Sei sulla pagina 1di 13

INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo monográfico veremos todo lo relacionado al derecho a la vida.

El derecho a la vida constituye uno de los derechos básicos del hombre, reconocido por
los ordenamientos jurídicos a nivel internacional, no siendo la excepción el ordenamiento
civil peruano, que presenta una posición personalista o humanista, más aún si se reconoce
al derecho a la vida como un derecho esencial de la persona y en tal sentido es objeto de
protección jurídica.

Nuestro ordenamiento concibe que el derecho a la vida detenta un carácter irrenunciable


y además resulta inherente a la persona humana, en tal sentido resulta primordial entre
los demás derechos de la persona y sobre todo que constituye presupuesto de los demás.
Es evidente que si no existiera el derecho a la vida carecería de sentido pronunciarse con
relación a los demás derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico, es por ello que
se afirma que constituye un presupuesto de los demás, y bajo esta perspectiva ha sido así
tratado en los diferentes ordenamientos, como en el peruano.

A pesar que es evidente la importancia dentro del mundo del Derecho, el reconocimiento
al Derecho a la Vida, sin embargo resulta más evidente aún, que éste no constituye un
derecho absoluto, pues es inevitable que existan conflictos con otros derechos, debido a
la diferente concepción o visión que se puede adoptar con relación a ella.
MARCO TEORICO

1. EL DERECHO A LA VIDA

El derecho a la vida es, sin temor a equivocarnos, un derecho natural primario u


originario del que todo ser humano goza, desde su existencia; aún más es
incuestionable que la vida en sí misma es un suceso, originario e irreversible; claro
desde un punto de vista enteramente natural.

Sin embargo, debemos tener siempre presente que cuando las Constituciones de los
Estados o aquellas normas o dispositivos legales de menor jerarquía consagran el
derecho a la vida, no es que estén creando un nuevo derecho o la última panacea,
sino simplemente lo están reconociendo (entiéndase en el sentido de mostrarse
conforme) y protegiendo; efectivamente así sucede con todos los derechos de
carácter primordial o esenciales del ser humano, con la salvedad que en el caso del
derecho a la vida se le ha concebido no sólo como primordial sino también como
indispensable presupuesto para todos los demás; así al respecto, Fernández
Sessarego señala: "El derecho a la vida es el primordial entre los derechos atinentes
a la persona y el presupuesto indispensable de todos los demás"
En este orden de ideas podemos colegir que el derecho a la vida es la fuente de
donde emergen todos los derechos inherentes de la persona humana.

El reconocimiento del derecho a la vida que efectúan los ordenamientos no sólo


radica en impedir que los demás atenten contra el individuo, pues comprenderlo así
sería una visión parcial de su concepción, es por ello que otros autores se inclinan
por señalar además que este derecho debe ser comprendido además como un
derecho a vivir de tal manera que el ser humano pueda realizar su proyecto de vida
vital, es decir, que se den ciertas condiciones de vida, situación esta última que
diferentes ordenamientos lo están tomando ya en cuenta y que ha originado
encontrados debates en los distintos órganos jurisdiccionales quienes protegen el
derecho a la vida en su más pura acepción como un derecho indisponible y quienes
conciben ya al mismo como un derecho disponible.
2. CONCEPTO DE DERECHO A LA VIDA
El derecho a la vida es el derecho fundamental que tiene todo ser humano a que se
respete su existencia, que solo debería poder perderse por causas naturales o
accidentales.

Es el más importante de los derechos y precede a todos, ya que sin vida no puede
gozarse de ninguna otra facultad. Es un derecho natural que el derecho
positivo debería reconocer siempre, pero no ocurre así en la práctica.

El derecho a la vida, a pesar de su importancia puede legalmente ser avasallado en


caso de guerra, por aplicación de la pena de muerte en aquellos estados que ya la
tengan establecida, y también en aquellos países que consideran el aborto como no
punible. En la mayoría de los casos, se privilegia el bienestar de la patria por sobre
la vida de los ciudadanos, como en el caso de la guerra.

Con respecto a la pena de muerte puede ser mantenida por aquellos estados que ya
la tienen legislada pero no puede ser incorporada como pena en el futuro por
aquellos que no la hayan incorporado.
En el aborto, los derechos en juego son la libertad de la madre a decidir sobre su
propio cuerpo, al que el feto está íntimamente unido; y el derecho del niño por nacer
a que se le preserve su posibilidad de vivir. Los países que anteponen la vida del
feto sin que ninguna circunstancia permita acabar con ella, son Chile, Irlanda,
Guatemala, Honduras, El Salvador, El Vaticano, Filipinas, Andorra, Somalia, Malta
y Luxemburgo. En el otro extremo, lo permiten sin restricciones, Guyana, Cuba,
Puerto Rico, España y Alemania, dentro de las primeras catorce semanas; y
posteriormente solo por razones de salud materna. Hasta las veinticuatro semanas
admite Holanda la posibilidad de abortar. En otros países se lo permite en casos
excepcionales como por razones de salud de la madre o por violación, por ejemplo
en Argentina y México.

3. EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA


"El desarrollo de un individuo comienza con la fecundación, fenómeno por el cual
el espermatozoide del varón y el ovocito de la mujer se unen para dar origen a un
nuevo organismo, el cigoto”.
En efecto, al observar tanto el gameto masculino como el femenino, se perciben
que son dos sistemas autónomos que están ordenados el uno al otro.

Tanto el óvulo como el espermatozoide son en potencia un individuo humano. Si


no se unen entre ellos, cada cual queda en su situación inicial. Cuando se produce
la fertilización, es decir, cuando el espermatozoide penetra el óvulo, pierden su
propia autonomía, dando lugar a un nuevo sistema que posee una nueva identidad
biológica y que lleva grabado en sí mismo un nuevo programa completo e
individualizado, estrictamente suyo, con una teleología que le es propia. En
efecto, "el cigoto contiene todas las instrucciones requeridas para el desarrollo de
un nuevo ser humano".

El cigoto no es una mera posibilidad de un sistema unificado. Este es el mismo


sujeto que se desarrolla y mantiene en cada fase una unidad óntica y continua con
la fase precedente.
Este sistema, con un patrimonio genético propio y exclusivo de la especie humana,
individualiza al recién concebido con características que le son propias,
constituyendo una auténtica novedad. Cada ser humano que habita en el planeta es
único e irrepetible.

El nuevo genoma del que está dotado el embrión unicelular es su estructura


coordinadora, la cual se caracteriza por identificar al embrión unicelular como
biológicamente humano, que se autoconstruye y se auto mantiene. Este nuevo ser
posee una teleología, es decir una finalidad, que le es propia, constituyéndose en un
fin por sí mismo y no por otro. En este sentido, es erróneo afirmar que es un
programa ejecutado por los órganos de la madre, aunque, obviamente, requiere de
ella para desarrollarse. Mejor dicho, "El neoconcebido tiene una propia y bien
determinada realidad biológica: es un individuo totalmente humano en desarrollo,
que autónomamente, momento a momento, sin ninguna discontinuidad construye
la propia forma siguiendo, por intrínseca actividad, un diseño proyectado en su
mismo genoma".
A la luz de los datos que aporta la ciencia, se percibe que no estamos en presencia
de un ser humano potencial en proceso de humanización, sino de un ser humano,
que si no lo ha sido desde el momento de la fecundación, no lo será nunca. Ello, en
virtud de que la vida humana no va precedida de vida vegetal o de algún ser
indiferenciado de otra especie. Aristóteles pensaba, equivocadamente, que el alma
provenía del semen y el cuerpo, de la materia materna.

4. AMPARO CIVIL DEL DERECHO A LA VIDA


Díez-Picazo y Gullón señalan que la vida: "Es el bien básico y esencial de la
persona, fundamento y asiento de todos los demás. Pero el hombre no tiene un poder
sobre su propia vida total y absoluto, que en su formulación consiguiente legitimaría
el suicidio. La vida no posee un valor puramente individual, sino familiar y social.
De ahí que el ordenamiento jurídico debe negar a la persona el poder de quitarse la
vida”.

El Código Civil Peruano de 1984 recoge en su artículo 5º el derecho esencial a la


vida, y en concordancia con el artículo 1º del indicado cuerpo normativo; se puede
colegir que se recoge una tutela a:

4.1. El Concebido. Pues protege al nasciturus (persona antes de nacer) o aún no


nacido que es considerado como ser independiente y distinto de la madre,
teniendo por tanto el derecho y amparo de la ley, reconociéndolo como sujeto
de derecho para todo lo que le favorece.

Aunque si bien es cierto no es aún una persona natural en razón que no se ha


producido el hecho del nacimiento, pero con ello no deja de ser ya una vida
humana, es un sujeto de derecho distinto y autónomo, tal como se ha indicado,
y por tanto es un centro de referencia de derechos desde el instante de la
concepción.

Ahora bien se debe tener en cuenta que nuestro ordenamiento si bien le da al


aún no nacido la condición de sujeto de derecho, será solo centro de
imputación o referencia de todo cuanto le favorece, situación muy distinta
que la persona individual o natural pues es centro de referencia normativo sin
limitación alguna salvo las dispuestas expresamente por ley; más aún en el
caso del concebido la atribución de derechos patrimoniales está condicionado
a que nazca vivo, con lo que se puede colegir que en cuanto a los derechos
extramatrimoniales o no patrimoniales (dentro de ellos el derecho a la vida)
es evidente que no están sujetos a condición.

Así podemos apreciar que existe un tratamiento normativo especial en cuanto


al concebido para su debida protección.

4.2. Al ser ya nacido o la persona individual o natural. Protege a los sujetos de


derecho con acciones efectivas, en tal sentido el objeto de protección jurídica
se encuentra en el ámbito de la persona misma, lo que se busca tutelar es
aspectos importantes próximos al ser de la persona a fin de que ella se realice
de acuerdo a su proyecto de vida, en tal sentido la persona individual o natural
será pues centro de referencia normativo sin limitación alguna salvo las
dispuestas expresamente por ley.

5. PROBLEMÁTICAS FRENTE AL DERECHO A LA VIDA


Resulta acertado sostener que “El derecho a la vida, al igual que otros derechos
humanos, no es un derecho absoluto o ilimitado; puede sufrir restricciones al
colisionar o entrar en conflicto con otros derechos. Esto puede ocurrir en
determinadas circunstancias “límite”.

En tales circunstancias corresponde al legislador establecer cuáles serán los


derechos que deben prevalecer. Los límites que el sistema jurídico ha recogido en
relación al derecho a la vida de las personas, son la pena de muerte, la legítima
defensa y el estado de necesidad; en el caso del derecho a la vida del concebido, el
límite es el aborto”.

Efectivamente la concepción, el nacimiento y la muerte han sido justamente


denominadas por ilustres tratadistas como "fronteras extremas de la vida”. Dichas
fronteras o límites, se encuentran en constante delimitación, y que en muchas
ocasiones ha originado un problema arduo e incluso difícil de resolver por sus
complejas connotaciones e implicancias.
5.1. EL ABORTO
Etimológicamente deriva del término latino "abortus", formado por dos raíces AB
(privar) y ORTUS (nacimiento), es decir, "privar del nacimiento". Actualmente se
entiende por aborto a la interrupción prematura (sea esta natural o inducida,
provocada) del embarazo y la consiguiente expulsión del feto.

Frente a esta situación existen dos posiciones:


5.1.1. Posición Mortícola.- La cual afirma que la madre tiene pleno derecho sobre
la vida de sus hijos. Esta posición nacida del Derecho Romano sustenta la
teoría que el concebido es "viscerum matris", es decir, víscera de la madre.

Del Castillo Murrugarra expresa que "el aborto legal viene a constituir un
medio de control de la natalidad, tornándose en el equilibrador entre
crecimiento demográfico y el factor económico”.

Esta posición sostiene que como el ser humano tiene derecho de procrear,
es decir, es libre de tener relaciones sexuales, en consecuencia también es
libre de determinar si esa relación tiene como fin la concepción o solamente
la satisfacción del instinto sexual, decir partiendo de la antiquísima
concepción que el feto es víscera de la madre se lleva a sostener bajo, una
expresión mucho más refinada, que al ser la persona libre en sus decisiones
y sobre todo en tener o no relaciones sexuales en consecuencia también
podrá decidir libremente si esa relación sexual sostenida debe llegar a su fin
es decir a la concepción o al nacimiento del ya concebido.

5.1.2. Posición Vitalista.- Considera que, al considerarse al concebido como


sujeto de derecho "para todo cuanto le favorece" (Cfr. Artículo 1º del Código
Civil Peruano), éste es titular, único e incondicional, del derecho a la vida,
es decir es un ser independiente y separado de la madre, y por tanto la madre
no puede decidir ya sobre él.

Sin embargo, a pesar de protegerse al concebido, en diferentes legislaciones


contemplan causas atenuantes y eximentes del delito de aborto, teniendo en
algunos casos como requisitos el consentimiento de la mujer para salvar su
vida o cuando se desea eliminar el fruto de una violación, entre otros, esto
no quiere decir que el ordenamiento consienta el aborto sino que por el
contrario lo sanciona, sin embargo se establecen ciertas condiciones o
causales que de cumplirse se dan atenuantes (reducción de pena) o se exime
(se releva o se perdona) de sanción.

5.2. EUTANASIA
Otra dificultad vinculada al derecho a la vida es la eutanasia, proviniendo de
las voces griegas EU (bueno) y THANATOS (muerte), es decir “muerte
buena”. Este concepto se degeneró a tal forma que se pensaba que la
población en exceso debía eliminarse, así como los miembros menos
necesarios, lo que recaía lógicamente en los viejos y los infantes.

El cristianismo se ha enfrentado a esta desviación y actualmente el problema


de la eutanasia conduce de manera directa a una controversia fundamental de
la existencia humana, el de propagar o no la suspensión de la vida de quien
se encuentra afectado de un mal irreversible y/o dolor insoportable (situación
que en los últimos años ha causado encendidos debates con rotundas
manifestaciones tanto a favor como en contrario); esta puede ser: a) Eutanasia
Pasiva o Indirecta: Cuando se deja que el enfermo muera y b) Eutanasia
Activa o Directa: Cuando se mata al paciente.

Frente a la problemática de la eutanasia, debemos precisar entre la aplicación


de un tratamiento médico donde es inadmisible la eutanasia; y la prolongación
artificial de la vida humana, en donde lo único que cabe es que la naturaleza
siga su proceso normal. El ser humano nace, crece y muere. Es contrario al
más elemental sentimiento de lo justo y lo bueno prolongar la agonía de un
enfermo, pero para proceder a ello, es necesaria, previamente, una
autorización judicial. Tal posición ha asumido la jurisprudencia comparada.

Para el caso peruano en nuestro Código Penal se regula el “homicidio


piadoso” y lo tipifica en su art. 112º del modo siguiente:
"El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera
expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido
con pena privativa de libertad no mayor de tres años".

Este tipo legal resulta una figura delictiva bastante atenuada, si la


comparamos con el homicidio simple (art. 106 del mismo cuerpo normativo)
el cual condena al sujeto activo con una pena privativa de libertad no menor
de seis, ni mayor de veinte años.

Las legislaciones penales han abordado el problema de la muerte buena desde


dos ángulos primordialmente, ya sea sancionándola o eximiendo de
responsabilidad. Actualmente muchas tratadistas han contemplado que el
derecho a la vida no se limita solamente al estado biológico de la existencia,
sino al de vivir con ciertas condiciones mínimas, y es por ello que en
determinadas circunstancias, la persona puede decidir tener una muerte digna,
evitando la prolongación artificial de la agonía.

Sin embargo, esto no resulta tan sencillo pues no siempre se puede hablar de
sufrimiento del enfermo, que es uno de los presupuestos del acto eutanásico;
al respecto solo basta imaginarse el caso referido al estado de coma
prolongado donde el enfermo no está consciente, y no es posible admitir si
existe o no sufrimiento, y por lo tanto, poner fin a un coma prolongado e
irreversible no debería ser definido como "eutanasia”.

Se afirma que: "de hecho, parece legítimo hablar de "derecho a la muerte",


expresión que no designa el derecho de procurarse o de hacerse procurar la
muerte como se desea, sino el derecho de morir con toda serenidad, con
dignidad humana y cristiana".

La finalidad del acto eutanásico es aquel de provocar la muerte, mientras el


dejar morir significa no poner en obra aquellos medios terapéuticos que
podrían sólo prolongar la agonía del paciente, sin una razonable esperanza de
suceso.
5.3. EL SUICIDIO
La palabra suicidio proviene de las voces latinas: sui "sí mismo" y caedere
"matar", lo cual significa, ultimarse deliberadamente.

La doctrina señala dos clases de suicidio:


 Suicidio Indirecto.- Consiste en no querer y procurar la muerte propia,
sino en permitirla, siendo denominada "sacrificio de la vida". Tal es el
caso de los Kamikases japoneses de la Segunda Guerra Mundial.
 Suicidio Directo.- Es el más importante porque es realizado y querido
por el propio individuo.

Algunos autores, (Irureta Goyena) sostienen que, si el hombre tiene derecho


a la vida, también tiene derecho a morir, por la facultad que goza de disponer
de ella.

Otros, sostienen que el individuo carece de la facultad de quitarse la vida por


dos razones:

 La vida representa un bien no sólo para el hombre, sino también para la


sociedad, familia y el Estado.
 Si bien la ley no pena el suicidio, lo considera un acto ilícito,
demostrándolo al tipificar la instigación o ayuda al suicidio (artículo
113º del Código Penal Peruano).

Más allá de toda elucubración teórica, debemos recordar que la vida es un


valor que todos debemos respetar, incluso por aquel que pretenda matarse.

5.4. LA PENA DE MUERTE


Solís Espinoza apunta que: "La pena es la restricción o eliminación de algunos
derechos, impuesta conforme a ley por los órganos jurisdiccionales
competentes, al culpable de una infracción penal". Otros opinan que la pena
es un mal jurídico con el que se amenaza a todas las personas, y se aplica a
los que delinquen en calidad de retribución de los actos cometidos, cuyo fin
primordial es el impedir la comisión de otro delito.
Dentro de la variedad de penas existentes encontramos la de muerte, que ha
sido objeto de porfiadas discusiones, creyéndose que la seguridad social se
puede lograr por otros medios compatibles con la vida de los criminales.

El mencionado problema no puede ser resuelto en un plano puramente


jurídico y técnico, pues además se trata de una discusión moral cuya solución
servirá para la aceptación o no de la pena capital.

En nuestros días encontramos dos posiciones contradictorias:

 Los mortícolas, entre ellos Ruiz Funes expresa: "Al analizar el fin básico
de la pena nos daremos cuenta que es su carácter expiatorio, significando
que el malhechor merezca, antes que otra cosa, un castigo, proporcionado
al mal que cometió, afirmando una equiparidad entre el delito y la pena
por ser justo, no cabiendo duda que ante la gravedad de ciertos delitos la
muerte aparece, según ellos, como lo más lícito logrando de esta manera
la defensa social, explicado por el criterio de peligrosidad"
 Los abolicionistas, en contra de la pena capital. Quintiliano dice: "Si los
culpables pueden corregirse, será más útil a la República salvarlos que
castigarlos con la muerte". Esta teoría ha ido ganando terreno y en la
actualidad la tendencia de los países democráticos es abolirla, por esta
razón las NN.UU., con la resolución No. 2857 del 20 de diciembre de
1971, vio la conveniencia de abolir la pena de muerte en todos los países.
 En nuestra Carta Magna la pena de muerte, tal como lo prescribe el art.
140, "sólo puede aplicarse por el delito de traición a la patria en caso de
guerra, y del terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el
Perú es parte obligada".
Es conocido que la finalidad de las penas debe dirigirse a la readaptación
del criminal. Es del todo inadmisible sostener que la seguridad social de
un Estado reposará sobre los cadáveres de los ejecutados por esta pena,
que no debe pasar de la oscura historia de la sociedad y del Derecho. La
pena de muerte no readapta al criminal.
CONCLUSIONES:

El ser humano tiene derecho a concebir o a no concebir; pero no se puede afirmar que
tiene el derecho de eliminar al ser que ya está concebido, por cuanto este último es titular
del derecho a la vida en idéntica magnitud que su progenitor.

El derecho a la vida constituye un derecho irrenunciable y elemental del ser humano y


que sirve de presupuesto para los demás derechos.

El concebido goza también de protección por parte del ordenamiento jurídico y en tal
sentido al ser el derecho a la vida un derecho extramatrimonial o no patrimonial, debe
gozar del mismo sin restricción o limitación alguna.

Las denominadas “fronteras extremas de la vida” se encuentran en constante delimitación,


y por tanto originan un problema arduo e incluso difícil de resolver por sus complejas
connotaciones e implicancias.

Ø Los límites que el sistema jurídico ha recogido en relación al derecho a la vida de las
personas, son la pena de muerte, la legítima defensa y el estado de necesidad; en el caso
del derecho a la vida del concebido, el límite es el aborto.

Más allá de toda elucubración teórica, debemos recordar que la vida es un valor que todos
debemos respetar, incluso por aquel que cree tener derecho a quitársela.
BIBLIOGRAFIA

FERNANDEZ SESSAREGO, Exposición de Motivos y Comentarios al Libro Primero


del Código Civil peruano, Derecho de las Personas, Cultural Cuzco S.A. Editores, Lima,
5ta Edición, 1992.

QUISPE CORREA, El derecho a la vida, en Dominical, Lima, 17.11.85.

DIEZ-PICAZO y GULLON, Sistema de Derecho Civil, Volumen I, 4ta. Edición, 1ra.


Reimpresión, Tecnos, Madrid, 1982.

ROSAS BALLINAS y VARGAS CUNO, El derecho a la vida: una concepción desde la


dignidad humana en Los derechos de la mujer, Tomo II, Comentarios Jurídicos, DEMUS,
Lima, 1998.

RODOTÀ, Repertorio di fine secolo, Sagitari Laterza, Roma- Bari, 1992.

DEL CASTILLO MURRUGARRA, El aborto, su legislación en el Perú, Ediciones Raíz,


Lima, 1976.

GIUSTI, L'eutanasia. Diritto di vivere. Diritto di morire, CEDAM, Padova, 1982.

SOLIS ESPINOZA, Ciencia Penitenciaria, Lima, 1983.

RUIZ FUNES, Actualidad de la venganza. Tres ensayos de criminología, Losada, Buenos


Aires, 1944.

Potrebbero piacerti anche