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Introducción[1]
En la actualidad se reconoce que para lograr un adecuado desarrollo sostenible se requiere
esencialmente un sistema educativo de calidad, que procure permanentemente el
desarrollo del conocimiento con una gran capacidad de transformación y de disposición al
cambio e innovación tecnológica, brindando reales posibilidades y oportunidades para
alcanzar equidad y justicia social. El mundo se ha digitalizado y el conocimiento es en la
actualidad el componente central de la riqueza de los pueblos, mayor aun que el capital y
el trabajo material; el conocimiento es elemento central para aumentar la productividad y la
competitividad de las diferentes sociedades, que se están convirtiendo en sociedades del
conocimiento y de aprendizaje permanente. Los sistemas educativos en general, ante los
retos de la globalización, deben reorganizarse y cambiar sus viejas y tradicionales
metodologías, lo que necesariamente conlleva a las modificaciones de la misma institución
educativa y su currículo.
En este marco, el documento pretende definir algunas pautas y orientaciones que deben
servir al sistema educativo colombiano, para responder a los retos que nos impone la
modernidad en el siglo XXI; estas estrategias se construyen al reconocer la crisis de la
sociedad por factores como la violencia generalizada, la inequidad e injusticia, y en general,
la aguda confrontación y el desconocimiento de los derechos fundamentales. El trabajo,
inicialmente plantea algunos elementos referidos a los antecedentes históricos de los
sistemas educativos, y a las grandes revoluciones que se han presentado en la era
cristiana. Se presentan algunos elementos relacionados con los orígenes de las
Universidades, incluyendo las características de la Universidad Moderna, competitiva y
neoliberal del siglo XXI. Más adelante se plantea un diagnóstico resumido de la
problemática que atraviesa la educación superior colombiana, presentando posteriormente
algunos elementos conceptuales sobre el actual contexto social, político, económico y
cultural; estos criterios permiten sustentar las propuestas de acción, para responder a los
retos y desafíos que se imponen; finalmente el documento elabora algunas propuestas
operativas desde la propia educación superior, las cuales se pueden convertir en un
importante aporte y motivo de reflexión para procurar salidas a la compleja situación que
vive la sociedad colombiana, y en especial como propuesta estratégica al papel de las IES,
dentro del actual proceso de Paz.
Propuestas y Resultados
2. Regiones de Aprendizaje
La pertinencia exigida del sistema educativo y en especial de las universidades, debe
permitir hacer las regiones competitivas. Las IES desarrollarán acciones competitivas en la
medida que contribuyen al desarrollo de las localidades y regiones respondiendo a sus
exigencias laborales, de profesionalización y de investigación en procura de buscar
soluciones a sus problemáticas; igualmente debe ser competitivo el sistema en tareas
como: Producción de bienes culturales, valores y nueva ciudadanía y en general, la
búsqueda de una sociedad justa y en Paz; se propone como punto de partida para tener un
sistema educativo de calidad y competitivo, la consolidación de regiones que desarrollen el
concepto de economías de aprendizaje, lo cual conlleva a la interacción entre individuos,
instituciones, comunidades y empresas, con el aprendizaje y la creación permanente de
conocimiento en todos los sectores de la sociedad y no única y exclusivamente en las
empresas de la ciencia, la educación y la tecnología; en éstas Regiones de Aprendizaje la
infraestructura humana y los mecanismos institucionales que fomentan el aprendizaje
interactivo son fundamentales, por lo que las universidades como el nivel superior del
sistema educativo, deben cumplir un papel prioritario dentro de la estructura, imprimiendo
el liderazgo necesario para la generación y la adaptación del conocimiento y del capital
humano. Se requiere un direccionamiento en las políticas por parte del Estado, exigiéndose
mayores presiones de la sociedad civil en su conjunto para que las actividades de
enseñanza aprendizaje en las universidades, jueguen un papel protagónico en la vida
regional y local, vinculándose a objetivos económicos y sociales concretos, alcanzando un
mayor compromiso y estableciendo un diálogo eficaz, que permita su integración y
entendimiento, conocimiento mutuo y descubriendo nuevas oportunidades que aporten al
desarrollo con equidad y justicia social. Resulta claro en consecuencia el primer
compromiso de la Universidad y su Región de Aprendizaje: La Paz de Colombia; así, las
IES harán un aporte real a un sistema educativo competitivo y productivo.
En general se puede concluir que la Universidad actual y sobre todo la Universidad del
futuro, está condicionada por un conjunto de factores que la diferencian de lo que fue la
Universidad tradicional y decimonónica en sus orígenes, pero que en general sigue
teniendo dos tareas fundamentales: la educación y el avance del saber. A pesar de la
incertidumbre que genera la velocidad de los cambios y la existencia de factores
determinantes como son la globalización y las NTIC, los fundamentos del Alma Mater
siguen siendo el conocimiento, el saber, la ciencia, la tecnología, las artes y en general, la
cultura. Cambia es la perspectiva en que definen y sitúan su misión y visión en el mismo
contexto, ambas son ahora tareas locales, nacionales y globales y en estos fines y
propósitos han de encontrar la forma para desarrollar sus actividades, que necesariamente
giraran en torno a la formación, investigación y proyección; las IES en Colombia, incluyendo
a las Universidades, hacen énfasis en organizaciones que han desarrollado
preferencialmente una idea centrada en la profesionalización, pero en su gran mayoría, los
procesos investigativos y de proyección social, son aún incipientes y de poco impacto en
sus contextos; además las nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC)
todavía son precarias, con grandes limitaciones en las inversiones para los desarrollos
científicos que exige la nueva sociedad del conocimiento. El cuestionamiento de estas
instituciones, como lo plantea el académico Orozco Silva (2012)[11]: “…llega hasta pensar
que el modelo de universidad tradicional o clásico está agotándose haciéndose necesario
una especie de refundación de las universidades (Reich, R. 1993) que traería consigo un
replanteamiento de sus funciones tradicionales…”
La Declaración Mundial sobre la Educación Superior para el siglo XXI[12] plantea algunos
aspectos que necesariamente se convierten en retos para las instituciones educativas.
Reconoce que las universidades tienen: “Una especie de autoridad intelectual, que la
sociedad necesita para ayudarla a reflexionar, comprender y actuar. Tal autoridad deben
ejercerla de manera autónoma y responsable, para lo cual deben reforzar sus funciones
críticas y prospectivas, mediante un análisis constante de las nuevas tendencias sociales,
económicas, culturales y políticas, desempeñando de esa manera funciones de centro de
previsión, alerta y prevención; y , utilizar su capacidad intelectual y prestigio moral para
defender y difundir activamente valores universalmente aceptados, y en particular la paz,
justicia, libertad, igualdad y la solidaridad. (UNESCO, 1998)
Los docentes universitarios en consecuencia, como trabajadores del conocimiento, deben
definir su misión y tarea en los anteriores propósitos. Se hace necesario pasar de una
Universidad centrada en un contexto donde el trabajo esencial fue el material, a unas IES
centradas en el trabajo intelectual y con el conocimiento como materia prima; una IES que
no renuncie a su misión de forjadora de una cultura de responsabilidad social, sin olvidar la
función de preparar el capital intelectual, a los científicos, y en general a los profesionales
de los más altos niveles que requiere el país. Las IES deben formar para la ciudadanía y
educar para la Paz; estas Instituciones deben ser ejemplo y tener compromiso ético, para
que éste impregne todas las actividades sociales, culturales, científicas, económicas y
políticas de su quehacer cotidiano.
4. El Currículo Globalizado
Algunos autores señalan que la humanidad ha vivido cuatro profundas revoluciones
productivas: La primera el paso del nomadismo al sedentarismo, dando como resultado la
agricultura; la segunda, la utilización de los metales que da la posibilidad de la metalurgia y
la irrigación; la tercera fundada en el vapor, que nos lleva a la revolución industrial
mecánica, a las máquinas textiles y la cuarta a la que asistimos hoy, la de la micro
electrónica; cada una de estas revoluciones origina cambios en las maneras de concebir,
organizar y pensar la sociedad y el mundo; las repercusiones en el campo educativo no se
han hecho esperar, hoy adquieren un valor inusitado los modelos curriculares integrados
que colocan sus fuerzas en el -conocer como se conoce-, -cambiar en medio del cambio-
, -intensidad más que cantidad-, y -aprender a aprender-, entendido como la acción que
permite enlazar pedagógicamente los tres procesos anteriores. Igualmente la velocidad de
los cambios también afecta la manera de dar el conocimiento. Se asiste a una competencia
educativa, que además de investigación y enseñanza, exige aceleradamente información
actualizada, componente básico de ese conocimiento.
Como premisa, es importante señalar que la preocupación cultural que se genera en torno
al problema curricular en Colombia, es un indicativo válido para afirmar la condición de
objeto de saber, de objeto de investigación que se le ha otorgado al currículo; se advierte
una percepción diferente a la tradicional, que consideraba el currículum como algo ya
definido, determinado, que solamente se movía en la racionalidad de la ejecución, en lo
operativo, en lo mecánico. Un diagnóstico inicial de los procesos curriculares, plantea que
la cultura de proyectos educativos (PEI), políticos y culturales, apenas comienza en
Colombia; a través de estos se requiere mayor integración de las muchas acciones
curriculares que se adelantan, integradas con esos proyectos educativos; las políticas
estatales deben tener continuidad y consolidar verdaderas políticas públicas, a largo plazo.
Con la expresión -sociedad abierta- Popper y Lorenz (1992)[14] pretende designar "no tanto
una forma de Estado o de Gobierno, cuanto más bien un tipo de convivencia humana en
la que la libertad de los individuos, la no violencia, la protección de las minorías y la defensa
de los débiles constituyen unos valores primordiales”. Los grandes valores de la sociedad
abierta son: libertad, tolerancia, ayuda mutua, responsabilidad intelectual, búsqueda de la
verdad, crítica, protección de las minorías y defensa de los débiles. Debemos hacer todo lo
que esté a nuestro alcance para que sigan siendo reconocidos como tales en el futuro. En
un contexto globalizador, estos valores son los que guían el quehacer de estudiantes,
maestros, padres y comunidad en general. Aquí juega un papel fundamental el educador.
Algunas características de la sociedad abierta: La libertad humana constituye el valor
fundamental. El punto valorativo de una sociedad abierta se basa en un ideal humano que
reconoce a un tiempo la falibilidad y la singularidad de la persona; del mismo modo que en
la ciencia, la competición de teorías es indispensable para el progreso del conocimiento,
igualmente es imprescindible la competencia de ideas políticas para mejorar las
instituciones; acepta que para corregir y descubrir nuestros errores necesitamos de los
demás, de personas que tengan otras ideas, que hayan crecido en un ambiente distinto al
nuestro para así tomar mejores decisiones. Los errores pueden corregirse mediante el
procedimiento crítico y se basa en el entendimiento entre personas de distinto credo
político; la sociedad abierta está capacitada para la innovación y la mejora y no es dueña
posesión de la verdad. Proclama la justicia social y propende por un ideal humano; en una
sociedad abierta se intenta ver al mundo como seguramente puede considerarse que es:
"un lugar hermosísimo, el cual si fuere un jardín, nosotros tenemos la facultad de mejorar y
cultivar. Y al hacerlo procuren ustedes utilizar la humildad de un jardinero experto,
consciente de que muchos de sus intentos fracasarán". (Popper y Lorenz, 1992)[15]Por lo
tanto, Corresponde a la educación construir esa sociedad abierta. De qué manera el
maestro puede contribuir a esa construcción? Qué tan lejos o tan cerca estemos los
educadores de disfrutar de los beneficios de la sociedad abierta, es una cuestión que
amerita análisis. Las instituciones de educación superior como foros de la conciencia social
de las sociedades están en la obligación y capacidad de articularse con ese gran reto.
Finalmente, se debe insistir en la importancia del criterio sobre autonomía universitaria y
las posibilidades para su desarrollo, la cual tiene sustento en la Constitución Política de
Colombia, y en diferentes legislaciones, en especial en lo consignado en las leyes 115 de
1994 y 30 de 1992, así como en variadas Sentencias de las altas Cortes
sobre la autodeterminación de las universidades, consignados en la Sentencia C-220 de
1997 de la Corte Constitucional en la cual se ha reiterado repetidamente que las funciones
esenciales de la Universidad “se cumplen de acuerdo con las definiciones y prioridades de
quienes las ejecutan, no de las que impongan los directivos de la Institución y mucho menos
de las que provengan del poder central; esa tarea le corresponde a los actores que integran
la Institución, rectores y evaluadores de su propio quehacer, quienes aplican una singular
y propia lógica de cada actividad, distinta a la aplicable al común de las actividades
administrativas propias del Estado”. Estos criterios son fundamentales para que los
universitarios asumamos el gran reto en la construcción de la Sociedad Abierta para los
colombianos.
Conclusiones
Se reconoce que en general la educación constituye el eje central para el progreso de los
pueblos y de la construcción de sus proyectos culturales, posibilitar la autonomía del ser
humano, formar para la vida laboral, brindar posibilidades para alcanzar la equidad y justicia
y en general, mejorar los niveles de vida de los sectores más desprotegidos. En este
contexto, la Misión de la Educación Superior (ES) Colombiana y sus IES, como entidades
líderes de las instituciones del conocimiento y en especial del sistema educativo básico,
tiene la obligación de difundir el saber y la ciencia, mediante procesos curriculares,
investigativos y de proyección para formar integralmente ciudadanos responsables,
capaces de contribuir al desarrollo de la sociedad, aportando soluciones a los problemas
regionales y nacionales, trabajando como prioridad esencial por una sociedad justa y en
Paz; con este fin debe ofrecer sus diferentes propuestas académicas, especialmente en las
áreas sociales y humanas, artes, jurídicas, educativas, ciencia, técnicas y tecnológicas,
ingenieriles, en salud y muy particularmente en el fragmento agropecuario nacional, entre
otros aspectos.
Dentro de las propuestas educativas que se deben liderar desde las IES se pueden
mencionar: Programas de Maestría en Educación en diversas aéreas incluyendo el uso y
masificación de las NTIC; programas de Investigación Educativa y Pedagógica,
Profesionalización y Licenciamiento a docentes en áreas pertinentes a las diferentes
regiones, Programas de Formación en Recreación y Deportes, Propuestas Ambientales y
para el uso y aprovechamiento de la tierra a través de diferentes propuestas Técnicas,
Tecnológicas y profesionales, en las diferentes áreas agropecuarias y de alimentos, entre
otros; frente al sector salud la ES debe tener una función protagónica; la aplicación de la
ley 100 de 1993 ha llevado a ampliar la cobertura pero en desmedro de la calidad de la
prestación del servicio, dejando claras dificultades en las instituciones hospitalarias; el
sistema universitario debe asumir con prioridad el desarrollo de proyectos investigativos de
alto impacto en la calidad del sector salud en Colombia; estas propuestas han tenido
dificultades por no contar con apoyo y recursos por parte del Estado y de las propias EPS
y las IPS, para permitir una verdadera investigación aplicada a los problemas regionales y
nacionales, así como en el desarrollo del concepto de docencia asistencia y las prácticas
profesionales dentro de la ley de salud, lo que es el gran reto; es fundamental conocer unos
verdaderos perfiles epidemiológicos, que permitan poner en marcha las actividades de
promoción de la salud y de prevención de la enfermedad, con equipos interdisciplinarios
liderados siempre por las áreas académicas y financiados por los municipios y
departamentos a través de los transferencias fiscales, regalías y los recursos propios;
dentro de estas propuestas de la ES se pueden mencionar además propuestas
psicosociales, y en las áreas del trabajo social y el desarrollo familiar, así como en la
recreación y el deporte; igualmente las Facultades de Ciencias Pecuarias, Agrarias,
Ambientales, Alimentos, Ciencias Jurídicas, Humanas, Sociales, Administrativas,
Económicas, Familiares y las Ingenierías, entre otras, tienen una gran responsabilidad en
la conformación de grupos interdisciplinarios que hagan posible el desarrollo en la etapa
del postconflicto, a partir del momento en que avanzamos en la firma de un Acuerdo de
Paz, con los cinco puntos básicos definidos en la agenda, entre el gobierno y las fuerzas
insurgentes; las organizaciones de las nuevas empresas, especialmente con las
comunidades son esenciales; las obras publicas en los sectores rurales y la recomposición
de los grupos familiares en las regiones con mayores indicadores de pobreza se constituyen
en prioridades; como se reconoce la firma del Acuerdo de Paz es un primer paso, pero
resulta mucho más difícil el desarrollo y ejecución de esos Acuerdos, para lo cual se han
venido diseñando diferentes leyes impulsadas por el actual gobierno, relacionadas con la
Tierra, las Victimas, el Marco Jurídico para la Paz y la Justicia Transicional, entre otras.
Nuevamente el papel de la educación y en especial la Educación Superior es fundamental
en la socialización y divulgación de estos aspectos normativos sobre la Paz con los
diferentes actores sociales y regiones, lo que debe permitir avanzar en la construcción de
una nueva cultura nacional que comprometa favorablemente a amplios sectores de la
sociedad colombiana.
Estas ofertas que podrían tener acompañamiento de otras instituciones como el SENA,
Alcaldías Municipales y Gobernaciones, podrían con el tiempo adquirir mayor nivel
participativo de otras unidades académicas de las IES y en general de otras instituciones,
en la medida en que el contexto del posconflicto lo vayan exigiendo en cuanto a prioridades
y estrategias a mediano y a largo plazo. Estos procesos exigen grandes esfuerzos
e inversiones, que necesariamente deben comprometer la Nación en pleno. Este es el
costo de la Paz, después de tantos años de conflicto, lo que requiere un compromiso
continuado con el fin de consolidar un clima de respeto a la diferencia, con verdaderas
oportunidades para todos, los cuales son necesarios para alcanzar la PAZ en Colombia. El
compromiso de todos los colombianos apenas empieza y sus instituciones educativas
deben tener el liderazgo en esta ardua tarea.