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Varios fenómenos son los causantes de que la tierra tiemble, dependiendo de éstos
actualmente se reconocen tres clases de sismos: los sismos de origen tectónico, los de origen
volcánico y los artificialmente producidos por el hombre. Siendo más devastadores los
sismos de origen tectónico, y por ende los de mayor interés dentro la ingeniería.
La validez de la teoría de la tectónica de placas recibió un fuerte apoyo de los datos sísmicos
reunidos a través de los años mediante la red sísmica mundial, que fue establecida hacia el
final de la década de 1950. Los datos demostraron que las zonas en donde ocurren la mayor
parte de los terremotos del mundo son muy estrechas y muy bien definidas, sugiriendo que
la mayoría de los sismos registrados resultan de los movimientos de las placas en las zonas
donde chocan unas contra otras.
Una explicación plausible para la causa del movimiento de las placas se basa en el equilibrio
térmico de los materiales que componen la Tierra. Nuestro planeta se formó por la unión de
meteoritos. El incremento en la masa ha aumentado la radioactividad. Consecuentemente,
el planeta se ha calentado y su núcleo crece a costa de la fusión del manto. La parte superior
del manto, que está en contacto con la corteza, se encuentra a una temperatura
relativamente baja, mientras que la parte inferior que está en contacto con el núcleo a una
temperatura mucho más alta. Es evidente que el material caliente (en las profundidades)
posee una densidad menor al material frío (cerca de la corteza), lo que hace que tienda a
subir, mientras que el material de la superficie una vez frío tiende a bajar por la acción de la
gravedad. Este proceso cíclico se denomina convección. Las corrientes convectivas generan
esfuerzos de corte en la base de las placas, provocando su movimiento en distintas
direcciones.
Estas corrientes también hacen que la lava ascienda continuamente en los llamados lomos
oceánicos. La roca formada se mueve lentamente por ambos lados del lomo como nuevo
piso o base oceánica, desplazando las placas a velocidad constante. Estas zonas son
denominadas zonas de expansión.
Las placas se mueven libremente con respecto a la Astenósfera subyacente, y también
pueden moverse una con respecto de la otra de tres formas:
a) una placa se desliza pasando frente a la otra a lo largo de su margen.
b) dos placas se mueven alejándose mutuamente.
c) dos placas se mueven de tal forma que una se desliza por debajo de la otra.
El primero de estos movimientos tiene su expresión en la superficie de la tierra, como
sucede en la falla de San Andrés. El segundo tipo de movimiento da origen a los lomos
oceánicos. El tercero tiene su acción en las profundas trincheras oceánicas donde el borde
de una placa se mueve por debajo de la otra, este proceso se conoce como subducción.
De las dos clases de sismos no tectónicos, los del origen volcánico son raramente muy
grandes o destructivos. Ellos son de interés principalmente porque anuncian las erupciones
volcánicas inminentes. Los temblores se originan a causa de la subida del magma, llenando
las cámaras internas del volcán.
El hombre puede inducir sismos mediante una variedad de actividades, tal como el relleno
de nuevos depósitos, la detonación subterránea de explosivos atómicos, o el bombeo
profundo de fluidos en la tierra mediante pozos.