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Medicina paliativa

Medicina paliativa es la especialidad médica que centra su atención en los enfermos


terminales, es decir, aquellos cuya expectativa de vida es relativamente corta por causa de
una enfermedad que no responde a los tratamientos curativos.1

Está enfocada en lograr la máxima calidad de vida y actividad en los pacientes terminales,
sin intentar acortar ni alargar la vida, procurando el alivio del dolor y otros síntomas
estresantes. Además, integra los aspectos psicológicos y espirituales en la aplicación de los
cuidados, considerando activamente a la familia del paciente, tanto durante el proceso como
en el duelo.2

Los cuidados paliativos incluyen no sólo los tratamientos médicos y farmacológicos que
se dan a los pacientes terminales, sino que también todas las atenciones del equipo
interdisciplinario: psicológicas, de enfermería, sociales, de terapia ocupacional y
pastorales.3 Los cuidados paliativos no adelantan ni retrasan la muerte, sino que constituyen
un verdadero sistema de apoyo y soporte integral para el paciente y su familia.4

Índice
 1 Definiciones
 2 Datos históricos
 3 Contextualización social y profesional
 4 Características y objetivos de los programas
 5 Características del modelo de atención
o 5.1 Objetivos de los programas de cuidados paliativos
o 5.2 Objetivos del cuidado paliativo
 6 Tipos de programas de cuidados paliativos
 7 El derecho a morir con dignidad y los cuidados paliativos
 8 Referencias
 9 Bibliografía
 10 Véase también
 11 Enlaces externos

Definiciones
Definición de la Sociedad Europea de Cuidados Paliativos
"Los cuidados paliativos afirman la vida y consideran la muerte como un proceso
natural: ni la aceleran ni la retrasan ante cualquier circunstancia. Se administran
para mantener la mejor calidad de vida posible hasta la muerte."5 4
Definición del Instituto Nacional del Cáncer (National Cancer Institute) de los Estados
Unidos
"El cuidado paliativo es la atención que se brinda para mejorar la calidad de vida
de los pacientes de una enfermedad grave o potencialmente mortal. La meta del
cuidado paliativo es prevenir o tratar lo más rápidamente posible los síntomas de
una enfermedad, los efectos secundarios del tratamiento de una enfermedad y los
problemas psicológicos, sociales y espirituales relacionados con una enfermedad o
su tratamiento. También se llama cuidado de alivio, cuidado médico de apoyo, y
tratamiento de los síntomas."6
"Los cuidados paliativos son un concepto de la atención al paciente que incluye a
profesionales de la salud y a voluntarios que proporcionan apoyo médico,
psicológico y espiritual a enfermos terminales y a sus seres queridos. Los cuidados
paliativos ponen el énfasis en la calidad de vida, es decir, en la paz, la comodidad y
la dignidad. Una de las metas principales de los cuidados paliativos es el control
del dolor y de otros síntomas para que el paciente pueda permanecer lo más alerta
y cómodo posible. Los servicios de cuidados paliativos están disponibles para
personas que ya no pueden beneficiarse de los tratamientos curativos; el paciente
típico de cuidados paliativos tiene un pronóstico de vida de 6 meses o menos. Los
programas de cuidados paliativos proporcionan servicios en varias situaciones: en
el hogar, en centros de cuidados paliativos, en hospitales o en establecimientos
capacitados para asistir enfermos. Las familias de los pacientes son también un
enfoque importante de los cuidados paliativos, y los servicios están diseñados para
proporcionarles la asistencia y el apoyo que necesitan."
Definición de la OMS
"Los Cuidados Paliativos son un modo de abordar la enfermedad avanzada e
incurable que pretende mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes que
afrontan una enfermedad como de sus familias, mediante la prevención y el alivio
del sufrimiento a través de un diagnóstico precoz, una evaluación adecuada y el
oportuno tratamiento del dolor y de otros problemas tanto físicos como
psicosociales y espirituales.

Los cuidados paliativos afirman la vida y consideran la muerte como un proceso natural: ni
la aceleran ni la retrasan. Se administran para mantener la mejor calidad de vida posible
hasta la muerte4

Los cuidados paliativos y por extensión los equipos de cuidados paliativos

 proporcionan alivio al dolor y a otros síntomas;


 defienden la vida (son “vitalistas”) pero contemplan la muerte como un
proceso natural;
 no intentan acelerar ni posponer el fallecimiento;
 incorporan los aspectos psicológico y espiritual en la atención al paciente;
 proporcionan un apoyo para ayudar a los pacientes a mantener hasta el
fallecimiento, dentro de sus limitaciones, el mayor nivel de actividad;
 ofrecen su ayuda a la familia a lo largo del proceso de la enfermedad y,
luego, en el duelo;
 trabajan en equipo para resolver el conjunto de necesidades del paciente y de
sus familiares incluido, cuando es preciso, el apoyo en el duelo;
 no sólo pretenden mejorar la calidad de vida, sino que pueden influir
también de manera positiva en el curso de la enfermedad;
 se pueden aplicar de manera temprana en la evolución de la enfermedad
asociados a otros tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia,
dirigidos a prolongar la supervivencia, y abarcan también los estudios
encaminados a comprender y a tratar de manera más adecuada las
complicaciones que puedan afectar al paciente."

Datos históricos
La filosofía de los cuidados paliativos comenzó en Londres en los años 1970 y rápidamente
se extendió, primero por el mundo anglosajón, y luego por Europa y otros países.

Los cuidados paliativos recuperan la forma más profunda de comprender y atender al


paciente terminal que late en la medicina. Son respuestas al descontento de los
profesionales y de la sociedad que estaban ignorando necesidades claves de alivio del
sufrimiento para el enfermo avanzado e incurable y para su familia. Necesidades que
habían quedado escondidas quizá detrás de la búsqueda de progreso científico y de los
avances técnicos que la medicina ha experimentado en el Siglo XX.

Los cuidados paliativos comienzan en Londres, alrededor de 1970, cuando la doctora


Cicely Saunders (Premio Templeton en 1981) promueve un primer centro médico dedicado
a la atención de enfermos terminales que será referencia para todo el mundo. En sus
orígenes es patente la esencia profundamente cristiana de los cuidados paliativos. Así se
explica en el acta fundacional de este primer centro de paliativos:

"El St. Christopher's Hospice está basado en la fe cristiana en Dios, a través de


Cristo. Su objetivo es expresar el amor de Dios a todo el que llega, y de todas las
maneras posibles; en la destreza de la enfermería y los cuidados médicos, en el uso
de todos los conocimientos científicos para aliviar el sufrimiento y malestar, en la
simpatía y entendimiento personal, con respeto a la dignidad de cada persona como
hombre que es, apreciada por Dios y por los hombres. Sin barreras de raza, color,
clase o credo.”

Contextualización social y profesional


En la declaración sobre La atención médica al final de la vida7 de la Organización Médica
Colegial de España, se recoge la existencia de una demanda social -motivada entre otras
causas por el envejecimiento de la población-, la necesidad de procurar una mejor calidad
de vida al enfermo terminal así como el reto de formar a los profesionales en cuidados
palitativos. Se indica que,

"Todas las personas tienen derecho a una asistencia sanitaria de calidad, científica
y humana. Por tanto, recibir una adecuada atención médica al final de la vida no
debe considerarse un privilegio, sino un auténtico derecho."

Y se finaliza el documento con el siguiente texto,


"Los cuidados que un pueblo presta a sus ciudadanos más frágiles es un exponente
de su grado de civilización. En este esfuerzo colectivo, los médicos, fieles a nuestra
mejor tradición humanística y humanitaria, siempre deberemos estar
comprometidos."

Características y objetivos de los programas


Algunos entienden los cuidados paliativos como una nueva filosofía, un nuevo modo-de-
hacer en medicina. Realmente, la novedad existe sólo en un sentido relativo. Muchos
profesionales de la medicina siempre, también en los últimos tiempos, han actuado de
acuerdo con ese proceder. Los cuidados paliativos representan una novedad sólo a nivel
institucional. Es decir, supone novedad desde el momento en el que han surgido y se han
desarrollado iniciativas o políticas sanitarias, programas específicos, equipos
especializados, hospitales, unidades, etc.

Las características peculiares del sistema de cuidados paliativos, que le diferencian del
sistema tradicional de atención al enfermo en situación terminal, serían las siguientes:

 En este tipo de asistencia la unidad de cuidado está constituida por el paciente más
la familia. Es esencial incluir a la familia completa para conseguir que la atención al
paciente sea la mejor posible.
 El equipo de asistencia es multidisciplinar: médicos, enfermeras, psicólogos,
trabajadores sociales, asistentes pastorales y personal voluntario.
 Por la situación terminal de enfermedad en la que se encuentran los pacientes que
reciben cuidados paliativos, los tratamientos empleados frente al dolor y demás
síntomas físicos serán principalmente de intención paliativa. Además, el equipo
debe proporcionar el soporte necesario para vencer el estrés psicosocial y aminorar
las preocupaciones que afectan a la familia y a la mayoría de los pacientes.
 Casi por definición, por su carácter interdisciplinar y por estar centrada en el
paciente, la medicina paliativa es integradora y no supone una exclusión de otros
especialistas ni de tratamientos activos que tengan la misma intención paliativa y
miren primordialmente por el bienestar del paciente. Por subrayar la novedad o
diferencia de los cuidados paliativos en los comienzos, esta característica
integradora ha podido no estar patente. Modernamente, reflejando el mayor interés
en las especialidades relacionadas, especialmente en Geriatría y Oncología, la
medicina paliativa se ha incluido en ellas con denominaciones más amplias como
“cuidados al final de la vida” o “cuidados continuados en oncología”.
 Los cuidados paliativos suponen donde se implantan un cierto cambio estructural
para proporcionar garantías de asistencia paliativa al enfermo terminal en el
momento y también en el lugar que se necesite, y con las características habituales
en cuidados paliativos: atención global por un equipo interdisciplinar y que siempre
incluya a la familia.

Los servicios proporcionados en cuidados paliativos deben incluir, preferentemente:


• Unidades móviles de apoyo intrahospitalario; • Unidades intrahospitalarias de cuidados
paliativos; • Casas de reposo para pacientes terminales (hospice); • Unidades hospitalarias
diurnas; • Equipos de control ambulatorio y de atención domiciliaria

Características del modelo de atención


 Unidad de Cuidado: paciente + familia
 Equipo interdisciplinar
 Tratamientos de intención paliativa
 Carácter integrador en otras especialidades y terapias
 Asistencia siempre disponible

Objetivos de los programas de cuidados paliativos

Los objetivos de cualquier programa de cuidados paliativos son:

1. Control de síntomas; de forma particular el dolor. En un programa de cuidados


paliativos los síntomas son el primer objetivo en una estrategia terapéutica, pero no
el único, ni con frecuencia, el objetivo más difícil de conseguir. En cualquier caso
los profesionales han de ser expertos en control sintomático ya que es frecuente que
estos pacientes tengan síntomas múltiples e intensos, multifactoriales y muy
cambiantes. Por ejemplo, dolor, disnea, náuseas y vómitos, excitación, depresión,
heridas que no cicatrizan bien, etc.
2. Prestar a los pacientes una atención personalizada e integral que abarque todos las
esferas afectadas por la enfermedad: aspectos psicoemocionales, comunicación,
información, asistencia espiritual, con participación activa del enfermo).
3. Servir de soporte a la familia y facilitar al paciente la relación y la comunicación
dentro de su medio familiar. El programa de paliativos debe contar con recursos
suficientes para atender las necesidades o problemas sociales del enfermo y la
familia.
4. Mantener a los profesionales que realizan el trabajo de cuidar al paciente en
condiciones óptimas, evitando el desgaste emocional y otras repercusiones
psicológicas negativas.

Objetivos del cuidado paliativo

Los objetivos del cuidado paliativo son:

 Control del dolor y otros síntomas


 Asistencia personalizada e integral del paciente
 Soporte de la familia
 Soporte del propio equipo asistencial
 Mejorar la calidad de vida, no solo del paciente, sino también de sus familiares y/o
cuidadores
Tipos de programas de cuidados paliativos
Manteniendo la filosofía de los cuidados paliativos y según las peculiares características de
cada cultura, se han desarrollado diversos modelos de asistencia. Hay que insistir en que no
son excluyentes entre sí y que, en la mayoría de los casos, representan actuaciones
complementarias. Los principales serían los siguientes:

 Centros Monográficos u Hospices: centros dedicados exclusivamente al cuidado


de enfermos en situación terminal. Un Hospice tiene características peculiares que
le diferencian de otros hospitales: horarios ininterrumpidos de visitas, tolerancia
para permitir visitas de familiares de poca edad o incluso animales domésticos,
decoración cálida y distribución apropiada de las habitaciones, etc. Los Hospices se
han desarrollado principalmente en Gran Bretaña.
 Unidades de Cuidados Paliativos en Hospitales. Puede tratarse de equipos
especializados en cuidados paliativos que, sin poseer camas propias, actúan por todo
el hospital. En algunos centros se han denominado Equipos de Soporte Hospitalario
o Unidad Funcional Interdisciplinar Hospitalaria. En otros casos, sí se constituyen
como sección independiente con un determinado número de camas y zona de
hospitalización separada. El primer modelo, las llamadas Unidades Funcionales, se
adoptan cada vez en más hospitales de enfermos agudos dentro de los servicios de
Oncología. Está demostrado que son una excelente forma de desarrollo inicial de los
programas de paliativos, obteniendo en poco tiempo importantes resultados en
cuanto a aumento de la calidad de asistencia y mejor utilización de recursos
(estancias hospitalarias, consultas a Urgencias, fallecimientos en domicilio, etc). En
algunos hospitales oncológicos se prefiere contar con el segundo modelo, o sea, con
una Unidad o Servicio de Cuidados Paliativos con una estructura física propia.
Lógicamente un importante número de Unidades de Paliativos se sitúan en centros
socio-sanitarios y hospitales de media o larga estancia.
 Equipos de Cuidados Domiciliarios o de Soporte de Atención Primaria: en
muchos casos suponen el complemento o continuación de los cuidados recibidos en
un hospital o una unidad de Cuidados Paliativos. En el marco de un sistema público
de salud siempre son equipos en estrecha conexión con los servicios de Atención
Primaria (médico de cabecera, pediatra8 y enfermera). En Estados Unidos se han
desarrollado extensamente, partiendo en muchos casos de iniciativas privadas. En
Gran Bretaña y España se han desarrollado gracias especialmente al empuje inicial
de Organizaciones No Gubernamentales. Estos equipos pueden ser específicos y
atender solo enfermos avanzados y terminales o atender también enfermos con
patologías que les permitan vivir en sus domicilios, como los pacientes ancianos
con enfermedades crónicas o pacientes encamados por diversos motivos.
 Centros de Día de Cuidados Paliativos: son unidades de atención al paciente en
situación terminal, ubicadas generalmente en un hospital o en un Hospice, a las que
el paciente acude durante un día para evaluación o para recibir un tratamiento o
cuidado concreto. Regresa en el mismo día a su domicilio. Se han desarrollado de
un modo particular en Inglaterra. El enfermo acude durante unas horas, una o dos
veces por semana y además de la consulta con el especialista y también con
cualquier otro miembro del equipo de cuidados, ese mismo día puede ser atendido
por el psicólogo, el sacerdote, el fisioterapeuta… o participar en algunas de las
terapias ocupacionales disponibles. También se realizan ajustes de tratamiento o
tratamientos más invasivos para el control de los síntomas, si se necesita (drenaje de
líquidos acumulados, transfusión, terapias por vía parenteral, etc.).
 Sistemas integrales. Cuando todos los posibles niveles de asistencia están dotados
con recursos específicos para cuidados paliativos y coordinados, hablamos de
sistemas integrales. El médico de familia sigue siendo siempre el responsable de la
asistencia de cada paciente, pero cuenta con un equipo de ayuda en el domicilio en
caso de necesidad o para trabajar coordinadamente. De esta manera la mayor parte
de los pacientes terminales podrán ser atendidos habitualmente en su domicilio.
Cuando sea necesaria la hospitalización por sobrevenir un problema social o por
precisar asistencia continuada, un equipo de un centro socio-sanitario podrá
autorizar el ingreso del enfermo. Es la solución más adecuada y en nuestro país
existen ya varias comunidades que desarrollan sistemas integrales.
 Asistencia Profesional en cuidados paliativos a domicilio. Los mismos son
llevados a cabo en la comodidad del hogar por profesional capacitados para tal fin.

El derecho a morir con dignidad y los cuidados paliativos


El "derecho a morir con dignidad" ha dominado el debate bioético contemporáneo
relacionado con el final de la vida humana. Muchos de los autores que abogan por el
derecho a una "muerte digna", entienden que éste incluye el derecho a disponer de la propia
vida y, en su caso, practicar la eutanasia o el suicidio médicamente asistido, basándose para
ello en el respeto a la libertad individual o autonomía del paciente. Se afirma, así, que nadie
tendría derecho a imponer la obligación de seguir viviendo a una persona que, en razón de
un sufrimiento extremo, ya no lo desea. De acuerdo con esta línea de pensamiento, en
situaciones verdaderamente extremas, la eutanasia y la asistencia al suicidio representarían
actos de compasión; negarse a su realización podría suponer una forma de maleficencia.

La fuerza de esta línea de argumentación aumenta, en la medida en que el contacto con


pacientes en situaciones límite lleva a los profesionales de la salud y familiares a
comprender la problemática existencial que subyace a las solicitudes de eutanasia y
asistencia al suicidio. Las estadísticas actualmente disponibles en Holanda, primer país en
despenalizar la práctica de la eutanasia, plantea la respuesta alternativa que ofrece la
Medicina Paliativa. Esta respuesta de la medicina paliativa presupone un abordaje integral
del enfermo terminal, en sus diferentes dimensiones: física, psicológica, espiritual y social.
Supone, además, considerar el acto de morir como un "acto humano". En este contexto,
surgen algunos principios morales que parecen ser especialmente relevantes en la atención
de pacientes moribundos, pues permiten resguardar la dimensión ética del morir. La
Medicina paliativa podría ofrecer un modelo de atención de la salud con un potencial
innovador, capaz de conducir a la medicina contemporánea a un cambio de "paradigma":
desde una medicina dominada por la lógica del "imperativo tecnológico", hacia una
medicina verdaderamente personalista.9

Referencias
1.

 Twycross, Robert (junio de 2000). «Medicina paliativa: filosofía y consideraciones


éticas». Acta bioeth 6 (1). doi:10.4067/S1726-569X2000000100003. ISSN 1726-569X. Consultado el
6 de diciembre de 2013.
  López, Rodrigo; Nervi, Flavio; Taboada, Paulina (2005). Manual de Medicina
Paliativa. Santiago, Chile: Facultad de Medicina Pontificia Universidad Católica de Chile.
Consultado el 6 de diciembre de 2013.
  Del Río, María Ignacia; Palma, Alejandra (2007). «Cuidados paliativos: historia y
desarrollo». Boletín Escuela de Medicina U.C. (Santiago, Chile: Pontificia Universidad
Católica de Chile) 32 (1): 16-22. Consultado el 6 de diciembre de 2013.
  Carta de Praga - Cuidados Paliativos - Un Derecho Humano - 20 de diciembre de 2012
- Asociación Europea de Cuidados Paliativos (EAPC-Onlus)
  Asociación Europea de Cuidados Paliativos. (1999). Estatutos. Recuperado el 12 de
julio de 2011, del sitio Web de la Asociación Europea de Cuidados Paliativos (EAPC-
Onlus).
  Definición cuidado paliativo, Instituto Nacional del Cáncer, Estados Unidos
  Declaración sobre 'La atención médica al final de la vida', OMC, Organización médica
colegial de España, 6 de octubre de 2009
  Quiroga Cantero E. Cuidados paliativos: qué debe saber un pediatra de Atención
Primaria. Rev Pediatr Aten Primaria. 2014;(23):45-8

9.  Taboada R, Paulina. "El Derecho a Morir con Dignidad". Acta Bioethica.


Continuación de Cuadernos del Programa Regional de Bioética OPS/OMS. Año VI,
No. 1; P. 89. ISSN 0717-5906.

Bibliografía
 Benítez Del Rosario, Miguel Ángel; Salinas Martín, Antonio (2000). Cuidados
paliativos y atención primaria: aspectos de organización. Springer - Verlag. ISBN
84-07-00228-3.
 González Barón, Manuel (2007). Tratado de medicina paliativa y tratamiento de
soporte al enfermo de cáncer. Editorial Médica Panamericana. Madrid. ISBN 978-84-
9835-131-6.
 Rafael Lora González (2007). Cuidados paliativos. Su dimensión espiritual.
Ediciones Toromítico. ISBN 978-84-96947-35-1.
 VV.AA. (2009). Palliative Medicine - Expert Consult Premium Edition. Saunders
Title. ISBN 978-0-323-04021-1.

Véase también
 Escalera analgésica de la OMS
 Testamento vital
 Muerte digna
14 Maneras inusuales de aliviar el estrés
rápidamente
 Compártelo en Facebook
 Tuitéalo

Para sentirte feliz y cumplir todos tus deseos hay que controlar el estrés y la tensión. Esto
es tan cierto para aquellas personas que son propensas a la depresión, como para quienes
es un gran problema regresar al trabajo después de las vacaciones, o bien aquellos que han
acumulado demasiada tensión.

Para sentirte mejor, Genial.guru te ofrece 14 maneras eficaces para aliviar el estrés
y salvarte de la presión:

1. Peinarse.

Durante una jornada laboral que usualmente pasas delante de la pantalla del computador,
los músculos de tu rostro se ponen tan tensos que la cabeza se torna pesada y empieza
a doler. Una forma de evitar el estrés es peinar el cabello durante 10 o 15 minutos. Este
proceso ayuda a "dispersar" la sangre y relajar los músculos.

2. Comer helado.

La comida deliciosa es un dopaje eficaz anti-estrés. Para estar de buen humor y aliviar
el estrés el pescado ayuda, ya que contiene ácidos grasos omega-3, que son muy útiles para
el sistema nervioso. Si no te gusta el pescado, come helado o plátano. Estos alimentos son
mejores que los antidepresivos.

3. Hacerse masajes.

Para ahorrar energía, masajea durante 30 segundos la zona que está bajo la nariz, entre las
cejas, debajo del labio inferior de la boca y en el centro de la palma.

4. Frotarse las manos.

Es otra forma sencilla para aliviar la tensión y evitar el estrés. Hay que frotar las manos
hasta que se calienten. También es útil frotarse las orejas. Así puedes estar vivo
y concentrarte en el trabajo.
5. Tomar una ducha corta.

Para hacer frente a la negatividad emocional, la ducha de 15 minutos ayuda. Bajo los
chorros de agua caliente, pronto sentirás que esta se lleva consigo todo lo negativo.

6. Mover 27 objetos.

Prácticas orientales enseñan: "Si quieres deshacerte de la tristeza, mueve 27 objetos


en tu casa". Se cree que se libera el espacio para que la energía pueda deslizarse libremente
en la dirección correcta. Prueba este método y verás que te ayuda a cambiar, olvidarte
de tus problemas y relajarte.

7. Subir y bajar escaleras.

Recorre durante 30 segundos hacia arriba y hacia abajo las escaleras. Este ejercicio

mejorará el flujo de oxígeno a la parte límbica del cerebro, responsable de controlar


el estrés emocional.

8. Pintar.

Los psicólogos han descubierto que pintar cuadros durante dos o tres minutos en períodos
de alto estrés aumenta a 5 veces la probabilidad de terminación de los trabajos a tiempo.
Es decir, no solo se puede sobrevivir al estrés, sino que se puede crear alguna obra maestra.

9. Tomar té con hibisco.

Con la acumulación de radicales empiezas a sentir ansiedad y pánico. El hibisco evita que
se concentren, los diluye y así ayuda a aliviar el estrés sin ponerte lento.

10. Mover los brazos y piernas.

En muchas ocasiones el estrés se evidencia en los músculos del cuello, la columna


y la cintura, estos pierden elasticidad y empiezan a doler la cabeza y la espalda. En este
caso te puede ayudar un masaje o ir a nadar. Si estás en casa o en el trabajo, puedes realizar
ejercicios de relajación simples: girar los brazos, doblarlos y también mover las piernas.

11. Limpiar y organizar tu casa.

Arreglar tu entorno material permite ordenar tus pensamientos y concentrarte. Acomodar


tus objetos en estantes y armarios causa un efecto psicológico en ti. El orden externo
se refleja en tu propia vida.

12. Destinar algunos minutos para pensar.


Encuentra la oportunidad de quedarte solo en casa para organizar tus pensamientos. Pon
tu música favorita, toma tus dulces preferidos y ubícate en tu sillón predilecto. Piensa
en lo que te gustaría hacer y escribe el deseo en un papel. Un plan claro ayudará
a determinar tus próximos pasos.

13. Emplear la aromaterapia.

Los olores se relacionan con nuestra memoria. Por lo tanto, es muy útil tener una fragancia
asociada con momentos de felicidad y alegría en el entorno. Respira más a menudo,
te ayudará a estar de buen humor.

14. Bailar.

¡Baila en casa! El ritmo de la música es una excelente ayuda para aliviar el estrés. Los seres
humanos percibimos el baile como un entretenimiento, a diferencia del ejercicio que
hacemos en el gimnasio.

¿Qué son los cuidados paliativos?

El objetivo de los cuidados paliativos es ayudar a los pacientes con una enfermedad grave a
sentirse mejor. Estos previenen o tratan los síntomas y efectos secundarios de la
enfermedad y los tratamientos. Con los cuidados paliativos, también se tratan problemas
emocionales, sociales, prácticos y espirituales que la enfermedad plantea. Cuando los
pacientes se sienten mejor en estas áreas, tienen una mejor calidad de vida.

Los cuidados paliativos pueden brindarse al mismo tiempo que los tratamientos destinados
para curar o tratar la enfermedad. Usted puede recibir cuidados paliativos cuando se
diagnostica la enfermedad, durante todo el tratamiento, durante el seguimiento y al final de
la vida.

Los cuidados paliativos se les pueden ofrecer a personas con enfermedades tales como:

 Cáncer
 Enfermedad cardíaca
 Enfermedades pulmonares
 Insuficiencia renal
 Demencia
 VIH/SIDA
 ELA (esclerosis lateral amiotrófica)

Mientran reciben cuidados paliativos, las personas pueden permanecer bajo el cuidado de
su médico regular, y todavía recibir tratamiento por sus enfermedades.

¿Quién brinda los cuidados paliativos?


Cualquier profesional de la salud puede brindar cuidados paliativos, pero algunos se
especializan en ellos. Los cuidados paliativos los puede brindar:

 Un equipo de médicos
 Personal de enfermería
 Nutricionistas certificados
 Trabajadores sociales
 Psicólogos
 Masajistas terapeutas
 Capellanes

Los cuidados paliativos los pueden ofrecer los hospitales, las agencias de atención médica
domiciliaria, las clínicas de oncología y las clínicas de convalecencia. El médico o el
hospital pueden darle los nombres de especialistas en cuidados paliativos cercanos a usted.

La diferencia entre cuidados paliativos y tratamiento


paliativo
Tanto los cuidados paliativos como el tratamiento paliativo brindan bienestar. Pero los
cuidados paliativos pueden empezar en el momento del diagnóstico y al mismo tiempo que
el tratamiento. El tratamiento paliativo comienza después de que se suspende el tratamiento
de la enfermedad y cuando es claro que el paciente no va a sobrevivir a ella.

El tratamiento paliativo se ofrece normalmente sólo cuando se espera que la persona viva 6
meses o menos.

Lo que incluyen los cuidados paliativos


Una enfermedad grave afecta más que simplemente el cuerpo. Afecta todos los ámbitos de
la vida, y de la vida de los miembros de la familia. Los cuidados paliativos pueden abordar
estos efectos de la enfermedad de la persona.

Problemas físicos. Algunos síntomas o efectos secundarios incluyen:

 Dolor
 Dificultad para dormir
 Dificultad para respirar
 Inapetencia y sentirse enfermo del estómago

Los tratamientos pueden incluir:

 Medicamentos
 Orientación nutricional
 Fisioterapia
 Terapia ocupacional
 Terapias integradoras

Problemas emocionales, sociales y de afrontamiento. Los pacientes y la familia


enfrentan estrés durante una enfermedad que puede provocar miedo, ansiedad,
desesperanza o depresión. Los miembros de la familia pueden responsabilizarse de brindar
los cuidados, incluso si también tienen trabajos u otros deberes.

Los tratamientos pueden abarcar:

 Asesoramiento
 Grupos de apoyo
 Reuniones familiares
 Remisiones a profesionales en salud mental

Problemas prácticos. Algunos de los problemas planteados por una enfermedad son de
carácter práctico, tales como problemas de dinero o laborales, inquietudes sobre el seguro y
asuntos legales. El equipo de cuidados paliativos puede:

 Explicar los formularios médicos complejos o ayudar a las familias a entender las
opciones de tratamiento
 Proporcionar o remitir a las familias a asesoría financiera
 Ayudarlo a conectarse con recursos de transporte y de alojamiento

Asuntos espirituales. Cuando las personas son retadas por una enfermedad, pueden
buscarle un sentido o cuestionar su fe. El equipo de cuidados paliativos puede ayudar a los
pacientes y a sus familias a explorar sus creencias y valores para que puedan acercarse a la
aceptación y la paz.

Infórmese más
Coméntele al médico lo que más le molesta y lo que más le preocupa. Dígale al médico lo
que es importante para usted. Dele al médico una copia de su testamento o el poder para
asistencia médica.

Pregúntele al médico qué servicios de cuidados paliativos están disponibles para usted. Los
cuidados paliativos casi siempre están cubiertos por el seguro médico, incluidos Medicare o
Medicaid. Si no tiene un seguro médico, hable con un trabajador social o el asesor
financiero del hospital.

Conozca sus opciones. Lea acerca de los documentos de voluntades anticipadas, decidir
respecto al tratamiento que prolonga la vida y elegir no tener CPR (órdenes de no
reanimar).

Nombres alternativos
Cuidados paliativos; Final de la vida - cuidados paliativos; Hospital para enfermos
terminales - cuidados paliativos

Referencias
Fabiny A, Sabatino C. Living Wills: A Guide to Advance Directives, the Health Care Power
of Attorney, and Other Key Documents. Cambridge, MA: Harvard Health Publications.
2013.

Oxenham D. Palliative care and pain. In: Walker BR, Colledge NR, Ralston SH, Penman
ID, eds. Davidson's Principles and Practice of Medicine. 22nd ed. Philadelphia, PA:
Elsevier; 2014:chap 12.

Rakel RE, Trinh TH. Care of the dying patient. In: Rakel RE, Rakel DP, eds. Textbook of
Family Medicine. 9th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders; 2016:chap 5.

Ultima revisión 2/6/2016


Versión en inglés revisada por: Laura J. Martin, MD, MPH, ABIM Board Certified in
Internal Medicine and Hospice and Palliative Medicine, Atlanta, GA. Also reviewed by
David Zieve, MD, MHA, Isla Ogilvie, PhD, and the A.D.A.M. Editorial team.

Traducción y localización realizada por: DrTango, Inc.

Apendicitis
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Generalidades del tema

¿Qué es la apendicitis?

La apendicitis es una de las causas de dolor abdominal intenso. Ocurre cuando el apéndice,
una parte del intestino grueso, se infecta e inflama. Los expertos no saben la función del
apéndice en el cuerpo, pero la mayoría de las veces no causa problemas.

La apendicitis es más común en personas de 10 a 30 años de edad, pero puede ocurrir a


cualquier edad. Con tratamiento, la mayoría de las personas se recuperan rápidamente y no
tienen problemas adicionales. Pero sin tratamiento, el apéndice puede estallar y causar una
infección en todo el abdomen. Esto puede ser muy grave.

¿Qué causa la apendicitis?

A menudo, no está claro por qué alguien tiene apendicitis. En algunos casos, un objeto
pequeño (como un pedazo duro de heces) bloquea la apertura al apéndice. Después, pueden
crecer bacterias en el apéndice y causar una infección.

¿Cuáles son los síntomas?

El síntoma principal de la apendicitis es el dolor abdominal. Al principio, muchas


personas sienten el dolor cerca del ombligo. Luego se desplaza a la parte inferior derecha
del abdomen. Pero el dolor puede darse en diferentes partes del abdomen o incluso en el
costado o en la espalda. Es posible que el dolor empeore si se mueve, camina o tose.

Además puede tener fiebre o revoltura estomacal.


En algunos casos, la apendicitis no causa síntomas con excepción del dolor abdominal. El
dolor abdominal puede ser diferente a cualquier otro dolor que haya tenido antes. Puede ser
intenso. O es posible que no parezca un dolor muy fuerte, pero podría tener la sensación de
que algo está mal. Si tiene dolor abdominal moderado que no desaparece después de 4
horas, llame a su médico. Si tiene dolor abdominal intenso, llame a su médico de
inmediato.

A veces, el único síntoma es una sensación general de no estar bien y un dolor que es difícil
de describir. Confíe en sus instintos. Si usted piensa que pudiera tener apendicitis, necesita
ver a un médico.

¿Cómo se diagnostica la apendicitis?

La apendicitis puede ser difícil de diagnosticar. Su médico lo examinará y le hará preguntas


acerca de sus síntomas, sobre cuándo comenzaron y lo que estaba ocurriendo antes de que
empezara el dolor. También es posible que le hagan análisis de sangre y de orina para
buscar señales de infección. En algunos casos, podría necesitar una tomografía
computarizada (CT, por sus siglas en inglés) o una ecografía del abdomen.

Aunque las pruebas no siempre pueden demostrar con certeza que tiene apendicitis, sus
síntomas pueden llevar a su médico a tener fuertes sospechas de que la tiene. En este caso,
su médico probablemente le recomiende la cirugía para extirpar el apéndice. La mayoría de
las veces, el médico está en lo correcto y el apéndice está infectado. Durante la cirugía, el
médico podría descubrir que el apéndice está normal y que es otra cosa la que está
causando el dolor. Su médico seguirá adelante y le extraerá el apéndice. Se puede vivir bien
sin este, y extraerlo elimina toda posibilidad de que pudiera causarle problemas más
adelante.

¿Cómo se trata?

El principal tratamiento para la apendicitis es la cirugía para extraer el apéndice


(apendicectomía). Existen diferentes tipos de cirugía para la apendicitis. Su cirujano puede
operarlo a través de un corte (incisión) grande en el abdomen o utilizar un instrumento
llamado laparoscopio para extirpar el apéndice a través de unas incisiones más pequeñas.

Si tiene apendicitis y no es tratado a tiempo, su apéndice puede estallar y causar graves


problemas. Es mejor extraer el apéndice antes de que se reviente.

Si el apéndice estalló, la cirugía puede ser más complicada. Usted también necesitará
antibióticos y puede necesitar otro tratamiento.

¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse después de la cirugía?

La mayoría de la gente sale del hospital entre 1 y 3 días después de la cirugía. Algunos
pueden incluso irse a casa el mismo día. Dependiendo del tipo de cirugía, puede llevar de 1
semana a 1 mes para volver a sus actividades normales.
Si el apéndice se revienta, o si hay infección en el abdomen u otros problemas, podría estar
en el hospital más tiempo. Y puede llevarle más tiempo recuperarse.

Después de la cirugía, asegúrese de seguir los consejos de su médico sobre a qué cosas
debe prestar atención, como fiebre, aumento de dolor abdominal o problemas con la
incisión.

Apendicitis
La apendicitis consiste en la inflamación del apéndice y no siempre presenta síntomas
claros, por lo que a veces se confunde con otras afecciones como alteraciones
ginecológicas, lo que retrasa el diagnóstico.
Escrito por Mª Alicia Cortés, Bióloga
Revisado por David Saceda Corralo, Médico Interno Residente, especialista en
Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología

Diagnóstico de la apendicitis
Apendicitis
La apendicitis consiste en la inflamación del apéndice y no siempre presenta síntomas
claros, por lo que a veces se confunde con otras afecciones como alteraciones
ginecológicas, lo que retrasa el diagnóstico.
Escrito por Mª Alicia Cortés, Bióloga
Revisado por David Saceda Corralo, Médico Interno Residente, especialista en
Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología

Qué es la apendicitis
 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
163

La apendicitis es la inflamación del apéndice intestinal, y afecta a la mucosa, tejido


linfoide y capa muscular. El apéndice se encuentra en el inicio del intestino grueso, en la
zona inferior derecha del abdomen. Tiene forma de lombriz de color rosado cuando no está
inflamado. En su interior hay muchos folículos linfoides del sistema inmunológico
(parecidos a los que hay en las amígdalas de la faringe). Este órgano no tiene ninguna
función conocida en el ser humano, es un vestigio de la evolución como pueden ser los
músculos que mueven las orejas o el hueso cóccix.

La apendicitis puede aparecer a cualquier edad, pero hay un pico de incidencia entre los 10
y los 30 años sin que se conozca la razón. También se ha detectado que es más frecuente en
los varones, aunque no se han encontrado causas hormonales.

El problema de la apendicitis no es la inflamación del apéndice en sí, sino que si dejamos


evolucionar el cuadro, el apéndice puede llegar a necrosarse y pudrirse literalmente en el
interior del abdomen. Esto provocaría una situación de urgencia, la peritonitis, con gran
riesgo para la vida del paciente.

Por todo ello es necesario realizar un diagnóstico y tratamiento precoz que impida la
progresión de la apendicitis. El único tratamiento efectivo es la extirpación quirúrgica, lo
que convierte a la apendicitis en la causa más frecuente de operación quirúrgica abdominal.

Causas de la apendicitis
Una joven habla a su doctora sobre el dolor que siente en el lado derecho del abdomen.

 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
96

La apendicitis se produce como consecuencia de la obstrucción de su luz, es decir, del


conducto interno del apéndice. Esta obstrucción sucede por diferentes motivos:

 Hiperplasia de folículos linfoides: es la causa de apendicitis más frecuente. Los


folículos linfoides apendiculares funcionan igual que las amígdalas faríngeas, de
modo que si se infectan por un microbio se inflaman, crecen y obstruyen la luz. Quizá
en las edades jóvenes de la vida nuestro organismo es más propenso a ello, y eso
justifique que la mayoría de los casos de apendicitis sucedan entre los 10 y los 30
años.
 Apendicolito o fecalito: es la segunda causa más frecuente. A través del intestino
grueso pasa toda la masa fecal hacia el ano. En ocasiones un pequeño excremento
puede ocluir la luz apendicular.
 Cuerpos extraños: del mismo modo que un fecalito, un cuerpo extraño que hayamos
ingerido podría obstruir la luz apendicular, siempre que tuviese el tamaño adecuado.
 Microorganismo y parásitos: ya sea porque obstruyen directamente la luz o porque
inflaman los folículos linfoides. El microorganismo que más se relaciona con la
apendicitis es la Yersinia.
 Tumores: muy raro que den la cara provocando una apendicitis; pueden ser del
propio apéndice o del colon.

Síntomas de la apendicitis

 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
158

Los síntomas de la apendicitis se han descrito clásicamente en un orden conocido como la


patocronia de Murphy. A pesar de ello, este orden sólo se respeta en el 50% de los pacientes,
lo que hace que el diagnóstico de la apendicitis no resulte sencillo.

1. El dolor comienza en el epigastrio (en la zona alta del abdomen) o en la región


periumbilical (en el centro del abdomen en la zona del ombligo). Es un dolor sordo
y continuo (dolor tipo cólico).
2. Náuseas y vómitos.
3. El dolor se irradia hacia el flanco derecho del abdomen y termina por localizarse en
la fosa ilíaca derecha (zona inferior derecha del abdomen) de forma continua.

Si alguno de estos síntomas aparece antes que otro, el diagnóstico puede confundirse. Por
ejemplo, si aparecen antes las náuseas y los vómitos es fácil confundirlo con una
gastroenteritis.

La anorexia (falta de ganas de comer) y la febrícula (menos de 38ºC) están presentes en


casi todas las apendicitis. Ahora bien, si aparece fiebre debemos pensar que el apéndice se
ha perforado y supone una urgencia mayor.

Varias enfermedades ocasionan dolor en el cuadrante inferior derecho del abdomen


simulando los síntomas de apendicitis aguda: enfermedad de Crohn, diverticulitis de Meckel
(es una inflamación de una bolsa o divertículo que el 2% de la población tiene de forma
congénita en el intestino delgado), ileocolitis por bacterias como la Yersinia, colitis
amebiana, colitis tuberculosa, linfoma, cáncer de colon perforado o alteraciones
ginecológicas.

Es importante destacar que ciertas alteraciones ginecológicas como: el embarazo ectópico, la


torsión de un quiste ovárico y el proceso de la ovulación del ciclo menstrual (que es lo más
común), pueden ocasionar dolor sin fiebre, y se confunden con la apendicitis. En el embarazo,
la apendicitis es difícil de diagnosticar porque el apéndice se desplaza hacia el cuadrante
superior derecho del abdomen.

Esta clásica presentación de los síntomas detallada anteriormente, no ocurre en niños


menores de tres años y lactantes, lo cual dificulta el diagnóstico. Esto puede suceder, en parte,
debido a que la apendicitis aguda transcurre muy rápidamente, y también a consecuencia de
la escasa información que ofrece el paciente.

En los ancianos, la apendicitis aguda es también un proceso grave, con riesgo elevado de
muerte. Los síntomas de apendicitis, no son muy claros y retrasan el diagnóstico. Aparece un
discreto dolor en la fosa ilíaca derecha, sin fiebre ni vómitos, y es muy común la presencia
del abdomen hinchado causado por la paralización de los movimientos peristálticos del
intestino debida a la apendicitis, lo que se conoce como íleo paralítico.

Etapas de la apendicitis
 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
97

Una vez obstruida la luz del apéndice, comienza el proceso inflamatorio, agravado por la
infección bacteriana (bacterias que se encuentran normalmente en el intestino grueso); esto
aumenta la presión dentro del apéndice debilitando su pared, y provocando su ruptura y la
perforación apendicular.

Lo más frecuente es que el propio organismo intente delimitar la inflamación. El tejido que
rodea el apéndice se adhiere, antes de que se produzca la perforación, formando una masa
inflamatoria denominada plastrón apendicular. Esto evita que las heces se esparzan por la
cavidad abdominal y provoquen una peritonitis generalizada. El resultado es un absceso
localizado generalmente en la fosa iliaca derecha aunque, en ocasiones, se acentúa en la parte
inferior de la pelvis.

Menos del 30% de los casos curan solos, quedando un tejido de cicatrización. Generalmente
esto ocurre en los casos de apendicitis subaguda.

Actualmente es raro que se produzca una peritonitis generalizada, salvo en el caso de


personas que tienen las defensas debilitadas (ancianos), o en las personas con apendicitis
muy avanzadas por un diagnóstico tardío.
En los lactantes y los niños pequeños, la apendicitis puede progresar rápidamente hacia la
perforación y la peritonitis generalizada ya que, a estas edades, la estructura del tejido que
rodea al apéndice es pequeña e ineficaz para frenar la infección.

Generalmente es aceptado que la perforación ocurra entre las 24 y 48 horas desde el inicio
de los síntomas. Sin embargo, en un 13% de los casos puede perforarse antes de las 24 horas.

Las cuatro etapas de la apendicitis


Basándose en los hallazgos histológicos y en la apariencia macroscópica se pueden
diferenciar varias etapas o estadios en la apendicitis:

 Etapa 1. Apendicitis simple o catarral: cuando se obstruye la luz del apéndice el


moco que segrega, como segrega cualquier parte del intestino, no puede fluir
libremente y comienza a acumularse en su interior. Esto hace que las bacterias que
forman parte de la flora intestinal se multipliquen en exceso y comience el proceso
inflamatorio. En esta etapa el apéndice tiene un aspecto exterior normal y sólo se
puede identificar la inflamación al microscopio.
 Etapa 2. Apendicitis flemonosa o fibrinosa: poco a poco el apéndice se distiende
al aumentar su presión interior. Llega un momento que la presión es tanta que la
sangre no puede irrigar correctamente el apéndice. El aspecto del apéndice es
inflamatorio: roja y agrandada.
 Etapa 3. Apendicitis gangrenosa: las paredes del apéndice se van debilitando,
tanto por la falta de riego snaguíneo, como por el aumento de la presión interna.
Hay partes que empiezan a necrosarse y se vuelven de color negro pudiendo
segregar pus.
 Etapa 4. Apendicitis perforada: finalmente las paredes se rompen y se libera toda
la pus y heces hacia el interior de la cavidad abdominal, dando lugar a una
peritonitis.

Todas estas etapas ocurren en el transcurso de 24-36 horas desde el inicio del proceso en los
adultos. En los niños pequeños la progresión de la enfermedad es generalmente tan rápida
que el primero de los tres estadios patológicos suele darse antes de que se produzca la
consulta médica.

Complicaciones de la apendicitis
Las complicaciones más frecuentes de la apendicitis son las siguientes:

- Absceso abdominal.

- Peritonitis difusa.

- Pileflebitis: la más grave y rara, se forman émbolos sépticos que van al hígado pudiendo
formar abscesos.
Actualmente es raro que se produzcan estas complicaciones, salvo en el caso de personas
que tienen las defensas debilitadas (ancianos), o en las personas con apendicitis muy
avanzadas por un diagnóstico tardío.

iagnóstico de la apendicitis

 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
87

Se puede llegar a un diagnóstico de apendicitis por los siguientes medios:

Exploración física
El estado general del paciente suele ser bueno, aunque en apendicitis de etapas avanzadas
suele deteriorarse. La temperatura es alrededor de 37,5 y 38 ºC.

En la exploración abdominal hay signos que pueden ayudar al diagnóstico:


 Dolor en el punto de McBurney: se marca una línea desde el ombligo hasta la punta
del hueso pélvico derecho anterior. El punto es la unión de los dos tercios más
cercanos al ombligo con el tercio externo.
 Signo de Blumberg: al presionar una zona del abdomen alejada del apéndice se
produce dolor en éste de dorma refleja. Indica irritación peritoneal y sucede en otras
enfermedades.
 Dolor abdominal a la extensión del muslo: esta maniobra sólo es útil cuando el
apéndice tiene una localización retrocecal, es decir, está colocado detrás del colon y,
por tanto, la palpación del abdomen no es tan efectiva.

Hay una maniobra se que se puede realizar de forma casera para sospechar o no una
apendicitis. Consiste en que el enfermo se ponga de pie en puntillas y se deje caer sobre sus
talones de forma súbita. En los casos de apendicitis el dolor en la región inferior derecha
aumetna. Por supuesto no es una prueba muy fiable, pero puede ayudar.

En los casos complicados hay fiebre alta y alteración del estado general. Cuando existe
peritonitis generalizada, el dolor es intenso y generalizado, con riesgo de shock séptico.

Exámenes complementarios
Análisis de laboratorio

En el análisis de sangre, la apendicitis suele cursar con un recuento de leucocitos aumentado


(o leucocitosis moderada), con aumento de neutrófilos, aunque solo se ha observado en fases
avanzadas de apendicitis. Un análisis complementario al recuento de leucocitos, es el análisis
de marcadores sanguíneos de inflamación aguda (proteína C reactiva); actualmente se ha
demostrado que la proteína C reactiva está aumentada en la mayoría de los casos de
apendicitis aguda. El análisis de orina suele ser normal.

Diagnóstico por imágenes

 Radiología: la radiología del tórax es indispensable, porque permite descartar otras


afecciones como las enfermedades cardiopulmonares. La radiología de abdomen
suele ser normal, o puede verse una dilatación de asas del intestino debido a la
paralización de los movimientos peristálticos. Excepcionalmente, puede apreciarse
un fecalito calcificado en la fosa ilíaca derecha.
 Ecografía: es muy útil para el diagnóstico y para descartar otras
enfermedades. En caso de apendicitis, la ecografía puede ver el apéndice inflamado
o líquido libre por el abdomen. Sin embargo, en algunas ocasiones no se encuentra
ningún hallazgo anormal a pesar de que sí que hay una apendicitis.
 Tomografía axial computadorizada (TAC): el TAC es un método diagnóstico
muy fiable en el diagnóstico de una apendicitis y cada vez se usa más en casos de
duda. También permite descartar otras patologías.
 Laparoscopia: en los casos de difícil diagnóstico, sobre todo en
mujeres en edad fértil, pacientes obesos o ancianos, puede recurrirse a la
laparoscopia para confirmar el diagnóstico. Actualmente se obtienen excelentes
resultados utilizando la técnica de simple incisión laparoscópica (SILS-
laparoscopia), por la cual se puede realizar no sólo una exploración, sino también la
cirugía laparoscópica del apéndice (apendicectomía laparoscópica).

Numerosas patologías pueden asemejarse o confundirse con una apendicitis. Las más
frecuentes son infecciones (colitis, anisakiasis…), enfermedades inflamatorias intestinales
(Crohn, colitis ulcerosa…) y patologías ginecológicas (enfermedad inflamatoria pélvica,
embarazo ectópico…).

Diagnóstico de apendicitis en los niños


La forma de presentación de la apendicitis en los niños mayores (7-11 años) es la misma
que en jóvenes y adultos. Sin embargo, cuando el niño es más pequeño la apendicitis se
presenta de una forma más camuflada. Es bastante frecuente que las naúseas y vómitos
precedan a la localización del dolor abdominal en la región característica (inferior derecha).

Algo característico y que puede ayudar a alertarnos si el niño es muy pequeño y no sabe
hablar, es que durante una apendicitis los niños llorarán, tendrán dolor abdominal, pero
estarán inmóviles, quietos, mientras que en los casos de gastroenteritis suelen estar más
irritables y no paran de moverse.

En los niños se utiliza con más frecuencia la ecografía, ya que en ellos es más fácil
identificar signos que nos ayudan al diagnóstico porque la apendicitis evoluciona más
rápidamente.

Diagnóstico de apendicitis en los ancianos


En los ancianos, la apendicitis aguda es también un proceso grave, con un riesgo de muerte
más elevado que en los adultos jóvenes. Tradicionalmente se pensó que esto era así porque
los ancianos eran más delicados, pero la razón es que los síntomas de la apendicitis son
mucho más larvados, incluso pueden estar ausentes, lo que provoca un retraso en el
diagnóstico y un mayor número de complicaciones.

Los síntomas pueden ser de cualquier tipo y en cualquier grado, tan sólo una buena
exploración abdominal puede encauzar el diagnóstico de apendicitis con mayor certeza.

Diagnóstico de apendicitis en las embarazadas


Durante el embarazo el útero aumenta progresivamente su tamaño, de manera que desplaza
a los intestinos contenidos en el abdomen hacia arriba. El apéndice también se desplaza y
puede llegar a colocarse en zonas muy superiores del abdomen, cerca del tórax.

Los síntomas son los mismos que para el resto de los adultos, con la excepción de la
localización del dolor, que suele estar más arriba. Hay que recalcar que durante un episodio
de dolor abdominal en las embarazadas lo prioritario es comprobar que el feto está sano y
salvo. No hay ningún problema para realizar una cirugía que extirpe el apéndice.

Tratamiento de la apendicitis

 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
68

El tratamiento de la apendicitis es quirúrgico y urgente; se extirpa el apéndice y se elimina


la inflamación (apendicectomía). Solamente en los pacientes con apendicitis subaguda, que
tiene una duración más larga sin afección general, la cirugía se suele realizar más
tardíamente.

Se puede operar de dos formas:

 Laparoscopia: un método cada vez más utilizado, que consiste en realizar unas
pequeñas incisiones en la superficie abdominal por donde se pasan instrumentos que
nos permiten visualizar el interior y manipularlo. La apendicectomía laparoscópica
está siendo de elección en una gran cantidad de casos con apendicitis aguda, tanto en
etapas tempranas como en etapas avanzadas. Uno de los beneficios de esta técnica es
el corto post-operatorio y la rápida recuperación del paciente.
 Laparotomía: en este caso se realiza una incisión mayor en el abdomen para poder
buscar y extirpar el apéndice manualmente. La incisión más utilizada es la incisión
de McBurney, que sigue un trayecto paralelo a la ingle en la región inferior derecha
del abdomen, donde está el apéndice.

En cualquiera de los dos casos el primer paso será localizar el apéndice, que está justo al
inicio del colon ascendente, en el ciego. Lo habitual es que lleve poco tiempo, pero en
enfermos obesos se puede tardar varios minutos. Una vez localizado se debe seccionar el
peritoneo que une el apéndice al intestino como si de una membrana se tratara. En ese punto
es muy importante asegurarse que las arterias que irrigan el apéndice están localizadas y
adecuadamente comprimidas para evitar una hemorragia al seccionarlas. Finalmente se corta
el apéndice y la herida que deja se cose para evitar que sangre o se desgarre.

Se debe realizar profilaxis antibiótica intravenosa antes de la operación, pero sólo si el


diagnóstico está claro porque podría camuflar una infección.

En los casos en los que la apendicitis está muy evolucionada y se ha formado un plastrón
apendicular, la cirugía puede retrasarse hasta un mes y cuando se haya 'enfriado' se trata con
antibióticos y se opera.

Si existe peritonitis generalizada se realiza un lavado de la cavidad abdominal.

En todos los casos se realiza la profilaxis antibiótica intravenosa.


 Qué es la apendicitis
 Causas de la apendicitis
 Síntomas de apendicitis
 Etapas de la apendicitis
 Diagnóstico de la apendicitis
 Tratamiento de la apendicitis

Compartido:
87

Se puede llegar a un diagnóstico de apendicitis por los siguientes medios:

Exploración física
El estado general del paciente suele ser bueno, aunque en apendicitis de etapas avanzadas
suele deteriorarse. La temperatura es alrededor de 37,5 y 38 ºC.

En la exploración abdominal hay signos que pueden ayudar al diagnóstico:

 Dolor en el punto de McBurney: se marca una línea desde el ombligo hasta la punta
del hueso pélvico derecho anterior. El punto es la unión de los dos tercios más
cercanos al ombligo con el tercio externo.
 Signo de Blumberg: al presionar una zona del abdomen alejada del apéndice se
produce dolor en éste de dorma refleja. Indica irritación peritoneal y sucede en otras
enfermedades.
 Dolor abdominal a la extensión del muslo: esta maniobra sólo es útil cuando el
apéndice tiene una localización retrocecal, es decir, está colocado detrás del colon y,
por tanto, la palpación del abdomen no es tan efectiva.

Hay una maniobra se que se puede realizar de forma casera para sospechar o no una
apendicitis. Consiste en que el enfermo se ponga de pie en puntillas y se deje caer sobre sus
talones de forma súbita. En los casos de apendicitis el dolor en la región inferior derecha
aumetna. Por supuesto no es una prueba muy fiable, pero puede ayudar.

En los casos complicados hay fiebre alta y alteración del estado general. Cuando existe
peritonitis generalizada, el dolor es intenso y generalizado, con riesgo de shock séptico.

Exámenes complementarios
Análisis de laboratorio

En el análisis de sangre, la apendicitis suele cursar con un recuento de leucocitos aumentado


(o leucocitosis moderada), con aumento de neutrófilos, aunque solo se ha observado en fases
avanzadas de apendicitis. Un análisis complementario al recuento de leucocitos, es el análisis
de marcadores sanguíneos de inflamación aguda (proteína C reactiva); actualmente se ha
demostrado que la proteína C reactiva está aumentada en la mayoría de los casos de
apendicitis aguda. El análisis de orina suele ser normal.

Diagnóstico por imágenes

 Radiología: la radiología del tórax es indispensable, porque permite descartar otras


afecciones como las enfermedades cardiopulmonares. La radiología de abdomen
suele ser normal, o puede verse una dilatación de asas del intestino debido a la
paralización de los movimientos peristálticos. Excepcionalmente, puede apreciarse
un fecalito calcificado en la fosa ilíaca derecha.
 Ecografía: es muy útil para el diagnóstico y para descartar otras
enfermedades. En caso de apendicitis, la ecografía puede ver el apéndice inflamado
o líquido libre por el abdomen. Sin embargo, en algunas ocasiones no se encuentra
ningún hallazgo anormal a pesar de que sí que hay una apendicitis.
 Tomografía axial computadorizada (TAC): el TAC es un método diagnóstico
muy fiable en el diagnóstico de una apendicitis y cada vez se usa más en casos de
duda. También permite descartar otras patologías.
 Laparoscopia: en los casos de difícil diagnóstico, sobre todo en
mujeres en edad fértil, pacientes obesos o ancianos, puede recurrirse a la
laparoscopia para confirmar el diagnóstico. Actualmente se obtienen excelentes
resultados utilizando la técnica de simple incisión laparoscópica (SILS-
laparoscopia), por la cual se puede realizar no sólo una exploración, sino también la
cirugía laparoscópica del apéndice (apendicectomía laparoscópica).

Numerosas patologías pueden asemejarse o confundirse con una apendicitis. Las más
frecuentes son infecciones (colitis, anisakiasis…), enfermedades inflamatorias intestinales
(Crohn, colitis ulcerosa…) y patologías ginecológicas (enfermedad inflamatoria pélvica,
embarazo ectópico…).

Diagnóstico de apendicitis en los niños


La forma de presentación de la apendicitis en los niños mayores (7-11 años) es la misma
que en jóvenes y adultos. Sin embargo, cuando el niño es más pequeño la apendicitis se
presenta de una forma más camuflada. Es bastante frecuente que las naúseas y vómitos
precedan a la localización del dolor abdominal en la región característica (inferior derecha).

Algo característico y que puede ayudar a alertarnos si el niño es muy pequeño y no sabe
hablar, es que durante una apendicitis los niños llorarán, tendrán dolor abdominal, pero
estarán inmóviles, quietos, mientras que en los casos de gastroenteritis suelen estar más
irritables y no paran de moverse.

En los niños se utiliza con más frecuencia la ecografía, ya que en ellos es más fácil
identificar signos que nos ayudan al diagnóstico porque la apendicitis evoluciona más
rápidamente.
Diagnóstico de apendicitis en los ancianos
En los ancianos, la apendicitis aguda es también un proceso grave, con un riesgo de muerte
más elevado que en los adultos jóvenes. Tradicionalmente se pensó que esto era así porque
los ancianos eran más delicados, pero la razón es que los síntomas de la apendicitis son
mucho más larvados, incluso pueden estar ausentes, lo que provoca un retraso en el
diagnóstico y un mayor número de complicaciones.

Los síntomas pueden ser de cualquier tipo y en cualquier grado, tan sólo una buena
exploración abdominal puede encauzar el diagnóstico de apendicitis con mayor certeza.

Diagnóstico de apendicitis en las embarazadas


Durante el embarazo el útero aumenta progresivamente su tamaño, de manera que desplaza
a los intestinos contenidos en el abdomen hacia arriba. El apéndice también se desplaza y
puede llegar a colocarse en zonas muy superiores del abdomen, cerca del tórax.

Los síntomas son los mismos que para el resto de los adultos, con la excepción de la
localización del dolor, que suele estar más arriba. Hay que recalcar que durante un
episodio de dolor abdominal en las embarazadas lo prioritario es comprobar que el
feto está sano y salvo. No hay ningún problema para realizar una cirugía que extirpe

Apendicitis (inflamación del


el apéndice.

apéndice)
Autor: Redacción Onmeda Revisión médica: Dr. Tomás Rodelgo (16 de Diciembre de
2016)
© Jupiterimages/iStockphoto

Indice
 Resumen
 Definición
 Causas
 Síntomas
 Diagnóstico
 Tratamiento
 Evolución
 Prevención
 Más información

¿Qué es un ataque de apendicitis? Una apendicitis es una inflamación del apéndice cecal
(situado en el ciego, la porción inferior del colon derecho) o apéndice vermiforme. La
apendicitis es una enfermedad muy frecuente que afecta principalmente a personas jóvenes.

La apendicitis puede tener diferentes causas, como una obstrucción del apéndice cecal por
cuerpos extraños. Algunas enfermedades inflamatorias del intestino como, por ejemplo, la
enfermedad de Crohn, también pueden ser la causa de apendicitis.
Los síntomas en una apendicitis son dolor en la región inferior del abdomen y una intensa
sensación de malestar junto con náuseas y vómitos.

Mediante la palpación del abdomen en determinados puntos de presión y dolor


característicos, el médico puede determinar de forma bastante certera si se trata de una
apendicitis. Una ecografía puede ayudar a determinar el diagnóstico. En caso de duda, el
diagnóstico se efectúa mediante tomografía computerizada e incluso por medio de una
laparoscopia. Esta puede confirmar inequívocamente la existencia de una apendicitis y el
cirujano puede operar inmediatamente.

Apéndice doloroso

Una apendicitis puede evolucionar en diferentes fases que se suceden en orden


cronológico. El paso a la siguiente fase supone el agravamiento de la enfermedad. En
principio, puede diferenciarse entre una apendicitis simple y una apendicitis complicada.

En una apendicitis es imprescindible un tratamiento rápido para evitar complicaciones y


que la enfermedad siga avanzando. El tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica del
apéndice.

El pronóstico es bueno, en general, pero depende también de la celeridad con la que se


identifica la enfermedad y de la fase en la que se halla al comenzar el tratamiento. La
mayor parte de los enfermos se recupera completamente.

En términos generales, una apendicitis no puede prevenirse. Ante la sospecha de


apendicitis es importante actuar rápidamente y acudir al centro de salud para someterse a un
examen físico.
¿Cómo se define la apendicitis? La apendicitis es la infección bacteriana del apéndice
vermiforme (del latín vermis, gusano, apéndice con forma de gusano) situado en el
extremo inferior del colon derecho (ciego), muy cerca de la unión con el intestino delgado.

El ciego es la primera porción del intestino grueso ascendente; tiene un tamaño similar al
de un pulgar y forma de saco sin salida. El intestino grueso se halla debajo de la
desembocadura del intestino delgado. En su porción inferior se halla un apéndice
vermiforme en forma de gusano, que mide entre 2 y 20 centímetros. Este apéndice está
infectado en caso de apendicitis.

La posición del apéndice vermiforme es muy variable. Puede estar alojado junto al colon
(ciego), como ocurre en las mujeres embarazadas. También puede hallarse encima, delante
o detrás del mismo o incluso estar fijado en el intestino delgado.

El apéndice vermiforme o apéndice vermicular contiene un gran número de pequeños


ganglios linfáticos. Al igual que el tejido linfático de las amígdalas faríngeas, aumenta de
tamaño en caso de catarros, el apéndice vermiforme también puede aumentar en caso de
enfermedades intestinales inflamatorias.

Incidencia

La apendicitis se presenta en un 6-20% de la población y es, por tanto, la enfermedad más


frecuente de la cavidad abdominal.

En especial los niños de mayor edad y los adolescentes, así como las mujeres embarazadas,
son los más propensos a sufrir una apendicitis. Especialmente, si su rango de edad se
encuentra entre los 10 y los 30 años de edad.

Por el contrario, los niños pequeños y los ancianos apenas sufren este trastorno.

Aproximadamente, la mitad de todas las enfermedades graves y repentinas de la cavidad


abdominal (abdomen agudo) son causadas por una apendicitis.

¿Qué causa la apendicitis? Una apendicitis puede deberse a diferentes causas. En la


mayoría de los casos, únicamente se averigua qué ha causado la enfermedad al examinar el
apéndice vermiforme inflamado durante el análisis patológico del apéndice una vez
extirpado quirúrgicamente.

Enfermedades intestinales inflamatorias

Las infecciones del ciego en las que el apéndice no está obstruido son raras. Están
causadas, por ejemplo, por bacterias. En una infección por enterococos, proteus o
colibacilos puede infectarse el apéndice vermiforme. También las enfermedades
inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn pueden desencadenar una
apendicitis.
Obstrucción del apéndice

La obstrucción del apéndice favorece la apendicitis. Dicha oclusión puede estar causada,
por ejemplo, por heces. Además, el apéndice vermiforme puede doblarse sobre si mismo.
En raras ocasiones, las causas de una apendicitis son parásitos, como por ejemplo, las
lomrices o adherencias de la pared del intestino.

Los cuerpos extraños pueden afectar al vaciado del apéndice y provocar una apendicitis.
Esto parece ser especialmente frecuente con los huesos de cereza, y menos frecuente con
semillas de uvas o de melones. Como resultado, en el apéndice se van acumulando
secreciones, por lo que la mucosa se irrita hasta que se produce una inflamación. Esto hace
que resulte más fácil una infección bacteriana.

¿Cuáles son los síntomas de una apendicitis? Los síntomas de una apendicitis son muy
característicos. Normalmente, se presentan siempre los siguientes síntomas:

 Dolor abdominal
 Falta de apetito
 Náuseas
 Vómitos
 Estreñimiento. En ocasiones se presenta diarrea

Otros indicios de una apendicitis son los siguientes síntomas:

 Fiebre
 Pulso acelerado
 Sudores nocturnos

Los dolores aparecen en primer lugar en el área del ombligo, así como en la región del
estómago. Pero, normalmente, se trasladan en el plazo de 8 a 12 horas al abdomen inferior
derecho. El dolor aumenta con el movimiento, así como al correr o saltar. Por esta razón, se
produce una típica cojera y una flexión de la pierna derecha.

Las mujeres embarazadas y los ancianos no suelen sufrir los síntomas característicos de
una apendicitis. Durante el embarazo, el apéndice cecal está con frecuencia desplazado,
por lo que los dolores aparecen más bien en la zona superior o central del abdomen. En los
ancianos, los síntomas se manifiestan de forma menos clara y la temperatura corporal no se
ve aumentada.

Una apendicitis puede evolucionar en diferentes fases que se suceden en orden


cronológico. El paso a la siguiente fase supone el agravamiento de la enfermedad. En
principio, puede diferenciarse entre una apendicitis simple y una apendicitis complicada.

¿Cómo se diagnostica una apendicitis? Para asegurar el diagnóstico de apendicitis el


médico pregunta al paciente sobre sus molestias y antecedentes clínicos (anamnesis).
En el posterior examen físico, la palpación del abdomen en busca de determinados puntos
de dolor y presión permite sospechar la presencia; es típico el abdomen duro y sensible al
tacto, aunque en ocasiones la presentación no es la típica. Cuanto más joven sea el paciente,
más atípicos serán los síntomas.

Las personas con apendicitis, al igual que en otros procesos que cursan con irritación
peritoneal, manifiestan casi siempre una diferencia de temperatura de más de 0,8 grados
entre la axila y el recto, siendo la temperatura en este último mayor. Además, el número de
leucocitos en sangre es ligeramente mayor a lo normal(leucocitosis). También aumenta la
concentración de una proteína determinada (la proteína C reactiva), lo que sugiere la
existencia de una infección. El análisis de orina ayuda a descartar una infección de orina
como causa del dolor.

Últimamente, la ecografía ha adquirido más importancia en el diagnóstico de las


apendicitis. Un apéndice sano y no inflamado no es perceptible por ultrasonidos, mientras
que uno inflamado aparece representado como una especie de diana. La tomografía
computerizada (TC) puede ayudar en el diagnóstico cuando con la ecografía no es
suficiente.

En caso de duda, el diagnóstico de certeza de una apendicitis puede obtenerse mediante


una laparoscopia. Ésta es útil sobre todo en mujeres en edad fértil con exploración dudosa,
y aporta la ventaja de que puede ser una prueba diagnóstica y terapéutica en el mismo acto.

Si se palpa con cuidado con la mano sobre la pared abdominal sobre el abdomen inferior
derecho, se produce una tensión de rechazo (defensa abdominal), lo que significa que el
paciente tensa los músculos de la pared abdominal en una acto reflejo para contrarrestar la
presión. Si se produce una defensa en toda la pared abdominal, es un indicio de peritonitis y
significa que la enfermedad se halla en una fase avanzada.

Si la infección descompone toda la pared del apéndice, este puede romperse y las bacterias
y el contenido del intestino puede salir a la cavidad abdominal.

Provocación del dolor

El médico puede descubrir los primeros indicios de una apendicitis mediante una
provocación intencionada del dolor. La posición del intestino ciego y del apéndice puede
valorarse mediante líneas de unión entre el ombligo y la protuberancia del hueso ilíaco
(espina ilíaca anterior superior). El ciego se halla en el centro de esta diagonal, en el
denominado punto de McBurney, y es muy sensible a la presión en caso de apendicitis. El
punto de Lanz indica la posición directa del apéndice vermiforme y se halla entre el
tercio exterior y tercio medio de la línea de unión entre las espinas ilíacas derecha e
izquierda. También aquí, en caso de apendicitis, el paciente siente dolor cuando se dan
golpecitos o se presiona la zona.

Además, pueden efectuarse maniobras complementarias, como las siguientes, para


diagnosticar una apendicitis:
 Signo de Blumberg / Dolor de rebote: dolor en la región del apéndice producido por la
descompresión brusca del abdomen de los dedos que examinan.
 Signo de Rovsing: la presión en el lado izquierdo sobre un punto correspondiente al de
McBurney en el derecho provoca dolor en este punto en el lado izquierdo.
 Sensibilidad de fondo de saco de Douglas: dolores en el examen rectal; son un indicio de
desplazamiento del apéndice a la pelvis menor o de irritación del peritoneo.
 Signo del psoas: dolor al extender la pierna derecha tras una flexión activa.

En las mujeres es siempre necesario excluir enfermedades ginecológicas y un embarazo.

¿Cuál es el tratamiento de la apendicitis? El tratamiento de una apendicitis es


imprescindible que sea rápido y certero para evitar complicaciones y que la enfermedad
siga avanzando. Si existe sospecha de apendicitis, el afectado deberá permanecer en
observación en el hospital. Durante este tiempo no se deben ingerir alimentos, ya que en
caso de necesitar anestesia general la comida podría provocar complicaciones y, por otro
lado, el intestino debe trabajar lo menos posible. Si se refuerza la sospecha de una
apendicitis, el tratamiento por excelencia será la extracción quirúrgica del apéndice
inflamado. Cuanto antes se efectúe la operación (apendicectomía) más probabilidades
habrá de evitar complicaciones.

La denominada intervención abierta con laparotomía está siendo sustituida por métodos
quirúrgicos menos invasivos y más positivos para el paciente. Mínimamente invasivo
significa que el facultativo examina el abdomen con ayuda de un instrumento especial, el
endoscopio. Esta intervención también se denomina laparoscopia. A través de tres cortes
minúsculos en la pared abdomina, el cirujano introduce los instrumentos quirúrgicos.

La incisión es más limitada y el afectado puede recuperarse más rápidamente y con menos
complicaciones, pudiendo abandonar el hospitalen un corto periodo de tiempo. La
laparoscopia ofrece, además, la ventaja de que no solo puede utilizarse para el diagnóstico
sino también para efectuar el tratamiento, en un mismo acto. En los casos con más dudas
diagnósticas, permite confirmar (o no) las sospechas e inmediatamente después, el cirujano
puede extraer el apéndice infectado directamente.

Para obtener beneficios clínicos con esta técnica es requisito indispensable y básico contar
con un profesional con experiencia quirúrgica en técnicas laparoscópicas.

Un tratamiento conservador de la apendicitis aguda, en el que no se extraiga el apéndice,


apenas se aplica hoy en día.

¿Cómo evoluciona una apendicitis? Una apendicitis tiene casi siempre una evolución
positiva. Si los afectados son tratados de forma adecuada a tiempo, por lo general, se
recuperan completamente.

Una apendicitis puede evolucionar en diferentes fases que se suceden en orden cronológico.
El paso a la siguiente fase supone el agravamiento de la enfermedad.

Pronóstico
En una apendicitis, el pronóstico depende de la celeridad con la que se identifica la
enfermedad y de la fase en la que se halla al comenzar el tratamiento. Por otro lado, si
aparecen complicaciones el pronóstico cambia. La mayor parte de los enfermos se recupera
completamente de una apendicitis.

Complicaciones

En una apendicitis pueden surgir complicaciones cuando la infección se extiende al tejido


próximo o a órganos adyacentes.

Las posibles complicaciones son las siguientes:

 Perforación del apéndice vermiforme: en la fase avanzada de una apendicitis (apendicitis


gangrenosa) el apéndice puede reventar o perforarse. A continuación, la infección afecta a
todo el peritoneo (peritonitis) o se forman acumulaciones localizadas de pus (abscesos).
 Parálisis intestinal u oclusión intestinal: como reacción ante la apendicitis, en casos
aislados puede darse una parálisis de todo el intestino (íleo paralítico), así como una
oclusión intestinal por adherencias tras la cirugía.
 Formación de fístulas en personas con enfermedad de Crohn: los personas con
enfermedad de Crohn, pueden darse otras complicaciones en caso de apendicitis. La
enfermedad de Crohn es una enfermedad crónica inflamatoria del conducto digestivo,
caracterizada por episodios agudos recurrentes. Por una apendicitis o por la operación de
la misma, en las personas que padecen esta enfermedad pueden formarse uniones entre
el apéndice vermiforme y otras secciones del intestino (las denominadas fístulas). Por ello,
el profesional debe valorar cuidadosamente si la intervención quirúrgica es necesaria.

Excepcionalmente, una apendicitis acaba provocando el fallecimiento del paciemte. Si el


apéndice se ha perforado y ha infectado el peritoneo, el riesgo aumenta, presentando un
mayor peligro las personas de avanzada edad. Para evitar complicaciones en la apendicitis,
es importante acudir al médico ante los primeros síntomas.

¿Se puede prevenir la apendicitis? Por lo general, la prevención de una apendicitis no es


posible. Si existe la sospecha de apendicitis, es importante actuar rápidamente y acudir al
centro de salud para recibir un diagnóstrico.

Evitar tragar pepitas de uvas, de melón y de demás frutas ayuda a prevenir las apendicitis
producidas por cuerpos extraños.

La única prevención posible de esta enfermedad sería la extirpación del apéndice (sin que
haya apendicitis); ésta podría realizarse, de manera profiláctica, durante otras
intervenciones quirúrgicas de la cavidad abdominal.

Fuentes:
 Harrison: Principios de Medicina Interna; Anthony Fauci, McGraw-Hill; 17 Edición; 2008;
Interamericana de México.
 Medicina de Familia. Principios y práctica; Robert B. Taylor; 2006; Masson.
 Atención Primaria. Conceptos, organización y práctica Clínica; A. Martín Zurzo, J.F Cano
Pérez; 2003; Elsevier.
 Onmeda International

Paciente terminal

Visita del médico (Besuch eines Arztes) Egbert van Heemskerck II el Joven.

El paciente o enfermo terminal es un término médico que indica que una enfermedad no
puede ser curada o tratada de manera adecuada, y se espera como resultado la muerte del
paciente, dentro de un período corto de tiempo. Este término es más comúnmente utilizado
para enfermedades degenerativas tales como cáncer, o enfermedades pulmonares o
cardiacas avanzadas. Esta expresión se popularizó en el siglo XX, para indicar una
enfermedad que eventualmente terminará con la vida de una persona.

Índice
 1 Definición
 2 Etapas
 3 Tratamiento
 4 Rechazo de la nutrición y la hidratación
 5 Fallecimiento
 6 Véase también
 7 Referencias
Definición
Paciente terminal es la persona que se encuentra en la etapa final de algunas enfermedades
crónicas, especialmente de las cancerígenas. Esta fase se inicia en el momento en que es
preciso abandonar los tratamientos de finalidad curativa, ya que no le aportan beneficios a
su estado de salud, para sustituirlos por otros cuyo objetivo es controlar y paliar los
síntomas, tanto físicos como psíquicos que origina la enfermedad.1

A veces, se usa sólo la palabra "terminal". Es sinónimo de enfermo o paciente desahuciado.


Pero no debe confundirse con "enfermo o paciente agónico", que se refiere a la fase de
agonía de un paciente (la previa al fallecimiento).

A menudo, un paciente se considera que sufre una enfermedad terminal cuando su


esperanza de vida se estima en seis meses o menos, bajo el supuesto de que la enfermedad
sigue su curso normal. La norma de los seis meses es arbitraria, y las mejores estimaciones
disponibles de la longevidad pueden ser incorrectas.2 Por consiguiente, aunque un enfermo
diagnosticado correctamente puede ser considerado terminal, esto no es una garantía de que
el paciente va a morir dentro de los seis meses. Del mismo modo, un paciente con una
enfermedad que progresa lentamente, como el SIDA, no se puede considerar una
enfermedad terminal ya que las mejores estimaciones de longevidad son mayores de seis
meses. Sin embargo, esto no asegura que el paciente no muera de forma temprana.3

Etapas
Artículo principal: Modelo de Kübler-Ross

Cada paciente reacciona de manera diferente ante la noticia de que sufre una enfermedad
terminal. En general, casi todos los pacientes pasan por cinco etapas hasta aceptar su
dramática situación, según el modelo de Kübler-Ross, cuando se diagnostica una
enfermedad terminal o una pérdida catastrófica:4 5

1. Negación. Es solamente una defensa temporal para el individuo. Este sentimiento es


generalmente remplazado con una sensibilidad aumentada de las situaciones e individuos
que son dejados atrás después de la muerte.
2. Ira. El individuo reconoce que la negación no puede continuar. Debido a la ira, esta
persona es difícil de ser cuidada debido a sus sentimientos de ira y envidia. Cualquier
individuo que simboliza vida o energía es sujeto a ser proyectado resentimiento y envidia.
3. Negociación. Involucra la esperanza de que el individuo puede, de alguna manera,
posponer o retrasar la muerte. Usualmente, la negociación por una vida extendida es
realizada con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada.
4. Depresión. Empieza a entender la certeza de la muerte. Debido a esto, el individuo puede
volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. Este
proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y
cariño. No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un
momento importante que debe ser procesado.
5. Aceptación. Es la etapa final; llega con la paz y la comprensión de que la muerte está
acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere que la dejen sola. Además,
los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. Esta etapa también ha sido descrita
como el fin de la lucha contra la muerte.

Tratamiento
No existe una cura o tratamiento específico para las enfermedades terminales. Sin embargo,
algunos tratamientos médicos pueden ser apropiados, especialmente con el objetivo de
reducir el dolor o facilitar la respiración.

Algunos pacientes con enfermedades terminales precisan detener todos los tratamientos que
les debiliten, para reducir los efectos secundarios no deseados. Otros continúan un
tratamiento agresivo en la esperanza de un éxito inesperado. Otros rechazan el tratamiento
médico convencional y buscan tratamientos no probados, tales como radicales
modificaciones en la dieta. Las decisiones de los pacientes sobre los diferentes tratamientos
pueden cambiar con el tiempo.6

Los cuidados paliativos se ofrece normalmente a los pacientes con enfermedades


terminales, independientemente de su estilo general de gestión de la enfermedad, si parece
probable que ayude a controlar los síntomas, como el dolor y mejorar su calidad de vida.
Los cuidados paliativos se puede proporcionar en el hogar por su médico de cabecera o en
hospitales de larga estancia, además, se ofrece apoyo emocional a los pacientes y sus
familiares.7

Rechazo de la nutrición y la hidratación


Las personas que están al final de su vida a veces se niegan a ser alimentados y/o
hidratados. Los estudios indican que en el contexto de los cuidados paliativos, el rechazo de
los alimentos y líquidos no contribuyen al sufrimiento de los enfermos terminales y podría
contribuir a un paso algo más cómodo para el final de la vida del paciente.[cita requerida]

Fallecimiento
Los pacientes, personal sanitario y familiares que se encuentran en el contexto de una
enfermedad terminal, consideran una "buena muerte" aquella que cumple los siguientes
requisitos:

 Aseguramiento de un control efectivo del dolor y otros síntomas


 Asesoramiento acerca de la muerte y sus consecuencias, sobre todo en cuanto a la toma
de decisiones.
 Cumplimiento de algún objetivo importante, como por ejemplo, la resolución de conflictos
pasados.
Algunas personas con una enfermedad terminal que, por ejemplo, no salen de la fase de
negación, pueden llegar a no aceptar nunca su situación y, por tanto, rechacen todo lo
relativo a la muerte. Por otra parte, hay pacientes que encuentran consuelo mediante
gestiones financieras y legales sobre su muerte o a través de la planificación de su
funeral.[cita requerida]

Véase también
 Cuidados paliativos
 Eutanasia
 Testamento vital

Referencias
1.

 Real Academia Nacional de Medicina. Diccionario de Términos Médicos. Madrid: Ed


Panamericana; 2012.
  Terminal Illness. Issues and Concepts. Ascension Health. Consultado el 30/08/2012.

  Glare P, Virik K, Jones M, Hudson M, Eychmuller S, Simes J, Christakis N. A systematic review


of physicians' survival predictions in terminally ill cancer patients. BMJ. 2003; 327(7408):195–8.
doi:10.1136/bmj.327.7408.195. PMID 12881260. PMC 166124.

  Pass OM, Morrison T. Toni Morrison's Beloved: a journey through the pain of grief. J Med
Humanit. 2006; 27(2):117–24. doi:10.1007/s10912-006-9010-0. PMID 16773441.

  Santrock, J. W. (2007). A topical approach to life-span development. Nueva York: McGraw-Hill.


ISBN 0073382647.

  Fried TR, O'leary J, Van Ness P, Fraenkel L (2007). «Inconsistency over time in the preferences
of older persons with advanced illness for life-sustaining treatment». Journal of the American
Geriatrics Society 55 (7): 1007-14. doi:10.1111/j.1532-5415.2007.01232.x. PMC 1948955.
PMID 17608872.

7.  Gérvas J. Morir en casa con dignidad. Una posibilidad, si hay apoyo y cuidados de
calidad. Oporto (Portugal): XVII Encontro do Internato de Medicina Geral e Familiar da
Zona Norte. 21 a 23 de octubre de 2010.

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 El enfermo terminal
 The terminally ill patient
 Grupo de Estudios de Etica Clínica,
de la Sociedad Médica de Santiago

The classification of a patient as terminally ill is based on an expert diagnosis of a severe


and irreversible disease and the absence of an effective available treatment, according to
present medical knowledge. Terminal diseases must not be confused with severe ones, since
the latter may be reversible with an adequate and timely treatment. The physician assumes
a great responsibility at the moment of diagnosing a patient as terminally ill. The
professional must assume his care until the moment of death. This care must be oriented to
the alleviation of symptoms and to provide the best possible quality of life. Also, help must
be provided to deal with personal, legal and religious issues that may concern the patient.
(Rev Méd Chile 2000; 128: 547-52).
(Key-words: Ethics, medical; Terminal care; Terminally ill)

Documento elaborado por el Grupo de Estudios de Etica Clínica. Presentado al


Directorio
de la Sociedad Médica de Santiago el 14 de marzo del 2000.
Integrantes del Grupo de Estudios de Etica Clínica: Drs. Mireya Bravo L (Facultad
de
Medicina, Universidad de Chile), Carlos Echeverría B (Hospital Naval, Viña del
Mar),
Alejandro Goic G (Presidente del Grupo de Estudios; Facultad de Medicina,
Universidad
de Chile), Miguel Kottow B (Facultad de Medicina, Universidad de Chile), Manuel
Lavados M
(Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Lorena Mosso G (Facultad
de
Medicina, Universidad Católica de Chile), Manuel Pérez F (Clínica Las Condes),
Carlos
Quintana V (Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Alberto Rojas
O (Hospital
Naval, Viña del Mar), Eduardo Rosselot J (Facultad de Medicina, Universidad de
Chile),
Alejandro Serani M (Facultad de Medicina, Universidad de Los Andes), Paulina
Taboada R
(Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Carlos Trejo M (Hospital
Félix Bulnes).

Las condiciones socioculturales de la época en que vivimos, la transición epidemiológica


con el aumento de las enfermedades crónicas, el reconocimiento explícito de la autonomía
de las personas, diversas actitudes y conceptos sobre la muerte, situaciones variadas
relacionadas con el uso de los recursos existentes o disponibles y las exigencias cotidianas
del ejercicio de la Medicina Clínica, entre otras razones, hacen necesario y útil reflexionar
sobre el tema del enfermo terminal.

La categorización de un enfermo como terminal ha variado en el tiempo, en función del


progreso de la Medicina y la disponibilidad de nuevos tratamientos y de tecnologías de
apoyo vital para enfrentar enfermedades graves. Hay enfermos muy graves que
antiguamente morían pero que hoy día pueden ser recuperados al disponerse de
tratamientos específicos y de recursos terapéuticos que reemplazan funciones u órganos
vitales dañados. Igualmente, hoy se dispone de intervenciones terapéuticas que permiten
prolongar la vida, por un período significativo de tiempo, en pacientes portadores de una
condición patológica anteriormente considerada terminal. Un buen ejemplo es el de los
enfermos con insuficiencia renal crónica, catalogada antiguamente como "terminal", que
hoy sobreviven al ser tratados con diálisis crónica o trasplante renal.

La gravedad de una enfermedad es un concepto distinto al de terminalidad. Generalmente,


se califica de grave a un paciente cuya enfermedad o condición representa una amenaza
potencial para su vida. Así, un enfermo terminal es habitualmente un enfermo grave pero,
obviamente, la mayoría de los enfermos graves no pueden ser calificados como terminales.
Por ejemplo, los pacientes que ingresan a Unidades de Cuidado Intensivo para recibir
tratamiento de enfermedades o complicaciones agudas potencialmente mortales son,
ciertamente, pacientes graves, pero no por el hecho de estar en una Unidad de Cuidado
Intensivo se puede decir que un paciente es terminal.

Tampoco la incurabilidad es sinónimo de terminalidad. Hay pacientes que padecen de


enfermedades incurables pero que no los conducen a la muerte en plazos breves y, en
consecuencia, no son terminales (v.gr: la Enfermedad de Alzheimer).

Diagnosticar un paciente como terminal constituye para el médico una gran responsabilidad
profesional y ética. Por una parte, induce un cambio radical en su actitud y acciones
terapéuticas, ya que el tratamiento curativo da paso al paliativo y al cuidado básico del
enfermo. Por la otra, implica la obligación de quien tenga, efectivamente y en la práctica, el
rol de médico tratante, de asumir en plenitud el cuidado del paciente hasta su muerte.

Todo lo anterior señala la importancia de definir, con la mayor precisión posible, lo que se
entiende por enfermo terminal o condición terminal de una afección, así como describir los
deberes del médico en el cuidado de estos pacientes.

DEFINICIÓN

Para que un paciente pueda ser clasificado como terminal se deben cumplir las siguientes
condiciones:

a) Ser portador de una enfermedad o condición patológica grave, que haya sido
diagnosticada en forma precisa por un médico experto.

El diagnóstico de la enfermedad o condición patológica debe estar bien fundamentado y ser


formulado por un médico que tenga los conocimientos, habilidades y experiencia necesarias
para hacerlo más allá de toda duda razonable (diagnóstico experto).

Si el médico tratante tiene dudas sobre el diagnóstico de la afección que sufre su paciente,
es su deber consultar otras opiniones idóneas.

b) La enfermedad o condición diagnosticada debe ser de carácter progresivo e


irreversible, con pronóstico fatal próximo o en un plazo relativamente breve.

La progresividad e irreversibilidad de la enfermedad son elementos definitorios necesarios


y copulativos para clasificar a un enfermo como terminal. Hay que reconocer, sin embargo,
que el pronóstico fatal de una enfermedad se basa principalmente en criterios estadísticos
de modo que, en casos individuales, puede haber variaciones en la evolución predicha para
la enfermedad, dependiendo de su naturaleza u otros factores.

Sobre la extensión del plazo en que se produce la muerte hay diversas opiniones, desde
menos de un mes, hasta seis meses. Este último es el criterio utilizado por Medicare, en los
Estados Unidos de Norteamérica, por razones administrativas. Tratar de establecer un plazo
exacto parece arbitrario pero, en la mayoría de los casos se trata de plazos breves (horas,
días, semanas o -a lo sumo- unos pocos meses).

c) En el momento del diagnóstico, la enfermedad o condición patológica no es susceptible


de un tratamiento conocido y de eficacia comprobada que permita modificar el pronóstico
de muerte próxima; o bien, los recursos terapéuticos utilizados han dejado de ser eficaces.
La carencia de un tratamiento conocido y de eficacia comprobada se refiere a que no se
dispone de él en el estado actual de los conocimientos médicos. A la luz del acelerado
desarrollo científico y tecnológico, se puede predecir razonablemente que enfermedades
consideradas hoy irreversibles, dejarán de serlo en el futuro, con el advenimiento de nuevos
recursos terapéuticos.
Hay tratamientos disponibles para enfermedades graves que pueden mantener con vida al
paciente durante años y que, pese a ello, en algún momento de la evolución pueden dejar de
ser efectivos, convirtiéndose así el paciente grave en terminal. Tal es el caso de la
quimioterapia en algunas formas de cáncer.

Es necesario reconocer que, en algunos casos, el carácter terminal de un paciente pueda


estar condicionado por la imposibilidad práctica de utilizar los recursos terapéuticos que la
Medicina dispone y que podrían modificar el pronóstico terminal de una enfermedad, pero
que son de una disponibilidad muy limitada, complejos y costosos, como es el caso de los
trasplantes de órganos. También, en algunas ocasiones excepcionales, el aislamiento
geográfico podría condicionar el diagnóstico de enfermo terminal dada la carencia de
recursos terapéuticos complejos e imposibilidad de traslado a un centro especializado.

Los criterios que hemos mencionado pueden cumplirse en cualquier grupo etario. La edad
avanzada no es un criterio válido para catalogar como terminal a un paciente. Tampoco lo
es el compromiso de conciencia, cognitivo o de relación, si ello no se acompaña de una
condición patológica grave, progresiva e irreversible, para la cual no existe tratamiento
curativo.

ROL DEL MÉDICO TRATANTE

Definida la condición de enfermo terminal, es preciso delinear las actitudes y conductas que
corresponden al médico tratante y otros miembros del equipo de salud, tanto en lo que
respecta al enfermo como a su familia.

a) Comunicación al enfermo de la situación que lo afecta: la norma general es que el


paciente tiene el derecho a conocer tanto la naturaleza de la enfermedad como su pronóstico
y el médico la obligación de decir la verdad. Para fines de esta comunicación, es de
decisiva importancia una adecuada relación médico-paciente.

Es al médico tratante a quien corresponde comunicar al paciente la naturaleza de su


enfermedad y su pronóstico, porque él es el responsable de su cuidado, conoce cabalmente
la enfermedad que lo aqueja y ha desarrollado una relación interpersonal con el enfermo
que facilita la comunicación.

No hay ninguna justificación ética para mentir a un paciente, dado que cualquier buena
intención que se tenga no excusa la intolerabilidad moral de la mentira. Sin embargo, en
determinadas situaciones, para no dañar la condición psicológica del paciente o destruir las
esperanzas de mejoría que pudiera tener, se puede limitar la información sobre su
enfermedad, sin ocultar los aspectos esenciales de ella. Si bien los pacientes tienen el
derecho a conocer la verdad sobre su situación, la prudencia es anterior al derecho a la
verdad "a toda costa".

En ocasiones, el enfermo puede haber manifestado expresamente al médico su voluntad de


conocer la verdad sobre su enfermedad, en cuyo caso es obligación del médico
proporcionársela. En otras circunstancias, es el médico quien tiene que averiguar si el
enfermo está en condiciones de conocer la verdad, mediante una observación atenta y
preguntando a sus familiares más directos o personas que vivan en estrecho contacto con él.
También, tiene que considerar la condición psíquica del enfermo, cuál es su juicio de
realidad y grado de lucidez intelectual y cognitiva; es decir, saber si el enfermo es o no
competente para tomar sus propias decisiones. Si existen dudas acerca de la competencia de
un paciente, el médico tratante deberá recurrir a una instancia calificada para resolver. En
todo caso, el médico debe ahondar la relación con el enfermo, dándole la real oportunidad
de manifestar su voluntad.

b) Comunicación con la familia: en general, la familia debe participar del conocimiento de


la real situación del enfermo y ser informada en el momento oportuno. La participación de
la familia se considera indispensable, no sólo para evitar eventuales problemas al médico o
al equipo de salud o por las implicaciones médico-legales que pudieran generarse, sino
como una manera de lograr una efectiva comprensión de la situación del enfermo y la
voluntad de los familiares de proporcionar al paciente un adecuado sostén de todo orden
hasta el fin de su vida. La familia debe comprender que, sin lugar a dudas, está involucrada
en el problema de su pariente enfermo y que esa situación afecta y compromete a todos
como grupo familiar.

Con el fin de disponer de elementos de juicio apropiados, el médico tratante deberá inquirir
la presencia o ausencia de un soporte social adecuado a la edad y condición del enfermo,
tanto a nivel de familiares como de amistades.

Cuando se trata de pacientes comprometidos de conciencia o emocionalmente inestables, la


familia, el representante legal o, en caso de no existir éstos, alguien muy cercano, subrogará
al enfermo en su derecho de conocer, debiendo ser informada esa persona de modo
completo sobre la condición del enfermo.

Una situación más bien excepcional se genera si un enfermo competente y psíquicamente


estable prohibe expresamente al médico compartir la información de su situación con sus
familiares o personas relacionadas cercanamente. O a la inversa, de ocurrencia más
frecuente, la familia puede solicitar al médico que no diga al paciente la verdad sobre su
enfermedad. En ambos casos, debe prevalecer el compromiso del médico con su enfermo y,
por lo tanto, debe respetarse su voluntad. Sin perjuicio de ello, el médico puede intentar
convencer al paciente que es conveniente que la familia esté informada y, a ésta, que es un
derecho del enfermo conocer la verdad, dándole las razones para ello.

c) Conducción del proceso de cuidado del paciente terminal: el médico tratante debe ser el
principal responsable y conductor del proceso de cuidado del paciente terminal. Más aún,
asumir esta conducción constituye una obligación irrenunciable para el médico (principio
del no abandono). Sin perjuicio de ello, en la medida que se requiera, es necesaria la
participación de un equipo de profesionales y auxiliares de la salud según el lugar de
atención y las características de cada paciente. No obstante, la falta de un grupo profesional
de apoyo no excusa al médico tratante de dar las indicaciones pertinentes para llevar a cabo
el cuidado del enfermo. Este cuidado debe incluir su preocupación no sólo por los aspectos
técnicos, sino que también por los asuntos personales del paciente y la compañia y apoyo
de los familiares y amigos cercanos.
Mención especial merece la situación de los médicos que desarrollan sus funciones en
Servicios de Urgencia y Residencia, en hospitales y otros centros de salud, toda vez que
sobre ellos recae, -muchas veces- la responsabilidad de tomar decisiones respecto a
enfermos con los cuales nunca antes habían tenido relación alguna. La mayoría de las
veces, además de trabajar con premura por la presión asistencial, no suelen disponer de
información de los pacientes entregados a su cuidado, lo que puede conducir a errores de
juicio. Es de gran importancia en estos casos que el médico actúe con prudencia,
esforzándose por obtener la mayor cantidad de información sobre el enfermo o, en su
defecto, actuar de modo conservador, considerando que la situación es reversible mientras
no se demuestre objetivamente lo contrario. Es conveniente mencionar, en el caso de
enfermos que han estado previamente hospitalizados, la valiosa ayuda que puede prestar,
para tomar decisiones correctas, una ficha clínica de buena calidad.

d) Tratamiento del enfermo: en términos generales, los objetivos del tratamiento deben
orientarse a aliviar los síntomas que hacen sufrir al enfermo, proporcionarle períodos
apropiados de descanso y sueño, lograr la mayor movilidad e independencia que su
condición le permita y aliviar los sentimientos de impotencia o culpa que el enfermo
pudiera tener. El paciente debe recibir un tratamiento paliativo acorde con su condición
terminal, por lo que no tiene justificación utilizar tratamientos agresivos y costosos como
los que pueden emplearse en el caso de enfermedades recuperables (principio de
proporcionalidad).

Se ha dicho, con razón, que nadie está obligado a administrar tratamientos fútiles, así como
no se debiera escatimar recursos orientados a mejorar el bienestar del paciente.

El médico debe esforzarse también, en la medida de lo posible, por prever los eventos que
puedan ocurrir, en especial las complicaciones, y las medidas que ante esas eventualidades
se podrían adoptar. Es conveniente que convenga, con la familia, lo que se haría en cada
situación prevista.

Es útil que el médico tratante tenga presente las diferentes fases emocionales por las que
atraviesa un enfermo terminal, las que han sido esquematizadas por Kubler-Ross: negación,
ira, depresión, negociación y aceptación, y que Ðpor ciertoÐ no todos los pacientes las
presentan ni necesariamente en el orden señalado.

El tratamiento debe estar destinado a proporcionar al paciente:

1. Apoyo psicológico del médico tratante y demás profesionales y auxiliares que


tienen relación con el paciente, cuando el mismo esté consciente y en capacidad de
recibir información, lo que incluye el apoyo familiar.

2. Atención de enfermería básica adecuada, incluyendo el confort, y compañía de


personal especializado o de familiares que colaboren en esas tareas.

3. Tratamiento apropiado de los síntomas que perturban al paciente, en especial del


dolor cuando está presente.
4. Diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado de la ansiedad y depresión.

5. Diagnóstico oportuno y tratamiento de nuevos signos o síntomas que pueden


aparecer en el curso de la evolución e incomodar al paciente.

El personal que atiende a un paciente terminal debiera ser seleccionado entre aquellos que
más disposición y habílidades muestren para relacionarse con este tipo de enfermos. Puede
permitirse el contacto de estos enfermos con estudiantes de Medicina o de la salud, por
razones docentes claramente definidas y supervisadas y si contribuyen a mejorar la atención
del paciente, resguardando siempre la tranquilidad y dignidad del enfermo.

Es legítimo utilizar los medicamentos para el tratamiento de los síntomas que perturban al
enfermo en las dosis apropiadas para aliviarlo, de acuerdo al buen arte y ciencia de la
Medicina, aún cuando ello pudiera incidir secundariamente en un acortamiento no
intencionado de la sobrevida del paciente.

Cuando se plantea la alternativa de someter a un paciente terminal a algún tipo de


tratamiento experimental, se deberá ser estricto en la aplicación del consentimiento
informado, si el paciente está en condiciones de entregarlo, o bien, obtenerlo de un familiar
directo u otra persona legalmente autorizada para ello. Cuando un paciente terminal se
encuentra hospitalizado o internado en un centro de salud, debe tener acceso a visitas y
contactos con familiares y amigos sin las restricciones estrictas que regulan habitualmente
las visitas a los hospitales. A solicitud del paciente, se debe facilitar las entrevistas con
sacerdotes, notarios, abogados u otras personas que él requiera. También debe procurarse,
de acuerdo a los recursos disponibles, un lugar que posibilite una relación de intimidad de
la familia con el enfermo.

e) Preparación del enfermo para la muerte: tiene singular importancia que el paciente, que
va a morir en un breve plazo, se prepare para la muerte en debida forma y reciba la mejor
ayuda de quienes participan en su tratamiento y cuidado.

Esta preparación incluye la posibilidad de que el enfermo resuelva adecuadamente un


amplio rango de asuntos personales, de orden familiar, económico, legal o del ámbito
espiritual. La oportunidad de reconciliarse con un pariente o amigo, reconocer legalmente
un hijo, poner sus asuntos económicos en orden, adoptar medidas para asegurar el bienestar
de quienes dependen de él o tomar decisiones de orden espiritual o religioso de acuerdo a
sus creencias, son ejemplos de preocupaciones que puede tener un enfermo terminal.

Es responsabilidad del médico tratante que se facilite al enfermo terminal, cuando sea
factible, el acceso oportuno a las personas o entidades que requiera, para así resolver -del
mejor modo posible- los problemas de carácter personal que lo aquejan o preocupan.

f) Lugar de atención del enfermo: un paciente terminal puede recibir atención médica en su
casa, el hospital u otro tipo de establecimiento adecuado para ello. Para tomar una decisión
sobre el sitio en que se cuidará al enfermo, el médico debe tomar en cuenta factores como
los siguientes:
1. Gustos y preferencias del afectado, haciendo con el paciente las consultas
pertinentes, toda vez que sea posible.

2. La situación socio-económica personal y familiar, a la vez que los recursos


disponibles para el caso particular.

3. El sistema previsional al que se encuentra adscrito el paciente, así como los


beneficios que dicho sistema le otorga.

4. La disponibilidad cierta (o su ausencia) de una red efectiva de apoyo social,


proporcionada por la familia. otras personas cercanas u organizaciones de
voluntarios, que estén dispuestas a participar activamente en la atención del
enfermo.

5. Factores culturales, que pueden incidir en las preferencias del enfermo o la


familia por un determinado lugar de atención.

El médico debe tener siempre en consideración que el costo de la atención del enfermo no
constituya una carga patrimonial desproporcionada para el afectado o su familia.

En último término, se trata de encontrar una solución individual que permita optimizar la
calidad de la vida que le resta, tanto desde un punto de vista técnico como humano. En este
sentido, el hogar familiar adquiere una dimensión importante como lugar apropiado para el
cuidado del paciente terminal, lo que -además- evita medicalizar la muerte y disminuye la
posibilidad de utilizar métodos extraordinarios de tratamiento, no indicados en tal
condición.

En relación al cuidado del enfermo terminal se plantean, además, otros temas de


importancia médica y ética, como son la indicación y límites de uso de los métodos
extraordinarios de tratamiento, la llamada "orden de no resucitación" y la eutanasia, que
son analizados en otros documentos.

CONCLUSIÓN

La clasificación de un paciente como terminal debe obedecer a criterios estrictos que dicen
relación con un diagnóstico experto de la enfermedad o condición que padece el individuo,
su carácter progresivo e irreversible y la ausencia de tratamientos eficaces en el estado
actual de los conocimientos médicos. No debe confundirse la gravedad de una enfermedad
con el carácter de terminal, ya que enfermedades muy graves pueden ser reversibles con los
recursos terapéuticos apropiados. El diagnóstico de enfermo terminal significa para el
médico tratante una gran responsabilidad profesional y ética, entre ellas la de asumir
plenamente el cuidado del paciente hasta su muerte. La conducta del médico debe
orientarse a aliviar al paciente de los síntomas que lo perturban y ofrecerle el mayor
bienestar posible en lo que le resta de vida, así como a facilitarle las condiciones para
resolver los problemas de orden personal que le preocupen.
REFERENCIAS

1. CRUZ DE AMENÁBAR I. Reflexiones sobre muerte y modernidad. Humanitas 1997; 8:


691-701. [ Links ]

2. EMPIRE MEDICARE SERVICES. Hospice Determining Terminal Status in Non-


Cancer Diagnoses -Pulmonary Disease. Policy Number: (YPF # 169) (Ymed # 26). The
Medicare News Brief, 98-7, September 1998. [ Links ]

3. BRUGAROLAS A. La atención al paciente terminal. En: Manual de Bioética General.


A. Polaino-Lorente, Ediciones RIALP, 3a Ed.; Madrid, 1997. [ Links ]

4. KUBLER-ROSS E. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo; Barcelona,


1974. [ Links ]

5. ROA A. El Enfermo Terminal y la Muerte. En: Etica y Bioética, Editorial Andrés Bello.
Santiago de Chile 1998. [ Links ]

6. TREJO C. El enfoque ético del paciente terminal. Bol. Hosp. S.J. Dios (Santiago de
Chile) 1988; 35: 334-9. [ Links ]

7. AGUILERA P. En la frontera vida-muerte. Problemas bioéticos. Editorial Universitaria.


Santiago de Chile, 1991. [ Links ]

8. GOIC A, FLORENZANO R, PIÑERA B, VALDÉS S, ARMAS MERINO R. El cuidado


del enfermo terminal (Mesa Redonda) Rev Méd Chile 1997; 125: 1517-25. [ Links ]

9. S.S. JUAN PABLO II. Encíclica "Evangelium Vitae", sobre El Valor Inviolable de la
Vida Humana. Párrafos 15 y 88. Marzo de 1995. [ Links ]

10. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL PARA LOS AGENTES


SANITARIOS. Los enfermos terminales. En: Carta de los Agentes de la Salud. Ed.
Palabra; Madrid, 1995: 93-110. [ Links ]

11. MONGE MA. El Enfermo terminal. En: Etica, Salud, Enfermedad Ed. Palabra; Madrid,
1991: 119-29.

El enfermo terminal
The terminally ill patient
Grupo de Estudios de Etica Clínica,
de la Sociedad Médica de Santiago
The classification of a patient as terminally ill is based on an expert diagnosis of a severe
and irreversible disease and the absence of an effective available treatment, according to
present medical knowledge. Terminal diseases must not be confused with severe ones, since
the latter may be reversible with an adequate and timely treatment. The physician assumes
a great responsibility at the moment of diagnosing a patient as terminally ill. The
professional must assume his care until the moment of death. This care must be oriented to
the alleviation of symptoms and to provide the best possible quality of life. Also, help must
be provided to deal with personal, legal and religious issues that may concern the patient.
(Rev Méd Chile 2000; 128: 547-52).
(Key-words: Ethics, medical; Terminal care; Terminally ill)

Documento elaborado por el Grupo de Estudios de Etica Clínica. Presentado al


Directorio
de la Sociedad Médica de Santiago el 14 de marzo del 2000.
Integrantes del Grupo de Estudios de Etica Clínica: Drs. Mireya Bravo L (Facultad
de
Medicina, Universidad de Chile), Carlos Echeverría B (Hospital Naval, Viña del
Mar),
Alejandro Goic G (Presidente del Grupo de Estudios; Facultad de Medicina,
Universidad
de Chile), Miguel Kottow B (Facultad de Medicina, Universidad de Chile), Manuel
Lavados M
(Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Lorena Mosso G (Facultad
de
Medicina, Universidad Católica de Chile), Manuel Pérez F (Clínica Las Condes),
Carlos
Quintana V (Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Alberto Rojas
O (Hospital
Naval, Viña del Mar), Eduardo Rosselot J (Facultad de Medicina, Universidad de
Chile),
Alejandro Serani M (Facultad de Medicina, Universidad de Los Andes), Paulina
Taboada R
(Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile), Carlos Trejo M (Hospital
Félix Bulnes).

Las condiciones socioculturales de la época en que vivimos, la transición epidemiológica


con el aumento de las enfermedades crónicas, el reconocimiento explícito de la autonomía
de las personas, diversas actitudes y conceptos sobre la muerte, situaciones variadas
relacionadas con el uso de los recursos existentes o disponibles y las exigencias cotidianas
del ejercicio de la Medicina Clínica, entre otras razones, hacen necesario y útil reflexionar
sobre el tema del enfermo terminal.

La categorización de un enfermo como terminal ha variado en el tiempo, en función del


progreso de la Medicina y la disponibilidad de nuevos tratamientos y de tecnologías de
apoyo vital para enfrentar enfermedades graves. Hay enfermos muy graves que
antiguamente morían pero que hoy día pueden ser recuperados al disponerse de
tratamientos específicos y de recursos terapéuticos que reemplazan funciones u órganos
vitales dañados. Igualmente, hoy se dispone de intervenciones terapéuticas que permiten
prolongar la vida, por un período significativo de tiempo, en pacientes portadores de una
condición patológica anteriormente considerada terminal. Un buen ejemplo es el de los
enfermos con insuficiencia renal crónica, catalogada antiguamente como "terminal", que
hoy sobreviven al ser tratados con diálisis crónica o trasplante renal.

La gravedad de una enfermedad es un concepto distinto al de terminalidad. Generalmente,


se califica de grave a un paciente cuya enfermedad o condición representa una amenaza
potencial para su vida. Así, un enfermo terminal es habitualmente un enfermo grave pero,
obviamente, la mayoría de los enfermos graves no pueden ser calificados como terminales.
Por ejemplo, los pacientes que ingresan a Unidades de Cuidado Intensivo para recibir
tratamiento de enfermedades o complicaciones agudas potencialmente mortales son,
ciertamente, pacientes graves, pero no por el hecho de estar en una Unidad de Cuidado
Intensivo se puede decir que un paciente es terminal.

Tampoco la incurabilidad es sinónimo de terminalidad. Hay pacientes que padecen de


enfermedades incurables pero que no los conducen a la muerte en plazos breves y, en
consecuencia, no son terminales (v.gr: la Enfermedad de Alzheimer).

Diagnosticar un paciente como terminal constituye para el médico una gran responsabilidad
profesional y ética. Por una parte, induce un cambio radical en su actitud y acciones
terapéuticas, ya que el tratamiento curativo da paso al paliativo y al cuidado básico del
enfermo. Por la otra, implica la obligación de quien tenga, efectivamente y en la práctica, el
rol de médico tratante, de asumir en plenitud el cuidado del paciente hasta su muerte.

Todo lo anterior señala la importancia de definir, con la mayor precisión posible, lo que se
entiende por enfermo terminal o condición terminal de una afección, así como describir los
deberes del médico en el cuidado de estos pacientes.

DEFINICIÓN

Para que un paciente pueda ser clasificado como terminal se deben cumplir las siguientes
condiciones:

a) Ser portador de una enfermedad o condición patológica grave, que haya sido
diagnosticada en forma precisa por un médico experto.

El diagnóstico de la enfermedad o condición patológica debe estar bien fundamentado y ser


formulado por un médico que tenga los conocimientos, habilidades y experiencia necesarias
para hacerlo más allá de toda duda razonable (diagnóstico experto).

Si el médico tratante tiene dudas sobre el diagnóstico de la afección que sufre su paciente,
es su deber consultar otras opiniones idóneas.

b) La enfermedad o condición diagnosticada debe ser de carácter progresivo e


irreversible, con pronóstico fatal próximo o en un plazo relativamente breve.
La progresividad e irreversibilidad de la enfermedad son elementos definitorios necesarios
y copulativos para clasificar a un enfermo como terminal. Hay que reconocer, sin embargo,
que el pronóstico fatal de una enfermedad se basa principalmente en criterios estadísticos
de modo que, en casos individuales, puede haber variaciones en la evolución predicha para
la enfermedad, dependiendo de su naturaleza u otros factores.

Sobre la extensión del plazo en que se produce la muerte hay diversas opiniones, desde
menos de un mes, hasta seis meses. Este último es el criterio utilizado por Medicare, en los
Estados Unidos de Norteamérica, por razones administrativas. Tratar de establecer un plazo
exacto parece arbitrario pero, en la mayoría de los casos se trata de plazos breves (horas,
días, semanas o -a lo sumo- unos pocos meses).

c) En el momento del diagnóstico, la enfermedad o condición patológica no es susceptible


de un tratamiento conocido y de eficacia comprobada que permita modificar el pronóstico
de muerte próxima; o bien, los recursos terapéuticos utilizados han dejado de ser eficaces.
La carencia de un tratamiento conocido y de eficacia comprobada se refiere a que no se
dispone de él en el estado actual de los conocimientos médicos. A la luz del acelerado
desarrollo científico y tecnológico, se puede predecir razonablemente que enfermedades
consideradas hoy irreversibles, dejarán de serlo en el futuro, con el advenimiento de nuevos
recursos terapéuticos.

Hay tratamientos disponibles para enfermedades graves que pueden mantener con vida al
paciente durante años y que, pese a ello, en algún momento de la evolución pueden dejar de
ser efectivos, convirtiéndose así el paciente grave en terminal. Tal es el caso de la
quimioterapia en algunas formas de cáncer.

Es necesario reconocer que, en algunos casos, el carácter terminal de un paciente pueda


estar condicionado por la imposibilidad práctica de utilizar los recursos terapéuticos que la
Medicina dispone y que podrían modificar el pronóstico terminal de una enfermedad, pero
que son de una disponibilidad muy limitada, complejos y costosos, como es el caso de los
trasplantes de órganos. También, en algunas ocasiones excepcionales, el aislamiento
geográfico podría condicionar el diagnóstico de enfermo terminal dada la carencia de
recursos terapéuticos complejos e imposibilidad de traslado a un centro especializado.

Los criterios que hemos mencionado pueden cumplirse en cualquier grupo etario. La edad
avanzada no es un criterio válido para catalogar como terminal a un paciente. Tampoco lo
es el compromiso de conciencia, cognitivo o de relación, si ello no se acompaña de una
condición patológica grave, progresiva e irreversible, para la cual no existe tratamiento
curativo.

ROL DEL MÉDICO TRATANTE

Definida la condición de enfermo terminal, es preciso delinear las actitudes y conductas que
corresponden al médico tratante y otros miembros del equipo de salud, tanto en lo que
respecta al enfermo como a su familia.
a) Comunicación al enfermo de la situación que lo afecta: la norma general es que el
paciente tiene el derecho a conocer tanto la naturaleza de la enfermedad como su pronóstico
y el médico la obligación de decir la verdad. Para fines de esta comunicación, es de
decisiva importancia una adecuada relación médico-paciente.

Es al médico tratante a quien corresponde comunicar al paciente la naturaleza de su


enfermedad y su pronóstico, porque él es el responsable de su cuidado, conoce cabalmente
la enfermedad que lo aqueja y ha desarrollado una relación interpersonal con el enfermo
que facilita la comunicación.

No hay ninguna justificación ética para mentir a un paciente, dado que cualquier buena
intención que se tenga no excusa la intolerabilidad moral de la mentira. Sin embargo, en
determinadas situaciones, para no dañar la condición psicológica del paciente o destruir las
esperanzas de mejoría que pudiera tener, se puede limitar la información sobre su
enfermedad, sin ocultar los aspectos esenciales de ella. Si bien los pacientes tienen el
derecho a conocer la verdad sobre su situación, la prudencia es anterior al derecho a la
verdad "a toda costa".

En ocasiones, el enfermo puede haber manifestado expresamente al médico su voluntad de


conocer la verdad sobre su enfermedad, en cuyo caso es obligación del médico
proporcionársela. En otras circunstancias, es el médico quien tiene que averiguar si el
enfermo está en condiciones de conocer la verdad, mediante una observación atenta y
preguntando a sus familiares más directos o personas que vivan en estrecho contacto con él.
También, tiene que considerar la condición psíquica del enfermo, cuál es su juicio de
realidad y grado de lucidez intelectual y cognitiva; es decir, saber si el enfermo es o no
competente para tomar sus propias decisiones. Si existen dudas acerca de la competencia de
un paciente, el médico tratante deberá recurrir a una instancia calificada para resolver. En
todo caso, el médico debe ahondar la relación con el enfermo, dándole la real oportunidad
de manifestar su voluntad.

b) Comunicación con la familia: en general, la familia debe participar del conocimiento de


la real situación del enfermo y ser informada en el momento oportuno. La participación de
la familia se considera indispensable, no sólo para evitar eventuales problemas al médico o
al equipo de salud o por las implicaciones médico-legales que pudieran generarse, sino
como una manera de lograr una efectiva comprensión de la situación del enfermo y la
voluntad de los familiares de proporcionar al paciente un adecuado sostén de todo orden
hasta el fin de su vida. La familia debe comprender que, sin lugar a dudas, está involucrada
en el problema de su pariente enfermo y que esa situación afecta y compromete a todos
como grupo familiar.

Con el fin de disponer de elementos de juicio apropiados, el médico tratante deberá inquirir
la presencia o ausencia de un soporte social adecuado a la edad y condición del enfermo,
tanto a nivel de familiares como de amistades.

Cuando se trata de pacientes comprometidos de conciencia o emocionalmente inestables, la


familia, el representante legal o, en caso de no existir éstos, alguien muy cercano, subrogará
al enfermo en su derecho de conocer, debiendo ser informada esa persona de modo
completo sobre la condición del enfermo.

Una situación más bien excepcional se genera si un enfermo competente y psíquicamente


estable prohibe expresamente al médico compartir la información de su situación con sus
familiares o personas relacionadas cercanamente. O a la inversa, de ocurrencia más
frecuente, la familia puede solicitar al médico que no diga al paciente la verdad sobre su
enfermedad. En ambos casos, debe prevalecer el compromiso del médico con su enfermo y,
por lo tanto, debe respetarse su voluntad. Sin perjuicio de ello, el médico puede intentar
convencer al paciente que es conveniente que la familia esté informada y, a ésta, que es un
derecho del enfermo conocer la verdad, dándole las razones para ello.

c) Conducción del proceso de cuidado del paciente terminal: el médico tratante debe ser el
principal responsable y conductor del proceso de cuidado del paciente terminal. Más aún,
asumir esta conducción constituye una obligación irrenunciable para el médico (principio
del no abandono). Sin perjuicio de ello, en la medida que se requiera, es necesaria la
participación de un equipo de profesionales y auxiliares de la salud según el lugar de
atención y las características de cada paciente. No obstante, la falta de un grupo profesional
de apoyo no excusa al médico tratante de dar las indicaciones pertinentes para llevar a cabo
el cuidado del enfermo. Este cuidado debe incluir su preocupación no sólo por los aspectos
técnicos, sino que también por los asuntos personales del paciente y la compañia y apoyo
de los familiares y amigos cercanos.

Mención especial merece la situación de los médicos que desarrollan sus funciones en
Servicios de Urgencia y Residencia, en hospitales y otros centros de salud, toda vez que
sobre ellos recae, -muchas veces- la responsabilidad de tomar decisiones respecto a
enfermos con los cuales nunca antes habían tenido relación alguna. La mayoría de las
veces, además de trabajar con premura por la presión asistencial, no suelen disponer de
información de los pacientes entregados a su cuidado, lo que puede conducir a errores de
juicio. Es de gran importancia en estos casos que el médico actúe con prudencia,
esforzándose por obtener la mayor cantidad de información sobre el enfermo o, en su
defecto, actuar de modo conservador, considerando que la situación es reversible mientras
no se demuestre objetivamente lo contrario. Es conveniente mencionar, en el caso de
enfermos que han estado previamente hospitalizados, la valiosa ayuda que puede prestar,
para tomar decisiones correctas, una ficha clínica de buena calidad.

d) Tratamiento del enfermo: en términos generales, los objetivos del tratamiento deben
orientarse a aliviar los síntomas que hacen sufrir al enfermo, proporcionarle períodos
apropiados de descanso y sueño, lograr la mayor movilidad e independencia que su
condición le permita y aliviar los sentimientos de impotencia o culpa que el enfermo
pudiera tener. El paciente debe recibir un tratamiento paliativo acorde con su condición
terminal, por lo que no tiene justificación utilizar tratamientos agresivos y costosos como
los que pueden emplearse en el caso de enfermedades recuperables (principio de
proporcionalidad).

Se ha dicho, con razón, que nadie está obligado a administrar tratamientos fútiles, así como
no se debiera escatimar recursos orientados a mejorar el bienestar del paciente.
El médico debe esforzarse también, en la medida de lo posible, por prever los eventos que
puedan ocurrir, en especial las complicaciones, y las medidas que ante esas eventualidades
se podrían adoptar. Es conveniente que convenga, con la familia, lo que se haría en cada
situación prevista.

Es útil que el médico tratante tenga presente las diferentes fases emocionales por las que
atraviesa un enfermo terminal, las que han sido esquematizadas por Kubler-Ross: negación,
ira, depresión, negociación y aceptación, y que Ðpor ciertoÐ no todos los pacientes las
presentan ni necesariamente en el orden señalado.

El tratamiento debe estar destinado a proporcionar al paciente:

1. Apoyo psicológico del médico tratante y demás profesionales y auxiliares que


tienen relación con el paciente, cuando el mismo esté consciente y en capacidad de
recibir información, lo que incluye el apoyo familiar.

2. Atención de enfermería básica adecuada, incluyendo el confort, y compañía de


personal especializado o de familiares que colaboren en esas tareas.

3. Tratamiento apropiado de los síntomas que perturban al paciente, en especial del


dolor cuando está presente.

4. Diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado de la ansiedad y depresión.

5. Diagnóstico oportuno y tratamiento de nuevos signos o síntomas que pueden


aparecer en el curso de la evolución e incomodar al paciente.

El personal que atiende a un paciente terminal debiera ser seleccionado entre aquellos que
más disposición y habílidades muestren para relacionarse con este tipo de enfermos. Puede
permitirse el contacto de estos enfermos con estudiantes de Medicina o de la salud, por
razones docentes claramente definidas y supervisadas y si contribuyen a mejorar la atención
del paciente, resguardando siempre la tranquilidad y dignidad del enfermo.

Es legítimo utilizar los medicamentos para el tratamiento de los síntomas que perturban al
enfermo en las dosis apropiadas para aliviarlo, de acuerdo al buen arte y ciencia de la
Medicina, aún cuando ello pudiera incidir secundariamente en un acortamiento no
intencionado de la sobrevida del paciente.

Cuando se plantea la alternativa de someter a un paciente terminal a algún tipo de


tratamiento experimental, se deberá ser estricto en la aplicación del consentimiento
informado, si el paciente está en condiciones de entregarlo, o bien, obtenerlo de un familiar
directo u otra persona legalmente autorizada para ello. Cuando un paciente terminal se
encuentra hospitalizado o internado en un centro de salud, debe tener acceso a visitas y
contactos con familiares y amigos sin las restricciones estrictas que regulan habitualmente
las visitas a los hospitales. A solicitud del paciente, se debe facilitar las entrevistas con
sacerdotes, notarios, abogados u otras personas que él requiera. También debe procurarse,
de acuerdo a los recursos disponibles, un lugar que posibilite una relación de intimidad de
la familia con el enfermo.

e) Preparación del enfermo para la muerte: tiene singular importancia que el paciente, que
va a morir en un breve plazo, se prepare para la muerte en debida forma y reciba la mejor
ayuda de quienes participan en su tratamiento y cuidado.

Esta preparación incluye la posibilidad de que el enfermo resuelva adecuadamente un


amplio rango de asuntos personales, de orden familiar, económico, legal o del ámbito
espiritual. La oportunidad de reconciliarse con un pariente o amigo, reconocer legalmente
un hijo, poner sus asuntos económicos en orden, adoptar medidas para asegurar el bienestar
de quienes dependen de él o tomar decisiones de orden espiritual o religioso de acuerdo a
sus creencias, son ejemplos de preocupaciones que puede tener un enfermo terminal.

Es responsabilidad del médico tratante que se facilite al enfermo terminal, cuando sea
factible, el acceso oportuno a las personas o entidades que requiera, para así resolver -del
mejor modo posible- los problemas de carácter personal que lo aquejan o preocupan.

f) Lugar de atención del enfermo: un paciente terminal puede recibir atención médica en su
casa, el hospital u otro tipo de establecimiento adecuado para ello. Para tomar una decisión
sobre el sitio en que se cuidará al enfermo, el médico debe tomar en cuenta factores como
los siguientes:

1. Gustos y preferencias del afectado, haciendo con el paciente las consultas


pertinentes, toda vez que sea posible.

2. La situación socio-económica personal y familiar, a la vez que los recursos


disponibles para el caso particular.

3. El sistema previsional al que se encuentra adscrito el paciente, así como los


beneficios que dicho sistema le otorga.

4. La disponibilidad cierta (o su ausencia) de una red efectiva de apoyo social,


proporcionada por la familia. otras personas cercanas u organizaciones de
voluntarios, que estén dispuestas a participar activamente en la atención del
enfermo.

5. Factores culturales, que pueden incidir en las preferencias del enfermo o la


familia por un determinado lugar de atención.

El médico debe tener siempre en consideración que el costo de la atención del enfermo no
constituya una carga patrimonial desproporcionada para el afectado o su familia.

En último término, se trata de encontrar una solución individual que permita optimizar la
calidad de la vida que le resta, tanto desde un punto de vista técnico como humano. En este
sentido, el hogar familiar adquiere una dimensión importante como lugar apropiado para el
cuidado del paciente terminal, lo que -además- evita medicalizar la muerte y disminuye la
posibilidad de utilizar métodos extraordinarios de tratamiento, no indicados en tal
condición.

En relación al cuidado del enfermo terminal se plantean, además, otros temas de


importancia médica y ética, como son la indicación y límites de uso de los métodos
extraordinarios de tratamiento, la llamada "orden de no resucitación" y la eutanasia, que
son analizados en otros documentos.

CONCLUSIÓN

La clasificación de un paciente como terminal debe obedecer a criterios estrictos que dicen
relación con un diagnóstico experto de la enfermedad o condición que padece el individuo,
su carácter progresivo e irreversible y la ausencia de tratamientos eficaces en el estado
actual de los conocimientos médicos. No debe confundirse la gravedad de una enfermedad
con el carácter de terminal, ya que enfermedades muy graves pueden ser reversibles con los
recursos terapéuticos apropiados. El diagnóstico de enfermo terminal significa para el
médico tratante una gran responsabilidad profesional y ética, entre ellas la de asumir
plenamente el cuidado del paciente hasta su muerte. La conducta del médico debe
orientarse a aliviar al paciente de los síntomas que lo perturban y ofrecerle el mayor
bienestar posible en lo que le resta de vida, así como a facilitarle las condiciones para
resolver los problemas de orden personal que le preocupen.

REFERENCIAS

1. CRUZ DE AMENÁBAR I. Reflexiones sobre muerte y modernidad. Humanitas 1997; 8:


691-701. [ Links ]

2. EMPIRE MEDICARE SERVICES. Hospice Determining Terminal Status in Non-


Cancer Diagnoses -Pulmonary Disease. Policy Number: (YPF # 169) (Ymed # 26). The
Medicare News Brief, 98-7, September 1998. [ Links ]

3. BRUGAROLAS A. La atención al paciente terminal. En: Manual de Bioética General.


A. Polaino-Lorente, Ediciones RIALP, 3a Ed.; Madrid, 1997. [ Links ]

4. KUBLER-ROSS E. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo; Barcelona,


1974. [ Links ]

5. ROA A. El Enfermo Terminal y la Muerte. En: Etica y Bioética, Editorial Andrés Bello.
Santiago de Chile 1998. [ Links ]

6. TREJO C. El enfoque ético del paciente terminal. Bol. Hosp. S.J. Dios (Santiago de
Chile) 1988; 35: 334-9. [ Links ]

7. AGUILERA P. En la frontera vida-muerte. Problemas bioéticos. Editorial Universitaria.


Santiago de Chile, 1991. [ Links ]
8. GOIC A, FLORENZANO R, PIÑERA B, VALDÉS S, ARMAS MERINO R. El cuidado
del enfermo terminal (Mesa Redonda) Rev Méd Chile 1997; 125: 1517-25. [ Links ]

9. S.S. JUAN PABLO II. Encíclica "Evangelium Vitae", sobre El Valor Inviolable de la
Vida Humana. Párrafos 15 y 88. Marzo de 1995. [ Links ]

10. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL PARA LOS AGENTES


SANITARIOS. Los enfermos terminales. En: Carta de los Agentes de la Salud. Ed.
Palabra; Madrid, 1995: 93-110. [ Links ]

11. MONGE MA. El Enfermo terminal. En: Etica, Salud, Enfermedad Ed. Palabra; Madrid,
1991: 119-29.

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