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Cuando hablamos de fuentes nos referimos a los lugares de los que surge un derecho
determinado. Al hablar de las fuentes de la seguridad social tenemos que indicar de dónde
surge el derecho y en lo posible, hacerlo respetando la jerarquía de estas normas de modo de
incluir en primer lugar a la de mayor grado.
En este sentido podemos mencionar a las siguientes normas:
A. Constitución Nacional: dentro de la jerarquía normativa, se encuentra en la cúspide del
ordenamiento jurídico, por eso es la ley de leyes. Es la expresión más cabal del pacto social, y
a ella deben sujetarse las leyes expedidas por el órgano Legislativo, así como las normas
reglamentarias expedidas por el órgano Ejecutivo, y, por supuesto, las resoluciones dictadas
por el órgano Judicial. Es el principio de la supremacía de la Constitución, por emanar del Poder
Constituyente ‘‘que es el que crea el orden bajo el cual va a vivir el Estado, todo ejercicio ulterior
del poder se realiza por los órganos constituidos’’.
En todas las Constituciones se reconoce al órgano Ejecutivo la facultad de reglamentar las
leyes, sin trasgredirlas ni desnaturalizarlas. Por consiguiente, las normas gubernativas dictadas
con ese propósito tienen también la calidad de fuente formal directa del derecho de la seguridad
social, pues sin ampliar el contenido de la ley ni recortar sus alcances, en la generalidad de los
casos, resulta necesario precisar, a través de la reglamentación, algunos aspectos que
requieran de un mayor desarrollo en esta vía, para facilitar su aplicación.
Tratados internacionales.
Los Tratados concluidos con los demás Estados y con las Organizaciones
Internacionales, tienen una jerarquía superior a nuestras leyes nacionales. La Corte Suprema
de Justicia de la Nación en nuestro País adoptó la posición monista en el caso “Ekmekdjian c/
Sofovich”, al sostener que cuando la Nación ratifica un Tratado, se obliga internacionalmente a
que sus órganos (legislativos, jurisdiccionales y administrativos) lo apliquen a los supuestos que
el tratado contempla, “siempre que contenga descripciones lo suficientemente concretas de
tales supuestos de hecho que hagan posible su aplicación inmediata”. De igual manera, los
Convenios de la Organización Internacional del Trabajo en tanto ratificados por nuestro país,
poseen jerarquía superior a las leyes, porque se los considera tratados concluidos con las
organizaciones internacionales.
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Aquí aunque existen otros, son de fundamental importancia el Convenio 102 relativo a la
norma mínima de Seguridad Social de 1952 y el Convenio 118 relativo a la igualdad de trato de
nacionales y extranjeros en materia de Seguridad Social de 1962. Estos convenios tienen
carácter normativo y no se limitan a una mera declaración general del derecho a la seguridad
social, sino que avanzan e indican las prestaciones y condiciones que se considera deberían
estar incluidas en las normas internas de cada uno de los Países que los ratifiquen.
Aún cuando nuestro país, no ha ratificado ninguno de los dos convenios, esto no implica
que tales instrumentos resulten carentes de incidencia ya que por la adhesión y aplicación en
importantes países en un mundo globalizado, fuerzan la tendencia a incorporar sus conceptos
en la normativa interna. Como se verá al tratar cada uno de los beneficios o contingencias de
la seguridad social, las prestaciones establecidas en los convenios ya son obligatorias en
nuestro país, vía del derecho interno.
La fuente principal en el derecho de la seguridad social (en el sentido del lugar en donde
se concretan y establecen en general los derechos y los grandes temas de la seguridad social),
son las leyes, decretos reglamentarios, resoluciones y disposiciones administrativas.
Los convenios colectivos de trabajo y los laudos con fuerza de convenios homologados
han sido y son fuentes de la seguridad social. Ocasionalmente también pueden surgir normas
de los organismos paritarios creados en las convenciones colectivas.
Y aún hoy, los convenios colectivos son fuentes en donde se establecen fondos
específicos de seguridad social o complementario de sistemas nacionales, sobre todo, en
materia de adicionales suplementarios de previsión o de salud.
Ha sido esta relación tan estrecha, que los orígenes de la seguridad social se remontan
a los orígenes de los reclamos de los trabajadores organizados. Y es hoy tan estrecha que las
organizaciones sindicales participan en los organismos de seguridad social y en algunos casos
llegan a administrarlos.
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La voluntad de las partes, reglamentos de empresa, jurisprudencia y la doctrina.
La voluntad de las partes del contrato individual de trabajo y los reglamentos de empresa
no establecen, en general, derechos de la seguridad social. Sin embargo pueden generarlos
cuando las normas (leyes, decretos, resoluciones), se refieren a ella. Los depósitos convenidos
y las imposiciones voluntarias en la ley 24.241 es un claro ejemplo de la voluntad individual del
trabajador o del acuerdo individual de trabajo.
Es bastante común que algunas empresas otorguen a los trabajadores una prestación
de salud diferenciada mediante la contratación de una entidad de medicina privada y a su cargo.
Sin embargo, es común que tales beneficios se consideren parte de la relación individual del
trabajo, bien como remuneración, bien como beneficios sociales.
La realidad es que la seguridad social es, por definición, un esfuerzo colectivo y las
acciones individuales deben inscribirse más en el ámbito de los seguros privados que en la
seguridad social.