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El derecho a la vida constituye uno de los derechos básicos del hombre, reconocido por
los ordenamientos jurídicos a nivel internacional, no siendo la excepción el ordenamiento
civil peruano, que presenta una posición personalista o humanista, más aún si se reconoce
al derecho a la vida como un derecho esencial de la persona y en tal sentido es objeto de
protección jurídica.
A pesar que es evidente la importancia dentro del mundo del Derecho, el reconocimiento
al Derecho a la Vida, sin embargo resulta más evidente aún, que éste no constituye un
derecho absoluto, pues es inevitable que existan conflictos con otros derechos, debido a
la diferente concepción o visión que se puede adoptar con relación a ella.
MARCO TEORICO
1. EL DERECHO A LA VIDA
Sin embargo, debemos tener siempre presente que cuando las Constituciones de los
Estados o aquellas normas o dispositivos legales de menor jerarquía consagran el
derecho a la vida, no es que estén creando un nuevo derecho o la última panacea,
sino simplemente lo están reconociendo (entiéndase en el sentido de mostrarse
conforme) y protegiendo; efectivamente así sucede con todos los derechos de
carácter primordial o esenciales del ser humano, con la salvedad que en el caso del
derecho a la vida se le ha concebido no sólo como primordial sino también como
indispensable presupuesto para todos los demás; así al respecto, Fernández
Sessarego señala: "El derecho a la vida es el primordial entre los derechos atinentes
a la persona y el presupuesto indispensable de todos los demás"
En este orden de ideas podemos colegir que el derecho a la vida es la fuente de
donde emergen todos los derechos inherentes de la persona humana.
Es el más importante de los derechos y precede a todos, ya que sin vida no puede
gozarse de ninguna otra facultad. Es un derecho natural que el derecho
positivo debería reconocer siempre, pero no ocurre así en la práctica.
Con respecto a la pena de muerte puede ser mantenida por aquellos estados que ya
la tienen legislada pero no puede ser incorporada como pena en el futuro por
aquellos que no la hayan incorporado.
En el aborto, los derechos en juego son la libertad de la madre a decidir sobre su
propio cuerpo, al que el feto está íntimamente unido; y el derecho del niño por nacer
a que se le preserve su posibilidad de vivir. Los países que anteponen la vida del
feto sin que ninguna circunstancia permita acabar con ella, son Chile, Irlanda,
Guatemala, Honduras, El Salvador, El Vaticano, Filipinas, Andorra, Somalia, Malta
y Luxemburgo. En el otro extremo, lo permiten sin restricciones, Guyana, Cuba,
Puerto Rico, España y Alemania, dentro de las primeras catorce semanas; y
posteriormente solo por razones de salud materna. Hasta las veinticuatro semanas
admite Holanda la posibilidad de abortar. En otros países se lo permite en casos
excepcionales como por razones de salud de la madre o por violación, por ejemplo
en Argentina y México.
Del Castillo Murrugarra expresa que "el aborto legal viene a constituir un
medio de control de la natalidad, tornándose en el equilibrador entre
crecimiento demográfico y el factor económico”.
Esta posición sostiene que como el ser humano tiene derecho de procrear,
es decir, es libre de tener relaciones sexuales, en consecuencia también es
libre de determinar si esa relación tiene como fin la concepción o solamente
la satisfacción del instinto sexual, decir partiendo de la antiquísima
concepción que el feto es víscera de la madre se lleva a sostener bajo, una
expresión mucho más refinada, que al ser la persona libre en sus decisiones
y sobre todo en tener o no relaciones sexuales en consecuencia también
podrá decidir libremente si esa relación sexual sostenida debe llegar a su fin
es decir a la concepción o al nacimiento del ya concebido.
5.2. EUTANASIA
Otra dificultad vinculada al derecho a la vida es la eutanasia, proviniendo de
las voces griegas EU (bueno) y THANATOS (muerte), es decir “muerte
buena”. Este concepto se degeneró a tal forma que se pensaba que la
población en exceso debía eliminarse, así como los miembros menos
necesarios, lo que recaía lógicamente en los viejos y los infantes.
Sin embargo, esto no resulta tan sencillo pues no siempre se puede hablar de
sufrimiento del enfermo, que es uno de los presupuestos del acto eutanásico;
al respecto solo basta imaginarse el caso referido al estado de coma
prolongado donde el enfermo no está consciente, y no es posible admitir si
existe o no sufrimiento, y por lo tanto, poner fin a un coma prolongado e
irreversible no debería ser definido como "eutanasia”.
Los mortícolas, entre ellos Ruiz Funes expresa: "Al analizar el fin básico
de la pena nos daremos cuenta que es su carácter expiatorio, significando
que el malhechor merezca, antes que otra cosa, un castigo, proporcionado
al mal que cometió, afirmando una equiparidad entre el delito y la pena
por ser justo, no cabiendo duda que ante la gravedad de ciertos delitos la
muerte aparece, según ellos, como lo más lícito logrando de esta manera
la defensa social, explicado por el criterio de peligrosidad"
Los abolicionistas, en contra de la pena capital. Quintiliano dice: "Si los
culpables pueden corregirse, será más útil a la República salvarlos que
castigarlos con la muerte". Esta teoría ha ido ganando terreno y en la
actualidad la tendencia de los países democráticos es abolirla, por esta
razón las NN.UU., con la resolución No. 2857 del 20 de diciembre de
1971, vio la conveniencia de abolir la pena de muerte en todos los países.
En nuestra Carta Magna la pena de muerte, tal como lo prescribe el art.
140, "sólo puede aplicarse por el delito de traición a la patria en caso de
guerra, y del terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el
Perú es parte obligada".
Es conocido que la finalidad de las penas debe dirigirse a la readaptación
del criminal. Es del todo inadmisible sostener que la seguridad social de
un Estado reposará sobre los cadáveres de los ejecutados por esta pena,
que no debe pasar de la oscura historia de la sociedad y del Derecho. La
pena de muerte no readapta al criminal.
CONCLUSIONES:
El ser humano tiene derecho a concebir o a no concebir; pero no se puede afirmar que
tiene el derecho de eliminar al ser que ya está concebido, por cuanto este último es titular
del derecho a la vida en idéntica magnitud que su progenitor.
El concebido goza también de protección por parte del ordenamiento jurídico y en tal
sentido al ser el derecho a la vida un derecho extramatrimonial o no patrimonial, debe
gozar del mismo sin restricción o limitación alguna.
Ø Los límites que el sistema jurídico ha recogido en relación al derecho a la vida de las
personas, son la pena de muerte, la legítima defensa y el estado de necesidad; en el caso
del derecho a la vida del concebido, el límite es el aborto.
Más allá de toda elucubración teórica, debemos recordar que la vida es un valor que todos
debemos respetar, incluso por aquel que cree tener derecho a quitársela.
BIBLIOGRAFIA