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Karl Marx

Alienación
Es un complejo concepto filosófico por el que un sujeto se desposee o pierde algo
de sí que se convierte en propiedad de otro. Para Marx el sujeto alienado es el
trabajador al realizar tareas que no considera ni siente como suyas. En
Manuscritos: economía y filosofía se plantea: ¿En qué consiste la enajenación en
el trabajo? Y responde: “Primeramente, en que el trabajo es externo al trabajador,
no pertenece a su ser; en su trabajo, el trabajador no se afirma sino que se niega;
no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y
espiritual, sino que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu. Por eso el trabajador
solo se siente en sí fuera del trabajo y, en el trabajo, fuera de sí. Está en lo suyo
cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así,
voluntario, sino forzado; trabajo forzado”.
La alienación también se refiere a la actividad religiosa. Esta no es una
necesidad ni una dimensión del ser humano sino un producto más de la
organización económica y social a la que justifica, legitima y perpetúa. En Crítica
de la filosofía del derecho de Hegel, Marx afirma: “La miseria religiosa es, de una
parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria
real (...). La religión es el opio del pueblo”. La transformación de la situación
material significaría el fin de la religión y evidenciaría el mito de la llamada
dimensión religiosa del ser humano.

Comunismo
“Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad sin más, sino
la abolición de la propiedad burguesa”. Propiedad entendida como “la última y más
perfecta expresión de la creación y apropiación de productos basada en
enfrentamientos de clases, en la explotación de unos por otros”. La sociedad
comunista que imaginó Marx propugnaba no solo la abolición de la propiedad
privada sino también la de las clases sociales y de la explotación. En ella, el
hombre no es un instrumento de producción sino alguien realizado que ha dejado
atrás todo tipo de alienación. En la última y más perfecta etapa de la sociedad
comunista desaparece también el Estado y la política, pues todas las discusiones
y opiniones solo tendrán como objetivo avanzar en las mejoras de la comunidad.
Por ello, muchos autores han visto en este concepto los rasgos de una utopía.

Conciencia de clase
Es el requisito inicial para que se ponga en marcha la revolución, la mecha que ha
de mover al proletariado bien informado, movilizado y con unos objetivos claros y
definidos. En la concepción marxista, el proletario no solo es alguien explotado,
sino alguien consciente de ser explotado y con deseos de acabar con esa
situación. Gran parte de los esfuerzos de Marx se dedicaron a la concienciación
del proletariado. Una tarea ingente ya que como indica Pedro Ribas, profesor de
Pensamiento Filosófico Español en la Universidad Autónoma de Madrid, y experto
en Marx: “La equivalencia o casi-equivalencia entre ser proletario y tener
conciencia de clase no es un hecho social”. Es más, en su opinión “si Marx
escribiera hoy, hablaría de la cantidad de filtros que el capitalismo ha establecido
para dificultar la conciencia de clase, para hacer creer que aquí el que no come y
disfruta es porque no quiere o porque es tonto”.

Dictadura del proletariado


Es el régimen posterior a la revolución y anterior a la implantación del comunismo.
En él, el poder adquirido por el proletariado permitirá expropiar a los capitalistas
los medios de producción. Si las características de la sociedad comunista están
nebulosamente definidas en los textos marxistas, las de la dictadura del
proletariado son nítidas. Entre ellas, expropiación de la tierra; supresión del
derecho de herencia; centralización del crédito y los transportes; imposición de la
obligación de trabajar; educación pública y gratuita; interacción entre educación y
producción material, etc.

Humanismo marxista
Toda la concepción marxista gira alrededor del ser humano. En Manuscritos:
economía y filosofía, Marx declara al hombre “no solo ser natural, sino ser natural
humano”. Al conjunto de relaciones biológicas que han dado lugar a los seres
humanos, Marx añade la historia como “la verdadera historia natural del hombre”.
En ese contexto es donde se realiza la necesaria “conversión de la naturaleza
en hombre”. Su característica esencial es la actividad, la producción de su propia
vida y de la historia. El hombre se basta a sí mismo para estas tareas. No necesita
ninguna espiritualidad. El humanismo marxista es ateo y afirma la primacía de un
ser humano libre, racional y autosuficiente. Además, afirma la igualdad de estas
características para todos los seres humanos.

Ideología
“Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc (...)”.
Ese conjunto de representaciones e ideas forma la ideología y la tarea que Marx
asigna al ser humano es la de desentrañar cuáles son esas ideas. Algo nada fácil
ya que el hombre está siempre “condicionado por un determinado desarrollo de
sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde”.
Con Marx, el concepto se tiñe de un carácter negativo ya que se confunde con
cultura adoptando valores deformantes. La deformación es consecuencia del
interés de la clase dominante por mantener sus privilegios. “Las ideas de la clase
dominante, son, en todas las épocas, las ideas dominantes”. Por ello, como
producto social que es, la ideología no tiene una historia ni un desarrollo propio
sino que depende de la sociedad y de los hombres concretos que la comparten.
Es un mecanismo privilegiado de ocultar o deformar la situación real de las
personas, un eficaz método de alienación.

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