demás hombres, La serenidad con que Sócrates enfrenta
pero no el tribunal interior de su la muerte se explica enteramente por su
conciencia, superior a cualquier otro. espíritu religioso y por su concepto de la
Por lo tanto, no se puede considerar vida encarada como camino de purifica-
con Zeller (IIa, 127) que es absoluta- ción del alma, que, por lo tanto, puede
mente extraña a Sócrates la doctrina entenderse sólo como preparación y trán-
expresada en su nombre en el Gorgias, sito hacia otra vida ulterior, inmortal y
468 y sigs., cuando declara que el vicio eterna de acuerdo con la naturaleza divina
del alma es el peor de todos los males y atribuida al alma. Estas concepciones
que no es vergüenza ser objeto de injus- vinculan a Sócrates a los
ticia, sino cometerla, y además que es órfico-pítagó-ricos ex discípulos de
preferible ser objeto de ella a cometerla. Filolao, que se convierten en discípulos
La condición expresada en el Critón, 49, suyos y, asimismo, resultan confirmadas
como socráticas por los testimonios de
Jenofonte, en las decla-

51
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

raciones que nos refiere de su maestro: Sin embargo, la tesis de Burnet y de


"Ciertamente el alma del hombre parti- Taylor —quienes, entre otras teorías
cipa, más que cualquier otra cosa humana, tra-dicionalmente consideradas platónicas,
de lo divino" (Memor., IV, III ); "lo que han querido atribuir a Sócrates también la
el hombre tiene de más grande y mejor, de la inmortalidad del alma desarrollada
el alma, infundiósela el Dios". (Ib., I, II.) en el Fedón— no ha contado con la adhe-
Y el mismo Jenofonte en la Ciropedia sión de los historiadores, quienes, en su
llega por sugestión de su maestro a expre- gran mayoría, han formulado sus reservas
sar una idea que responde al misticismo y sus hondas dudas al respecto. La opinión
dominante en todo el Fedón platónico: más imparcial y prudente parece ser la
"Nunca pude persuadirme de que el expresada por Jaeger, en Paideia, II, pág.
alma viva mientras se halla en un cuerpo 48, cuando dice que “la posición socrática
mortal y muera al separarse de él pues ante el problema de la perduración del
veo, en cambio, que los cuerpos mortales alma aparece seguramente bien definida en
tienen vida durante el tiempo que el alma la Apología, donde, en presencia de la
está en ellos. Ni de que el alma pueda que- muerte, no se nos dice cuál será su suerte
dar privada del intelecto cuando se ha después de ésta. Esta posición cuadra
separado del cuerpo, que no tiene inte- mejor con el espíritu críticamente sobrio y
lecto; tampoco de esto pude nunca per- ajeno al dogmatismo de Sócrates que las
suadirme, al contrario, la razón exige que pruebas de la inmortalidad mantenidas en
el espíritu, sincero y puro, sea más inte- el Fedón”. Análogamente remite a la
lectual que nunca cuando se ha separado Apología P. M. Schuhl (40), quien escribe:
[del cuerpo]." (Cirop., VIII, VII .) "La noción de inmortalidad —punto
En plena coherencia con tal persuasión importante— sólo parece desempeñar aquí
se halla aquella "esperanza de un beneficio un papel secundario: tenerle miedo a la
perpetuo", que, según declaración de Só- muerte, dice Sócrates en la Apología,
crates en las Memorables, I, VI, constituye significa imaginar que sabemos lo que no
para él un motivo de alegría y un impulso sabemos, pues acerca de ella lo ignoramos
en ese esfuerzo constante de perfeccio- todo, y tampoco sabemos si no es un gran
namiento que se le presenta por encima bien para nosotros. O es una desaparición
de la satisfacción actual que la conciencia de la conciencia, un sueño sin ensueños
del deber cumplido proporciona. Todos que nada tiene de pavoroso, o bien —y
estos testimonios de Jenofonte coinciden, aquí Sócrates recuerda los relatos de
por lo tanto, en atribuir a Sócrates una Homero y acaso los de los órficos— un
creencia en la inmortalidad del alma que viaje del alma que emigra al
se asocia de manera necesaria a la afirma- 40
L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954;
ción de su naturaleza divina. pág. 56.

52
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

país de los muertos, y entonces, ¡qué su restricción: "si es verdad" lo que la tra-
alegría poder continuar su encuesta entre dición nos cuenta. No obstante ello, sus
los grandes hombres de antaño!" dudas se refieren a las concepciones
Sin embargo, Schuhl recuerda aquí el esca-tológicas de los mitos y no tocan un
fino examen del problema efectuado por punto que Sócrates afirma
E. de Strycker41, que hace muy probable dogmáticamente como verdad indudable:
una interpretación más positiva de la acti- "Hay una cosa que vosotros también debéis
tud de Sócrates en la Apología. Al final pensar que es verdadera; al hombre de bien
de ésta, Sócrates quiere demostrar a la no le sucede nada malo ni en la vida ni
minoría de los jueces que votó en favor después de la muerte porque los dioses no
de su absolución que no se le debe tener se desinteresan por su destino". Estas
miedo a la muerte, y emplea con ellos (se- palabras se repiten en forma casi idéntica
gún la justa observación de Burnet) una en La república, X, 613a-b; allí aluden a la
argumentación adecuada a su compren- demostración de la inmortalidad del alma
sión. O bien la muerte es un anonada- y a la descripción de la beatitud del alma
miento de la conciencia y no hay nada justa; y, entre la Apología y La república (y
que temer, o es un paso a otra vida, según el Fedón), la afirmación de la inmor-
las tradiciones transmitidas por poetas talidad y de la vida futura se repite en el
como Homero, o por creencias religiosas Critón, en el Menón y en el Gorgias,
como las eleusinas y las órficas. Entre las mostrando la continuidad del pensamiento
dos hipótesis, Sócrates muestra una evi- platónico al respecto. El párrafo de la
dente preferencia por la segunda y la Apología debe interpretarse, por lo tanto,
aplica a su caso personal, recordando que en el mismo sentido que con toda eviden-
en el Hades hay verdaderos jueces que cia tiene en La república., X, 613 a-b, vale
rectificarán la injusticia por él padecida decir, como afirmación de una certeza de
ante el tribunal de los hombres; por otra inmortalidad que permanece inconmovi-
parte, allí tendrá la gran ventaja de ser ble a pesar de la incertidumbre de todos
inmortal, athánatos, y de encontrarse con los mitos escatológicos: esto es lo único
las grandes sombras de los héroes y de los que debemos considerar verdadero (hén
sabios, con quienes será una inmensa ale- ti tonto dianoéisthai alethés).
gría continuar sus conversaciones y dis- A estas observaciones de De Strycker
cusiones. Pero acerca de estas represen- pueden agregarse algunas complementa-
taciones concretas Sócrates no abandona rias. La inmortalidad parece inseparable
su prudente reserva, que podría consi- de la naturaleza divina que Sócrates atri-
derarse casi escéptica, y repite tres veces buía al alma, al considerarla —según dice
41
"Socrate et I'au-dela, d'aprés l'Apologie Jaeger, op. cit., pág 44 y sigs.— "lo que
pía-tonicienne", en Les etudes classiques, 1950. hay de divino en el hombre, por lo cual

53
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

siempre hablaba de "cuidado del alma" y a la inteligencia divina y a su finalidad


de "servicio del Dios", con frases que "nos providencial. En todo esto nos encontra-
suenan a cristianismo". Además, tampoco mos con una honda religiosidad demos-
hay que olvidar que para Sócrates el alma trada en la vida toda y en todo el magis-
y la inteligencia del hombre son lo que ya terio de Sócrates, pues precisamente en esa
eran para Epicarmo y para Anaxágoras: religiosidad hallan perfecta explicación,
"Dios en nosotros", de modo que Sócrates en tanto que, si se prescinde de esta clave,
vincula la existencia de ellas en el hombre permanecen cerradas a toda comprensión
a la de una mente divina universal, y adecuada. En el marco de estas creencias
precisamente reprocha a Anaxágoras que el cumplimiento de la misión sagrada que,
no la haya explicado de manera finalista, según Sócrates, le había sido confiada por
como providencia. Esta relación se el Dios, resulta un verdadero apostolado
advierte también en los testimonios de que no se comprende en la plenitud de
Jenofonte, según los cuales la convicción su significado si sólo se contempla su as-
de la naturaleza divina del alma estaba pecto negativo —la refutación y la du-
vinculada, en Sócrates, a la otra: la da— y que únicamente puede compren-
existencia del alma y de la inteligencia en derse si se le agrega la fase positiva, esto
el hombre prueban la existencia del alma y es, la orientación espiritual que ofrecía a
de la inteligencia universales, es decir, de sus discípulos al sugerirles continuamente
Dios (Memor., I, IV). Según Sócrates, Dios, que debían preocuparse por su alma para
que es invisible por sí mismo, resulta mejorarla.
cognoscible al hombre por el testimonio Exigencia de purificación, de libera-
interior de su alma y de su inteligencia y, ción y de elevación espiritual que tenía
además, por el testimonio exterior del sus raíces en la idea de la naturaleza divina
orden del mundo (Memor., IV, III ) y de la del alma y de su destino en una vida futura
finalidad que domina en todas las cosas y, inmortal.
especialmente, en la vida que parece obra En su elogio a Sócrates (Banq., 215 y
de la providencia (ib., I, IV ). La teología sigs.) decía Alcibíades: "Yo digo que se
de Platón y Aristóteles, con sus pruebas de asemeja a esos silenos que vemos expues-
la existencia de Dios, queda así anticipada. tos en los talleres de los escultores...
Hacia la misma interpretación de la cuando se los abre, muestran en su interior
teología de Sócrates también nos orienta imágenes de los dioses... Nadie lo conoce
su recordado reproche a Anaxágoras de veras... Parece pasarse toda la vida
(Fed., 97 b), por cuanto éste, para explicar mofándose de la gente y haciendo burlas.
la generación del orden cósmico, recurría Pero cuando se pone serio y se abre, yo
a causas mecánicas más bien que no sé si otros habrán visto las bellezas que
guarda en su interior, pero

54
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

yo sí las he visto: me parecieron tan di- tes empieza durante su vida, pero se in-
vinas, áureas, seductoras y maravillosas tensifica después de su muerte. Toda la
que creo que es imposible resistir a cuanto filosofía griega posterior está dominada
Sócrates manda". por su influjo; sus discípulos ocupan con
La imagen divina que Alcibíades sus escuelas la época inmediatamente sub-
había descubierto en el interior de siguiente: Antístenes, con la escuela cí-
Sócrates era su religiosidad mística, que nica; Aristipo, con la cirenaica; Euclides,
irradiaba luz y calor a toda su vida, su con la megárica; Fedón y Menexeno, con
acción y su pensamiento. la eleo-erétrica y, por sobre todos ellos y
otros más, Platón, con la Academia; de
11. La influencia histórica y ésta surge Aristóteles, creador de la es-
cuela peripatética; luego, por intermedio
la perennidad de Sócrates. de estas dos grandes escuelas, la tradición
socrática se perpetúa en los siglos, en
Aun entre los grandes filósofos que tanto que, entre los postaristotélicos, los
confiaron a celebradas obras escritas la estoicos recogen la herencia esencial de
transmisión de su pensamiento a la poste- los cínicos, Epícuro parcialmente la de
ridad hay muy pocos cuya influencia los cirenaicos, y los neoacadémicos
histórica haya superado o igualado la de Arque-silao y Carnéades proclaman la
Sócrates, que no dejó nada escrito. Ortega exigencia de un retorno a Sócrates.
y Gasset llegó a declarar que Sócrates Cierto es que las escuelas socráticas se
encierra en sí la clave de la historia euro- orientan en direcciones distintas y en
pea, clave sin la cual nuestro pasado y parte opuestas, pero todas proceden de la
nuestro presente son un jeroglífico inin- concepción socrática de la filosofía como
teligible; y H. Maier afirmó que para camino de vida y de su preocupación, tanto
entender la esencia íntima de la civiliza- por el ideal del sabio —ideal concretado en
ción moral moderna debemos, indudable- la autoconciencia y en el autodominio
mente, remontarnos a dos personalidades: espiritual— como por un conocimiento de
Sócrates y Jesús (42). la verdad vinculado al ejercicio de la
La expansión de la influencia de Sócra- virtud y del bien. La exigencia de
42
Véanse las páginas de ORTEGA Y GASSET sobre
autodominio no inspira sólo el repudio
Sócrates en su libro España y Europa, y las de H, cínico de los bienes exteriores, del placer y
MAIER en Sokrates, sein Werk und seine de las pasiones, sino también la refinada
Geschichtliche Stellung, Tubinga, 1913. A las aceptación cirenaica del placer, reflejada
líneas citadas remite P. Rossi en Per una storia
della storiografía socrática, Milán, 1951 pág. 86 en el lema: "domino, no estoy dominado";
(en la colección Problemí di storiografia la unificación de las dos aspiraciones a la
filoso-fica). verdad y al bien se expresa, en

55
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

los megarenses, en la identificación del tir de ese momento Sócrates se convierte


concepto socrático del bien y el eléata de para el mundo culto en apóstol de las
lo Uno; la idea del Bien, en el sistema exigencias de libertad moral y de ilus-
platónico —donde la socrática exigencia tración intelectual, en modelo y guía de
gnoseológica de lo universal se traduce en una nueva humanidad que quiere conciliar
la doctrina ontológica del idealismo—, es el cristianismo con los ideales heléni- cos; y
el sol que da vida y luz a todo el mundo la idealización de su figura se perpetúa
ideal; la religiosidad de Sócrates se acentúa desde los humanistas hasta los ilu-ministas
en el misticismo de Platón y en el de los franceses y alemanes del siglo XVIII, los
neoplatónicos; y el finalismo socrático se pietistas y los románticos (46). El
convierte en inspiración esencial de los historicismo del siglo XIX, a partir de
sistemas platónico y aristotélico y pasa, a He-gel, sustituye estas exaltaciones del
través de ellos y de Cicerón, a la teología papel moral de la personalidad de Sócrates
cristiana. por el esfuerzo de determinar
Magalhaes Vilhena nos recuerda (43) históricamente su posición en el
que, entre los padres de la Iglesia, San desarrollo del espíritu helénico; pero este
Justino y San Agustín consideran a mismo intento significa una valoración de
Sócrates un precursor y mártir su importancia en la historia de la filosofía
precristiano, y de allí parte la tradición occidental y en el desarrollo del espíritu
que lo convierte en modelo de anima universal. Importancia esencial, según
naturaliter christiana. Esta tradición sin Hegel, quien ve en Sócrates el momento en
duda sufre un eclipse en la Edad Media, que el espíritu humano trata de extraer de
cuando, como dice Jaeger (44): "Sócrates su subjetividad tanto el fin de sus acciones
no pasa de ser un nombre famoso como el del universo, y de llegar por propia
transmitido a la posteridad por Aristóteles virtud a la verdad, si bien no logra aún
y Cicerón", y sólo es recordado como tal realizar tal aspiración, que sólo se cumple
por Santo Tomás; pero en el Renacimiento en la objetividad del estado platónico (47)
y en la reacción antiaristotélica ese nombre
46
adquiere nuevo resplandor; Erasmo lo Sobre estos puntos y sobre lo que sigue, cf,
incluye entre sus santos y, con escándalo JAEGER, W., Paideia, t. II, pág. 13 y sigs.; PAOLO
Rossi, Per una storia della storiografia socrática,
de Lutero, reza: "Sánete Socrate, ora pro
pág. 85 y sigs., en la colección Problemi di
nobis" 45. A par- storio-grafía filosófica, Milán, Bocea, 1951; V. DE
MAGALHAES VILHENA, Socrate et la légende
43
Socrate et la légende platonicienne, pág. 46 platoni-cienne, París, Presses Universitaires de
y sigs. France, 1952, cap. I y especialmente pág. 41 y
44 sígs.
JAEGER , W.,
Paideía, ed. cit., t. II pág. 13,
47
45
MARCEL, R. "«Saint Socrate» patrón de l'hu- Cf. HEGEL, Lecciones de historia de la filo-
manisme", en Revue iníernationale sofía, cap. sobre Sócrates.
de philosophie, 1951.

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

La exigencia hegeliana de una recons- crática como expresión de la desbordante


trucción y de una valoración históricas salud del espíritu helénico. En su tercera
llega a dominar en toda la historiografía fase —especialmente en La voluntad de
posterior, donde las más diversas inter- dominio—, vuelve a personificar en Só-
pretaciones de Sócrates —de Zeller en crates al destructor del espíritu trágico y
adelante— coinciden en reconocerle un de la vida misma del helenismo instintivo
papel decisivo en el desarrollo del pensa- y aristocrático, contra cuya tradición,
miento filosófico universal. Pero no faltan, realizadora del ideal del superhombre, el
junto a los esfuerzos de valoración plebeyo Sócrates, con su racionalismo y
histórica imparcial, nuevas presentacio- su democracia, habría preparado, según
nes del mito de Sócrates, especialmente en Nietzsche, la dogmática cristiana con su
Kierkegaard y en Nietzsche. Para moral de esclavos. En Kierkegaard y
Kier-kegaard, lo esencial de Sócrates Nietzsche reaparece, así, un mito de
reside en su ironía destructora, afirmación Sócrates, quien se ve convertido una vez
de la negatividad absoluta de la razón, más en símbolo; pero ahora, observa
que es la premisa necesaria para la Jae-ger, es un símbolo negativo, signo y
exigencia cristiana de una revelación. medida de decadencia. Sin embargo, "la
Nietzsche, en cambio, valora lucha reñida por Nietzsche es, al cabo de
positivamente la ironía destructora de mucho tiempo, el primer indicio de que
Sócrates sólo en un período intermedio la antigua fuerza atlética de Sócrates
(1876-82) entre las dos fases de su permanece indemne y de que por nin-
antisocratismo(48), cuando en Humano, guna otra se siente tan amenazado en su
demasiado humano, en El viajero y su seguridad interior el superhombre mo-
sombra y en Aurora ve su propio destino derno" 49.
hermanado al socrático en la lucha En la literatura socrática posterior la
implacable contra los principios exigencia de una comprensión y de una
convencionales, enemigos de la verdad y valoración históricas de la figura y del
más peligrosos que la mentira. Antes, en pensamiento de Sócrates vuelve a predo-
El origen de la tragedia, había convertido minar sobre cualquier tendencia a la crea-
a Sócrates en el blanco de su implacable ción de mitos, ya sea de exaltación o de
polémica, acusándolo de haber destruido, repudio; pero la conciencia de la impor-
con su racionalismo, su moralis-mo y su tancia excepcional que tuvo su acción
optimismo apolíneo, el divino mundo de la como maestro se traduce en la constante
pasión, del instinto y del pesimismo preocupación por descifrar, mediante las
dionisíacos que se habían afirmado en la diferencias y los contrastes de los testi-
tragedia y en la filosofía preso- 49
JAEGER, W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. 16 7
48
La índole distinta de esta fase intermedia ha sigs.
sido destacada por P. Rossi en el ensayo citado.

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

monios antiguos, el enigma de su perso- perfeccionamiento interior y el de los de-


nalidad real. La literatura socrática con- más, esto es, de su obligación moral de
temporánea, por su amplitud y seriedad cooperar en el perfeccionamiento espiri-
mismas, atestigua no sólo la persistencia tual del prójimo.
de la "atracción del enigma" de que ha- Así surge el concepto de la vida enten-
blaba Brochard, sino también la exigencia dida como misión de bien y se afirma el
de comprender en forma adecuada un imperativo categórico de esa especie de
momento histórico decisivo del desarrollo descenso a los infiernos, de que hablaban
espiritual de la humanidad que ofrece los órficos, para purificar, liberar y salvar
todavía a la conciencia humana un men- de los errores y de las culpas a los espíritus
saje vivo y de perenne eficacia. ajenos. En esto consiste la concepción
Nos hallamos aquí ante uno de los más religiosa de la vida profesada por Sócrates:
elocuentes ejemplos de la llamada "con- es la exigencia del cumplimiento de un
temporaneidad de la historia". Este mo- deber que surge de un imperativo
mento histórico no sólo despierta en nues- categórico interior y que ha de realizarse
tro espíritu el interés siempre vivo pe- aun a costa de la vida misma.
culiar de cuanto contribuyó a la forma- Pero este deber de purificación e ilumi-
ción de nuestra conciencia y conserva, nación, que es sobre todo el papel del
por lo tanto, vitalidad en las profundida- maestro, sólo se cumple realmente en las
des de ésta, sino que, además, en este caso inteligencias y conciencias ajenas desper-
está presente y activo porque aún ahora tando y estimulando su cooperación ac-
responde, y responderá siempre, a proble- tiva. El verdadero maestro no es un
mas y exigencias imborrables por ser in- veedor de conocimientos sino un
trínsecos a la vida misma del espíritu. desper-tador de espíritus que, en el acto
El principio del incesante escrutinio de mismo de ejercer su función iluminadora,
sí mismo para conocerse intelectual y admite, además, la reciprocidad de esa
moralmente, para advertir las propias fa- acción y acepta la posibilidad de ser
llas espirituales y mejorarse mediante ese refutado no menos que la de refutar a los
continuo examen de conciencia constituye demás. Así como en el coloquio consigo
una perenne e imprescindible exigencia mismo efectúa un autoexamen que es una
cognoscitiva y ética. Convertido —por una purificación continua, en el coloquio con
exigencia de unidad entre teoría y los demás realiza un examen mutuo que
práctica— en norma de toda la vida, con- es una constante purificación recíproca y
fiere a la existencia humana una seriedad común.
y una nobleza incomparables, y lleva al La forma necesaria de la indagación
hombre, al mismo tiempo, a cobrar con- es, por lo tanto, el diálogo: diálogo con-
ciencia de la vinculación entre su propio sigo mismo y diálogo con los demás en

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que cada interlocutor debe intervenir que, en cuanto realización del mal y de
activamente; y la libertad del pensamiento la injusticia, sólo puede significar un em-
y la de su expresión son elemento y peoramiento y no la purificación conjunta
condición imprescindibles para la del espíritu propio y del ajeno.
realiza-ción del fin que se impone en De este modo, Sócrates asociaba a la
común a todos. docta ignorancia o conciencia permanente
Esta exigencia de actividad y libertad de los problemas —única fuente de todo
es, por ende, el lema fundamental de la progreso cognoscitivo— la superación del
pedagogía socrática, el único lema que odio y la afirmación del amor y de la
puede llevar la educación a la conquista solidaridad humana que, por el re-
activa y real de la ciencia y de la mora- conocimiento de la libertad espiritual de
lidad: de una ciencia que es guía de la cada uno, procuraban la cooperación de
vida, de una moralidad que es autonomía, todos en el esfuerzo por alcanzar el bien
ley interior o voz de la conciencia. Ade- común. Fin humano por excelencia, esto
más, en la mutua cooperación que esta es, la elevación intelectual y moral que
educación implica entre maestro y discí- constituye el verdadero bien y la satis-
pulos e igualmente entre todos los miem- facción íntima de cada uno y de todos,
bros de la comunidad humana, esa exi- ley de autonomía y fuente de la verdadera
gencia de libertad es también una exigen- felicidad.
cia de amor: del amor cuya ciencia Só- De todas estas exigencias, que mien-
crates se jactaba de poseer a fondo, en tras exista la humanidad son y serán
tanto que, según afirmaba, ignoraba todas siempre una necesidad y un imperativo
las otras bellas y felices ciencias. Esta categórico, Sócrates ha sido, en su pensa-
exigencia de amor era, naturalmente, ex- miento y en su acción, una personifica-
clusión de todo principio de odio o de ción incomparable: en esto consiste la pe-
venganza (devolver el mal por el mal) rennidad de su enseñanza.

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