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Prefación.
No soy de aquellos que suelen ver conspiraciones Illuminati hasta en el Chavo del 8, ni
tampoco soy de los que satanizan toda manifestación artística, deportiva o social; sólo
repruebo la idolatría en cualquiera de sus expresiones, sobre todo en el ámbito cristiano.
De todas formas aunque las conspiraciones fueran ciertas y el diablo meta la cola en las
actividades recreativas del hombre, poco me afecta pues mi fe está cimentada en la
inmutable Roca que es Cristo Jesús, y se bien que todo lo que pasa es porque Él así lo
dispone, y que el mismo Satán realiza su tarea para que se cumplan los designios divinos,
no para estorbarlos.
Pero observando el lamentable estado de analfabetismo escritural que reina hoy día en la
cristiandad, me es doloroso ver en cuantos errores incurren los cristianos y con qué
facilidad son inducidos a desviarse de la justa senda a causa de toda clase de doctrinas
engañosas; a fortiori si a ese desconocimiento de la Palabra añadimos el desconocimiento
de las herejías que antaño los Padres de la iglesia combatían con tan puro y celoso ardor.
Continúa.
En este caso particular, en la película Noah (Noé), del director Darren Aronofsky, poco se
ha dejado a la imaginación de los conspiranoicos, siendo muy concreta la representación
de conceptos extra bíblicos en la temática del Génesis, sobre todo provenientes de la
vertiente del gnosticismo y de la cábala judía.