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MONDOLFO
SOCRATES
Sócrates
Editorial eudeba
La presente edición fue digitalizada y corregida en las
bellas tierras del muy distante y espacioso reino de
Kollasuyu; durante los primeros, calurosos y febriles días
del mes de febrero del año 565 del quinto sol, del nuevo
imperio de Tawantinsuyu.
Indice
1. La situación histórica_______________________________________________ 5
2. La situación cultural _______________________________________________ 6
3. La existencia histórica de Sócrates. Vida y características. ________________ 9
4. El problema de Sócrates y las condiciones para su solución. _____________ 21
5. La inspiración religiosa y la purificación de los espíritus. _________________ 25
6. La refutación como purificación y estímulo para la investigación. La mayéutica.29
7. La ciencia y los conceptos universales. _______________________________ 34
8. Ciencia y virtud, ignorancia y pecado. La unidad de las virtudes ___________ 37
9. El eudemonismo socrático: no utilitarismo, sino ética del amor y del deber. __ 43
10. El alma y su inmortalidad. La inspira- ción religiosa de Sócrates. _______ 51
11. La influencia histórica y la perennidad de Sócrates. ____________________ 55
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intelectual del mundo griego, el centro la nueva orientación que allí cobra la
de atracción de los nobles espíritus de la investigación filosófica. No puede
época, propugnáculo del libre desarrollo entenderse el tránsito del predominio
de la personalidad humana. Cierto es que de los problemas de la naturaleza,
las luces se ven acompañadas por sombras característico de la filosofía anterior, a la
inevitables; que instituciones y costum- posición central que conquistan ahora
bres progresistas contienen aspectos infe- los problemas humanos, si no se
riores y gérmenes de corrupción; que el relaciona la evolución de los intereses
espíritu de libertad se ve a veces abatido intelectuales con la situación
por olas de intolerancia de las que son político-social.
víctimas los mismos pensadores protegi- Las guerras persas y las exigencias pos-
dos por Pericles; que el iluminismo racio- teriores de la hegemonía imperial de Ate-
nalista —expresado de diversas maneras en nas habían impuesto la extensión, a todos,
la filosofía de Anaxágoras y de algunos de los deberes militares y, por consi-
sofistas, en la historiografía de Heródoto guiente, de los derechos políticos, cuyo
y de Tucídides, en la poesía de Eurípides, ejercicio se hacía efectivo concediendo
etcétera— tiene a veces adeptos inmorales una indemnización a los magistrados po-
como Critias o como Alcibíades. Pero el pulares. La economía agrícola feudal ya
florecimiento de las artes y las letras y el se había transformado en economía in-
fermento de vida intelectual que se pro- dustrial y comercial; nuevas clases —de
ducen en la Atenas del siglo V con la mercaderes, artesanos, marineros— parti-
aparición de genios como Fídias, los tres cipan en el gobierno del estado; la reduc-
grandes trágicos, Aristófanes, Tucídides, ción de los poderes del Areópago aumenta
Sócrates, acaso no tengan parangón en los de la asamblea popular; se siente la
otra ciudad o época; y si todos estos gran- necesidad de preparar nuevas élites
des hombres hallan clima propicio para el dándoles una cultura politico-jurídica
desarrollo y la expresión de su genio, ello basada en el conocimiento de los
se debe a "la constitución y a las condi- problemas intelectuales y morales y
ciones concretas de la vida ateniense; y la asistida por una dialéctica capaz de
nodriza común fue aquella libertad cuyo imponerse y triunfar en las asambleas y
elevado valor no todos reconocieron" en los tribunales. La adquisición de
1
semejante cultura exige maestros que no
A esa libertad —consecuencia de la se encierren, como antes lo habían hecho
evolución política ateniense después de los naturalistas, en la esfera de sus
las guerras persas— se vincula también problemas y de sus escuelas, sino que
1
DE SANCTIS , G., Storia dei Greci,
ofrezcan la enseñanza que el público
Florencia, 1939, t. II, pag. 346. reclama y está dispuesto a pagarles. Y es
así como aparecen los sofistas
—Protá-goras de Abdera, en Tracia;
Gorgias de
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a. C., pero sostiene que no fue un pen- que en la de Teléclides, se lo acusa ora de
sador cuyo nombre pueda pertenecer a la ser quien hace malograr la conciencia de
historia de la filosofía, y que Platón, Je- lo trágico de Eurípides, ora de ser el ver-
nofonte, Aristóteles y los demás autores dadero autor de los dramas de éste; pero
que lo presentaron como filósofo y maes- sobre todo se lo presenta en Las nubes
tro se han servido de su nombre, así como como figura que es una perfecta caricatura
hubieran podido utilizar cualquier otro, del tipo de filósofo que investiga y
para llevar a cabo la creación literaria disputa, lo cual prueba que como tal debía
del ideal del sabio, tal como cada uno de conocerlo todo el mundo en Atenas, y
ellos lo concebía, sin preocuparse en abso- confirma, indirectamente, además, la
luto por la fidelidad histórica. Todos estos declaración del Banquete de Jenofonte,
retratos, por lo tanto, pertenecerían a la según la cual se lo apodaba "el pensador".
Sokratesdichtung y no existirían acerca Por otro lado, el asiduo contacto de Só-
del personaje testimonios históricos dig- crates con los jóvenes y sus continuas dis-
nos de tal nombre, ni mucho menos acerca cusiones acerca de problemas jurídicos y
de su hipotética doctrina. políticos, morales y religiosos se hallan
Esta reducción de la figura tradicional confirmados en forma indiscutible por la
de Sócrates a puro mito contradice los misma denuncia que determinó su pro-
datos señalados por De Strycker, que do- ceso y condena: imputaciones que pocos
cumentan la existencia histórica de un años después repite el líbelo de
ciudadano admirable y admirado por su Polícra-tes5, que a su vez suscita las
justicia ejemplar y consejero a quien los reivindicaciones de Lisias, Isócrates y
jóvenes consultaban en las contingencias Jenofonte, junto a la de Platón.
decisivas de su vida; y contrasta aún más Aun por debajo de las deformaciones
con el hecho histórico de las representa- hostiles encontramos, pues, atestiguado
ciones efectuadas en Atenas, durante la por las interpretaciones malévolas mis-
vida de Sócrates, de comedias como las de mas, el terreno firme de los datos histó-
Teléclides, de Los aduladores de Éupolis ricos, esto es, la existencia y actividad
(421), del Connos de Amipsias (423) y reales de un Sócrates pensador y maestro,
de Las nubes (423), Las aves (414) y Las conocido como tal por todos en la Atenas
ranas (405) de Aristófanes. En todas ellas de su tiempo. En lo que concierne a
Sócrates aparece vinculado a los sofistas y 5
También hay que mencionar la Vida de Só-
a Eurípides y corno un pensador que en la crates, de ARISTÓJENOS (de esta obra han quedado
comedia de Amipsias hace gala, frente a un fragmentos recogidos por K. MUELLER en Fragm.
histor. graecorum, París, 1841-1883, t. II, pág. 280
coro de pensadores, de su sabiduría y de
y sigs.), basada en parte en recuerdos personales del
su heroica continencia. En las dos últimas padre del autor, quien había conocido a Sócrates.
de Aristófanes, al igual
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este punto fundamental podemos entonces ciones con Aspasia y todo el círculo de
aceptar como verdaderos otros datos Pericles y muchos otros personajes promi-
biográficos que nos ofrecen especialmente nentes; pero, en especial, con todos los
Jenofonte y Platón y reconstruir la vida de sofistas que suelen actuar en Atenas.
Sócrates en sus lineamientos esenciales. Acaso pueda aceptarse la tradición —pro-
Su nacimiento, acontecido en un ba- cedente de su contemporáneo Ión de
rrio suburbano de Atenas, debe situarse Quíos y recogida por Diógenes Laercio y
en el año 470-469, puesto que al morir por Simplicio— según la cual en su ju-
(399 a. C.) tenía 70 años cumplidos. ventud había escuchado a Arquelao, dis-
Hijo del escultor Sofronisco, cuyo arte cípulo de Anaxágoras; lo cierto es que
aprendió y ejerció algún tiempo, y de Jenofonte afirma (Memor,, I, i, 12 y sigs.,
Fe-nareta, una partera muy conocida, tuvo y vi, 14) que se había familiarizado con
de su familia recursos sin duda modestos los "antiguos" filósofos, y Platón le hace
pero que le permitieron adquirir la cul- recordar en Fedón 96-97, su pasión
tura tradicional de los jóvenes atenienses juvenil por conocer la ciencia física y por
de buena familia, cumplir con sus obliga- hallar una solución a los problemas natu-
ciones militares como hoplita y dedicarse rales que lo atormentaban y su hondo inte-
luego enteramente a la desinteresada mi- rés en la doctrina de Anaxágoras, seguido
sión de maestro, aunque a costa de absti- por el desengaño que le produjo la lectura
nencias heroicas, como dice Jenofonte del libro. Todo esto puede explicarnos la
(Memor., I, ii), ο de una infinita pobreza, presentación que hace de él Aristófanes
según dice Platón (Apol., 32)6. en Las nubes, donde lo muestra suspen-
Desde su juventud parece estar en rela- dido en el aire contemplando el sol, esto
ción con las más notables inteligencias de es, preocupado por los problemas
su época: los músicos Damón y Connos; natura-les. Pero en el Fedón, 99e, Sócrates
el pintor Parrasio; Eurípides —a quien en sigue diciendo que, al no encontrar en
Las ranas Aristófanes le reprocha que, por ningún naturalista una explicación
el trato con Sócrates, pierda el sentido de satisfactoria y al no lograr tampoco
la sublimidad de la Musa trágica, y en hallarla por si mismo, tomó otro camino
Las nubes lo acusa de hacerse escribir sus pensando que la solución de los problemas
tragedias por ese chacarero de pretendida no debía buscarse en los objetos del
sabiduría—. También parece tener rela- conocimiento
sensible sino en los conceptos, y Jenofonte
(6) En el proceso Sócrates declara que podría dice que su maestro siempre hablaba de
pagar de su peculio sólo la suma de una mina cosas humanas. Por su parte, Aristóteles
ática (436 g) de plata. JENOFONTE (Econ., II,
iii) estima en cinco minas el total de los bienes compendia ambos testimonios al declarar
de Sócrates. (Metaf., 987a-b) que Sócrates no se ocu-
paba de la naturaleza sino de las cosas
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menta que iba condensándose sobre su núes ... filosofando; de lo contrario ...
cabeza; seguía cumpliendo la misión que morirás ...», os contestaría: «Mis
a su juicio le había sido confiada por el queri-dos atenienses, os quiero y os amo,
Dios, con la misma imperturbable sere- pero obedeceré al Dios antes que a
nidad con que a veces se ponía a reflexio- vosotros y en tanto tenga aliento no cesaré
nar en algún problema, insensible a las de filosofar y de amonestar y aconsejar a
contingencias circunstantes, al frío, al vosotros y a cualquiera de vosotros a quien
hambre, al cansancio, como cuando —se- tenga ocasión de hablar»." (Apol., 29c-d.)
gún refiere Alcibíades, Banq., 220c-d— "Y, me absolváis o no, no haré otra cosa
en Potidea permaneció todo un día y una ni aun cuando me exponga a morir mil
noche de pie e inmóvil, concentrado en veces." (Ib., 30b-c.)
sus pensamientos, hasta que al salir el sol Afirmaciones como éstas contribuyen sin
rezó sus oraciones y se marchó. duda a que se lo declare culpable y —como
Pero en el año 399 la tormenta se desen- según la ley ateniense él mismo debe
cadena. Tres ciudadanos —Meleto, poeta; proponer una pena— manifiesta entonces
Licón, orador; y Ánito, mercader y que no merecería ninguna, ni de destierro, ni
político influyente por haber sido com- de cárcel, ni de otra índole, sino recompensa
pañero de Trasíbulo en la expulsión de y honra públicas por haber tratado siempre
los Treinta Tiranos— se convierten en de beneficiar a todos, exhortándolos a
portavoces de las sospechas y de la hos- mejorar su alma y su ciudad, pero que si se le
tilidad ya difundidas y denuncian a Só- quiere imponer una multa pagará lo poco que
crates acusándolo de corromper a la puede dar de su bolsillo, más lo que le ofrecen
juventud, de negar a los dioses patrios y sus discípulos. Los jueces, irritados, votan
de introducir nuevos seres demónicos. por mayoría la pena de muerte, pero Sócrates
Pena pedida: la muerte. les advierte que lo más difícil no es rehuir la
De acuerdo con la Apología platónica muerte, sino la maldad, y que para verse
—sin duda sustancialmente fiel—, en el libre de todo reproche no hay que tapar la
proceso Sócrates centra su defensa en boca a los acusadores, sino mejorarse a sí
el relato de su vida y del apostolado que mismo. Y a la minoría que votó su
después de la respuesta de la Pitia se im- absolución le dice, para su consuelo, que la
puso como deber sagrado. Así como nunca muerte, ya sea anonadamiento del ser, ya
abandonó el puesto que le asignaron en la ingreso en otra vida inmortal, no es un mal
guerra los magistrados, jamás abandonará y que no hay males para el hombre bueno,
—dice— la misión que le asignó el Dios: vivo o muerto; por lo cual pide que se trate a
"Y aun si me dijeseis: «Sócrates ..., te sus hijos como él trató a sus
libertamos a condición de que no conti- conciudadanos: corrigiéndolos y
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Cf. PLATÓN , Gritón. Cf. PLATÓN , Fedón.
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sobre todo porque se ha abierto camino negativa, y aun cuando afirma la iden-
la certidumbre de que la interpretación tidad entre virtud y ciencia la concibe
del pensamiento socrático no puede sepa- como un cálculo de los provechos mate-
rarse del significado de su vida y de su riales y sensuales, lo cual Brochard mismo
acción histórica. La filosofía ha sido para define como "une conception
Sócrates el móvil de su existencia, de su terre-á-terre de la moralité".
27
actuación y de su sacrificio supremo; y Análogamente Gomperz , pese a que
la reconstrucción de su pensamiento admite en Sócrates la exigencia de armonía
debe explicar tal consagración de toda interior y unidad de carácter como
una vida a costa también de la muerte: condición de felicidad, interpreta como
debe explicar el influjo espiritual ejercido utilitarismo el eudemonismo socrático;
en discípulos tan diferentes como Platón un utilitarismo que quiere, según
y Jenofonte, Antístenes y Aristipo, Gomperz, sustituir el imperativo de los
Eu-clides y Alcibíades, Fedón y los ex mandamientos no susceptibles de una
discípulos de Filolao, etcétera; debe demostración inmediata por el indicativo
explicar esa devoción despertada en todos de intereses humanos innegables,
ellos, que, en lugar de borrarse con la insistiendo en las ventajas prácticas
condena del maestro, parece sacar de su groseras y palpables más que en las deli-
muerte impulso para la exaltación de su cadas y ocultas. Y De Ruggiero, por otra
memoria en la llamada literatura socrática parte, se niega a reconocer en la actividad
26
. de Sócrates un apostolado de la ciencia
Si la reconstrucción no logra explicar porque no habría tenido una doctrina
esas circunstancias no es satisfactoria y, para predicar al mundo, sino sólo un
por lo tanto, se condenan por sí mismas método de duda28. Y los ejemplos podrían
aun interpretaciones de historiadores va- multiplicarse. Pero con semejantes inter-
liosos como Brochard o Gomperz o De pretaciones del pensamiento socrático
Ruggiero, quienes nos presentan un Só- resultan inexplicables su vida y su acción
crates que sólo sabe hacer crítica demole- histórica, que son los datos concretos de
dora o teorizar una ética estrechamente donde —a falta de expresiones directas
utilitarista. que nos documenten su pensamiento ge-
El Sócrates de Brochard, en efecto, a nuino— es preciso partir, para de ellos
pesar de todo el afán de definición cien- tratar de retroceder a sus fuentes, es de-
tífica de los conceptos que lo acucia,
27
tiene conciencia de su incapacidad para Griechische Denker, t. II, cap. IV, parágra
salir de la esfera de una crítica puramente f o 3; tr . fr a nc esa : Par ís, Al ean; tr . ital ia na: Fl o
rencia, La Nuova Italia; tr. española: Buenos Ai
26
Cf. H. MAIER , Sokrates, Tubinga, 1913; res, Guarania.
28
pág. 106 y sigs., y W. JAEGER , Paideía, ed. cit., t. Cf. La filosofía greca, en Storia della filo
II, pág. 18. sofía, Bari, Laterza, 1934, vol. I.
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dero autor de la teoría de las ideas. Pero En esta relación entre un punto central
muchos otros que rechazaron tal tesis ina- de irradiación y toda la esfera de las
ceptable reconocieron, empero, la impor- manifestaciones de la personalidad de Só-
tancia del hecho señalado por Burnet: los crates puede encontrarse el medio para
pitagóricos de Tebas y Fliunte — Simias, superar la antítesis entre las tendencias
Cebes, Ferondas, Equécrates — , ex discí- interpretativas opuestas de H, Maier y de
pulos de Filolao, después de la partida de Burnet-Taylor, esto es, entre un Sócrates
aquél buscaron en Sócrates al maestro que puro héroe moral, tal como lo veía
pudiera satisfacer sus exigencias religiosas Antís-tenes, y un Sócrates fundador de la
y místicas. filosofía especulativa, tal como lo
La inspiración religiosa y mística de presentaba Platón. "La anfibología —dice
Sócrates ha tenido singular eficacia con acierto Jaeger, en Paideia, II, pág.
escla-recedora en muchas profundas y 29— tiene que residir necesariamente en la
acertadas reconstrucciones de su figura personalidad misma de Sócrates que lo
histórica — de Zuccante a Melli, de hace susceptible de esta doble
Festugiére a De Sanctis, de Gallo Galli a interpretación. Y partiendo de aquí es
Ρ. Μ. Schuhl — y no menos en la necesario esforzarse en superar el carácter
presentación hecha por W. Jaeger en unilateral de las dos concepciones, aunque
Paideia, donde señala el carácter religioso éstas sean en cierto sentido legítimas, tanto
de la misión de Sócrates, que se interpreta a lógica como históricamente." Y el camino
sí misma como servicio del Dios y cuidado del de esta superación puede consistir en la
alma, expresiones que "nos suenan a vinculación de ambos aspectos a su
cristianismo". fundamental inspiración religiosa.
Sin embargo, no basta advertir en Só- No hay que olvidar que la distinción
crates la presencia de una honda religio- más sustancial, quizá, entre los sofistas y
sidad. Si queremos lograr un enfoque Sócrates está constituida por la visión
unitario de la personalidad socrática, es que tienen respectivamente de la tarea
decir, dar en su espíritu una posición del filósofo y el maestro: actividad pro-
central a esa religiosidad cuya luz puede fesional utilitaria para aquéllos; misión
esclarecer cada aspecto de su actividad y sagrada e imperativo categórico para
de su doctrina e iluminarlos y vincularlos éste. Sócrates vuelve al concepto de la
a todos en conjunto en su unidad siste- filosofía como misión religiosa y camino
mática y orgánica, hay que avanzar un de purificación ya sostenido por los pita-
paso más, tal como lo hicieron algunos de góricos y por Parménides, pero acen-
los escritores mencionados y de manera tuando aún más la idea de la obligación
particularmente decidida P. Martinetti moral que incumbe al filósofo: cumplir
en su Socrate. con su deber de maestro —convertido en
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servicio del Dios —aun a costa de la pro- viejos, a no cuidaros mucho del cuerpo y
pia vida. la riqueza, sino más del alma para hacerla
Tiene importancia fundamental, a este mejor... Y agregaré: «Atenienses, ya sea
respecto, el pasaje de la Apología plató- que me absolváis o no, yo no procederé de
nica, 29c-30b, que ya hemos citado en otra manera aunque me exponga a morir
parte. Dice Sócrates a sus jueces: "Aun si mil veces»."
me dijerais: «Sócrates, no escuchamos a Este enunciado de una misión sagrada
tu acusador y te dejamos en libertad, pero implica en Sócrates un culto a la filosofía
con la condición de que no pases tu tiempo como camino de purificación del alma se-
en investigar y en filosofar, de lo gún el concepto afirmado ya por los
contrario, si te sorprendemos tendrás que pitagóricos y los eleatas y vinculado ade-
morir». Si me libertaseis con esa más por los pitagóricos a la práctica coti-
condición yo os contestaría: «Mis diana del examen de conciencia. Éste era
queridos atenienses, os saludo, pero obe- también un ejercicio continuo del cono-
deceré al Dios antes que a vosotros y a cimiento de sí mismo: conciencia de las
cualquier otro», diciendo, según mi cos- propias faltas que se despertaba con la
tumbre: «Hombre ..., ¿no te avergüenzas exigencia interior de pureza, por lo cual el
de ocuparte de las riquezas, para discurso sagrado pitagórico incitaba a
multiplicarlas, y de la fama, y en cambio sentir vergüenza ante sí mismo más que
no tienes ningún cuidado y preocupación ante cualquier otra persona. El precepto
por la sabiduría, por la verdad y por el pitagórico, cuyo eco resuena tanto en
alma para hacerla mejor en la medida de De-mócrito30 como en Sócrates, aparece en
lo posible?» Y si alguien entre vosotros acto en el Hipias mayor, 298 b-c, donde
me contesta que sí, que tiene cuidado de Sócrates dice que aun cuando sus faltas
ella, no lo dejaré tan pronto, sino que lo pudieran escapárseles a los demás, jamás
interrogaré y examinaré e investigaré; y se le escaparían a alguien ante el cual
si me parece que no tiene virtud, a pesar experimenta la mayor vergüenza; y ese
de lo que afirma, le reprocharé que alguien es el mismo Sócrates, el hijo de
menos-precia lo que es de mayor valor y Sofronisco. Esta experiencia interior, jus-
estima lo que es vilísimo. Y esto haré con tamente, inspira la pregunta de Sócrates a
jóvenes y viejos, ciudadanos y extranjeros, cada ciudadano: "Hombre, ¿no tienes
con cualquier persona que encuentre... vergüenza ...?", pregunta cuya eficacia
"Pues esto es lo que el Dios me ordenó, y está testimoniada por la declaración de
creo que vuestra ciudad no cuenta con 30
Cf. MONDOLFO, RODOLFO, Moralistas grie-
mayor bien que este servicio que hago al
gos, ed. cit., cap. I, y La comprensión del sujeto
Dios, esta costumbre que tengo de ir en humano en la cultura griega, ed. cit., parte III, cap.
torno de vosotros y exhortaros, jóvenes y III.
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los espíritus era una exigencia religiosa: consigo mismas sobre el mismo asunto, al
una misión sagrada, dice en la Apología, mismo respecto y en el mismo sentido.
que le había sido confiada por el Dios Entonces ellos, al reconocerlo, se enojan
pues sólo mediante ella un espíritu cegado consigo mismos y se hacen benévolos con
por el error puede reconquistar la vista y los demás y se liberan así de opiniones
hallar el camino de la verdad y del bien, es ásperas, con la más segura —para quien la
decir, encontrar su salvación. experimenta— de todas las liberaciones.
Por eso, justamente, Sócrates considera Pues quienes los purgan piensan de la
el hecho de que se lo refute como un be- misma manera que los médicos del cuerpo
neficio que recibe, igual al que presta a que no creen que éste pueda, antes de
los demás cuando es él quien les refuta expulsar el obstáculo que lleva dentro,
sus errores. aprovechar el alimento que se le ofrece.
"Y, ¿qué hombre soy yo? Uno de los La misma persuasión tienen los médicos del
que se dejan refutar con gusto cuando alma, es decir, ésta no puede aprovechar
dicen cosas no verdaderas y refutan con la enseñanza antes de que la refutación,
gusto a los demás cuando son ellos quienes haciendo que el refutado se avergüence,
dicen algo no verdadero y no experi- no le haya sacado las opiniones que le
mentan más molestias al ser refutados impedían aprender y lo presente puro y
que al refutar; antes bien, creo que aquello convencido de saber sólo lo que en verdad
es un bien mayor, en cuanto hay más sabe y nada más." (Sof., 230.)
ventaja en ser liberado del peor de los males Pero el Sofista considera aquí solamente
que en liberar a otros." (Gorg., 458.) los efectos intelectuales de la refutación,
Esta liberación no sólo es un beneficio, sin hablar de los morales, que no eran de
sino una exigencia fundamental en el mé- menor profundidad, como lo demuestran
todo socrático, según lo explica el Sofista con singular evidencia las declaraciones
platónico: de Alcíbíades en el Banquete, 216:
"A algunos les parece que cualquier "Cuando escucho sus discursos, el
ignorancia es involuntaria y que nadie que- co-razón me salta en el pecho mucho más
rría nunca intentar aprender lo que ya que a los coribantes y rompo a llorar...
cree saber, de manera que la forma de Los discursos de este Marsias muchas veces
educación exhortativa a duras penas con- me han impresionado de manera tal que me
sigue un muy pequeño provecho. Ahora parecía que no valía la pena vivir en mi
bien, cuando alguien cree decir algo bueno condición... Sólo con él me ha ocurrido
acerca de cualquier asunto y no dice nada, avergonzarme de algo."
ellos lo van interrogando y, ligando sus Purificación moral, entonces, al mismo
opiniones medíante razonamientos, le tiempo que intelectual: liberación por la
demuestran que están en contradicción cual el espíritu se halla puro y dis-
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puesto para la verdadera actividad que le ciera me dijeron que todo lo que haces es
compete. crearte dificultades a ti mismo y a los
Y he aquí donde, como vimos, aparece en otros a fuerza de sembrar dudas en tu
Sócrates el parangón — de origen pita- cabeza y en la de los demás. Pareces un
górico — entre el médico y el educador, torpedo marino que deja aturdidos a
que utilizaban también Protágoras y cuantos lo tocan. Tú me produjiste un
Gorgias, y que parece haber llegado a ser efecto semejante: me has aturdido el alma
un lugar común en la cultura de la época y ya no sé qué contestarte." "Yo —res-
32
. El hondo interés por la medicina que ponde Sócrates— me parezco al torpedo
Jaeger (Paideia, II, pág. 36 y sigs.) destaca si estando aturdido puedo producir en los
en Sócrates procede probablemente de demás el mismo aturdimiento pues no se
una exigencia pitagórica más que del trata de que yo esté seguro y siembre du-
ejemplo de Hipócrates o de Dió-genes de das en la cabeza de los demás, sino de que,
Apolonia, porque se vincula a la por estar yo mismo más lleno de dudas
necesidad fundamental de la purificación que cualquiera, hago dudar también a los
del espíritu que ya los pitagóricos demás." (Men. t 80.)
comparaban con la purgación del cuerpo. La ironía de Sócrates finge en el mo-
Sin embargo, al repetir tal parangón, Só- mento aceptar el enfoque puramente
crates lo aplica de modo acorde con el negativo de la refutación33 en el que Me-
activismo de su pedagogía que no permite 33
En un fino y agudo ensayo, "Sócrates, artista
que aquel a quien se refuta permanezca de la vida" —en Sócrates, Galilea, Leopardi, Buenos
en la actitud pasiva del enfermo ante Aires, Partenón, 1947—, TURIN sostiene una
aquel de quien recibe el purgante, sino interpretación dramática de la figura de Sócrates
que lo obliga a cooperar activamente en quien, atormentado durante toda su vida por la
contradicción entre su fe en la verdad y su duda
la refutación, etapa que el educador di- o desesperación de no poder enseñarla, no habría
rige más que efectúa. encontrado otra salida que la muerte, y por eso
Así es como la refutación logra su ma- —en este punto TURIN concuerda con Nietzsche—
quiso morir y obligó a la ciudad a darle la copa de
yor eficacia; así es como al engendrar, veneno (págs. 164, 169 y passim), En el marco de
respecto al conocimiento, una duda me- esta interpretación debe atribuirse plena y trágica
tódica, la convierte en preparación nece- seriedad a las múltiples declaraciones de Sócrates:
saria y estímulo para la investigación, que no sabe cuál es la verdad; que se halla colmado
de dudas; que busca como los demás y junto a
según lo explica Sócrates a Menón en el ellos (Gorg., 506 y 509; Hip. may., 304; Cárm.,
diálogo platónico de este nombre: 165; Men., etc.). Y por lo tanto TURIN objeta mi
"¡Oh, Sócrates!, antes de que te cono- interpretación que ve en la ironía socrática,
simulada por un momento —tanto en la
32
Véase MONDOLFO , RODOLFO , La comprensión refutación como en la mayéu-tica—, la falta de
del sujeto humano en la cultura antigua, ed. cit., ese conocimiento que Sócrates no quiere
parte II, cap. II. comunicar dogmáticamente a su ínter-.
31
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nón expresaba la incomprensión común con gusto, mientras que antes, sin refle-
del método socrático, pero luego pone a xionar y convencido de que hablaba con
plena luz el papel positivo que desempeña razón, habría afirmado que un cuadrado
como estímulo para la reflexión doble debe tener doble lado." "Así es."
investi-gativa, esto es, como mayéutica. "Entonces, ¿piensas que se habría puesto
Después de haber refutado el error del a buscar y a aprender lo que ya creía saber,
esclavo interrogado acerca del teorema de de no sobrevenirle la duda, la conciencia
Pitágoras, Sócrates observa: de su ignorancia y el deseo de saber?" "No
"El esclavo creía saber y contestaba co- lo creo." "De manera que ese aturdimiento
mo quien sabe y no tenía ni siquiera la más le ha sido útil." (Men.t 84.)
mínima duda; ahora la tiene: no sabe ni La refutación representa, pues, la etapa
cree saber... Pero, ¿no sabe ahora más que preliminar necesaria para encaminar el es-
antes? Y al colmarlo de dudas y de aturdi- píritu al descubrimiento de la verdad; sólo
miento, ¿le hicimos daño?" "No". "Más el espíritu purificado y liberado del error
bien me parece que lo hemos encaminado puede cumplir una investigación verda-
al descubrimiento de cómo es el problema; dera, desarrollando rectamente su capaci-
pues ahora, aunque no sabe, puede buscar dad intrínseca. La investigación resulta
entonces, para Sócrates, ejercicio de un
locutor, sino hacérselo descubrir activamente por poder congénito que ante todo tiene que
medio de interrogatorios. Esto, me objeta TURIN, ser liberado del obstáculo que le oponen
significa imputar a Sócrates —e! purificador, el
maestro, el mártir— una auténtica mentira; ¿y los prejuicios y los errores a fin de que
cómo podría purificar a los demás quien se co- pueda dar a luz su producto genuino: así,
rrompe en la mentira en el instante mismo en después de la refutación, se presenta la se-
que emprende la tarea purificadora? Sin embargo,
no me parece que pueda hablarse de mentira a
gunda parte del método socrático, la
propósito de un método didáctico que para Só- mayéutica o arte del alumbramiento...
crates no es un juego sino una honda exigencia: la "¿No has oído decir—pregunta Sócrates,
de no anticipar nociones a sus discípulos sino Teet., 148 y sigs.— que yo soy hijo de una
obligarlos a descubrirlas ellos mismos, activamente,
tal como el esclavo de Menón descubre el teorema hábil y renombrada partera, Fena-reta?"
de Pitágoras ("Mira, Menón, que yo no le enseño "Sí." "¿Y oíste decir, también, que me
nada sino que le pregunto todo"). ¿Diremos que dedico al mismo arte?" "Eso no." "Pues
Sócrates ignoraba efectivamente tal teorema, puesto
bien: sabe que ésa es la verdad. Reflexiona
que interroga y no enseña? ¿Y qué diremos en casos
como el de Gorgias, donde la declaración de en lo que concierne a las parteras y
Sócrates, "repito nuevamente que no sé cuál es la comprenderás mejor lo que quiero decir
verdad", se inserta en un discurso eminentemente . . . ¿No es natural y necesario que a las
dogmático donde, al expresar teorías muy termi-
nantes acerca del bien y de la justicia, Sócrates mujeres encintas las reconozcan las
también afirma; "He aquí lo que afirmo y creo parteras, mejor que las otras?" "Cierta-
que es la verdad" (107d) ? mente." "Además, las parteras tienen
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
brebajes y pueden con sus encantamientos espíritus y si ellos no las sienten como
estimular los esfuerzos del parto o, si quie- verdaderamente suyas. Sólo así pueden
ren, suavizarlos y facilitar el alumbra- tener la plenitud de su valor intelectual y
miento de las que sufren al dar a luz y moral, cognoscitivo y práctico; y por eso la
favorecer el aborto cuando resulte un ironía socrática, que finge ignorancia, no
feto prematuro." "Es cierto." "Ahora es una mentira (como opina Turin, loc.
bien, mi arte de partear se asemeja en todo cit.) sino una obligación impuesta por la
al de ellas; sólo difiere en que se aplica a misma misión sagrada de abstenerse de la
los hombres y no a las mujeres, y concierne enseñanza dogmática, un imperativo
a sus almas y no a sus cuerpos. Sobre todo, categórico para el verdadero maestro. De
mi arte se caracteriza por lo siguiente: se este modo, la afirmación de su propia
puede probar por todos los medios si el esterilidad y carencia de sabiduría no
pensamiento del joven ha de parir algo constituye solamente una expresión de la
fantástico y falso o genuino y verdadero. ironía socrática, sino que define, además,
Por otra parte, tengo en común con las la característica de su método —que
parteras el ser estéril en sabiduría y se me estimula la investigación en vez de ofrecer
puede reprochar lo que muchos me doctrina— en la convicción de que el
reprochan, es decir, que pregunto a los interrogado extrae realmente sus
demás, pero no contesto nada acerca de contestaciones y descubrimientos del in-
nada, por falta de sabiduría. Y ésta es la terior de su espíritu.
causa: el Dios me impone el deber de "Mira cómo este joven contesta bus-
ayudar a parir a los otros, pero a mí me lo cando conmigo —dice Sócrates, Men., 84
impide. No soy sabio, pues, ni tengo y sigs.— y cómo consigue encontrar ...
descubrimientos que mi alma haya dado a mientras que yo no hago más que inte-
luz, sino que los que están conmigo rrogarlo, sin enseñarle nada. Observa si
parecen al comienzo ignorantes, pero alguna vez hallas que le enseño o le mues-
después... hacen un progreso admirable ... tro algo en lugar de preguntarle, simple-
Sin embargo, es claro que nada mente, acerca de lo que por sí mismo
aprendieron de mí, sino que son ellos piensa. Y por eso sucede que tiene ciencia,
quienes por sí mismos hallaron muchas y si se le pregunta de manera verdadera, y la
bellas cosas que ya poseían." extrae de su interior, sin que nadie le
¿Qué significa esta afirmación: "el enseñe."
Dios me impide parir"? Significa que la Pero no hay que pasar por alto esta
misión de maestro que el Dios impone a frase de apariencia inocente: "si se le pre-
Sócrates no se cumple si las verdades no gunta de manera verdadera", porque en
son conquistadas activamente por los dis- ella está la clave del enigma. Ella explica
cípulos mismos, si no son hijas de sus la confesión singular de Teeteto: "Por
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acerca de ellos no concuerdan entre sí sica (XIII, iv, 1078): "Tenía razón en
sino que riñen como locos. Unos creen buscar las esencias (lo que es cada cosa)
que el ser es solamente uno; otros, que es pues quería razonar, y el principio de los
una pluralidad infinita; unos, que todo razonamientos está constituido por
está en movimiento perpetuo; otros, que la esencia de las cosas".
nada se mueve nunca; unos, que todo nace y La esencia, lo universal, es decir, lo que
perece; otros, que jamás nace ni perece hay de común en las particularidades,
nada." representa la unidad de la especie: por eso
En cambio, en lo que respecta a las cosas se afirma vigorosamente en Sócrates la
humanas, descubría en nuestra conciencia exigencia de unidad en el conocimiento
misma la existencia de principios univer- verdadero. Esta exigencia de unidad o
sales (conceptos, leyes) alcanzables por el universalidad se afirma, empero, en un
examen, la reflexión y la discusión. Por eso, doble sentido: con respecto a los sujetos y
dice Jenofonte (loc. cit.): "Razo- naba con respecto a los objetos de conoci-
siempre sobre cosas humanas, buscando qué miento. Lo que observa De Sanctis (op.
es la piedad y qué la impiedad, qué es lo cit., Π, pág. 484) —que, aun en la con-
bello y qué lo feo, qué es lo justo y qué lo clusión negativa de su no saber, la
injusto, qué es la sabiduría y qué la locura, dialéc-tica socrática contiene un elemento
qué es el valor y qué la cobardía, qué es el esen-
estado, qué es el hombre de estado, y así cial positivo y constructivo, que es la
otras cosas cuyo conocimiento pensaba confianza incondicional en el valor de la
que debía caracterizar al hombre capaz, y razón, y una proclamación solemne de
cuya ignorancia pensaba que debía sus derechos— puede entenderse de ma-
definirse justamente como condición de nera más adecuada si se considera la
esclavitud espiritual". orientación característica del método
Su investigación no quería versar en socrático de investigación que sustituye
lo mudable —objeto solamente de opi- el logos por el diálogo.
nión— sino en lo inmutable, es decir, lo En el logos individual los sofistas ha-
universal, la esencia —objeto de cien- bían señalado el carácter de subjetividad
cia—. Como decía Aristóteles (Metaf., I, y relatividad; Sócrates, en cambio —como
vi, 987), "Sócrates discutía solamente observa G. Galli, op. cit., pág 75—, quiere
acerca de las cosas morales y no se intere- encontrar en la misma conciencia del
saba en absoluto en la naturaleza; y en las sujeto no sólo la particularidad relativa
cosas morales buscaba lo universal, pues sino también la universalidad abso-
fue el primero que tomó como objeto de luta. ¿Cómo? Por medio de la posibilidad
su pensamiento las definiciones". Y agrega del acuerdo con las otras conciencias
Aristóteles en otro lugar de la Metafí- —según explicó Martinetti, op. cif., pág.
433— o, más concretamente —según las
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que tenga inteligencia obra en contra de niremos rectamente como hombres justos
lo mejor o, si acaso lo hace, es por la a los que saben lo que las leyes ordenan."
ignorancia". (Et. Eic,, VI, XIII , 1145 y (Memor., IV, vi.)
VII, II , 1146.) Jenofonte no se da cuenta aquí de la
Por cierto que Aristóteles —según la transformación que Sócrates introduce en
objeción que Turin (op. cit., pág. 158 y el concepto de ley, cuyo verdadero valor
sigs.) formula a estas citas— critica esta sólo puede apreciarse (como lo señala
concepción socrática y le opone su dis- Jaeger, en Paideia, II, pág. 62) teniendo
tinción entre teoría y práctica, pero lo presente la disolución de la autoridad exte-
que interesa aquí, para determinar el pen- rior de la ley ocurrida en la época de los
samiento de Sócrates, es el testimonio y no sofistas, que abrió paso a la afirmación de
la crítica aristotélica. Este testimonio nos una ley interior.
confirma que ciencia significa para Sócrates es quien primero asevera esta ley
Só-crates dominio de sí mismo, es decir interior, para la cual probablemente
no sólo pura contemplación sino también introdujo en el idioma de Atenas la nueva
acción. El conocimiento de la verdad re- palabra eukráteia (adoptada luego tanto
sulta conocimiento verdadero en tanto se por Platón como por Jenofonte e
convierte en convicción que implica una Isócra-tes), que significa autodominio y
tendencia activa y la determina, esto es, lleva consigo implícito un nuevo concepto
tiene y desarrolla un carácter de impulso de libertad interior, tal como lo destacó
motor y rector de la acción práctica. En Heinrich Gomperz 37.
este sentido debemos interpretar un pasaje En el pasaje citado de Jenofonte, el
de Jenofonte donde las expresiones y los verdadero concepto socrático se vislumbra
ejemplos son, sin embargo, inferiores al a través de las expresiones: "el que sabe,
verdadero significado de la concepción los que saben". "Los que saben" son los
socrática. sabios, concepto que, para Sócrates y para
"El que sabe de qué manera debemos todos los griegos, no se refiere al intelecto
honrar a los dioses nunca considerará que sino a la vida integral del espíritu. La
le conviene hacerlo de una manera dife- interpretación corriente que atribuye a
rente." "No, en verdad." "¿Y crees que Sócrates la teoría según la cual el puro
quien sepa lo que tiene que hacer puede razonamiento abstracto debe
considerar que le convenga no hacerlo?" 37
Die Lebensauffassung der griechischen
"No lo creo." "¿Y conoces a alguien que Philo-sophen und das Ideal der inneren Freiheít,
haga cosas diferentes de las que juzga que Jena, 1904, que, según afirma JAEGER, en Paideia,
es necesario hacer?" "No." "Entonces, los tomo II, pág. 64, ha arrojado mucha luz acerca de la
importancia histórica de la idea de libertad interior
que saben lo que las leyes ordenan hacen y ha contribuido esencialmente a la inteligente
cosas justas." "Sin duda." "Entonces defi- comprensión de Sócrates.
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regir la conducta práctica del hombre la vida íntegra: es precisamente esa "ener-
(ética intelectualista) pasa por alto la gía espiritual de Sócrates", cuya afirma-
polémica del filósofo contra la opinión ción, interpretada de modo unilateral,
común que separa y coloca en mutuo aparece en su discípulo Antístenes, quien
contraste la inteligencia —convertida en quiere oponerla a la ciencia. En cambio,
fría contemplación abstracta— y los im- Sócrates, al aceptar en su misticismo el
pulsos —que en ese caso resultan irracio- concepto pitagórico de la ciencia como
nales—. En contra de esta separación y camino de purificación y liberación espi-
oposición, Sócrates afirma la unidad e ritual, presenta ya la idea del sabio que
identidad entre la razón y la fuerza del habría de predominar más tarde en la fi-
carácter. losofía postaristotélica; la idea de un há-
"La mayoría de los hombres —dice Só bito y ejercicio de autodominio en que
crates en el Prot., 352— tiene acerca de la la ciencia o sabiduría se identifica con la
ciencia la opinión siguiente: que carece de fuerza del carácter, y la falta de ella con
fuerza activa y de poder para dirigir y ser la debilidad espiritual que transforma al
soberana; piensa no sólo que se halla en hombre en esclavo de los impulsos irra-
tal situación, sino también que, a menu- cionales.
do, a pesar de estar presente en el alma de En otras palabras, "Sócrates —según
un hombre, la que domina no es ella sino afirmó Melli en Socrate, pág. 16— va en
algo distinto, ora la impulsividad, ora el pos de la ciencia de esa razón que veintidós
placer, ora el dolor, ora el amor, a me- siglos después un espíritu, en muchos
nudo el miedo, y juzga en todo y por todo aspectos afín, llamaría la razón práctica,
que la ciencia es como un esclavo que los esto es, la razón legisladora de la vida".
demás arrastran de un lado a otro. Enton- Sócrates, probablemente, como supone
ces, ¿también a ti te parece lo mismo, o te Jaeger (op. cit., pág. 77), la llamó
parece que la ciencia es una cosa bella, phró-nesis, anticipándose en esto al
capaz de dominar al hombre de manera concepto
que, si uno sabe qué es el bien y qué es el platónico. "El conocimiento del
mal, no puede ser vencido por nada ni bien
obrar de manera distinta de como manda —repito con Jaeger— que Sócrates
la ciencia, sino que la sola sabiduría basta des-cubre en la base de todas y de cada
para ayudar al hombre?" una de las llamadas virtudes humanas no
Claro está, entonces, que esta ciencia es una operación de la inteligencia, sino
o sabiduría de que habla Sócrates no es que, como Platón comprendió certera-
puro conocimiento separado de la energía mente, es la expresión consciente de un
vital del carácter, sino todo un hábito o ser interior del hombre. Tiene su raíz en
forma espiritual que conforma y gobierna una capa profunda del alma en la que
ya no pueden separarse, pues son
esen-cialmente uno y lo mismo, la
penetración
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seguida sacan gran provecho." (Teag., la habilidad superior sabe hacer lo malo y
129.) feo y equivocarse por propia voluntad,
He ahí una distinción de tres clases de mientras que la inferior yerra en contra
espíritus en relación con la posibilidad de de su voluntad... Entonces, quien hace
adquirir sabiduría: hay una disposición el mal y peca por propia voluntad, ¿será
absolutamente negativa que determina mejor que quien lo hace sin quererlo?"
una invencible repulsa instintiva; otra, "Sería una enormidad, Sócrates." "Sin
neutra, que representa una falta de interés embargo, me parece que resulta de lo que
con la cual no puede obtenerse ningún dijimos... ¿No reconocimos que cuanto
resultado útil; y, por fin, la disposición más hábil y más sabia es el alma tanto
favorable que significa una atracción mejor será y tanto más apta para hacer
espontánea, una simpatía recíproca entre ambas cosas, el bien y el mal, en cada
maestro y discípulo que constituye una acción?... Es propio del hombre bueno,
fecunda condición comunicativa. En los entonces, hacer el mal por su propia vo-
tres casos entra siempre en juego un há- luntad, y del malo hacerlo contra su
bito, una tendencia del espíritu todo; voluntad, si es bueno el que tiene el alma
no se puede hablar de inteligencia sino en buena ..." "No puedo aceptar esto, Só-
el sentido de un hábito, unitario y siste- crates." "Ni yo concedérmelo a mí mismo,
mático, del espíritu íntegro, condición Hipias; pero deriva necesariamente del
de la posibilidad misma del ejercicio de razonamiento que hacíamos." (Hip. men.,
la actividad intelectiva. 372-5.)
Por eso también la purificación cum- Consecuencia enorme e inadmisible que
plida por la refutación resulta un cambio deriva de la separación establecida entre
en la disposición unitaria de la mente y la inteligencia y voluntad, sabiduría y vir-
voluntad. Y Sócrates entonces repudia tud, que, por otro lado, se habían identi-
la separación de mente y voluntad; afir- ficado mutuamente. La separación surge
mar esa separación nos lleva a consecuen- cuando se las considera habilidades parti-
cias absurdas. Tomando como premisa culares y distinguibles, así, las unas de las
una afirmación de Hipias según la cual otras; para Sócrates cada una constituye,
"los embusteros son capaces, inteligentes, en cambio, un hábito unitario, sistemá-
doctos y sabios en las cosas en que enga- tico, total del espíritu y ha de coincidir
ñan", Sócrates observa: cabalmente, entonces, con las otras. Sólo
"Tengo vivo interés en examinar el de esta manera queda eliminada cualquier
problema de que hemos hablado; es decir, contradicción. De este concepto unitario
si son mejores los que pecan por propia de la orientación intelectual y moral del
voluntad o los que pecan en contra de espíritu deriva también el concepto uni-
su voluntad... En cada arte o ciencia tario de la virtud, es decir, la unidad
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indivisible y la identidad de todas las vir- ¿hay un solo opuesto y nada más?" "Uno
tudes, que constituye al mismo tiempo su solo ..." "Entonces resulta ciencia la jus-
unidad e identidad con la sabiduría. El ticia, así como la sabiduría, el valor y la
concepto que desarrollan especialmente virtud." (Prot., 329 y sigs., 332 y 361.) En
los estoicos tiene sus antecedentes en Só- conclusión, para Sócrates la virtud se
crates. Pregunta Sócrates en el identifica con la sabiduría en cuanto es
Protá-goras: capacidad de autodominio, no momentánea
"Explícame con claridad si la virtud es u ocasional sino metódica y constante,
algo único y si la justicia, la sabiduría, la hábito unitario del espíritu que se
santidad son partes suyas o si las que he conquista sólo mediante el esfuerzo per-
nombrado no son sino nombres de una severante y continúo de la inteligencia y
misma cosa que es única." "A esto resulta de la voluntad unidas en un nexo recíproco
fácil contestar, Sócrates, que todas las e inseparable. Por lo tanto, esforzarse en
que nombras son partes de la virtud, que conseguir la sabiduría significa lo que
es una sola ..." "¿Y cada una de esas partes Sócrates en la Apología declara que ha
es distinta de la otra?" "Sí." "¿Y tiene cada predicado y sigue predicando a cada uno
una su función propia, como las partes de de sus conciudadanos para cumplir con
la cara? Pues el ojo no es como el oído, ni ellos la misión que le fue confiada por el
su función es la misma; ni entre las otras Dios, esto es, "tener cuidado y pre-
partes hay una igual a otra, ni por su ocupación del alma para hacerla mejor",
función ni por lo demás. ¿Así también las intelectual y moralmente, al mismo tiem-
partes de la virtud son mutuamente po y por el mismo proceso activo de puri-
distintas por sí mismas y por su papel? ..." ficación y perfeccionamiento.
"Así es..." "Entonces, ¿la santidad no es
cosa justa, ní la justicia cosa santa ... sino
injusta aquélla e impía ésta? ¿Qué vamos a 9. El eudemonismo
contestar? Por mí cuenta diría que la socrático: no utilitarismo,
justicia es santa y la santidad justa ,..
Además, ¿hay algo que llamas locura?"
sino ética del amor y del
"Sí." "¿Y eso no es de todas maneras lo deber.
opuesto a la sabiduría?" "Me parece." "Pero
cuando los hombres actúan recta y En este cuidado del alma para mejo-
útilmente, ¿te parecen sabios, al obrar así, rarla consiste el concepto socrático de la
o lo contrario?" "Sabios." "Ahora bien, ¿no virtud, que, empero, continúa siendo
son sabios por su sabiduría?" "Es menester típicamente griego en cuanto identifica
que lo sean." "Pero ... para cada uno de virtud y felicidad y expresa tal identifi-
los opuestos, cación en la fórmula característica eu
práttein, que significa al mismo tiempo
"obrar bien" y "estar bien". Por ello la
ética socrática ha sido justamente defi-
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que tenga sino que conozco otros placeres tual propia del hombre bueno en la vida
más suaves que aquéllos, que me alegran presente.
no solamente por la satisfacción presente, Así, la misión de purificar y educar a los
sino también por la esperanza que me espíritus, de que habla la Apología platónica,
ofrecen de un beneficio perpetuo? ... es divina para Sócrates no sólo en tanto él
¿De qué otra fuente crees que procede mismo cumple una orden del Dios y vive a
un gusto tan grande como el que deriva su servicio, sino también porque eleva el
de sentir que se llega a ser mejor y de alma cada vez más al estado divino de
contribuir al mejoramiento de los ami- perfección y beatitud interior que después
gos? ... Pues bien, ése es el pensamiento de la muerte habrá de convertirse en
que llena toda mi vida... Tú pones tu beneficio perpetuo. Por el hondo soplo de
felicidad en las delicias y en el lujo; yo, misticismo que alienta en las palabras de
en cambio, pienso que no tener necesidad Sócrates, toda su actividad de maestro y
es cosa divina, y el tener las menores po- refutador de errores se presenta como una
sibles lo que más se acerca a lo divino. misión sagrada de purificación y salvación de
Ahora bien, lo divino es lo óptimo, y lo los espíritus, verdadera misión de descenso
que más se acerca a lo divino, más se acer- al infierno (katábasis eis haidou, según la
ca a lo óptimo." (Memor., I, vi.) fórmula órfico-pitagórica) para liberar a
No se puede expresar más clara y vigo- las almas.
rosamente la antítesis entre el hedonismo Esta misión desinteresada es todo un
utilitario y la moral socrática: la renuncia ejercicio continuo de amor, única ciencia
a toda utilidad, que a Antifonte le parecía que Sócrates se jacta de poseer, según el
miseria, constituye para Sócrates una seudoplatónico Teages, mientras proclama,
participación en la beatitud divina, que en cambio, su ignorancia en cualquier otro
llena toda su vida por la conciencia de dominio: "De todas estas felices y bellas
convertirse continuamente en mejor a sí ciencias nada sé a pesar de que querría
mismo y en convertir a cada uno de sus [saber]; pero siempre digo que me en-
amigos, mediante la purificación espiri- cuentro, por así decir, con que no sé sino
tual. Esta purificación le otorga no sólo una pequeña ciencia, la del amor. Pero en
la satisfacción actual inmediata, sino ésta puedo jactarme de tener más pro-
también la esperanza de un beneficio fundidad que todos los hombres que me han
perpetuo: clara alusión a la vida futura, precedido y que los de nuestro tiempo."
eterna y divina, en cuya afirmación el (Teag., 128.)
misticismo de Sócrates corona su eudemo- El amor, que se manifiesta en la
nismo aceptando la confiada esperanza actividad que mejora a los demás y que
de los órficos y encarándola como perpe- desempeña un gran papel en esta misión
tuación de la íntima satisfacción espiri- sagrada,
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cree la gente, devolverla a su vez, pues ya citado, de que nunca debe devolverse
nunca se debe cometer injusticia, de nin- injusticia por injusticia, era
guna manera." "Evidentemente." "¿Y es genuina-mente socrática, y Sócrates ha
justo devolver daño por daño, o no?" dejado de ella el testimonio más elocuente
"No, seguramente." "Pues hacer daño no con su negativa a salvarse, mediante la
es cosa diferente que cometer injusticia." fuga, de la muerte a que había sido
"Cierto." "Entonces, no se debe devolver condenado. El reproche que imagina
a nadie injusticia por injusticia, daño por dirigido por las leyes al condenado que
daño, cualquiera sea la injuria que se haya intenta sustraerse a su pena —vale decir,
recibido." "No." "Mira, Critón ... Yo sé que viola el pacto tácitamente establecido
que quienes piensan esto son y serán po- entre cada ciudadano y la ley (teoría del
cos ... Pero por mi cuenta pienso esto cuasicontrato) y recurre a la violencia,
desde hace mucho tiempo y esto pienso que no es cosa santa, Crit., 51 y sigs,—
aún ahora." (Crit., 49.) encuadra en la antedicha teoría expresada
Sabido es que este diálogo tiene lugar en por Sócrates (Crit., 48 y sigs.): lo que
la cárcel donde Sócrates está esperando la importa no es vivir, sino vivir bien y, por
ejecución de su injusta condena a muerte, a ello, hacerse culpable de injusticia es
la que se niega a sustraerse mediante la peor que la muerte.
fuga, reafirmando sin vacilar su constante
convicción ética. Atenerse a ella en esa 10. El alma y su
circunstancia significa sacrificar su vida
con el fin de no violar las leyes de la inmortalidad. La inspira-
patria, esto es, nο devolver injusticia por ción religiosa de Sócrates.
injusticia. De semejante pecado quizás
podrían absolverlo los demás hombres, La serenidad con que Sócrates enfrenta
pero no el tribunal interior de su la muerte se explica enteramente por su
conciencia, superior a cualquier otro. espíritu religioso y por su concepto de la
Por lo tanto, no se puede considerar vida encarada como camino de purifica-
con Zeller (IIa, 127) que es absoluta- ción del alma, que, por lo tanto, puede
mente extraña a Sócrates la doctrina entenderse sólo como preparación y trán-
expresada en su nombre en el Gorgias, sito hacia otra vida ulterior, inmortal y
468 y sigs., cuando declara que el vicio eterna de acuerdo con la naturaleza divina
del alma es el peor de todos los males y atribuida al alma. Estas concepciones
que no es vergüenza ser objeto de injus- vinculan a Sócrates a los
ticia, sino cometerla, y además que es órfico-pítagó-ricos ex discípulos de
preferible ser objeto de ella a cometerla. Filolao, que se convierten en discípulos
La condición expresada en el Critón, 49, suyos y, asimismo, resultan confirmadas
como socráticas por los testimonios de
Jenofonte, en las decla-
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país de los muertos, y entonces, ¡qué su restricción: "si es verdad" lo que la tra-
alegría poder continuar su encuesta entre dición nos cuenta. No obstante ello, sus
los grandes hombres de antaño!" dudas se refieren a las concepciones
Sin embargo, Schuhl recuerda aquí el esca-tológicas de los mitos y no tocan un
fino examen del problema efectuado por punto que Sócrates afirma
E. de Strycker41, que hace muy probable dogmáticamente como verdad indudable:
una interpretación más positiva de la acti- "Hay una cosa que vosotros también debéis
tud de Sócrates en la Apología. Al final pensar que es verdadera; al hombre de bien
de ésta, Sócrates quiere demostrar a la no le sucede nada malo ni en la vida ni
minoría de los jueces que votó en favor después de la muerte porque los dioses no
de su absolución que no se le debe tener se desinteresan por su destino". Estas
miedo a la muerte, y emplea con ellos (se- palabras se repiten en forma casi idéntica
gún la justa observación de Burnet) una en La república, X, 613a-b; allí aluden a la
argumentación adecuada a su compren- demostración de la inmortalidad del alma
sión. O bien la muerte es un anonada- y a la descripción de la beatitud del alma
miento de la conciencia y no hay nada justa; y, entre la Apología y La república (y
que temer, o es un paso a otra vida, según el Fedón), la afirmación de la inmor-
las tradiciones transmitidas por poetas talidad y de la vida futura se repite en el
como Homero, o por creencias religiosas Critón, en el Menón y en el Gorgias,
como las eleusinas y las órficas. Entre las mostrando la continuidad del pensamiento
dos hipótesis, Sócrates muestra una evi- platónico al respecto. El párrafo de la
dente preferencia por la segunda y la Apología debe interpretarse, por lo tanto,
aplica a su caso personal, recordando que en el mismo sentido que con toda eviden-
en el Hades hay verdaderos jueces que cia tiene en La república., X, 613 a-b, vale
rectificarán la injusticia por él padecida decir, como afirmación de una certeza de
ante el tribunal de los hombres; por otra inmortalidad que permanece inconmovi-
parte, allí tendrá la gran ventaja de ser ble a pesar de la incertidumbre de todos
inmortal, athánatos, y de encontrarse con los mitos escatológicos: esto es lo único
las grandes sombras de los héroes y de los que debemos considerar verdadero (hén
sabios, con quienes será una inmensa ale- ti tonto dianoéisthai alethés).
gría continuar sus conversaciones y dis- A estas observaciones de De Strycker
cusiones. Pero acerca de estas represen- pueden agregarse algunas complementa-
taciones concretas Sócrates no abandona rias. La inmortalidad parece inseparable
su prudente reserva, que podría consi- de la naturaleza divina que Sócrates atri-
derarse casi escéptica, y repite tres veces buía al alma, al considerarla —según dice
41
"Socrate et I'au-dela, d'aprés l'Apologie Jaeger, op. cit., pág 44 y sigs.— "lo que
pía-tonicienne", en Les etudes classiques, 1950. hay de divino en el hombre, por lo cual
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yo sí las he visto: me parecieron tan di- tes empieza durante su vida, pero se in-
vinas, áureas, seductoras y maravillosas tensifica después de su muerte. Toda la
que creo que es imposible resistir a cuanto filosofía griega posterior está dominada
Sócrates manda". por su influjo; sus discípulos ocupan con
La imagen divina que Alcibíades sus escuelas la época inmediatamente sub-
había descubierto en el interior de siguiente: Antístenes, con la escuela cí-
Sócrates era su religiosidad mística, que nica; Aristipo, con la cirenaica; Euclides,
irradiaba luz y calor a toda su vida, su con la megárica; Fedón y Menexeno, con
acción y su pensamiento. la eleo-erétrica y, por sobre todos ellos y
otros más, Platón, con la Academia; de
11. La influencia histórica y ésta surge Aristóteles, creador de la es-
cuela peripatética; luego, por intermedio
la perennidad de Sócrates. de estas dos grandes escuelas, la tradición
socrática se perpetúa en los siglos, en
Aun entre los grandes filósofos que tanto que, entre los postaristotélicos, los
confiaron a celebradas obras escritas la estoicos recogen la herencia esencial de
transmisión de su pensamiento a la poste- los cínicos, Epícuro parcialmente la de
ridad hay muy pocos cuya influencia los cirenaicos, y los neoacadémicos
histórica haya superado o igualado la de Arque-silao y Carnéades proclaman la
Sócrates, que no dejó nada escrito. Ortega exigencia de un retorno a Sócrates.
y Gasset llegó a declarar que Sócrates Cierto es que las escuelas socráticas se
encierra en sí la clave de la historia euro- orientan en direcciones distintas y en
pea, clave sin la cual nuestro pasado y parte opuestas, pero todas proceden de la
nuestro presente son un jeroglífico inin- concepción socrática de la filosofía como
teligible; y H. Maier afirmó que para camino de vida y de su preocupación, tanto
entender la esencia íntima de la civiliza- por el ideal del sabio —ideal concretado en
ción moral moderna debemos, indudable- la autoconciencia y en el autodominio
mente, remontarnos a dos personalidades: espiritual— como por un conocimiento de
Sócrates y Jesús (42). la verdad vinculado al ejercicio de la
La expansión de la influencia de Sócra- virtud y del bien. La exigencia de
42
Véanse las páginas de ORTEGA Y GASSET sobre
autodominio no inspira sólo el repudio
Sócrates en su libro España y Europa, y las de H, cínico de los bienes exteriores, del placer y
MAIER en Sokrates, sein Werk und seine de las pasiones, sino también la refinada
Geschichtliche Stellung, Tubinga, 1913. A las aceptación cirenaica del placer, reflejada
líneas citadas remite P. Rossi en Per una storia
della storiografía socrática, Milán, 1951 pág. 86 en el lema: "domino, no estoy dominado";
(en la colección Problemí di storiografia la unificación de las dos aspiraciones a la
filoso-fica). verdad y al bien se expresa, en
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que cada interlocutor debe intervenir que, en cuanto realización del mal y de
activamente; y la libertad del pensamiento la injusticia, sólo puede significar un em-
y la de su expresión son elemento y peoramiento y no la purificación conjunta
condición imprescindibles para la del espíritu propio y del ajeno.
realiza-ción del fin que se impone en De este modo, Sócrates asociaba a la
común a todos. docta ignorancia o conciencia permanente
Esta exigencia de actividad y libertad de los problemas —única fuente de todo
es, por ende, el lema fundamental de la progreso cognoscitivo— la superación del
pedagogía socrática, el único lema que odio y la afirmación del amor y de la
puede llevar la educación a la conquista solidaridad humana que, por el re-
activa y real de la ciencia y de la mora- conocimiento de la libertad espiritual de
lidad: de una ciencia que es guía de la cada uno, procuraban la cooperación de
vida, de una moralidad que es autonomía, todos en el esfuerzo por alcanzar el bien
ley interior o voz de la conciencia. Ade- común. Fin humano por excelencia, esto
más, en la mutua cooperación que esta es, la elevación intelectual y moral que
educación implica entre maestro y discí- constituye el verdadero bien y la satis-
pulos e igualmente entre todos los miem- facción íntima de cada uno y de todos,
bros de la comunidad humana, esa exi- ley de autonomía y fuente de la verdadera
gencia de libertad es también una exigen- felicidad.
cia de amor: del amor cuya ciencia Só- De todas estas exigencias, que mien-
crates se jactaba de poseer a fondo, en tras exista la humanidad son y serán
tanto que, según afirmaba, ignoraba todas siempre una necesidad y un imperativo
las otras bellas y felices ciencias. Esta categórico, Sócrates ha sido, en su pensa-
exigencia de amor era, naturalmente, ex- miento y en su acción, una personifica-
clusión de todo principio de odio o de ción incomparable: en esto consiste la pe-
venganza (devolver el mal por el mal) rennidad de su enseñanza.
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