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Sabemos que Freud, realiza las etapas del desarrollo psicosexual en relación al fin sexual que tiene

que ver con la satisfacción de la líbido en una zona erógena determinada. Karl Abraham, en
relación a lo señalado, y en base a su experiencia clínica, menciona que las etapas oral, anal y
genital deben ser subdivididas, quedando entonces seis etapas, las cuales son: oral ( succión), oral
( canibalística), anal ( destrucción y evacuación), anal ( poseer y controlar), genital ( falica) y genital
propiamente tal. Sin embargo, lo novedoso de este autor, es que alude también a la relación que
se establece entre ciertas etapas antes descritas y las etapas del amor objetal. Recordemos que
hay que hacer la distinción en ello. En un comienzo, según Freud, la pulsión tiene diferentes
características, dos de ellas son el fin sexual de la pulsión, que ya manifestamos y lo otro el objeto
de la pulsión. En relación a lo segundo, Freud divide al objeto o la investidura del objeto en tres
estapas. La primera corresponde a una fase autoerótica, donde la pulsión está dispersa y
fragmentada en el cuerpo, vale decir, aún no existe un objeto de la pulsión propiamente tal, sólo
importa la satisfacción de la misma en la dispersión corporal. Luego, cuando Freud da cuenta de la
existencia de un yo, gracias a la primera experiencia de satisfacción en cuanto al proceso
secundario, se produce el narcisismo, vale decir, se inviste al yo como objeto de la pulsión. Luego
de ello, la libido inviste a un otro, ya sea por ejemplo como la elección de objeto anaclítica, donde
se inviste a un otro en base a quién dio el alimento en la primera experiencia, etapa que Freud
menciona como amor objetivo propiamente tal.

En base a ello, Abraham señala que a cada una de las seis etapas que postula, le corresponde una
etapa en cuanto al amor de objeto, las cuales también se subdividen en: primera etapa donde no
existe el objeto propiamente tal, anaobjetal y por lo tanto preambivalente. Aquí es importante
destacar que la ambivalencia solo se da ante un objeto, es decir, como posteriormente lo
menciona Klein, basándose en Abraham. El primer objeto amoroso es la madre, donde el bebé es
gratificado tanto en su necesidad como también en cuanto al placer sexual de la succión. Sin
embargo, hay ocasiones en que el niño no recibe el alimento cuando requiere la satisfaccion desde
la fuente de la pulsión del estimulo endógeno, apremio a la vida. Por lo tanto, el niño se frustra y
fantasea con destruir y odiar a aquel pecho que le niega la satisfacción. Por lo tanto, en esta
primera etapa, al no existir aún un objeto al cual destinar tanto el amor y producto de la
frustración, un odio, se considera que es preambivalente y anaobjetal. Además, Abraham es
categórico en cuanto a señalar, que el adulto, al enfrentarse a situaciones que puedan amenazar la
integridad del yo, se producen regresiones a zonas de fijación, producto de excesiva gratificación o
frustración, desencadenando diversas patologías, que en el caso de la primera etapa, la succión,
corresponde a la esquizofrenia. Pensemos un momento en la relación al destino y fin de la pulsión
y su relación con la esquizofrenia. Como vemos en dicha patología, existe sobre todo la escición y
fragmentación correspondiente a la dispersión y disgregación de la pulsión en dicha etapa. Luego
Abraham, producto de la evolución Y aumento en relación a la personalidad, se da el paso a la
segunda etapa, correspondiente a la oral canibalística, donde hay narcisismo puro, ambivalencia,
ya que hay un objeto además de la patología asociada, correspondiente a la melancolía. Aquí es
necesario considerar lo que ya mencionamos antes, pero agregando que si bien hay objeto, este
sólo es considerado en tanto al placer de devorarlo y destruirlo en su totalidad, es decir, en base a
un placer puramente narcisista.Lo importante de la patología de la melancolía como regresión a
esta etapa en cuanto a fijación, es que en el duelo normal, el yo tolera la perdida transcurrido un
tiempo, mientras que el melancólico jamás supera dicha pérdida ya que en sus fantasías, ha
introyectado y devorado él al objeto, sintiéndose él culpable y autorreprochándose por dicha
culpabilidad. La ambivalencia se da en cuanto a que este objeto que en su momento fue amado, la
frustración provoca que se lo devore en su totalidad por el odio proyectado. Luego viene la
primera etapa anal sádica, ambivalente por lo dicho con anterioridad, pero la diferencia
fundamental esta en que se manifiesta el amor parcial, canibalismo parcial, es decir, son las
primeras muestras de amor objetivo propiamente tal, ya que se introyecta, devora y destruye, una
parte de ese objeto salvaguardando lo demás, esto quiere decir que se ha abandonado en cierta
parte y renunciado a su narcisismo. Ahora Abraham, explica que en dicha etapa, la regresión se
manifiesta en una patología como la paranoia y la cleptomanía. Esto lo ejemplifica manifestando
los casos de dos de sus pacientes en análisis X e Y. El autor refiere que dichas mujeres, debido a no
superar el complejo de castración tenian la compulsión por arrancar y robar cosas del padre que
en su fantasías representaban al organo sexual masculino, con el anhelo de arrancarlo.
Curiosamente, dichas pacientes no podían representar al padre como objeto total, sino sólo la
parte de los genitales, de la cual habían sido desprovistas. En relación a ello, abraham estipula esta
etapa, primera anal, como de amor parcial, caracterizándose por la introyección, destrucción y
evacuación principalmente de una parte del objeto. Ahora en cuanto a la paranoia, él da el
ejemplo de Shcreber, un caso tomado por Freud en base a un expediente médico, donde concluye
que este hombre sufre de una homosexualidad latente dirigida hacia el padre y hermano en una
condensación, desplazada en la figura del médico. Pero como dicha situación era inconciliable para
el paciente, el amor que va desde él hacia el médico, debido a la frustración de la satisfacción
directa, requiere volverse en odio pero desde el médico hacia él, lo que es sentido como
persecutorio. En dicho caso, Abraham señala que el excremento que se manifiesta
concientemente en los intestinos del paranoico, es sentido como el pene del perseguidor que
incocientemente quiere retener pero por ser intolerable se quiere desembarazar de él y evacuarlo.

Aquí es necesario establecer ciertas semejanzas y diferencias en cuanto a la melancolía y la


paranoia. Además de darse en etapas distintas, la introyección y destrucción del objeto se da en
ambas. Sin embargo, en el caso del paranoico la introyección es por via anal y parcial, mientras
que en el melancólico es total y por via oral.

La etapa siguiente corresponde a la segunda etapa anal, amor parcial, ambivalente, cuya patología
asociada es la neurosis obsesiva. Además, Abraham menciona que al contrario de la etapa
anterior, de amor parcial, donde se buscaba la introyección y destrucción de una parte del objeto,
en esta etapa se busca controlarlo y poseerlo además de cuidarlo. Debemos pensar que en la
neurosis obsesiva , lo que se busca es controlar una parte del objeto, como proyección de aquella
ansiedad de posiblemente ser castrado, por lo tanto, ese control y posesión de dicha parte, es la
proyección de dicha ansiedad en la figura del objeto. Luego de superada dicha etapa, pasamos a la
primera etapa genital fálica, ambivalente, amor con exclusión de los genitales, asociada a la
neurosis histérica. Esto es debido a las experiencias clínicas de las mismas pacientes X e Y, en la
evolución de su análisis. Abraham se percata de que dichas muchachas, en base a la intepretación
de ciertos sueños, ya eran capaces de representar casi la totalidad de la figura del padre, pero
producto de la represión, eso que antes era objeto de compulsión, no podía ser representado, es
decir los genitales, tanto propios como los del objeto. Ahora, esto es producto justamente de
resistencias en favor de evitar la consumación del incesto, manifestado en la impotencia masculina
como la frigidez en la mujer. Por último, viene la última etapa, es decir, la genital propiamente tal,
postambivalente, donde el amor objetivo es total, en cuanto a la convergencia pulsional sin
inhibiciones hacia el objeto, donde ya es posible considerar y conciliar tanto amor y odio en un
mismo objeto. Es aquí que se dan las instancias para la sublimacíon como manifestación de una
adaptación a la realidad exterior y suceptible de realizar actividades socialmente aceptadas.

Para concluir, es importante mencionar que entre etapa y etapa, se manifiestan inhibiciones por
parte del yo, como resistencias que evitan la destrucción del objeto o que evitan aquello que se
considera inconciliable. Podríamos pensarlo también en relación a que se busquen otras vías de
satisfacción que cuya inhibición permite el paso de una etapa a otra, además de seguir el
desarrollo biológico del organismo.

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